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CASA CONTADA - EDICIONES SM

CURSO DE LITERATURA INFANTIL


EL CUENTO DE HADAS:
DEL CUENTO POPULAR AL CUENTO DE AUTOR.
www.casaontada.cl

Profesor: Manuel Peña Muñoz


Correo: mapemu@vtr.net
www.elcaballerodelosalerces.cl

Clase 2.

LOS CUENTOS INFANTILES CLÁSICOS


Trovadores y juglares. Romances de la tradición oral castellana.
Versiones de “Caperucita Roja”.

El cuento narrado en la antigüedad medieval.

La antigüedad pre cristiana y luego la Edad Media, tuvieron sus mitos, cuentos y
sagas cantadas por trovadores y juglares que oficiaban el papel de los grandes
contadores de historias, encantando a la gente en las plazas medievales. Los campesinos
los rodeaban en un círculo mágico y eran incluso contratados por la nobleza para que
fueran a cantar hazañas portentosas de guerreros y caballeros.

Es la época de los romances españoles caballerescos y amorosos, como el de


“Delgadina” que narra una historia medieval en la que un padre seduce a su hija. El tema
del incesto aparece en varios romances y cuentos folclóricos medievales como en “Piel
de Asno” de Charles Perrault. El “Romance de las tres cautivas” nos refleja el
enfrentamiento entre moros y cristianos, cuando moros raptaban jóvenes cristianas
para la servidumbre. Son romances históricos, caballerescos y amorosos... romances de
la rica tradición oral castellana que narran sucesos antiguos para conocer, recordar y
memorizar... romances para degustar la poesía y acercarse al manantial de la lengua
castellana.

Estos romances recitados y pasados a la lengua escrita constan de versos


octosílabos. Son narraciones en verso que inspiran al poeta español Federico García
Lorca para escribir el “Romancero Gitano”.

Estos romances circularon en Latinoamérica con variantes locales. A su vez,


Violeta Parra escribe el “Casamiento de Negros” que proviene del “Romance de Negros”
de Francisco Quevedo, escritor español del siglo XVII. Como se ve, el romance castellano
está ligado a la tradición de la poesía popular española y latinoamericana. Muchos de
estos romances circularon en libros de lectura en España y Latinoamérica como una
manera de fomentar la educación literaria de los niños con una poesía musical y rítmica
fácil de memorizar.
Las tres cautivas ¿y cómo se llamaban
esas tres cautivas?
A la verde, verde
a la verde oliva - La mayor Constanza
donde cautivaron la menor Lucía
a mis tres cautivas. y la más pequeña
es mi Rosalía.
El pícaro moro
que las cautivó - Pues usted es mi padre
a la reina mora y yo soy su hija.
se las entregó. Voy a darle parte
a mis hermanitas.
- Toma, reina mora
a estas tres cautivas - Ya sabes Constanza
para que te cuiden ya sabes Lucía
para que te sirvan. cómo he visto a padre
en la fuente fría.
- ¿Y qué nombre tienen
esas tres cautivas? Constanza lloraba
Lucía gemía
- La mayor Constanza y la más pequeña
la menor Lucía así les decía:
a la más pequeña
llaman Rosalía. - No llores Constanza
no gimas Lucía
- ¿Y qué oficios tienen que en viniendo el moro
esas tres cautivas? larga nos daría.

Constanza amasaba La pícara mora


Lucía cernía que las escuchó
y la más pequeña abrió una mazmorra
agua les traía. y allí las metió.

Yendo un día a por agua Cuando vino el moro


a la fuente fría de allí las sacó
se encontró a un buen viejo y al pobre buen viejo
que en ella bebía. se las entregó.

- ¿Qué hace usted ahí, buen viejo Y así acaba el romance


en la fuente fría? de las tres cautivas:
la mayor Constanza
- Estoy aguardando la menor Lucía
a mis tres cautivas. y la más pequeña
que es la Rosalía.
- ¿A sus tres cautivas?
A la quinta, quinta, quinta... - La mediana y la pequeña
a la vista las tenéis
A la quinta, quinta, quinta... que por veros han dejado
de una señora de bien de planchar y de coser.
llega un lindo caballero La mayor, coloradita
corriendo a todo correr. se pone cuando la ven
y ésa está en su cuarto
Como el oro es su cabello cose que cose
como la nieve su tez y vuelta a coser.
como luceros sus ojos
y su voz como la miel. - Lindas son las dos que veo
lindas son como un clavel,
- Que Dios os guarde, Señora. pero debe ser más linda
- Caballero, a vos también. la que no se deja ver.
- Dadme un vasito de agua Que Dios os guarde, señora.
que vengo muerto de sed. - Caballero, a vos también.

- Fresquita como la nieve Y se marcha el caballero


caballero, os la daré corriendo a todo correr...
que mis hijas la trajeron A la quinta, quinta, quinta
al tiempo de amanecer. de la señora de bien
llegan siete caballeros
- ¿Son hermosas vuestras hijas? siete semanas después.
- Como el sol de Dios las tres.
- ¿Dónde están que no las veo? - Señora, buena señora,
- Cada cual a su quehacer somos los criados del Rey,
que así deben estar siempre que hoy hace siete semanas
las mujercitas de bien. vino aquí muerto de sed.
Tres hijas, como tres rosas,
- Decidme ¿cómo se llaman? nos ha dicho que tenéis.
- La mayor se llama Inés, Venga, venga con nosotros
la medianita Angelina ésa que se llama Inés,
la más pequeña Isabel. ésa que coloradita
- Decid a todas que salgan, se pone cuando la ven,
que las quiero conocer. que allí en los palacios reales
va a casarse con el rey.
Delgadina
- Yo te la diera, hermana mía,
Este era un rey con tres hijas yo te la diera, mi alma
más hermosas que la plata. pero si nuestro padre el rey lo
A la más rechiquitita sabe
Delgadina la llamaban. la cabeza nos cortara.

Estando un día merendando Ya se va la Delgadina


su padre el rey la miraba. ya se va la desgraciada
- ¿Qué me mira usted, mi padre? con lágrimas de sus ojos
¿Qué me mira usted a la cara? todas las salas regaba.
- Que antes de salir el sol
has de ser mi enamorada. Al cabo de ocho días
se ha asomado a otra baranda
- ¿Su enamorada? y ha visto a sus hermanitas
No lo quiera Dios del Cielo bordando labor calada.
ni la reina soberana.
¿Del padre que me engendró - Mi hermana, por ser mi
sea yo la enamorada? hermana,
que me des una sed de agua
Mandó llamar siete criados que no la pido por vicio
siete criados de Granada que a Dios le entrego mi alma
que la manden a encerrar que se me seca la boca
la encierren en una sala y el aliento se me apaga.
y si pide de comer
le den sardinas saladas - Yo te la diera, hermana mía,
y si pide de beber yo te la diera, mi alma
le den zumo de retamas. pero si nuestro padre el rey lo
sabe
Ya se va la Delgadina la cabeza nos cortara.
ya se va la desgraciada
con lágrimas de sus ojos Ya se va la Delgadina
todas las salas regaba. ya se va la desgraciada
con lágrimas de sus ojos
Al cabo de ocho días todas las salas regaba.
se ha asomado a una baranda
y ha visto a sus hermanitos Al cabo de ocho días
jugando un juego de cañas. se ha asomado a otra baranda
y ha visto a su madrecita
- Mi hermano, por ser mi alisándose las canas.
hermano,
que me des una sed de agua - Mi madre, por ser mi madre,
que no la pido por vicio que me des una sed de agua
que a Dios le entrego mi alma que no la pido por vicio
que se me seca la boca que a Dios le entrego mi alma
y el aliento se me apaga. que se me seca la boca
y el aliento se me apaga. que no la pido por vicio
que a Dios le entrego mi alma
- Yo te la diera, hija mía, que se me seca la boca
yo te la diera, mi alma y el aliento se me apaga.
pero si mi marido el rey lo sabe
la cabeza nos cortara. - Yo te la diera, hija mía,
yo te la diera, mi alma
Ya se va la Delgadina pero he hecho un juramento
ya se va la desgraciada sobre la cruz de mi espada
con lágrimas de sus ojos de no darte de beber
todas las salas regaba. a no ser mi enamorada.

Al cabo de ocho días Ya murió la Delgadina


se ha asomado a otra baranda ya murió la desgraciada.
y ha visto a su padre, el rey Las campanas de la gloria
sentado en sillón de plata. por Delgadina doblaban.
Las campanas del infierno
- Mi padre, por ser mi padre, por su padre repicaban.
que me des una sed de agua

Páginas de referencia:

https://www.youtube.com/watch?v=vGGYoL8AAUg

http://www.culturaspopulares.org/textos4/articulos/gomezgarrido.htm

http://www.poemasyrelatos.com/principales/romances/007_romance_de_delgadina.ph
p?Autor=1962

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/delgadina-un-ejemplo-de-interaccion-
romance-cuento/html/

Una Caperucita medieval


En la Edad Media encontramos antecedentes orales de un cuento con
características similares al cuento escrito por Charles Perrault en el barroco francés. Y
esto es natural cuando se trata de cuentos de la tradición oral, pues es frecuente
encontrar el cuento de la Cenicienta con diversas versiones en la tradición oral de África,
del Oriente y de los indígenas del sur de América. También de Caperucita Roja se han
encontrado paralelos africanos y orientales. Los folcloristas analizan el cuento y
encuentran muchos puntos en común con relatos orales mucho más antiguos que el
cuento recopilado en Francia. De hecho, se ha encontrado un libro medieval destinado
al uso de los escolares escrito en el siglo XI de la era cristiana, por Egberto de Lieja,
llamado Fecunda Ratis: “La Nave Fértil". Se trata de un libro didáctico que ya existía en
Europa 6 siglos antes que Perrault, es decir, 600 años antes de la versión más conocida.
El libro tiene una intención catequizante y contiene una recopilación de
proverbios, cuentos y fábulas. Egberto maneja un material antiguo de procedencia
popular que ha sido muy valorado por los folcloristas. De hecho, el autor afirma que sus
relatos han sido relatos de campesinos. Uno de estos relatos del siglo XI guarda
coincidencias con Caperucita Roja. Originalmente está escrito en latín, pero ha sido
traducido por Rafael de León, en Málaga, en el año 1964.
El texto nos permite afirmar que ya en el siglo XI existía una tradición popular
que contenía elementos de Caperucita Roja. A pesar de las diferencias entre Egberto,
Charles Perrault y la versión de los hermanos Grimm, hay coincidencias. En las tres
versiones, la protagonista es una niña pequeña que usa una prenda roja. En las tres
versiones, la prenda le ha sido regalada por una persona que la quiere, en este caso por
el padrino de la niña. En las tres versiones, el lobo atrapa a la niña. En el caso de la
versión medieval, la entrega a sus crías para que sea devorada, pero ella sale ilesa gracias
a la protección de la caperuza. Se trata de un cuento metafórico de alusión cristiana al
bautismo porque la caperucita roja, como el bautismo, sirve a la niña de protección
contra el demonio.
En el cuento medieval, la capa ejerce una función mágica, ya que se hace
bastante alusión a ella. Se nos informa quién se la regaló y cómo le sirve de protección.
En un contexto medieval católico, la capa se transforma en el símbolo de la protección
divina que el bautismo proporciona a los cristianos. Lo más importante del cuento de
Egberto es el mensaje cristiano y la idea de la protección de la caperucita roja contra el
peligro del lobo, que en el contexto medieval, es la representación del demonio, por
consiguiente del pecado.

Como el texto aparece en un libro de lectura para los niños, la idea del autor es
convencer de las virtudes del bautismo como coraza o protección contra el mal y
propagar esta costumbre entre las familias. Este mensaje no aparece evidente en las
versiones posteriores, aunque hay también versiones en las que se encuentran
mensajes cristianos.
Hasta el día se hoy quedan remanentes de esta versión en la tradición popular
de muchos países donde se prende al recién nacido una cinta de color rojo como
protección contra los malos espíritus. Otro detalle a considerar en este pequeño cuento
es el color de la túnica: rojo. Se la regaló el padrino el día del bautizo a los cinco años.
No olvidemos que el bautismo es también un rito de iniciación.
El texto señala que el padrino le regaló la caperuza "la quinta quincuagésima", es
decir, Pentecostés, que era el día, junto con la víspera de Pascua, cuando se bautizaban
a los niños. En esta fecha de la liturgia cristiana, los sacerdotes empiezan a utilizar la
casulla de color rojo, en tanto que los niños que van a ser bautizados utilizan una roja,
por eso el padrino se la ha regalado en el día del bautismo.
El color coincide con la fecha del bautizo en el calendario litúrgico. Por eso, lleva
la túnica que la preserva del pecado, es decir, del lobo y sus crías. Ya hemos dicho cómo
en la Edad Media, el lobo aparece como símbolo del pecado y viva imagen del demonio.
Curiosamente esta prenda es la que figura en el título en todas las versiones: la
Caperucita Roja que en el cuento de Egberto va a ejercer como instrumento de
salvación, es decir, va a ser un verdadero talismán que la protege de la muerte. Este
elemento desaparece en las versiones posteriores. La importancia del texto de Egberto
es que por primera vez encontramos el primer testimonio de la “caperucita roja”.
También es relevante analizar los primeros versos que se refieren a que la
historia ha sido recogida de labios de campesinos, lo que nos hace suponer que la
historia a su vez, sea aún más antigua: “Lo que os digo, en el campo se cuenta de igual
modo”…
Caperucita Roja
Charles Perrault. Siglo XVII francés.
Había una vez en una aldea una niñita que era la más linda del mundo. Su madre
estaba loca por ella y su abuela más loca aún. Esta buena mujer le mandó hacer una
caperucita roja que le quedaba tan bien que en todas partes la llamaban Caperucita Roja.
Un día su madre coció y preparó tortas y le dijo:
-Ve a ver cómo se siente tu abuela, pues me han dicho que está enferma; llévale
una torta y este tarrito de manteca.
Caperucita Roja partió en seguida hacia la casa de su abuela, que vivía en otra aldea.
Al pasar por un bosque encontró al compadre lobo, quien sintió muchas ganas de
comérsela, pero no se atrevió a hacerlo porque en el bosque había unos leñadores. Le
preguntó adónde iba, y la pobre niña, que no sabía qué peligroso es detenerse a escuchar
a un lobo, le respondió:
-Voy a ver a mi abuela y llevo una torta y un tarrito de manteca que le envía mi
madre.
-¿Vive muy lejos? -le dijo el lobo.
-¡Oh, sí! -dijo Caperucita Roja-, más allá del molino que se ve allá lejos, lejos, en la
primera casa de la aldea.
-Bueno -dijo el lobo-, yo también quiero ir a verla; voy por este camino, ve tú por
aquel y veremos quién llega primero. El lobo se echó a correr con todas sus fuerzas por el
camino más corto y la niñita se fue por más largo, entreteniéndose en juntar avellanas,
correr detrás de las mariposas y hacer ramos con las florcitas que encontraba.
El lobo no tardó en llegar a la casa de la abuela. Golpea: toc, toc.
-¿Quién es?
-Soy su nieta, Caperucita Roja -dijo el lobo disimulando la voz-; le traigo una torta y
un tarrito de manteca que le envía mi madre.
La buena abuela, que estaba en la cama por que no se sentía muy bien, le gritó:
- ¡Tira de la aldabilla que caerá la tarabilla!
El lobo tiró la clavija y la puerta se abrió. Se arrojó sobre la buena mujer y la devoró
en menos que canta un gallo, porque hacía tres días que no comía. Luego cerró la puerta y
fue a acostarse en la cama de la abuela para esperar a Caperucita Roja que, poco después,
golpeó a la puerta: Toc, toc.
-¿Quién es?
Caperucita Roja, al oír la gruesa voz del lobo, primero sintió miedo, pero creyendo
que su abuela estaba resfriada, respondió:
-Soy su nieta, Caperucita Roja; le traigo torta y un tarrito de manteca que le envía
mi madre.
El lobo, suavizando un poco la voz, le gritó.
- ¡Tira de la aldabilla que caerá la tarabilla!
Caperucita tiró la clavija y la puerta se abrió. Al verla entrar, el lobo escondiéndose
bajo la cubrecama, le dijo:
-Deja la torta y el tarrito de manteca sobre el arcón y ven a acostarte conmigo.
Caperucita Roja se desviste y va a meterse en la cama, asombrándose del aspecto
de su abuela en camisón. Le dice:
-Abuela, ¡qué brazos grandes tienes!
-Es para abrazarte mejor, niña mía.
-Abuela, ¡qué piernas grandes tienes!
-Es para correr mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué orejas grandes tienes!
-Es para escuchar mejor, niña mía
-Abuela, ¡qué ojos grandes tienes!
-Es para ver mejor, niña mía.
-Abuela, ¡qué dientes grandes tienes!
-Son para comerte.
Y diciendo estas palabras el malvado lobo se echó sobre Caperucita Roja y se la
comió.

Moraleja
Vemos aquí a las adolescentes
elegantes, graciosas, jóvenes y muy bonitas,
que hacen muy mal al oír a ciertas gentes
y que no hay que extrañarse de la broma
de que a tantas el lobo se las coma.
Digo el lobo, aunque todos los animales no son iguales.
Los hay algunos de carácter muy dulce, amable y complaciente
que sin ruido, sin hiel ni irritación
persiguen a las jóvenes doncellas
llegando detrás de ellas a la casa
y hasta a la misma habitación.
¡Ay! ¿quién no sabe que lobos tan melosos
son los más peligrosos?...

Caperucita Roja

Versión de los Hermanos Grimm. Siglo XIX alemán.

Había una vez una adorable niña que era querida por todo aquél que la
conociera, pero sobre todo por su abuelita, y no quedaba nada que no le hubiera dado
a la niña. Una vez le regaló una pequeña caperuza o gorrito de un color rojo, que le
quedaba tan bien que ella nunca quería usar otra cosa, así que la empezaron a llamar
Caperucita Roja. Un día su madre le dijo:

-Ven, Caperucita Roja, aquí tengo un pastel y una botella de vino, llévaselas en
esta canasta a tu abuelita que esta enfermita y débil y esto le ayudará. Vete ahora
temprano, antes de que caliente el día, y en el camino, camina tranquila y con cuidado,
no te apartes de la ruta, no vayas a caerte y se te quiebre la botella y no quede nada
para tu abuelita. Y cuando entres a su dormitorio no olvides decirle, "Buenos días," ah,
y no andes curioseando por todo el aposento.

-No te preocupes, haré bien todo -dijo Caperucita Roja, y tomó las cosas y se
despidió cariñosamente.

La abuelita vivía en el bosque, como a un kilómetro de su casa. Y no más había


entrado Caperucita Roja en el bosque, siempre dentro del sendero, cuando se encontró
con un lobo. Caperucita Roja no sabía que esa criatura pudiera hacer algún daño, y no
tuvo ningún temor hacia él.

-Buenos días, Caperucita Roja -dijo el lobo.

-Buenos días, amable lobo.

- ¿Adónde vas tan temprano, Caperucita Roja?


- A casa de mi abuelita.

- ¿Y qué llevas en esa canasta?

- Pastel y vino. Ayer fue día de hornear, así que mi pobre abuelita enferma va a
tener algo bueno para fortalecerse.

- ¿Y dónde vive tu abuelita, Caperucita Roja?

- Como a medio kilómetro más adentro en el bosque. Su casa está bajo tres
grandes robles, al lado de unos avellanos. Seguramente ya los habrás visto -contestó
inocentemente Caperucita Roja.

El lobo se dijo en silencio a sí mismo:

-¡Qué criatura tan tierna! ¡qué buen bocadito! y será más sabroso que esa viejita.
Así que debo actuar con delicadeza para obtener a ambas fácilmente.

Entonces acompañó a Caperucita Roja un pequeño tramo del camino y luego le


dijo:

-Mira Caperucita Roja, qué lindas flores se ven por allá, ¿por qué no vas y recoges
algunas? Y yo creo también que no te has dado cuenta de lo dulce que cantan los
pajaritos. Es que vas tan apurada en el camino como si fueras para la escuela, mientras
que todo el bosque está lleno de maravillas.

Caperucita Roja levantó sus ojos, y cuando vio los rayos del sol danzando aquí y
allá entre los árboles, y vio las bellas flores y el canto de los pájaros, pensó: "Supongo
que podría llevarle unas de estas flores frescas a mi abuelita y que le encantarán.
Además, aún es muy temprano y no habrá problema si me atraso un poquito, siempre
llegaré a buena hora."

Y así, ella se salió del camino y se fue a cortar flores. Y cuando cortaba una, veía
otra más bonita, y otra y otra, y sin darse cuenta se fue adentrando en el bosque.
Mientras tanto, el lobo aprovechó el tiempo y corrió directo a la casa de la abuelita y
tocó a la puerta.

-Quién es? - preguntó la abuelita.

- Caperucita Roja - contestó el lobo. -Traigo pastel y vino. Ábreme, por favor.

- Mueve la cerradura y abre tú misma - gritó la abuelita - estoy muy débil y no


me puedo levantarme.

El lobo movió la cerradura, abrió la puerta, y sin decir una palabra más, se fue
directo a la cama de la abuelita y de un bocado se la tragó.
Y enseguida se puso su ropa de ella, se colocó un gorro, se metió en la cama y
cerró las cortinas.

Mientras tanto, Caperucita Roja se había quedado recolectando flores, y cuando


vio que tenía tantas que ya no podía llevar más, se acordó de su abuelita y se puso en
camino hacia ella. Cuando llegó, se sorprendió al encontrar la puerta abierta, y al entrar
a la casa, sintió tan extraño presentimiento que se dijo para sí misma: "¡Oh Dios! que
incómoda me siento hoy, y otras veces que me ha gustado tanto estar con abuelita."
Entonces gritó:

-¡Buenos días! - pero no hubo respuesta, así que fue al dormitorio y abrió las
cortinas.

Allí parecía estar la abuelita con su gorro cubriéndole toda la cara, y con una
apariencia muy extraña.

-¡Oh, abuelita! –dijo -¡qué orejas tan grandes que tienes.

- Es para oírte mejor, mi niña - fue la respuesta.

- Pero abuelita, ¡qué ojos tan grandes que tienes!

- Son para verte mejor, querida.

- Pero abuelita, ¡qué brazos tan grandes que tienes!

- Son para abrazarte mejor.

- ¡Y qué boca tan grande tienes.

- Para comerte mejor.

Y no había terminado de decir lo anterior, cuando de un salto salió de la cama y


se tragó también a Caperucita Roja.

Entonces el lobo decidió dormir una siesta y se volvió a tirar en la cama, y una
vez dormido empezó a roncar fuertemente.

Un cazador que por casualidad pasaba en ese momento por allí, escuchó los
fuertes ronquidos y pensó, “¡Cómo ronca esa viejita! Voy a ver si necesita alguna ayuda”.

Entonces entró al dormitorio, y cuando se acercó a la cama vio al lobo tirado allí.

-¡Aquí te encuentro, viejo pecador! – le dijo -¡Hacía tiempo que te buscaba!

Y ya se disponía a disparar su arma contra él, cuando pensó que el lobo podría
haberse devorado a la viejita y que aún podría ser salvada, por lo que decidió no
disparar. En su lugar tomó unas tijeras y empezó a cortar el vientre del lobo durmiente.
En cuanto había hecho dos cortes, vio brillar una gorrita roja, entonces hizo dos cortes
más y la pequeña Caperucita Roja salió rapidísimo, gritando:

-¡Qué asustada estuve y qué oscuro que está ahí dentro del lobo!

Y enseguida salió también la abuelita, vivita, pero que casi no podía respirar.
Rápidamente, Caperucita Roja trajo muchas piedras con las que llenaron el vientre del
lobo. Y cuando el lobo despertó, quiso correr e irse lejos, pero las piedras estaban tan
pesadas que no soportó el esfuerzo y cayó muerto.

Las tres personas se sintieron felices. El cazador le quitó la piel al lobo y se la llevó
a su casa. La abuelita comió el pastel y bebió el vino que le trajo Caperucita Roja y se
reanimó. Pero Caperucita Roja solamente pensó: "Mientras viva, nunca me retiraré del
sendero para internarme en el bosque, cosa que mi madre ya me había prohibido."

Segundo final.

También se dice que en otra oportunidad que Caperucita Roja llevaba pasteles a
la abuelita, otro lobo le habló, y trató de que la niña se saliera del sendero. Sin embarg o
Caperucita Roja ya estaba a la defensiva, y siguió directo en su camino.
Al llegar, le contó a su abuelita que se había encontrado con otro lobo y que la
había saludado con "buenos días," pero con una mirada tan sospechosa, que si no
hubiera sido porque ella estaba en el camino principal, de seguro que se la hubiera
tragado.
Bueno - dijo la abuelita- Cerremos bien la puerta para que no pueda entrar.
Luego, al cabo de un rato, llegó el lobo y tocó a la puerta y gritó:
-¡Abre, abuelita, soy Caperucita Roja y te traigo unos pasteles!
Pero ellas callaron y no abrieron la puerta, así que aquel lobo se puso a dar
vueltas alrededor de la casa y por último saltó sobre el techo y se sentó a esperar que
Caperucita Roja regresara a su casa al atardecer para entonces saltar sobre ella y
devorarla en la oscuridad. Pero la abuelita conocía muy bien sus malas intenciones. Al
frente de la casa había una gran olla, así que le dijo a la niña:
-Mira, Caperucita Roja, ayer hice unas salchichas así que trae el balde con el agua
en que las herví.
Y llenaron la gran olla a su máximo, agregando deliciosos condimentos. Y
empezaron aquellos deliciosos aromas a llegar a la nariz del lobo que estaba en el tejado
aspirando aquel exquisito olor. Entonces caminó hasta llegar a la orilla del techo y estiró
tanto su cabeza que resbaló y cayó de bruces exactamente al centro de la olla hirviente,
ahogándose y cocinándose inmediatamente.
Y Caperucita Roja retornó segura a su casa y en adelante siempre se cuidó de no
caer en las trampas de los que buscan hacer daño.

Libro recomendado: 35 cuentos de los hermanos Grimm.

Traducción de Cecilia Beuchat. Editorial Columba. Santiago de Chile, 2017.

Caperucita Roja. Roahl Dahl. ¡Tendré que merendarme otra


señora!.
Tomado del libro Cuentos en verso para
niños perversos. Y, al no encontrar ninguna en la
nevera,
Estando una mañana haciendo el gruñó con impaciencia aquella fiera:
bobo
le entró un hambre espantosa al —¡Esperaré sentado hasta que
Señor Lobo, vuelva
así que, para echarse algo a la Caperucita Roja de la Selva!”
muela,
se fue corriendo a casa de la …que así llamaba al Bosque la
Abuela. alimaña,
creyéndose en Brasil y no en
—¿Puedo pasar, Señora?, — España-.
preguntó.
Y porque no se viera su fiereza,
La pobre anciana, al verlo, se asustó se disfrazó de abuela con presteza,
pensando: se dio laca en las uñas y en el pelo,
se puso la gran falda gris de vuelo,
—¡Este me come de un bocado!. zapatos, sombrerito, una chaqueta
y se sentó en espera de la nieta.
Y, claro, no se había equivocado:
se convirtió la Abuela en alimento Llegó por fin Caperu a mediodía
en menos tiempo del que aquí te y dijo: —¿Cómo estás, abuela mía?
cuento.
Por cierto, ¡Me impresionan tus
Lo malo es que era flaca y tan orejas!.
huesuda —Para mejor oírte, que las viejas
que al Lobo no le fue de gran somos un poco sordas.
ayuda:
—¡Abuelita, qué ojos tan grandes
—Sigo teniendo un hambre tienes!”.
aterradora…
—Claro, hijita, ¿Me estás tomando el pelo…?
son las lentillas nuevas que me ha Oye, mocosa,
puesto te comeré ahora mismo y a otra
para que pueda verte Don Ernesto cosa”.
el oculista, Pero ella se sentó en un canapé
—dijo el animal y se sacó un revólver del corsé,
mirándola con gesto angelical con calma apuntó bien a la cabeza
mientras se le ocurría que la chica y -¡Pam!- allí cayó la buena pieza.
iba a saberle mil veces más rica
que el rancho precedente. Al poco tiempo vi a Caperucita
cruzando por el Bosque…
De repente ¡Pobrecita!
Caperucita dijo: —¡Qué imponente ¿Sabéis lo que llevaba la infeliz?
abrigo de piel llevas este invierno!”. Pues nada menos que un
sobrepelliz
El Lobo, estupefacto, dijo: —¡Un que a mí me pareció de piel de un
cuerno! lobo
O no sabes el cuento o tú me que estuvo una mañana haciendo el
mientes: bobo.
¡Ahora te toca hablarme de mis
dientes!

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