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Las pautas del crecimiento de dos a seis años de edad.

Para cuando tienen 6 años de edad, la mayoría de los niños:

 Han crecido aproximadamente 2.5 pulgadas (6 cm) desde su último


cumpleaños.

 Han aumentado aproximadamente 7 libras (3 kg) desde su último


cumpleaños.

 Comienzan a tener los primeros molares.

 Comienzan a perder los dientes de leche.

SEGUNDO AÑO DE VIDA

Es en esta etapa en la que el niño aprende a caminar, a expresarse verbalmente,


a comer solo y a controlar sus esfínteres. La deambulación es uno de los
principales logros del niño, lo que le permite explorar su entorno y aumentar su
independencia. Se evidencia una disminución de la velocidad de crecimiento y
también del apetito, por lo que la talla y el peso aumentan a una velocidad
constante de 1cm /mes y 225 grs/mes respectivamente. Generalmente los niños
comienzan a caminar solos cerca de su primer cumpleaños, pudiendo tardar hasta
los 15 meses. La marcha precoz no se asocia a un desarrollo avanzado en otros
dominios. A los 18 meses mejora el equilibrio y la agilidad, logrando
posteriormente correr y trepar.

PERIODO PREESCOLAR ( 2-5 AÑOS)

El crecimiento somático y cerebral disminuye. Se aplana el abdomen y el cuerpo


se torna más esbelto. Entre los 2-5 años la ganancia de peso total es de alrededor
de 2 kg y la talla de 7 cm por año. A los 3 años la agudeza visual es de 20/30 y a
los 4 de 20/20. A los 3 años se completa la dentadura caduca. También a los 3
años se establece la preferencia por el uso de una de las 2 manos. Hacia los 3
años todos los niños caminan con una marcha madura y corren sin dificultad y las
habilidades motoras finas se van perfeccionando.

La secuencia del desarrollo motor desde el segundo al sexto año de


vida.

Aunque una parte importante del desarrollo del cerebro ya se ha dado en la etapa
prenatal y en la etapa anterior a los dos años, siguen produciéndose cambios que
repercuten en la psicomotricidad en otras funciones. Hasta los 4 o 5 años se
mantiene la mielinización de las neuronas motoras, algo importante para la
transmisión de la información en el cerebro, los avances en su maduración se
verán reflejados en el mayor control motriz. La mielinización del resto de las zonas
implicadas en los procesos cognitivos se mantendrá hasta la pubertad.

Como ya hemos comentado en la página dedicada al desarrollo antes de los dos


años, la maduración del sistema nervioso del niño no supone solamente ir
pasando por una serie de etapa prefijadas biológicamente, sino que la
participación del adulto posibilitando que se desarrollen sus habilidades motrices
corporales (balones, bicicletas, …), como manuales (rompecabezas, piezas para
construir y encajar, instrumentos musicales…) es de gran importancia. El niño se
vuelve muy inquieto y atento a todo los estímulos ambientales y los
adultos debemos posibilitar esa interacción participando con él en el
descubrimiento del mundo.

Adquisición de destrezas motrices en el período 2-6 años

 Correr en contraposición con el andar rápido del segundo año.


2-3  Mantenerse durante un par de segundos sobre un solo pie
años  Tirar una pelota con la mano sin mover los pies del sitio
 Utilizar la cuchara para comer
 Garabatear

3-4  Subir escaleras sin apoyo, poniendo un solo pie en cada escalón
años  Andar unos pasos a la pata coja
 Saltar entre 40 y 60 cm de longitud
 Montar en triciclo
 Usar las tijeras para recortar papel
 Cepillarse los dientes
 Ponerse una camiseta
 Abrochar y desabrochar botones
 Dibujar líneas y hacer dibujos con contornos
 Copiar un círculo

4-5  Bajar escaleras con soltura y sin apoyo, poniendo un pie en cada escalón.
años  Correr a la pata coja
 Saltar entre 60 y 80 cm de longitud
 Mayor control para comenzar a correr, pararse y girar
 Cortar una línea con tijeras
 Doblar papel, colorear formas simples
 Utilizar el tenedor para comer
 Vestirse sin ayuda
 Copiar un cuadrado

5-6  Caminar sobre una barrar de equilibrio


años  Buen control de la carrera: arrancar, pararse y girar
 Saltar unos 30 cm de altura y cerca de 1 m en longitud
 Lanzar y coger pelotas como los niños mayores
 Aprender a montar en bicicleta y patinar
 Marchar al ritmo de sonidos
 Usar cuchillo, martillo, destornillador.
 Escribir algunos números y letras
 Copiar un triángulo y posteriormente un rombo.
El conocimiento sobre el desarrollo del lenguaje con el intervalo antes
señalado.

Después de los 2 años la adquisición de palabras adquiere un ritmo


vertiginoso como puede verse en la tabla. Cada vez adquieren conceptos
semánticos más complejos. Después del nombre vienen los adjetivos de uso
general (grande-pequeño) para después especializarlo (largo-corto, pesado-ligero,
etc)

A partir de los 4 comienzan a aprender a conjugar adecuadamente los


verbos como “durmiendo” en lugar del “durmiendo” derivado del “dormir”.

A los 5 o 6 años, el desarrollo de la morfología se hace consciente y reconocen


que con un solo cambio de “p” a “g”, un “pato” se transforma en un “gato”. Es fácil
ver cómo un niño se ríe ampliamente cuando descubre el juego de palabras que
ello supone.

Sin duda el aprendizaje del significado de las palabras tiene lugar en contextos
conversacionales con los adultos. Es el adulto el que ha de asociar objetos con
sus correspondientes nombres, introducir palabras nuevas relacionadas con lo que
ya conozca, inventar y contar cuentos, enseñarle libros y dibujos y hablar sobre
ellos así como señalar sus imágenes nombrando lo que se ve en el dibujo.
Enseñarle nombres, adjetivos, siempre aprovechando y disfrutando situaciones de
juego. Interpretar conceptos espaciales (aquí, allí,…) y cualidades de los objetos
(grande, pequeño,..). Corregirle las palabras que no emita adecuadamente, no
seguir nosotros llamando “aba” al “agua” sino enseñarle lo correcto. Imitar sonidos,
conversaciones, cantar canciones. Enseñarle a saludar, despedirse, respetar el
turno del que habla, no interrumpir,…

Cuando nos dirigimos a un niño  la entonación ha de ser más marcada, el tono de


voz más elevado, frases sencillas, longitud de las frases cortas, empleo de
palabras infantiles, más repeticiones, anticipar los deseos comunicativos del niño,
dar tiempo a su respuesta, darle la oportunidad de corregir  (“¿cómo?”, “¿qué
dices?”), Interpretar de un forma más rica sus palabras:

Niño: “Aba”. Madre: “Eso es agua”. 

Además de conocer las palabras hay que saber usarlas de forma práctica, poco a
poco se van adquiriendo más y más complejas intenciones. El empleo del lenguaje
para hacer comparaciones, narrar, razonar, argumentar, mantener una
conversación, es decir, el empleo que se le da al lenguaje depende en buena
medida de variables socioculturales, de ahí la importancia de una temprana
escolarización.

Los niños aprenden de sus padres, no solo porque estos le enseñen directamente
sino también porque les observan continuamente. Por ejemplo cómo sus padres
se dirigen a una persona a la que quieren preguntarle una información en la calle.
Del mismo modo, imitan la conducta de leer, por ello es bueno que en casa el niño
observe que sus padres dedican un tiempo a la lectura.

El desarrollo de la inteligencia de dos a seis años de edad.

El período comprendido entre los 2 años y los 7 años es llamado preoperacional o


de la inteligencia verbal o intuitiva. Se caracteriza por que el niño se encuentra
inmerso en un mundo lleno de objetos físicos con los que interactúa,
de personas con las que también se relaciona y un mundo interior de
representaciones. 

La formación de símbolos mentales es una característica importante de este


período. Esta función simbólica supone no tomar al objeto por lo que es sino por lo
que representa. El dibujo (dibujar una animal que no están viendo), la imitación
(imitar con una silla que conduce un coche), el juego (hacer que come con un
plato vacío) y el lenguaje son modos de expresión simbólica.
Con esta capacidad representativa, su pensamiento no se limita como en etapas
anteriores al aquí y al ahora sino que puede dirigirse al pasado e imaginar el
futuro.

Con respecto a la atención, a partir de los 2 años va ganando en controlabilidad,


adaptabilidad y capacidad planificadora. A los 2 años es fácil que cambien de
tarea con facilidad, a los 5 años ya pueden ser capaces de quedarse en una
misma actividad hasta 7 minutos. Debemos ayudarles a que consigan realizar con
un mismo propósito varias secuencias de acciones, por ejemplo con el propósito
de crear una figura ir cogiendo piezas que puedan ser adecuadas. Las
capacidades atencionales se pueden entrenar y potenciar gracias a la interacción
con los adultos y otros niños.

Gracias al desarrollo de la atención sobre personas, objetos y sucesos, los niños


empiezan a poder abstraer ciertas regularidades y así construir ciertos prototipos
de conocimiento: los esquemas y las categorías.

Los esquemas organizan el conocimiento temático, es decir, los esquemas son


organizaciones mentales de conjuntos generales de conocimientos almacenados
en la memoria, por ejemplo, esquemas de escenas (objetos que pueden verse en
un lugar determinado como platos en la cocina), de sucesos (guión del suceso “ir
al médico”) y esquemas de historias o cuentos (desarrollo de un cuento bien
construido, donde primero ocurre un suceso y luego viene otro lógico). La
construcción de estos esquemas es muy temprana.

Las categorías permiten al niño relacionar cosas dispares mediante una relación


de similitud, por ejemplo la categoría animales.

Si el niño es capaz de organizar su mundo desde tan temprano es porque también


dispone de unas estrategias de memoria que van aumentando progresivamente
con la edad. Los niños de 3 años ya establecen estrategias de memoria. El
recuerdo autobiográfico demuestra las capacidades de memoria de los niños de 2
a 4 años. Los niños a estas edades ya son capaces de contar sus recuerdos.

El desarrollo socio-afectivo de dos a seis años de edad.

Antes de los dos años las relaciones sociales giran en torno a la familia, sobre
todo alrededor de sus padres, pero a partir de los 2 años y si desde el núcleo
familiar se potencian las relaciones extrafamiliares, los niños comienzan a
relacionarse con sus iguales. Los bebés no forman grupos pero los niños de 2
años empiezan a desarrollar vínculos preferentemente con niños de su mismo
sexo, y dentro de esta preferencia, por niños que además sean
temperamentalmente como ellos y prefieran actividades o juegos similares.

Desde la familia es importante promover tales relaciones sociales y encuentros


con los demás. La calidad del apego con sus progenitores será clave a la hora de
establecer relaciones con sus iguales. Si el niño ha tenido un apego seguro con su
madre y ésta le ha facilitado un entorno seguro en el que desarrollarse, tenderá
también a explorar el entorno social de una forma más competente y segura con
muestras de una mayor reciprocidad, comprensión y empatía.

Los niños trasladan al entorno social el tipo de relaciones que han tenido con sus
padres. Si el niño no muestra esa competencia social y observamos conductas
coléricas y agresivas o bien comportamientos quejitas, fácilmente frustrados e
inhibidos, debemos sospechar de la ausencia de este tipo de vínculo madre-hijo
seguro.
En el caso concreto de la agresividad observada en los niños, la interacción de
éstos con sus madres se ha caracterizado por:

Una conducta inapropiada del niño


Respuesta hostil de su madre (intento de reprimir la conducta del niño con un
grito, o amenazas)
El niño aumenta su hostilidad gritando él también
La madre también incrementa la agresividad gritando aún más y castigando

La frecuencia de ese tipo de interacciones termina siendo la forma de


comunicación entre padres e hijos. Se reducen la cantidad de interacciones
positivas entre ellos y el niño encuentra en las conductas disruptivas la única
forma de obtener atención por parte de sus padres.

El estilo de educación de los padres democrático caracterizado por un número


mayor de razonamiento y explicaciones con respecto a las normas son los que
muestran un desarrollo moral más amplio, conductas altruistas hacia los demás,
menor agresividad y por consiguiente una mayor autoestima.

El medio a través del cual el niño empieza a participar de lo social es el juego, con
frecuencia esta interacción comienza observando el niño cómo juegan los demás,
luego se va aproximando al grupo hasta que finalmente interacciona con ellos
participando del juego. Jugar es imprescindible para un niño, es el espacio donde
aprende las propiedades de los objetos al relacionarse con ellos, estimula su
creatividad, se afirma su seguridad sobre el entorno. Aprende a controlar
sentimientos e impulsos, consolida sentimientos de filiación social y cooperación,
imitan roles de los adultos experimentando el mundo adulto sin exponerse a las
consecuencias físicas (por ejemplo jugando a ser enfermera y poner inyecciones),
sociales (jugando  a ser una mamá) y  emocionales (jugando a caerse, hacerse
daño, llorar y  recuperarse).

Es importante haber enseñado al niño habilidades básicas como sonreír, saludar,


atender, escuchar, dar las gracias, presentarse, etc con método como la
instrucción, la imitación, fomento de la práctica de dichas conductas y refuerzo.

En esta etapa de 2 a 6 años el niño debe aprender:

 El refuerzo social (hacer y recibir cumplidos)


 Habilidades de conversación (enseñarles a iniciar y mantener
conversaciones, escuchar, esperar a que haya una pausa, hacer preguntas,
respetar turnos, iniciar y terminar una conversación)
 Habilidades relacionadas con los sentimientos como  comprender
sentimientos de los demás (ponerse en el lugar del otro)
 Conocer y expresar los propios sentimientos
 Expresar emociones de agrado alegría, enfado, resolver el miedo, aprender
a canalizar emociones como el enfado.
 Habilidades de autoafirmación (habilidades asertivas y no pasivas o
agresivas)
 Defender los propios derechos (aprender a pedir un juguete y saber
reclamar a otros lo propio)
 Oponerse (saber decir no), defender opiniones, expresar quejas.
 Saber preguntar por qué (sobre lo que no conoce, pedir favores, pedir una
reflexión al otro).
 Habilidades de relación en el juego (cooperar, ayudar, compartir, pedir la
participación en el juego)

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