Está en la página 1de 2

Nombre: Rosas Ascencio Nahomi Atenea

Grupo: 608

¿Sabes qué o quién soy?

La luz del sol entra con calma entre las cortinas, en ese momento es cuando Ethan abre poco a poco
sus ojos acaramelados, y obliga a mi inspiración a ocultarse entre los rayos que evitan que siga
dentro de su inconsciente. No me puede ver, pero sí puede tener claro que soy una parte de él,
tampoco sabe quien o que soy, y no le puedo asegurar a él o a ti que en algún momento lo sepan de
manera consciente, sin embargo, es necesario que conozcan algo de mi, y es que los sueños son
hermosos, pero no subsisten por mucho tiempo, todo lo contrario a una pesadilla, aquella
sensación persigue la mente hasta que se regresa a aquella oscuridad a la que muchos le temen, pero
no muchos saben que justo ahí, es cuando la verdadera aventura comienza; si, aquella que sólo se
vive en los libros favoritos, o en las películas más aterradoras, aquella que en el mundo realista es
imposible.
Ethan jugaba en el jardín con con una rama pequeña que tan solo poseía dos hojas, aquella, tenía
para imaginación del pequeño la forma de un hada, al mismo tiempo, su abuela estaba inspirada, se
encontraba en su alcoba hilando en su vieja rueca; en realidad ningún miembro de la familia
encontraba lógica a que una señora de tan alta edad siguiera su trabajo, y más ahora sin ser su
responsabilidad o sin poder conseguir algo a cambio, aun así nadie decía nada, porque después de
todo se le veía feliz.
Horas más tarde comienza a llover, la abuela se levanta de su silla de madera y sale obligando al
pequeño a entrar a casa. Ya adentro, el niño se acerca a paso lento a la ventana, donde observa la
rama que abandonó en el verde pasto, haciendo que pequeñas lágrimas asomen por sus pequeños
pero profundos ojos. Al verlo, la abuela comienza a hilar de nuevo, entonces Ethan deja de llorar y
la lluvia que veía como una gran desgracia, ahora se convierte en un paisaje digno de admirar. Las
gotas en el vidrio compiten por ganarse el título de la más rápida, las nubes cargadas forman seres
extraordinarios y la rama, que para él es un hada, vuela en los alrededores con ayuda del aire. Ethan
sonríe y vuelve a imaginar, mientras que la abuela con una sonrisa en el rostro sigue hilando en su
alcoba.
Al caer la noche, las nubes que adornaban el cielo se han ido, dando paso a una luna llena que
ilumina la cuna en donde Ethan está encontrando seres en las estrellas. Pero sus párpados
comienzan a pesar más de lo que deberían y se adentra en la oscuridad, en donde yo puedo salir y
ahora lo puedo ver. La abuela deja de hilar con la misma sonrisa y parte a descansar.

Siempre tenemos pequeñas pistas a lo largo del día, para elevar aquellos sueños que para un niño
son más que posibles, y por más improbable que parezca son reales, se pueden hacer reales, cuando
te acurrucas en la almohada y te dejas llevar por la imaginación que tú mismo, o con ayuda, has
creado a lo largo del día.
Las pesadillas se quedan más porque son miedos, son aquellas cosas que pueden dañar, en cambio
los sueños pasan, se viven, y con el tiempo se busca el siguiente, porque siempre se puede seguir
soñando, avanzando y queriendo más.
Esa noche Ethan soñó con hadas hilando en una rueca, con lluvia en su jardín y con aquellas
criaturas que vio entre las nubes grises y después en las estrellas más brillantes, porque al final los
sueños se pueden encontrar y crear en cualquier parte, si así lo decides.
¿Ahora, sabes que o quien soy?

También podría gustarte