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Matricula:2012-32887
Introducción
La historia de la República Dominicana puede remontarse al 600 A.C., cuando los únicos
ocupantes de la isla eran los tainos, una tribu indígena de los primeros amerindios. En su
viaje de 1492, patrocinado por los reyes católicos de España, el explorador italiano
Cristóbal Colón desembarcó en la isla, que pronto se convirtió en el primer asentamiento
europeo permanente en las Américas, el cual fue bautizado como Santo Domingo, la
capital del país y la primera capital de España en el Nuevo Mundo.
Una vez que La Trinitaria fue despojada del poder, los siguientes 25 años presenciaron
como el liderazgo de la República Dominicana pasaba entre el General Pedro Santana y el
General Buenaventura Báez, cuyos ejércitos continuamente pelearon entre sí por el control
político. En un intento por mantener cierto tipo de orden y estabilidad en la región, los dos
líderes militares y sus ejércitos recurrieron al apoyo exterior. En 1861, el General Pedro
Santana invitó a España a regresar y tomar posesión de su anterior colonia. Después de
un breve periodo de malos manejos por parte de España, los dominicanos se dieron
cuenta de su error y forzaron a los españoles a salir para poder restaurar la república. Otro
intento fue llevado a cabo para alcanzar la estabilidad cuando los dominicanos invitaron a
los Estados Unidos para tomar el control una década después. Aún cuando el Presidente
de los Estados Unidos Gran apoyó la reconquista, fue derrotado por el Congreso de los
Estados Unidos.
Historia de la República Dominicana: Trujillo llega al poder
Uno de los principales cambios logrados por el gobierno de los Estados Unidos fue el
establecimiento y capacitación de un nuevo ejército en la República Dominicana que había
sido previamente logrado en el vecino Haití. Este fue un paso esencial, ya que como un
ejército capacitado internamente sería capaz de hacer respetar la ley, mantener el orden,
así como la seguridad pública del país. Tanto en la República Dominicana como Haití, el
resultado final fue un cambio en el poder, una transición de los civiles a los militares.
Durante la época de la ocupación norteamericana, el intendente del nuevo ejército
dominicano fue un ex empleado de telégrafos llamado Rafael Leónidas Trujillo. Este
inescrupuloso dictador utilizó su posesión de poder para amasar una enorme fortuna
personal, principalmente proveniente de actividades de malversación, inicialmente
involucrando a los proveedores de suministros militares. Aún cuando la República
Dominicana tuvo sus primeras elecciones relativamente libres después que las tropas
partieron en 1924, en un breve periodo de tiempo Trujillo fue capaz de bloquear todas las
acciones de reforma del gobierno y durante el golpe de 1930 tomó el control completo del
poder político del país.
Usando el ejército interno recientemente creado como su ejecutor, Trujillo no desperdició
el tiempo en establecer una dictadura represiva y organizar una vasta red de espías para
eliminar a todos los oponentes potenciales. Sus crueles guardaespaldas no dudaron en
utilizar la intimidación, tortura o asesinato de los adversarios políticos para aterrorizar y
oprimir a la población; todo para garantizar el continuo dominio de Trujillo y el que siguiera
amasando su fortuna. En poco tiempo, Trujillo se las arregló para consolidar su poder a tal
grado que comenzó a manejar la República Dominicana como su propio reino personal.
Era tan arrogante y seguro que, después de solo seis años al frente del gobierno, Trujillo
cambió el nombre de la ciudad capital de Santo Domingo (un nombre que había existido
por más de 400 años) a Ciudad Trujillo.
Trujillo se las arregló para garantizar el apoyo norteamericano de su liderazgo (dictadura)
porque ofreció generosas y favorables condiciones a los empresarios norteamericanos que
deseaban invertir en la República Dominicana. Más importante aún para los Estados
Unidos, después de la Segunda Guerra Mundial, Trujillo mostró su apoyo político a la
posición de los Estados Unidos en contra de los demonios del comunismo. Para 1942,
Trujillo incluso logró liquidar toda la deuda externa a los Estados Unidos, que había
limitado por décadas las iniciativas económicas del gobierno dominicano. Pero después de
varios años de confiscar las propiedades de la mayoría de los más importantes negocios
nacionales, comenzó a tomar control de las principales industrias que eran propiedad de
los norteamericanos también, en particular, la muy importante industria del azúcar. Estas
acciones de adueñarse de las empresas, combinadas con la intromisión de Trujillo en los
asuntos internos de los países vecinos, generó un desencanto cada vez mayor de los
Estados Unidos hacia el dictador de la República Dominicana.
Uno de los actos más vergonzosos de Trujillo fue cometido en contra del vecino de la
República Dominicana, la República de Haití. Por siglos había existido una falta de claridad
en la definición de la frontera entre ambos países, un asunto que había sido motivo de
agravios y conflictos por ambas partes. No sólo el área de la frontera se había convertido
en el centro de persistentes actividades de contrabando, sino que también miles de
haitianos habían comenzado a establecerse en los terrenos alrededor de los imprecisos
límites fronterizos. Trujillo nunca había ocultado sus ideas y sentimientos racistas hacia la
“inferioridad” y “poco atractivo” de los haitianos de piel oscura, así que en 1937, después
de las primeras negociaciones de un internacionalmente alabado acuerdo sobre la frontera
con el presidente de Haití, ordenó a su ejército supervisar la masacre de todos los
haitianos en el lado dominicano de la frontera. Se estima que alrededor de 20,000
hombres, mujeres y niños desarmados que habían vivido en la República Dominicana por
generaciones, fueron masacrados con gran violencia. La mayor parte de esta masacre
tuvo lugar en las inmediaciones del pueblo fronterizo de Dajabón y el acertadamente
nombrado Río Masacre.
En un esfuerzo por revertir las críticas internacionales sobre esta inenarrable masacre,
Trujillo se ofreció a aceptar en la República Dominicana hasta 100,000 refugiados judíos
de la Alemania Nazi. Sin embargo, cuando llegó el momento de cumplir con su promesa
sólo un total de aproximadamente 600 familias judías recibieron refugio en 1942,
estableciéndose en lo que ahora es conocido como El Batey en la región de Sosúa,
situada aproximadamente a 20 kilómetros al este de Puerto Plata. De estas familias, sólo
una docena aproximadamente permaneció permanentemente en el área, aún cuando
contribuyeron en gran medida al desarrollo económico de la región.
Conclusión
Incluso con la infinidad de problemas que el país ha enfrentado a lo largo de su historia, en
las últimas décadas la República Dominicana se ha desarrollado como una nación
razonablemente libre y democrática con una creciente clase media. Las demostraciones
políticas se manifiestan abierta y libremente en las calles y los políticos pueden hacer
campaña sin ser censurados. Los dominicanos promedio se involucran en el escenario
político y los periódicos del país ofrecen información libre y abierta a sus ciudadanos. A
pesar de estos avances, el país sigue siendo vigilado por la Policía Nacional y el Ejército
que tienden a actuar según los intereses de los políticos que están el poder (aún cuando
ningún militar puede votar). De acuerdo con los ciudadanos, la amenaza del uso de la
fuerza además de la permanente corrupción generalizada entre los que ostentan el poder
son los problemas que aún necesitan superarse antes que la República Dominicana pueda
ser considerada como un país con una democracia libre y establecida.