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Este poema explora la distancia inevitable entre las cosas y los observadores. Aunque a veces parece corta u olvidada, la distancia siempre está presente. Sólo cuando el observador enfoca su mirada de cerca, la distancia se revela en todas partes. Aunque el observador sueña con acercarse cada vez más a las cosas, nunca puede tocarlas completamente, como en las aporías de Zenón. La solución está en darse cuenta de que las cosas también devuelven la mirada al observador.
Este poema explora la distancia inevitable entre las cosas y los observadores. Aunque a veces parece corta u olvidada, la distancia siempre está presente. Sólo cuando el observador enfoca su mirada de cerca, la distancia se revela en todas partes. Aunque el observador sueña con acercarse cada vez más a las cosas, nunca puede tocarlas completamente, como en las aporías de Zenón. La solución está en darse cuenta de que las cosas también devuelven la mirada al observador.
Este poema explora la distancia inevitable entre las cosas y los observadores. Aunque a veces parece corta u olvidada, la distancia siempre está presente. Sólo cuando el observador enfoca su mirada de cerca, la distancia se revela en todas partes. Aunque el observador sueña con acercarse cada vez más a las cosas, nunca puede tocarlas completamente, como en las aporías de Zenón. La solución está en darse cuenta de que las cosas también devuelven la mirada al observador.
- Hay una famosa distancia entre la Cosa y el Observador.
- Siempre está ahí, en toda la mitad de los dos. - La distancia parece larga - o corta, - de igual manera, - la mayoría de veces, - de ella pasan desapercibidos - los dos. - Sólo cuando el Observador afina su mirada, - cerca, - muy cerquita, - la distancia se revela, - no se acorta. - Y ahora que la puede ver, la ve en todas partes, - como un vacío entre su mano y la puerta de su habitación. - Entre la pintura y un espectador - o entre toda la vida de afuera y su vida interior. - Esta distancia no hace excepción en el amor. - No es bueno pensar en estas cosas, - piensa el Observador. - Porque a veces cuando olvida que ahí está, - la distancia por un rato se le va. - Pero luego aparece. - Para olvidar, el Observador recuesta sus sueños a lo largo de la longitud. - Salta y salta sobre ellos, como si algún día fuera a llegar… - Y como en las famosas aporías de Zenón, - o como en la asíntota de una función, - El Observador se acerca cada vez más a La Cosa, - infinitamente, - sin jamás poder tocarla. - En uno de sus sueños, el Observador desconsolado, mira a la Cosa fijamente. - Y en el sueño, la Cosa le habla. - No entristezcas tanto, Observador, si es en la mirada donde está la solución. - El que observa a la Vida - sutilmente como tú, - de ella quedará distanciado, - sin importar la cercanía. - Pero sólo hasta el día en que descubre - Que las cosas también le devuelven la mirada.
Textos e ilustraciones de (Daniel) Liév, Substantial Comics, Bogotá 2018