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EL AISLAMIENTO DEL PARAGUAY

LIMITACIONES PARA EL COMERCIO

Económicamente la Republica de Paraguay se encontraba aislada de sus vecinos y del


comercio de ultramar europeo al momento del estallido bélico. Lo estaba por la negativa
de la oligarquía porteña, materializada en Mitre como su mayor representante y
presidente de la República Argentina, quien negaba el paso libre de las mercancías
paraguayas por la cuenca del Río de la Plata, único puerto cercano.

Ante esta realidad, Paraguay desarrolló una economía defensiva, integrada por
medianos propietarios agrarios, que se basaba en el monopolio estatal de la propiedad
del principal instrumento de producción, la tierra, y la comercialización de los productos
fundamentales de exportación (yerba y tabaco) lo cual le permitió capitalizarse
rápidamente a pesar de los gravosos impuestos que le demandaba el puerto de Buenos
Aires. No existían en Paraguay sectores dominantes como los estancieros o la burguesía
comercial porteña, si un Estado poderoso con una gran centralización política y una
dictadura personalizada en la figura del Mariscal Francisco Solano López. En lo
económico, este poderoso Estado promovió la diversificación de la producción y el
desarrollo de la industria.

Hacia 1860, el gobierno paraguayo levantó astilleros y fabricas metalúrgicas, construyó


ferrocarriles y telégrafos, creó escuelas primarias y envío jóvenes a Europa para
perfeccionarse. El Estado era el único gran capitalista. Era el único país de América del
Sur que no tenía deuda pública extranjera, según Alberdi (intelectual argentino y
fervoroso defensor de Paraguay durante la guerra) no porque le hubiera faltado crédito,
sino porque le bastaron sus recursos y sus buenas inversiones.

LAS “ESTANCIAS DE LA PATRIA”

De dicho aislamiento nació una etapa próspera para el pueblo guaraní, cuyo final
podemos ubicarlo recién hacia 1864 o 1865, es decir, cuando comenzaba la brutal
Guerra de la Triple Alianza. El 12 de junio de 1814, José Gaspar Rodríguez de Francia
asume como gobernador del Paraguay, sucediendo a la Junta de Gobierno con asiento
en Asunción. Ubicado según varios historiadores y cronistas como hombre de carácter
fuerte y hasta dictatorial, Rodríguez de Francia monopolizó el comercio exterior y se
encargó de posar su inquisidora mirada hacia los sectores más ricos y los grandes
terratenientes del Paraguay.

El Estado paraguayo tomó las tierras para sí, y más tarde las dividió en pequeñas
parcelas que fueron llamadas “estancias o chacras de la patria”. Éstas, una vez
parceladas, fueron entregadas en calidad de “préstamo” a familias de baja condición
social y hasta indios, con la expresa finalidad de que las trabajen. Estos establecimientos
agrícola-ganaderos estaban libres de trabas impositivas, de allí que las rentas que
obtenían quienes las trabajaban eran por demás interesantes. Quien tomaba posesión de
una “estancia de la patria”, no era propietario aunque sí podía usar la tierra por largos
años y llevarse parte de los dividendos que lograba a través de su esfuerzo.

EL CONFLICTO POLITICO PERMANENTE CON BUENOS AIRES

El conflicto bélico entre la Triple Alianza y Paraguay fue planteado por la prensa
tucumana dentro de un esquema discursivo de guerra de partidos. En ese esquema
Argentina y sus aliados expresaban el campo de la civilización, la libertad y el progreso,
mientras que Paraguay y sus adeptos representaban el campo de la barbarie, la tiranía y
el atraso. La idea de una guerra entre estados con intereses y propósitos concretos a la
vez que diversos aparecía diluida frente a esa imagen en la que el conflicto internacional
se definía por una oposición intransigente entre dos contendientes que expresaban
valores y principios incompatibles.

A pesar de ciertos desacuerdos, el discurso formulado por la prensa tucumana dejó


pocos – o casi ningún – resquicios para la expresión de discrepancias o debates por el
esfuerzo que demandaba la guerra o las estrategias para llevarla a cabo, incluso en las
circunstancias más adversas. Las polémicas y disputas en los que la guerra aparecía
como un tópico fundamental estaban ligadas a los conflictos entre partidos y grupos
políticos. Así en el ámbito local toda actividad opositora era caracterizada y encuadrada
dentro de la retórica de la guerra y del enfrentamiento identitario que ella expresaba.
También en el espacio regional el conflicto con el gobierno salteño, íntimamente
vinculado a la dinámica política de esa etapa, se desenvolvió a través de dicha retórica
para debatir acerca de la participación de las respectivas provincias en el conflicto
contra Paraguay.

A partir del análisis de esas polémicas y conflictos quedó claramente establecida la


íntima relación entre la idea de guerra nacional y la caracterización de guerra de
partidos, así como la inextricable vinculación entre la identidad argentina y los atributos
y postulados que reivindicaba el partido liberal, acentuando la demonización de un
adversario que no sólo expresaba la reacción, el atraso y la barbarie, sino que era capaz
de cometer el crimen de traición a la patria para obtener el triunfo de su partido.

CONSECUENCIAS DEL AISLAMIENTO PARA LA PRODUCCION AGRICOLA


LAS INDUSTRIAS CASERAS Y EL COMERCIO

La producción agrícola del arrasado país había cesado de hecho en 1869 y la alguna vez
próspera industria ganadera llegó a desaparecer. Además, estaban destruidos los
cimientos de la incipiente industria, ya que los ejércitos aliados inutilizaron por
completo la fundición de Ybycuí, el astillero y el arsenal de Asunción y la línea
telegráfica a Humaitá. El Paraguay y sus habitantes iban a soportar en adelante lo que
había infestado a toda la América Latina desde el inicio de su era independiente: la
inestabilidad y la pobreza.

EL FORTALECIMIENTO DEL EJÉRCITO

En 1864, Paraguay era conocido por su buena provisión de armamento bélico y por
gozar de una posición estratégica favorable para el equilibrio de fuerzas en la región.
Disponía de 18.000 hombres en su ejército en 1862, cifra que ascendió a 40.000 un par
de años más tarde, en la época que el Brasil realizaba su intervención sobre la Banda
Oriental, que tuvo su inicio en septiembre de 1864. La idea de Solano López era
alcanzar las 60.000 tropas, obtenidas por el enrolamiento continuo. Ya durante el
gobierno de Don Carlos hubo levas de reclutamiento en 1842, 1845, 1847, 1849, 1854 y
1855. Estas se intensificaron entre 1856 y 1857 al volver

Solano López de su misión europea y continuaron creciendo tras su elección a la


presidencia. Pero en contrapartida al aumento numérico, la preparación del personal
militar estaba lejos de ser la ideal. Bareiro Spaini señala que los oficiales obtenían sus
promociones sin contar con una instrucción especial relacionada a la función y que la
formación técnica de los jefes y oficiales era virtualmente inexistente. No le faltó razón
a Cunninghame Graham al asegurar que, de haber contado con el entrenamiento
adecuado y un mando que los dirigiera en forma inteligente, el ejército paraguayo pudo
ser tan bueno como cualquiera de los que por entonces existían en el mundo. Es
indiscutible que, aunque el gobierno de don Carlos Antonio López auspició fecundos
emprendimientos en el campo de la educación pública, demostró muy pocas iniciativas
orientadas a la instrucción profesional del personal militar de la nación. Por ello, la
realidad del ejército paraguayo no se identificaba con la representación de una enorme
maquinaria bélica como se creía y pregonaba interesadamente en determinados círculos
políticos de los países vecinos, teniendo en cuenta no solo la insuficiente preparación
militar, sino la escasez de pertrechos y armamento moderno, tanto en cantidad como en
calidad. Pero la disciplina de las tropas y la fidelidad que siempre demostraron al mando
eran, sin embargo, características distintivas de las que los ejércitos aliados mayormente
carecían y que sirvieron para compensar muchas de las limitaciones que afectaron al
ejército del Paraguay.

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