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TDUEX 2017 Benitez Bastidas
TDUEX 2017 Benitez Bastidas
2017
Dedico este trabajo:
Al Dr. José Luis Gurría Gascón, mi Director y a la Dra. Ana Hernández Carretero, mi Co-
Directora, para ustedes mi respeto, cariño, y profunda admiración por su calidad humana y
excepcional profesionalismo. Gracias infinitas, por las oportunidades que me brindaron, por
su apoyo constante, por su amistad, y por haberme permitido cumplir mis sueños y metas.
A la Lic. Fanny Cisneros Vásquez, gestora cultural del Ministerio de Patrimonio y Cultura,
gracias por su amistad, por su soporte profesional y apoyo sincero en mi camino.
Al MSc. Gabriel Tapia, gracias por su amistad, por procurarme el espacio necesario y
respaldarme en otras actividades, con lo cual, fue posible avanzar en mi trabajo de
investigación.
Al MSc. Marco Valencia Cazares e Ing. Pablo Guerrero, gracias por su tiempo entregado, por
su valiosa amistad y soporte técnico en cada momento.
A todas y todos los informantes de los pueblos kichwas de Imbabura, que se constituyeron en
el soporte esencial, para el cumplimiento de la investigación. Quienes no dudaron en brindar
sus conocimientos y sabiduría, durante el tiempo que fue necesario, en sus propias viviendas,
en medio de su humildad y plena generosidad.
A la familia, amigas, amigos y a todas las personas y organizaciones del sector urbano y rural,
que de una u otra manera apoyaron la presente investigación con total voluntad.
RESUMEN
ABSTRACT
The main objective of this research is the study of the cultural heritage of the Kichwa
peoples Otavalo, Karanki and Natabuela in Imbabura (Ecuador). This legacy is the
synthesis of a difficult adaptation of the Kichwas to their Andean milieu and to their
historical development, marked by permanent neglect, oppression and slavery, with a
persistent poverty to the present. These peoples have had to undergo profound processes of
syncretism, acculturation and transculturation, which have led to the progressive loss of
some of their cultural traits, to which has also contributed the lack of scientific interest and
political will to rescue, preserve and revalue this heritage. Nevertheless, the kichwas have
been able to transmit much of their traditions, which they have managed to maintain
probably as a source of identity and self assertion in their isolation. In the Constitution of
2008 they have finally obtained their ethnic recognition and their empowerment. This
research aims to recognize, rescue and preserve all this rich heritage and cultural capital,
testimony of a vital struggle for subsistence and against domination. As scientists, it is an
obligation and, as citizens, a social commitment, to prevent the loss of a heritage that should
be of humanity. When studying this cultural heritage, it is not intended to make a mere
inventory of goods to preserve or musealize, but we understand that they can only make
sense if they are linked to their ways and ways of life.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
ÍNDICE DE TABLAS
INDICE DE FIGURAS
ÍNDICE DE MAPAS
Regreso
Lucila Lema
Poetisa del pueblo kichwa Otavalo
Otavalo, enero 1994
(Wakamama)
1. INTRODUCCIÓN
Ecuador está conformado por cuatro regiones naturales: Costa o Litoral, Sierra o
Región Interandina, Oriente o Región Amazónica y Galápagos o Región Insular, que a su
vez se articulan administrativamente en 24 provincias, 221 cantones y 1.500 parroquias.
Éstas últimas pueden ser urbanas, subdivididas en barrios, o rurales, que pueden ser
comunidades campesinas o indígenas.
Imbabura fue creada el 25 de junio de 1824, en aquel entonces incluía los territorios
actuales de la provincia del Carchi, que se extendía desde Rumichaca, al norte, hasta el río
Guayllabamba, al sur, pero el territorio actual se delimitó en 1880.
Localizada entre las coordenadas 00º 07’ y 00º 52’ latitud norte y 77º 48’ y 79º 12’
longitud oeste, presenta una superficie de 435.300 ha (el 1.63% del territorio ecuatoriano)
y altitudes que oscilan entre los 200 msnm en la parte baja del río Guayllabamba (sector de
las Golondrinas) y los 4.939 msnm en las cumbres de los volcanes Cotacachi e Imbabura.
Limita al norte con la provincia del Carchi, al sur con la provincia de Pichincha, al este con
la provincia de Sucumbíos en la Amazonía y al oeste con la provincia de Esmeraldas en la
región costera.
Mapa 1
Ubicación geográfica del territorio kichwa de Imbabura.
Nota: El territorio kichwa demarcado corresponde a los pueblos Otavalo, Karanki y Natabuela.
Fuente: cartografía del Instituto Geográfico Militar (2010). Elaboración Propia.
8
En el 2010, Imbabura presenta una población de 398.244 habitantes, según datos del
Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y SENPLADES (2010). La población
Kichwa, que se distribuye en 42 lugares (36 parroquias rurales y 6 cabeceras cantonales),
constituye el 14,5% de la población Imbabureña, en la que prevalece el grupo mestizo. En
esta provincia, la población kichwa, con un total de 57.952 habitantes, representa el 83,0%
sobre el total nacional, puesto que en todo el país habitan 70.127 personas.
De ellos, 46.151 indígenas se autidentificaron como parte del pueblo kichwa Otavalo,
con mayor presencia en los cantones de Otavalo y Cotacachi. Mientras que, los 10.274
habitantes del pueblo Karanki se distribuyen principalmente en los cantones de Ibarra y
Pimampiro y los 1.527 habitantes del pueblo Natabuela se concentran mayoritariamente en
el cantón Antonio Ante. La mayoría de indígenas otavaleños, como se observa en adelante
se han consagrado no solo por la calidad de sus trabajos artesanales y textiles a nivel
nacional e internacional, sino por mantener (realidad sincretizada) en gran medida su
patrimonio cultural material e inmaterial. El pueblo Karanki es reconocido por la
producción de bordados y por ser un pueblo preincásico de gran importancia, en la sierra
norte, aunque los procesos de aculturación están provocando la pérdida acelerada de su
identidad. Por su parte, los habitantes del pueblo Natabuela, aunque se autoidentifican
como kichwas, su lengua ancestral habría sido reemplazada por el español hace 100 años,
aproximadamente. Además, su cercanía con centros poblados mestizos, ha ocasionado la
pérdida de la mayoría de sus manifestaciones culturales.
Cabe decir que, gran parte de población kichwa imbabureña, han vivido de acuerdo
a la filosofía y principios de la cosmovisión andina, adaptándose al medio natural andino,
a los hechos y acontecimientos históricos, a permanentes procesos de interculturalidad y,
más recientemente, a la globalización tecnológica, económica, sociopolítica y del
conocimiento, lo que ha supuesto una acelerada e inevitable aculturación.
Por otra parte, la producción científica sobre estos tres pueblos kichwas es limitada,
porque en el pasado no se consideraron estos temas en las políticas nacionales ni de
10
Así también, la puesta en vigencia de la nueva Constitución, a partir del año 2008,
permitió iniciar una nueva matriz económica, socio-ambiental, cultural y política, que ha
procurado conceptualmente la implantación de un Estado laico de derechos y justicia en
reconocimiento de la amplitud democrática, soberanía unitaria, independiente, intercultural
y plurinacional, que desde las raíces milenarias promete construir nuevas formas de
interrelaciones humanas y ciudadanas, respetando la diversidad y la búsqueda del horizonte
del Sumak Kawsay, concepto que se traduce como Buen Vivir.
elementos, entre los que se encuentra el hombre, vinculados entre sí por relaciones de
causalidad y que han evolucionado a lo largo de la historia. Esta concepción se conforma
por una riqueza histórica ancestral y es el símbolo y la herencia de un pasado que le permite
al pueblo kichwa evolucionar e ir integrando conjuntos culturales del mundo que les rodea.
Su cosmovisión se centra fundamentalmente en la relación con la tierra, genéricamente con
la Pachamama o Madre Naturaleza, en la que vive y de la que vive.
En correspondencia con el párrafo anterior, Cartuche (2011, s.p) explica que hablar
de culturas andinas, es hablar de paridad, ya que de acuerdo a la cosmovisión kichwa, todo
tiene relación y dualidad, alcanzándose la unidad. Este mismo antropólogo habla del
principio de relacionabilidad, entendiéndose como “el tejido que lo arma, todo en el mundo
está conectado y son necesarios entre sí: los seres humanos, la naturaleza, lo sagrado (…)
todo ello está en movimiento, es dinámico, cambia…”.
Los kichwas tienen una concepción de su realidad y viven de acuerdo con ella, han
sistematizado la visión de un nuevo orden de sentir y ver el mundo. Consideran a la
naturaleza, al hombre y a la tierra o “pachamama”2 como un todo, estrechamente
relacionados. Asumen que, el hombre tiene alma, fuerza de vida y, de la misma manera,
también los animales, plantas y los recursos físicos. Para ellos, vivir de acuerdo a la
Cosmovisión Andina es comprender que el hombre es la naturaleza, que no domina ni
pretende dominarla, lo que procura es armonizar y adaptarse para coexistir con ella,
sintiéndose parte esencial de la misma.
1 Sumak Kawsay: del kichwa “sumak” que significa bueno o realización ideal, mientras que “kawsay” es
"vida", buen vivir. Una vida digna y en plenitud con la “pachamama” o madre tierra (Dávalos, s.f).
2 Pachamama: en lengua kichwa, pacha se traduce como mundo o tierra y mama, significa madre. “Madre
Tierra”.
12
través del cual se comunica y expresa el saber andino con la pachamama; el runa shimi es
la base de la autoestima y un componente importante de la agroecología y la cultura andina
que comprende múltiples elementos como la organización social, creencias, mitos, ritos,
ceremonias, valores, solidaridad, etc.
Las nacionalidades y pueblos del Ecuador han demostrado un profundo interés por
rescatar y vivir de acuerdo a la filosofía de sus ancestros. En este sentido, se han
desarrollado importantes eventos que se han constituido en verdaderos escenarios de
análisis y propuestas, como fue el primer encuentro realizado en la ciudad de Quito, en
septiembre del 2011, en el que los kichwas, afroecuatorianos, montubios, mestizos y
cholos, se reunieron para lograr su reconocimiento, integración y cohesión social.
Los tres pueblos kichwas tienen aspectos y componentes culturales en común, como
el de haber sido importantes “cacicazgos” o “señoríos étnicos”4 en sus orígenes y el de
haber soportado los procesos de la conquista inca y española. Por otra parte, también
presentan semejanzas respecto a sus conocimientos y prácticas agrícolas, debido a la
adaptación a los pisos climáticos, así como a sus habilidades en la artesanía, tejidos,
festividades y expresiones artísticas, pero también existen rasgos culturales diferenciados,
que los identifican, en su vestimenta, gastronomía, rituales y otros saberes que los hacen
únicos y extraordinarios.
4 El señorío
étnico era una forma de organización social prehispánica basada en unidades menores e integradas
por aproximadamente doscientas personas o ayllus.
14
concebir el territorio como un campo relacional y bajo una perspectiva holística, como la
propia cosmovisión andina.
En la Constitución del Ecuador (2008, Art.56) se deja claro que, las “comunidades,
pueblos y nacionalidades indígenas forman parte del Estado Ecuatoriano, único e
indivisible”. Al respecto, es importante explicar las diferencias entre nacionalidades y
pueblos, entendiéndose, en el primer caso, como el conjunto de pueblos milenarios y
constitutivos del Estado Ecuatoriano, con una identidad histórica, idioma y cultura
comunes y que habitan un territorio determinado, mientras que, en el segundo caso, se
definen como las colectividades originarias, conformadas por comunidades o centros con
identidades culturales, que tienen sistemas propios de organización social, económica,
política y legal. En este sentido, en Ecuador cohabitan 14 nacionalidades y 20 pueblos, con
similitudes y diferencias.
Tabla 1
Nacionalidades y pueblos del Ecuador
Bajo esta perspectiva, Ayala (2002, p.12) considera que “la diversidad del Ecuador
es nuestra riqueza. Pero puede ser también nuestro peligro si no la asumimos desde la
unidad del país como fundamento y como objetivo. Por ello vamos a pensar el país en su
16
lejanas y altas, muchas veces en tierras poco fértiles, con grandes pendientes y
relativamente inaccesibles.
De acuerdo a los censos del INEC (2001 y 2010), existen en Ecuador 591.448 kichwa
hablantes, lo que supone un incremento próximo al 20% en la primera década de este siglo,
aunque con las reservas de una fuente todavía por mejorar. Sin embargo, entre los menores
de 12 años ha disminuido el uso de la lengua kichwa, puesto que en 2001 hablaban el 60,1%
y en 2010 se había reducido a un 57,5%.
La vivienda tradicional entre los pueblos kichwas mantiene grandes similitudes, pero
también, a través del tiempo ha sido reemplazada por edificaciones modernas que brindan
un mayor bienestar a sus ocupantes, aunque ha perdido características identitarias propias
de los pueblos andinos.
La vestimenta también define a los pueblos kichwas de Imbabura por su gran colorido
y simbolismo, la cual se ha adaptado a la geografía andina. Entonces, no solo les protege
del frío, sino también les proporciona comodidad y funcionalidad, aunque la población
masculina, cada vez utiliza menos.
Las fiestas tradicionales (Pawcar Raymi, Inty Raymi, Koya Raymi y Capac Raymi)
asociadas al ciclo agrario, se constituyen en expresiones de su cosmovisión andina. Aunque
es innegable que las mismas se han sincretizado con otras celebraciones religiosas, por
mencionar algunas: San José, Semana Santa, San Juan, San Luis, Corpus Cristi, navidad,
entre otras manifestaciones.
A pesar del sincretismo, los indígenas conservan su propia comprensión del mundo,
que para ellos está animado por espíritus. Además, tienen una visión binaria del universo,
en donde todo tiene dos partes constitutivas, opuestas y complementarias. La tradición oral
de los kichwas de la sierra es extraordinaria, se caracteriza por conservar una serie de
historias, leyendas, mitos y supersticiones que recogen el origen, los hechos y
acontecimientos de sus pueblos, así como proyectan las concepciones sobre el ciclo vital
del hombre y del ciclo agrícola.
promover el desarrollo sostenible y el Buen Vivir, ya que permite fusionar las raíces
ancestrales con el medio ambiente.
Por esta misma razón, los diferentes pueblos kichwas del Ecuador presentan algunos
problemas graduales respecto a la conciencia corporal, que implica la pérdida del vestido,
música, danza y arte; la conciencia espiritual relacionada con los principios, saberes
orientadores, comportamiento y espiritualidad; la pérdida de las lenguas maternas, por parte
de niños y jóvenes y el deterioro del patrimonio cultural material.
Junto a los trabajos publicados por el Instituto Otavaleño de Antropología (IOA) otros
estudios sociológicos, antropológicos y etnohistóricos configuran la bibliografía específica
necesaria para dar forma a la imagen de los kichwas de la sierra norte de Ecuador. Autores
como Buitrón y Collier (1971), Villavicencio (1973), Aguirre (1984) y Caillavet (2000)
19
recuperaron una visión compleja, dinámica y actual de la cultura otavaleña que preconizaba
cambios importantes en su identidad étnica. Los kichwa-otavaleños fueron presentados
como auténticos y dignos de estudio dentro de la categoría de cultura indígena.
A lo largo de esta Tesis, las formas y modos de vida de los pueblos kichwas de
Imbabura se han estudiado y explicado en función de su origen, territorio, organización,
patrimonio e interculturalidad. A falta de datos estadísticos y de estudios previos en
numerosas ocasiones y capítulos, ha sido necesario recurrir a los conocimientos y sabiduría
de las personas de la tercera edad, líderes, emprendedores, gestores culturales locales,
parteras, yachaks, artesanos, agricultores e intelectuales, a quienes se han realizado
numerosas encuestas, pero sobre todo entrevistas para acceder al legado de estos pueblos.
Los actuales pueblos kichwas evidencian una clara pérdida de sus formas y modos
de vida ancestrales y, aunque perviven elementos, características, conocimientos y
prácticas milenarias que han dado lugar a su identidad, también es cierto que se encuentran
amenazados por la ausencia de acciones orientadas al rescate y revalorización de su cultura.
Es lógico que, al igual que cualquier otra cultura, haya sufrido sincretismos en su evolución
histórica, al igual que irremediables procesos de aculturación y transculturación, lo que ha
dado lugar al indiscutible blanqueamiento actual y a la neoculturación, sobre todo del
pueblo kichwa Natabuela.
20
En este sentido, los objetivos planteados han permitido recuperar los conocimientos
ancestrales que han estado vigentes en las últimas décadas mediante un amplio registro
fotográfico, vídeográfico y cartográfico.
“Primero el pueblo, primero los campesinos, los indios, los negros, y mulatos.
Todos son compañeros. Por todos hemos luchado sin bajar la cabeza, siempre en el mismo
camino”.
Dolores Cacuango
Líder del Pueblo Kichwa Kayambi.
23
Con esta finalidad, se ha partido de una hipótesis tan general como evidente, pero no
por ello menos válida, en cuanto que se trata no sólo de constatarla, sino también de analizar
el proceso histórico que ha conducido a esta situación crítica. Dicha hipotésis se ha
enunciado de la siguiente manera: “los pueblos kichwas de Imbabura viven de acuerdo a la
filosofía y a los principios de la Cosmovisión Andina, aunque, debido a la coexistencia
histórica con otros grupos étnicos y a los consecuentes procesos de sincretización,
aculturación y transculturación, la pérdida de su legado ancestral e identidad, parecen
irremediables”.
5Parroquias: es el territorio más pequeño, dentro de la división política del Ecuador. Cada parroquia se integra
con un promedio de nueve comunidades o comunas.
24
Tabla 2
Población Kichwa de Imbabura del 2010
6Función lógica SI: la función SI ha sido de gran ayuda para la toma de decisiones, en base al resultado
obtenido en la prueba lógica.
25
Tabla 3
Número de entrevistas, pueblo Kichwa Otavalo
Rango % N° Entrevistas
12 0,0260% 0
50 0,1083% 7
250 0,5417% 12
5000 10,8340% 20
Elaboración propia
Tabla 4
Número de entrevistas, pueblo Kichwa Karanki
Rango % N° Entrevistas
11 0,1071% 0
35 0,3407% 7
1500 14,6000% 15
2500 24,3333% 20
Elaboración propia
Tabla 5
Número de entrevistas, pueblo Kichwa Natabuela
Rango % N° Entrevistas
3 0,1965% 0
27 1,7682% 4
200 13,0976% 7
1000 65,4879% 14
Elaboración propia
Tabla 6
Muestra de los pueblos kichwas de Imbabura ( Otavalo, Karanki y Natabuela)
Cantón Parroquia Urbana/ Rural Total N° Total N° Total N°
Nro Otavalos % Entrevistas Karankis % Entrevistas Natabuelas % Entrevistas Total
Otavalo 1 Otavalo (cabecera cantonal) 16245 35,1997 20 105 1,0220 7 7 0,4584 1 16384
2 Dr. Miguel Egas Cabezas. 3038 6,5827 12 5 0,0487 0 1 0,0655 0 3056
3 Eugenio Espejo (Calpaquí). 4398 9,5296 12 11 0,1071 2 1 0,0655 0 4424
4 González Suárez 122 0,2643 7 7 0,0681 0 0 0,0000 0 136
5 Pataquí 51 0,1105 7 0 0,0000 0 0 0,0000 0 58
6 San José de Quichinche 4370 9,4689 12 25 0,2433 2 2 0,1310 0 4411
7 San Juan de Ilumán 6019 13,0420 20 18 0,1752 2 3 0,1965 1 6062
8 San Pablo 451 0,9772 12 7 0,0681 0 6 0,3929 1 476
9 San Rafael de la Laguna 3087 6,6889 12 530 5,1587 7 0 0,0000 0 3636
10 Selva Alegre 49 0,1062 3 0 0,0000 0 0 0,0000 0 52
Ibarra 11 Ibarra (cabecera cantonal) 478 1,0357 12 2323 22,6105 15 15 0,9823 1 2843
12 Ambuquí 16 0,0347 3 192 1,8688 7 3 0,1965 1 221
13 Angochagua 8 0,0173 0 2165 21,0726 15 0 0,0000 0 2188
14 Carolina 0 0,0000 0 1 0,0097 0 11 0,7204 1 12
15 Esperanza 14 0,0303 3 3709 36,1008 20 4 0,2620 1 3750
16 Lita 1 0,0022 0 0 0,0000 0 0 0,0000 0 1
17 Salinas 0 0,0000 0 0 0,0000 0 1 0,0655 0 1
18 San Antonio 24 0,0520 3 18 0,1752 2 202 13,2286 7 249
Cotacachi 19 Cotacachi (cabecera cantonal) 1146 2,4832 12 33 0,3212 2 27 1,7682 4 1220
20 Apuela 37 0,0802 3 2 0,0195 0 1 0,0655 0 43
21 García Moreno 49 0,1062 3 0 0,0000 0 0 0,0000 0 52
22 Imantag 635 1,3759 12 7 0,0681 0 0 0,0000 0 654
23 Peñaherrera 13 0,0282 3 0 0,0000 0 0 0,0000 0 16
24 Plaza Gutiérrez 19 0,0412 3 0 0,0000 0 0 0,0000 0 22
25 Quiroga 1154 2,5005 12 1 0,0097 0 0 0,0000 0 1167
26 6 de Julio de Cuellaje 60 0,1300 7 0 0,0000 0 0 0,0000 0 67
27 Vacas Galindo (El Churo). 4 0,0087 0 0 0,0000 0 0 0,0000 0 4
Antonio Ante 28 Atuntaqui (cabecera cantonal) 238 0,5157 7 6 0,0584 0 99 6,4833 4 350
29 San Francisco de Natabuela 13 0,0282 3 3 0,0292 0 1046 68,5003 14 1065
30 San José de Chaltura 27 0,0585 3 3 0,0292 0 8 0,5239 1 41
31 San Roque 4072 8,8232 12 11 0,1071 2 14 0,9168 1 4111
32 Imbaya (San Luis de Cobuendo) 3 0,0065 0 1 0,0097 0 0 0,0000 0 4
Pimampiro 33 Pímampiro (cabecera cantonal) 36 0,0780 3 293 2,8519 7 2 0,1310 0 341
34 Chuga 3 0,0065 0 8 0,0779 0 30 1,9646 4 41
35 Mariano Acosta 182 0,3944 7 775 7,5433 7 3 0,1965 1 974
27
Nota: La función lógica SI de Excel, ha permitido elegir muestras proporcionales al tamaño de la población de cada parroquia.
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos del Ecuador (INEC, 2010), a partir del Sistema Redatam+SP, cuyo software permite procesar y también mapear datos de
censos y encuestas, que se utiliza para el análisis local y regional desarrollado por el INEC.
Elaboración Propia
28
Tabla 7
Muestra ejecutada en los tres pueblos kichwas de Imbabura
En los siguientes capítulos se irán citando y referenciando las fuentes orales que
han contribuido con la investigación en todo el territorio kichwa de Imbabura.
Universidad de Extremadura
Formas y Modos de Vida de los Pueblos Kichwas de Imbabura: Territorio, Organización, Patrimonio e
Interculturalidad.
1. Su género es:
1. a. Masculino
b. Femenino
6. Actividad(es) a la(s) que se dedica. 5. 13. ¿Cuáles han sido las limitaciones y/o problemas que
a. Agricultu b. Textiles ha tenido su pueblo en las últimas 5 décadas?
ra
c. Ganaderí d. Comercio Dificultades, Causas (Por qué?).
a problemas en su
e. Artesanía comunidad.
f. Otras: Cuáles?
9. 15. ¿Qué luchas y desafíos (movimientos indígenas) Describa el tipo y estructura de su vivienda
ha tenido que enfrentar su pueblo? y ¿Cuáles han (materiales, tamaño, distribución, costo).
sido sus logros?
Luchas y desafíos de su Logros
pueblo.
10. 16. ¿Qué legado (artesanía, alimentos, costumbres, 11. 21. ¿Cuáles son las organizaciones sociales que
etc) reconoce de sus antepasados? representan y buscan mejores condiciones para su
pueblo?
Nombre de la Propósito.
Organización.
13. 18. Describa la vestimenta de sus antepasados 23. Mencione algunos mitos, cuentos y leyendas que
(bisabuelos, abuelos). conoce o recuerda, en relación al pueblo Kichwa.
Nombre de Significado Señale su uso:
la prenda. diario o en fiestas.
14.
16. 20. Describa el tipo y estructura de las viviendas de 17. 25. ¿Qué soluciones recomendaría para el rescate y
sus bisabuelos y abuelos (materiales, tamaño, revalorización de la riqueza cultural de su pueblo?.
distribución, costo).
Universidad de Extremadura
Formas y Modos de Vida de los Pueblos Kichwas de Imbabura: Territorio, Organización, Patrimonio e
Interculturalidad.
Entrevista dirigida a un equipo de expertos multidisciplinario.
1. Desde su formación profesional, mencione algunas similitudes y diferencias entre los pueblos kichwas de
Imbabura: Otavalo, Karanki y Natabuela.
2. Si nos referimos al rol y aportes que los pueblos kichwas de Imbabura a la construcción del Ecuador, ¿Cuáles
mencionaría Usted, en función de las diferentes épocas de la historia?
Época Aborigen.
Colonización Española.
República
3. La siguiente matriz tiene como objetivo caracterizar y determinar el grado de conservación de las formas y modos
de vida, como legado ancestral de los pueblos kichwas en los diferentes ámbitos del desarrollo. Por lo tanto, se
le solicita, se valore entre uno (1) y cinco (5), entendiendo que el número mayor implica un grado de conservación
más alto.
Ámbito de
Grado de conservación o Criterio/Opinión/
Desarrollo
de práctica. Justificación.
Características
N° Poblamiento y Medio Natural. 1 2 3 4 5
1 El Pueblo Kichwa Otavalo conserva su
territorio geográfico ancestral.
El Pueblo Kichwa Karanki conserva su
2 territorio geográfico ancestral.
3 El Pueblo Kichwa Natabuela conserva su
territorio geográfico ancestral.
4 Es clara y acertada la etimología del
topónimo: Otavalo?
5 ¿Es clara y acertada la etimología del
topónimo Karanki?
32
4. De acuerdo a la matriz anterior, ¿Qué o cuáles factores han incidido en la pérdida del patrimonio cultural material
e inmaterial de los pueblos kichwas de Imbabura?
5. ¿Qué acciones se deberían desarrollar entre los pueblos kichwas para alcanzar una verdadera interculturalidad?
Universidad de Extremadura
Formas y Modos de Vida de los Pueblos Kichwas de Imbabura: Territorio, Organización, Patrimonio e
Interculturalidad.
1. DATOS INFORMATIVOS:
1.1 Su género es:
a. Masculino
b. Femenino
c. Diverso
2 VESTIMENTA Y PEINADO
2.1 Recuerde y describa la vestimenta de sus bisabuelos y abuelos.
2.2 Describa su vestimenta.
2.3 Describa la vestimenta de sus hijos.
2.4 ¿Qué tipo de telas se utilizan para la confección de la vestimenta tradicional?
2.5 ¿Usted consigue fácilmente la vestimenta tradicional?
2.6 ¿Qué representan o simbolizan los colores de su vestimenta?
2.7 ¿Cuáles son las diferencias y similitudes con la vestimenta de los sectores cercanos?
2.8 ¿Qué simboliza su peinado?
2.9 ¿Existe alguna diferencia del peinado, con los demás pueblos indígenas de la provincia?
36
2.10 ¿Qué cambios ha notado a través del tiempo, en relación al peinado indígena?
7.1.7 ¿Cómo ayuda la luna en la agricultura? sus recomendaciones para aprovechar la influencia
de la luna.
7.1.8 ¿Qué técnicas o saberes ancestrales utiliza para la siembra, el control de las plagas y la
cosecha de los cultivos?
7.1.9 ¿Qué técnicas y saberes de sus padres y abuelos utiliza para la conservación del suelo?
7.1.10 ¿Cuáles son las mejores formas de manejo de la tierra, para que produzcan mejor, según su
experiencia cultural?
7.1.11 ¿Le han servido los conocimientos de sus antepasados? ¿Cómo?
7.1.12 Mencione actividades cotidianas destinadas al hombre y a la mujer (división sexual del
trabajo).
7.1.13 ¿Usted pertenece a alguna asociación agropecuaria?
7.1.14 ¿Cómo comercializa sus productos?
7.1.15 ¿Los ingresos obtenidos en base a las actividades agrícolas y pecuarias, han sido suficientes
para mantener a su familia?
7.2 Parteras
7.2.1 ¿Cómo aprendió sobre su oficio?
7.2.2 ¿Usted pertenece a alguna asociación de parteras?, ¿cuál?
7.2.3 Desde su experiencia ¿cuáles son los ritos que están presentes antes, durante y después del
parto?
7.2.4 ¿En qué circunstancias, usted recomienda a la paciente que busque asistencia médica
hospitalaria?
7.2.5 ¿Usted ha asistido a una misma mujer en más de un parto?
7.2.6 ¿Cuáles son las plantas que utiliza en su oficio? explique.
7.3 Yachaks
7.3.1 ¿Cómo aprendió sobre medicina tradicional?
7.3.2 ¿Usted pertenece a una asociación de yachkas?, ¿cuál?
7.3.3 ¿Cómo diagnostica la enfermedad en sus pacientes?
7.3.4 ¿Qué elementos utiliza para el tratamiento de las limpias? ¿qué simboliza cada uno de los
elementos?
7.3.5 Describa ¿qué tipo de tratamientos realiza?
7.3.6 ¿Cómo realiza una limpia para problemas de salud graves y leves?
7.3.7 ¿Cuáles son los lugares sagrados y simbólicos que existen en su sector?
7.3.8 ¿En qué circunstancias, usted recomienda al paciente que busque otras opciones médicas?
7.3.9 ¿Qué costos tienen las limpias para los distintos casos?
8 ARTESANÍAS TRADICIONALES
Artesanos
8.1 ¿Qué artesanías elaboran en su población?
8.2 ¿Qué tipo de artesanías produce Usted?
8.3 ¿Cuánto produce a la semana, al mes?
8.4 ¿Dónde comercializa?
8.5 Mencione si pertenece a una Asociación o Red de Artesanos. ¿Cuál (es)?
8.6 ¿Ha recibido capacitación en el campo artesanal?
8.7 ¿Cuáles otros tipos de ayuda ha recibido en su trabajo artesanal? (económico, asistencia
técnica, difusión).
“A partir de su génesis, América siempre fue símbolo de diversidad, desde el norte al sur, del
este al oeste, por sus climas, paisajes, relieves, más tarde por las costumbres, forma de vida,
raza de su gente. Aun así, siempre estuvo unida, integrada territorialmente, como dos
hermanas que protegen a una tercera más pequeña. Entonces ¿por qué no seguir fomentando
esa integración estimulando los mejores sentimientos del ser humano? ¿por qué no crear una
gran región que pueda compartir el comercio, trabajo y demás beneficios para la persona?
Sólo así lograremos una gran América”.
Poema 2
(fragmento)
En relación a las culturas de los Andes Centrales, Cerrón (2008) manifiesta que
ciento cincuenta años antes de la llegada de los españoles se evidencia la presencia de los
Collas en el Valle del Cuzco, de lengua aymara, con su posterior expansión a la costa y
a la sierra del Perú. Para Kaulicke e Isbell (2001), después de la desaparición de la cultura
Tiwanaku, también florecen las culturas de lengua quechua, como los Huari en la región
costera del Perú, los Chancas y los Chinchas, para luego dar lugar al Imperio Inca y al
uso de la lengua quechua.
Todo ello se ha ido forjando a lo largo de los siglos, con una serie de etapas
históricas que Ayala (2008) concreta en: la época del Pre-cerámico (12.000-3.500 a.C.);
el período Formativo (3.500 -500 a.C), que equivale a la fase neolítica; la etapa del
Desarrollo Regional (500 a.C.-500 d.C.), que se caracterizó por el desarrollo de la
agricultura, de las clases sociales y de la división del trabajo y, además, por el hecho de
que la alfarería, los metales y los textiles alcanzaron un diseño y estilo artístico sin
precedentes (Gutiérrez, 1998); la fase de Integración (500-1500 d.C.), caracterizada por
la formación de grandes “señoríos”7 , “confederaciones”8 y, en algunos casos, naciones
y estados, que anteceden a la conquista Inca.
7 Señorío Étnico: en el periodo de integración, fue una organización social basada en unidades menores
Denominadas Ayllus. Además, su población fluctuaba entre 200 y 200.000 habitantes, según Ayala (2008).
8 Confederaciones: las consolidaciones de unidades políticas dieron forma a las confederaciones, cuya
organización era más estable, forjada mediante alianzas y relaciones de parentesco ampliadas de tipo
regional. Es así que, los clanes constituyeron grandes tribus y algunas tribus incluso se aliaron entre sí
formando poderosas confederaciones, como la Confederación de Quito, según Ayala (2008).
44
Tras una efímera, pero intensa, conquista Inca, se dio paso a la época Colonial, que
abarca la conquista española (1529-1534), la implantación del Orden Colonial (1534 y
1593), el auge Colonial (1593-1721) y la redefinición del Orden Colonial (1721-1808).
Se inicia entonces la época republicana, que dará lugar al proyecto nacional criollo
entre 1830 y 1895, posteriormente al proyecto nacional mestizo entre 1895 y 1960 y,
finalmente, al proyecto nacional de la diversidad desde 1960 hasta el presente, si bien en
esta última etapa hay que incidir en las Constituciones de 1998 y, sobre todo, de 2008
por la trascendencia que tienen para los indígenas y los kichwas, ya que no sólo se
reconocen sus derechos y se procede a su empoderamiento, sino que toda la política
socioeconómica se orientará hacia el concepto del Buen Vivir y de la cosmovisión
andina.
9Una síntesis de este capítulo se ha remitido al Anuario de Estudios Americanos, estando pendiente de
evaluación.
45
ámbito científico, es así que, una de las pruebas refleja un promedio de 28.000 años de
antigüedad y otra de 500.a.C, lo que ha generado indignación y preocupación debido a la
poca seriedad en los diferentes procesos investigativos, lo que evidencian la indiferencia
de los diferentes organismos rectores y responsables de la investigación y conservación
del patrimonio cultural del Ecuador. Aunque la antigüedad del hombre Otavaleño no es
claro, sin duda, una de las teorías determinantes es la descendencia de los Cayapas y
Colorados, así como de los Chibcha, la cual ha sido defendida por Haro (1980).
Es importante presentar la teoría de Myer (1976) quien admite que Imbabura tiene
una antigüedad de 2.100 a.C., manifiesta que, desde sus inicios estuvo habitada por
pueblos de procedencia centro americana como fueron los Mayas-Aztecas (angos), del
Caribe, Chibcha Barbacoa (imbas), entre otros.
Por su parte, Benítez y Garcés (2014) aseguran que se remonta a un período anterior
a la expansión inca. En la época preincaica, los pueblos poseían características propias
respecto a idioma, cultura, medicina, tecnología, espiritualidad, educación, economía,
sabiduría y gobierno. Al respecto, Orr y Longacre (1968) afirman que incluso la lengua
kichwa en Ecuador precede a la conquista de Huayna Cápac y, a este respecto, Moya
(2006) también señala que dicho idioma debió ser hablado desde antes de la extensión
del Tawantinsuyu hasta Quito, convirtiéndose en lengua de comercio y de todo tipo de
transacciones.
Grijalva (1988) considera que esta zona fue ocupada durante varios siglos por dos
tribus de aborígenes llamados angos e imbas, cuyos términos se utilizaban como
distintivos lingüísticos e indicaba su origen étnico. Aún en la actualidad es posible
encontrar nombres y palabras con la terminación ango, go, ago y lago. La palabra imba,
según Albuja (1970) podría ser de origen Chibcha Barbacoa de Colombia, quienes
llegaron a Esmeraldas y se desplazaron hasta Imbabura en el s. IX.
Según este mismo autor, luego habrían llegado Quitus y Caras, de procedencia
Caribe, y Arawacos de la Amazonía. A los primeros, se les reconoce como una gran
civilización submayoide de centroamericana, que habitarían las costas de Manabí y
Esmeraldas en el siglo IX, desde donde se extendieron por los territorios de Imbabura
para fundar Caranqui o Carango, que la historia ha reconocido como la capital de los
Caras, localizada a cinco minutos del centro urbano de la ciudad de Ibarra. Espinoza
46
(1988) afirma que los Caras también son conocidos como Caranques, Carangues,
Karankis o Caranquis, que debieron relacionarse con los Arawacos y, sobre todo, con los
Incas originarios del Cuzco, posteriormente. De la misma manera, se reconoce que
habitaron otras tribus en Imbabura, como Chotas, Miras, Imbaburas, Cotacachis,
Atuntaquis, etc., que siguen dando nombre a distintas poblaciones o accidentes
geográficos en la actualidad.
En este sentido, Ontaneda (1988) señala que en el año 1250 el control del Valle
Chota-Mira pasa a manos de los Caranquis (Karankis). Corroborando con los autores
anteriores, Salomón (1980), Oberem (1981), Larraín (1980) y Moreno (1981) coinciden
en la sierra norte del Ecuador antes de la llegada de los Incas estuvo habitada por dos
grandes señoríos étnicos: Pastos y Quillacingas, Cayambes y Karankis. Los primeros,
extraordinarios agricultores, comerciantes y conocedores de la medicina natural, quienes
a la llegada de los españoles se incorporaron al Corregimiento de Otavalo. Los segundos
incluían pueblos como: Lita, Quilca, Chapi, Pimampiro, Karanki, Otavalo, Cochisquí y
otras llactacunas menores, como: Guayllabamba, Tabacundo, Perucho y Perugachi.
Para evitar confusiones con las palabras Carangue y Cayambe, Espinoza (1988)
manifiesta que, en el primer caso se utilizaba para identificar a quienes habitaban en la
actual provincia de Imbabura y en el segundo caso, a quienes habitaban al noroeste de la
provincia de Pichincha. Esta apreciación en cuanto a la localización hace pensar si
47
correspondían a una misma etnia o fueron distintas. Aunque para “Cabello” 10y Garcilaso,
existía únicamente la nacionalidad Cayambe, para “Cieza de León”11 se refería a la
nacionalidad Carangue. Por otra parte, también asegura que, Carangues, Cayambes y
Otavalos eran señoríos diferentes. Sin embargo, esta discusión científica ha continuado,
tanto que, Jijón y Caamaño opinan que, Carangues y Cayambes formaron una sola nación
llamada Carangue.
No obstante, los límites hacia el Este y Oeste no están del todo claros, aunque se
estima que, hacia el Oriente(Este) y Occidente (Oeste)se habría extendido hacia la zona
Subtropical de Intag (Piedemonte de la cordillera occidental de la cordillera de los
Andes). También al noroccidente de Quito, hacia las montañas de la Parroquia de Pacto,
Valle de Tambillo (norte del Cantón Mejía), Milpe (San Miguel de los Bancos), Los
Cedros (Mindo) y hasta el sur del Atacazo (Cordillera Occidental). En el Mapa 2, se
observa la demarcación del territorio prehispánico de la gran nación Karanki o Imbaya,
cuyo nombre es anterior.
10 Cabellode Balboa: su nombre, Miguel Cabello de Balboa, nacido en Archidona, Málaga (1535) y, fallece
en Camata (1.608). Clérigo cronista español.
11 Pedro Cieza de León: nació en Llerena, Badajoz, en 1520. Fue historiador, cronista y conquistador del
mundo andino. Escribió una Crónica del Perú, en cuatro partes, en 1554.
Mapa 2
Territorio prehispánico del país o nación Karanki.
Nota: La línea amarilla delimita la demarcación del territorio original del País Karanki.
Fuente: Cartografía del Instituto Geográfico Militar (2010). Elaboración Propia
51
Para Meyers (1976), los Incas han sido reconocidos por sus estrategias militares de
conquista, tecnología, arquitectura, redes viales, medicina ancestral y otras expresiones
culturales. En el actual Ecuador, con la llegada de los inka-runa, el kichwa convivió con
las lenguas locales llegando a practicarse un bilingüismo prehispánico.
González Suárez (1969) indica que las unidades sociopolíticas de los grupos que
cayeron bajo el dominio inca se mantuvieron, aunque se vieron afectadas en su estructura.
Las élites de los grupos conquistados perdieron de alguna manera su autonomía, pues,
aunque seguían manteniendo un relativo liderazgo, estaban subordinados al poder y a las
normas de los conquistadores incas.
Al respecto, Rowe (1944) y Meyers (1998) afirman que la expansión inca provocó
numerosos cambios, como supone cualquier conquista, y este último autor añade que una
52
de las estrategias incaicas que explica los profundos cambios en los pueblos conquistados
en tan poco tiempo se debió al sistema de los mitmaqkunas12, que consistía en el traslado
de pueblos cuzqueños a tierras quiteñas, una colonización en definitiva, que se erigió en
una de las mejores armas políticas para el control de los territorios conquistados,
permitiendo en alguna medida el respeto y la convivencia con estos pueblos y con sus
organizaciones políticas y económicas, además de unos tributos reducidos. Esta
estrategia, además de favorecer la incaización, evitaba los intentos de sublevación de los
pueblos conquistados. En consecuencia y en medio de un inevitable mestizaje étnico,
lingüístico y cultural, se produjeron cambios en los aspectos ideológicos, políticos,
administrativos, sociales y económicos.
También Salomón (1980) se refiere a los Incas como una cultura que intentaba
mantener la identidad de los pueblos preexistentes, que procuraba el fortalecimiento del
comercio regional y que imponía unos tributos modestos.
Por otra parte, Larrea (2005) atestigua que los incas introdujeron la llama y el uso
de la lana para el desarrollo textil, al igual que la construcción de terrazas, camellones y
sistemas de regadío, con importantes beneficios para conquistadores y conquistados.
12 Mitmaqkuna: eran grupos de familias cuzqueñas trasladadas por orden del Inca, para habitar en territorios
conquistados del actual Ecuador, en donde cumplirían funciones económicas, sociales, culturales, sociales,
políticas y militares
53
El historiador Ayala (2008) establece que después 40 años de dicha invasión inca,
los pueblos de la actual provincia de Imbabura sufrirían la conquista española, liderada
por Sebastián de Benalcázar, bajo las órdenes de Francisco Pizarro. El cronista Cieza de
León afirma que después de la fundación de la ciudad de San Francisco de Quito,
Benalcázar -motivado por su gran ambición- atacó a los pueblos de Cayambe, el Quinche,
Otavalo y Caranqui. Sin duda, aprovechó la desorganización política y social de estos
pueblos del norte, que pronto quedaron bajo su poder.
Los siglos XVI y XVII corresponden a la etapa colonial, tiempo en el que toda la
provincia actual de Imbabura perteneció al llamado Corregimiento de Otavalo,
13 Wakcha Karay: compartir los alimentos con el huérfano, con lo cual permanece un recuerdo a las
personas que han fallecido.
14 Chakana: es un símbolo recurrente de las culturas andinas, en forma de cruz que se orienta a los cuatro
puntos cardinales, que parece ser que existió mucho antes de la llegada de los Incas. Es una pirámide con
escaleras a los cuatro costados y un centro circular, cuya forma de cruz señala la unión entre lo bajo y lo
alto, la tierra y el sol, el hombre y lo superior.
54
originalmente conocido como Sarance. Cabe mencionar que el actual nombre de Otavalo
se debe al Cacique15 o señor Otavalango, que gobernaba estas tierras.
La historiadora Caillavet (2000, p. 31) precisa que “ya sabemos que el mismo
pueblo de Otavalo estaba a orillas del Lago San Pablo en 1573, por lo tanto, a 12 leguas
de Quito”. En tanto que, para Albuja (1970), este corregimiento fue fundado por Gonzalo
Pizarro en 1541, con 26.224 habitantes, sin contar el territorio de la actual provincia del
Carchi. Al menos hasta 1582, el Corregimiento de Otavalo comprendía las provincias
del Carchi, Imbabura y norte de Pichincha. No obstante, sus habitantes estaban
gobernados con tiranía, pagaban tributos en oro, mantas, chaquiras, etc. Para el proceso
de evangelización y adoctrinamiento de los indígenas, primero llegaron los Franciscanos
y después los Mercedarios y Dominicos.
Para Larrea (2005, p. 13), la conquista española representa “el inicio del proceso
de constitución de la estructura social, cultural y económica de nuestra sociedad
contemporánea, mestiza y multicultural, caracterizada por profundas desigualdades
sociales, étnicas y regionales”. En este sentido, Andrade (1982) y Bossano (1974) definen
el siglo XVI como la época de opresión y aniquilamiento sistemático de los pueblos
aborígenes de toda América por parte de los conquistadores españoles, británicos,
franceses y portugueses.
Durante la conquista y la Colonia, Larrea (2005, p. 22) explica que prevaleció “el
control efectivo de la fuerza de trabajo bajo mecanismos extraeconómicos de coerción,
permitió el empleo de la población indígena en la producción textil, minera y agrícola, y
la extracción de tributos en especie y en trabajo”.
16 Tributos: impuesto principal que pagaban los indígenas de 18 a 50 años por ser Vasallos del Rey de
España, podía ser en dinero o en especie, dos veces al año, en Navidad y en el día de San Juan Bautista.
17 Encomiendas: conjunto de indígenas entregados a un particular por el término de la vida de éste y con
frecuencia de la de uno o más sucesores. A cambio de recibir alimentación, hospedaje, educación y
vestimenta, debían pagar con su trabajo.
18 Yaconazgo: se aplicaba como castigo a los indígenas que se sublevaban y se ocupaban de las labores del
campo y del servicio doméstico.
19 Castas Sociales: resultado de las mezclas raciales por la mezcla de españoles, indígenas, africanos
asiáticos, etc.
20 Mitas: trabajo obligatorio, que en lengua kichwa significa turno, labores que se realizaban en las minas.
56
provocaron con frecuencia y a pesar de los castigos una dura resistencia y continuos
levantamientos. Como corrobora Ayala (2008, p. 19-22), “a veces por medio de
sublevaciones o alzamientos, o por mecanismos no violentos como la defensa de sus
costumbres, estructuras comunitarias, reivindicación de la tierra, fiestas, idioma y otras
formas de identidad, se mantuvo la presencia de los pueblos indios frente al poder
colonial… la mantención de la estructura comunitaria indígena, de sus caciques y formas
culturales, fue usada por los colonizadores como mecanismo para el cobro del tributo que
los indígenas debían pagar al soberano español. Pero eso significó también la persistencia
de formas de organización e identidad que permitieron nuevos tipos de inserción de los
pueblos indios en la vida del conjunto social”.
Por otra parte, los españoles introdujeron el caballo, el asno, la ganadería vacuna y
ovina, al igual que los cereales y algunas frutas, herramientas y técnicas de cultivo. Pero,
sobre todo, promovieron la producción textil en base a la lana de oveja, dando lugar a los
Obrajes, que se constituyeron en trabajo obligatorio durante la Colonia, básicamente para
las mujeres, quienes eran llevadas a los centros de producción en calidad de “mitayos”21
(Flores, 2012). Para Correa (2011), estos trabajos se desarrollaban en unas condiciones
extremas de insalubridad y malnutrición, al igual que sucedía en las minas, lo que
provocaba la muerte de numerosas mujeres.
Es así que, los kichwas durante la época colonial se convirtieron en un grupo social
dominado y oprimido, que según Ribadeneira (2001, p. 38) dio origen a una república de
blancos y a una república de indios. Los kichwas se convirtieron así en un grupo social
dominado y excluido durante la época colonial: “el bloque colonial estaba conformado,
por una parte, por las masas indígenas indefinidas por la dominación económica, política
e ideológica; y, por otro lado, los sectores no indígenas conectados con los intereses
21Mitayo: era un o una indígena que trabajaban en la mita o como pago de tributos en beneficio del Estado
(construcción de caminos, puentes, edificios, terrazas de cultivo, etc.).
57
coloniales, entre los que se contaban españoles y criollos y las clases auxiliares
conformadas predominantemente por mestizos”. Y, más adelante, este mismo autor
afirma que “es entonces, en el contexto colonial que se originan las ideologías racistas
eurocentristas que aún existen en los pueblos de América Latina”.
Benítez y Garcés (2014) establecen que los pueblos negros fueron traídos de
diversos lugares de África Occidental y, al igual que los indígenas, participaron en las
expediciones de la conquista. No obstante, la población afro y afrodescendiente estuvo
en su mayoría destinada al duro trabajo en las plantaciones de caña, en las minas y en los
lavaderos de oro. En tanto que, durante las luchas independentistas, los indígenas se
convirtieron en cargueros de armamentos, municiones, cuidadores de vituallas y otros
requerimientos de los hacendados y, en algunas ocasiones, fueron utilizados como
fuerzas de choque.
González (1982) explica que el primer levantamiento fue en 1777, en el cual, los
indígenas imbabureños se armaron de palos, garrotes y al grito que “mueran las
autoridades y los curas” demostraban su aborrecimiento y odio en contra de españoles y
58
Entre 1830 y 1859 tendrá lugar la conformación de la república, con una primera
etapa conservadora y otra posterior liberal tras la Revolución Marcista en 1845. Este
proyecto nacional criollo todavía intensificó más las diferencias entre los latifundistas,
como clase dominante con un fuerte control, y las clases bajas del pueblo, entre ellos los
indígenas, que continuaron sometidos como fuerza de trabajo ligada a las haciendas.
Algunos presidentes del régimen marcista intentaron llevar a cabo una serie de reformas
sociales, como la abolición de la esclavitud (Urbina) o la supresión de los tributos que
pagaban los indios (Robles), pero “la Nueva República nace de la explotación económica,
social y étnica del indígena” (Acurio, 2015, p. 2).
59
En 1860 García Moreno tomó el poder, apoyado por los aristócratas y se inicia el
período Garciano (1860-1875). En 1871, se produce un levantamiento de los indígenas
en la provincia de Chimborazo, que fue liderado por Fernando Daquilema Hatun-Apak,
como consecuencia del descontento y de la explotación a la que estaban sometidos,
“rebelión que fue aplastada por el ejército ecuatoriano bajo las órdenes del presidente
Gabriel García Moreno” (Cachiguango, 2008, p. 5). Por lo tanto, a pesar de los intentos
liberales previos, poco se avanzó en la situación de los indígenas, totalmente apartados y
olvidados prácticamente a lo largo de todo este siglo. Tan sólo eran fuerza de trabajo
barato para las haciendas y los terratenientes, que dominarían el último cuarto del siglo
XIX por el incremento de la producción del cacao en los grandes latifundios.
Paralelamente, al amparo de estas exportaciones se iba conformando una burguesía en el
litoral que, lejos y al margen de estos pueblos indígenas, simplemente los ignoraría.
A lo largo del XIX, por lo tanto, poco hicieron los sucesivos gobiernos
republicanos, ni conservadores ni progresistas ni dictadores, ni criollos ni mestizos más
tarde, puesto que fueron frecuentemente gobiernos plutocráticos controlados por los
terratenientes, que dominaron la economía y la política desde comienzos del siglo XVIII
hasta finales del siglo XIX. La situación de los kichwas como clase dominada no cambió
en absoluto, se continuó con la opresión, la discriminación, la inequidad y otros factores
que incidieron en la progresiva pérdida de la cultura de esta nacionalidad y en la constante
disminución de su población.
60
En los albores del siglo XIX, la imagen que el Ecuador pretendía proyectar era,
precisamente la de la salida de esa barbarie y su triunfal entrada en la civilización, para
lo cual debía ser escondido al otro, al indígena, pues su verdadera imagen no correspondía
con la civilización, sino que más bien se acercaba a la de la barbarie (Muratorio, citado
por Ribadeneira, 2001, p. 55).
Los sistemas de explotación de la tierra y las relaciones laborales y sociales con los
indígenas se mantuvieron prácticamente constantes para el sostén de las grandes
haciendas bajo distintas formas de trabajo servil, a pesar de los sucesivos intentos desde
los mismos comienzos de la Independencia y de la República. De hecho, “antes de la
Reforma Agraria en el Ecuador, la tenencia de la tierra expresaba con extraordinario rigor
la perpetuación de formas de producción y modalidades de relación social altamente
anacrónicas y opuestas a los ideales de una sociedad moderna (Jordán, 2003).
61
Nota: Los indígenas de los tres pueblos kichwas de Imbabura se encuentran dispersos por toda la Provincia de Imbabura. No obstante, se han elegido las
parroquias con mayor asentamiento kichwa por pueblo.
Fuente: Cartografía del Instituto Geográfico Militar (2010). Elaboración Propia.
67
Después de más de 150 años de lucha en busca de un Ecuador más justo e inclusivo,
es a partir de la Constitución de 1998 y de la de 2008 cuando el Estado reconoce las
demandas indígenas. Los logros que han alcanzado hasta la actualidad en educación, en
sanidad más recientemente, en otros servicios básicos, en infraestructura vial, en
inclusión social, etc. se deben fundamentalmente a los movimientos indígenas que, de
manera persistente, han reclamado una situación más justa, aunque fueron sofocados a
fuego y sangre por los gobiernos de turno cuando se levantaron.
A finales del siglo pasado, todavía se viene a constatar el desarraigo de los pueblos
indígenas de la tierra y su pobreza, puesto que “la concentración de la tierra se mantiene
en un nivel similar al de los años 70… y que, por otro lado, existe una alta correlación
entre la pobreza rural y la falta de acceso a la tierra por parte de los campesinos pobres
(Banco Mundial, 1995). Igualmente, las movilizaciones indígenas registradas en el
Ecuador, tanto en 1990 como en 1994, son una clara manifestación del descontento de
los pobres del campo con respecto a la degradación de sus niveles de vida e incremento
de la pobreza (Martínez, 1998, p. 173).
No será hasta la conformación del nuevo gobierno en 2006 cuando se generen las
nuevas condiciones que reconozcan, de manera decidida, los derechos de los pueblos
ancestrales, concretándose estas acciones en las Constituciones de 1998 y,
fundamentalmente, de 2008, así como en los sucesivos Planes de Desarrollo y en la
mencionada Ley Orgánica de Tierras Rurales y Territorios Ancestrales. Sólo a partir de
estos momentos, en opinión de Trujillo (2008, p. 8), “su movimiento étnico pasa de un
68
sueño reivindicativo, que luchaba por legitimarlos como cultura, como pueblo, como
lengua, como seres humanos, para convertirse en una propuesta política, que tiene como
objetivo final la toma del poder en el Ecuador”.
En la actualidad, son unos 150.000 los estudiantes que aprenden las dos lenguas,
lo que ha supuesto en la última década un incremento del 56% en el conjunto del país, si
bien desciende ligeramente el porcentaje de niños menores de 12 años que habla el
kichwa.
Lo establecido en estos artículos son derechos del Buen Vivir y, por lo tanto, base
fundamental del desarrollo de los pueblos y nacionalidades del Ecuador.
A pesar de todos estos logros recogidos en estas dos Constituciones, todavía existen
reivindicaciones indígenas que no han sido reconocidas, como es el caso del
autogobierno propuesto por la CONAIE o el de los idiomas kichwa y shuar como lenguas
oficiales, al mismo nivel que el castellano.
“recupera una visión de desarrollo que privilegia la consecución del buen vivir”
(SENPLADES, 2007, p. 6).
Algunos lineamientos a destacar en estos objetivos del Plan Nacional del Buen
Vivir (2013-2017), relacionados con la defensa de un Estado plurinacional y del
indigenismo, son:
El Plan Nacional del Buen Vivir está delineado como una apuesta de cambio que
reivindica los principios de la ancestral cosmovisión andina.
Finalmente, hay que reseñar que la Ley Orgánica de Tierras Rurales y Territorios
Ancestrales (2016), establece que “son deberes primordiales del Estado, entre otros,
planificar el desarrollo nacional, erradicar la pobreza, promover el desarrollo sustentable
y la distribución equitativa de los recursos y la riqueza, para acceder al buen vivir” (Art.7)
y, entre sus Principios Fundamentales, recoge al igual que en la última Constitución y en
los Planes de Desarrollo, la plurinacionalidad, la interculturalidad, la sustentabilidad, la
participación y control social, una productividad sistémica, la regulación del trabajo rural,
la eficiencia económica y social, el acceso equitativo a la tierra rural a través de políticas
estatales de redistribución de la tierra y la prohibición del latifundio para una necesaria
equidad social, etc.
Por otra parte, señala que los fines esenciales de esta Ley Orgánica están orientados
a “garantizar la seguridad jurídica de la propiedad y la posesión regular de la tierra rural
y de los territorios de comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades ancestrales (Art.
8), además de concretar la función social y ambiental de la tierra, el uso sustentable y el
acceso equitativo, la redistribución de las tierras estatales, la agricultura familiar, el
asociacionismo y la comercialización, el freno a los latifundios y a la concentración de
tierras, la mejora de la productividad y la distribución de tierras a las familias campesinas
en situación de pobreza extrema (Art. 16).
mestiza está compuesta por campesinos, que se autoidentifican como cholos22, chazos23
y chagras24 a lo largo del territorio ecuatoriano. En la última década, la población
indígena se mantiene estable, con un ligero incremento o descenso según las distintas
fuentes, mientras que la mestiza cede un 6,5% como consecuencia de que los montubios
aparecen en este Censo identificados y separados de los mestizos por primera vez. En
cualquier caso, aunque las fuentes históricas muestran datos confusos y hasta
contradictorios por diversas circunstancias, las evidencias muestran un fuerte retroceso
histórico de la población indígena, sobre todo rural.
Todo ello se podría explicar por el hecho de que los pueblos kichwas han
permanecido bajo precarias economías de subsistencia durante siglos, cuando no bajo
condiciones de explotación y miseria, lo que ha provocado muerte y una continua sangría
de su población, de tal manera que en estos momentos tan sólo representan menos del
7% de la población ecuatoriana y, aunque su descenso parece estabilizarse en la última
década, no deja de ser persistente.
Para Fernández (2013, p. 15) “el índice de Desarrollo Humano (IDH) para la
provincia de Imbabura es de 0,858, superior a la media nacional que registra 0,724”. Este
Cholo: es un término usado en algunos países de América Latina, para referirse a la población mestiza que
tiene rasgos indígenas y blancos.
23 Chazo: históricamente eran los arrieros.
24 Chagra: mestizo que vive en la serranía ecuatoriana.
75
resultado ubica a Imbabura en el quinto lugar de las provincias de Ecuador. Sin embargo,
el Índice de Vulnerabilidad Social (IVS) es de 58,7, superior a la media nacional. En este
sentido, los cantones de Cotacachi, Otavalo y Pimampiro son las poblaciones con mayor
vulnerabilidad social, puesto que su IVS es superior a 60, frente a los cantones de Ibarra,
Antonio Ante y Urcuquí, que presentan un IVS inferior a la media provincial.
Este mismo autor manifiesta que el Índice de Pobreza Humana (IPH) para la
provincia de Imbabura es de 17, igualmente superior a la media nacional, que registra
15,7, colocando a Imbabura en el séptimo puesto del país.
A pesar que se han conseguido algunos logros en los últimos años en base a las
políticas públicas para reducir la pobreza y promover la inclusión social, todavía es
evidente la pobreza existente entre los pueblos kichwas de Imbabura, más aún en las
zonas rurales. Los indicadores que revelan esta brecha social se encuentran explicados
en el capítulo 12 de este documento, que se ha denominado “Situación actual:
persistencia de la pobreza”.
TERCERA PARTE: EL MEDIO NATURAL
Hombre Monte
Ahora es que te ven mis ojos
Más cierto que la propia noche
Y su aliento trasnochador
Haz llegado como monte
A mi ciudad, a mi retiro
Me sonríen desde lejos
Tus labios de piedra
Se abren tus ojos
Bailando en las laderas
Dejando tigres y cóndores a tu paso
Callado te alzas
Entre los montes
Tu cuerpo parece casa
Puerta grande
Son tus brazos que me aprietan
Y me aprietan
Choca tu cuerpo de hierba en mi pecho
Se hunde y alimenta
Tal como lluvia salpica sus gotas
Y abre la tierra para festejarla
Lucila Lema
Poetisa del pueblo kichwa Otavalo
81
Se pueden establecer dos unidades geomorfológicas, que dan lugar a su vez a dos
unidades topográficas y paisajísticas diferenciados: la zona interandina y las
estribaciones volcánicas de la Cordillera Occidental. La primera está comprendida entre
las Cordilleras Real y Occidental. La segunda surge por una compleja trama de
levantamientos y fallas en sentido longitudinal y transversal que han orientado el magma
hacia la superficie, originando la formación de una secuencia sucesiva de volcanes como
Imbabura, Cotacachi, Mojanda, Cuicocha, Yanaurco y Cusín, entre otros. Es parte del
corredor interandino, que Humboldt definiría en el siglo XIX como la Avenida de los
Volcanes.
contrata al menos al 78% de población indígena del área de influencia para los diferentes
procesos de extracción y comercialización.
Tabla 8
Relieve territorio kichwa 2015
Descripción Ha Porcentaje
Plano o casi plano 4.521,37 3,58
Suave o ligeramente ondulado 8.893,89 7,05
Moderadamente ondulado 24.529,46 19,45
Colinado 22.952,77 18,20
Escarpado 21.243,48 16,84
Montañoso 41.639,88 33,02
Cuerpos de agua 2.306,44 1,82
Total 126.087,29 100,00
Fuente: Cartografía del Instituto Militar (2010). Elaboración propia
En el territorio kichwa también se enceuntra el cerro Fuya Fuya, con 4.263 msnm,
al igual que el Cuicocha con 3.068 msnm.
Emplazado junto al Imbabura aparece el cerro Cubilche, con 3.826 msnm, así como
el volcán Cushnirumi, con 3.776 msnm. Otros volcanes en el entorno son el Pangaladera
con 3.340 msnm, junto al volcán Cunrru, con 3.305 msnm.
88
El cerro Cusín Urcu, con 4.012 msnm, se levanta entre Imbabura y Pichincha y es
uno de los volcanes que rodea el lago de San Pablo.
Alrededor de las montañas y volcanes, los pueblos de todos los tiempos han creado
mitos, leyendas y cuentos, aunque han sufrido algunas modificaciones generacionales.
No obstante, recogen las impresiones y misterios que han creado los habitantes acerca de
estas majestuosas e imponentes elevaciones. Así, el taita Imbabura, además de ser
considerado un dios tutelar (taiticu) o padre, también se le ha designado como uno de los
mejores guerreros de los Andes. Además, se han creado numerosas leyendas de amor
89
Durante, las largas temporadas de sequía, los indígenas invocan las lluvias a los
picos geográficos, a través de rogativas, para lo cual están preparados los viejos
agricultores y los yachaks. En el caso del volcán Imbabura, los indígenas le atribuyen
una figura y autoridad cacical, que vive dentro de la montaña, poseedor de grandes
riquezas y que de vez en cuando sale a visitar a su gente, también embaraza a las jóvenes
bellas con el resultado de que tendrán un hijo o hija con ojos azules. A través del tiempo,
los indígenas han asociado y atribuido a unos volcanes espíritus masculinos y a otros
espíritus femeninos.
Según Naranjo (1989), cuando los indígenas han extraviado ganado u otros bienes,
le pedirán a Taita Manuel Imbabura o a Mama Isabel Cotacachi su pronto encuentro.
Poema 1
(fragmento)
La palabra es vida
vida es libertad, es paz,
armonía, reciprocidad;
el canto es igual que la palabra,
la palabra es la estrella,
la centinela de la libertad
y en tiempos de libertad
el canto de la primavera
debe ser tierno;
en invierno
el canto debe ser ardiente;
el canto debe fermentar las danzas
debe llenarse de fortaleza
de la energía de la jawa, uku y kaipacha
debe ser principio o infinito para evitar que el círculo
el semicírculo
se rompa, se divida para que el ayllu no se individualice.
Ariruma Kowii
Poeta otavaleño
93
5.1.Características climáticas
Sus temperaturas son muy regulares a lo largo del año, como corresponde a su
latitud ecuatorial, aunque moderadas por las elevadas montañas y el altiplano
interandino, de tal manera que la estacionalidad viene marcada por la distribución
mensual de las precipitaciones, con una estación bastante seca y otra húmeda, si bien se
podría establecer otra intermedia.
Tabla 9
Temperaturas y precipitaciones 2005-2012, ciudad de Ibarra, (Imbabura)
20,0 180,0
19,0 160,0
18,0 140,0
17,0
120,0
16,0
100,0
15,0
80,0
14,0
60,0
13,0
12,0 40,0
11,0 20,0
10,0 0,0
30,0 180,0
160,0
25,0
140,0
20,0 120,0
100,0
15,0
80,0
10,0 60,0
40,0
5,0
20,0
0,0 0,0
Debido a estas mínimas, la oscilación térmica anual es bastante elevada, con una
media de 20, 4º C, lo que denota que la temperatura diurna es templado-cálida, pero la
de la noche es fría.
95
5.2.Tipos de climas
Por debajo de este nivel de los 2.500 msnm, se extienden los climas Ecuatorial Frío
Semihúmedo o el Mesotérmico Semihúmedo, que corresponden a los valles interandinos,
prevaleciendo el uno o el otro en función de la disposición y orientación de las
alineaciones montañosas. Los dos se caracterizan por una estación seca muy marcada
entre junio y septiembre. En esta zona bioclimática se localizan las principales cabeceras
100
cantones (Ibarra, Antonio Ante, Cotacachi, Otavalo, Pimampiro y Urcuquí), en las que
reside la población kichwa Otavalo, Karanki y Natabuela con diferente densidad.
Este ritual para provocar las lluvias se desarrolla cada año en las comunidades de
la Bolsa, Guanansí y Kotama. En dichos lugares, los informantes recuerdan al fallecido
Rafael Pastillo, uno de los grandes taitas-maestros, que era experto en dirigir las
rogativas a la pachamama (tierra) y al taita Imbabura (volcán) para que llueva. El ritual
consta de varias fases, en todas ellas, se incluyen niños y alimentos.
Por su parte, Buitrón y Collier (1971, p.95) expresan que “en tiempo de sequía
pagan para que se diga la misa a los santos y también llevan una ofrenda al Imbabura.
Cuando caen las tan necesitadas lluvias no les preocupa saber quién les hizo el favor, los
santos o la montaña”, lo que indica el fuerte sincretismo existente.
6. EL AGUA: SISTEMA FLUVIAL Y
LACUSTRE
“El agua cristalina que corre por los ríos y arroyos no es solamente agua,
Sino también es la sangre de nuestros antepasados.
Cada reflejo fugaz en el agua clara de las lagunas narra vivencias y sucesos de mi pueblo.
El murmullo del agua es la voz de mis antepasados.
Los ríos son nuestros hermanos que sacian nuestra sed.
Ellos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos.
Si les vendemos nuestras tierras, deben recordar esto y enseñen así a sus hijos: que
los ríos son nuestros hermanos, y que, por tanto, hay que tratarlos con dulzura como se trata a
un hermano”.
El río Ambi es, sin duda, el más importante del territorio kichwa e, incluso, de la
provincia, ya que cruza cinco de sus seis cantones, puede alcanzar un caudal de 2.500 l/s
y de él se obtiene el 60% del agua destinada al regadío, abasteciendo a más de 4.000
explotaciones con un total de 15.000 has (Almeida, 2014, p. 14). El otro 40% del agua
106
para regadío se obtiene del río Tahuando, también subsidiario del Ambi, que además
abastece de agua a la capital, Ibarra. En total, hay 19.500 has de regadío en la cuenca del
río Ambi. Afluentes del río Blanco-Ambi son también los ríos Jatun Yacu, Tejar y
Machángara, que abastecen de agua y recogen los desechos de Otavalo, al igual que el
río Pichaví, que discurre por la ciudad de Cotacachi.
Toda esta red fluvial se orienta hacia el Pacífico, atravesando la cordillera andina
occidental, en la que ha labrado profundas quebradas.
En su conjunto se trata de una red dendrítica, densa, puesto que se trata del curso
alto y de las cabeceras de los ríos que conforman las distintas subcuencas mencionadas.
Son por ello pequeños ríos y quebradas de 5º y 6º orden, con poco caudal, hasta que
desaguan en otros de 4º, 3º y 2º orden en la zona interandina, ya con un caudal importante
en algunos casos.
Su trazado en las cabeceras viene determinado por los conos volcánicos y las
fuertes pendientes, mientras que, en su curso medio, cuando alcanzan el valle interandino,
presentan un trazado más más orientado por la dirección del valle principal y otros
secundarios y por la densa red de fracturas y fallas.
Como indica Almeida (2014, p. 13), “en la subregión andina es notoria la escasez
de agua entre junio y septiembre. En el valle bajo del Ambi… el balance hídrico es
deficitario en la mayor parte del año y la producción agrícola depende de las posibilidades
de riego”.
Sin embargo, el régimen cambia en el curso del Chota-Mira, pues a pesar de que
su valle es muy similar a los anteriores y también presenta la misma estación seca, incluso
con mayor aridez, como sigue indicando Almeida, “… las nacientes de los ríos se
encuentran en la cordillera oriental que tiene el régimen de lluvias de la Amazonía, con
máximas precipitaciones en los meses de junio a septiembre, en los cuales son máximos
también los requerimientos en el valle”. Pero estas reservas de agua no las pueden
aprovechar los pueblos kichwas, localizados bastante más al oeste.
Por otra parte, falta tanto una regulación del caudal por medio de embalses como
una depuración de los vertidos de las ciudades, de tal manera que todos los ríos se
encuentran muy contaminados por estos vertidos y por los contaminantes agrarios. El
propio desarrollo agrario depende de la disponibilidad de agua en estos meses secos.
El Mapa 6 presenta los recursos hídricos del territorio kichwa, en el que el pueblo
Karanki concentra 84 entre ríos principales y secundarios, lagos y lagunas, en tanto que
el pueblo Otavalo registra alrededor de 102 y el pueblo Natabuela 8.
25 Inti Raimy: fiesta en homenaje al sol que se realiza en cada solsticio de junio, en agradecimiento.
26 Ñawi maillay: es un rito que consiste en el lavado de cara, manos y pies, en agua preparada a base de
flores, esencias y ortiga. Esta práctica se cumple entre esposos, padrinos, padres de la novia y el novio y
demás familiares. Durante el ritual los novios reciben consejos, en su mayoría picarescos.
Mapa 6
Recursos hídricos en el territorio kichwa
Fuente: Cartografía del Instituto Geográfico Militar (2010); GADP-I, UNDP, AECI y Junta de Galicia (2005); GADP-I /PDOT (2015). Elaboración Propia.
113
El río Hatun Yaku o agua grande, que forma la Cascada de Peguche, fue un lugar
estratégico en tiempos de la Colonia para el desarrollo de los obrajes y en sus orillas se
construyó la fábrica San Miguel de Otavalo con el objetivo de que surtiera de energía a
Otavalo (GAD Otavalo/PDOT, 2013). Este río posee un valor cultural importante para el
pueblo kichwa Otavalo y su área de influencia, puesto que en este río se realizan los
baños rituales de purificación cada 21 de junio durante las fiestas del Inti Raymi
(Amaguaña, 2012).
de las lagunas que corresponden a la geografía kichwa se destacan el lago San Pablo,
Yahuarcocha, Cuicocha, Mojanda (Caricocha, Huarmicocha y Yanacocha), Cubilche,
Cunrru, Puruhanta y Piñan. De este grupo, las tres primeras presentan una oferta turística
que motiva a nacionales y extranjeros.
Los diferentes asentamientos imbabureños han profesado una gran fascinación por
los lagos y lagunas, han rendido culto desde su cosmovisión y demostrado su respeto. En
medio de un fuerte sincretismo, los actuales pueblos kichwas realizan rituales en algunos
cuerpos de agua en los solsticios y equinoccios.
El Lago San Pablo, cuyo nombre ancestral fue Imbakucha28, se localiza en la zona
baja del volcán Imbabura en el Cantón Otavalo (Parroquia de González Suárez). El lago
se encuentra a una altitud de 2.682 msnm, con una temperatura media del agua de 12°C
y una precipitación pluviométrica en su entorno de 1.000 a 1.250 mm. Es de origen
glaciar y ocupa una superficie de 615 ha, con unos 35 m de profundidad en las orillas y
48 m en el centro.
27 Yachak: traducido del kichwa al español significa sabio, quien domina la comunicación y manipulación
activa de los seres y es del mundo visible para curar enfermedades o mejorar la energía de las personas.
28 Imbakucha: proviene del vocablo preincásico Imba= pez de la figura de bagre ó preñadilla y la palabra
Kucha = cocha ó laguna, es decir, “lago de preñadillas”.
116
Esta laguna forma parte de la oferta turística de la ciudad de Ibarra, aunque presenta
una sobrecarga turística proveniente mayoritariamente del turismo nacional. En ella se
ofertan paseos en canoa, sky acuático, motos acuáticas, competencias de natación y una
gran variedad de servicios de alojamiento y alimentación.
29Yahuarcocha: palabra kichwa, en la cual, yahuar significa= sangre y, cocha= laguna. Es decir, “Laguna
de Sangre”. Nombre que se debe a la posible batalla librada en la cuenca media y baja de la laguna, entre
Karankis e Incas, con victoria de los últimos. Los cuerpos serían arrojados a las aguas de la laguna, y, por
tantro la razón de su denominación.
117
pequeña, Huarmicocha, con un perímetro de 0,37 km y una superficie de 1,07 ha. Son de
origen glaciar y se encuentran rodeadas por el Fuya Fuya30, su vegetación más
representativa es la paja y los bosques de yagual, aunque se encuentran afectados por la
presión antrópica. Además, es un destino natural para el aviturismo, las actividades de
trekking, pesca, camping y fotografía.
Puruhanta pertenece al Parque Nacional Cayambe Coca, que ocupa parte de cuatro
provincias, entre ellas Imbabura, está rodeada por montañas, colinas, con meso relieve
montañoso, ondulado y plano, en algunas partes con pendientes fuertes, que denotan su
origen paleoglaciar. En este ambiente lacustre es posible encontrar áreas pantanosas,
bosques primarios y secundarios con varios ríos que alimentan a este cuerpo de agua. La
actividad turística es limitada, está destinada para caminatas, pesca deportiva y camping.
30Fuya- Fuya: palabra kichwa/kayambi, puya de fuya, que significa “niebla”, lo que podría definirse como
“cerro nublado” (Benítez, Gurría y Hernández, 2015).
118
con una temperatura promedio de 10°C y una precipitación pluviométrica de entre 1000
y 1250 mm. Su estado de conservación es bueno, como consecuencia de que no se
localizan en sus proximidades centros de población. En el Cubilche se desarrolla el
turismo de naturaleza, principalmente trekking, camping y fotografía.
Los habitantes del pueblo Karanki y Otavalo afirman que cada vertiente tiene una
energía diferente, en función de lo que también se les han otorgado los respectivos
nombres y sus aguas son utilizadas dependiendo de la necesidad de las personas. Por
mencionar algunos casos, la vertiente Soltero Pukyu (Ilumán-Otavalo) concederá
cónyuge e hijos a través de los rituales. A la de San Juan Pukyu (Otavalo) se le atribuyen
propiedades de sanación. La Tenería Pukyu (Ilumán) afinaría los instrumentos musicales,
por lo que los indígenas dejan cerca de la vertiente, durante una noche, sus guitarras,
violines y bandolines. Los rituales en la cascada de Peguche les bendice para conseguir
las metas propuestas.
Es destacable la fiesta del Inti Raymi (solsticio de junio), que incluye el baño de
purificación, como uno de los ritos más importantes que cumple la población indígena
una vez al año. Se realiza en la media noche del 21 de junio, en lugares considerados
sagrados, como cascadas, vertientes o pogyos. A decir de sus informantes, el baño les
libera las malas energías, atraen buenos espíritus y les prepara para la fiesta que se
demorará al menos siete días más.
119
Por otra parte, la fiesta del Pawkar Raymi (equinoccio de marzo) se constituye en
el tiempo del florecimiento, momento para la realización del ritual denominado sisa ñawi
mayllai o tumarina pukllay, que traducido al español, sería “juego ceremonial con agua
y flores”. El ritual se desarrolla la víspera del miércoles de ceniza, antes de las nueve
horas, para el que las mujeres consiguen y mezclan flores de plantas silvestres con agua
proveniente de fuentes o vertientes sagradas, a las que se les atribuyen propiedades
curativas y de energización. Luego, según McGuffin (2012), de manera pública, las
mujeres colocan en primera instancia la mezcla en la cabeza de sus padrinos y ahijados,
luego en las demás personas de la comunidad que deseen participar en el ritual. Aunque,
en la misma fecha algunas familias hacen el mismo ritual en sus hogares, como símbolo
de respeto y purificación.
Las mujeres indígenas son las llamadas a conseguir el agua pura o sagrada, que
se constituye en un requerimiento para todos los rituales. La razón obedece al espíritu
femenino que los indígenas han otorgado a las vertientes, lluvias, lagunas y quebradas.
Por tanto, las mujeres son quienes van en su búsqueda y, a la vez, mezclan con otros
elementos esenciales, aunque la mayoría de rituales aún son realizados por los hombres.
7. EDAFOLOGÍA Y APROVECHAMIENTO
DE LOS SUELOS
Para que la Madre Tierra no muera
Madre Tierra
Para que la Madre Tierra
no muera
volvamos a danzar
alrededor del Sol y de la Luna
la danza del cóndor
la serpiente, el venado
dejemos que nuestros corazones
se desborden en cataclismos
y engendremos el vacío
con nuestras palabras
dialoguemos en círculo, en el día
y en media luna, en la noche
hablemos en tiempo de ayer
de ahora y de mañana
con nuestros Yayas
y nuestros Wawas
encendamos con nuestro futuro
los contornos de todos los caminos
avancemos como águilas
a través de todas las vicisitudes
e imprimamos en ellas
la armonía de nuestros sueños
Vigilemos con los más
sofisticados radares
la integridad de sus venas
su aliento, su espíritu
sus manos, sus manos
constructoras del futuro
del sueño, la ternura
del hermoso murmullo
de la vida
Ariruma Kowii
Poeta, Pueblo Otavalo
123
Fuente: Cartografía del Instituto Geográfico Militar (2010), INEC/ESPAC (2012); GADP-I y otros (2005), GPI (2015). Elaboración Propia
.
127
Los suelos predominantes son los Inceptisoles que corresponden a las zonas
subhúmedas y húmedas, son suelos volcánicos recientes, muy jóvenes, por lo que se
encuentran poco evolucionados y desarrollados, con escasa materia orgánica. Se
encuentran en los cantones de Pimampiro, Otavalo, Urcuquí, Cotacachi e Ibarra
(exclusivamente en las faldas del volcán Imbabura y en las parroquias de la Carolina y
Lita), ocupando una superficie de 271.589,62 ha.
Los suelos ideales para la actividad agrícola son los Mollisoles, de color oscuro, ya
que se forman a partir de los sedimentos minerales localizados en climas templados,
húmedos, semiáridos y también fríos. Además, poseen gran cantidad de materia orgánica
y su formación granular posibilita la absorción de agua y la circulación de aire, por lo
que son suelos fértiles, productivos y no requieren adicionar demasiados fertilizantes en
procesos agrícolas. Este suelo está en el cantón Pimampiro (parroquias de San Francisco
de Sigsipamba, Mariano Acosta y parte de la cabecera cantonal); Ibarra (parroquias de
Ambuquí, La Esperanza, Angochagua); Antonio Ante (Chaltura, Imbaya); Cotacachi
(Imantag) y Urcuquí (Cahuasquí), con una superficie de 102.404,91 ha.
En tercer lugar, se encuentran, aunque con una extensión más reducida, los
Entisoles, bastante raquíticos por su reducido espesor, jóvenes y con escaso desarrollo,
por lo que son muy pobres en materia orgánica y con un porcentaje elevado de fragmentos
rocosos. Se localizan por las Parroquias de Chugá (Pimampiro), Ambuquí (Ibarra) y
González Suárez (Otavalo) con una extensión de 37.883,37 ha.
A esta clasificación, Rosero (2011, p.18) agrega los suelos Oxisoles, que los
definen como “suelos con un grado avanzado de intemperización en donde predominan
los procesos de transformación y pérdida por lavado. Por lo tanto, son suelos de baja
fertilidad y humedad, con alta permeabilidad”.
En el Mapa 8 y en la Tabla 10, se observan los usos potenciales de los suelos que
se encuentran en el territorio de los pueblos kichwas de Imbabura.
Mapa 8
Uso potencial de los suelos, en el territorio kichwa
Fuente: Cartografía del Instituto Geográfico Militar (2010); INEC/ESPAC (2012); Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca del Ecuador
(MAGAP, 2014). Elaboración Propia.
131
Tabla 10
Vocación del suelo en el territorio kichwa
Los estudios del INEC-ESPAC (2012) indican que los cultivos permanentes
ocupan 15.174 ha; los cultivos transitorios y barbecho 17.644 ha; las tierras en descanso
2.757 ha; los pastos cultivados 57.667 ha; los pastos naturales 42.141 ha; los páramos
con 22.825 ha; los montes y bosques 109.107 ha y otros usos con 2.770 ha.
Reciprocidad
0,00 100000,00200000,00300000,00400000,00500000,00600000,00
Estas zonas de vida se han realizado con la base cartográfica del IGM (2010), con
las capas provinciales proporcionadas por el GADP-I (2010, 2012) y las bases de datos
del MAGAP y GADP –I (2012) y del Ministerio del Ambiente (2012). Estas zonas tienen
su mayor extensión por encima de los 2.600 msnm.
En el valor y uso de las plantas han colaborado de manera especial las parteras de
los pueblos Karanki y Otavalo. Hay que mencionar que, para los indígenas imbabureños,
el consumo de infusiones y aplicaciones tópicas de las plantas sigue siendo su primera
opción antes de acudir al servicio médico de la parroquia o cabecera cantonal, no siendo
necesario en la mayoría de casos. A lo largo de la investigación han participado 381
personas, 237 del pueblo kichwa Otavalo, 99 del pueblo Karanki y 45 del pueblo
Natabuela, referenciándose los nombres científicos, comunes y en lengua kichwa.
En este epígrafe se irán explicando las características de las zonas de vida y sus
ecosistemas, al igual que los usos y aprovechamiento de las especies de flora y fauna y
sus usos. Sería pretencioso y no es el objetivo de esta investigación hacer un estudio
minucioso de todo ello por la magnitud que encierra, por lo que únicamente exponen las
más representativas en lo que respecta a la medicina, alimentación, industria,
ornamentación y otras.
A) En el piso más alto se encuentra la zona Páramo subalpino, por encima de los 3.300
msnm. En esta zona se identifican tres ecosistemas (Ministerio del Ambiente, 2012):
- Herbazal del Páramo, entre los 3.400 a 4.300 msnm, con una temperatura media de 6,9°
C, precipitaciones de 1.433 m. Este ecosistema está localizado en el cantón Cotacachi,
en las parroquias de Plaza Gutiérrez (la zona alta de Tablachupa) e Imantag (Piñan); en
el cantón Urcuquí, en las parroquias de San Blas, Cahuasquí, Buenos Aires (sector
Chinchiví), con una reducida población indígena. Los suelos son ricos en materia
orgánica, con gran cantidad de agua y excelente fuente de regulación hídrica, pero
vulnerables a la quema del pajonal, sobrepastoreo y reforestación con especies ajenas.
- El ecosistema Arbustal siempre verde y Herbazal de páramo se localiza entre los 3.300
y los 3.900 msnm, con una temperatura promedio de 7.3° C y precipitaciones de 1.407
mm. Su vegetación (3,0 m de altura) es dispersa alternando con pajonal (1,20 m de alto).
Presenta el 5,49% de intervención humana, siendo muy vulnerable a la quema del
140
- El Herbazal inundable del páramo, localizado entre los 3.300 a 4.500 msnm, con
temperaturas de 7° C y precipitaciones de 1.286 mm, presenta una escasa intervención
humana. Son humedales que están formados a modo de cojines o parches flotantes de
vegetación, siempre y cuando exista balance hídrico positivo. Se encuentra en el cantón
Cotacachi, en la parroquia Imantag; en el cantón Otavalo, en Mojanda y en el cantón de
Ibarra, en la Parroquia de Angochagua, de población kichwa Otavalo y Karanki. Este
ecosistema puede ser vulnerable al sobrepastoreo, a los sistemas de drenaje y a la
eutrofización y transformación.
Los actuales indígenas de Imbabura ocupan este ecosistema como legado de sus
ancestros. La geografía de alta montaña fue de interés en los procesos sociales, culturales
y económicos de estos pueblos andinos. La forma de adaptación al medio se pudo haber
realizado en función de los ciclos alimentarios y reproductivos de la fauna asociada a su
existencia.
La flora más representativa de la zona páramo, es la paja (Agrostis foliata Kook f);
Calamagrostis intermedia y Paspalum bonplandianum (Poaceae) y Rhynchospora
schiediana (Cyperaceae). Sin embargo, según Aguilar, Ulloa e Hidalgo (2001), con el
tiempo y por la influencia antrópica estas especies pueden transformarse y dar lugar a la
sucesión de otras, como los musgos y las hepáticas (Briofitas); Ranunculus peruvianus
(Ranunculaceae) y Juncus peruvianus (Juncaceae). También existen especies arbustivas
como el cerote (Hesperomeles obtusifolia, Rosaceae) y la Pentacalia andicola
(Asteraceae).
Por otra parte, la achicoria (Cichorium intybus) produce un látex con propiedades
purgantes, mientras que su raíz tostada y filtrada, mediante infusión o tónico, es diurética,
por lo que, los indígenas la utilizan para tratar problemas de hígado, riñones y, por su
amargor, las mujeres se la colocan en sus pezones para que sus hijos dejen la lactancia.
142
Otra planta es la flor de ñachak o en kichwa nachak sisa (Bidens humilis), utilizada
como tópico para secar el ombligo de los recién nacidos, también para desinflamar
escaldaduras, para las infecciones de los ojos y para curar la sordera. Además, como
infusión y mezclada con otras plantas ayuda a disminuir el flujo vaginal, curar el colerín,
los riñones, afecciones del hígado, la ictericia, contusiones, facilita el parto y tiene
beneficios expectorantes. Los tintes de las flores son utilizados para teñir hilos y telas.
La cola de caballo, caballo chupa (Equisetum arvense) se utiliza por los indígenas
mediante infusión para limpiar la sangre, tratar el acné, las afecciones del hígado y los
riñones; la insolación; el dolor de cabeza y de espalda; la presión alta; las menstruaciones
excesivas; las hemorragias nasales y las inflamaciones.
Otra planta comestible es el urku chocho o pamba chocho (urku chocho), cuyos
frutos y semillas se consumen por humanos y animales y, a partir de las semillas, se
extrae alcohol triterpénico o lupinol, usado como insecticida, mientras que en la medicina
las hojas son útiles para curar sarpullidos de la piel.
La taruga sisa, taruka yuyu, taruka caho, nillus o taryga sisa (Halenia weddelliana
Gilg) se utiliza como forraje para animales y, además, en medicina sirve para el
reumatismo y los problemas mentales.
El laurel (Laurus nobilis) posee una raíz fijadora de nitrógeno y se utiliza mucho
en la construcción de viviendas, fabricación de arados, elaboración de artesanías e
imágenes.
Según Aguilar, Ulloa e Hidalgo (2001) la flora que contribuye al equilibrio del
ambiente son algunas especies de musgos y las hepáticas (Briofitas) por su alta capacidad
de almacenar agua y liberarla poco a poco. Así, la washila/hapapu hata (valeriana
officinalis) es una planta usada como protector climático en la agroforestería. El cerote
(Hesperomeles obtusifolia, Rosaceae) es ideal para reforestar, su hojarasca es excelente
abono y las flores adecuadas para la apicultura. El orejuelo chitsik (Hydrocotyle
bomplandii A. Rich) es una especie para evitar la erosión de los suelos en los ecosistemas
altos, al igual que la Filigrama. La planta curaca es requerida para la agroforestería, como
cercas vivas, como ocurre con la puka chaklla inchi, chaklla o patio fichana, más
conocida como arete de inca.
Para los kichwas de Imbabura, los árboles se constituyen en las ventanas que tiene
la tierra para recibir la energía y mantener la fertilidad de la tierra. Esta población
demuestra el respeto a la madre naturaleza o pachamama a través de los mitos,
ceremonias, relaciones socioeconómicas y patrones culturales que se han arraigado a
través del tiempo y que actualmente se visualizan en la celebración de las diferentes
fiestas tradicionales asociadas a diferentes ciclos de la naturaleza.
La fauna a nivel de páramo en Imbabura es cada vez más escasa, sobre todo en lo
referente a los reptiles y anfibios. Algunas de las especies de mamíferos y aves más
representativa de este ecosistema, en sus diferentes categorías, son el oso de anteojos
(Tremarctos ornatus), la danta (Tapirus pinchaque), el venado (Odocoileus virginianus y
peruvianus), el zorro de páramo (Lycalopex culpaeus), el cóndor andino (Vultur
gryphus), el conejo (Silvilagus brasiliensis), el ciervo enano (Pudu mephistophiles), el
lobo (Psedolopex culpeus), el puma (Puma Concolor), la cervicabra (Mazama rufina), el
puerco espín andino (Coendou quichua), el venado de cola blanca (Odocoileus), los
ratones de campo (Thoniasomys y Akodon), los ratones marsupiales (Caenolestes spp.)
y las musarañas (Cryptotis spp).
Entre las aves, destacan los gavilanes de varios géneros (Buteo, Parabuteo,
Geramoaetus y Circus), el águila de páramo (Geranoaetus melanoleucus), el curiquingue
(Phalcobaenus carunculatus), el cóndor (Vultur gryphus), el quilico (Falcos sp); el
zumbador (Gallinago spp), las golondrinas (Notiochelidon murina) y algunas especies de
colibríes.
145
B) Por debajo de la zona Páramo, se encuentra la del Bosque muy Húmedo Montano,
localizado entre los 2.500 y 3.700 msnm, que ocupa en el territorio kichwa 48.154,74 ha
y, como se aprecia en el Mapa 9, en esta zona se concentra al menos el 78% de la
población indígena de Imbabura. Para mayor detalle y ubicación de las poblaciones
indígenas dentro de esta zona de vida, se establecen dos ecosistemas en función de la
clasificación que dispone el Ministerio del Ambiente (2012): el Bosque siempre verde
Montano Alto de la Cordillera Occidental de los Andes y el Bosque siempre verde
Montano Alto de la Cordillera Oriental de los Andes.
El primero se extiende desde los 2.500 a los 3.400 msnm, con temperaturas medias
de 10,1° C y precipitaciones de 1.236 mm, actualmente presentan un 2,01% de
intervención humana.
Dentro de los usos de la flora silvestre, destaca la malva (Malva sylvestris), con
propiedades desinflamatorias y regeneración de la flora intestinal; la escobilla
(Brachyotum ledifolium) y los aretes del inca o pucachaglla (Berberis conterta) se usan
por las mujeres indígenas para facilitar el parto a través de su infusión. Además, se
utilizan con frecuencia para cercas vivas y sus flores adornan las capillas e iglesias de las
poblaciones indígenas.
La chilka blanca (Baccharis latifolia –Ruiz y Pav), de hojas que se usan para
problemas reumáticos y, en medicina ancestral, para limpiar el espanto y mal viento. La
chilka negra (Baccharis macrantha Kunth) es muy apropiada para curar el espanto. La
flor de ñachak/ñachag cura los cálculos renales y también sirve de alimento para
animales y fines ornamentales. Estas tres plantas son perennes.
147
La orejuela (arracacia montana L) sirve para alimentar a los cuyes, sobre todo en
verano. El alpacoral (Bomarea multiflora L.f.) y la fucuna (Schinos molle) con flores
ornamentales. El pumamaqui se traduce como “mano o garra de puma” (Oreopanax
ecuadorensis Seem), es muy útil para prevenir la erosión de los suelos.
En las vertientes, quebradas y ríos que atraviesan los bosques viven algunos peces
como la trucha de río, al igual que algunas especies de ranas del género Eleutherodactylus
y Atelopus. Entre las aves existe gran variedad de colibríes.
C) El Bosque Húmedo Montano se localiza entre los 2.500 y los 3.000 msnm, por
debajo del Bosque muy Húmedo. No obstante, en ocasiones hay lagunas zonales y falta
la zona del Bosque muy Húmedo, por lo que la del Bosque Húmedo Montano entra en
contacto directo con el Páramo. Presenta una topografía que va de montañosa a
escarpada. En el territorio correspondiente a los pueblos kichwas de Imbabura la
vegetación está relativamente conservada y su gran humedad posibilita actividades de
pastoreo. A esta zona, corresponden los asentamientos e intervención de los pueblos
kichwas Otavalo, Karanki y Natabuela. La mayoría de ellas se encuentran muy dispersas
en la zona alta de los cantones de Pimampiro, Antonio Ante, Ibarra, Otavalo y Cotacachi.
En este bosque húmedo muchas de las plantas se utilizan como fuente medicinal,
fundamentalmene para dolencias estomacales, resfríos, enfermedades de la piel y,
además, para fines místicos.
Con características similares a esta zona del Bosque Húmedo Montano, se podrían
establecer dos subtipos, más localizados, que no obstante ocupan una franja altitudinal
más amplia, entre los 2.000 y los 3.100 m.: el Bosque siempre verde Montano de la
Cordillera Occidental de los Andes y el Bosque siempre verde Montano del Norte de la
Cordillera Oriental de los Andes.
D) El Bosque Seco Montano Bajo, que se extiende entre los 2.000 y los 3.000 msnm,
viene a coincidir prácticamente con la misma franja altitudinal que el Bosque Húmedo
151
precedente, pero en zonas de sotavento, con precipitaciones bastante más reducidas por
el efecto Foenh y otras variaciones microclimáticas según la altura y la orientación. La
vegetación primaria ha sido alterada completamente y la escasa vegetación se reduce a
asociaciones de árboles de eucaliptos (Eucalyptus globulus Labill), cipreses (Cupressus
sempervirens) y pinos (Pinus sp) de repoblación. Por otra parte, su paisaje está cubierto
de cultivos de subsistencia.
E) El Bosque Húmedo Montano Bajo se encuentra en las zonas más bajas, entre los
1.400 y los 2.000 msnm, dentro del Callejón Interandino, está muy disperso y forma parte
de las estribaciones externas de la Cordillera Occidental y Central. De acuerdo con el
Ministerio del Ambiente (2012) a esta zona también se le puede denominar Bosque
siempre verde montano bajo de Cordillera Occidental de los Andes, con un 6,57% de
intervención humana, posee temperaturas promedio de 16.3°C y precipitaciones de 2.800
mm. Esta zona posee una abundante biodiversidad, con un piso arbóreo que alcanza entre
25 y 30 metros de altura, aunque la población kichwa en este lugar es muy escasa. Es
vulnerable a la producción minera, hidroeléctrica, forestal, agropecuaria y vial.
Este bosque está presente en el Cantón Cotacachi, zona de Intag, en las parroquias
de García Moreno (proyecto Cielo Verde) y Junín (en proceso Proyecto Minero
Llumiragua); en el Cantón Urcuquí, en la parroquia de Buenos Aires (Río Verde Alto) y
en el Cantón Ibarra, en la parroquia La Carolina.
de forma intensiva los negocios de bienes raíces y construcción, ocupando sitios naturales
de gran importancia natural en el pasado.
En los últimos tres años se viene gestionando la declaración como Área Ecológica
de Conservación Municipal al Taita Imbabura por parte de los Gobiernos Autónomos
descentralizados de Otavalo, Antonio Ante e Ibarra. También se pretende el
reconocimiento por parte de la UNESCO de la provincia de Imbabura como Geoparque,
otro gran proyecto de los organismos de esta provincia.
Fragmento 3
(fragmento)
Ariruma Kowii
Poeta otavaleño
157
A falta de datos sobre la contribución sectorial del PIB para valorar el peso de cada
uno de los sectores en la economía de estos pueblos en la actualidad, se ha optado por la
distribución sectorial de la población ocupada, según se puede observar en la Tabla 11
y en la Figura 4, que se exponen a continuación.
Tabla 11
Ocupaciones de los habitantes de los pueblos kichwas, 2010
Ocupación Natabuela % Otavalo % Karanki %
Directores y gerentes 5 0,68 64 0,37 5 0,13
Profesionales científicos e intelectuales 27 3,68 209 1,20 46 1,21
Técnicos y profesionales del nivel medio 8 1,09 77 0,44 8 0,21
Personal de apoyo administrativo 19 2,59 397 2,27 58 1,53
Trabajadores de servicios y vendedores 108 14,73 2.336 13,36 209 5,50
Agricultores y trabajadores calificados 85 11,60 2.472 14,13 864 22,74
Oficiales, operarios y artesanos 230 31,38 5.712 32,66 964 25,37
Operadores de instalaciones y maquinaria 27 3,68 561 3,21 50 1,32
Ocupaciones elementales 170 23,19 3.268 18,69 1.056 27,79
Ocupaciones militares 4 0,55 8 0,05 1 0,03
no declarado 39 5,32 1.501 8,58 456 12,00
Trabajador nuevo 11 1,50 884 5,05 83 2,18
Total 733 100,00 17.489 100,00 3.800 100,00
Fuente: INEC/CPV-Censo de Población y Vivienda (2010)
Elaboración Propia.
35,00
30,00
Porcentajes
25,00
20,00
15,00
10,00
5,00
Natabuela
0,00
Otavalo
Karanki
Ocupaciones
Canción Labranza
Imbabura
(fragmento)
Para León (2013), ante la escasez de mano de obra, esta orden religiosa habría
importado entre 1680 y 1760 cuadrillas de esclavos de procedencia africana destinados a
las faenas agrícolas de la hacienda cañera, generando grandes ganancias a sus
esclavizadores. Según Padilla (2014), a pesar de la expulsión de los jesuitas del país en
1767, la situación expuesta no cambió, puesto que fueron tierras que se trasladaron a una
162
Según Ayala (2002, p. 84), esta misma Revolución Liberal propició que “desde los
años veinte se desarrollara en el Ecuador el indigenismo, que tuvo varios elementos
comunes con el que surgió en otros países andinos y en México”, en un intento inclusivo,
ya que tenía su base en la naciente burguesía comercial, que fue capaz de movilizar a
pequeños y medianos artesanos y a las incipientes organizaciones indígenas. No obstante,
la pervivencia y la fuerza de esa aristocracia terrateniente, que necesitaba y esclavizaba
a campesinos e indígenas, fue un obstáculo permanente para el desarrollo de este
proyecto liberal, así como para la reforma o la solución a la situación agraria
Lo expuesto, según Gondard y Mazurek (2001, p.16), no cambiará hasta 1964, cuando
la Junta Militar de Gobierno “dicta la primera Ley de Reforma Agraria y Colonización
(11.07.1964) así como la Ley de Tierras Baldías y Colonización (28.09.1964), y crea el
Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización (IERAC)”. A partir de este
momento, los indígenas y campesinos pasarían de trabajadores a propietarios de
pequeños lotes de terreno que apenas podían servir para una precaria economía de
subsistencia.
Es importante referir que la Reforma de 1964 tuvo como postulado básico la
eliminación de las modalidades defectuosas de tenencia y trabajo de la tierra, como el
huasipungo, la yanapa o ayuda, el arrimado, el finquero, el sembrador, el desmontero, el
pensionista y otras similares, aunque no se consiguieron erradicar las formas precarias
de explotación ni las modalidades de trabajo y de dependencia del trabajador frente al
patrono. Tal es así que, en 1970, se tuvo que promulgar la Ley de Abolición del Trabajo
163
Precario para erradicar lo que seguía siendo una explotación servil de los indígenas y
campesinos.
Para Barsky (citado por De Janvry y Glikman, 1991), la Reforma de 1964 habría
beneficiado únicamente a los terratenientes con la fijación de límites muy amplios. No
obstante, Martínez (2002) afirma que también permitió la parcelación de las tierras
comunales, aunque una gran parte se habría iniciado antes de la Reforma.
Una muestra de ello fue la parcelación de tierras comunales al pie del volcán
Cotacachi, con beneficio para 50 familias (comunidades de Eloy Alfaro y Topo Grande),
efectuada en 1947, a tan solo diez años de la expedición de la Ley de Comunas. Los
beneficiarios de esta parcelación fueron los descendientes de antiguos dueños, que les
correspondía por decreto del Supremo Gobierno de 24 de agosto de 1863, aunque la
mayoría de sus habitantes indígenas no tuvieron acceso (Martínez, 2002).
Por su parte, Viteri (2007) argumenta que esta Reforma Agraria estuvo motivada
en base a cuatro hechos fundamentales: la presión del hombre sobre la tierra, el
advenimiento del proceso revolucionario de Cuba, con efectos sobre toda América
31Sucre: Sucre: moneda del Ecuador, antes del 09 de enero de 2000, misma que fue reemplazada por el
dólar, en la presidencia de Jamil Mahuad Witt, un dólar era el equivalente a 25.000 sucres.
164
Latina, y la conformación de la alianza para el progreso y la toma del poder político por
una dictadura militar en 1963.
Más tarde, según Viteri (2007), la Ley de Fomento y Desarrollo Agropecuario del
1979 permitió el establecimiento de políticas y proyectos que han contribuido
escasamente al desarrollo rural de Imbabura y el país. Para Jordán (2003), no se lograron,
en general, aportes significativos, destinados a la mejora de las condiciones de vida de la
población indígena, debido a la todavía insuficiente organización a nivel regional y
nacional, por lo que continuó el trabajo precario.
Todavía a finales del siglo pasado, Martínez (1998, p.173) sigue constatando que
“la concentración de la tierra se mantiene en un nivel similar al de los años 70… y que,
por otro lado, existe una alta correlación entre la pobreza rural y la falta de acceso a la
tierra por parte de los campesinos pobres. Igualmente, las movilizaciones indígenas
registradas en Ecuador, tanto en 1990 como en 1994, son una clara manifestación del
descontento de los pobres del campo con respecto a la degradación de sus niveles de vida
e incremento de la pobreza”. Esta situación a criterio de Viteri (2007) impulsó la creación
de la Ley de Desarrollo Agrario y la Ley de Modernización Agrícola de 1994 y la Ley
de Tierras Baldías y Colonización en el 2004, etc.
pudieron ejercer una división de las tierras comunales, con la justificación de dar solución
al incremento de la población, a la falta de tierras y al minifundismo que no permitía ni
la subsistencia. De esta situación se beneficiaron algunos indígenas y campesinos
imbabureños, aunque no llegó a solventar unos problemas seculares, que –como la
pobreza o el minifundismo– incluso se habían arraigado todavía más.
A partir del 2006, se generarán las nuevas condiciones que reconocen de manera
decidida los derechos de los pueblos y nacionalidades ancestrales, concretándose estas
acciones en las Constituciones de 1998 y 2008. De forma particular, en la Constitución
del 2008 se inicia una nueva matriz económica, socio-ambiental, cultural y política, que
pretende conceptualmente la implantación de un Estado laico y aconfesional de derechos
y justicia para la reivindicación de los pueblos y nacionalidades indígenas, mediante la
construcción de nuevas formas de interrelaciones humanas y ciudadanas, respetando la
diversidad y orientadas a la búsqueda del Sumak Kawsay (Buen Vivir).
Por su parte, la Ley Orgánica del Régimen de la Soberanía Alimentaria del Ecuador
(2009, Art 1, p.1) “tiene por objeto establecer los mecanismos mediante los cuales, el
Estado cumpla con su obligación y objetivo estratégico de garantizar a las personas,
comunidades y pueblos la autosuficiencia de alimentos sanos, nutritivos y culturalmente
apropiados de forma permanente”. Por lo cual, esta Ley también garantiza la
conservación de la agrodiversidad y el conocimiento asociado, según el Art. 7.
últimas décadas, las comunidades habrían vendido gran parte de las tierras comunales
que se encuentran más próximas a las concentraciones poblaciones, en algunos casos
para invertir en obras relacionadas con educación, salud e infraestructura vial y para
evitar problemas respecto al usufructo. Por ello, las tierras comunales que se han
conservado principalmente en los cantones Cotacachi y Otavalo se encuentran a nivel de
páramo. Sin embargo, la tierra comunal en territorio indígena, aunque reducida, se
articula en espacios en los que se cohesiona la lengua, la cultura y la familia.
A pesar de múltiples esfuerzos por lograr una distribución adecuada de las tierras,
únicamente las reformas agrarias de 1964, 1973 y 1979 se convirtieron en los
acontecimientos más importantes en la historia del desarrollo rural ecuatoriano y, aunque
no se lograron los objetivos para los cuales fueron creadas, han permitido, no obstante,
el acceso a la tierra por parte de campesinos e indígenas en todo Ecuador. En todo caso,
según Larrea (2008, p. 12), “el Ecuador se encuentra entre los países con mayor
inequidad, tanto en el pasado como en la actualidad, e incluso en el contexto
latinoamericano”.
La población nacional entre 1950 y 2010 ha aumentado casi cinco veces (5,08) y
la población indígena se ha duplicado, tras más de cuatro siglos de pérdidas continuadas.
Este importante crecimiento demográfico ha ocasionado también la expansión de la
frontera agrícola.
En este sentido, la SENPLADES (2014) afirma que “…en el país aún existe un
modelo de desarrollo agropecuario excluyente para el campesinado y acaparador de la
tierra cultivable…” (citada por Daza, s.f, p. 5). De hecho, las pequeñas y medianas
concentran el 84,5% de las unidades de producción agraria, con una ocupación que no
rebasa el 20% de la superficie total útil. Por el contrario, la agricultura empresarial
168
representa el 15% de las “UPAs”32 , con el 80% de los suelos cultivables. En este sentido,
Quevedo (citado por Daza, s.f, p.7) indica que quienes concentran la tierra en el país “son
propietarios ligados al agronegocio y a la agroindustria, tienen representación en la esfera
pública legislativa y en gobiernos locales decidores de las políticas productivas”. Por lo
tanto, las políticas para el acceso a la tierra no reflejan un acceso justo al suelo productivo
por parte de los campesinos e indígenas, a quienes les entregaron o se tuvieron que
refugiar en las tierras de altura y laderas menos productivas o con más dificultades.
promedio de 10 has, pero al mismo tiempo existe un mosaico de lotes que oscilan entre los
500 y 5 hectáreas.
El pueblo Natabuela, en las dos últimas décadas ha vendido gran parte de la tierra
cultivable a la población mestiza, normalmente con fines urbanísticos por su proximidad
a la ciudad. Sin embargo, los escasos agricultores que conservan sus parcelas, cultivan
entre los 400 m2 y 2 hectáreas.
Los tres pueblos presentan realidades productivas similares, incluso con los demás
pueblos indígenas de la región interandina. Para el caso de Imbabura, las actividades
agrarias se desarrollan en zonas de pendientes suaves a moderadas, reservando la
agroforestería para las zonas de pendientes más escarpadas. Los pueblos kichwas Otavalo
y Karanki, aunque de forma más minoritaria, también se dedican a la agricultura intensiva
bajo invernaderos y a la producción pecuaria (planteles avícolas y porcinos), a la vez que
construyen infraestructuras productivas agrícolas (silos y canales de riego).
Por otra parte, los tres pueblos indígenas, complementan sus ingresos económicos
con otras actividades productivas y laborales, relacionadas fundamentalmente con la
artesanía y con el turismo comunitario, aunque no todos se benefician de estos ingresos.
Son importantes también los flujos de las remesas de los emigrantes, aunque con una
notable reducción en los últimos cinco años.
De acuerdo con Nieto y Vicuña (2015, p.5), los asentamientos kichwas están
sujetos a grandes riesgos y mayores vulnerabilidades que los demás grupos étnicos, por
su ubicación en ecosistemas marginales para funciones productivas. Entre los riesgos, se
mencionan “nevadas, heladas, granizadas, sequías, inundaciones, vientos destructivos,
etc (…) el uso agropecuario incompatible con la aptitud natural del uso de la tierra se ha
convertido en una de las principales causas de la pobreza rural y la desnutrición”.
A veces las parcelas son tan pequeñas, que apenas queda espacio para la
construcción de una vivienda. No obstante, la tierra (individual y colectiva) y lo que
existe en ella es, en la mayoría de los casos, el único patrimonio familiar y comunal.
Peralta y Caicedo, 2000, p. 10) explica, que además “está integrada a un sistema de uso
de la tierra y a una realidad social, cultural y económica, dentro de una zona ecológica
determinada”.
Tabla 12
Tipos de productores en el territorio kichwa
Es importante mencionar que la mayoría de las familias kichwas que habitan en las
zonas rurales de Imbabura poseen chacras agrodiversas, en las que cultivan, sobre todo,
raíces y tubérculos, hortalizas, frutales nativos y plantas medicinales. Asimismo, la
mayoría de familias aprovechan como fertilizante el abono orgánico de los residuos de
animales y vegetales.
El mapa sobre uso agrícola y pecuario del territorio kichwa permite apreciar la gran
dispersión de las poblaciones indígenas, muy apegadas al territorio y a la proximidad a
sus tierras de cultivo como consecuencia de la dificultad de los desplazamientos y del
acceso a las mismas. Al mismo tiempo, se delimita la ocupación de las tierras agrarias
por cada pueblo indígena, correspondiendo la mayor extensión al pueblo Otavalo, en
función de su mayor proporción de habitantes, si bien es el pueblo karanki el que se
dedica en mayor medida a la actividad agraria.
Mapa 10
Uso agrícola y ganadero en el territorio kichwa
Fuente: Cartografía del Instituto Geográfico Militar (2010); MAGAP/SINAGAP (2001); MAGAP/ESPAC (2015); Ministerio de Agricultura, Ganadería,
Acuacultura y Pesca del Ecuador-(MAGAP, 2014). Elaboración Propia.
177
6,57 Otros
6,23 Vegetales
29,32
Productos agrícolas
Papa
21,45 Chocho
1 16,1 Quinua
9,33 Cebada
21,56 Trigo
30,32 Fréjol
Maíz 48,85
0 10 20 30 40 50 60
Porcentaje
Se consumen casi a diario, de una u otra manera, maíz, frejol y papas, que se
constituyen en los alimentos básicos de la dieta indígena.
Actualmente, el maíz goza de gran prestigio social entre los países andinos,
llegando a ser el motivo de inspiración poética y artística en la cultura popular. Los
propios habitantes, especialmente del pueblo Otavalo (2014-2016), explican que un ramo
elaborado con los tallos de maíz y previamente bendecido en la iglesia (sacerdote y agua
bendita), se coloca en el corredor o parte posterior de la casa para proteger al hogar de
los malos espíritus. Este mismo uso tendría en la chacra.
33 Aynis: se constituía en un sistema de trabajo de reciprocidad familiar entre los miembros del ayllu para
la realización de trabajos agrícolas y en las construcciones de viviendas.
180
Tabla 13
Variedades de maíz cultivado en el territorio kichwa 2014 -2016
Grupo Variedades
Zea mays amylacea o maíz suave. Huandango
Maíz colorado puntiagudo.
Maíz harinoso dentado
Maíz harinoso cónico.
Maíz o sara blanco o Yarag-Sara.
Maíz o sara amarillo suave o sapón.
Maíz Chaucha (Amarillo)
Mishca Sara
Zea mays everta o canguil; Zea mays amilasa Carapalí mediano
icharata o maíz dulce
Carapalí blanco con puntos rojizos.
Tumbaque grueso.
Tumbaque chato.
Tumbaque de color pardo y tierno.
Huaco sara
Maíz Blanco
Chulpi maíz dulce.
Maíz Negro o cusco.
Canguil Negro
Canguil Blanco
Maíz Chillo
Catalina Sara
Yura Pintado
Yura Blanco, Yura Sara
Amarillo Pintado
Tzapa Sara
Racu Sara
Bola Sara
Yana Sara
Mulato Sara
Puca Haundango Sara
Racu Puca Sara
Sangre De Cristo
Julin Sara
Zea mays indurada o maíz morocho. Morocho Blanco
Sabanero ecuatoriano
Montaña
Uchima
Tusilla
Morochillo
Perlilla
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa de Imbabura (2014- 2016);
UNORCAC (2015).
Elaboración Propia.
La población indígena consume la quinua al menos una vez por semana, en forma
de sopa, aunque en los emprendimientos turísticos, se ha desarrollado una gran variedad
de productos como barras energéticas, cereales, granolas, chocolates con quinua, mezclas
de harina, pop de quinua, hojuelas, papillas, galletas, pan, pastas, pinol, etc.
Tabla 14
Variedades de quinua cultivada en el territorio kichwa 2014 -2016
Grupo Variedades
Quinua/Quinoa Quinoa Chaucha
Tunkahuan (1992).
Quinua Cohaquí (amarga).
Quinua INIAP Imbaya.
Pata de Venado o Taruka Chaki, dulce (Variedad
INIAP 2007).
Quinoa Sara
Quinoa Dulce
Quinoa Negra
Ataco Quinoa
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa de Imbabura (2014- 2016);
UNORCAC (2015). Elaboración Propia.
Las variedades expuestas han sido ampliamente estudiadas por el INIAP, desde
1983, mediante la creación de un banco de germoplasma y, aunque, encontraron quinua
con gran rendimiento, algunas registraban alto concentrado de saponina y fueron
descartadas por su amargor. Actualmente, los indígenas kichwas cultivan dos variedades
182
de quinua con bajo nivel de saponina, denominadas Tunkahuan y Pata de venado, que
son idóneas para la exportación.
Tabla 15
Comparación de proteínas, entre algunos productos andinos
Entre los usos del amaranto se destaca la jaucha, que consiste en la preparación de
una ensalada con hojas sudadas; una bebida con aguardiente; cremas; sopas y otros
productos semejantes a la quinua. Por otra parte, también se aprovecha para la
elaboración de balanceados para la alimentación animal. En la Tabla 16, se presentan las
variedades de amaranto cultivadas en el territorio kichwa de Imbabura.
183
Tabla 16
Variedades de amaranto registrado en el territorio kichwa 2014 -2016
Grupo Variedades
Amaranto Amaranto Blanco o Rubí
Amaranto Negro
Amaranto Alegría- INIAP.
Amaranto Castilla
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa de Imbabura (2014- 2016);
UNORCAC (2015).
Elaboración Propia.
Tabla 17
Cereales registrados en el territorio kichwa 2014 -2016
Grupo Variedades
Avena Avena Santa Catalina.
Trigo Allimuyu Trigo
Trigo, INIAP-Imbabura 2014
Puka Trigo
Chamorro Trigo
Atacazo Trigo
Yana Trigo
Trigo blando Chimborazo.
Trigo blando Cojitambo.
Trigo blando Crespo.
Trigo blando Quilindana
Trigo blando Sibambe.
Cebada Llucho Cebada ( Cebada Pelada)
Kari Cebada
Shyri 2000
Atahualpa 92.
Duchicela (cerveza).
Rita pelada y jazmín
Dos filas.
Shyri 8
Clipper
Calicuchima
Criolla Franciscana.
Cañicapa
Pacha 2003
Dorada
Jazmín cardo
Shyri 43
Trenzilla
Centeno Centeno
Centelina
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa de Imbabura (2014- 2016);
UNORCAC (2015). Elaboración Propia.
Por su parte, los productores de cebada prefieren la variedad Cañicapa 2003 por su
adaptación bioclimática y por su resistencia a las plagas y a las enfermedades como la
roya. Es más frecuente la siembra de la cebada que la del trigo, ya que los indígenas la
consideran más rentable.
El fréjol de color rojo y morado moteado se adquiere por medio del programa de
alimentación del Gobierno para el sistema escolar público del país. Peralta, Murillo,
Mazón, Monar, Pinzón y Rivera (2010) explican que uno de los mercados potenciales
para la comercialización del fréjol rojo y morado moteado podría ser Colombia, mientras
que los granos de color amarillo o canario son más aceptables en el mercado nacional, al
igual que el fréjol blanco grande, que se consume especialmente durante la Semana
Santa, con el tradicional plato de la fanesca.
Tabla 18
Variedades de fréjol registradas en el territorio kichwa, 2014-2016
Variedades
Cargabello Manta negra Colorado Bolón bayo. Caca De Conejo
moteado rojo.
Bolón Rojo Mantequilla Canario Allpa Poroto Bolón Pintado
Imbabello Cholo Yungilla. Poroto Blanco, Jatun Canario
Yura Alpha
Poroto
Boca negra o Blanco Blanco Poroto Negro, Bolón Largo
castilla Yana Poroto
Killu Misturiado Matambre Negro Yura Popayan/ Jatum Rosado Puca Vaca
Sacha Poroto Poroto Pintado Poroto
Sucu Misci Poroto Pishco Lulun Poroto Conejo Puca Alpha Racu Pintado
Poroto Poroto Poroto
Killu Alpha Poroto Popayan Morado Poroto Campeón Puca Pintado Sucu Poroto
/Gallo Pintado
Killu Canario Popayan Pintado Poroto Capulí Puca Poroto Sucu Alpha
Poroto
Sucu Pintado Sucu Rayado Capulí Poroto / Yana Vaca Poroto Yura Racu
Yana Sucu Poroto Poroto
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa de Imbabura (2014- 2016);
UNORCAC (2015); Peralta, Murillo y Mazón (2009).
Elaboración Propia.
La arveja, haba, lenteja y chocho son leguminosas que poseen proteínas entre un
20 y 46%, por lo que también son muy idóneas para la alimentación humana (Peralta,
Murillo, Caicedo, Pinzón y Rivera, s,f). Estos productos se cultivan por la población
indígena de Imbabura, básicamente con fines de subsistencia (Tabla 19)
187
Tabla 19
Variedades de arveja, haba, lenteja y chocho regi stradas entre el 2014-2016
Grupo Variedades
Arveja Andina
INIAP 436.
Arveja chaucha
Nativa/ arvejón.
Quantum.
Lojanita
Verde
Rosada
Lojana
Arveja verde
Haba Habilla
Quitumbe
Haba chaucha
Serrana
Haba roja / Puca haba
Haba gruesa
Haba axila roja
Haba pequeña /Jantzi haba
Lenteja Sucu penteja
Lenteja blanca
INIAP 406
Nacional
Putza
Chocho Chocho negro rojizo
Chocho blanco
Chocho ojo negro
Chocho chaucha
Andino
Común
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa (2014- 2016); UNORCAC (2015),
Peralta y Caicedo (2000); Peralta y otros (s.f)
Elaboración Propia.
Tabla 20
Variedades de raíces y tubérculos registradas en el territorio kcihwa 2014 -2016
Grupo Variedades
Papa Superchola
Gabriela
Fripapa
Suprema
Leona
Uvilla
Leona
Chaucha
Semichola
Cecilia
Rosita
Capira
Papa Esperanza
Arapapa
Papa Roja Blanca
Chola
Violeta
Uva
Papa Chaucha Negra
Papa Chaucha Amarilla
Papa Chaucha Blanca
Papa Chaucha Zuninegra
Jardinilla Bola
Leona
Uchu Rumi
Papa Margarita
Papa Rosa
Cachu Papa
Papa Manzana
Papa Cuchi Ishpa
Talla Papa
Yura Cachupapa
Yana Cachu Papa
Curipamba
Pan de Azúcar
Papa Chola
Papa Uva
189
Papa Violeta
Papa Yungara
Papa Maria
Papa Yura Chuchu
Papa Uchú
Melloco Melloco Redondo Rosado
INIAP Quillu-94
Caramelo
Criollo
Melloco Redondo Amarillo
Melloco Redondo Blanco
Zanahoria Zanahoria Blanca
Zanahoria amarilla
Emperador
Zanahoria Negra
Mashua Mashua Negra
Mashua Amarilla
Oca Oca Negra
Oca Blanca
Oca Amarilla-Huaisto
Oca Roja
Oca Sangre De Criso
Camote Camote Morado
Rosado
Papa Camote
Pulpa blanca cremosa
Camote Blanco
Pulpa morada
Pulpa anaranjada
Pulpa amarilla
Camote Zapallo
Jícama Jícama
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa de Imbabura (2014- 2016);
UNORCAC (2015); Barrera, Tapia y Monteros (2004)
Elaboración Propia.
Las hortalizas, que en tiempos ancestrales se conocían con las palabras kichwas
yuyu y llullus, se referían a las plantas tiernas comestibles, de frecuente consumo entre
190
Grupo Variedades
Sambo Sambo Verde
Sambo Blanco/ Yura Muyu Sambo/ Sambo Limón
Sambo Rayado
Sambo Kileño / Sambo Largo
Yura Sambo / Sambo de Leche
Yura Urcu Sambo/ Mate Lomón
Zapallo Zapallo Guayaquil
Zapallo Rionio
Zapallo Comida Amarilla
Sambo Zapallo
Achogcha Achogcha Hembra
Ají Ají Misma
Ají Rocoto Rojo
Ají Rocoto Amarillo
Col Col de Palo Verde
Col de Palo Repollo
Col de Palo Morada
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa de Imbabura (2014- 2016);
UNORCAC (2015), MAGAP (2013)
Elaboración Propia.
Entre los productos expuestos, sobresale el sambo o calabaza, una planta trepadora,
de la que se utiliza el fruto, muy apreciado por la población indígena, en particular
durante la Semana Santa, para preparar la tradicional fanesca, una combinación del
sambo con gran variedad de granos tiernos. Por su parte, el ají es uno de los alimentos
que se mantienen vigentes desde tiempos ancestrales y nunca falta en la alimentación
cotidiana de los pueblos indígenas. Algo similar ocurre con la col.
Los frutales nativos no sólo poseen un importante contenido nutricional, sino que
permiten generar ingresos económicos a las familias indígenas que los cultivan, con gran
impulso en los últimos quince años. Entre los emprendimientos, es destacable la
microempresa Sumak Mikuy (excelente comida), creada en 2007, conformada por cien
familias de Cumbas Conde (30 parcelas), Guananí y Piñán, que estarían obteniendo entre
300 y 400 dólares mensuales. Es un proyecto que se creó para promover el rescate de la
agricultura andina tradicional y la potenciación de los ingresos de las comunidades
indígena implicadas.
Tabla 22
Frutales nativos el territorio kichwa, 2014-2016
Grupo Variedades
Mortiño Mortiño
Chamburos Chamburos (Carica chrysopotala)
Gualicón Gualicón
Capulí Capulí (Prunus serótina).
Mora Mora De Monte / Sacha Mora
Mora Blanca Espinuda / Yura Casha Mora
Mora De Castilla/Mushu Mora
Mora De Monte Amarilla /Killu Sacha Mora
Mora De Monte Negra / Yana Sacha Mora
Taxo Taxo Silvestre/ Guarmi Ullaguanga Taxo
Anga Taxo
Uvilla Urku Uvilla
Uvilla criolla.
Uvillas
Chilguacán
Chamburo
Chímbalo
Chupalón
Muti Pila
Urcu Pepino
Chugunda
Higos
Uchu Muyu
Granadillas
Chugunda
Quellilo
Pisco Canlla
Piki Muyu
Tomate de árbol Tomate de Árbol Amarillo
Tomate de Árbol Mora
Tomatillo
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa (2014- 2016); UNORCAC (2015).
Elaboración Propia.
Las frutas nativas son parte esencial de la alimentación cotidiana de los tres pueblos
indígenas, en mayor o menor grado de consumo, especialmente en las zonas rurales,
aunque no llegan a consumirse en la misma proporción que otros alimentos mencionados.
De la misma manera, los tres pueblos indígenas consumen de forma cotidiana las
plantas medicinales, la mayoría de ellas cultivadas en sus propias chacras,
192
convirtiéndose en la primera opción antes de optar por los servicios médicos. Entre las
plantas de uso cotidiano, se pueden mencionar la “manzanilla”, para aliviar el dolor de
estómago; la “malva”, con propiedades desinflamatorias; la “cola de caballo”, para los
riñones; el “platanillo”, para las manchas; la “casa marucha”, para la próstata; la
“mosquera”, para los hongos; el “toronjil”, para los nervios; el “ajenjo”, para la artritis;
el “frutipan”, para la diabetes; la “ruda”, para curar el espanto y el mal aire; la “borraja”,
para la tos; la “seguidora”, para la suerte; la “sábila”, para aliviar problemas gástricos,
etc. De manera más extensa, ya se expuso en el apartado de biodiversidad el uso de
plantas medicinales por parte de las poblaciones indígenas.
Tabla 23
Sistemas de Riego, Territorio Kichwa, 2016
comunitario
sistemas de
Pequeños
Sistema de agua Mal estado: daño del canal, por lo Imbabura Antonio ante
de riego Pegue- tanto tienen problemas en el Parroquia
San Antonio. suministro. Chaltura,
Natabuela y
Lourdes.
Rehabilitación Revestimiento del canal de Imbabura Ibarra
acequia conducción.
Acequia.
Acequia grande Buen estado, se alimenta de las aguas Imbabura Urcuquí
de Caciques. del río Huarmiyacu.
Sistema de Buen estado. Imbabura Ibarra
riego por Parroquia de
aspersión Angochagua
Angochagua
Rehabilitación Rehabilitación de la bocatoma. Imbabura Cotacachi
acequia Santa Parroquia de
Marianita de Imantag
Quitubi.
Rehabilitación Rehabilitación de la bocatoma. Imbabura Antonio ante
acequia la
victoria –
Atuntaqui
Rehabilitación Rehabilitación de la bocatoma. Imbabura Otavalo
acequia del Eugenio Espejo
sistema de riego
comunidad
Kumitola
Rehabilitación Rehabilitación de la bocatoma. Imbabura Otavalo
acequia San Juan de
Quinchuqui Ilumán
Alto.
Acequia Rehabilitación de la bocatoma. Imbabura Ibarra
Cananvalle-
Ibarra.
Construcción Rehabilitación de la bocatoma. Imbabura Antonio ante
del sifón ramal
acequia la
victoria
Revestimiento Revestimiento de canal. Imbabura Otavalo
de 2 km de la San Juan de
acequia luman
Quinchuqui
alto, Óvalo
Llambo Rumi
Rehabilitación Revestimiento del canal. Imbabura Urcuquí
integral de la Tumbabiro
acequia la raya,
Parroquia
Tumbabiro.
Rehabilitación Revestimiento del canal de Imbabura Antonio Ante
de tramo de conducción principal.
acequia la
victoria de
Atuntaqui
Sistema de Sistema presurizado, que apoya el Imbabura Pimampiro
riego Yuquín GPI, GCP y la comunidad; 50% San Francisco
Bajo y Alto. ejecutado. de Sigsipamba.
195
de 22 acequias.
sistemas de riego comunitario
4,57 Otros
25,02 Aves
Ganadería
En las dos últimas décadas, muy pocos habitantes, sobre todo del pueblo kichwa
Karanki, se han dedicado al desarrollo de emprendimientos de animales (cerdos, cuyes,
codornices, caracoles) para la mejora de su nivel de ingresos.
197
“… para el periodo 1990-2008 los bosques han registrado una pérdida de 31.026
ha (18,79%) a la vez que el área antrópica muestra un aumento muy significativo
de 1.179 ha. Por su parte las áreas agrícolas registran un incremento 30413 ha
(19,69%), mientras que la vegetación arbustiva y herbácea muestra una pérdida de
1457 ha. (1,4%)”.
por los 23 incendios registrados, cada vez más frecuentes en las zonas rurales de Otavalo
(7), Ibarra (6); Cotacachi (5); Antonio Ante (4) y Urcuquí (1). Esto ha colocado a la
provincia de Imbabura en el segundo lugar del país, entre las provincias con mayores
incendios forestales (Ministerio del Ambiente, 2016; Comité de Operaciones Emergentes
del ECU 911, 2016).
Tabla 24
Resultados Imbabura Socio Bosque 2009 – 2014
De acuerdo con el Ministerio del Ambiente, Zona uno (2016), gran parte de los
convenios mencionados estarían beneficiando a la población kichwa de la provincia de
Imbabura. Pero como se ha mencionado, la mayoría de las parcelas de la población
199
indígena tienen una superficie que oscila entre los 400 y los 5.000 m2, por lo que la mayor
parte de estos recursos será absorbida por los campesinos mestizos, con medianas y
grandes extensiones. Hasta abril de 2016, se habían firmado un total de 216 Convenios,
con 2.095,00 beneficiarios y 19.666,42 hectáreas (cumplidas), con un incentivo anual de
383.760,35 dólares. Entonces, estos pagos no sólo estarían contribuyendo al incremento
de los ingresos familiares (según hectáreas), sino también al incremento y la
conservación del patrimonio forestal de la provincia.
Mediante las entrevistas realizadas, los funcionarios del Ministerio del Ambiente
(marzo, 2016) expresaron que, entre las especies exóticas autorizadas para la
reforestación en Imbabura, se encuentran el Cupresus Macrocarpa, el Pinus radiata, el
Eucalyptus globulus, la Cunninghamiana spp, el Eucalyptus globulus, el Cupresus
Macrocarpa, el Pinus radiata y el Salix piramydale. Estas especies, muy visibles en las
zonas altas de la provincia, se aprovechan como madera para la construcción (pingos),
cercas y leña.
De la misma manera, entre las especies nativas más utilizadas en los seis últimos
años, se registran, la Matisia spp, la Annona spp, el Chrysophyllum spp, el Zanthoxylum
spp, la Beilshmiedia spp, el Dacryodes peruviana, la Ocotea spp, la Pouteria sp, la
Nectandra spp, la Otoba spp, el Ficus spp, la Hyeronima macrocarpa, la Ocotea
infrafoveolata, la Ruagea spp, etc. En zonas altas de la provincia, se observan algunos
bosques relictos de esta vegetación, aunque se queda muy superada por la frontera
agrícola y los asentamientos poblacionales.
en las parroquias mencionadas. Cabe señalar que la reforestación se ejecutó durante los
fines de semana y con la participación activa de la población indígena, a través de las
mingas comunitarias y con la inclusión de docentes y estudiantes de las diferentes
escuelas y colegios.
Es importante referir que las áreas protegidas del Ecuador han alcanzado un
crecimiento del 69% entre 2010 y 2014. En 2015, estas áreas recibieron más de 2
millones de turistas. Actualmente, “el visitante extranjero gasta en promedio USD 147
por día en su visita a las áreas protegidas, mientras que el turista nacional gasta en
promedio USD 110 diarios” (Ministerio del Ambiente, Gef y PNUD, 2016, p. 1).
Tabla 25
Estrategias de desarrollo agropecuario de las zonas rurales, 2014-2019
N° Cadenas productivas
1 Cadena productiva de fréjol
2 Cadena de café y cacao
3 Cadena productiva del aguacate
4 Cadena productiva es la de cereales y granos andinos
5 Cadena productiva de artesanías
6 Cadena productiva Turismo
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa de Imbabura (2014- 2016); GAD-I
(2015).
Elaboración Propia.
205
La cadena productiva del café y cacao está creada para favorecer la economía de
las zonas bajas (valles).
La cadena productiva del aguacate integra a todos los cantones en las zonas bajas.
La cadena de cereales y granos andinos incorpora específicamente a familias campesinas,
que desarrollan cultivos de trigo, cebada, quinua, amaranto y chocho.
Las dos últimas cadenas productivas, se relacionan con las artesanías y el turismo,
permitiendo el desarrollo de capacidades asociativas orientadas al fortalecimiento
cultural y su puesta en valor y a la mejora de los niveles de ingresos económicos en las
familias involucradas.
Por otra parte, las ferias también son espacios de interacción cultural, generacional
y étnica, al mismo tiempo que de resignificación de los saberes y recursos ancestrales.
Tabla 27
Asociaciones y ferias de productos agrodiversos y agroecológicos,2016
Nuevos Horizontes, de la
parroquia de Sigsipamba.
Asociación de Productores Agricultura y ganadería
Agropecuarios de Pimampiro
Apap, de la comunidad la
Armenia, parroquia Mariano
Acosta.
San Miguel Urcuquí Asociación Hosanna Urcuquí. Agricultura y ganadería
Asociación Agropecuaria Agricultura y ganadería
Fomentando el Futuro.
Junta de Aguas de la Acequia del Agricultura y ganadería
Pueblo de Tumbabiro, parroquia
de Tumbabiro.
Asociación de Productores Agricultura y ganadería
Agropecuarios Unidos Por
Siempre
Asociación de Agricultores San Agricultura y ganadería
Juan
Asociación de Desarrollo Social Elaboración de productos
Semilla Fértil. alimenticios, bebidas, tabaco.
Asociación de Desarrollo Social Agricultura y ganadería.
Integral 24 de Junio de Buenos
Aires.
Asociación de Mujeres Manuel Comercialización de productos
Jijón, de la parroquia de San elaborados.
Blas.
Fuente: GADP-I (2015). Base de datos MAGAP (2016); Secretaría de Economía Popular y Solidaria
(2015); Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa de Imbabura (2014- 2016).
Elaboración Propia.
Estas asociaciones y ferias de los pueblos kichwas, han permitido lograr tres
objetivos claves hasta 2016: el impulso del sector agropecuario para la obtención de
excedentes, aún en las pequeñas parcelas, la mejora de la economía de los agricultores y,
en consecuencia, la contribución al afianzamiento de la soberanía alimentaria.
esta feria se comercializan desde conejos hasta caballos, prevaleciendo la “ley del
regateo”34 que, en las dos últimas décadas, también ha sido valorado y reconocido como
uno de los principales atractivos turísticos de la provincia.
Por otra parte, los indígenas de los tres pueblos que se dedican a la crianza de cuyes,
venden con frecuencia su producción a los restaurantes de comida tradicional localizados
en la parroquia de Chaltura, en el cantón Antonio Ante. Cada productor vende
semanalmente un promedio de 100 cuyes, pelados y en pie, a un precio promedio de 8
dólares, que son preparados para el deleite de los turistas nacionales y extranjeros.
De la misma manera, gran parte de las mujeres indígenas de los pueblos Karanki y
Otavalo se dedican a la producción de huevos de gallina criolla, que se venden en algunos
puestos de comercio de los mercados centrales de cada cantón. Algunas mujeres llegan a
vender un promedio de 200 huevos semanales, aunque la mayoría suele vender entre 20
y 75 huevos (a 25 centavos la unidad). Los ingresos se destinan a la compra de algunos
víveres para el consumo semanal.
34Ley del regateo: es el “duelo” de precios entre el vendedor y el comprador, a veces interminable, que
forma parte de la cultura ecuatoriana, principalmente indígena.
213
Lanas (2010), por su parte, se refiere a la actual ciudad de Otavalo como un espacio
articulador de la producción desde tiempos prehispánicos (tianguez), en el que se
realizaban los trueques de los productos necesarios para la subsistencia y que se ha
mantenido hasta la actualidad, si bien ya no se practica el trueque. En todo caso, la ciudad
ha heredado y se ha consagrado como uno de los lugares más importantes de comercio y
de interculturalidad en el Ecuador.
Lanas (2010), también afirma (en cita de Caillavet, 2000) que el sistema económico
colonial provocó en las culturas originarias una profunda desestructuración de la
economía indígena. Al introducir el sistema de encomiendas, tanto en el sector agrario
214
Más tarde, durante la República, en el siglo XIX y primera mitad del XX, tampoco
mejoran las condiciones para los indígenas, pues simplemente supuso la transición del
sistema de encomiendas al sistema de haciendas y terratenientes, como herencia de la
colonia, aunque con otros patrones.
En todo caso, se puede considerar que hasta mediados del siglo pasado la población
indígena e, incluso, la mestiza, todavía mantenían la costumbre del trueque, aunque no
era tan permanente. Por mencionar un caso, los indígenas del pueblo kichwa Otavalo de
San Roque (Antonio Ante), eran expertos en la elaboración de costales y cabuya, que
intercambiaban por productos agrícolas con los indígenas de las parroquias de la
Esperanza y Angochagua.
Entonces, los habitantes de los Valles de Lita, Chota, Salinas y la Carolina ofrecen
una gran variedad de frutas tropicales, yuca y animales de monte, que se truecan por los
productos tiernos, como fréjol, haba, arveja, maíz, chocho, papas, zambo, entre otros, de
los habitantes de las zonas andinas de Imbabura, específicamente de Angochagua, la
Esperanza, Mariano Acosta, San Francisco de Sigsipamba y Chugá. Y, además, los
215
procedentes de la provincia del Carchi y Colombia traen papas, habas, costales, cabuya
sintética para coser e, incluso, otros útiles o herramientas para el desarrollo agrario.
Por otra parte, en los dos últimos años, el mercado de trueque también se ha
rescatado por parte del pueblo kichwa Karanki que habita en el cantón Ibarra. El evento
se desarrolla cada año en la plaza central de la parroquia de Angochagua, en donde
participan alrededor de 120 productores de la zona, con el apoyo del Movimiento de
Economía Social y Solidaria del Ecuador, el GAD Municipal, Asociaciones y Junta
Parroquial respectiva para la organización y difusión del evento.
Yapa: modo indicativo del verbo yapar, que significa añadir (regalo que hace el vendedor al comprador).
35
Cambeo: significa cambio, es un término que no se pronuncia de la forma correcta, pero que se encuentra
36
muy arraigado en la sociedad mestiza, indígena y afroimbabureña.
216
mantienen algunos agricultores del pueblo kichwa Otavalo durante las celebraciones
vinculadas a los solsticios y equinoccios.
Por su parte, febrero, es el tiempo para la celebración de la sisa pacha o sara tuktu
pallay killa, tiempo de florecimiento o mes de recolección de las flores de maíz. La
mayoría de indígenas también le llaman chacra señorita. Hombres y mujeres recogen las
flores para dar como alimento a su ganado, favoreciendo al desarrollo de la mazorca. Esta
fiesta también viene a coincidir con el carnaval, una fiesta pagana introducida, por lo que
se desarrolla un fuerte sincretismo entre los rituales ancestrales, el juego con agua y el
fútbol.
En abril, los granos tiernos son abundantes y variados, es el momento del lluru
muru mikuy, que consiste en la recogida de estos granos para la preparación de la
tradicional fanesca con motivo de Semana Santa de acuerdo a la Fe Cristiana, pero sobre
todo permite la puesta en práctica de los principios de la solidaridad y de la reciprocidad
familiar y comunitaria.
En mayo, es celebra la chacra pukuy killa o “maduración del fruto”, cuando las
hojas del maíz empiezan a secarse, señal para recoger los kau-chukllu o “maíz cao” (entre
suave y duro), destinados a la preparación de la chuchuka y las chukllu tanta (humas).
En junio, se hace mención a la fiesta andina más grande del año, la sara pallay
killa, Hatun Puncha o Inti Raymi (danza solemne al sol), es una fiesta masculina que da
la bienvenida a la época de las cosechas y tiene lugar en el solsticio del 21 de junio. Esta
217
fiesta anuncia que los granos están secos y es el momento de la cosecha, para la que los
dueños de las chacras invitan a su familia ampliada, a quienes les ofrecen alimentación,
bebida, música y baile. Normalmente, los invitados son las personas que han participado
con su trabajo desde el mismo momento de la preparación de la tierra para la siembra
hasta la recolección que se inicia en este momento.
Los indígenas de los tres pueblos, a lo largo de todo este proceso, desde la siembra
hasta la recolección, le llamarán “maicito”, cuyo morfema se asocia con la ternura y el
cariño que produce este alimento a los pueblos andinos de América del Sur. Además,
algunas familias del pueblo Karanki aseguran que aún limpian los granos con la ayuda
del viento para evitar el ingreso del gorgojo a la wayunka37.
En julio, es tiempo del urku wakcha karay, traducido como “ritual de las alturas”.
Para el caso específico Cotama, sus habitantes hacen las rogativas para provocar las
lluvias, con un grupo de niños indígenas y en dirección al “Taita Imbabura”.
El ritual de rogativas, denominado “crianza del agua por el runa”, está dirigido por
un taita-maestro o por un agricultor experimentado al gran espíritu del taita Imbabura y
a Dios. Durante el ritual, con música de flauta y tambor, también participan los niños con
cánticos y se ofrece una gran variedad de alimentos. Cachiguango (s.f, p. 124) publica
una de las rogativas que pertenecía al otavaleño taita Rafael Castillo:
Es evidente, una vez más, el profundo y arraigado sincretismo entre las creencias
naturales y las de la religión católica. Comienzan la ceremonia ante el Imbabura, pidiendo
Los abuelos indígenas entrevistados afirman que otra de las ceremonias realizadas
durante la preparación de la tierra para la siembra es “el ritual de la primera ruptura de
la tierra”, que consiste en pedir al último de sus hijos que ingrese por el surco con el pie
derecho, ya que simboliza el regreso de la inocencia a la tierra.
Por otra parte, el fuego, las brasas y el humo se constituyen en elementos esenciales
e inseparables de purificación y renovación en la concepción indígena andina. El fuego
es un elemento que no falta en ningún ritual a lo largo del año, de manera especial al
inicio de la siembra y de la cosecha. Según sus propios habitantes, estos elementos
ahuyentan a los malos espíritus, aunque los especialistas en cultura imbabureña indican
219
que su uso pretendería ahuyentar las plagas, conseguir calor a nivel de ceja de montaña
y, sobre todo, la preparación de los alimentos en medio de la chacra, fomentando la
integración familiar.
De la misma manera, para la fertilización natural de los suelos, los tres pueblos
kichwas mantienen algunas prácticas similares. Consisten en colocar pelajes, plumas y
caparazones de los animales, sobre todo en la huerta que se encuentra contigua a la casa,
para su fertilización y para atraer la suerte.
Por su parte, los agricultores de los pueblos Karanki y Otavalo explican que antes
de la siembra espolvorean ceniza del fogón en sus terrenos para combatir las plagas
(hongos, babosas y caracoles) y, a la vez, aprovechan los nutrientes que la ceniza aporta
al suelo o sustrato, aunque también lo hacen con humus. Las plagas de sus chacras
(contiguas a la vivienda), también se fumigan por las mujeres con productos orgánicos,
elaborando un líquido de cáscaras de arveja, haba, guanto blanco, marco, chocho y ají.
Algunas familias del pueblo kichwa Karanki aún conservan uno de los rituales
característico de los incas del Perú, que consiste en colocar algunos alimentos en hoyos
realizados en la tierra bajo el principio de la reciprocidad (dar y recibir).
En octubre, es el momento del tarpuy kallari killa o de las siembras, con la misma
connotación sincrética de la fiesta religiosa de San Francisco de Asís.
“…mi familia y mis vecinos siembran el maicito los primeros días de octubre, en
el día de San Francisco, porque siendo luna buena ayuda a crecer producto sano.
Para saber cuándo sembrar, yo siempre veo la luna, en el momento que regresa,
ella está muy clara y también muy tierna…entonces, desde ese día debo contar
cinco días más, ahí seguro llueve, lo que es señal para sembrar, yo creo que las
221
Por otra parte, la población indígena está convencida de que la luna en cuarto
menguante estimula y favorece la producción. Según Torres (2012), la distancia de la
luna afecta y se relaciona con los fluidos, como la savia en las plantas, e indica que “se
ha comprobado que este fenómeno se hace sentir en la savia de las plantas, iniciándose
el proceso de su influencia desde la parte más elevada para ir descendiendo gradualmente
a lo largo de todo el tallo, hasta llegar al sistema radical”, por lo que el influjo lunar
beneficia el desarrollo y el crecimiento.
En noviembre, los pueblos indígenas, al igual que los mestizos, aunque no con la
misma ritualidad, desarrollan el wañuy wakcha karay o “ritual de los muertos”, momento
en que la tierra genera los primeros brotes de las semillas sembradas, coincidiendo con
la celebración católica del día de Todos los Santos y de los difuntos.
Durante este mes, el pueblo kichwa Otavalo aún mantiene la práctica del “ritual del
maíz germinado”, el mismo consiste en bendecir a los nuevos brotes del maíz para que
resistan las vicisitudes de la naturaleza. Con esta finalidad, las mujeres colocan algunas
porciones de ceniza con tres claveles, dos rojos y uno blanco, que luego se ponen en cada
esquina del terreno. Los expertos en cultura imbabureña interpretan que todo lo
incinerado y descompuesto se constituye en un gesto de cariño para la madre tierra,
recordando que “de polvo eres y en polvo te convertirás” o el retorno de todo y de todos
a la tierra, en un nuevo sincretismo naturaleza-religión católica.
Para Cachiguango (2008), hace algunas décadas, en el mes diciembre, los padres
elegían o determinaban el destino de sus hijos, cuando alcanzaban los siete años de edad,
en función de sus destrezas y habilidades. En ese momento, les entregaban regalos
simbólicos: en el caso de los varones, el primer pantalón, puesto que hasta los siete años
usaban anaco; y en el caso de las hijas, la primera cinta de cabello, iniciando así un nuevo
ciclo para las nuevas generaciones. Actualmente, en el mundo mestizo y en el indígena
se ha convertido en la fiesta de navidad.
40El término camellón habría sido empleado desde 1573, según “Jiménez de la Espada”.
41Guachos, ingaguachos o camellones: son sistemas de riego utilizados por el gran Cacicazgo Cayambi-
Caranqui hace siglos atrás, para desarrollar una ingeniosa forma de agricultura avanzada. Según Gibson
223
destinadas a mitigar los largos periodos de sequía, así como las lluvias y las heladas en
las zonas altas (Caillavet, 2000). Normalmente, los camellones se construían en zonas
destinadas al cultivo de papas y hortalizas y algunos todavía se conservan en San Pablo
del Lago, Pijal, Oyagata y Caranqui.
Antes del siglo XVI, las poblaciones indígenas de la actual provincia de Imbabura,
desarrollaban los procesos agropecuarios, únicamente con la fuerza humana y animal,
para cargar los bultos o carga. Para Valdez (2006),
(2010) los guachos actuales solo tienen aproximadamente 40 centímetros de ancho, donde se deposita la
semilla, pero los camellones de origen ancestral presentaban 2 metros de ancho, con zanjas intermedias de
aproximadamente 1 metro, por donde circulaba el agua y garantizando la productividad.
42 Chaquitaqlla: es un palo puntiagudo con una punta un tanto encorvada, que puede ser de piedra o de
metal. Además, esta herramienta tiene otro palo transversal en el cual el agricultor apoyaba su pie para
hundirlo en la tierra y luego, al inclinar el palo principal remover una parte de la tierra y así hacer un surco.
43 Andenes: bancales o conjunto de terrazas escalonadas construidas en las laderas de las montañas andinas.
224
44 Los españoles introdujeron los azadones, azadillas y zoletas para remover la tierra; los barretones y
chuzos, para hacer hoyos en la tierra; las escardillas; las hachas, para cortar madera; horcas o layas, para
acarrear el forraje y persiste el uso de hoces, machetes, picos, palas, rastrillos, tijeras, etc.
45 Caras: cabestros para amarrar el yugo.
46 Puya: objeto de madera largo y puntiagudo utilizado para fustigar a los animales.
47 Kutik: pequeña herramienta de labranza, a manera de un azadón, llamado también cuti o cute.
225
pagados con dinero, sino mediante la retribución en trabajo (siembra, cosecha) y también
a través de la entrega de productos agrícolas, de hierba y sarapanka para los animales.
Una minoría de indígenas y campesinos (mestizos) que habitan sobre los 2.500
msnm, aún limpian el grano con manos de metate, aunque la mayoría lo hacen golpeando
o tzancando49 el grano (cáscara seca) con un palo liso de eucalipto de cuatro metros, en
una “era”50 sin causar daño al producto. Enseguida, realizan la granza o extracción de las
cortezas más grandes, a través de cedazos y, finalmente, el producto es aventado,
logrando la limpieza requerida.
48 Tipis, tipina: es un pequeño objeto de madera, metal o hueso puntiagudo, con el cual se rompe el Catulo
de la mazorca de maíz para favorecer su deshojado.
49 Tzancando: golpeando, desgranando.
50 Era: espacio en una ladera o planicie, para golpear y desgranar las mazorcas.
10. EL SECTOR ARTESANAL Y TEXTIL
"Mientras tanto, otro arte florece en los mercados indios y en los suburbios populares del
Ecuador. Es la despreciada tarea de manos capaces de transformar en hermosura el barro y la
madera y la paja, la pluma del pájaro y la cosecha de mar y la miga de pan. Ese arte se llama,
como pidiendo disculpas, artesanía".
Eduardo Galeano.
229
10.1.Antecedentes históricos.
51 Tiánguez, “palabra náhuatl derivada de Tianguiz-tli, mercado, feria, plaza” (Peñaherrera y Costales,
1982, p.16).
52 En 1550 el encomendero de Otavalo entregó a la comunidad 15 mil ovejas, para asegurar la explotación
textil.
230
En el siglo XX, debido a las grandes habilidades de los indígenas tejedores del
pueblo kichwa Otavalo, mestizos ecuatorianos implementaron fábricas textiles,
principalmente en Otavalo, que, al igual que ya sucedió en la etapa colonial, siguieron
explotando la mano de obra indígena. Entre las fábricas, Cuvi (2011) menciona la de
“San Pedro” de su primer propietario Alfonso Pérez (no se conoce la fecha de creación);
la fábrica “La Joya”, de los Hermanos Alarcón, creada en 1914; y la fábrica “San Miguel”
de los Hermanos Pinto, creada en 1925. Así mismo, en Atuntaqui (Antonio Ante), entre
1927 y 1982, fundo la fábrica textil Imbabura. Todos estos centros textiles han sido
testigos de la capacidad del trabajo de indígenas y mestizos imbabureños, pero también,
de las desigualdades y de la opresión laboral. Maldonado (2003) señala que estas fábricas
fueron dejando atrás los sistemas de producción basado en los obrajes a medida que se
iban motorizando el proceso. Asimismo, se diversificó la producción en cuanto al uso de
materias primas, utilizando tanto el algodón, como la seda. De la misma manera,
reemplazaron la energía hidráulica por la electricidad, por lo que la ubicación de las
fábricas fue diferente a la de los obrajes.
De acuerdo a los testimonios tomados in situ, los actuales artesanos afirman que sus
antecesores no solamente se desplazaban con sus grandes maletas utilizando medios de
transporte para vender en sectores urbanos y públicos, sino también, cabalgaban en
caballos, burros y mulas por varios días. Aunque, por lo general, preferían caminar largos
trayectos visitando y vendiendo sus trabajos artesanales y textiles en las viviendas de
diferentes lugares de la serranía ecuatoriana.
A partir del año 1940 se fueron abriendo cada vez más las fronteras para los
comerciantes kichwas en países como Colombia, Venezuela, Perú y Chile. Los
señores Antonio Lema Chico y Antonio Quinche, originarios de Quinchuquí,
llegaron por primera vez a Colombia para dar clases de tejido en Bogotá. Pocos
años después, llevaron un telar para exhibir la realización de sus tejidos en una de
las plazas centrales de la ciudad, permitiendo que los observadores compraran
objetos y prendas elaboradas directamente por los artesanos. (p.71)
Por su parte, los pueblos kichwas Karanki y Natabuela no registran una historia
artesanal y textil en las mismas magnitudes que el pueblo Otavalo. De acuerdo a los
testimonios receptados en las diferentes comunidades, hasta hace 60 años, en gran parte
de las viviendas indígenas aún existían telares y personas que mantenían los
conocimientos y prácticas textiles. Los entrevistados concuerdan que el trabajo artesanal
y textil estaba organizado entre las familias de las poblaciones indígenas. Algunas de
ellas se especializaban en ponchos, cobijas y fajas, otras, en sombreros y, otras, en la
elaboración de telas para anacos, faldas y blusas bordadas. Cabe decir que la mayoría de
la producción, que era mínima, se comercializaba en las mismas comunidades. No
obstante, con las nuevas generaciones, la llegada de nuevas materias primas y la
influencia de la moda mestiza, estos dos pueblos han ido perdiendo sus habilidades
artesanales y textiles. A pesar de ello, aún conservan el bordado que no solo está
destinado para la elaboración de la ropa, sino también de otros múltiples objetos que
gozan de gran interés para turistas tanto nacionales como extranjeros. Por ello, estos
productos se encuentran en los principales mercados, almacenes y ferias artesanales del
país.
Tabla 28
Lugares y productos artesanales, 2016
Tabla 29
Asociaciones, redes y empresas artesanales y textiles de Otavalo
Uno de los artesanos afirma que antes del 2006 solía contratar, por temporadas u
horas, un promedio de 400 operarios con el objetivo de exportar por vía marítima,
principalmente a los Estados Unidos y los países nórdicos, mientras que en la actualidad
apenas tiene dos operarios y exporta en pequeñas cantidades y de forma esporádica.
Por su parte, la crisis también ha sido sentida por las empresas y agencias de carga
que, a decir de algunas ellas, actualmente tienen alrededor de 20 clientes, quienes realizan
envíos sobre los 100 kilos con destino a Norteamérica, países vecinos y europeos.
El pueblo kichwa Karanki tiene como principal artesanía el bordado, cuya práctica
u oficio habrían aprendido las mujeres indígenas, desde 1940, en la hacienda del
expresidente del Ecuador Galo Plaza Lasso54 (Lizarzaburu, 2014). De acuerdo a los
testimonios de algunas abuelas indígenas, la esposa del exmandatario, llamada Rosario
Pallares, se encargaría de gestionar la capacitación de las mujeres en el arte del bordado;
oficio que llego a incorporarse como parte del sistema de estudios de la escuela de
Zuleta. Así mismo, en 1960, se continuaron con los talleres mediante la asistencia técnica
del Cuerpo de Paz. De esta manera, en la hacienda de Zuleta desde mediados del siglo
pasado se ha comercializado con éxito una gran variedad de prendas y vestir y múltiples
objetos textiles bordados.
Respecto al bordado, cabe decir que se constituye en uno de los múltiples oficios
que trajeron los colonizadores españoles al actual territorio ecuatoriano. Este oficio se
incorporó al sistema escolar desde 1860 aproximadamente, cuando apenas podían
acceder las mujeres a la escuela, junto a otra formación que contemplaba la historia
sagrada, la costura a mano o a máquina, el tejido, hilado, lavado, planchado, etc. (Herrera,
2001).
En este sentido, sobre todo en los últimos 15 años, las mujeres indígenas del pueblo
Karanki, que habitan en las parroquias de La Esperanza y Angochagua, decidieron
asociarse con el objetivo de incrementar y diversificar su producción, logrando cumplir
las actuales demandas del mercado. Es así que en estas dos parroquias se ha desarrollado
un Centro de negocios y servicios artesanales, conocido como Sarum Maky55, en donde
se trabaja el bordado, el arte en cuero y el tallado en madera. Este proyecto se inició en
marzo de 2013 y ha beneficiado a 180 personas, perteneciente a 4 barrios y 12
comunidades. Este proyecto está apoyado por el Programa de desarrollo rural del norte
(PdRN), por la CTB Ecuador - agencia belga de desarrollo, en colaboración con el Fondo
Ecuatoriano Popular y Progreso (FEPP) y el Gobierno Provincial de Imbabura (GPI).
Tabla 30
Asociaciones y redes artesanales del pueblo kichwa Karanki, 2016
N° Nombre Asociación. Tipos de artesanías
1 Sarum Maky. Producción y comercialización de bordados.
2 Asociación Sara Warmi. Producción y comercialización de bordados.
3 Asociación de desarrollo integral Pucahuyaco Juguetes, bordados y ropa deportiva.
de San Antonio de Ibarra.
4 Asociación de mujeres de bordados de Zuleta Producción y comercialización de bordados.
5 Asociación Galo Plaza Lasso en Angochagua. Artesanías en alpaca
6 Asociación manos bordadoras de Zuleta. Producción y comercialización de bordados.
7 Corpamcei de la parroquia la Esperanza. Talabartería.
8 Refugio Terra Esperanza. Bordados y talabartería.
9 Asociación Pachakama de Zuleta. Producción y comercialización de bordados.
10 Asociación de Mujeres en Cocha. Producción y Comercialización de artesanías.
11 Artesanos del bordado y cuero de la Esperanza Bordados y talabartería.
y Angochagua.
12 Emprendedores Turísticos Tanguarín. Artesanía en madera.
13 Asociación de Trabajadores Autónomos San Artesanía en totora.
Miguel de Yahuarcocha
14 Artesanías de Totora Yahuarcocha Artesanía en totora.
15 Emprendedores San Cristóbal de Caranqui. Artesanías para decoración.
16 Artesanías San Miguel Arcángel Artesanías para el hogar cuero, semillas, chaquiras e hilo
encerado.
17 Consorcio de Origen de los Bordados Bordados (asociatividad).
Artesanales de Zuleta.
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa de Imbabura (2014- 2016).
Elaboración Propia
Poema 3
(fragmento)
Ariruma Kowii
Poeta otavaleño
247
11.1. Educación
los mestizos que no pudieran ser reconocidos como blancos, ejercían ciertos
oficios, pero estaban excluidos de la educación formal y las funciones públicas.
Los indios, y desde luego los negros, se dedicaban exclusivamente al trabajo
manual. En esta sociedad se consagró también una realidad de discriminación de
la mujer, que soportaba el peso del trabajo familiar en todos los niveles y
estamentos. (p.17)
desigualdades entre las zonas rurales y urbanas, una realidad que no ha cambiado mucho
hasta la actualidad (Garcés, 2014).
Para Conejo (2008, p. 1), desde la época colonial, “la educación, además, ha
fomentado la ruptura de la identidad de los pueblos indígenas y el desarrollo de
situaciones de racismo perjudiciales para el país”. Siguiendo a este mismo autor, la
educación se ha caracterizado por el uso de métodos memorísticos y repetitivos, sin una
planificación curricular referida a la diversidad étnica, geográfica, lingüística, de género
y generacional.
Tabla 31
Evolución del acceso a educación primaria y secundaria, en Ecuador (1955 -2015)
120,00%
100,00%
80,00%
60,00%
40,00%
20,00%
0,00%
1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 2020
Primaria Secundaria
Se espera que para 2020 el acceso a estos dos niveles educativos sea de la totalidad
de la población en estas edades. Sin embargo, según Torres (s.f), en el último sexenio se
han acumulado problemas, no sólo cuantitativos sino también cualitativos en relación
con la equidad de género, pertinencia, actualización de currículos, competencias
docentes, infraestructura y equipamiento, entre otros, que exigirán un mayor esfuerzo por
parte del gobierno.
250
El problema del analfabetismo persistía y era especialmente agudo entre los niños
y las mujeres indígenas. En 1974, el abandono escolar temprano afectaba al 44,0% de los
niños mayores de seis años en las zonas rurales, que dejaban la educación primaria entre
primero y tercero, aunque en este mismo año también en las zonas urbanas se producía
un abandono del 38,8%, pero era más tardío, entre cuarto y quinto. Entre las mujeres
indígenas, más el 83,4% eran analfabetas, según se constata para este mismo año.
De acuerdo a los informes y boletines estadísticos del INEC, los niveles más bajos
de escolaridad en las zonas rurales y entre niños y mujeres indígenas se deben a varias
causas, como la falta de recursos económicos, la localización distante de los centros
educativos, la falta de sensibilidad de los padres de familia, la incorporación laboral en
edades tempranas (construcción, artesanía, comercialización, agricultura y servicios
domésticos) ante la necesidad y obligación de contribuir económicamente a la
subsistencia del hogar, en particular las mujeres.
bilingüe, a través del uso de la lengua materna y del castellano como idioma de relación
intercultural.
Todo ello mantiene también relación con las políticas del Plan Nacional del Buen
Vivir (Planes de 2009-2013 y de 2013-2017) y con las políticas educativas y de gestión
del Ministerio de Educación, que declara la necesidad de respetar los ritmos de
aprendizaje, la capacidad creativa, pero sobre todo los conocimientos ancestrales para ser
incorporados en el desarrollo armónico de las personas y del medioambiente.
Para Quishpe (2001), a pesar de la oficialización del sistema cultural bilingüe, aún
son evidentes los problemas que van desde la falta de presupuestos hasta la interferencia
de las autoridades gubernamentales. Según este autor, persiste una débil visibilización de
la cultura indígena en los procesos históricos, una descentralización negativa para
promover la interculturalidad, además de insuficientes maestros con dominio de lenguas
maternas y de infraestructuras limitadas en unos casos y subutilizadas en otros.
Tabla 32
Establecimientos educativos, año lectivo 2013-2014
Las cuatro escuelas han atendido a la niñez indígena de cada uno de los pueblos
mencionados, al menos en las cuatro últimas décadas, aunque no todas con énfasis en el
modelo de la educación intercultural bilingüe. Cabe decir que sólo tres de las escuelas
ofrecen el servicio de educación inicial y educación general básica, por lo que quienes
optan por la educación de bachillerato, deben acceder a otras comunidades, parroquias o
hacia las áreas urbanas de cada cantón.
Milenio Jatun Kuraka, de la parroquia de San Juan, cantón Otavalo, con capacidad para
1.140 estudiantes. En San Pablo del Lago, Otavalo, se creó la unidad educativa Leopoldo
Chávez, con 2.700 alumnos. En el año 2012 se crea la Unidad del Milenio Sumak
Yachana Wasi en la parroquia de Imantag, cantón de Cotacachi, con beneficio para 1.140
estudiantes. En el mismo cantón, en la cabecera cantonal, se localiza el Centro Educativo
Comunitario Intercultural Bilingüe de Educación Básica San Jacinto.
parcialmente con los resultados de aprendizaje que deberían lograr cada una de ellas,
según algunos expertos que participaron en la investigación.
Para Chuji (2007), en las dos últimas décadas, las organizaciones indígenas han
utilizado los medios de comunicación para la defensa de los derechos humanos, para
fortalecer la identidad cultural, la educación bilingüe, la interculturalidad y la
movilización social. La provincia de Imbabura ha desarrollado un importante proyecto
de educación radiofónica desde 1974, mediante Irfeyal, destinado a personas mayores de
15 años que no han concluido sus estudios. Éstos asisten todos los sábados a un centro
educativo Irfeyal, que surgió por iniciativa del padre jesuita Pedro Niño Calzada, con
tanto éxito que, actualmente, Ecuador registra alrededor de 74 centros. De la misma
manera, algunos medios imbabureños mantienen espacios culturales (musicales e
informativos) en lengua kichwa, como la radio Ilumán, radio universitaria (UTN), canal
universitario UTV (UTN) y Taripana TV.
Por otra parte, es importante rediseñar la malla curricular del sistema de educación
intercultural bilingüe para el desarrollo más idóneo de las competencias generales y
específicas que garanticen el rescate de la lengua kichwa, así como de las costumbres,
tradiciones y rituales de estos pueblos.
256
11.2. La sanidad
Los problemas de salud persisten entre los indígenas, según reflejan las tasas de
morbilidad, de mortalidad infantil y materna y la desnutrición que, si bien, se han
corregido en buena medida, todavía presentan indicadores relativamente elevados en las
parroquias indígenas rurales. En su conjunto las tasas de mortalidad bruta son muy bajas
(4,9 por mil en Imbabura), como consecuencia de la corrección de la mortalidad infantil
en las dos últimas décadas, del reducido envejecimiento de la población y del incremento
de la esperanza de vida, como ya se mencionado en el capítulo referido al crecimiento
natural. No obstante, según datos de CEPAL (2012), la mortalidad infantil de niños
indígenas es de más del doble de la que afecta al resto de los niños.
Según la opinión de Rodríguez (2008, p.1), “con frecuencia los estudios sobre
salud, han enfatizado los factores biológicos y en menor medida los sociales”.
Evidentemente, los servicios públicos se organizan y prestan bajo la concepción
occidental orientada a una población homogénea (mestiza), por lo que los servicios de
salud pública y privada de Imbabura no satisfacen las expectativas, necesidades y
demandas de las personas indígenas, como consecuencia del desconocimiento de sus
patrones culturales, como la lengua, el nivel de educación, el género, la edad, los hábitos
sanitarios, etc.
Por estas razones, la mayoría de las familias indígenas eligen como primera opción
el tratamiento médico tradicional mediante el uso de plantas medicinales, cuyo
conocimiento ha sido transmitido por tradición oral. Asimismo, también recurren a los
servicios de los curanderos, parteras, yachaks y fregadores (huesos y articulaciones), a
veces después de ser atendidos por médicos y, más aún, cuando tienen enfermedades
terminales.
Los yachaks de San Juan de Ilumán y Carabuela explican que entre los términos
yachak y shamán existe una gran diferencia.
En el primer caso, son considerados sabios con poder de sanación, mediante un don
adquirido desde su nacimiento, pero también se han involucrado en procesos de
aprendizaje y fortalecimiento de sus capacidades desde sus primeros años. Hidalgo,
Guillén y Deleg (2014) indican que las competencias de los Yachaks son complejas y
difíciles de describir y de entender por un público occidental, ya que ellos deben poseer
múltiples conocimientos relacionados con astrología, espiritualidad, plantas medicinales,
cantos e instrumentos musicales destinados a la sanación.
Los shamanes, en cambio, son considerados como brujos y curanderos que, según
los yachaks entrevistados, no siempre ejercen su actividad de manera honesta y
responsable, con lo que estarían conculcando los verdaderos principios de la medicina
ancestral.
La misma OMS (2004, s.p) informa que “la atención primaria de salud de hasta un
80% de la población de los países en desarrollo se basa en la medicina tradicional, por
tradición cultural o porque no existen otras opciones”. Esta realidad ha impulsado, en el
260
Por otra parte, Kowii (2013) asegura que las prácticas de la medicina tradicional se
ejercen en lengua kichwa prácticamente de manera casi exclusiva:
Por las experiencias relatadas por la población kichwa, en la fase del diagnóstico,
los mismos pacientes son los que determinan su enfermedad en los términos de la
nosología tradicional, para la que elegirán las plantas y las formas de tratamiento que
contribuyen al mejoramiento de los dolores de cabeza, estómago y articulaciones. Pero
cuando consideran que su enfermedad es más compleja o perciben que adolecen del mal
aire, espanto o mal de calle (brujería), entonces acuden al yachak o sabio curandero de
su parroquia o comunidad. Este personaje, es casi siempre una de las personas más
respetadas y notables de su entorno y, por ello, goza de algunos privilegios y
frecuentemente será el invitado de honor en los eventos comunitarios, fiestas locales y
celebraciones, aunque ya ha perdido parte del nivel de importancia que tuvo hasta hace
cuatro décadas. En este sentido, Zaruma (2006) manifiesta que,
Físicamente, el ritual de la limpia consiste en frotar con fuerza uno o varios huevos
de gallina sobre el cuerpo del paciente, que alienta por tres veces al final. De manera
simultánea, el curandero procede a soplar o escupir en forma de cruz por todo el cuerpo
el alcohol extraído de la caña de azúcar con jengibre y, posiblemente, con el zumo de
algunas plantas alucinógenas. A la vez, procede a barrer el cuerpo del paciente de forma
enérgica con una escobilla de plantas (chilka, marco, ruda y santa maría) y continúa
soplando la misma mezcla, esta vez incluyendo la colonia “siete esencias”. Durante la
limpia, el yachak fuma y reza con fe, encomendando la salud del paciente a algunos
santos. Finalmente, frota con piedras especiales, hace algunos símbolos con las flechas
56 La mayoría de indígenas temen a lo recóndito, a lo lúgubre, a las horas prohibidas (18:00 y 24:00), por
considerar que están presentes los malos espíritus, quienes provocarán mal aire y espanto.
57 Michita rikuk: se traduce como “el que ve la luz”.
263
Hay que mencionar una gran variedad de plantas utilizadas cotidianamente por las
poblaciones kichwas y, sobre todo, por los yachaks, que ya se relacionaron y explicaron
en el capítulo del medio natural, en el apartado de la biodiversidad.
Una vez concluidos todos los rituales del día, los yachaks arrojan los elementos
que fueron utilizados durante las limpias, preferentemente en un una corriente de agua
(quebrada o río). Según las manifestaciones de los propios shamanes y yachaks o
curanderos, ellos tendrían la capacidad de hacer el bien y el mal, según la solicitud de los
pacientes o clientes.
De acuerdo con los testimonios de los yachaks, muchos afirman que únicamente se
dedican a la realización de limpias para la curación de espanto, mal viento y mal de ojo,
así como a tratamientos mediante infusiones según la necesidad. Otros yachaks indican
264
que tienen formación para curar hechizos o brujería, por lo que tienen un mayor
reconocimiento por la población que por los demás sabios. Estos últimos yachaks
explican que su trabajo es complejo y que requiere no sólo conocimientos sobre
espiritualidad oscura, sino también una fuerte personalidad para garantizar la eliminación
del mal en sus pacientes.
Desde hace dos décadas, las poblaciones indígenas de Imbabura se están orientando
cada vez en mayor medida hacia la sanidad pública y la medicina occidental, aunque
mantienen la sanidad tradicional en alguna medida, con lo que se ha conseguido una
fuerte reducción de la mortalidad infantil y materna y, consecuentemente, se ha alargado
la esperanza de vida, como ya se vio en el capítulo del crecimiento natural.
Esta caída de la mortalidad se debe a distintos factores, sobre todo a la mejora del
nivel de educación de la población indígena, a las diferentes acciones estatales sobre
medicina preventiva, al seguro social campesino y a la gratuidad de la atención médica
en los centros públicos hospitalarios y, por supuesto, a la progresiva reducción de la
pobreza y a una mejor alimentación, aunque son factores que aún persisten.
Tabla 33
Emprendimientos turísticos del pueblo kichwa Otavalo, 2016
Algunas familias de las diferentes parroquias rurales del pueblo kichwa Karanki
también se han involucrado en el desarrollo del turismo comunitario, la mayoría en los
cinco últimos años. En la Tabla 34, se presentan 14 emprendimientos orientados a
mejorar la economía de las familias indígenas, a propiciar la igualdad de género y,
consecuentemente, a fomentar la revitalización de su identidad cultural.
Tabla 34
Emprendimientos turísticos del pueblo kichwa Karanki, 2016
Nombre del Emprendimiento Oferta
San Clemente Red de 6 alojamientos rurales, alimentación,
actividades culturales, visita talleres artesanales,
senderos ecológicos, paseos en bicicleta y ascenso al
volcán Imbabura, con 12 familias involucradas.
Turismo Comunitario la Rinconada (Angochagua) Gastronomía local, alojamiento, pesca deportiva,
excursiones, música, danza, apicultura, cabalgatas,
talleres de alfarería, bordados, madera, etc.
Hostería Inti Huasi (Flia Pupiales) Alojamiento, alimentación, excursiones al volcán
Imbabura y medicina tradicional.
Operación Turística Comunitaria Nueva América de Visitas Parque Nacional Cayambe Coca, alojamiento,
Pimampiro. alimentación.
Grupo de Turismo Palauco de Pimampiro. Alojamiento y recorridos Parque Nacional Cayambe
Coca.
Red de Turismo Comunitario Tuntaqui (30 fincas Recorridos en las comunidades.
de agroturismo).
Emprendedores turísticos la Magdalena Turismo comunitario, albergues, guías, cabalgatas y
recorridos en bicicleta.
Emprendimiento Zuleta Inolvidable. Circuitos y turismo comunitario.
Hospedaje Carmita de la Parroquia de Angochagua. Hospedaje, gastronomía local, vista panorámica de la
zona.
Hotel Bar Terra Esperanza. Trekking Imbabura - Cubilche; camping; tours de
cabalgatas; cañoning; aguas termales; tienda de
artesanías Obando.
Talabartería Obando. Taller demostrativo de talabartería, elaboración de
monturas, bolsos, cinturones
Tradiciones San Clemente, de la parroquia la Turismo comunitario, alojamiento, convivencia
Esperanza. familiar, alimentación, cabalgatas
Ñucanchi Kawsay Native Travel. Turismo comunitario, agroturismo, caminatas guiadas
al Imbabura, alojamiento comunitario, gastronomía
típica, programas de voluntariado en turismo
comunitario, alojamiento, convivencia familiar,
alimentación, y cabalgatas.
Paraíso de la Aventura en la parroquia San Antonio de Alojamiento, gastronomía local, agroturismo, canopy,
Ibarra. escalada, caminatas
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa de Imbabura (2014- 2016).
Elaboración Propia
268
Ariruma Kowii
Poeta otavaleño
271
Y esto sólo se puede deber a las condiciones de vida que siguen teniendo. En este
sentido, hay que tener en cuenta que “las condiciones iniciales de pobreza económica
para una persona indígena son más difíciles de superar que las de una persona no
indígena, por lo que, pese a sus esfuerzos, los indígenas siguen postergados” (Larrea et
al., 2014, p. 14).
esperando resolver su pobreza extrema. A esto se suman las limitaciones respecto a los
servicios e infraestructura básica necesarios para llevar una vida digna.
Se van consiguiendo, poco a poco, algunos logros con los Planes Nacionales de
Desarrollo, tras una década de la denominada revolución ciudadana (Plan Nacional 2007-
2010), pero parecen insuficientes para la estabilidad de la población indígena en su medio
natural, imprescindible para su estabilidad en el medio rural y para el mantenimiento de
su cultura.
De hecho, al comparar los datos entre los censos nacionales de 1990, 2001 y 2010,
a partir del sistema REDATAM del INEC, se evidencia que las variables de vivienda por
pueblos y nacionalidades indígenas han mejorado sustancialmente en cuanto a
condiciones de ocupación (tenencia, distribución interna, implementos), abastecimiento
de agua y servicios básicos. Una situación similar se produce con el acceso a la educación
y a la salud. No obstante, si se comparan estas mismas variables con la población mestiza,
la brecha sigue siendo todavía muy amplia.
Ecuador ha reducido sus índices de pobreza del 35,7% hasta el 22,5% entre 2007
y 2014, lo que significa que más de un millón de personas superaron la pobreza en el
país. Este proceso ha sido especialmente significativo en los ámbitos rurales, en los que
la pobreza se redujo del 61,3% hasta el 35,3%. Ecuador, por ello, está considerado por la
ONU como el país que tiene el liderazgo en la reducción de la pobreza y de las
desigualdades en América Latina (SENPLADES, 2015).
Siguiendo con estas mismas estadísticas que facilita este organismo para 2015, en
Imbabura, a principios de este siglo, el 33% de la población no satisfacía sus necesidades
básicas y, en la zona rural, únicamente el 10% de indígenas y campesinos satisfacían
estas necesidades más primarias. Los cantones con una realidad más alarmante en
Imbabura eran Pimampiro, con un 54% de pobreza; Cotacachi, con el 52%; Otavalo, con
el 44% y Urcuquí, con el 41%.
Pimampiro, al igual que Ibarra, aunque con una más alta población indígena del
pueblo kichwa Karanki, presentaba el 71,3% de su población con necesidades básicas
insatisfechas, siendo los casos más alarmantes las parroquias de Chugá (99,8%), San
Francisco de Sigsipamba (87,3%) y Mariano Acosta (86,5%); incluso el área urbana tenía
casi las dos terceras partes de su población (63,10%) con problemas de pobreza.
El cantón Cotacachi, igualmente con una alta población del pueblo kichwa Otavalo,
registraba un 72,8% de pobreza, siendo las parroquias de García Moreno (95,7%), Vacas
Galindo (91,4%), Imantag (94,0%) y Plaza Gutiérrez (93,5%) las que presentaban los
porcentajes más extremos.
Ante esta situación, muy crítica en la práctica totalidad de las parroquias rurales de
mayoría indígena, no es de extrañar que la población abandone sus núcleos rurales, al
menos los jóvenes, para dirigirse hacia las ciudades más próximas o al extranjero.
23,8% fue de Otavaleños, principalmente del pueblo kichwa, por razones de trabajo
(37,6%), por mantener u obtener la residencia extranjera (32.2%) o por turismo (18,7%).
En las parroquias más pobres y entre las mujeres es muy frecuente la deserción
escolar, debido a problemas familiares, económicos, migraciones, salud, desarrollo
intelectual, etc. Por ello, desde 2010, se han llevado a cabo una serie de medidas y
programas con el objetivo de reducir el analfabetismo hasta el 2,8%. Para ello, se
articularon el proyecto Si Puedo y el programa Dolores Cacuango, impartido en kichwa,
que estuvo dirigido a la población indígena de la Sierra Norte del Ecuador, incluyendo
Imbabura.
También siguen persistiendo, sobre todo entre los indígenas, problemas de salud,
con unas tasas de mortalidad infantil, materna y por desnutrición que, si bien se han
corregido en buena medida, todavía presentan indicadores relativamente elevados en las
parroquias indígenas rurales. En su conjunto las tasas de mortalidad bruta son muy bajas
(4,9 por mil en Imbabura), como consecuencia de la corrección de la mortalidad infantil
en las dos últimas décadas, del reducido envejecimiento de la población y del incremento
de la esperanza de vida, que ha pasado de los 64 años en 1990 a los casi 82 en 2013. No
275
Han sido numerosos los organismos que han contribuido a alcanzar estas metas de
mejora de los niveles de vida de las poblaciones indígenas, así como de otras para la
conservación de su cultura y patrimonio.
Esta es la vida,
Un día mil muriendo,
Mil naciendo,
Mil muriendo,
Mil renaciendo,
Así es la vida
Dolores Cacuango
Líder del Pueblo Kichwa Kayambi.
13. POBLAMIENTO Y VIVIENDA
Indígena Libre
Por otra parte, también existían intensos intercambios intra y extra zonales
(Oberem,1981 y Caillavet, 2000) en la época preincásica, junto al predominio de las
284
Como parte de la herencia histórica, Rhoades (2006) establece que los pueblos
indígenas de Cotacachi y Otavalo han sufrido el abandono y la privación de sus derechos
civiles, como resultado del colonialismo y de los primeros 150 años de vida republicana.
Los kichwas de Imbabura son el resultado de un complejo sistema denominado
huasipungo, por el que trabajaban, a manera de siervos endeudados de por vida, con los
terratenientes o hacendados blanco-mestizos.
Por otra parte, D’ Altroy, 2000 (citado en Rhoades, 2006, p .60) asegura que, entre
las prácticas ancestrales, se ha ido limitando la diversificación de cultivos y el espaciado
entre la siembra y la cosecha en las diferentes zonas ecológicas.
Las parroquias rurales, son unidades territoriales que, para ser consideradas como
tal, deben tener una población no menor a diez mil habitantes, de los que dos mil, al
menos, estarán domiciliados en la cabecera de la parroquia y, además, se integrarán en
comunidades, cuya población no será inferior a cincuenta personas. Las comunidades
que configuran una parroquia rural, según el artículo 308, se consideran formas de
organización territorial ancestral, al mismo tiempo que se constituyen en unidades
básicas para la participación ciudadana en el interior de los gobiernos autónomos
descentralizados.
Por otra parte, las parroquias urbanas, estructuradas en barrios, también se definen
como “…unidades básicas de participación ciudadana en los gobiernos autónomos
descentralizados municipales o distritales” (Art. 306, p. 67).
Las zonas rurales son lugares de baja densidad poblacional, cuyo desarrollo se basa
en las actividades primarias. En Imbabura, estas áreas rurales están pobladas por al menos
el 78% de indígenas kichwas y el 22% por campesinos mestizos, localizándose en las
zonas altas (INEC, 2010). Las zonas bajas, por el contrario, están habitadas
mayoritariamente por mestizos y, en menor medida, por la población afrodescendiente e
indígena.
Imbabura se caracteriza por su complejidad natural, propia del sistema andino, que
se ha constituido en el sostén de un paisaje humano de asentamientos, con rasgos
identitarios y sistemas económicos interdependientes como resultado de la necesidad y
del proceso de intercambio de mano de obra, alimentos y otros recursos entre zonas. Las
diferentes poblaciones indígenas han logrado una adaptación a las diversas zonas
agroecológicas, con unos aprovechamientos que, según Moates (2003), se han adecuado
a patrones verticales con fines productivos, lo que ha originado movimientos
poblacionales y asentamientos humanos.
286
A través del tiempo, el recurso paisajístico de las zonas habitadas por los pueblos
kichwas Otavalo, Karanki y Natabuela se ha convertido en un mosaico natural, cultural
y agropecuario, en donde coexisten con otros grupos étnicos.
Para Lanas (2013), una de las razones por la que las comunidades indígenas se
localizan en las zonas andinas desde tiempos históricos se asocia con las presiones
coloniales, debido al asedio encomendial. Es así que, gran parte de la población indígena
decide huir y refugiarse en zonas lejanas y altas. En algunos casos poco fértiles, con
fuertes pendientes y relativamente inaccesibles.
Estas poblaciones indígenas continúan habitando las zonas rurales por tradición,
subsistiendo con una estructura de pequeñas y medianas parcelas en lo que fueron
grandes extensiones de tierra o latifundios. En todo caso, aún existen algunas haciendas
(latifundios) de propiedad mestiza, en las que se fomentan las actividades ganaderas y
agrícolas extensivas, mientras que en los minifundios de la población indígena se
desarrollan actividades ganaderas y agrícolas de subsistencia.
Por otra parte, los acelerados procesos migratorios desde los sectores rurales de la
provincia, han repercutido en la composición de la estructura social urbana. Estos grupos
han generado un importante sector de artesanos y operarios en unos casos y, en otros,
una población pauperizada con niveles de vida infrahumana.
Fuente: Cartografía del Instituto Geográfico Militar (2010); cartografía histórica del INEC/CPV (1974); INEC/CPV (2010). GADP-I (2015). Elaboración Propia.
293
Fuente: Cartografía histórica, 1974, 1990 del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos-INEC. Cartografía del Instituto Geográfico Militar (2010).
Elaboración Propia.
297
Por otra parte, las viviendas han ocupado importantes zonas agrícolas, por lo que
se han visto reducidos los espacios para esta actividad. En la parroquia de la Esperanza,
así como en el resto del territorio Karanki, ya no existen los terrenos de uso comunitario,
aunque sí se encuentran propiedades de uso público, como quebradas, vertientes,
infraestructuras educativas, deportivas, sanitarias, etc.
La parroquia está constituida por cuatro barrios y seis comunidades indígenas, con
un promedio de 300 familias y cinco miembros. La Esperanza, al igual que las demás
298
Gran parte del terreno parcelado y habitado por los actuales natabuelas, en tiempos
pasados pertenecía a la hacienda Anafo, en la que trabajaron como peones. Las parcelas
conservan un promedio de 500 metros, mientras que las familias que habitan en dirección
a las faldas del Imbabura poseen pequeños solares con extensiones por debajo de los
3.000 metros, destinados a la producción de tomate de árbol y aguacate, aunque la
actividad agrícola en general es de subsistencia. Además, según la presente investigación,
al menos el 70% de la población labora en los centros textiles de Atuntaqui, en la
construcción y en los servicios domésticos en distintas ciudades.
Fuente: Cartografía histórica del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos-INEC (1974, 1990). Cartografía del Instituto Geográfico Militar (2010).
Elaboración Propia
.
301
En la mayor parte de las zonas rurales habitadas por los kichwas otavalos, se
aprecian pequeños bosques cultivables, principalmente de eucalipto. Se utilizan para la
obtención de pingos destinados a la construcción de lozas de viviendas y también para
leña. En la cuenca baja del lago San Pablo, por un proceso acelerado de eutrofización, se
evidencia la sequía de este espejo de agua, lo que ha motivado la ocupación de estos
espacios con fines agropecuarios.
Fuente: Cartografía histórica del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos-INEC (1974, 1990); Cartografía del Instituto Geográfico Militar (2010).
Elaboración Propia
.
305
Fuente: Cartografía histórica del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos-INEC (1974, 1990); Cartografía del Instituto Geográfico Militar (2010).
Elaboración Propia
.
309
Los indígenas kichwas también manifiestan que a través del tiempo se han ido
perdiendo otras prácticas comunes entre ellos, como el aprovechamiento de los cultivos
después de la cosecha como alimento para sus animales. Una de las posibles causas es la
inseguridad (cuatrerismo) para sus animales por parte de personas no indígenas, a decir
de ellos. La afirmación se realiza por el incremento de robos, ya que los animales se
quedan en terrenos muy alejados de las viviendas. De la misma manera, el pastoreo ha
ido disminuyendo debido al menor número de hijos por familia y por el acceso al sistema
educativo, lo que no ocurría hace más tres décadas.
En los sectores rurales se aprecia una importante red de caminos, que ha mejorado
en los últimos diez años, pero aquellas vías que conducen a las comunidades más alejadas
de los núcleos poblacionales son de segundo y tercer orden.
Según Bray y Echeverría (2010) los karankis tenían la sabiduría para aprovechar y
controlar los diversos pisos ecológicos a través de una gran infraestructura agrícola, que
incluía canales, camellones y terrazas. Eligieron sitios estratégicos para la construcción
de las tolas, en montículos artificiales, con muros de cangahua (piedra caliza) rellenos
con tierra. Las tolas eran lugares destinados a las viviendas de sus líderes, así como para
ritos festivos agrarios y funerarios.
58Tolas: montículos artificiales construidos en épocas precolombinas con fines habitacionales y funerarios.
59 Huaqueros: saqueo de los yacimientos arqueológicos, sin prospección técnica-científica, para la
comercialización ilegal de los restos.
312
En Censo siguiente de 1962 (INEC, Tabla 9) revela que el 85% de las viviendas
tiene pisos de tierra, sobre todo en las zonas rurales. En el Censo de 1974 (INEC, Tabla
3), se indica que el 69, 21% de los habitantes de las zonas rurales de Imbabura disponían
de vivienda propia, de las que el 15,73% eran chozas.
60Choza: vivienda indígena construida en zonas rurales con materiales propios de la zona. Aunque los
actuales indígenas consideran que este término es despectivo y que se asocia con el lugar donde vive el
perro. Prefieren, por ello, la denominación de huasi o casa.
313
Así también, los abuelos indígenas explican que la paja que cubría y tejía los techos
cónicos de estas viviendas era traída de la parte alta del volcán Imbabura. Además, ellos
concuerdan que la cubierta era impermeable, siempre y cuando se reemplazara cada diez
años, caso contrario era vulnerable a la filtración de agua, en los largos inviernos. Estas
construcciones no tenían ventanas y la puerta de madera medía más de un metro de ancho
por dos de alto y, generalmente, eran construidas a base de mingas (25 personas), en al
61 Chaguarquero: procede de la palabra kichwa chawarquiru. Para Pazos (2008) el chaguarquero es el tallo
que sobresale de la penca negra, semejante a un báculo obispal. Esta planta crece en los valles interandinos
y cuando este tallo ha crecido lo suficiente se procede a cortar, secar y luego aprovechar para la
construcción de viviendas, gallineros o andas para esculturas religiosas.
62 Lechero: árbol andino con hojas cuya sustancia es lechosa y pegajosa. Es una planta resistente utilizada
como cerca viva, además de ser útil para curar verrugas. Para los kichwas de Imbabura está cargada de
símbolos y de energía.
63 Paja: planta ubicada a nivel del páramo andino, cuyo nombre científico es stipa ichu, más conocida en
lengua kichwa como yurak uksha. Los indígenas la han utilizado como cubierta para sus viviendas por su
durabilidad, impermeabilidad y función térmica.
64 Zuro: madera larga, delgada y flexible, que se encuentra en la ceja de montaña.
314
menos tres semanas. La estructura en general se sujeta con “cabuya”65 que, según el 80%
de los habitantes de San Clemente y Zuleta (karankis), resiste al tiempo y a los
terremotos.
Luego, las viviendas con paredes de tapia fueron cubiertas con teja, mismas
perviven en los tres pueblos, de forma mayoritaria entre los karankis y natabuelas. En
este último pueblo, las casas disponen de una distribución interna que concentra entre
uno y dos dormitorios, cocina y granero en el techo. En el exterior, se conserva un
corredor con poyo o asiento, sus paredes no se encuentran enlucidas y, en la mayoría,
estas casas no existen ventanas, o son muy pequeñas, de ahí que, el ambiente interno es
oscuro y húmedo.
Los pobladores entrevistados afirman que al igual que sus antecesores, ellos
también aprovechan el humo de la tullpa y la hornilla es útil para para ahumar la carne
de res y de cuy (cecina colgada), que ha sido previamente lavada en agua de sal (grano).
De esta forma conservan la carne por algunas semanas y consiguen un sabor genuino.
Asimismo, ellos manifiestan que en el área de la cocina aún mantienen algunos
implementos (ollas; cedazos; bigshas68; arneros; cuencos; platos; pequeñas ollas de
barro, aluminio, hierro, bronce; aventadores de totora y pilches69) que eran
característicos en la vida de sus padres, abuelos y bisabuelos. La mayoría de estos objetos
se encuentran colgados o sobre tablas adaptadas junto a la pared, otros utensilios de gran
tamaño (tiestos grandes, ollas de barro, pondos, pailas de bronce) están colocados junto
a la tullpa u hornilla70. Cabe decir que, algunas familias indígenas conservan la ashunga71
o cesto destinado a la maduración de quesos y conservación del pan duro, a partir del
cual comían cuando tenían hambre.
Cabe decir que, el área de dormitorio en las viviendas indígenas, al menos hasta
principios del siglo XX se adecuaba con paja de páramo en el suelo, cerca al fogón, otras
68 La bigsha o mama cuchara es un utensilio de madera utilizado para mover la mazamorra (colada de maíz
y haba).
69 El pilche es un recipiente elaborado de la mitad de un coco seco (fruta), que hace las veces de un vaso o
una taza.
70 La hornilla es una cocina de leña o carbón de estructura horizontal, que soporta al menos tres ollas de
gran tamaño.
71 Desde la ashunga o cesto, todos los integrantes de la familia acostumbran pellizcar o picar en el momento
de hambre.
72 El soberado se encuentra entre la pared y el techo de la casa, destinado a la conservación de granos,
además, el humo de la tullpa evita la proliferación de la polilla y la humedad.
316
personas dormían sobre un tendal de zuro o carrizo, con una estera73 en lugar de colchón
(Obando, 1988). En la actualidad, las casas se encuentran mejor distribuidas y también
reúnen mayores comodidades. Además, como parte de una realidad cultural sincretizada,
casi todas las viviendas indígenas (Fe católica) exhiben imágenes religiosas (santos,
vírgenes, cristos) en las paredes y también sobre repisas de madera.
Las viviendas indígenas sin importar su estructura actual, aún conservan un poyo74
al costado del corredor, que permite integrar a la familia luego de la jornada de trabajo.
Además, a lo largo de los siglos, se ha constituido en un espacio ideal que propicia la
transmisión de las tradiciones y expresiones orales de cada pueblo. A la vez, algunas
viviendas del pueblo kichwa Otavalo mantienen en sus corredores telares de pedal, de
cintura y, también, otros más sofisticados, que forman parte de la vida estos pueblos
tejedores. Los mismos, han propiciado el trabajo cooperativo, la integración familiar y el
legado de estas prácticas a las nuevas generaciones.
Una tradición vigente entre los tres pueblos kichwas es el huasipichai75, que se
traduce como limpieza de la casa, cuyo ritual andino consiste en eliminar las malas
energías, a través del fuego, las flores y el agua bendita (siete iglesias). El objetivo
principal es atraer la prosperidad y la felicidad para quienes habitarán en la nueva
vivienda y para los asistentes a la fiesta.
Es evidente que, en las tres últimas décadas, las características de las viviendas
indígenas han ido cambiando, no solamente por las preferencias de sus propietarios, sino
también por exigencia de los organismos locales estatales. Estos últimos, luego de
evaluar las situaciones de extrema pobreza e insalubridad, así como los efectos de una
73 La estera es una artesanía tejida con fibra vegetal de totora de 2m por 1,80 cm, utilizada para recostarse
sobre el suelo o la cama, pero también para secar granos o lana de oveja.
74 El poyo es un banco o asiento elaborado de tierra, madera o de cemento.
75 El huasipichay se constituye en un ritual para la bendición e inauguración de la casa nueva. Es un ritual
de limpieza, que consiste en ahuyentar las malas energías, para luego colocar una teja adornada (gallo) en
el techo de la casa nueva, aunque los natabuelas colocaban toros, jinetes, ovejas y personas. De acuerdo a
la creencia indígena, el gallo protege el hogar y asegura una buena economía para el mismo.
317
Para reconocer la vivienda del pueblo kichwa Otavalo, que habita el cantón
Cotacachi, se eligieron las comunidades de Pulcapa, Peribuela, Quitumba, Morlán y
Colimbuela (parroquia de Imantag); también Tunibamba, Piava Chupa, Yambaburo,
Itaqui y Topo Grande (parroquia de Sagrario); Quitugo, Turucu, Anrabí, Chilcapamba,
Morochos y Morales Chupa (San Francisco) y Ucu, San Antonio de Punje, Cumbas
Conde y Ugshapungo (Quiroga). En todas ellas, la presencia de la choza es mínima,
únicamente se aprecia un promedio de dos por comunidad, en su mayoría son casas de
adobe con teja y también de ladrillo y bloque.
Es así que el pueblo Otavalo, por no haber regulado mediante ordenanza las
construcciones urbanas y rurales, ha perdido los rasgos y características identitarias. Por
tanto, se observa un paisaje rural que impacta de forma negativa cuando el turista
interactúa con las formas y modos de vida de la población kichwa.
En general, son casas de gran tamaño, de dos a cinco pisos, y muchas de ellas en medio
de las sementeras agrícolas y pendientes paisajísticas.
Los estudios de Paz y Miño (1938) revelan que el primer censo colonial con fines
tributarios en Ecuador se inicia con el empadronamiento de 1780 (Archivo Nacional de
Historia). En ese momento, la población estaba reconocida y clasificada como blancos,
indios76, libres de varios colores77 y esclavos. Explica además que, del total de 412.000
habitantes ecuatorianos, el 64% se identificaron como “indios”, término utilizado en en
esos momentos, que fue reemplazado por indígena, ya que se consideraba despectivo.
Para esta Tesis, también se ha accedido a los datos del V Censo de Población y IV
de Vivienda de 1990, al VI Censo de Población y V de Vivienda 2001, a la Encuesta
Nacional de Empleo, Subempleo y Desempleo (ENEMDU, 2004), al igual que a los datos
del VII Censo de Población y VI de Vivienda 2010.
Hay que mencionar que, en los Censos de 1950, 1990 y 2001, el Instituto Nacional
de Estadísticas y Censos utilizó la variable “lengua nativa” para definir a la población
indígena. No obstante, no permite conocer la identificación de la población indígena por
pueblos y tampoco otros aspectos inherentes a cuestiones vitales y movimientos
migratorios. Es preciso explicar que la población por lengua nativa entre censo y censo
presenta grandes diferencias, posiblemente porque los indígenas preferían
autoidentificarse como mestizos. La irregularidad de estas cifras y sus fuertes diferencias
entre los Censos, aconsejan tratar con total prudencia estos datos e, incluso, prescindir de
los mismos.
76 Indios: denominación otorgada por Cristóbal Colón cuando llegó a América, ya que creyó haber llegado
a las Indias Occidentales. Actualmente se utiliza el término indio para demostrar una actitud despectiva y
discriminativa a personas de origen indígena.
77 Libre de varios colores: probablemente en relación a indígenas y negros que alcanzaban la libertad.
322
Por otra parte, el presente capítulo ha requerido datos para establecer la evolución
de la población, aspectos demográficos, estructura poblacional, entre otros aspectos. Para
el efecto se ha obtenido información a través del cruce de variables que permite el
Sistema Integrado de Consultas-Redatam. Después, mediante, un proceso estadístico
específico, se ha obtenido una visión histórica, actual y futura de las poblaciones kichwas
imbabureñas.
Las fuentes, en todo caso, son muy deficientes hasta el último Censo, por lo que
únicamente se analizará la situación desde 2010 y algunos otros datos genéricos de fechas
anteriores relacionados con la evolución de la población. Tampoco existen datos
desglosados por parroquias para el análisis de la dinámica demográfica anteriores a esta
misma fecha, por lo que sólo es posible utilizar los años de 2010 a 2014.
Tabla 35
Evolución de la población indígena en el Ecuador (1950 -2010)
El resultado son esas cifras tan dispares entre años e, incluso, en el mismo año, a
pesar de tratarse de dos fuentes oficiales, caso del año 2001, en el que la ENEMDU da el
15% de población indígena, mientras que el INEC lo reduce al 6,8%. En todo caso, el
dato con una desviación más elevada es la publicada por las Naciones Unidas (2004),
que afirma que el 43% eran indígenas, frente al porcentaje tan sólo del 3,8 que recoge el
INEC para 1990.
indígenas, el 85,9% corresponde a los diferentes pueblos kichwas que habitan Costa,
Sierra, Amazonía y las Islas Galápagos.
partir de 2030, puesto que las mujeres tendrán menos de dos hijos, frente a los 6,4 de
1965 y a los 2,2 de 2017.
Tabla 36
Números índice poblaciones indígenas Imbabura
Por ello, en estas comunidades indígenas se van quedando las personas mayores de
45 años. En general, las mujeres indígenas emigran menos que los hombres, asumiendo
roles que no les correspondía en décadas anteriores con relación a las actividades
agrícolas.
De acuerdo a las bases de datos del INEC –REDATAM, se evidencia una situación
singular respecto a la tasa de crecimiento de la parroquia de San Rafael, que entre 1990
y 2001 fue del 15, 71%, mientras que se redujo al 1,44 entre el 2001 y 2010. Aunque, en
este periodo el crecimiento es alto en todas las parroquias que se ubican en la cuenca
hidrográfica del Lago San Pablo, sin embargo, San Rafael presenta un fenómeno que
merece una explicación particular.
De acuerdo al testimonio del Coordinador78 Parroquial del Censo del año 2001 en
Otavalo, manifiesta que entre 1998 y 2001 los comuneros de las parroquias de San Rafael
de la Laguna y Eugenio Espejo retornaron masivamente desde Colombia, a donde habían
emigrado entre 10 y 15 años antes. Por ello, la mayoría de las viviendas de algunas
comunidades, en particular de la Compañía Alta y Compañía Baja, se encontraban
totalmente abandonadas. En el vecino país, los indígenas trabajaban en la
comercialización de ropa, artesanías, frutas y vegetales, entre otros trabajos.
78En el año 2001, el Coordinador Parroquial del Censo fue el Antropólogo y Maestro Lingüista Raúl
Cevallos, quien también se constituye en uno de los principales informantes de esta investigación.
328
Tabla 37
Números Índice todas las parroquias de Imbabura (1990-2020)
Tabla 38
Evolución de la población absoluta kichwa, en relación a Imbabura (1990-2020)
209,8
210,0 177,4
180,0 160,1
150,0 168,7
120,0 100,0 143,2
131,4
90,0
100,0
60,0
30,0
0,0
1990 2001 2010 2020
Nr.Índice Provincia Nr.Índice Parroquias
Tabla 39
Población y densidad kichwa, en relación a la población y densidad absoluta de Imbabura
104874 1000
100000 785,31
800
490,23 449,45 600
43518
50000 400
40036
82,23 12970 15671 200
38558
0 5544 1357 120 0
3188 9185
Antonio Ante Cotacachi Ibarra Otavalo Pimampiro Urcuquí
Entre los tres pueblos kichwas, destaca el pueblo Natabuela, que se asienta en las
parroquias de San Francisco de Natabuela, San José de Chaltura, Imbaya y Atuntaqui, ya
que en el censo del 2010 tan sólo registró 1.527 habitantes autoidentificados como
indígenas y con tendencia a la disminución, debido al creciente blanqueamiento de su
pueblo.
De acuerdo con los Censos, en las dos últimas décadas, la población absoluta de
Imbabura ha experimentado un importante crecimiento. Así, en la década de final de
siglo, la población rural masculina y femenina todavía refleja un mayor contingente que
la población urbana, pero a lo largo de la primera década del presente siglo se ha ido
invirtiendo la relación, con un mayor peso de la población urbana, lo que obedece a la
emigración del campo a la ciudad, un fenómeno que viene siendo habitual en todo el
mundo en las últimas décadas y que todavía está por concluir. No obstante, hay que
precisar que estas áreas urbanas también están creciendo por la fuerte inmigración
colombiana y de las poblaciones limítrofes del norte de Ecuador en las tres últimas
décadas.
Según se recoge en las Tablas 39 y 40, las parroquias y cantones con mayor
extensión son Cotacachi, Ibarra y Urcuquí, aunque el cantón de Ibarra presenta la
población más elevada, con 181.175 habitantes, por tratarse de la capital de la provincia.
La población indígena kichwa de Imbabura, como ya se ha comentado, representa el
14,5% del total provincial.
La provincia de Imbabura, según los dos últimos Censos (2001-2010), está entre
las 10 provincias del país con mayor densidad demográfica. Según datos de 2001, el
promedio de la densidad demográfica era de 74,6 habitantes y, en 2010, de 86,8.
333
600 1800
529
1600
500
1400
400 1200
1000
300
214 800
166
200 600
79 400
100 24
3 0 200
67 2 29 20
0 8 0
Antonio Ante Cotacachi Ibarra Otavalo Pimampiro Urcuquí
Además, como se observa más adelante, la población femenina en las últimas dos
décadas aumenta moderadamente (0,33%), mientras que la población masculina
desciende, aunque es un comportamiento nacional y, posiblemente, se debe a procesos
emigratorios.
Tabla 41
Pueblos kichwas Otavalo, Karanki y Natabuela (2010)
Fuente: Cartografía del Instituto Geográfico Militar (2010); INEC (2010). Elaboración Propia
.
339
Y el pueblo Natabuela, que tiene una mayor presencia en las parroquias del cantón
Antonio Ante, sobre todo en la parroquia San Francisco de Natabuela. Se registran en
toda la provincia tan sólo 1.527 habitantes.
población muy joven, con un volumen de mujeres en edad de procrear muy constante y
elevado.
Entre 2010 y 2015, la tasa de nupcialidad presenta una cierta tendencia decreciente,
con un ligero repunte en 2014. Bien es cierto que se trata de un período muy corto y de
una variable muy constante, puesto que depende de mentalidades y de creencias
religiosas, que evolucionan muy lentamente.
341
Tabla 42
Evolución de la nupcialidad en las parroquias con mayor población ki chwa (2010-2015)
Nupcialidad Matrimonios
Parroquias 2010 2011 2012 2013 2014 2015
Otavalo 393 481 419 490 615 516
Dr. Miguel Egas Cabezas 56 49 48 44 58 38
Eugenio Espejo (Calpaquí) 53 42 57 42 59 41
González Suárez 30 24 19 21 18 20
San José de Quichinche 50 55 52 31 37 38
San Juan de Ilumán 56 52 68 55 51 64
San Pablo 44 48 50 17 37 40
San Rafael 52 46 47 43 38 40
Angochagua 17 9 6 2 6 13
La Esperanza 55 30 43 28 37 36
Cotacachi 180 107 132 25 33 12
Imantag 16 25 10 23 17 25
Quiroga 10 39 23 18 25 35
San Francisco de Natabuela 36 22 19 27 28 18
San José se Chaltura 9 14 9 12 15 15
San Roque 87 60 55 46 63 61
Chuga 4 2 3 0 1 3
Mariano Acosta 7 4 1 1 0 3
San Francisco de Sigsipamba 3 9 1 1 1 0
Cahuasquí 5 7 5 7 3 3
Pablo Arenas 5 5 6 7 7 6
San Blas 17 11 12 16 10 9
Total 1185 1141 1085 956 1159 1036
Fuente: INEC (2016)
Tabla 43
Comparativo de la evolución de la nupcialidad en las parroquias con mayor población
kichwa, en relación a la Provincia (2010 -2015)
10
7
6,5
6 6
5,8
6,2 5,5 5 5,4
5,7 5,1
5
4,7
4 4,9
4,3
3
0
2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016
Otro 25,6% lo hacen entre los 25 y 29 años, pero más de un 40% retrasan su
matrimonio por encima de los 30 años (INEC, 2010). Estamos ante un comportamiento
que se aproxima al de los países desarrollados, al ciclo demográfico moderno, de tal
manera que, a pesar de las mentalidades tradicionales natalistas, la fecundidad se sigue
reduciendo, entre otras cuestiones por el retraso en el acceso al matrimonio y el
acortamiento del período fértil de la mujer.
La variable de divorcios indica que sobre el total en Imbabura, las zonas rurales
registran tan sólo el 26,5%, frente al 73,5% de las zonas urbanas. Hay que pensar por ello
que las mentalidades rurales siguen manteniendo las costumbres más tradicionales y el
porcentaje de divorcios todavía es muy bajo.
343
Tabla 44
Evolución de la natalidad, mortalidad y crecimiento natural kichwa en relación a Imbabura
(2010-2014)
26,0
24,0 24,1
22,0 22,3 22,2
20,0 22,0 21,1 19,0
21,1 18,7
18,0 19,0
16,0 17,6
14,0
12,0
10,0
8,0
6,0 4,4 4,5 4,3 3,9 4,0
4,0 4,2
2,0 4,2 3,4 3,5 3,4
0,0
2010 2011 2012 2013 2014
Figura 12: Tasas de natalidad y mortalidad kichwa con relación a Imbabura (2010 - 2014)
Nota: Tasa por cada mil habitantes.
Fuente: Bases de Datos INEC (2010-2014). Elaboración Propia.
344
22,0
19,7
20,0 17,9
18,0 18,0
16,0 17,9 16,9 17,7 15,1 14,6
14,0 15,4 14,2
12,0
10,0
8,0
6,0
4,0
2,0
0,0
2010 2011 2012 2013 2014
Las tasas de mortalidad son muy inferiores a las que puedan tener los países más
desarrollados, consecuencia del descenso de la mortalidad infantil, del acelerado
incremento de la esperanza media de vida y del reducido porcentaje de población senil
todavía.
Según reportes históricos del INEC en físico (sin datos referenciales), la tasa de
mortalidad general en Imbabura era del 13,9 por mil en 1976, en tanto que la mortalidad
infantil para ese mismo año presentaba una alarmante tasa del 105 por cada mil nacidos
vivos, incidiendo especialmente en la población indígena de las zonas rurales. En 1986
ya había experimentado una importante disminución, aunque con un 40,3 por mil, seguía
siendo elevada.
Tabla 45
Evolución de la mortalidad general, mortalidad infantil y razón de mortalidad materna de
Ecuador (1990-2014)
Año Tasa Mortalidad general (1) Tasa Mortalidad infantil (2) Razón Mortalidad materna
(3)
1990 4,95 21,84 84,59
1991 5,15 20,46 87,87
1992 5,06 20,18 93,09
1993 4,86 19,35 96,13
1994 4,65 16,97 66,77
1995 4,52 15,38 47,24
1996 4,55 14,92 54,08
1997 4,44 15,27 45,29
1998 4,53 14,54 42,62
1999 4,56 15,11 58,50
2000 4,50 15,46 65,45
2001 4,31 13,58 52,63
2002 4,24 12,86 42,29
2003 4,02 11,34 39,28
2004 4,04 11,25 36,83
2005 4,14 10,64 40,95
2006 4,15 10,67 38,78
2007 4,08 10,17 50,70
2008 4,15 9,77 47,68
2009 4,05 9,50 60,28
2010 4,11 9,32 59,04
2011 4,08 8,90 70,44
2012 4,09 8,82 59,90
2013 4,00 8,64 45,71
2014 3,93 8,35 49,16
Nota: (1) Tasa por 1000 habitantes; (2) Tasa por 1000 nacidos vivos; (3), razón por 100.000 nacimientos.
Fuente: INEC (2014).
346
24
22
20
18
16
14
12
10
8
6
4
2
0
2005
2009
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2006
2007
2008
2010
2011
2012
2013
2014
Tasa Mortalidad general Tasa Mortalidad infantil
Respecto a esta tasa de mortalidad infantil a lo largo de la primera década del siglo,
el Centro Latinoamericano y Caribeño de Población (2002-2010) indica que es de 67,6
defunciones por cada mil nacidos vivos entre los niños indígenas, mientras que se reduce
al 29,9 para el resto de los niños, básicamente mestizos y población urbana.
A la vista de estos datos, se observa una muy reducida mortalidad general, con
tendencia a una ligera, pero constante, disminución. La mortalidad infantil ha
experimentado una mayor caída, puesto que en 1990 se registra una tasa de 21,8
defunciones por cada mil nacidos vivos, reduciéndose hasta un 8,3 en 2014. Esto se ha
debido a la educación y socialización sobre medicina preventiva y, sobre todo, a la
generalización de la sanidad pública y a la atención en centros hospitalarios. Pero estas
cifras nacionales, si bien en relación con la mortalidad general son similares a las de
Imbabura o a las de los cantones más urbanos, las tasas de mortalidad general y, sobre
todo, infantil son muy superiores todavía en las zonas rurales kichwas, según las
referencias mencionadas anteriormente.
347
120
100
80
60
40
20
2012
2013
2014
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
Figura 15: Mortalidad materna, 1990-2014
Fuente: Anuario de Estadísticas Vitales: Nacimientos y Defunciones, INEC (2014).
Nota: Razón por 100.000 nacimientos. Se excluye muertes maternas tardías.
En relación con este mismo tema, el INEC (citado por la FAO, 2001, p. 9) asegura
que en “1987 la tasa de mortalidad materna para Ecuador fue de 135,9 por 100 mil
nacidos vivos y para 1997 la tasa registrada fue de 59,6 por 100 mil nacidos vivos”, cifra
esta última bastante superior a la que se recoge en la tabla anterior (45,3). Se consideran
como muertes maternas aquellas que se producen en el periodo del embarazo, parto o
posparto, hasta los 42 días siguientes a la terminación del embarazo, independientemente
de la duración y del sitio del embarazo.
348
Son tasas, en todo caso, bastante elevadas todavía, hecho que se puede explicar por
la mayor incidencia en los ámbitos rurales, consecuencia de que el 44,7% de las madres
autoidentificadas indígenas dieron a luz en sus casas con parteras, familiares o solas en
el periodo 2007- 2012, según la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (2012).
Es una de las causas fundamentales de la muerte de las mujeres.
En relación con las causas de mortalidad, el INEC (1976) indica que para este año
las causas de mortalidad general en la población imbabureña estaban ocasionadas
fundamentalmente por enfermedades gastrointestinales, psicosis, bronquitis, efisema y
asma. Las enfermedades gastrointestinales, de fácil prevención y cura en la actualidad,
suelen deberse al consumo de alimentos en mal estado o, sobre todo, de aguas
contaminadas, bien por las actividades agropecuarias o por el vertido de aguas residuales
humanas, como consecuencia de que no existía el alcantarillado en las zonas rurales para
la traída de agua potable y para la conducción y posterior tratamiento de las aguas
residuales. En relación, a la mortalidad materna, se establecen tres causas básicas, la
eclampsia (27%), la hemorragia posparto (17%) y la hipertensión gestacional (8%).
Así pues, las principales causas de mortalidad infantil (niños menores de un año),
están ocasionadas por trastornos relacionados con la corta duración de la gestación, con
el bajo peso al nacer, neumonías, sepsis bacteriana del recién nacido, malformaciones
congénitas del corazón, dificultades respiratorias, asfixia al nacer, etc. En las zonas
rurales, como ya se ha mencionado, las muertes infantiles también están provocadas por
dar a luz en la vivienda o por una atención no adecuada por parte de algunas parteras.
80
78
76
74
72
70
68
66
64
62
60
58
56
54
52
50
48
46
44
42
40
1970
1972
1960
1962
1964
1966
1968
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
2010
2012
2014
Esperanza de vida Esperanza de vida - Hombres Esperanza de vida - Mujeres
82,0
80,0
78,0
76,0
74,0
72,0
70,0
68,0
2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020
En síntesis, el crecimiento natural sigue siendo bastante elevado, pero con tasas
que en estos cinco años se han reducido de casi el 2,0 por ciento a menos del 1,5.
351
Desde hace una década, los pueblos kichwas Otavalo y Karanki vienen fortaleciendo
el concepto de la pluralidad cultural, con lo cual se requiere la responsabilidad y
participación de todos los actores. Los especialistas en temas culturales que han
colaborado con esta investigación manifiestan que estos pueblos ancestrales, aún sin ser
conscientes, han venido desarrollando la pedagogía de la ternura, que permite aprender a
través de la imitación. Este tipo de aprendizaje garantiza que las nuevas generaciones
mantengan los patrones culturales de sus padres y abuelos, quienes tienen el derecho de
reprender o reprobar, con un plus, que se reconoce como amor.
Cabe indicar que las familias indígenas ampliadas se encuentran integradas por una
cadena generacional, que integra hatun taita79, taita80, hijo, pucho o chuso (pedacito) y
sobrita. Este último constituye el elemento que articula y promueve la alegría de la
familia, más aún si es mujer. En las familias otavaleñas prevalece la cadena de la
reciprocidad simétrica y asimétrica, que establece la espontaneidad de dar y recibir,
cuando el beneficiario es solvente económicamente; entonces deberá generar un efecto
boomerang, con un retorno mayor; es decir, si recibe una arroba de papas, él en su
momento entregará un quintal de lo mismo o más; si recibe diez kilos de carne, en
compensación considerará la entrega de una res.
familiares, con lo cual está obligado a dar parte de su fortuna, como el pago de las bandas
musicales, castillos, alimentación, bebidas, animales, entre otros obsequios, que son
comunes entre los indígenas.
En las poblaciones indígenas persiste la educación por parte de los adultos, para
que las niñas se conviertan en esposas sumisas y serviciales, y los niños en hombres de
trabajo que multipliquen su capital. La mayoría de entrevistados aseguran que los
aprendizajes desde edades tempranas están orientados a desarrollar y mantener la
hegemonía del hombre.
Las fiestas también propician una gran interacción entre sus propios habitantes, con
lo cual, los hombres y mujeres jóvenes se sienten atraídos entre sí. De acuerdo a los
testimonios recogidos in situ, al momento de la comida, el hombre indígena presta
especial atención a una mujer, pues, si ella se alimenta con gusto, rapidez y utilizando el
dedo índice para limpiar el plato, entonces ellos asumen que es y será [buena mujercita]
ideal para esposa. Por otra parte, si hombre observa que la mujer come tostado con la
mano, y al final lame toda su palma, también es buen augurio, para el gusto del hombre
indígena.
Es así que, en el momento que el joven se siente atraído por la belleza de una kuytsa,
él inmediatamente intentará quitarle su fachalina. Para lo cual, le sigue en silencio al
lugar que vaya (pastar los animales, lavar la ropa a la quebrada) durante varios días e,
incluso, semanas. Durante este tiempo, la mujer advierte la presencia del hombre, y se
muestra más atractiva que de costumbre, hasta que el pretendiente decida acercarse para
quitarle la fachallina y expresarle su cariño. No obstante, casi siempre la mujer se
resistirá, por lo que se produce la llamada “revolcada” en el suelo, en el intento de
recuperar la prenda (mujer). Este acto simboliza la aceptación o negación del sacramento
del matrimonio por parte de la mujer, aunque no se diga nada, simplemente se definirá
por las acciones. Entonces, aunque la mujer haya recuperado la prenda, luego la
devolverá al hombre como muestra de aceptación, caso contrario ni siquiera intentará
recuperarla.
Por su parte, los habitantes del pueblo Natabuela recuerdan que hace más de 60
años, el hombre aprovechaba para enamorar a la mujer cuando estaba pastando su rebaño
de ovejas o lavando ropa en una quebrada, era el momento que aprovechaba para lanzarle
piedrecillas, terroncitos o fragmentos de teja, para que advierta su presencia. No obstante,
cuando el hombre intentaba acercarse, ella lo rechazaba con palabras despectivas
(longo84) y adjetivos que lo descalificaban, aunque, al parecer formaba parte del juego y
de la coquetería.
En cualquier caso, al momento que el hombre llegaba a su casa con una fachallina
en las manos, los padres asumían que se ha comprometido en matrimonio. En la
actualidad, esta práctica está vigente solamente en los pueblos Otavalo y Karanki.
Después de la etapa del enamoramiento, los habitantes del pueblo Karanki realizan
la pedida de la mano, el matrimonio civil y el eclesiástico, tal como en la sociedad
mestiza, sin los ritos que mantenían sus antecesores. Lo expuesto se debería a la creciente
aculturación e hibridación de las formas y modos de vida, tal como ocurre con el pueblo
Natabuela. No así, en la población indígena de Otavalo, en donde los actos relacionados
con los acontecimientos vitales se caracterizan por mantener una profunda y significativa
ritualidad. Aunque, como se lee en más adelante, ellos también han asimilado algunas
costumbres mestizas respecto al matrimonio, sobre todo en la zona urbana.
siempre elige a los padrinos que pueden ser indígenas, blancos y mestizos, lo importante
es el status económico y social.
Durante el matrimonio civil, los novios requieren la presencia de dos testigos para
su unión conyugal ante un juez. No obstante, además de la comida compartida, no existe
ningún otro ritual.
Los gastos del matrimonio también son asumidos por los padrinos, quienes pueden
contratar a músicos arperos, grupos de música andina e, incluso, orquestas, que
acompañan en los distintos rituales después de la ceremonia eclesiástica. Es decir, en la
actualidad será entre 1 y 3 días, mucho menos que en el pasado, en donde se celebraba al
menos 6 días. Además, los padrinos están comprometidos a entregar obsequios de gran
valor al nuevo matrimonio, que pueden ser, desde una yunta, hasta electrodomésticos,
dependiendo de la zona geográfica (urbana o rural) y condiciones económicas. Cabe
destacar que, en el pasado de la vida de Otavalo, los regalos consistían en herramientas
de labranza.
En la actualidad, la mayoría de los novios indígenas del pueblo Otavalo visten con
el atuendo tradicional, al menos, a partir de la ceremonia religiosa. Algunas novias
utilizan un anaco blanco con cola, caracterizado por los apliques de cristal y piedras
semipreciosas, a lo que se integra una blusa finamente bordada casi siempre a mano,
además en los últimos años se ha incorporado un velo que cubre su rostro, tal como las
novias mestizas. Por su parte, los novios llevan sombrero, alpargatas, camisa y pantalón
de color blanco, casi siempre con un poncho azul. Asimismo, la mayoría de invitados
utilizan la indumentaria tradicional.
la indumentaria tradicional. La mujer utiliza una camisa bordada con vivos colores, desde
el cuello y manga descienden cintas de seda muy llamativos, complementándose con un
anaco de color negro, sobre sus hombros se coloca un rebozo de color fucsia o amarillo
y ataviada de pendientes, wallkas89 doradas y manillas de coral. Por su parte, el hombre
exhibe una camisa (cuello bordado) y pantalón de color blanco, en su cintura una faja de
colores intensos, pero sobre todo resalta su poncho de dos caras (lados) y al igual que la
mujer, también lleva un sombrero de ala amplia doblado hacia arriba, alrededor del
mismo luce un cordón de color rosa fuerte.
En la actualidad, muy pocas familias de las zonas rurales (El Topo, La Calera; El
Cercado; Iltaquí y Motilones) realizan el ritual denominado puñuy tuta, que a criterio de
algunos entrevistados (expertos en cultura imbabureña) se constituye en un ritual de
iniciación. El mismo tiene lugar en la primera noche de boda alrededor de las 18:30,
después de la comida y el baile, una vez que los novios han sido acompañados por el
ñaupador y los padrinos a una pequeña casa llamada wasirichik94 para su primera noche
juntos. Es un momento de gran sacralidad que confluye con la infaltable picardía kichwa
surgida a través de los consejos expresados por sus acompañantes especialmente para el
esposo. En este momento, los padrinos realizan una limpia (barrer) a los novios y a la
casa (wasirichik), con ortiga, ramas de romero, laurel y marco, cuyas plantas son propias
del mundo binario andino, en donde se combina y se confronta el bien y el mal. Por ello,
los entrevistados consideran que es un momento en donde se expulsan las malas energías,
mediante la unión corporal del hombre y la mujer.
Cabe decir que, durante esta noche gran parte de los familiares permanecen fuera
del wasirichik haciendo guardia, también bebiendo, fumando, cantando y bailando hasta
el amanecer. Los entrevistados aducen que durante esta primera noche es muy probable
que no ocurra el contacto corporal, debido a la presión por la presencia de los familiares
en el exterior, pero también porque el ñaupador, los padrinos y los alcaldes, además de
los consejos, casi siempre colocan una faja en forma de cruz sobre la cobija, la cual, no
debe moverse, sino al día siguiente deberán pagar una penitencia. De la misma manera,
también aducen que sobre la cobija pueden poner ortiga y espinas, y en otros casos una
cuchara de madera con la boca hacia arriba, la cual no debe cambiar de dirección, caso
contrario deberán pagar una penitencia, que consiste en el desarrollo de actividades
domésticas o de labores en el campo.
94 El wasirichik es semejante a un pequeño bohío, sus paredes y techo son de sarapanga (caña del maíz
seco), aunque también utilizan tamo de trigo y cebada asociados con la prosperidad, su estructura de
chaguarquero (tallo seco de la penca) está atada con chilpe94. Esta vivienda se conserva por varios años,
durante los cuales se utiliza como casa vigía para la época de la siembra y cosecha, es también un espacio
para el juego de los hijos de la pareja o para acampar del sol o consumir los alimentos diarios cuando
laboran en el terreno.
359
Entonces, junto al río se encuentra una gran lavacara que contiene agua con sal,
romero, claveles rojos y blancos, para la realización del ñawi mayllay o lavado de la cara,
pero también de brazos y piernas (desde los tobillos hasta un cuarto arriba de la rodilla).
Con el agua antes mencionada, primero se lavan entre padrinos, luego los padres de la
novia, los padres del novio, hermanos, abuelos, familiares directos y finalmente entre
novios. Para lo cual, el novio solicita lealtad en las buenas y en las malas, con una frase
expresada en forma jocosa que dice “aquí ca solo yo entro, por eso ca con alegría te
cojo, esto es solo para mí oirrás, en las buenas y en las malas”96. Por su parte, la novia
lanza el restante de agua a los demás invitados como augurio de buena suerte para todos.
Después, ella guardará este recipiente que estará destinado al primer baño de su hijo.
Al inicio de la vida matrimonial, la pareja casi siempre vive en la casa de los padres
del esposo, por tanto, la primera comida que ella prepara para sus suegros debe ser muy
especial. En general, de acuerdo a las entrevistas, en el pueblo Otavalo, las recién casadas
cocinan sambo (calabaza) de dulce o de sal, en cualquiera de los dos casos agrega harina
de maíz punkichitu97 y no debe faltar el ají de piedra y el tostado yanga 98. Entonces, si
la primera comida es de buen sabor, la nuera llega a ser considerada wawalla [guagualla]
o hijita, y ellas les llamará con respeto y cariño mama María y taita Manuel.
Los tres pueblos andinos, para remediar los problemas de su salud, aún siguen
manteniendo como primera opción la medicina tradicional, mediante la asistencia de
personas consideradas portadores de los saberes ancestrales, tales como: parteras o
unanchu-mamas, yachaks99 o shamanes, fregadores, interpretadores de sueños y
hierbateros (Inuca, Icaza, Recalde, Cevallos y Romero, 2014).
Cabe decir que en los últimos años también se han implementado dos centros de
medicina tradicional en las ciudades de Cotacachi (Jambi Mascaric) y Otavalo (Jambi
Huasi). El primer centro integra al menos a 38 parteras que poseen un amplio
conocimiento sobre las plantas medicinales, las mismas han recibido algunos talleres
para efectivizar la asistencia prenatal y durante el parto. El segundo centro fue creado en
1984, también integra alrededor de 56 parteras que están preparadas para atender a las
mujeres indígenas y mestizas. Estos centros, también ofrecen consulta y tratamiento en
Las parteras entrevistadas aseguran que uno de los métodos anticonceptivos que
utilizan las mujeres indígenas de Imbabura consiste en la ingesta de una infusión en base
a las semillas del aguacate criollo, con lo cual provocan la infertilidad por el tiempo que
consideren necesario y no siempre acceden a los métodos anticonceptivos modernos. Por
el contrario, para asegurar la fertilidad consumen infusiones de hojas de higo. Todas estas
prácticas se aprenden desde la niñez.
Entre las creencias durante el embarazo, las mujeres otavaleñas manifiestan que se
cuidan en ciertas horas al día, por considerar que el diablo o supay101 está presente a las
18h00 y 24h00. En estas horas, no pueden pasar sobre un puente, bañarse en una
quebrada, pastorear a los animales o ir a una cascada.
La mayoría de parteras entrevistadas afirman que sus madres les transmitieron estas
enseñanzas, al menos desde los ocho años de edad. Ante lo cual, algunas de ellas tuvieron
que asistir en más de un parto de sus propias madres, siendo todavía muy jóvenes.
Las parteras de Cotacachi explican que al inicio del parto acostumbran a romper
una hoja caliente de laurel sobre el vientre, para evocar la preparación del nacimiento. A
la vez brinda una infusión de plantas dulces como hierbaluisa y manzanilla, para luego
limpiar las malas energías y mal aire con plantas sagradas, como la ruda, ortiga, eucalipto,
romero e incienso en todo el ambiente. A continuación, provee calor a la mujer y adhiere
hojas de col en su vientre y cadera para extraer el frío interior.
Las parteras de Otavalo manifiestan que cada infusión (flores y plantas) cumple
una función específica antes, durante y después del parto. Así, la infusión de hojas de
camote consumida quince días antes del parto, será útil para extraer el frío del organismo.
La infusión de hojas de chilka seca con una porción de melloco y panela, la utilizan para
provocar la rápida dilatación del cuello del útero.
Durante la labor de parto, las comadronas colocan una manta o una sábana bajo la
cadera de la mujer parturienta, con la finalidad de realizar movimientos y masajes claves
para lograr la ubicación o encaje del bebé para su nacimiento, más conocido como
“manteo”. No obstante, si la partera reconoce o percibe que el bebé se encuentra ubicado
en posición horizontal, o cree que existe circular de cordón, enseguida advierte de estos
riesgos, para que la mujer sea atendida en un centro médico.
humana y menos dolorosa. Para efectuar este tipo de parto, la mujer se afirma o se
sostiene de su esposo, de rodillas sobre un colchón con sábanas negras, para evitar el
impacto del color de la sangre, también pueden apoyarse en una soga o una estructura de
madera apropiada.
El momento del alumbramiento es asumido como una ceremonia sagrada por los
tres pueblos indígenas. Por ello, la partera es la primera persona en ofrecerle palabras que
evocan alegría y bendiciones al recién nacido, luego corta el cordón umbilical y bendice
con una oración, pero también considera que es el tiempo de curar el espanto. Por su
parte, el padre acostumbra a colocarle una moneda en la mano derecha que simboliza la
bienvenida y los deseos para que alcance una vida fructífera y exitosa.
sobre el vientre algunas hojas de esta planta, que han sido previamente calentadas (tiesto
de barro), que ayudará a desinflamar el útero, según las comadronas entrevistadas.
En los siguientes días, el bebé recibe los cuidados de sus familiares, especialmente
de sus abuelas, quienes tienen el máximo cuidado para evitar la posición sedente en el
bebé durante el baño, solo lo hacen desde el cuarto mes, por considerar que antes de este
tiempo provocará graves daños. El baño se constituye en una acción, en donde convergen
lo simbólico y lo religioso como muestra del profundo sincretismo que viven los pueblos
indígenas. Entonces, por una parte, utilizan el agua de romero y de chilka y, por la otra,
ofrecen oraciones a Dios.
El recién nacido, desde el primer momento será envuelto o ceñido con una faja de
algodón o de lana de oveja, misma que se coloca sobre los pañales de tela y la cunga
(prenda que sujeta la cabeza y el cuello). Esta envoltura inicia a la altura de los hombros
y llega hasta los pies, con lo cual, el bebé permanece inmovilizado. Algunas parteras
dicen que esta práctica contribuye para que la estructura ósea sea fuerte y perfecta,
aunque la medicina moderna rechaza y prohíbe esta costumbre, porque podría generarse
en una displasia o deformación del desarrollo de la cadera.
La mujer indígena después del parto guarda reposo, al menos los primeros cuarenta
días, su alimentación podría considerarse de tipo sagrada y prohibida. En el primer caso,
consiste en una dieta basada en la ingesta de alimentos frescos, livianos, aunque no muy
ricos en proteína animal. Al segundo grupo corresponderían los alimentos considerados
prohibidos o “inconosos102” (aguacate, colada de maíz cau, ají, fritada de cerdo) que
aparentemente infectan la herida de la madre (cesárea), al igual que a la cicatrización del
corte del cordón umbilical, o podría causar irregularidad en el sistema digestivo del bebé,
a través de la ingesta de la leche materna.
A partir del tercer día del parto, las mujeres indígenas se realizan el aseo
únicamente con paños de agua tibia (rosas). Ellas consideran que el baño les puede causar
un sobreparto y, en consecuencia, la disminución de la leche materna, debido al frío
absorbido. Por ello, las mujeres permanecen abrigadas durante los primeros 40 días, y
hacen poco esfuerzo físico, al inicio consumen pequeñas raciones de aceites de oliva y
102Los alimentos inconosos “son aquellos de los cuales se cree que por sus propiedades nutricionales tienen
efectos sobre los procesos de cicatrización (…), desde un punto de vista científico este dato no tiene
fundamento…” (Chonillo, Chiquito y Dueñas, 2015).
365
de ricino para limpiar su organismo. Ellas también purgan a sus hijos con algunas gotas
de miel rosada, miel de abeja o jarabe de achicoria, con lo cual dicen que evitarán los
granos y eliminarán el color amarillo de los pequeños cuerpos. En el caso de presentarse
algunos síntomas de enfermedad en el recién nacido, la madre o algún familiar curan el
espanto sobre una sábana blanca y le hacen beber algunas gotas de anís. No obstante, si
consideran que el espanto es más grave, entonces frotan colonia en el cuerpo en forma
de una cruz e inclinando levemente la cabeza del recién nacido le dicen shungu, shungu
(corazón, corazón). Según los testimonios recogidos, estas palabras permiten la pronta
recuperación del espíritu.
Las madres indígenas con hijos lactantes pueden exponer públicamente sus pechos
para amamantarlos, es una costumbre plenamente aceptada y respetada, tanto en la
sociedad indígena, como mestiza.
A los pocos días del nacimiento se cumple con el sacramento del bautismo, los
padrinos de este acontecimiento familiar, también lo serán para el matrimonio. Durante
este sacramento no faltará comida, bebida y regalos, con lo cual se crea el compromiso
de devolver lo recibido, aunque no siempre se efectúe en términos simétricos.
Las familias indígenas manifiestan que en el núcleo familiar casi siempre existe
favoritismo para el primero y el último hijo. El primero es considerado el incondicional,
el punta wawa103 o la cabeza (líder, principal) de todos los hijos, en consecuencia, el más
consentido. Por ello, también recibirá mayor beneficio en la herencia familiar, a la vez
tendrá el respeto y consideración de todos sus hermanos, ya que también ha apoyado a la
Por otra parte, es común que el hijo de una mujer soltera viva con los abuelos, para
que ella tenga la oportunidad de contraer matrimonio, aunque esta realidad no es
generalizada. En estos casos, la población de las zonas rurales, hace más de cuatro
décadas asumía que dicho hijo era producto del chuzalongo109 o del cuichic/kuichic110,
con la finalidad de encubrir situaciones delicadas o relaciones no aceptadas.
Por otra parte, el hijo de una madre indígena y un hombre blanco o mestizo, en la
sociedad indígena es llamado mishu111, traducido como “el que no es nuestro”. En la
mayoría de casos, tampoco son reconocidos y en pocos casos llevarán el estigma de no
ser aceptados plenamente en su medio.
109 Chuzalongo: espíritu que vive en las montañas, “espíritu del Imbabura”.
110 Cuichi/Kuichic: arco iris.
111 Mishu: el que no es nuestro, mestizo, mezclado.
368
Los ritos relacionados con los procesos de velación y sepultura entre los tres
pueblos kichwas mantienen más similitudes que diferencias. En todo caso, existen
diferentes ritos para niños y adultos.
En el pueblo kichwa Otavalo, los padres del niño fallecido, en primera instancia
notifican la muerte a los padrinos de bautizo, a través de la entrega de un mediano
(bandeja con pan, plátanos y manzanas) y música. En adelante, los padrinos asumen la
responsabilidad total hasta el sepelio. Por tanto, antes de colocarle en el ataúd, ellos le
bañan y visten con una mortaja blanca, a la vez ponen una corona de flores silvestres en
su cabeza. Enseguida construyen el altar pascay para el velorio, también contratan a los
maestros rezadores, al igual que a los músicos arperos y violinistas. En el caso que no
puedan asistir los padrinos por algún motivo, entonces quienes apoyan en la preparación
del velorio y el sepelio son las ñañacus o tías maternas o paternas.
El altar pascay, se construye con carrizo recién cortado por considerar que es una
fibra vegetal delgada, fresca y muy resistente. El altar tiene la forma de un nicho o arco,
encima se coloca una manta o sábana blanca, en los dos extremos de la estructura se
amarran las plantas de ramo bendito y romero, por considerarse sagradas. Todo el arco
se ajusta con cintas o cordones blancos, además se agrega una cruz con una cinta roja y
el ataúd es colocado en su interior.
Desde el inicio del velorio, los músicos y familiares cantan algunos recuerdos del
niño fallecido, en general a ritmo de fandango y en función del llanto de la madre, con el
acompañamiento esencial del arpa o del violín, por considerar que su música es muy
delicada y angelical. Los padres se consuelan pensando que su hijo se convertirá en un
ángel protector y el principal intermediador con Dios.
369
En el pueblo Otavalo, los padrinos y padres del niño fallecido son ortigados por la
mala suerte que han tenido, con lo cual, se evitará que este hecho se repita.
Una vez que ha concluido la velación y el sepelio, los padrinos desarman el altar
pascay, en algunos casos obsequian las flores a los familiares, en otros casos, todos los
implementos son lanzados a un río, para evitar que la mala suerte regrese. Luego, en la
casa de los padres o los padrinos, todos los familiares siguen bailando, comiendo y
bebiendo, al menos por un día más (Moreano, 2003).
En los pueblos kichwas Karanki y Natabuela, el niño fallecido es vestido con una
mortaja blanca y la música es producida con violines y guitarras. Aunque, la tristeza de
sus padres es muy grande, en poco tiempo alcanzarán la resignación, ya que, de acuerdo
a sus creencias religiosas, su hijo se convertirá en un ángel protector.
“guagüito mío, aquí te entregamos este ramito, para que le des a diosito y le pidas
que te guarde y nos cuide a toditos”.112
Cabe decir que hasta hace tres décadas, la iglesia católica negaba la celebración de
la misa y la sepultura a los infantes aukas (espíritus bondadosos, pero no bendecidos) en
un cementerio. Es así que los padres del fallecido rogaban al sacerdote para que al menos
reciba una breve bendición en la puerta de la iglesia y la autorización para sepultar su
cuerpo en un área marginada del cementerio, detrás de la vivienda de la familia e, incluso,
en un sitio inhóspito. Esta situación les obligaba a bautizar a sus hijos en los primeros
días de vida.
112 Fragmento de la entrevista facilitada por mama Jacinta Casco (partera) del pueblo Karanki (junio, 2016).
370
Durante el velorio de niños o adultos, las personas que acompañan a los familiares
del difunto son atendidos por la mama y el taita servicio (personas voluntarias de la
comunidad), quienes brindan alimentación y bebida de forma permanente. A lo largo de
la noche y la madrugada, las costumbres gastronómicas son abundantes y varían de
acuerdo a la comunidad, en algunos lugares, la primera comida se efectúa a las 19:00 y
la otra en la madrugada, después de los juegos mortuorios. Entre las preparaciones
gastronómicas se encuentran, la colada de maíz con presa de cuy; colada de maíz con
presa de gallina; arroz con carne de cordero; arroz con carne de res; cerdo y mote con
papa, casi siempre acompañado con ají, tostado y bebidas (infusión de canela, chicha y
licor).
Cabe mencionar que durante las noches de velada o vigilia, en cada pueblo kichwa
de Imbabura se practican algunos juegos, después de los rezos y antes de la comida. Para
Díaz y Pastillo (2014) las actividades lúdicas permiten la integración familiar, la
ampliación del círculo social, pero sobre todo contribuyen a menguar el dolor de los
familiares y del fallecido. Según los informantes kichwas, a la muerte de un niño, los
familiares le dicen a la madre ama wakankichu shina kakpika wawa wakankami o “no
llorarás, porque sufrirá tu guaguito”.
El “kurikinki” consiste en atar las manos de los participantes a su espalda para beber
una taza de chicha desde el piso, con las piernas abiertas y sin flexionar las rodillas.
número de lanzadas que ha autorizado el juez, quienes hayan obtenido el mayor puntaje
serán declarados ganadores.
El juego “maquita llantanai” requiere de golpes o chirlos con dos dedos al reverso
de la muñeca de la mano de los perdedores, por parte de los demás participantes, por lo
cual, se han constituido en una de las penitencias del juego chunkana.
Para Díaz y Pastillo (2014), en las zonas rurales del pueblo kichwa Otavalo existen
otros juegos, aunque poco comunes, tales como: “ucushasta japi” o atrapada de un ratón;
“pishcucunata japina” o atrapada de un pájaro; “chupicunata japina” o atrapada de
moscas; “mishitcuy” o imitación de un gato; “llama lluchu” o trasquilada de una oveja,
todo a través de la imitación, con lo cual se despojará la ropa de los perdedores.
El “paya” exige una pareja disfrazada como ancianos, quienes llevan una bandeja
de harina de maíz, que es soplada a la cara de algún jugador a manera de sorpresa,
además, el anciano simula una relación sexual con su pareja.
En las vigilias también prefieren jugar el “gallo”, para lo cual atarán las manos del
participante a su espalda con una pachallina o fachalina, que deberá colgar a manera de
una cola e inmediatamente imitará el canto de un gallo. En otra etapa del mismo juego,
los participantes deberán imitar una pelea entre gallos, en medio de risas y deafíos.
El juego “macha warmi” o mujer borracha, exige que una de las mujeres
perdedoras dramatice a una mujer embriagada y que ha sido abandonada por su esposo.
El “ayaranza”, requiere a una pareja perdedores, a quienes se les envuelve con una
sábana y algunas fajas desde el cuello hasta media pantorilla. Luego se colocan de frente
entre sí, uno deberá observar al oriente y el otro al occidente y con el acompañamiento
de la música de una flauta danzarán sin parar, para luego cambiar de posición, uno con
dirección al norte y el otro hacia el sur y continuarán bailando.
El juego llamado el “oso” tiene como principal participante a una persona con
características robustas, quien se cubrirá con una sábana o manta de color oscuro. Este
personaje buscará y secuestrará a las mujeres que serán cargadas sobre su hombro, las
mismas serán liberadas, solamente cuando se haya pagado la recompensa mediante
comida o bebida.
El “minti sinti” requiere que el participante se siente en el piso con las piernas
estiradas y rígidas, con un pie sobre los dedos del otro pie. A la vez, en su mano izquierda
deberá sostener una vela encendida y en la derecha una apagada. El propósito del juego
será encender la vela mediante la dificultad del equilibrio.
El juego llamado “aguja yallichi” consiste en atravesar una hebra de hilo, a través
del orificio de una aguja, con la participación de las mujeres.
El juego conocido como el “conejo” reúne a los jugadores que utilizan poncho, uno
de ellos se convertirá en el cazador, mientras que el animal puede ser cualquier objeto.
Entonces, el conejo recorre debajo de los ponchos y pies de los integrantes, hasta que sea
atrapado, en ese momento, el perdedor se convertirá en el nuevo cazador.
La mayoría de las personas que integran los juegos prefieren no consumir bebidas
alcohólicas durante la ejecución de estas actividades, ya que requieren habilidades físicas
y agilidad mental.
Ante lo expuesto, es posible afirmar que los juegos se han convertido en verdaderos
rituales para la despedida de un difunto, evidenciando el vínculo con la naturaleza y
demostrando algunas formas de vida en estas prácticas.
también alegría motivada por los juegos mencionados, aunque evidentemente no existe
resignación en esta primera fase.
Cabe decir que, en el lugar de la velación, los familiares colocan un ánfora para
que los asistentes manifiesten su generosidad y solidaridad. Es evidente que la totalidad
de las personas indígenas depositan algún dinero, sin importan su extrema pobreza. Este
dinero está destinado para apoyar en la compra de alimentos, bebida, o para la compra
de la tumba. En algunos casos, el excedente será utilizado para la realización del ritual
llamado semana karay (primera visita al huérfano o fallecido).
Una vez que ha concluido la velada (después de dos o tres noches), alrededor de
las cinco de la mañana, todos los presentes participan en el ritual denominado wantiay,
con la dirección de un taita maestro. Cachiguango (2001) explica que este ritual requiere
la máxima concentración en su difunto, para lo cual, todos gritan al unísono, de forma
repetida y prolongada ¡¡ Wantiay!!, ¡¡ Waaaantiaaaaay!!, ¡¡ Waaaantiaaaaay!! y al final
más rezos (español) y plegarias (kichwa). Los gritos evocan una mezcla de sensaciones,
e incluso atemorizan a los presentes y vecinos del lugar, también es común que los perros
emitan aullidos lastimeros.
Los ancianos kichwas explican que los gritos son escuchados por sus antecesores
en el chaishuk pacha, con lo cual, se abren los portales o dimensiones, para que ellos
vengan al encuentro del difunto y le acompañen hasta aquel lugar. En el pueblo Otavalo
se encuentra prohibida la pronunciación de la palabra wantiay sin motivo, ya que de
acuerdo a sus creencias se podrían abrir los cuatro pacha o cosmos sin necesidad.
Luego de este ritual, los familiares ofrecen la primera comida del día, para dar
inicio al proceso del sepelio. En el caso del pueblo Otavalo, las personas más cercanas
colocan en el ataúd algunos objetos que podría necesitar el difunto en el chaishuk pacha.
Entre los obsequios se destacan, algunas monedas para que pague al ingreso a la nueva
vida; una rama de romero para mantener la casa limpia; un plato de barro y cuchara de
palo para que reciba la comida que le brindarán, aunque se encuentra prohibido colocar
platos y cucharas de metal, por considerar que el difunto se podría quemar; una soga de
cabuya, de totora o de ramo bendito para que cargue los granos de las cosechas, una aguja
con hilo para que arregle o confeccione sus prendas, también colocan objetos que amaban
en vida y le susurran una frase semejante a esta “taiticu mío, darasme entregando esta
flautica al alma de mi guaguito Manuel”.
376
Por otra parte, los indígenas que han sido probados y acusados como delincuentes
(asesinato, violación), no solamente son rechazados en vida, sino también después de su
muerte. En general sus cuerpos son depositados en una fosa común, ya que sus familiares
no siempre reclaman los cuerpos, cuando lo hacen, muy pocas personas asistirán al
velorio y sepelio.
En los pueblos kichwas Natabuela y Karanki, una vez que ha concluido la velación
(una noche) se dirigen a la iglesia para la misa y luego al cementerio de cada parroquia
o para el área destinada (indígenas) en los cementerios centrales, luego ofrecen comida
en sus casas a todos los acompañantes. No ocurre lo mismo con el pueblo kichwa
Otavalo, quienes mantienen una gran ritualidad, ellos, luego de la velación y antes de
llegar a la iglesia giran alrededor de la casa cargando el ataúd (descubierto) tres veces,
también se colocan de rodillas junto al ataúd y de frente a la casa, para que su difunto se
despida y solamente cubrirán el ataúd antes de ingresar a la iglesia para la misa.
asocia a padre, hijo y espíritu santo, pero sobre todo se constituye en una manera de
despedida, para que las personas le expresen su respeto y cariño.
Los cortejos fúnebres casi siempre llegan al cementerio pasado el mediodía, y antes
de ingresar se realizan los tres últimos círculos. En el tercero, los familiares más directos,
rompen la circunferencia para dirigirse hacia el altar, en el cual se despiden todos los
acompañantes.
Desde el primer mes en adelante, los indígenas otavaleños realizan el ritual del
wakcha116 karay, cada primer lunes, de cada mes con los familiares directos, y de forma
masiva, lo hacen cada 2 y 3 de noviembre, al igual que los mestizos. Entonces, en las
fechas indicadas de noviembre, los cementerios indígenas se convierten en un espacio
intercultural, pero, sobre todo, estas visitas propician la solidaridad y la reciprocidad
entre los familiares del difunto, pero también con las demás familias y personas que
asisten a los cementerios con el mismo propósito. Por tanto, todos reciben y comparten
sus alimentos, de manera especial con el difunto, con lo cual demuestran el respeto y
profundo amor que sienten por su familiar fallecido.
comunidad manifiestan que este ritual ha sufrido algunas modificaciones en los últimos
50 años, debido a la influencia de la población mestiza. No obstante, ellos recuerdan que
en tiempos pasados, en cada visita mensual pagaban a un taita rezador, a la vez que
colocaban alimentos junto a la tumba del difunto y sobre todo consideran que eran
momentos que fortalecían los lazos familiares.
Luego, las mujeres preparan dos recipientes de comida, uno de estos se distribuye
a las personas de línea directa de consanguinidad, para quienes se ofrece una comida de
mayor jerarquía, que consiste en mazamorra (colada o crema de maíz) con carne, papas,
tostado, huevos cocidos y condimentadas con pepa de zambo y beben la tradicional
chicha de maíz y también gaseosas. Desde el segundo recipiente, las mujeres ofrecen
alimentación de menor jerarquía para los demás parientes y amigos, a quienes brindan
papas, fréjol, mote cocido, plátano, naranja, etc.
La comida demora aproximadamente una hora y media, durante este tiempo los
platos van y vienen, ya que todos toman los alimentos con las manos y del mismo lugar,
así se fomentan dos principios importantes de la cosmogonía andina basados en la
solidaridad y reciprocidad (dar y recibir), por tanto, un momento de conciliación y
reconciliación. Todos comen y recuerdan la vida del difunto, además nadie dejará restos
de alimentos, ya que, en la sociedad indígena esta actitud se asume como desprecio. En
relación con tales principios, el Francés Marcel Mauss, en 1925 publicó sobre el triple
social antropológico universal, que se refiere a “dar, recibir y devolver”. Entre las
poblaciones indígenas el nivel de reciprocidad es simétrico (carne por carne), no ocurre
de la misma manera entre indígenas y otros grupos étnicos, en donde el nivel de
intercambio es totalmente asimétrico (carne por mote).
Además, las familias otavaleñas pagan con alimentos y bebida los rezos ofrecidos
a sus difuntos por parte del “ángel kallpay kuna” o espíritu rezador. Lo mismo reciben
379
los mestizos de condición humilde que ofrecen responsos para los difuntos, así como los
músicos que han brindado las serenatas (música andina).
Cabe decir que, el ángel kallpay kuna es un personaje que viste de blanco con una
faja roja y un pañuelo de color celeste en la cabeza, consigo lleva una pequeña campana
de bronce, agua bendita y visita las tumbas o sepulcros para los cuales ha sido contratado.
En cada lugar expresa palabras para confortar a sus deudos, pero sobre todo declama
plegarias y rezos, para concluir rociando agua bendita y bendiciendo las tumbas.
Mediante entrevista, uno de los taitas rezadores o ángel kalpay kuna de Otavalo
asegura que esta práctica la ha realizado durante los últimos 30 años, como herencia de
su padre y abuelo. A la vez, él ha enseñado a sus hijos varones, quienes siguen con esta
tradición, que es exclusiva de los hombres. No así, en el caso de los pueblos Karanki y
Natabuela, en donde los rezos son ofrecidos por las mujeres.
La mayoría de los integrantes de las familias retornan a sus labores cotidianas, una
vez que ha concluido toda la ritualidad que concentra el wakcha karay (comida,
oraciones, música, responsos). No así la mujer (hija, esposa, hermana o madre), quien se
coloca de rodillas al pie de la cruz (tumba) y conversa con su difunto de cada uno de los
miembros de la familia (detalle), en medio de sollozos, lágrimas, tristeza, a veces alegría,
pero sin pausa. Al final, ella reitera que le deja los alimentos para que los consuma, con
una frase similar a esta: “papacito te vengo a dejar el champús con mote y hojas de
naranjilla, con los pancitos que te hice en forma de borrego, así como te gustaba”. 117
117 Fragmento de la entrevista facilitada por el antropólogo y maestro lingüista Raúl Cevallos (mayo, 2016).
380
“papacito, mamacita, sus nietos, sus hermanos, mi mujer y, yo, les trajimos el
tostadito con porotos, champús, coladita morada, coladita de churos, también
naranjas, pancito, platanito y chichita, que tanto les gustaba”.118
Sin duda, las visitas y rituales a los difuntos (cementerios) se convierten en actos
de gran sacralidad, que simbolizan el afecto y la unión familiar muy característica de la
población indígena, aunque también es una forma para alcanzar la resignación en el
menor tiempo.
118 Fragmento de la entrevista facilitada por Blanca Morales de Otavalo, de 48 años (noviembre, 2015).
119 Fragmento de la entrevista facilitada por el antropólogo y maestro lingüista Raúl Cevallos (mayo, 2016).
381
la población absoluta y al crecimiento natural, variables que se han visto en los capítulos
precedentes.
Estos saldos migratorios registran un resultado negativo en todos los años, por lo
que la emigración ha sido superior a la inmigración. Pero en contra de lo que se podía
pensar, se observa una menor salida de los indígenas de las zonas rurales con relación a
los saldos provinciales. Por otra parte, este saldo emigratorio fue superior entre 2011 y
2013, reduciéndose para 2014. En todo caso, frente a una emigración muy intensa y
constante en Imbabura, ocasionada básicamente por la carencia de empleo, en los núcleos
rurales indígenas son saldos negativos también, pero muy bajos, casi imperceptibles, a
pesar de la pobreza existente. Probablemente, sus formas de vida, sus tradicionales
economías de subsistencia, su conformismo y la falta de una formación profesional
cualificada están reteniendo a esta población en sus núcleos rurales.
Tabla 46
Evolución dinámica demográfica de la población de los pueblos kichwas y la provincia de Imbabura (2010 -2014)
Demográfica 2010 - 2014 Kichwas Provincia Kichwas Provincia Kichwas Provincia Kichwas Provincia Kichwas Provincia
Población potencial 181874 406005 184251 427430 186954 433877 189086 439067 191406 445290
Total nacimientos 3935 9595 3831 9383 3881 9478 3534 8226 3325 8194
Total defunciones 743 1834 763 1872 623 1824 658 1702 639 1772
Tasa natalidad 24,1 24,1 22,3 22,3 22,2 22,2 19,0 19,0 18,7 18,7
Tasa mortalidad 4,4 4,6 4,5 4,5 4,3 4,3 3,9 3,9 4,0 4,0
Saldo migratorio -3,8 -18,5 -3,0 -17,6 -4,0 -17,7 -1,9 -14,9
Tabla 47
Resumen de la evolución dinámica demográfica de la población de los pueblos kichwas y la
provincia de Imbabura (2010-2014)
Saldo Años
Migratorio 2011 2012 2013 2014
%provincia -18,5 -17,6 -17,7 -14,9
%Parroquias -3,8 -3,0 -4,0 -1,9
Fuente: Anuario de Nacimientos y Defunciones del INEC (2010-2014).
Elaboración Propia
-4,
-2,0 -1,9
-3,0 -8,
-3,8 %Parroquias
-4,0 -4,0
%provincia
-12,
-6,0 -14,9
-16,
-17,7
-17,6
-18,5
-8,0 -20,
Figura 18: Saldos migratorios de las parroquias Indígenas, en relación a Imbabura (2010,2014)
Nota: Por cada 1.000 habitantes
Fuente: Anuario de Nacimientos y Defunciones del INEC (2010-2014). Elaboración Propia
Los otavaleños son los indígenas imbabureños que más han viajado a otros países
con fines comerciales y culturales. Por lo cual, la migración ha generado un proceso
intercultural, con transformaciones positivas y negativas en la cultura y desarrollo
socioeconómico. La migración en Otavalo se produce desde la década de 1950, los
primeros se desplazaban desde las comunidades de Quinchuquí, Agato e Ilumán con
destino a zonas urbanas y también fuera del país, según el artesano otavaleño “Víctor”
(junio, 2016).
Los indígenas otavaleños que emigraron de las zonas rurales durante las cuatro
últimas décadas han logrado un crecimiento económico importante. En adelante, han
adquirido propiedades en el sector urbano con fines comerciales, culturales y turísticos,
con lo cual han desplazado a los mestizos. Actualmente, se observa una cierta hegemonía
del indígena otavaleño urbano sobre mestizos y sobre los mismos indígenas de las zonas
rurales. Sus formas y modos de vida han cambiado sustancialmente y apenas conservan
sus costumbres tradicionales.
una gran variedad de trabajos artesanales desde 1970. Según Realpe y Benítez (2015),
entre 2014 y 2015, Otavalo recibió al menos el 61% de turistas extranjeros y el 39% de
turistas nacionales. Los principales países emisores de turismo para esta ciudad son
Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Suiza y España
Cabe indicar que Imbabura no solamente recibe inmigrantes por motivos turísticos,
sino también refugiados, por constituirse en una provincia fronteriza con Colombia. De
acuerdo a la UNHCR y ACNUR (2011), la población refugiada en Imbabura fue de 4.245
personas colombianas.
de los pueblos Karanki y Natabuela son mínimas. No así, en el caso de los otavaleños,
que han logrado alcanzar un posicionamiento económico en el cantón y provincia.
En general, los indígenas imbabureños, en los últimos veinte años, han desarrollado
una emigración regional a través de la vinculación a las actividades de producción no
tradicional como flores y algunas hortalizas. Por lo tanto, es común apreciar empresas
floricultoras en el cantón Cotacachi (Imbabura) y Cayambe (Pichincha), que han
incorporado mano de obra indígena, (hombres y mujeres). La emigración es un fenómeno
inevitable, que se ha convertido en una amenaza para los diferentes sistemas de
producción socioeconómica que se originan en zonas rurales.
La migración interna desde y hacia Imbabura se efectúa sobre todo entre provincias
y ciudades próximas, como Pichincha y Carchi, aunque también de forma importante con
Tungurahua, Sucumbíos, Santo Domingo, Chimborazo y otras provincias.
Tabla 48
Evolución de la migración en la provincia de Imbabura por sexo, 2010.
800 700
700 600
600
500
500
400
400
300
300
200
200
100 100
0 0
2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010
Hombre Mujer
Tabla 49
Países de destino de los imbabureños entre el 2001 y 2010
Países de destino Casos Porcentaje
España 5.536 56
Colombia 1.097 11
Estados Unidos 995 10
Italia 388 4
Sin especificar/Ignorado 242 2
Chile 185 2
Alemania 176 2
Bélgica 173 2
Países Bajos (Holanda) 167 2
Francia 118 1
Venezuela 105 1
Suiza 88 1
Reino Unido 50 1
México 49 0
Uruguay 45 0
Portugal 41 0
Canadá 39 0
Panamá 35 0
Total 9529 100
Fuente: INEC (2010). Elaboración Propia
388
0,4
CANADÁ 0,4
0,4
URUGUAY 0,5
0,5
REINO UNIDO 0,5
0,9
VENEZUELA 1,1
1,2
PAÍSES BAJOS (HOLANDA) 1,8
1,8
ALEMANIA 1,8
1,9
SIN ESPECIFICAR/IGNORADO 2,5
4,1
ESTADOS UNIDOS 10,4
11,5
ESPAÑA 58,1
0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0
Porcentaje
Tabla 50
Población indígena de Imbabura, por pueblos kichwas, rangos de edad y sexo, en relación a l a población absoluta de Imbabura, 2010
Tabla 51
Población por rangos de edad y sexo de los pueblos kichwas en relación a la población de
Imbabura, 2010
Las dos pirámides presentan un perfil bastante similar, con una forma muy
triangular, característica de una estructura poblacional madura, lo que denota una
tendencia hacia la estabilidad de la población, a expensas de lo que pueda ocurrir en un
futuro con los movimientos migratorios.
Por el contrario, las parroquias indígenas tienen una población ligeramente inferior
a la provincia en el grupo de los 15 a los 65 años, consecuencia de una mayor emigración
en décadas precedentes o, lo que es más probable, una más elevada mortalidad infantil y
neonatal en las décadas precedentes. Imbabura en estas edades tiene un porcentaje del
58,8%, algo más del 3,0% que la media de las parroquias.
Por su parte, el grupo senil (más de 65 años) presenta un porcentaje muy bajo, en
ambos casos en torno al 8,0%, lo que denota que, a pesar del importante crecimiento de
la esperanza de vida en las dos últimas décadas, el envejecimiento es incipiente. El índice
de envejecimiento, que mide la proporción de ancianos con relación al grupo joven, está
tan sólo en torno al 25%, es decir, una persona con más de 65 años por cada cuatro
jóvenes menores de 16. Esto explica que, una vez controlada en buena medida la
mortalidad infantil, las tasas de mortalidad bruta sean de las más bajas del mundo.
sexo para cada pueblo, que se compararán con la media provincial. Estos datos se
obtuvieron del Censo de 2010, mediante la variable de “Nacionalidades y Pueblos”.
Tabla 52
Población de los tres pueblos kichwas por edad y sexo en por centajes.
Estructura de la población
Pueblos kichw as (2010)
90-95
85-89
80-84
75-79
70-74
65-69
60-64
55-59
50-54
45-49
40-44
35-39
30-34
25-29
20-24
15-19
10-14
05-09
00-04
7 6 5 4 3 2 1 0 1 2 3 4 5 6 7
H-Otav alo M-Otav alo
H-Karanki M-Karanki
H-Natabuela M-Natabuela
Cantando en el cerro
llorando en el río,
se agranda en la noche
la pena del indio.
El sol y la luna
y este canto mío
besaron sus piedras,
camino del indio.
Atahualpa Yupanqui
15. ORGANIZACIÓN SOCIAL
"Nosotros somos como los granos de quinua si estamos solos, el viento lleva lejos. Pero si
estamos unidos en un costal, nada hace el viento. Bamboleará, pero no nos hará caer”.
Dolores Cacuango
Líder del Pueblo Kichwa Kayambi.
399
En este contexto, tanto Naranjo (1989) como los informantes en esta investigación
concuerdan que el primer nivel de organización se encuentra en la unidad doméstica
representada por la familia nuclear y ampliada. Es claro que la convivencia requiere
compartir no solamente roles y responsabilidades, sino también, ingresos y bienes de
quienes habitan bajo el mismo techo.
Entre los pueblos kichwas también se distinguen otras formas de familias, como la
monoparental que está representada por una jefatura femenina como responsable de la
subsistencia de hijos, padres e incluso hermanos con discapacidad. Durante las últimas
cuatro décadas, las mujeres han ganado representación y liderazgo debido a la creciente
migración masculina. Por otra parte, la familia simultánea conformada por personas
divorciadas o viudas, con lo cual, casi siempre habrá hijos de sus relaciones anteriores.
En los últimos cinco años, entre los indígenas otavaleños se vienen gestado las
familias de facto o de hecho, comúnmente entre indígenas y extranjeros (as), debido a la
influencia de los viajes y experiencias de vida en otros países, de acuerdo a los
informantes de esta investigación. Aunque dicho comportamiento y tendencia se
encuentre cuestionada por los padres y abuelos indígenas que prefieren el fortalecimiento
de la familia nuclear endógena.
Los habitantes de las zonas rurales manifiestan su preferencia por estas relaciones
como un mecanismo de conservación de su origen, su lengua y expresiones culturales.
Lo expuesto se evidencia, especialmente, entre los habitantes de las comunidades de
Anrabí, La Calera, Turucu y Morochos, con localización en el cantón Cotacachi. De
acuerdo a la investigación, al menos el 94,12% de sus habitantes mantienen los vínculos
endógenos y el restante 5,88% relaciones exógenas. Es claro que los indígenas no
solamente intercambian alimentación, mano de obra, sino también personas, a través del
matrimonio, lo que permite el fortalecimiento de sus relaciones de parentesco y poder.
Hasta hace más de diez años, los pueblos indígenas evidenciaban una absoluta
patrilocalidad, lo que significaba que las parejas indígenas después de su evento
matrimonial estaban obligadas a vivir en la casa de los padres del esposo. Si bien, en
algunos casos, el novio procuraría construir su vivienda antes de desposarse. Hace
algunas décadas, no era apropiado que el hombre residiera en la casa de los padres de la
novia, ya que se consideraba una persona fracasada, cobarde y mantenida.
En cualquier caso, nunca se pierde la pertenencia a una familia, sino más bien se
consigue una nueva (Naranjo, 1989). En la actualidad, los recién casados tienen la
libertad de elegir el lugar para vivir, normalmente será junto a la familia que posea
mayores recursos económicos, aunque en los últimos cinco años también aparece la
neolocalidad (nuevo espacio).
Las diferentes familias instituyen una comuna o una comunidad en cuyos espacios
sus habitantes comparten territorio, propiedad colectiva, memoria histórica, idioma,
tradiciones orales, patrimonio material, vestimenta, costumbres y ritos asociados a sus
formas y modos de vida, con más similitudes que diferencias. A la vez, están regidas por
autoridades propias, denominadas cabildos.
402
Por su parte la Constitución (2008, p.100) en su Art. 319 en este contexto, dice “se
reconocen diversas formas de organización de la producción en la economía, entre otras
las comunitarias, cooperativas, empresariales públicas o privadas, asociativas, familiares,
domésticas, autónomas y mixtas”.
Es claro que las comunas cumplen roles en favor de la legitimación de los valores,
modos y prácticas indígenas. Para Chiriboga (1984) lo dicho se cumple a través de la
representación, gestión política y social de los recursos naturales fundamentales, así
como de otros necesarios para la reproducción y cohesión social e ideológica, que
generen un sentimiento de identidad.
Por su parte, Pacari (2004), explica que la reciprocidad se desarrolla como una
forma de recuperar, sistematizar y fortalecer el pensamiento y la práctica por los pueblos
indígenas. Además, dicho principio se articula a través de formas, como la
maquimañachina o prestamano, el trueque o intercambio, la aparcería y la medianería.
Aunque, estas últimas formas, entre mestizos e indígenas son asimétricas.
403
Por su parte, Naranjo (1989) hace referencia a la forma de pago bivalente, que
considera una pequeña parte de la cosecha y el compromiso de cooperar cuando el
acreedor así lo demande. En casi todos los casos, el o los beneficiarios garantizarán
alimentación y bebida. Un ejemplo de trabajo cooperativo es la construcción e
inauguración de una casa, mediante el ritual llamado huasi pichay127.
Para Naranjo (1989), al igual que para los expertos en cultura que colaboraron en
la presente investigación, el compadrazgo o el padrinazgo en el territorio kichwa aún se
encuentra vigente, aunque no como hace más de tres décadas. Al respecto, Sánchez
(1984) considera que el compadrazgo, como una forma de institución, ha entrado en
declive y descrédito en las dos últimas décadas debido al interés económico que se
superpone al principio de la reciprocidad. Una realidad que en los últimos años está
propiciando que los indígenas prefieran establecer vínculos con los mestizos, en donde
la carga y/o responsabilidad a tal grado es menor o simplemente no existe.
En este sentido, Herrera, Carrillo y Torres (2005), como corroboran los artesanos
entrevistados (marzo, 2016) explican que la migración del campo a la ciudad generó una
dinámica social con fines de trabajo artesanal desde 1950, principalmente en Otavalo.
Actividad que habría alcanzado su máximo desarrollo en las décadas de los 80 y 90,
permitiendo la inversión de las relaciones históricas de trabajo, pasando los indígenas
otavaleños de sirvientes a empresarios textiles, mientras que los mestizos pasan a ocupar
la mano de obra.
Respecto a la relación de los pueblos kichwas Karanki y Natabuela con los mestizos
y los afrodescendientes se desarrolla, también, en un plano de tolerancia. Además, la
igualdad económica entre karankis y natabuelas es similar, no se evidencia una
concentración de riqueza. Sin embargo, en la última década, los karankis están
desarrollado importantes capacidades para el fomento de la asociatividad, a través de la
cual están mejorando sus condiciones de vida y marcando diferencias socioeconómicas
con la población natabuela.
A pesar de existir una clara relación de tolerancia y respeto entre los grupos étnicos
de la provincia, se hace evidente que la mayoría de la población mestiza mantiene aún
una conciencia de discriminación, voluntaria o involuntaria, con respecto a los indígenas.
Prueba de ello son los comentarios de muchos de los informantes que a pesar de ser
p.25) que explica que las clases sociales no existen, sino que es “un espacio social, un
espacio de diferencias, en el que las clases existen en cierto modo en estado virtual, en
punteado, no como algo dado, sino como algo que se trata de construir”. Es claro que, la
organización social de los indígenas imbabureños se constituye a través del desempeño
de roles y status (Maldonado (2004).
16. ESTRUCTURA POLÍTICA, JERARQUÍA
Y PODER
Dolores Cacuango
Líder del Pueblo Kichwa Kayambi.
411
Es así que, desde finales del siglo XX, los movimientos políticos indígenas se han
convertido en los movimientos sociales de mayor influencia en los sectores populares del
Ecuador (Larrea, 2015), dando lugar a su reconocimiento en la Constitución de 1998 y,
sobre todo, a partir de la de 2008, cuando el Estado reconoce las demandas indígenas.
Los logros que se han alcanzado hasta la actualidad en educación, en sanidad más
recientemente, en infraestructura vial, en inclusión social, entre otros, se deben,
fundamentalmente, a los movimientos indígenas que, de manera persistente, han
reclamado una situación más justa.
132La Federación Ecuatoriana de Indios, con cobertura en la sierra ecuatoriana, asumió ideológicamente la
lucha de clases mediante la aglutinación de sindicatos, cooperativas y comunas (Del álamo, 2011).
Actualmente la FEI está integrada por 350 organizaciones de la Costa, Sierra y Amazonía.
412
Para la integración de las directivas de los cabildos, las personas deberán demostrar
que son comuneros activos y que no han recibido sanción alguna por parte de la comuna.
133 Los cabildos en las comunidades se constituyen en el segundo nivel de autoridad después de la familia.
413
Los cabildos de los pueblos kichwas Otavalo y Karanki asumen la gestión de todo
lo relacionado con las infraestructuras, la regulación de los servicios básicos, el
aprovechamiento de los recursos naturales, la organización de actividades culturales, etc.
Para su cumplimiento se tienen en cuenta las relaciones de parentesco, la coordinación
con asociaciones comunitarias, buscando, a su vez, la cohesión con los mestizos
campesinos.
Las edificaciones civiles de uso público (casas comunales, áreas deportivas, plazas
y parques) se constituyen en importantes espacios interculturales. Son lugares en donde
se reúnen los cabildos, se celebran asambleas comunitarias, pero, también, son espacios
destinados a la realización de ferias de productos agrícolas, artesanales y, se desarrollan
las festividades de raigambre ancestral y religiosa.
134 Véase portal oficial del Movimiento de la Unidad Plurinacional Pachakutik, disponible en:
http://www.llacta.org/organiz/pachakutik/
17. GÉNERO Y SOCIEDAD
Soy una mujer indígena, hija de la tierra y el sol, pertenezco a una raza con una cultura
milenaria que hoy conservo como un tesoro
Convivo con lo que me rodea, con la lluvia, el viento, la montaña, el cielo
Soy feliz en estas soledades
Tengo tiempo para contar las estrellas,
Tiempo para poner mis sueños al día,
Para danzar con los pájaros sintiendo el aire fresco del amanecer
Y hablar en silencio con los animales, con las plantas, con los espíritus
Sé sembrar con la luna los frutos del alimento,
Teñir la lana para hacer el tejido, hacer medicina como me enseñó mi abuela,
Cantar al nuevo día.
Sé amasar sencillamente con fidelidad y con ternura
Soy mujer indígena, mujer como la madre tierra,
Fértil, callada, protectora y fuerte.
Yo no sé de economía, ni de bancos, ni de política, ni de subvenciones.
Pero sí sé cuándo mi mundo está en peligro y sé cuándo las cosas son buenas o no.
Tampoco entiendo a los que me desprecian,
los que me ignoran,
los que no les importo nada y me roban todo, hasta mi dignidad
Soy mujer indígena y sé lo que quiero
cambiar cosas, esas cosas
que duelen dentro y se van agrandando como la impotencia,
el desamparo, la destrucción, las palabras incumplidas, el desamor
y ese sentimiento de estar siendo violada constantemente.
Quiero gritar ¡Déjenme en paz!
Luhema (2016)
419
sucedido en el caso de los hombres y, mucho menos, las mujeres indígenas o negras del
Ecuador (Carosio, 2010). En general, fueron mujeres que contribuyeron al triunfo de la
revolución por la independencia, aún en medio del peligro inminente y de un ambiente
hostil. Ellas, no solamente llevaban las ollas, los alimentos, la ropa, los hijos, sino
también fueron valientes soldadas, enfermeras, curanderas y aguateras que iban a la
retaguardia de los ejércitos, pero han quedado en el anonimato y en el olvido de la historia
del Ecuador. Dicho olvido correspondería al papel subordinado de las mujeres en la
sociedad, ni siquiera valorado por las propias mujeres. Es evidente la carencia de
testimonios, relatos y anécdotas de las vivencias de las mujeres indígenas durante las
gestas.
Las bases del feminismo en Ecuador se registran entre finales del siglo XIX y
principios del XX. Para Del Álamo (2011, p.3) “debe distinguirse lo que podría
etiquetarse propiamente como movimiento feminista, de lo que ha sido la acción que las
mujeres indígenas desarrollaron en la sierra ecuatoriana y concretamente en el área de
Cayambe”. De hecho, fueron las mujeres las que propiciaron las revueltas y movimientos
contra las condiciones de sobreexplotación en el sistema de haciendas que sufrían los
indígenas en general. A decir de POESCHEL-RENZ (citada en Del Álamo, 2011) la
situación de la mujer indígena en ese entonces, podría etiquetarse como la peor, pues,
ellas realizaban las labores más humillantes y duras ya que eran consideradas como parte
del conjunto de cosas útiles de la hacienda.
Por su parte, Ayala (2008) argumenta que las mujeres, a partir de los
levantamientos de 1930, iniciaron campañas de denuncias y protestas en contra de la
discriminación social y política de los indígenas en general, y en particular de la mujer.
A partir de 1997, con la reforma de la Constitución de 1978, entre algunos de los logros
se mencionan el reconocimiento a la diversidad, a los derechos indígenas, de las mujeres,
niños y otros sectores sociales. Pero, a pesar de ello, en la actualidad los pueblos
indígenas siguen sufriendo la exclusión social, unida a una precariedad laboral, una
creciente delincuencia, la migración, el alcoholismo, la infidelidad y un limitado acceso
educativo. Problemas que afectan sobre manera a la mujer como consecuencia de la
persistente estructura patriarcal (machista), que supone la subordinación de la mujer y su
exclusión de la vida (Carosio, 2010).
El Ecuador ha rescrito su Constitución dos veces en los últimos 19 años, cada vez
con un mayor reconocimiento, no solo, a su plurinacionalidad y multiculturalidad del
país, sino que han incorporado los derechos indígenas que fueron aprobados en el
Convenio 169 de la OIT (Radclife, 2010). De manera específica, la Constitución de 1998,
en su Art.3. num.2. establece como deber primordial la garantía de la vigencia de los
derechos humanos, así como de las libertades fundamentales de mujeres y hombres. De
la misma manera, en relación con los derechos civiles, recoge en el Art.23 “el Estado
adoptará las medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar, en especial, la
Violencia contra los niños, adolescentes, las mujeres y personas de la tercera edad” (p.2).
desarrollo del país, aunque, la realidad no es muy alentadora y sus logros han sido
mínimos en la última década.
“A de ser unos 15 años que nosotras además de participar en las mingas, también
ya participamos más ampliamente en las reuniones, las asambleas y, por eso,
también la mujer ya está dentro del directorio del Cabildo, eso es bueno, porque
nuestra voz ya se escucha, claro que falta más, pero irá mejorando. Desde que el
pueblo indígena se ha levantado para reclamar sus derechos, nuestras mujeres de
antes, al igual que nosotras ahora, también estamos acompañando en la
movilizaciones, marchas y manifestaciones, todo para que el Gobierno nos escuche
y, claro que nos han escuchado, por nosotros, por nuestras luchas, los mestizos
también se han beneficiado y, está bien, porque nosotros somos unidos, y unidos
hemos podido ser y hacer fuerza…”135
Es evidente que la mujer indígena desde el inicio de la vida del actual Ecuador ha
desarrollado un rol preponderante en la organización a nivel comunal, regional y
nacional. No obstante, según la CONAIE, las participantes en el Foro de la Mujer
Indígena (1994) expresaron sus múltiples preocupaciones y necesidades entorno al
liderazgo y estructura política dentro de sus pueblos y nacionalidades indígenas, tal como
se recoge entre las mesas organizadas “en algunas comunidades no dan paso a que
participemos en el directorio o del cabildo; hay marginación entre mujeres, con
135Fragmento de la entrevista facilitada por Guadalupe Tabango de 51 años, del pueblo Otavalo (mayo,
2016).
423
En el mismo foro, la mayoría de las mujeres también admitieron que sus esposos y
parejas no las apoyaban en sus labores de participación ciudadana, pues consideran que
la misma incidiría en la despreocupación y abandono de sus hogares. Los hombres
indígenas creen que su mujer debe permanecer en la casa al cuidado del esposo e hijos.
Por tanto, gran parte de las mujeres lideresas imbabureñas ven disminuida su autoestima
debido a la violencia familiar, comunitaria y política, pero, sobre todo, se constituye en
un efecto inhibidor de las capacidades y potencialidades de las mujeres. A pesar de lo
expuesto y venciendo las barreras culturales y geopolíticas, las mujeres indígenas de
Imbabura han logrado ocupar algunos espacios, aunque mínimos.
136Fragmento de la entrevista facilitada por Rosa Guamán del pueblo Karanki, artesana y agricultora de
46 años (septiembre, 2015).
424
De acuerdo a los testimonios recogidos in situ, se deduce que en las zonas rurales
de Imbabura aún prevalece un alto nivel de violencia a la mujer y que la misma mantiene
una baja autoestima, considerándose propiedad del hombre. Además, es notorio la
desvalorización del trabajo de la mujer indígena en los diferentes ámbitos de desarrollo.
En este sentido, la SENPLADES (2014, p.69) determinó que “el mayor porcentaje
de violencia de género se presenta entre las mujeres indígenas con un 67,8% y entre las
afroecuatorianas con un 66,7%. Le siguen las montubias con 62,9%, las blancas con
59,7% y las mestizas con 59,1%”.
Por otra parte, la totalidad de mujeres indígenas que empiezan a recibir maltrato
dicen acudir a sus padres, padrinos, vecinos y amistades para solicitar apoyo y consejos.
No obstante, la mayoría les recomiendan continuar con su pareja, ya que aducen y
asumen que es una situación normal en sus familias. Una frase común que reciben de
parte de sus familiares cercanos es: “aguantá nomás hijita, marido es, y algo has de ver
hecho, por algo te ha de ver pegado, regresá con él, y aprendé que no tenís que
provocarle”137.
137 Fragmento de la entrevista de Doña “María” de la comunidad de la Rinconada del pueblo Karanki de
59 años (noviembre, 2015).
138 “Uno de los grandes desafíos es considerar la violencia contra la mujer, en las asambleas generales. La
justicia indígena no responde plenamente ante hechos de violencia doméstica” (Nieves, s.f.p.19).
426
todo eso hemos aprendido de nuestros mayores, ellos también harto sufrieron, muy
duro es la vida de campo, muy duro…”139
Según las narraciones de las propias mujeres indígenas, ellas se levantan máximo
a las 5h horas de cada día, sin importar, si es fin de semana. Su primera obligación
consiste en la preparación del desayuno para su familia, luego prepara la alimentación
para los animales domésticos y de engorde para la venta. Enseguida acompaña a su
esposo al campo, en donde apoya en la labranza de la tierra, a la vez, prepara los
alimentos para su familia y peones, si los hay. Para el efecto, su ingenio le permitirá
adecuar un espacio en medio de la chacra o junto al sirishik (choza pequeña o talanquera).
Por la tarde, continúa apoyando a su esposo hasta las 17h y para cuando llega a su
casa cumple con las mismas obligaciones de las primeras horas del día. No obstante, la
mayoría de los esposos, en lugar de apoyar en las labores domésticas se permiten tomar
un descanso. Así, la mujer de las zonas rurales de Imbabura no cuenta con un espacio
para el crecimiento personal y no vive su vida, sino la de los demás.
139Fragmento entrevista facilitada por Gabriela Pupiales Lechón del pueblo Karanki, ama de casa y
agricultora de 43 años (marzo, 2016).
427
mujer le corresponderá, educar y cuidar a los hijos, atender la cocina, colgar la carne,
pastar los animales, lavar las vísceras y cargar la leña. En tanto que la ayuda del hombre
en las labores domésticas consiste solo en pelar las papas (patatas) y cortar la carne.
Por su parte, las mujeres de los pueblos Karanki y Natabuela han desarrollado
importantes capacidades para la medicina ancestral (parteras, hierbateras), ellas aducen
que incluso tienen capacidad para intuir (premonición) la enfermedad o muerte de una
persona, tan solo mirando los ojos o el aura de las personas (pacientes). De la misma
manera, a lo largo de su vida, han aprendido sobre el uso medicinal de las plantas, con lo
cual, en cada comunidad, el número de mujeres dedicadas a esta práctica siempre será
superior al de los hombres, no así, en calidad de yachaks, que en su mayoría son hombres.
Las mujeres indígenas de Otavalo mantienen una práctica cotidiana, que consiste
en peinar a sus hijos, mientras ella es peinada por su esposo y a la inversa. Sin duda, se
constituye en un ritual de respeto y amor entre la familia.
Las mujeres de los pueblos Karanki y Otavalo tienen sus propios espacios sociales,
tales como los lavaderos de ropas, donde comparten experiencias, risas, tristezas y
comida, cuya realidad, no solamente se convierte en un espacio de regocijo, sino también
fortalece su identidad.
140 Fragmento de la entrevista facilitada por el maestro lingüista imbabureño Raúl Cevallos (junio, 2016).
428
mujeres han asumido nuevas tareas, como la ruptura de la tierra, que para las personas
mayores supone un pecado, pues tal como señala Naranjo (1989, p.99) “solo el hombre
debe roturar el elemento femenino, mítico y nutriente que es la pachamama”. En el
trabajo artesanal ha ocurrido algo semejante, las mujeres han aprendido a manejar los
telares, teñir la lana y cortar la totora en las lagunas.
En general, la mujer aún mantiene el lenguaje del silencio y cuando es niña está
obligada a ocultarse, para no interrumpir la conversación de los adultos. De la misma
manera, cuando le han brindado algún alimento, ella se cubrirá bajo su chalina o
fachalina para comer y, cuando, reciba un castigo de sus padres o familiares directos,
entonces asumirá que es su culpa y callará. Una vez que se convierte en kuytsa o
adolescente (13 años) tampoco coquetea abiertamente, lo hace cubriéndose la cara con
su fachalina.
“…la paz y felicidad de la mujer indígena cuando vive en la casa de sus suegros
dependerá del agrado hacia los mismos. Para lo cual, se encarga no solamente de
atender a su esposo e hijos, sino también a su nueva familia. En el momento que
ha logrado su plena aceptación, entonces se considerará hija y buena
“mujercita”…”142
Entre los indígenas, es más fácil que el hombre vuelva a contraer matrimonio por
causa de divorcio o muerte de su cónyuge. No resulta lo mismo con la mujer, quien es
observada y cuestionada por las mismas mujeres de su comunidad. No obstante, cuando
mantiene una nueva relación, en general, su hijo o hija vivirá con sus abuelos.
141 Parte del ritual del enamoramiento o riksirina (reconocer) principalmente en el pueblo kichwa Otavalo.
142 Fragmento de la entrevista del maestro lingüista y antropólogo Raúl Cevallos (mayo, 2016).
429
El 55% de mujeres encuestadas aseguran que sus ingresos mensuales oscilan entre
200 y 300 dólares, el 27% obtiene entre 100 y 200 y, apenas, un 18% podría obtener más
de 300 dólares, tales ingresos serían exclusivos del trabajo generado por ellas y que
proceden de los emprendimientos y procesos asociativos. La mayoría de mujeres
aseguran que tales ingresos no serían exclusivos de una sola actividad, sino también de
la venta de cuyes, gallinas, huevos, productos agrícolas, artesanías y actividades
turísticas.
Las mujeres de los pueblos kichwas de Imbabura se han consagrado como las
guardianas y autoridades de su cultura por su permanente aporte a la vida y a la
continuidad de los mismos pueblos (Cumes, 2009; CONAIE, 2014). Aunque, lo dicho
puede ser el resultado de la subordinación respecto al hombre, quien ha tenido mayor
libertad para la búsqueda de oportunidades laborales (migración), en tanto que la mujer
se ha quedado en la casa al cuidado de los hijos y de la producción artesanal y agraria.
“…nosotras las mujeres somos las llamadas a transmitir los valores y tradiciones
a nuestros hijos, desde sus primeros momentos de vida. Solo así, lograremos que
ellos reconozcan para siempre su identidad, la valoren y la defiendan…”143
La paridad y el género no afectan solo a las personas, sino que se deja sentir
también en los elementos de la naturaleza, como las plantas (macho, hembra) y el agua
(macho, hembra). En este último se reconoce como hermanos machos al agua, granizo,
helada, lancha, lluvia o pipharlay, en tanto que, como hermanas a la vertiente, la madre
lluvia o tamya mama, la kucha (laguna) y la wayku (quebrada). Entonces, en las creencias
Fragmento de la entrevista facilitada por Isolina Pupiales Camuendo del pueblo Karanki, de 52 años
143
(mayo, 2016).
431
“Negar a nuestra lengua madre es como negar los mismos rayos y energía que recibimos del
sol”.
discriminación que les concede menos valor, pobreza y desprestigio. Incluso, en algunos
hogares, su uso está prohibido por ser considerada como un legado de vergüenza.
Así también, una minoría de aquellos indígenas que han viajado y que se
encuentran en una posición económica privilegiada ha abandonado este idioma y algunas
de sus costumbres, por asociarlas con la ignorancia y la pobreza. No sucede lo mismo
con los indígenas intelectuales que desde sus espacios desarrollan algunas actividades
enfocadas a la revalorización y revitalización, tanto de su lengua, como de las demás
expresiones culturales.
Para Herrera (citado en Naranjo, 1989) esta realidad no solamente ha generado una
mala pronunciación, sino también, una mala escritura. Al respecto, el autor menciona
algunas expresiones comunes que son usadas de forma frecuente entre la población
mestiza de Imbabura, debido a la influencia del kichwa, por ejemplo: estarís por estarás;
¿me querís? por ¿me quieres?; achachay por frío; tupo por medida; soroche por mal de
altura; manapinga por sinvergüenza; arraray por me quema; atatay por ¡qué asco!;
llukshi, para decir ¡fuera!; mocho para corto, etc. A criterio de Bolaños (2015) también
son comunes algunas frases que pronuncian tanto indígenas como mestizos, por ejemplo
“tener la cabeza de mococha” para referirse a cabello ondulado y oscuro; “estar como
chicha de jora” para decir de mal carácter; “estar como guacsa”, para comprender que
está muy delgado.
Una práctica que aún se encuentra vigente entre los indígenas otavaleños, es la
denominación de las personas y lugares en su idioma ancestral. Cada nombre tiene un
significado relacionado con las características de la naturaleza o rasgos distintivos de
nacimiento. En la Tabla 53, se recogen algunos nombres kichwas con vigencia en el
pueblo Otavalo. Entre karankis y natabuelas los nombres tradicionales han sido
reemplazados por nombre mestizos y extranjeros.
440
Tabla 53
Nombres de hombres y mujeres indígenas en lengua kichwa, (2016)
Sapay Único
Sayri Príncipe
Sumak Hermoso
Suri Rápido
Uturunqu Jaguar
Waman Halcón
Wayna Joven
Yupanki Invalorable
Yurak Blanco
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa de Imbabura (2014- 2016).
Elaboración Propia
Entre los tres pueblos kichwas es común el trato a las personas precediendo las
palabras taita, mama o, tío(a), que no necesariamente implican lazos de consanguinidad,
pues se trata de una costumbre para dirigirse a un vecino, amigo, conocido, sobre todo si
tiene una edad superior.
Chimbalito, chimbalito,
desde que te conocí,
mi corazón yo te di,
y es por eso que te ruego
que no te olvides de mí.
Antonio Chuquín.
445
Las narraciones han subsistido por la vía de la tradición oral, lo que ha ocasionado
la incorporación de nuevos elementos, la modificación de nombres (personajes), el
cambio del lugar en donde se desarrolla la acción, e incluso, han sufrido supresiones, si
bien, no cambia la esencia de cada leyenda. Además, se deja entrever que las diferentes
generaciones han hecho suyas estas leyendas, incorporando sus propias realidades,
miedos e ideales. Algunas comunidades indígenas se atribuyen la propiedad de algunas
leyendas, por considerar que se originaron en sus lagos, lagunas, montañas y gente, pero
también hacen suyos relatos de otras regiones y grupos étnicos.
446
Las leyendas se han narrado tantas veces y por tantas generaciones que se ha
perdido su verdadero origen. En cualquier caso, lo importante es que entre los adultos
mayores existe un verdadero respeto y cariño por su tradición oral. Por su parte, las
generaciones más jóvenes demuestran poco interés por su conservación, la mayoría
conoce muy poco o casi nada del legado oral de sus abuelos.
Figura 23: Las diez narraciones más comunes por cada pueblo kichwa.
Fuente: Investigación de campo desarrollada en los pueblos kichwas de Imbabura.
Elaboración Propia
Las leyendas expuestas, denotan una extraordinaria combinación entre los sucesos
reales y la suma de la imaginación popular, a lo cual se han agregado elementos y matices
que convierten estas narraciones en verdaderas obras, que merecen ser contadas de
generación en generación, ya que dan significado y valor a cada pueblo.
Por otra parte, estas leyendas seleccionadas, al igual que las demás, han sido
categorizadas en cuatro grupos de acuerdo a la naturaleza de su contenido, de manera
similar para cada pueblo kichwa. Al primer grupo, corresponden aquellas que relatan los
sucesos o acontecimientos vinculados a una época histórica y a formas de vida bastante
marcadas (tejedores, agricultores, mindalaes, aguateros, arrieros) entre sus antecesores y,
que en cierta forma, también se han constituido en su legado. En el segundo grupo, se
integran las relacionadas con el aparecimiento de fantasmas y demonios, que de acuerdo
a los relatos, se revelarían únicamente a las personas que mantienen vicios y un
comportamiento social inadecuado, es decir, tienen fines moralistas. Al tercer grupo, se
atribuyen las leyendas relacionadas con el animismo en volcanes, montañas, lagos,
lagunas, aves y árboles, cuyos elementos de la naturaleza han sido y son considerados
dioses tutelares, a quienes siguen rindiendo homenaje y veneración. Al cuarto grupo,
448
A continuación, se exponen tres leyendas, una por cada pueblo, denominadas “El
viudo y la tortolita de Alambuela” del pueblo Oavalo; “Carmela y el ternero de oro” del
pueblo Karanki y “El Aya Huma de Los Óvalos Altos de Natabuela” del pueblo
Natabuela, con su respectiva interpretación al final de cada una.
En la década de los años treinta, en la actual zona de Alambuela, vivía una joven pareja
de indígenas, de nombres José Manuel Andrango y Mariana Ibadango. El hombre
vestía de camisa y pantalón de lienzo de color blanco, con un poncho gris y alpargatas
de cabuya. Su mujer de anaco blanco y negro, con una hermosa blusa bordada a mano,
en su cabeza llevaba una huma watarina de color negro con los filos de color blanco,
en sus pies unas alpargatas azules y ataviada de wallkas (collares), manillas y
pendientes del color del oro y el coral.
Los días domingos solían desplazarse a la zona urbana de Cotacachi para oir misa,
también intercambiaban algunos productos agrícolas y artesanales con otros
productos que necesitaban, aunque adquirían víveres, solamente cuando era posible.
Lo más importante para ellos, era caminar por las calles y saludar con la familia y sus
conocidos. Sin duda, era un día de descanso y de religiosidad.
A pesar de que José Manuel y Mariana no pudieron tener hijos, ellos eran muy felices,
pues, a diario les acompañaba su fiel perro llamado “Fidel”. Las actividades cotidianas
de este matrimonio consistían en la labranza de la tierra para la siembra y cultivo de
maíz, trigo, habas, papas y mellocos en una extensión no mayor a una hectárea, la
misma se encontraba con dirección hacia la parte alta, al menos a 35 minutos desde su
casa. Ella cocinaba a diario, para llevar el alimento a su esposo y a quienes les
brindaban ayuda, ya que también eran muy solidarios con sus vecinos.
Alrededor de las 16:00, ella ya se había desocupado de sus obligaciones, pues, tenía
lista la merienda y, además, se ponía hermosa para recibir a José Manuel. Cuando su
marido llegaba a casa, ella siempre le recibía con una amplia sonrisa, y se juntaba a
su pecho y, de forma inmediata le ayudaba a ordenar todas las cosas que traía de su
terreno. Luego le pasaba una lavacara de agua caliente, para su rápido aseo, antes de
pasar junto al fogón a servirse la comida caliente.
El mundo de José Manuel se vino abajo, pues, Mariana era su única razón y motor de
vida. Luego de notificar a la familia y el consecuente ritual del velorio y sepelio. José
Manuel y su perro Fidel se quedaron tan solos, que se sentía hasta en el aire que
respiraban. La vida ya no era la misma, la dulzura y alegría de Mariana se había
escapado en sus mejores años. La vida de José Manuel se tornó triste, lúgubre,
descuidada y desordenada. Algún domingo que lograba salir a Cotacachi, no solo
escuchaba misa, sino que iba en busca de una cantina para embriagarse y ahogar el
dolor por la pérdida de su Mariana.
De esta manera transcurrieron los primeros seis primeros meses, durante los cuales,
la ropa que usaba ya no era blanca y tampoco se veía impecable, como era su
costumbre. José Manuel se había convertido en una persona amargada, gruñona y sin
ánimos por la vida. Hasta que un cierto día, luego de retornar de su chacra, en donde
hacía poco o casi nada, desde la pérdida de su esposa. José Manuel miró que el patio y
corredor de su casa estaba muy limpio, el interior de la misma muy ordenado, aseado
y, sobre el fogón, una olla de barro con la comida caliente. Por un instante percibió el
aroma y la presencia de su Mariana, pero movió la cabeza de un lado a otro y, creyó
que, estaba enloqueciendo. Aquel primer día, no comió nada, se quedó dormido en
medio de dulces recuerdos de su mujer. Al día siguiente, mucho más sereno y de pie,
creyó que todo era producto de su imaginación, pero todo estaba tal como la noche
anterior.
451
El tercer día también se fue con los animales a la chacra. En este lugar, no hacía más
que pensar en lo ocurrido, pero además tenía prisa por regresar a su casa. Cuando
llegó a su vivienda, nuevamente encontró lo mismo, él estaba realmente sorprendido,
impresionado y se empezaba a dibujar una sonrisa en su rostro, con una mezcla de
temor y expectativa. De esta manera transcurrieron los primeros quince días, el ánimo
de José Manuel fue mejorando y, en consecuencia, todo lo que dependía de él.
Un cierto día, José Manuel no pudo resistir la curiosidad y la expectativa, por lo que
decidió retornar más pronto que de costumbre. Entonces, cuando ingresaba a su casa
escuchaba el dulce y encantador trinar de un ave, ante lo cual, él abrió sus ojos y
buscaba en su casa, pero no pudo encontrar nada. De todas maneras, aquella noche
durmió un poco más tranquilo, aunque, al día siguiente decidió no ir a trabajar, pero
a cambio, se ocultó en el cerco de los lecheros, que había detrás de su casa. Alrededor
de las 07:00 veía que sobre el techo de su casa se posaba una bella y resplandeciente
tórtola, la que enseguida, se encargaba de barrer, limpiar, ordenar, alimentar a las
gallinas, cuyes y un par de cerdos que tenía. Luego, la tórtola ingresaba a la tullpa, en
dicho lugar, en medio de un encantador trinar preparaba los alimentos para José
Manuel. En ese mismo instante, el viudo se quedó absorto y con grandes inquietudes.
No obstante, en el mismo momento decidió entrar a la cocina y, con gran expresión, le
dijo ¡Marianita!! Tortolita ha sido, y ella le dijo, ¡si, si mi José Manuel, tortolita soy!
En adelante, el viudo nunca más estuvo solo, pues, su tortolita, le acompañó hasta el
final de sus días, los cuales, ya no fueron tan grises como antes de la partida de
Mariana.
por limitaciones que han estado presentes por siglos respecto a educación, salud, acceso
al agua, la tierra, etc. A la vez, se identifican los roles que desarrollaban hombres y
mujeres indígenas, pero, sobre todo, la carga de trabajo que tenía la mujer. La leyenda,
también proyecta las alegrías, las tristezas y los anhelos comunes entre las familias
indígenas.
453
Desde mediados del siglo XIX, varias familias indígenas del pueblo Karanki que
habitanban en las parroquias de Angochagua y la Esperanza del cantón Ibarra
decidieron abandonar el trabajo represivo del sistema de las haciendas de Zuleta,
Cochicaranqui y La Magdalena. Para lo cual, se desplazaron a nuevos espacios
geográficos y llegaron hasta Puetaquí, la actual parroquia de Mariano Acosta en
cantón Pimampiro, que fue reconocida y fundada en 1919, con alrededor de 600
habitantes, de los cuáles, el 85 % correspondían al pueblo Karanki.
Los inmigrantes de Mariano Acosta, aunque con libertad y autonomía, aún seguían
sometidos al sistema de huasipungos en las haciendas ubicadas en Guanupamba,
Puetaquí, Yanajaca y la Florida. Es así que, aproximadamente en el año de 1925, los
Farinangos, fueron una de aquellas familias que llegaron a este nuevo territorio
imbabureño desde las zonas altas de Ibarra, para trabajar en una las haciendas de la
Florida.
En aquella hacienda, todos los indígenas eran maltratados por los terratenientes,
especialmente la familia Farinango. La comida en la hacienda era miserable, esta
familia humilde (madre, padre y siete hijos) era víctima del maltrato verbal Así, en
varias ocasiones, cuando se presentaban las cosechas de papas, trigo, maíz o fréjol, la
madre solía recurrir a sus patrones, para solicitarles un poco del producto cosechado,
que serviría para alimentar a sus hijos y esposo. Sin embargo, siempre le negaban el
apoyo, por el contrario, ella recibía toda clase de insultos como “india sucia, india
manavali, anda a trabajar, a cuidar las vacas, que ni siquiera para eso servís, a mí no
me estés pidiendo nada, no es mi responsabilidad, ya suficiente me has de robar,
lárgate de aquí”.
Esta situación ocurría a menudo, hasta que, en cierta ocasión, Carmela se encontraba
desesperada, ya que no había alimentos para su familia. Entonces decidió que, en cada
cosecha escondería producto debajo de las plantas o junto a la mala hierba del terreno,
para retornar en la noche y llevar a su hogar. De esta manera se ayudó por largo
tiempo y también evitó los maltratos verbales del patrón y patrona, aunque lo hacía
con el temor de ser encontrada y castigada.
Un cierto día, cuando cosechaban papas, Carmela hizo lo de siempre. Ella retornó en
la noche, y como de costumbre de rodillas recogía rápidamente el producto y colocaba
454
en una manta o en una chalina. En aquella noche, Carmela sintió que algo se acercaba
y le respiraba detrás de su cabeza, pues sentía tanto temor de regresar a ver, que
prefería creer que es un sueño y que aquella sensación no estaba ocurriendo. Sin
embargo, se armó de valor y, en un instante, regresó a ver y, era un hermoso ternero
de color amarillo, que seguía resoplando en su cara. Carmela creyó que era algo del
otro mundo, por tanto y de forma precipitada se sacó su viejo sombrero de paño, para
golpearlo y huir del ternero, ya que dicho animal no tenía intención de hacerlo.
Entonces, en cuanto le propinó el primer golpe, el ternero se convirtió en oro. Ella hacía
esfuerzo para mirar hacia donde había corrido el ternero, pero no logró encontrarlo,
pero a cambio pudo llevar mucho oro a su casa. La alegría de la familia Farinango no
podía ser mayor, tanto que, al poco tiempo, también compraron sus propias tierras,
además dieron trabajo y eran muy solidarios con todos.
149La hacienda fue la estructura dominante desde el siglo XVII, que había logrado imponerse sobre las
pequeñas parcialidades que subsistían en antiguos pueblos donde se combinaba la entrega de indios
mitayos y de servicio para las haciendas (Coronel, 2006).
455
Cuentan los abuelos natabuelas que no pueden olvidar la noche del 24 de junio de 1940
que por la celebración de las fiestas del Inti Raymi, se tomaba posesión simbólica de
una plaza central, en lo que hoy se conoce como el sector de los Óvalos, en medio de
fuertes danzas, mágicas canciones, instrumentos de música sagrados y vibrantes
voces, que hacían sonar y temblar el suelo. Todos los danzantes parecían encontrarse
poseídos por una fuerza divina, en aquella noche, el Aya Huma se convirtió en la figura
principal de este baile, era como si bailara en el aire, su atuendo era único, en su cabeza
y rostro llevaba una máscara de dos lados con grandes narices. Sobre su cabeza se
observaban doce prolongaciones que asemejaban serpientes, las cuales simbolizan la
sabiduría ancestral de los pueblos indígenas.
El traje del cuerpo parecía estar confeccionado con tiras de tela multicolor, con lo cual
demostraba el descuartizamiento y la división que sufrieron estas comunidades en
manos de los colonizadores españoles. En su mano derecha agitaba con fuerza un acial
para ahuyentar los malos espíritus y, a la vez, encender el ánimo y la vitalidad en sus
compañeros de baile. En la mano izquierda llevaba un gato disecado, que seguramente
representaba la usurpación y el rechazo a todos quienes les arrebataron la tierra, la
familia y la dignidad. En sus pies se supone llevada una especie de calzado que hacía
notar que sus talones estaban en frente del cuerpo.
Los mayores de la esta Comunidad no pueden olvidar que aquel aya huma en esa
noche, bailó como nunca más vieron o creen recordarlo. Ellos dicen que jamás se cansó,
que no sufría caídas, tampoco era derrotado en las peleas, era quien lideraba la toma
de la plaza, pero así también, el último en salir de la misma, totalmente sobrio e ileso.
Este aya huma no sentía cansancio, su fuerza era indescriptible, iba y venía en torno a
su grupo. También logró encantar a las kuitsas o mujeres jóvenes de la comunidad,
quienes se encontraban extasiadas por la vitalidad, magia y misterio de ese personaje,
por tanto, los demás hombres pasaron desapercibidos.
Al día siguiente, en medio del asombro y las conversas, todos querían saber el nombre
de los hombres de la comunidad que se habían vestido con el traje del aya huma, pero
todos lo negaron. De esta forma transcurrieron los días, todos conversaban de lo
mismo, pero nadie supo quién se convirtió en el alma y figura de aquella fiesta
456
ancestral. En adelante, ningún año sucedió de la misma manera, sin duda, aquel año
ha sido único en la memoria de sus habitantes.
Hasta la fecha, son varias las personas que alrededor de la media noche, en el puente
que conduce a la comunidad observan a un aya huma, quien se encuentra de espalda,
con su látigo agitando en la mano de forma enérgica, como en sentido de amenaza,
pero no les ocurre nada. Otros manifiestan que al pasar a pie o en un vehículo y, si el
aya huma ha posado su mirada sobre ellos, entonces, es una señal o advertencia que
sufrirán un accidente o muerte más adelante.
El narrador de esta leyenda también afirma que, aquellos borrachos que atraviesan el
puente también encuentran al aya huma, el mismo utiliza su látigo para reprender y
castigar el vicio. Algunos borrachitos, al día siguiente, observan que su cuerpo ha
sufrido latigazos, que se borran, en al menos quince días. De esta manera, muchos
jóvenes aventureros han cambiado su estilo de vida para mejor. Es así que el aya huma
de los Óvalos Altos se ha convertido en el guardián y responsable del destino de las
personas de dicha comunidad.
La leyenda titulada “El aya huma de los Óvalos Altos de Natabuela”, perteneciente
al pueblo Natabuela, proyecta no solamente la gran importancia de las fiestas asociadas
al ciclo agrario, sino también, el gran simbolismo de sus personajes. En este caso, el “aya
huma” es una especie de líder y guerrero imbatible, que posee la energía de la naturaleza
y que, por tanto, se ha convertido en guardián de sus runas (indígenas). En la narración,
se percibe que ningún ser humano es igual o puede ser comparado con el aya huma, pero,
a la vez, se convierte en una especie de guía que reprende a sus habitantes.
La cruz del destino, Jordán Origen del dios Inti y diosa Quilla Presagio
Figura 24: Los cinco mitos más conocidos por cada pueblo kichwa de Imbabura.
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa de Imbabura (2014- 2016).
Elaboración Propia
En su orden, siguen los mitos asociados a la muerte (Riwutus, los perros y las almas,
ecos del uku pacha y presagio). Este interés por la muerte está vinculado por la nostalgia
por la pérdida de los familiares directos fallecidos, pero, además, porque consideran la
muerte como una nueva oportunidad de vida mucho mejor que la terrenal. Aunque,
generalmente, viven en medio del temor e incertidumbre ante lo desconocido, debido a
las creencias impuestas por la religión católica que condicionan el destino después de la
muerte (infierno, purgatorio, limbo), en función de las buenas o malas acciones
desarrolladas en esta vida. En general, los tres pueblos kichwas denotan un fuerte
459
sincretismo que está presente en todas sus creencias, siendo determinante para ellos la
existencia de “Dios” de acuerdo a la fe católica, pero también, de la “Pachamama” o
diosa madre, de la filosofía andina.
En la Figura 24, también se observan los mitos de tipo moralista (el viento del bien
y el mal; la cruz del destino y sombra y sonrisa) que, a través, de sus relatos buscan
sutilmente reorientar la vida de sus receptores.
19.3.Supersticiones kichwas
Al menos, nueve de cada diez personas reconocen que, a pesar de haber realizado
estudios secundarios y superiores, aún mantienen vivas sus creencias o supersticiones,
como resultado de la gran influencia de sus padres y abuelos.
Entre los efectos de esta alteración, las personas pueden presentar o sufrir mal aire
(huairashca), espanto, insomnio, llanto continuo, cogida del cerro, del arco iris, pegado
del diablo andino (supai), brujería o hechizo (brujushca), maleado (mala suerte), etc. Al
respecto, Serrano (s.f) dice:
460
Así, para conocer sobre los sueños que presagian situaciones negativas, se han
seleccionado algunos que son comunes entre los tres pueblos. Para el caso específico de
la muerte, los indígenas interpretan que si un caballo negro posa la mirada sobre una
persona durante un cortejo fúnebre, entonces, estará anunciando su muerte. De la misma
manera, si un gato se encuentra huraño y se eriza, es una señal que está viendo a un
espíritu maligno, pero, si el animal recorre con delicadeza alrededor de una persona por
un tiempo prolongado, también estará anunciando su muerte. Así mismo, si un
murciélago se posa en la ventana del cuarto de un enfermo estará presagiando su muerte
esa misma noche. Cuando un ave corretea delante de una persona, pero, además, da
fuertes silbidos, también está anunciando lo mismo.
461
En general, para la población indígena, los sueños que presagian la mala suerte
(problemas familiares, robos, accidentes, enfermedades) están asociados con los
“deslaves” 157, la “creciente de agua negra”158; el desprendimiento de sus dientes, recibir
o recostarse sobre abundantes flores, ver carne de animales, verse la casa sucia, visitar el
cementerio, excavar tumbas, etc. De alguna manera, los sueños relacionados con los
desastres naturales, reflejan la situación de angustia que viven las familias indígenas ante
estos fenómenos, que han remarcado su desgracia y pobreza. Asimismo, los sueños con
las flores y las tumbas reafirman su temor a las enfermedades o accidentes que les pueden
llevar a la muerte. En cierta forma, estas creencias revelan un pasado y un presente de
situaciones no resueltas por el Estado ecuatoriano, respecto a la prevención y atención
oportuna a los problemas de salud en las zonas rurales, ante los cuales, las familias
indígenas se han sentido vulnerables.
156 Las lechuzas, en general son consideradas aves de mal augurio, que presagian la muerte. Por tanto, “son
aves rapaces que han sufrido desde tiempos inmemoriales una injusta mala fama, que les ha llevado a ser
perseguidas y odiadas” (Querol, 2015, párr. 1).
157 Los deslaves o derrumbes, son desprendimientos de la tierra, piedras y árboles, por efectos de los largos
periodos de las lluvias, pero también, ocasionados por los terremotos.
158 Las crecientes de agua, son producidas por los largos periodos de lluvia, en donde, los ríos y quebradas
aumentan su caudal.
20. ARTES DEL ESPECTÁCULO
La música andina
La música andina
es una cascada
que se encuentra en un bosque tranquilo:
juguetona y poderosa al mismo tiempo.
La música andina
es la voz del viento
que aulla entre las peñas altas:
nacida solo del aire, pero muy fuerte.
La música andina
es el vuelo del cóndor
que hace un dibujo en el cielo:
parece arte, pero da el sustento.
Pérez (2012)
465
Los instrumentos musicales andinos son los sonidos de la madre tierra, por
ejemplo, el murmullo del agua, el silbido del viento, la fuerza de las caídas y saltos de
agua, el sonido del bosque, la voz del fuego, los cuales conectan al hombre con la
naturaleza (Cachiguango, 2010). De hecho, los primeros instrumentos musicales del
hombre de América consistían en silbatos monotonales y bitonales que asemejaban los
sonidos del medio natural, elaborados en madera, piedra y metales.
proyectan los pueblos indígenas con la religión católica. Otro de los ritmos que se
mantienen vigentes, a decir de Sandoval (2009), es el Yumbo. En la etapa precolombina
era utilizado como preludio para una guerra y, para, presentar o anunciar a una autoridad.
Este ritmo se entonaba con pallas (similar a un rondador), aunque con solo cinco notas.
El arpa andina es utilizada para marcar el ritmo del violín durante los bautizos,
velorios de los niños y matrimonios indígenas. Los músicos de Cotacachi, Lenin Alvear
y Rafael Ramos conocen la sabiduría de los instrumentos ancestrales y la siguen
manteniendo, pues consideran que los espíritus buenos son atraídos por los sonidos de
las cuerdas, además su dulce eco impregna paz y armonía en sus receptores.
159“Zapatear es sinónimo de trabajar, cuando se zapatea se dice tullashpa tullashpa tullashpa, que
significa pisoneando a la tierra, pisoneando a la deidad” (fragmento de la entrevista del antropólogo y
maestro lingüista Raúl Cevallos, julio 2016).
467
Una canción que se utiliza tanto en la celebración de los matrimonios como para el
ritual de la casa nueva (huasi pichai) es el ula ha, ha, ha (juan-iku), que invoca a los
espíritus para la abundancia y la felicidad en el hogar.
Evidentemente, la toma de la plaza central, por parte de los indígenas del cantón
de Cotacachi (comunidades del Topo y la Calera), conecta el pasado con el presente a
través de hechos que pudieron ocurrir hace más de cinco siglos y que se encuentran en la
memoria de sus habitantes. Para Dávalos (2001), se trata de un evento público y visible,
pero, a la vez, de un lugar del pueblo y de justicia, en el cual se confrontan y se reconocen
hombres y mujeres y en donde se combinan lo sagrado, lo cotidiano y lo profano.
Los tres pueblos kichwas, durante dicha celebración, cantan y recitan variadas y
picarescas coplas, principalmente interpretadas por mujeres, a través de las que declaran
amor, tristeza, dolor y, sobre todo, se cuestionan algunas actitudes del hombre indígena.
Las recitaciones se acompañan con acordeones, quenas, bombos, bandolines y guitarras.
A continuación, un par de coplas expresadas por las mujeres de la Comunidad de Zuleta:
Cuando vengo/
nomás vengo/
ya sabrás para que vengo/
a dejar mi corazón/
es lo único que tengo.
**
Sobre un árbol de cerote/
Canta y llora una torcaza/
Y en ese canto nos dice/
Que bien tonto el que se casa.
Mujeres de Zuleta
Fiesta del Inti Raymi, julio 2016
Los expertos entrevistados explican que el zapateo y las canciones durante el Inti
Raymi se desarrollan sobre todo en los hogares de los comuneros. Los danzantes recorren
casa a casa, animando la integración al festejo de los miembros de cada familia y
469
“…algunas expresiones, son ejercicios lingüísticos del habla que se emiten en actos
rituales comunicativos. Se velarizan y glotalizan, porque se emiten con el velo del
paladar y la glotis, para articular el sonido según el punto yb, constituyéndose en
el modo de articulación de los sonidos de la cadena fónica de la lengua kichwa.
(…). Por ejemplo, [hustastas]; [taran kulun-taran kulun]. El primero significaría
semejante al ritmo de la alegría, y el segundo, semejante al terremoto. (…) Un
sonido de la cadena fónica que actúa como signo lingüístico, es un acto ritual
comunicativo y, por tanto, tiene significado representativo y es categóricamente
simbólico. Además, utilizados exclusivamente en las danzas privadas, solo en el
patio de una casa, porque están implícitas en los actores del ritual de la
danza…”161
160 El diezmo, es la entrega de bebida y alimentos a los danzantes que pasan de casa en casa (comunidad),
por parte del anfitrión en ese momento.
161 Fragmento de la entrevista facilitada por el antropólogo y maestro lingüista Raúl Cevallos (julio, 2016).
470
Ordóñez (2004) considera que antes de la conquista española, en la zona andina del
actual Ecuador, el juego se constituía en un ritual que permitía no solo el entretenimiento,
sino también el pronóstico y la adivinación. Por su parte, los niños jugaban imitando a
sus padres en las múltiples faenas cotidianas (sembrando, recogiendo maíz, cocinando).
En tanto que los jóvenes competían midiendo su fuerza por medio de carreras, de al
menos cuatro kilómetros de distancia, y los adultos se divertían imitando a los animales.
Tabla 54
Juegos tradicionales practicados en las zonas rurales de Imbabura
162 El curiquingue, ave propia de los páramos, por tanto, posee gran simbolismo en la mitología de los
pueblos de serranía.
163 Cusphe: es un juguete de madera, muy parecido a un pequeño trompo, para su baile requiere azotar con
un fuete.
164 Piruruwan pukllay: es una perinola o peonza pequeña, que gira con la fuerza de los dedos.
472
Cadenita jagua165, ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Papa166 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
La carretilla ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
El gato y el ratón ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Gallina ciega167 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Kimsachishpa
pukllay168 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Sin que te roce ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Pistolita de carrizo ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Adivina adivinador ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Alza la pata pavito ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Ollas encantadas ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Florón ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
El trompo ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Yoyo ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Topadas ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Escondidas ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Capiruteco169 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Kullkikamakwasipi
pukllay170 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Rol ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Aserrín aserrán ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Chiringui chingue171 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Canicas ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Cometas ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Carreras en coches
de madera ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Torneo de cintas172 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Rayuela ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Salto de la soga ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Culebrita ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Chupillita173 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Guaraca174 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
El san bendito ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Viudita ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Arroz con leche ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Turtas pukllay175 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Caballos de palo ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
165 Cadenita jagua: es un juego que forma un círculo, para el desarrollo de un diálogo.
166 Papa: juego que representa una planta que se aferra al suelo, y que luego será arrancado.
167 La gallinita ciega, requiere que uno de sus integrantes utilice una venda, quien debe atrapar y adivinar
el nombre de uno de otro de los participantes que está formando el círculo, de esta manera se invertirán los
papeles.
168 Kimsachishpa pukllay: juego conocido como triqui traca.
169 Capiruteco: juego que requiere dos grupos, para imitar a un burro y, otro grupo de jinetes.
170 Kullkikamakwasipi pukllay: juego del banquero
171 Chiringui chingue: juego que simula una cabalgata de un bebé sobre la pierna de un adulto.
172 El torneo de cintas, consiste en una cuerda extendida, de la cual, penden cintas con una argolla, que
deberán ensartar los participantes, ya sea trotando, o cabalgando en caballo o en burro.
173 Chupillita: consiste en hacer una pequeña torre con las manos pellizcadas, en donde se dice “chupillita,
chupillita, quierde la chupillita”, a lo que responden, se comió la gallinita, y nuevamente vuelven hacer la
torre, ahora dirán quierde la gallinita, y dirán puso un huevo, a lo que responderán, quierde el huevo, de
esta forma, hasta que se rompa la torre.
174 La guaraca, es un látigo que sorprenderá al participante que se encuentre dentro de un círculo.
175 Turtas pukllay: juego de tortas.
473
El samboñán176 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
El palo ensebado177 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Pelada de papas178 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Comprando
calabazas179 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
El mejor leñador180 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Pelada de gallinas ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Pelada de cuyes ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Pelea de gallos181 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Hilada ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Los encostalados182 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Gallo compadre o
enterrado183 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
La cuchara y el
huevo ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Ecuavoley184 ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Fuente: Investigación de campo desarrollada en el territorio kichwa de Imbabura (2014- 2016).
Elaboración Propia
Todos los juegos tradicionales arriba mencionados son reglados, casi siempre
requieren de un líder y, por tanto, la mayoría son grupales. Aunque, gran parte de los
juegos expuestos involucran la participación masculina, también pueden participar las
176 Samboñán: consiste en una competencia de no más de cinco participantes, que, sobre una pista de 200
metros, van empujando un sambo(calabaza) con su cabeza.
177 Palo ensebado, también conocido como castillo, consiste en la colocación de dos árboles de eucalipto
de cinco metros de alto cada uno. En la parte más alta se encuentra un recipiente de madera o un canasto
repleto de obsequios (cuyes, ropa, bebidas, frutas). Los participantes deben subir a través del árbol sin
corteza y además cubierto de aceite, con lo cual, alcanzar la meta se hace compleja, pero también divertida.
178 La pelada de papas, integra a un grupo de mujeres que intentan pelar el mayor número de papas en un
tiempo determinado por un juez.
179 Comprando calabazas: consiste en atar dentro de sábanas a algunos participantes, que cumplen el rol de
calabazas, los mismos son puestos a la venta por un comerciante. Ante lo cual, los compradores para
adquirir el producto ideal, deben asegurarse que no se encuentre muy tierno o demasiado maduro, por lo
que empiezan a pellizcar, argumentando que no es lo que buscan, hasta que lo logran.
180 El mejor leñador, es una competencia exclusivamente masculina, quienes, en un tiempo determinado
deberán cortar la mayor cantidad de leña.
181 La pelea de gallos, integra a la mayoría de participante hombres y no más de dos mujeres. Ellas hacen
de gallinas y ellos pelearán por su atención.
182 Los encostalados, es una competencia, en la cual, los participantes colocan sus pies dentro de un costal,
y saltan de un lado a otro (30 metros), por el número de veces convenido por ellos.
183 El gallo compadre, consiste en enterrar a un gallo vivo con el cuello al aire libre, para que los
participantes intenten cortar su cuello, con los ojos vendados.
184 Ecuavoley: es un deporte ecuatoriano, una especie de variante del voleibol.
474
mujeres. Así mismo, los juegos tradicionales kichwas son practicados, por lo general, en
espacios abiertos, ya que propician la interacción con la naturaleza y son los preferidos
tanto por los niños como por los adultos. Además, aunque casi todos aparentemente
demandarían de habilidad física en sus participantes, también estarían implícitas las
demás capacidades humanas (inteligencia emocional, habilidad mental, sentidos).
Cabe mencionar que los 12 últimos juegos de la lista (Tabla 54) son practicados
exclusivamente por personas adultas de las comunidades indígenas durante las
festividades locales. Algunos de estos juegos se constituyen en competencias grupales
que demuestran las habilidades cotidianas, tanto de hombres (mejor leñador), como de
mujeres (pelada de gallinas, cuyes, papas e hilada). Todos los juegos están matizados por
las bromas picarescas entre hombres y mujeres, más aún, cuando el perdedor o los
perdedores tienen que pagar una penitencia. En general, son momentos de alegría, de
reencuentro y, consecuentemente, de integración familiar y comunitaria.
Cabe mencionar que, en las dos últimas décadas, se ha generalizado la práctica del
fútbol y el ecuavoley en los hombres, cuyos deportes, los realizan no solamente durante
las fiestas, sino también de manera frecuente, mediante encuentros comunitarios e
intercomunitarios.
185Chaishuk-pacha: Cachiguango (2001, s.p) traduce como la vida en el otro mundo, o aquella “vida
espiritual, para el que nos preparamos durante toda esta vida”.
475
A través de los juegos tradicionales, los niños y adultos expresan sus emociones,
fantasía e imaginación, sobre todo, cuando representan a otros personajes, animales e,
incluso, a otros elementos de la naturaleza (río, árbol, cascada, montaña). Con lo cual, no
solamente están fortaleciendo su personalidad, sino también revalorizando su entorno de
vida. A criterio de los informantes expertos en cultura imbabureña, a través de los juegos
tradicionales se transmiten valores, principios y formas de vida de los pueblos.
21. USOS SOCIALES, RITUALES Y ACTOS
FESTIVOS
Cantón Inti Raymi
Asintai Asienta
Chaqui riman Ya saben los pies;
Imata pina ¡qué te apena!
Jari, jari Como hombres,
Jari, jari Como hombres,
Uyachichi, uyachichi, Que se oiga, que se oiga,
Culun culun Culun culun
Juyayay, juyayay Juayayay, juyayay;
Chaillapita Ahí mismo
Caimi jarin Este es hombre,
Jari jari Como hombre,
Jari jari Como hombre,
Churashunchic churashunchic Asentemos, asentemos;
Chamiman ticrai, Date la vuelta,
Chaiman ticrai, Date la vuelta, asienten, asienten,
Tacashunmi, tacashunmi, Todos juntos, ahí mismo,
Tucuilla, chaillapita Carajo;
Carajulla Mandará el mote
Pashcarishcata cachamunqui Mandará la chicha,
Ñucaca mana yanca trabajaninchu Yo no trabajo en vano.
Los ritos asociados al ciclo vital de las personas, con énfasis en el nacimiento,
matrimonio y muerte que mantienen los tres pueblos kichwas, han sido ampliamente
estudiados y explicados en el capítulo14 (población y demografía) de este documento.
Por ello, en este apartado se explican otros relacionados con la religiosidad y las
celebraciones que han sido transmitidas de generación en generación.
Con respecto a los ritos asociados a la muerte indígena, tal como ya se expuso en
el capítulo V, las entrevistas aplicadas durante el dos y tres de noviembre en algunos
cementerios indígenas de la provincia de Imbabura, nos ha permitido conocer las
similitudes y diferencias de estos rituales entre los tres pueblos, pero también, las
diferencias en los rituales de niños y adultos. Entrevistas que evidenciaron que aunque
algunas de las prácticas ya no se encuentran vigentes, aún mantienen una importante
tradición asociada a la muerte que forma parte de la vida indígena kichwa.
480
“El hecho religioso es un fenómeno humano total, tan antiguo como el ser humano,
que aparece inseparablemente mezclado con su cultura. Esto significa que se expresa a
través de aquellos símbolos, instituciones sociales, estamentos, etc., que son propios de
cada cultura” (Bautista, 2002, p. 9). De la misma manera, Fradera, Guardans y Juncá
(1996) consideran que la religiosidad es una dimensión de la existencia humana por
relacionarse con los puntos críticos de la existencia, la vida y la muerte.
Este intenso proceso evangelizador ha conllevado que todos los pueblos indígenas
del Ecuador asimilaran la nueva religión generando un proceso de sincretismo y
aculturación (Botasso, 1992). No perdieron el legado de sus antecesores, sino que
481
aprendieron a convivir con la nueva realidad impuesta, de tal manera, que los indígenas,
rendían culto a Jesucristo, pero continuaban adoraban a sus ídolos de la naturaleza
(Rueda, s.f, citado en Naranjo, 1989).
Ante lo expuesto, Arrobo (2005, s.p) dice “los instrumentos occidentales no alteran
la música autóctona; el terciopelo más bien realza la elegancia de los vestidos y los
caballos en las fiestas, magnifican la importancia y suntuosidad de los personajes
centrales”. Un ejemplo resulta el culto a las montañas, cascadas, vertientes, lagunas y, a
la vez, a su santo patrono (San Francisco, San Miguel, San José, Santa Isabel, etc).
Tal como indica Naranjo (1989), ninguna expresión cultural indígena imbabureña
es totalmente pura, pues es evidente su sincretismo, como parte del proceso normal de la
evolución de las sociedades.
“Mi mamacita tiene 87 años, pero ella siempre, desde muy temprano, se ha
colocado de rodillas, retirándose el sombrero y llevándolo a su pecho en dirección
al Imbabura, aunque cada vez, le resulta más difícil por su edad, y le dice:
Imbabura taiticu, te pido que cuides a mi familia y a mi maicito…”, enseguida
hace una reverencia con la cabeza y enseguida la señal de la cruz en la frente […]
así mismo, mi mamacita antes de acostarse, ofrece una oración a Dios y a la Virgen
del Quinche…”.186
Una situación similar presenta la partera y curandera “Mama Jacinta” del pueblo
Karanki, quien ofrece plegarias en kichwa al taita Imbabura, pero también reza en
español (Dios, santos). Ella argumenta, que de esa forma aprendió de sus padres y
abuelos, aunque sus hijos y nietos ya no tienen dicha costumbre.
Los mismos informantes expresan que ellos se encomiendan tanto a Dios como a
los diferentes elementos de la naturaleza, cuando han perdido alguna cabeza de ganado,
por enfermedad de un miembro de su familia, por la pérdida de las cosechas, por los
largos periodos de sequías, etc.
en tiempo de sequía pagan para que se diga la misa a los santos y también llevan
una ofrenda al Imbabura. Cuando caen las tan necesitadas lluvias no les preocupa
saber quién les hizo el favor, los santos o la montaña. (p.95)
186 Fragmento tomado de la entrevista facilitada por el gestor cultural de Otavalo “René” mediante
entrevista (agosto, 2016).
483
Las vertientes y lagunas son también elementos de interés religioso, al igual que
las montañas, en especial para los pueblos Otavalo y Karanki. Cabe decir que, los rituales
asociados al agua en el territorio kichwa, se encuentran descritos y explicados en el
capítulo 6 (El agua: sistema fluvial y lacustre) de este documento.
Por otra parte, los tres pueblos kichwas mantienen una tradición en común que
consiste en solicitar permiso para acceder o ingresar en los elementos de la naturaleza
(terreno, río, cascada, laguna, tola, montaña, etc); no hacerlo significa una agresión a la
madre tierra. Esta acción se realiza por considerar que en tales lugares habitan espíritus
que merecen respeto y consideración y, que, de no hacerlo, los mismos se disgustarían
provocando graves daños en su salud o en su destino. Portela (2003) explica como los
pobladores indígenas, antes de cualquier acción sobre la naturaleza, casi siempre ofrecen
una oración para comunicarse y reconciliarse con la pachamama y favorecer así la
armonía.
Por su parte, la totalidad de los yachaks entrevistados consideran que los espíritus
y diablos se encuentran en medio de la naturaleza que se hacen visibles a las personas
que han ocasionado una falta grave a sus semejantes. En general, los indígenas, a través
de sus relatos en relación a los espíritus, casi siempre les atribuyen formas, estatura,
187Fragmento de la entrevista facilitada por el Antropólogo y Maestro Lingüista Raúl Cevallos (marzo,
2016).
484
Cabe destacar que, a lo largo de los tiempos, los yachaks han ido perdiendo
importancia jerárquica e influencia en la comunidad, pero también es cierto que, aún
gozan de la confianza de la población indígena para aliviar las enfermedades y reconducir
el destino de las personas, tal como ya se expuso en el capítulo 11 (servicios) de este
documento. Su pervivencia manifiesta la importancia que aún mantiene la medicina
ancestral como complemento a la medicina occidental, sobre todo, en los cantones de
Otavalo y Cotacachi. La misma se encuentra garantizada por la Constitución del 2008.
Es importante referir que los yachaks constituyen una prueba de la realidad cultural
sincretizada de los pueblos indígenas. De esta manera, realizan sus limpias con elementos
de la naturaleza (agua, fuego, tierra, plantas y espíritus de los volcanes, montañas,
lagunas, cascadas, etc.), pero utilizan, también, las imágenes católicas y algunos
elementos mágicos propios del pueblo kichwa. Por tanto, en sus altares comúnmente se
encuentran piedras, lanzas, esencias, flores, rosarios, la santa cruz (fe católica) y, la cruz
de la chakana o andina.
Timer (2003, p.2), refiriéndose a la cruz de la chakana o cruz cuadrada, dice, “no
se puede determinar con seguridad la antigüedad del símbolo. Se encuentra la imagen en
muchas construcciones como decoración o forma básica y en la cerámica de las
civilizaciones antiguas de los Andes, como en Paracas, Chavin, Tihuanacu y Nazca”. No
obstante, actualmente, es un símbolo milenario con arraigo en los Andes centrales (Ecuador,
Bolivia, Perú y Sur de Colombia).
espíritu de la pachamama por los alimentos brindados, por considerarlo como espíritu
femenino y de fecundidad.
El sacerdote Aguirre (2005) dice que los indígenas de los pueblos kichwas Otavalo,
Karanki y Natabuela son devotos y fieles a cristos, vírgenes, apóstoles, papas y santos,
considerados sus intercesores ante Dios. Es evidente que veneran a varias imágenes de
Jesús (Señor del Gran Poder, Señor del Divino Amor, Señor de las Angustias, Cristo de
Mayo, Cristo Resucitado y Divino Niño), dependiendo de la necesidad, la tradición
familiar e, incluso, de su localización geográfica. Lo mismo ocurre, con la Virgen María,
que es reconocida y venerada como Virgen del Tránsito, La Dorolosa, La Merced, María
Auxiliadora, del Quinche, de las Lajas, del Carmen y del Rosario.
Hay que mencionar que los tres pueblos kichwas de Imbabura no solamente se
identifican y practican la evangelización católica, sino que desde 1895, practican la
evangelización protestante (Túquerres, 2011). Muchos de los informantes (2014-2016)
consideran que la evangelización protestante ha incidido positivamente en la población,
486
Todos los pueblos indígenas del Ecuador, en particular los kichwas de Imbabura,
desde tiempos ancestrales, han desarrollado e institucionalizado fiestas asociadas a las
actividades agrarias, religiosas y cívicas de sus pueblos. Las diferentes celebraciones
reúnen elementos simbólicos y rituales, con lo cual, se han adaptado a los nuevos tiempos
y han propiciado la interculturalidad.
pueblos kichwas de Imbabura, que fue identificado y estudiado entre el 2014 y 2016”.
En la actualidad, estas festividades ya no corresponden, en exclusiva, a un determinado
grupo étnico, sino que acogen la libre participación de la población sin distinción de
edades, género y etnia. Por su parte, el sacerdote Aguirre (2005, p.32) dice “las fiestas
dividen el año y crean una estructura tan ordenada, como las estaciones meteorológicas
de invierno y verano”.
Los pueblos kichwas, en la última década han logrado una resignificación de sus
fiestas en función de los nuevos procesos socioeconómicos, políticos y culturales.
Aunque, también es notorio el uso y el abuso de la tradición festiva, más aún, cuando se
convierte en un escenario y plataforma política de intereses individuales y colectivos.
En este contexto, cabe decir que la población indígena inicia el año andino el 21 de
marzo con un año dividido en 13 meses de 28 días. El calendario festivo indígena
presenta fiestas asociadas al ciclo agrícola (cuatro raymicunas) y fiestas precolombinas
relacionadas con el homenaje a los líderes (curacas) y a los enfrentamientos tribales.
Muchas de estas fiestas, con el devenir de los siglos, se han sincretizado con las fiestas
religiosas inculcadas por la religión católica.
El ritual del mushuk nina, traducido como “fuego nuevo”, es entendido como el
tiempo de volver a nacer y recrear. Por tanto, representa el inicio de un nuevo año, de un
488
Por su parte, el ritual de la tumarina (ritual de las flores), o también llamado sisa
ñawi mayllai, se realiza siempre la víspera al día miércoles de ceniza, antes de las nueve
horas. Para lo cual, las mujeres con anticipación recogen una gran variedad de flores
silvestres que mezclan con agua pura de las montañas o de fuentes sagradas. A esta
mezcla le atribuyen propiedades curativas y de energización mediante la imposición en
la cabeza o lavado de la cara.
La mayoría de otavaleños destacan que para la celebración del runakay, los padres
de familia o yayakunas han preparado a sus hijos desde muy pequeños en las diferentes
habilidades artesanales, agrarias y gastronómicas. Es así que, cuando se aproximan a la
edad de los doce años, sus padres les entregan materia prima para que ellos la transformen
en productos finales. Entonces, podrán vender y obtener recursos destinados a la compra
de un elegante traje indígena de acuerdo a sus ahorros y gustos.
Cabe decir que la fiesta del Inti Raymi era exclusiva de la población indígena. No
obstante, en la actualidad, participan los mestizos, así como turistas nacionales y
extranjeros. En los diferentes escenarios, es común ver la integración de familias,
comunidades invitadas, personajes políticos territoriales, nacionales y músicos.
Esta fiesta reúne más actividades, elementos y simbolismos que las demás fiestas
agrarias de la provincia. El primer ritual efectuado por los indígenas danzantes es el baño
490
“La toma de la plaza simboliza vaciar todo lo negativo y los desaciertos del poder
político que controla, discrimina y reprime a su clase, con la finalidad de construir
y apropiarse de un espacio propio, al menos por unos instantes. En donde intentan
comunicar, no con palabras sino con acciones y actitudes sus múltiples razones a
la sociedad expectante de este evento. Por otra parte, la toma de la plaza se
inscribe dentro de la dinámica de los levantamientos indígenas en donde subyace
la lucha por la libertad…”188
Una de las características más relevantes de esta fiesta mayor (Inti Raymi) es la
total participación de la comunidad en una u otra actividad. Las comunidades aún
188 Fragmento de la entrevista receptada al maestro lingüista y antropólogo imbabureño Raúl Cevallos
(julio, 2016).
491
La fiesta del Koya Raymi, a decir de los indígenas de las zonas rurales, se vendría
desarrollando en territorio imbabureño desde tiempos preincásicos. Aunque, no existen
estudios que demuestren tal afirmación, para ellos la chicha o bebida sagrada (realizada
a base de maíz), que constituye uno de los elementos esenciales de esta fiesta, precedería
la llegada de los incas.
189 Castillo: estructura construida con carrizo que contiene frutas, dinero, pan, ropa, aguardiente, confites.
El mismo es llevado sobre los hombros de un aruchico, que a su vez entregará a alguna autoridad, para
comprometer su colaboración y apoyo a la comunidad más adelante.
190 Rama: estructura de madera, que porta 12 gallos o gallinas y 12 cuyes.
191 Mediano: recipiente de 50 x 50cm que, normalmente, contiene dos cuyes, dos gallinas, una costilla de
carnero, una pieza de hornado,10 huevos cocidos y, se acompaña con papas y granos.
492
pachamama su bendición para las nuevas semillas. En las actuales fiestas del Yamor
participan indígenas, mestizos, afrodescendientes y turistas.
En Cotacachi tiene lugar una situación similar con la fiesta de la siembra, que se
materializa a través de la Fiesta de la Jora, también conocida como “Tarpuy Raymi”.
Hace más seis décadas, la fiesta del Kapak Raymi en el territorio kichwa, consistía
en la continuidad de la vida, en el paso de la niñez a la juventud. Para lo cual, los padres
solían reconocer las habilidades y capacidades en sus hijos adolescentes. Por tanto, les
hacían obsequios de alguna herramienta de trabajo (azadón, telar), que consideraban
necesario para afrontar con honor los siguientes años. En la población mestiza, en el mes
de diciembre se recuerda el nacimiento de Jesús, con gran arraigo también entre la
población indígena.
Durante el tiempo del Kapak Raymi, en el sector agrario, las plantas ya han
alcanzado los diez centímetros de altura, por lo cual, es tiempo del deshierbe y cuidado
permanente de las mismas. Aunque, no se desarrolle un ritual específico como en las
fiestas anteriores.
Los pueblos kichwas de Imbabura tienen fechas dispuestas para celebrar o recordar
los hechos o acontecimientos históricos que merecen ser recordadas y homenajeadas,
entre las cuales se mencionan las fiestas de parroquialización y cantonización, entre otras
de interés nacional.
493
Para las poblaciones kichwas, las festividades resumen el orden social de su vida,
por tanto, tienen una rica expresión antropológica de su profunda dimensión social con
la naturaleza y con el Dios creador. Además, las fiestas católicas, no constituyen un hecho
aislado, sino que, se imbrican en las tradiciones y costumbres de cada población.
22. GASTRONOMÍA KICHWA
admiten que han realizado algunas modificaciones por decisión propia, por asesoría
técnica (capacitación) y, sobre todo, atendiendo a las sugerencias de los turistas que
reciben (emprendimientos turísticos).
192 La chuchuca, es el maíz a medio madurar conocido como cau (entre tierno y maduro), el cual, es
cocinado y luego secado al sol, para obtener un grano duro. Antes de preparar la sopa, se debe moler y
cernir.
193 El yahuarlocro: sopa preparada con vísceras y sangre de borrego con un refrito de cebolla, ajo, sal,
orégano y pimienta.
194 La timbushca: es una sopa preparada con trozos de pecho de res con un refrito de manteca vegetal con
cebolla, ajos y sal, a lo que se agrega leche, col y papas.
499
con pan, a veces panela con queso, habas tostadas, papas con ají, mellocos con queso y
ají, etc.
Para los días festivos y las celebraciones, las familias indígenas preparan una gran
variedad de platos, algunos de estos son: papas con sangre de borrego, fritada (carne de
cerdo frita) con mote, carne seca con papas y ají de pepa, carne de cordero con habas
tiernas, papas y ají, morcilla de cerdo, pasteles de yuca con queso, habas tiernas y salsa
con pepa de sambo, papas con pollo asado, mote con papas y cuy frito o asado, carnes
coloradas (carne de res frita) con mote, mazamorra de harina de haba con carne de res,
cuyos platos, siempre estarán acompañados de ají. Uno de los principales ingredientes
que dan un sabor característico a los platos gastronómicos indígenas de Imbabura es la
pepa de sambo (calabaza).
Cabe decir que algunas familias indígenas de las zonas rurales aún siguen
preparando sus alimentos en el fogón (cocina de leña). Además, suelen ahumar algunos
productos perecederos, como la carne de res (cecina seca195) y la del cuy.
195Carne seca de res: es la cecina colgada en una cuerda cobre la tullpa o cocina, misma que ha sido
previamente colocada sal en grano, y puede ser consumida (cocinada) a lo largo de algunos meses.
500
fines de semana a las ciudades más cercanas gustan consumir comida rápida, a decir de
ellos, por su buen sabor y bajo precio.
Algunos de los platos gastronómicos que se ofrecen a los turistas son: la sopa de
quinua, colada de maíz, colada de haba, sopa de gallina de campo, ensalada de berro, cuy
asado, trucha al horno, trucha frita, cebiche de trucha, llapingachos, chaulafán de quinua,
fideos rellenos, cerdo con salsa de uvilla, pasteles de algunas frutas cultivables y otras
silvestres.
Cabe decir que entre los platos expuestos no todos son comunes en la gastronomía
indígena, no solo por sus ingredientes, ya que muchos pertenecen a la zona, sino por sus
variadas formas de preparación. Se generaliza el uso de gran variedad de carnes,
hortalizas, pastas, aliños y frutas. Tales innovaciones, aunque alteran los platos
tradicionales, están contribuyendo a la diversificación de la dieta alimenticia y, con ello,
posiblemente a la mejora nutricional.
Las comunidades que están impulsando la gastronomía con fines turísticos han
desarrollado una importante investigación en torno a su gastronomía, que se ha plasmado
en recetarios, nuevas técnicas culinarias, etc.
501
Por otra parte, en las áreas urbanas de toda la provincia, aunque mayoritariamente
en el cantón Otavalo, se promocionan emprendimientos gastronómicos dirigidos por
población indígena. La denominación común que han dado los ciudadanos a los centros
de comida tradicional son huecas”197 (restaurantes, picanterías, salones), debido al sabor,
rapidez en el servicio, a los precios asequibles y a su variedad.
196 Fragmento de la entrevista facilitada por el Antropólogo y Maestro Lingüista Raúl Cevallos (junio,
2016).
197 Huecas: pequeños establecimientos de comida, algunos informales que, expenden comida tradicional,
a precios bajos.
502
Harawj-Aylli
Ivers (2012).
505
23.1.Antecedentes
Por su parte, Barrera (2001) considera que las prendas antes mencionadas forman
parte de la identidad del indígena andino,
La vestimenta usual del sombrero y el poncho, el uso del kichwa, las formas de
interacción social en la vida cotidiana, o la apropiación de los espacios públicos,
adquieren súbitamente visibilidad y revalorización frente al nosotros y frente al
otro. (p.150)
Es así que, la vestimenta ha tejido las relaciones entre las personas y el contexto
natural, y tal como lo menciona Amoroso (2013)
Por su parte, las mujeres también han dejado de utilizar algunas joyas que les
permitía demostrar su poder económico y distinción social. Algunas de estas consistían
en largos pendientes que circundaban sus orejas e, incluso, llegaban hasta los hombros.
Tampoco utilizan ya los grandes anillos de oro y plata con piedras preciosas en todos sus
dedos, ni los abundantes wallkas o collares de mullos gruesos realizados, normalmente,
en coral. Este abandono puede ser debido a sus altos costos, o bien, a la tendencia de
wallkas con mullos finos.
Con respecto a las prendas otavaleñas, que han sido catalogado en proceso de
extinción, se registran los anacos negro y blanco tejidos en lana de oveja, que tan solo
utilizan algunas mujeres de la tercera edad de zonas rurales del cantón Otavalo (San Juan
de Ilumán, San José de Quichinche, San Rafael, San Pablo) y Cotacachi (Imantag,
Quiroga). Las mujeres aducen que las telas actuales son mucho más livianas y cómodas
que aquellas tejidas en lana de oveja.
Por supuesto que llevar nuestro anaco, nuestro huipil (la falda de las mujeres
indígenas de todo este continente latinoamericano, andino), a pesar de constituir un
508
Los bordados manuales en las blusas se han reemplazado por bordados realizados
a máquina, mucho más baratos, pero sin la belleza, diversidad y valor de los diseñados a
mano. A decir de los artesanos otavaleños, los clientes no reconocen el verdadero valor
y costo del trabajo manual, razón por la que prefieren producir más en menor tiempo y a
más bajo costo. No obstante, la causa de esta sustitución debe ser, con toda seguridad,
509
económica, pues los precios de estas prendas bordadas a mano son muy superiores a las
realizadas a máquina.
Así también, la manta de color blanco utilizada por las mujeres para cargar a sus
bebés cada vez se utiliza menos en las zonas urbanas, no así en las rurales, en donde
todavía se encuentra vigente.
Otro elemento de identidad, sobre todo entre los hombres del pueblo Otavalo, es el
uso de la trenza para recoger sus cabellos, trenza que constituye un elemento simbólico,
distintivo no sólo cultural sino también de virilidad. El uso de esta trenza se está
perdiendo cada día más, sobre todo entre las generaciones jóvenes de las áreas urbanas.
Empezando con la mujer, ella utiliza una larga blusa (bata) de color blanco, con
bordados de flores multicolores a la altura del pecho, la espalda. Esta blusa está decorada,
en su escote y en las mangas, con encajes de diferente tamaño, según la comunidad o la
510
preferencia. Cabe decir que mientras las finas blusas realzan la femineidad, los bordados
comunican la identidad kichwa asociada a los elementos de la naturaleza (flores,
animales), pero también bordan a los dioses tutelares (sol, luna), la cruz de la chakana y
una infinidad de figuras precolombinas que han sido rescatadas a partir de lo observado
en la alfarería y orfebrería de la zona.
Sobre la blusa se colocan dos anacos (telas rectangulares) que pueden ser de paño,
algodón o casimir, decorados con finos diseños florales en el filo inferior. Las formas
más comunes de combinar los dos anacos son: azul con blanco, café con beige, verde con
blanco, negro con gris. Estas dos prendas se sujetan con dos fajas, la de abajo, se llama
mama chumbi (faja de la mujer) de color rojo, de 12 cm de ancho por 1,60 metros de
largo y, la de encima es la wawa chumbi (faja pequeña), de vistosos diseños y colores de
acuerdo a la cosmovisión indígena (animales, flores, montañas, sol, luna, etc) con
dimensión de 5 cm de ancho por 3 metros de largo.
Actualmente, los indígenas no solo utilizan alpargatas, sino también otro tipo de
calzado realizado en cuero o sintético, dependiendo de sus gustos, actividades y
posibilidades económicas.
511
Las mujeres del pueblo Karanki explican que algunas prendas que eran utilizadas
por sus abuelas y bisabuelas ya no están vigentes, debido a la existencia de nuevas telas,
colores e, incluso, diseños. Así, se refieren al centro o falda tejida en lana de oveja, al
igual que la blusa larga que llevaban hasta la media pantorrilla con bordados manuales y
gran escote vertical para facilitar la lactancia. Otra prenda es el maquilan, cuya tela
rectangular tejida en lana de oveja de dos metros por ochenta centímetros, era utilizada
en la cabeza a manera de un turbante, tal como la utiliza la mujer otavaleña de las zonas
rurales con la prenda denominada huma watarina.
Por su parte, la indumentaria masculina se habría perdido casi de forma total hace
casi cuarenta años. En la parroquia rural de la Esperanza (Ibarra), apenas tres hombres
de la tercera edad conservan su vestimenta tradicional, aunque con algunas
modificaciones, ya que no existen artesanos que elaboren el atuendo autóctono del pueblo
Karanki (poncho, sombrero). Entre las prendas que dejaron de utilizar se encuentran la
camisa blanca de lienzo, el pantalón blanco del mismo material muy similar al pantalón
otavaleño, el sombrero blanco de ala corta doblada hacia arriba y el poncho rojo y púrpura
con líneas de colores en sus extremos. Estas prendas en la actualidad, se encuentran en
exhibición en dos establecimientos turísticos.
Los indígenas del pueblo Karanki, al igual que los otavaleños, también habrían
incorporado el uso de alpargatas hace 50 años, aproximadamente. Estas alpargatas eran
de caucho (usutas), aquellas utilizadas por los mestizos pobres. No obstante, luego de un
tiempo, han incorporado alpargatas de cabuya y tela y, sobre todo, zapatos y botas de
caucho.
Actualmente, la mujer Karanki utiliza la falda amplia con plisado fino, en telas
sintéticas (indulana) de vistosos colores, también con dobladillo al filo y encaje. Las
faldas no siempre se confeccionan en función de tallas, pues es adaptable y se regula
mediante una cinta o tira de tela con suficiente extensión para atarse en el costado o detrás
de la cintura. La mujer Karanki que habita en la parroquia de Angochagua presenta una
particularidad en su vestimenta, pues, su anaco o maito de color negro tiene gran similitud
con los anacos de las mujeres de los pueblos Natabuela y Otavalo. No obstante, la blusa
de la mujer de Angochagua es igual a la utilizada por las demás mujeres del pueblo
Karanki. Esta blusa es de color blanco, con una extensión 1,60 cm de largo y 70 cm de
ancho, en la misma se ha impregnado su creatividad y habilidades, a través de los
bordados a mano en una tela superpuesta. Los diseños realizados se basan en motivos
florales, diseños precolombinos (basados en las decoraciones de la alfarería y orfebrería),
símbolos patrios (banderas, escudos), etc. La vestimenta femenina se complementa con
el uso de un sombrero de paño negro, café y verde. Alrededor de esta prenda los indígenas
utilizan una cinta del mismo color del sombrero, con una pluma de ave como adorno.
Las mujeres del pueblo Karanki, al igual que las demás mujeres indígenas de la
provincia de Imbabura, también utilizan wallkas o collares dorados, las huashkas o
pulseras plásticas o de vidrio sintético y pendientes de varios colores. Además, desde
hace algunos años, las mujeres indígenas no siempre llevan el cabello recogido, y
también utilizan maquillaje. Algunos de estos cambios se han producido como resultado
de la migración del campo a la ciudad, en donde se desempeñan como empleadas
domésticas.
El 65% de las mujeres del pueblo kichwa Karanki de todas las edades continúan
utilizando su traje autóctono multicolor y de gran simbolismo. Mientras que el hombre
ha perdido completamente el uso del traje tradicional, evidenciando su preferencia por la
ropa mestiza. Las razones de pérdida son similares a las expuestas por los hombres
otavaleños, pues prefieren la ropa mestiza por la diversidad de telas, colores, diseños,
comodidad (trabajo), precio (económico) y, sobre todo, porque han podido evitar en
cierto modo la discriminación las veces que han emigrado por trabajo.
Actualmente, la mujer utiliza un anaco negro de lana, debajo del cual lleva una
blusa blanca larga y bordada en el corpiño, similar a los pueblos anteriores. Para las
fiestas, reuniones comunitarias y familiares, ella lleva un mantón blanco de fuerte lienzo,
en su cabeza un sombrero similar al del hombre, de color beige, de ala amplia y un cordón
fucsia con borlas vistosas, además huallcas y manillas que marcan su femineidad y
belleza.
segundo poncho es el turquesa o aurora para sus habitantes, el significado está asociado
con la luz, el agua y el cielo, ideal para el desarrollo de las celebraciones familiares y
reuniones comunitarias. El tercer poncho es el rojo que, a decir de sus habitantes, les
otorga distinción social, por lo que, tanto el cacique, como sus alcaldes lo utilizan en
asambleas, desfiles y representaciones oficiales. Los tres ponchos exhiben delgadas
franjas tejidas o bordadas de colores en los extremos, en representación del arcoíris.
“Nosotros no somos mitos del pasado, ni del presente, sino que somos pueblos activos.
Mientras que haya un indio vivo en cualquier rincón de América y del mundo, hay un brillo de
esperanza y un pensamiento original”.
Rigoberta Menchú
Guatemala
519
Las formas y modos de vida de los pueblos kichwas de Imbabura se han presentado
y explicado en función de su territorio, organización, patrimonio e interculturalidad.
Estos contenidos se han obtenido básicamente de los cuestionarios llevados a cabo entre
la población, que han puesto de manifiesto tanto las tradiciones que ya se encuentran
extintas, como las que todavía se encuentran vigentes en su vida cotidiana, en medio de
evidentes procesos de aculturación y transculturación. Para ello, la investigación de
campo ha consistido en el levantamiento de información a partir de tres cuestionarios
mixtos (de encuesta y de entrevista) que se han realizado a una muestra de 381
informantes, distribuidos entre los pueblos kichwas de Otavalo (237), Karanki (99) y
Natabuela (45), en función del volumen de población de cada uno de ellos.
Se han utilizado, de la misma manera, todas las bases de datos del INEC desde el
censo de 1950, pero sobre todo las referidas a las últimas décadas de 1990 a 2010. Sin
embargo, hay que señalar que el desarrollo estadístico es muy reciente en Ecuador, puesto
520
Los tres pueblos kichwas aprendieron y asimilaron las nuevas formas y modos de
vida impuestas en cada momento, pero pudieron seguir practicando sus costumbres y
tradiciones enmarcadas en la cosmovisión andina, dando como resultado múltiples y
complejas expresiones culturales sincretizadas y un rico legado que han conseguido
transmitir hasta la actualidad.
Entendemos que este legado no se podría explicar sin su integración en los modos
y formas de vida de estos pueblos a lo largo de su historia. Este es nuestro compromiso
social y científico.
En este sentido, habría que comentar que los actuales pueblos kichwas (Otavalo,
Karanki y Natabuela) procedían de pueblos centroamericanos (angos), caribeños y
chibchas barbacoas (imbas). Más tarde llegaron los incas y los hispanos, pero también
portugueses, británicos, franceses, etc.
Su territorio era bastante más extenso que en la actualidad, puesto que limitaba al
norte con el Valle Chota-Mira, haciendo frontera étnica entre Caranquis (Karankis) y
Pastos, mientras que al sur limitaría con el valle de Guayllabamba-Pisque. En la
actualidad, los kichwas se concentran mayoritariamente en las zonas rurales de la
provincia de Imbabura.
Probablemente por esta opresión y aislamiento, han procurado mantener sus señas
de identidad, que han conseguido por el olvido permanente de esas oligarquías.
Es importante señalar que las actividades agrarias aún evidencian los principios de
la solidaridad, la reciprocidad y hasta el trueque entre familiares y vecinos de la
comunidad. La tierra, aunque reducida, se constituye en un espacio en el que se cohesiona
la lengua, la cultura, la familia y la comunidad. En este sentido, la mayoría de familias
vinculan y desarrollan los ritos agrarios en torno a los solsticios y equinoccios. De
acuerdo con su cosmovisión, los ciclos agrícolas y su fenología conllevan el desarrollo
de fiestas y ritos que han perdurado durante siglos, aunque con un evidente sincretismo
natural-religioso.
Constitución se han convertido en servicios públicos y, por ello, con acceso para la
población rural kichwa. El comercio y los mercados se han tratado por separado con el
sector agrario y con la artesanía.
Por otra parte, siguen persistiendo los problemas de sanidad, que se evidencian en
las todavía altas tasas de mortalidad infantil y materna, aunque muestran una clara
tendencia decreciente. Además, la mayoría de habitantes siguen eligiendo como primera
opción la medicina tradicional (autotratamiento, parteras, yachaks, fregadores, etc.).
Los pueblos indígenas, han logrado una adaptación a las diversas zonas
agroecológicas y su aprovechamiento se ha efectuado a partir de patrones verticales con
fines de subsistencia, movimientos poblacionales y asentamientos humanos.
Los sistemas productivos, los procesos constructivos y las formas de vida, han
configurado paisajes multicolores, de imágenes y texturas diversas. Entre los fenómenos
evidentes en el territorio kichwa se destaca la creciente conurbación y la ocupación de
viviendas en zonas agrícolas.
525
Las comunidades que integran los pueblos kichwas Otavalo y Karanki están
representadas por cabildos que asumen la gestión de todo lo relacionado con la
infraestructura, la regulación de los servicios básicos, el aprovechamiento de los recursos
naturales, la organización de actividades culturales, justicia indígena, etc. No así el
pueblo Natabuela, que está regido por un gobierno vitalicio, dedicado exclusivamente a
la planificación y desarrollo de mingas comunitarias, fiestas religiosas y tradicionales,
pero no se ocupa de la gestión local. Estos pueblos, aunque coexisten en un mismo territorio,
aún no han generado verdaderas relaciones de desarrollo entre sí y apenas empiezan a organizarse.
mejor de los casos, queda restringida al núcleo familiar. El uso simultáneo del kichwa y
del español ha dado lugar a una especie de tercera lengua o lengua intermedia. Además,
la revitalización lingüística en el país, a pesar de los últimos esfuerzos gubernamentales,
se observa compleja y a largo plazo.
Las artes del espectáculo (música, danza, juegos) forman parte esencial de la vida
de los pueblos kichwas de Imbabura. La música presenta un heterogéneo conjunto de
ritmos, estilos, instrumentos e intérpretes, dando lugar a una cultura musical sincretizada,
que les permite vivir el saber, la medicina ancestral, la tecnología, la astronomía, la
espiritualidad, la paz y la cultura. Pero también revela un pasado de opresión y de
resurgimiento que promete el fortalecimiento de los pueblos hermanos y nunca más su
invisibilidad. Por su parte, los 60 juegos tradicionales que se han recogido también
demuestran la plena interacción entre la familia, la comunidad y la naturaleza y
transmiten valores, principios y formas de vida.
medicina y artesanía. Cabe decir que, a través del tiempo, estos conocimientos y
habilidades han sido afectados positiva y negativamente por los distintos procesos de
desarrollo económico, político, religioso, ambiental y cultural. Sin embargo, los pueblos
siguen priorizando estas prácticas, que han sido fomentadas principalmente por la mujer
indígena y que siempre están apegadas a los principios de la cosmovisión andina.
Además, en los últimos años, algunas familias y comunidades han visto en el turismo
comunitario una oportunidad para el rescate de estos saberes.
Ante esta situación, difícil por la pobreza estructural y por la inevitable aculturación
y pérdida de su patrimonio cultural, posiblemente de manera irreversible, se ha
considerado oportuno incluir en esta sección las propuestas que los propios indígenas
plantean.
Consideramos que son de gran valor e interés por provenir de la propia población
kichwa, en respuesta a nuestros cuestionarios, con la finalidad de rescatar, revalorizar y
preservar el legado transmitido hasta la actualidad por estos pueblos. A través de las
mismas, se pueden detectar las preocupaciones que afectan a estas poblaciones, su plena
529
Entre estas propuestas, una de las prioritarias sería la toma de conciencia, el valor
y la importancia de todo el legado kichwa frente al sentimiento de inferioridad,
complejidad e infravaloración de estas poblaciones, que les ha llevado a adoptar una
postura de renuncia y negación de su origen y pasado, adoptando un creciente
“blanqueamiento”, especialmente entre los jóvenes.
Para ello, las comunidades, pueblo y nacionalidad deben recuperar y mantener una
visión holística de su territorio, al mismo tiempo que promover el desarrollo sostenible,
característico de su cosmovisión andina, y una planificación territorial integral para
alcanzar su bienestar.
Recuperar y valorar las semillas nativas, con mayor resistencia a las plagas,
capacidad de adaptación a las condiciones y al clima, que no ofrecen las semillas
mejoradas.
Crear páginas web de los pueblos kichwas de Imbabura, como estrategia para
difundir la oferta de los emprendimientos turísticos, agroindustriales y artesanales.
Cumplir con las políticas que permitan el libre acceso de los indígenas a las
diversas áreas de la función pública.
531
Restaurar las viviendas del sector urbano, sin afectar a las características
arquitectónicas originales.
Capacitar en temas relacionados con las bases culinarias, que permitan desarrollar
productos seguros y de calidad a los turistas.
Desarrollar eventos entre los tres pueblos kichwas para impulsar la producción y
comercialización artesanal, pero sobre todo para intercambiar conocimientos.
Para concluir esta tesis, debemos indicar que se ha pretendido generar un estudio
marco, global, sobre el patrimonio cultural legado por los pueblos kichwas de Imbabura,
integrándolo en sus formas y modos de vida, como única manera de darle una explicación
coherente, evitando un mero inventario de bienes materiales e inmateriales.
No se agota, por lo tanto, este tema. No era nuestro objetivo, pues hubiera sido
imposible desarrollar en detalle cada uno de estos capítulos, por lo que somos conscientes
de que queda mucho trabajo por hacer y es nuestra intención seguir trabajando en estos
temas con el detalle que es necesario para alcanzar un conocimiento en profundidad de
este legado, aunque también hay que ser conscientes de que en algunos capítulos existen
importantes lagunas y limitaciones de recursos bibliográficos y estadísticos.
a) En el tercer capítulo se han analizado las diferentes teorías acerca del origen y
la evolución que los diferentes asentamientos que poblaron Imbabura en
tiempos preincaicos. Para este trabajo, ya se ha realizado un acercamiento a sus
lenguas ancestrales a través de la publicación de un libro de 143 páginas
titulado “Origen, territorio, toponimia y antroponimia de los pueblos kichwas
de Imbabura, para la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial”. No
obstante, es necesario profundizar más en el estudio de sus lenguas como aporte
a la riqueza lingüística que siempre ha poseído el Ecuador y particularmente
Imbabura.
e) Se han recogido 186 tradiciones y expresiones orales entre los tres pueblos
kichwas (mitos, supersticiones, leyendas y cuentos), pero se debe ampliar la
investigación en todos estos aspectos, con especial atención en la riqueza
literaria.
Ruwaq
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http://blog.pucp.edu.pe/blog/historiamaestros/2014/03/18/c-mo-se-educaba-en-la-poca-
colonial-preguntas-y-respuestas-clave/. [Consulta 14/3/2017]
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El tiempo
el tiempo está convulsionado,
el tiempo tiene contracciones,
el tiempo puja, aprieta sus puños,
está bañado de sudor,
el tiempo extiende sus brazos,
sus manos se crispan en las orillas del
horizonte,
!suda, se queja, grita!
sus dolores son más intensos,
el tiempo
está extremadamente dilatado
el tiempo
comienza a romperse,
empieza a sangrar,
el tiempo
deja escapar su último suspiro,
un nuevo sol,
una nueva luna
ha empezado
a nacer
Ariruma Kowii
Poeta del pueblo kichwa Otavalo
Otavalo, enero 1994
(Wakamama)
575
En la matriz del anexo 1 (ver digital) se observan un total de 643 bienes culturales
materiales, que se categorizaron de la siguiente manera:
Tabla 55
Patrimonio cultural material identificado y estudiado entre el 2014 y 2016
Ámbito Número
Bienes arqueológicos
Sitios 35
Muestras 47
Total 82
Bienes documentales
Textos 6
Documentos históricos 8
Archivos históricos(más relevantes) 4
Registros creación parroquial 5
Biblioteca (más relevantes) 3
Fotografía. 6
Total 32
Bienes muebles
Pintura 2
Escultura 45
Muestras etnográficas 39
Elementos religiosos 2
Murales 14
Numismática 2
Caminos 4
Objetos utilitarios 13
Equipos música antiguos 2
Maquinaria y herramientas de trabajo tradicional 4
Armamento 2
Total 129
Bienes inmuebles
Arquitectura vernácula (vivienda, fábricas, talleres). 117
Arquitectura civil (plazas, parques) 39
Arquitectura civil (viviendas, casas comunales, hospederías comunitarias, museos 76
locales, teatros y bibliotecas comunitarias etc).
Arquitectura religiosa (Iglesias, santuarios, capillas). 82
Arquitectura funeraria. 20
Arquitectura deportiva-recreativa. 19
Arquitectura civil-educativa 47
Total 400
Total Patrimonio cultural material (primera etapa) 643
576
Tabla 56
Patrimonio cultural inmaterial identificado y estudiado entre el 2014 y 2016
Total 226
Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo.
3. Muestra de las fichas de inventario, una por cada categoría del patrimonio
cultural material e inmaterial.
En relación a los recursos culturales de los tres pueblos kichwas expuestos en las
matrices anteriores, se ha inventariado aproximadamente el 70% del patrimonio cultural
de los pueblos kichwas. Para el efecto se utilizó la metodología del Instituto Nacional de
Patrimonio Cultural del Ecuador, desde octubre del 2014, hasta marzo de 2016, con el
apoyo de un equipo de estudiantes de la carrera de Turismo de la Universidad Técnica
del Norte del Ecuador.
En el Anexo 4 se observa una ficha (muestra) por cada categoría del patrimonio
cultural material e inmaterial.
a) Medio natural
Actividades agrarias.
Técnicas agrarias
Ritos agrarios.
Herramientas agrícolas.
Productos agrícolas (agrobiodiversidad)
Artesanías y textiles
Educación
Sanidad (medicina tradicional)
Turismo comunitario (emprendimientos e involucramiento de la mujer)
c) Poblamiento y demografía
Vivienda
Ritos matrimonio
Ritos nacimiento
Ritos muerte
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Familia
Comunidad (trabajos comunitarios)
Vida política
Mujer en el desarrollo
e) Manifestaciones culturales
Religiosidad
Música, danza y fiestas
Juegos tradicionales
Gastronomía
Vestimenta
En este anexo se observa dos vídeos que recogen las formas y modos de vida de
los pueblos kichwas de Imbabura.
Yo vengo de la tierra del maíz,
y de la esperanza de este pueblo de un solo corazón!!!
Tierra de alpargatas, pies descalzos y orgullo profundo.