Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Aunque una parte importante del desarrollo del cerebro ya se ha dado en la etapa
prenatal y en la etapa anterior a los dos años, siguen produciéndose cambios que
repercuten en la psicomotricidad en otras funciones. Hasta los 4 o 5 años se
mantiene la mielinización de las neuronas motoras, algo importante para la
transmisión de la información en el cerebro, los avances en su maduración se
verán reflejados en el mayor control motriz. La mielinización del resto de las zonas
implicadas en los procesos cognitivos se mantendrá hasta la pubertad.
3-4 Subir escaleras sin apoyo, poniendo un solo pie en cada escalón
años Andar unos pasos a la pata coja
Saltar entre 40 y 60 cm de longitud
Montar en triciclo
Usar las tijeras para recortar papel
Cepillarse los dientes
Ponerse una camiseta
Abrochar y desabrochar botones
Dibujar líneas y hacer dibujos con contornos
Copiar un círculo
4-5 Bajar escaleras con soltura y sin apoyo, poniendo un pie en cada escalón.
años Correr a la pata coja
Saltar entre 60 y 80 cm de longitud
Mayor control para comenzar a correr, pararse y girar
Cortar una línea con tijeras
Doblar papel, colorear formas simples
Utilizar el tenedor para comer
Vestirse sin ayuda
Copiar un cuadrado
Sin duda el aprendizaje del significado de las palabras tiene lugar en contextos
conversacionales con los adultos. Es el adulto el que ha de asociar objetos con
sus correspondientes nombres, introducir palabras nuevas relacionadas con lo que
ya conozca, inventar y contar cuentos, enseñarle libros y dibujos y hablar sobre
ellos así como señalar sus imágenes nombrando lo que se ve en el dibujo.
Enseñarle nombres, adjetivos, siempre aprovechando y disfrutando situaciones de
juego. Interpretar conceptos espaciales (aquí, allí,…) y cualidades de los objetos
(grande, pequeño,..). Corregirle las palabras que no emita adecuadamente, no
seguir nosotros llamando “aba” al “agua” sino enseñarle lo correcto. Imitar sonidos,
conversaciones, cantar canciones. Enseñarle a saludar, despedirse, respetar el
turno del que habla, no interrumpir,…
Además de conocer las palabras hay que saber usarlas de forma práctica, poco a
poco se van adquiriendo más y más complejas intenciones. El empleo del lenguaje
para hacer comparaciones, narrar, razonar, argumentar, mantener una
conversación, es decir, el empleo que se le da al lenguaje depende en buena
medida de variables socioculturales, de ahí la importancia de una temprana
escolarización.
Los niños aprenden de sus padres, no solo porque estos le enseñen directamente
sino también porque les observan continuamente. Por ejemplo cómo sus padres
se dirigen a una persona a la que quieren preguntarle una información en la calle.
Del mismo modo, imitan la conducta de leer, por ello es bueno que en casa el niño
observe que sus padres dedican un tiempo a la lectura.
Antes de los dos años las relaciones sociales giran en torno a la familia, sobre
todo alrededor de sus padres, pero a partir de los 2 años y si desde el núcleo
familiar se potencian las relaciones extrafamiliares, los niños comienzan a
relacionarse con sus iguales. Los bebés no forman grupos pero los niños de 2
años empiezan a desarrollar vínculos preferentemente con niños de su mismo
sexo, y dentro de esta preferencia, por niños que además sean
temperamentalmente como ellos y prefieran actividades o juegos similares.
Los niños trasladan al entorno social el tipo de relaciones que han tenido con sus
padres. Si el niño no muestra esa competencia social y observamos conductas
coléricas y agresivas o bien comportamientos quejitas, fácilmente frustrados e
inhibidos, debemos sospechar de la ausencia de este tipo de vínculo madre-hijo
seguro.
En el caso concreto de la agresividad observada en los niños, la interacción de
éstos con sus madres se ha caracterizado por:
El medio a través del cual el niño empieza a participar de lo social es el juego, con
frecuencia esta interacción comienza observando el niño cómo juegan los demás,
luego se va aproximando al grupo hasta que finalmente interacciona con ellos
participando del juego. Jugar es imprescindible para un niño, es el espacio donde
aprende las propiedades de los objetos al relacionarse con ellos, estimula su
creatividad, se afirma su seguridad sobre el entorno. Aprende a controlar
sentimientos e impulsos, consolida sentimientos de filiación social y cooperación,
imitan roles de los adultos experimentando el mundo adulto sin exponerse a las
consecuencias físicas (por ejemplo jugando a ser enfermera y poner inyecciones),
sociales (jugando a ser una mamá) y emocionales (jugando a caerse, hacerse
daño, llorar y recuperarse).