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Esta pirámide normativa surge de la idea de que toda norma jurídica obtiene su valor de una
norma superior en jerarquía, de acuerdo a tres niveles jerárquicos distintos en los que Kelsen
dividía su pirámide:
El nivel base. Al final de la pirámide, siendo el más ancho, pues contiene las sentencias de los
organismos jurídicos, las cuales son mucho más abundantes en comparación con los peldaños
anteriores, al mismo tiempo que menos fundamentales.
Este orden jerárquico se sostiene, según Kelsen, debido a dos formas distintas de mecanismo de
control, que son:
Por vía de excepción: Aquellas decisiones de tribunales ordinarios en los que un juez dictamina la
aplicación de alguna norma y su relación con el resto de la pirámide, en ocasiones teniendo el
precedente de la justicia consuetudinaria.
Por vía de acción: Cuando los órganos especializados (como la Corte Suprema) declara alguna
norma inconstitucional y por lo tanto le impide formar parte del ordenamiento jurídico, perdiendo
del todo su entrada en vigor.
¿Qué es un ordenamiento jurídico?
El ordenamiento jurídico no solo comprende las normas “nuevas” con que una sociedad elige
regirse, sino también el conjunto tradicional de reglas que componen su modo de comprender la
justicia. Por esa razón, existen dos modos distintos de comprenderlo y de pensar su origen, que
son:
La corriente institucional. Prefiere pensar junto al iuspositivismo que el ordenamiento jurídico está
formado por la sociedad misma, por sus mecanismos de garantía de la legalidad y la
institucionalidad, así como sus criterios de aplicación, fruto de un consenso en el seno de la
sociedad misma.
No debemos confundir el ordenamiento jurídico con el orden jurídico, que vendría a ser el
conjunto de normas dentro del ordenamiento jurídico para regir un área específica de la sociedad.
Todo ordenamiento jurídico es concreto y orgánico. Consiste no sólo en un cuerpo de normas, sino
también en las necesarias para su modificación, elaboración, desarrollo, aplicación y evaluación.
Sus normas son todas estatales, o sea, se dictan desde las instituciones a las que la Constitución
Nacional otorga potestades normativas o sancionatorias. Poseen una unidad formal, o sea, que su
producción obedece a patrones semejantes de razonamiento.
Todo ordenamiento jurídico se estructura en base a un criterio jerárquico en las leyes. Así se
construye un sistema de predominancia entre las de más amplio rango sobre las más locales o
específicas.
En la cima se encuentran las leyes constitucionales y los tratados internacionales firmados por los
países, y en la base las leyes e instituciones locales o parroquiales, pasando por diversos peldaños.
Cada ordenamiento jurídico establece su propia Pirámide de Kelsen.
Evita que las leyes se contradigan, se antepongan o que existan situaciones imposibles de juzgar.
Sin una jerarquización firme y un sistema jurídico orgánico, se da lugar a la ley del más fuerte y a
otras formas de imposición que resultarían en violencia social.
Lagunas jurídicas
Se conoce como laguna jurídica, vacío legal o limbo jurídico a los asuntos concretos que carecen
de legislación en un ordenamiento jurídico determinado.
Es una situación de vacío jurídico, pues no existe una norma sancionada que permita saber qué
hacer o cómo enfrentarla. Por lo tanto, exige de los jueces y juristas la elección de una norma
sustitutiva, es decir, a elegir alguna ley que regule un asunto semejante o que pueda de alguna
forma aplicarse también.
Antinomias jurídicas
Similarmente, se llama antinomias jurídicas a las contradicciones entre las normas de un mismo
ordenamiento jurídico, o sea, al caso en que dos o más normas apliquen para un mismo caso
indicando conductas o resoluciones distintas o incluso contradictorias.
Dicha antinomia puede ser total (cuando debe elegirse entre una de las dos normas para aplicar) o
parcial (cuando el asunto del que una norma se ocupa está incluido también en el de otra distinta
en otro sentido). Un ordenamiento jurídico coherente y bien diseñado, en primer lugar, debería
carecer totalmente de antinomias jurídicas.