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Heidegger y La Hermenéutica Filosófica
Heidegger y La Hermenéutica Filosófica
Verdaderamente importante va a ser la primera etapa, aquella que le da fama mundial como
un pensador de primera línea. En Ser y tiempo, Heidegger se va a centrar en la SeinsFrage:
la pregunta por el ser; pregunta, según él, olvidada. Esto da lugar a lo que se va a llamar “el
olvido del ser”. Este olvido se remonta, cuanto menos a Aristóteles, quien lo habría
enunciado en sentido estricto, al menos en la perspectiva de Heidegger. El Estagirita, en
efecto, se había hecho la siguiente pregunta: “tí ésti?” (¿Qué es? ¿Qué es lo que es? ¿Qué es
lo que existe?), y habría respondido “tò tí ên eînai” (lo que era ser). Es decir, lo que
encontramos acá es la especulación de un filósofo antiguo (siglos IV-III a. C.) en la que ya
se pone de manifiesto que el sentido, el significado de “ser” se ha olvidado, ya nadie lo
conoce. Este olvido ha llevado, tal como lo lee Heidegger, a equívocos, el más importante
de los cuales es el siguiente: cada vez que se pregunta por el ser, y esto a lo largo de la
historia, se responde con un ente. Y el ente es a causa del ser, lo cual indica que cada vez
nos alejamos más de la respuesta.
La tarea de la filosofía.
De acuerdo con Heidegger, entonces, la tarea de la filosofía es determinar plena y
completamente el sentido del ser atendiendo a que es precisamente lo que mantiene a los
entes en su entidad. Para hacer esto hay que partir de un ente que por sus características es
aquél al que “le va el ser”, este ente es el Dasein. Se puede decir, sorteando unos cuantos
escollos, que el Dasein es el hombre, pero nuestro filósofo se resiste a utilizar categorías ya
existentes.
Dasein es una expresión alemana que une dos palabas, “ser” (Sein) y el deíctico “ahí” (Da).
Es por ello que se traduce como “ser-ahí”, con el guión indicando que se trata en su lengua
originaria, de una sola palabra. Así las cosas, el hombre es un ente abierto al que le va su
propio ser y, en tanto tal, es el punto de partida de la analítica existencial, esto es, del
análisis del modo de existencia de las cosas y del propio Dasein.
El Dasein es la forma específica del ser del hombre, es su manera o modo de ser-en-el-
mundo (inderWeltSein). El hombre se define, entonces, por su relación con el mundo. Las
cosas van a ser definidas –o mejor, redefinidas- en términos de esta relación con el Dasein,
p.e., las cosas que puedo tocar, usar, como las herramientas se van a llamar ahora “ser-a-la-
-mano” (Zuhandenheit), las que puedo ver, “ser-ante-los-ojos” (Vorhandenheit) y así. No
hay, con todo, una relación entre sujeto y objeto como en la filosofía moderna, sino que
esta relación es propia de una existencia como ser-en-el-mundo y encuentra su fundamento
ontológico en la idea de cuidado o Sorge. Sorge implica que el Dasein, en tanto ser-en-el-
mundo tiene que cuidar de su existencia, tiene que hacer algo con su estado de yecto.
La forma misma de la expresión ser-en-el-mundo indica que ya con ella se mienta un
fenómeno dotado de unidad, al que Heidegger llama” mitWelt”: el Dasein, así, es en cada
caso aquello que él puede ser y tal cual es su posibilidad.
Todas las categorías existenciarias, i.e., las formas en que este Dasein se ocupa, cuida de sí
(Sorge) le sirven a Heidegger para comprender por donde pasa la diferencia entre una vida
auténtica y la inauténtica, que reconozca el carácter de “yecto” que tiene toda diferencia y
la vida inauténtica donde se olvida el ser en nombre de los entes concretos.
La pregunta por el sentido del ser, no tiene respuesta, pero tiene que ser usada como una
suerte de lupa, que nos permita ver más lejos. Esta pregunta se tiene que repetir una y otra
vez, al modo de una suerte de espiral y cada vez que volvemos a hacerla lo implicado en
ella se hace un poco más evidente. Esto es lo que Heidegger va a llamar el “círculo
hermenéutico”.