RESEÑA
SIMBÓLICA NACIONAL, LIBERALISMO Y VIOLENCIAS1
El país inicia el siglo XX con la continuidad de la Guerra de los mil días 1899-1902, que generó
100.000 muertos en una población de más de tres millones de habitantes, arruinando la
economía y acentuando la miseria. Y más aún un dolor profundo por la pérdida de Panamá:
Se llegó entonces al albor del siglo XX, con la pérdida de Panamá y del Canal en 1903, a una
especie de “republicanismo dictatorial” el del conocido “Quinquenio Reyes”, que por lo demás,
luego de dos atentados en 1906, cierra el “Congreso” y planeó ampliar su periodo presidencial,
lo que le costó en su atrevimiento y audacia, el salir del País en 1909, época que le sucede la
propuesta de un “Republicanismo conservador y humanista”, el de Carlos E. Restrepo.
(Rubiano 2011)
Por otro lado, estos conflictos dificultaron la construcción de unidad nacional a pesar de tener
una sociedad más homogénea. Los problemas económicos no permiten en el siglo XIX hablar
de oligarquía. Así mismo, las dificultades geográficas por las tres cordilleras de los Andes no
permiten la comunicación en el país y la gente se identifica más con la región que con la nación,
además la centralización no permitió ni concentró la vida política y cultural.
La colonización es la estrategia para la ocupación del territorio durante el siglo XX y hasta ahora.
El estado Central no logra el control de los flujos migratorios y cuando lo hace, lo hace demasiado
tarde, cuando la violencia ya está avanzada, “la violencia no es tanto contra las instituciones,
sino por la carencia de institucionalización de las relaciones sociales”.
El cambio radical se da en 1880 con la llegada de Rafael Núñez (liberal con concepciones
conservadoras) a la presidencia. Rafael Núñez abre el periodo de la regeneración y con ayuda
de Miguel Antonio Caro (conservador) redactan la constitución de 1886, que resulta ser
centralista y confiere amplios poderes al ejecutivo e impone la religión católica como garante del
orden social invocando a Dios como fuente de toda autoridad.
Los conservadores vencieron en la guerra de los mil días y asumen el poder hasta 1930, dando
continuidad a la regeneración y conservando la constitución de 1886, defendiendo el orden moral
de esta carta magna. Esta fase conservadora es estable. En 1920 comienza el primer despegue
económico del país y algunas transformaciones sociales, lo que el autor denomina “una
1
Documento elaborado por Daniel Pécaut y traducido por Alberto Valencia, sociólogo docente de la
Universidad del Valle
modernización conservadora”. Aparecen dos subculturas partidistas que son la base para las
identidades colectivas, alineando a la población bajo sus preceptos y permitiendo un mínimo de
cohesión a pesar de la “fragmentación territorial”.
En el plano económico, la articulación de los partidos es compleja pues sus intereses cambian
según la coyuntura y algunas elites liberales suelen ser proteccionistas y algunas elites
conservadoras se inclinan por el librecambismo.
La constitución 1886 le confiere a la iglesia una función de orden social y se fortalece con el
concordato de 1887 que le confiere el control de la educación y del estado civil de los ciudadanos.
Sin embargo, liberales y conservadores son igualmente católicos, la diferencia está en un tema
cultural, como diría el coronel Aureliano Buendía en Cien Años de Soledad de Gabriel García
Márquez "La única diferencia actual entre liberales y conservadores, es que los liberales van a
misa de cinco y los conservadores van a misa de ocho".
Tres factores generaron la difusión de estas subculturas: las guerras civiles por su poder de
subordinación, las elecciones permanentes por su capacidad de generar identidades antes que
de construir ciudadanía y la profundidad de las formas de dominación tradicional. Otro elemento
que denota el autor importante es la subordinación del mundo militar, al mundo civil, la institución
militar.
De 1904 a 1909 el gobierno de Rafael Reyes se preocupó por la reconstrucción material y poco
por la democratización y mecanismos de participación. Otra preocupación que aparece es la
pacificación, por tanto, vinculan a los liberales al gobierno. En 1910 es elegido Carlos E. Restrepo
del ala moderada del conservatismo. El régimen conservador tiene como eje central a la Iglesia
y se unifican en contra del partido liberal, en algunos casos con sectarismos como el de enseñar
a los feligreses que ser liberal era un pecado.
Bajo el gobierno del partido conservador se da una transformación económica, iniciando con
Rafael Reyes y acelerándose en 1920 con el cultivo del café lo que le permite al país insertarse
en la economía mundial, además llegan más recursos por préstamos y la indemnización de USA
por la pérdida de Panamá. La prosperidad a crédito permite también la expansión de los
ferrocarriles y la creación de industrias textiles y alimenticias en Medellín, igualmente el Estado
se racionaliza. El autor afirma que esta modernización es conservadora y reafirma el modelo
liberal de desarrollo.
Los conflictos agrarios se amplían y el régimen no se encuentra preparado para asumirlos. Las
tierras baldías son apropiadas por terratenientes de las capas privilegiadas que convierten a
colonos (sin títulos de propiedad) en servirles o expulsados y con el aumento del precio del café
los enfrentamientos se vuelven más violentos en el oriente del país y cerca de Bogotá. Por otro
lado, la construcción de ferrocarriles, el tráfico por el Rio Magdalena y la exportación petrolera
extranjera generan afluencia de trabajadores que se sindicalizan y protagonizan una serie de
huelgas.
Durante 60 años solo existen dos momentos de transición del poder en 1930 y en 1946. El triunfo
del partido liberal 1930 se debió especialmente a la incapacidad del partido conservador de
unirse a un solo candidato. El liberal Enrique Olaya Herrera es el presidente con experiencia en
ministerios y otros cargos en gobiernos anteriores, asumiendo la tradición republicana y
conformando un gobierno de “Concentración Nacional”, repartiendo puestos a los dos partidos
de manera equilibrada. el gobierno actúa de manera prudente en los planos: político, económico
y social. El partido liberal para las elecciones locales de 1933 ya era mayoría. La violencia
partidista que ya se está dando desde 1931, solo es posible frenarse momentáneamente por el
nacionalismo despertado en 1932 con el problema fronterizo con el Perú.
El cambio político comienza en 1934 con Alfonso López Pumarejo, quien formo su gobierno con
solo liberales y con el eslogan “La revolución en marcha” realiza unas reformas sociales y
políticas basadas en la reforma fiscal, la reforma constitucional (1936), la reforma agraria y una
nueva relación con los sindicatos.
En 1937 gana la presidencia Eduardo Santos otro liberal de la línea del republicanismo
encontrando dificultades económicas por efecto de la Guerra Mundial. Junto con la reelección de
Pumarejo y de Alberto Lleras Camargo mantienen su orientación moderada. En esta fase se
funda el Instituto de fomento industrial, por lo que el Estado interviene en la economía, se crea
la caja Agraria, presentando al Estado como garante del interés general. Se otorga también en
1945 una serie de derechos sobre el trabajo.
En 1946 el partido liberal se presenta a elecciones con dos candidatos, el oficial y Jorge Eliecer
Gaitán, los conservadores Ganan con Mariano Ospina Pérez “Un verdadero oligarca”, quien
conforma un gobierno de coalición. Las propuestas de Gaitán critican la obediencia al partido
liberal por parte de los sindicatos y estos lo denuncian como fascista o peronista. Para Gaitán no
hay conflicto de clases, lo que hay es una diferencia entre los que tienen todo y los que no tienen
nada, por tanto, no presenta transformaciones radicales en lo agrario o industrial. El 19 de abril
de 1948 asesinan a Gaitán y se genera el Bogotazo que se prolongó la violencia por todo el país
por más de una década con un saldo de más 200.000 muertos, alterando todas las
representaciones colectivas.
Para las élites la conmoción del Bogotazo se debe a un complot comunista para sabotear la
Conferencia Panamericana que se reunía en Bogotá para comprometer a América Latina en la
guerra fría. Las élites ven en estas acciones la confirmación de lo peligroso que resultó el
populismo Gaitanista. El conservador Laureano Gómez logra capitalizar la conmoción, culpando
al partido liberal, los masones y comunistas de la subversión de los valores católicos y se empeñó
a seguir el ejemplo del franquismo español. Este contexto facilita la violencia que desde 1947
ya había dejado 10.000 muertos y en 1948 se presentan 50.000 víctimas. Ospina Pérez cierra el
congreso y los liberales no participan en las elecciones. El gobierno de Laureano Gómez es
civilista y la policía y los militares reprimen cada vez más a los liberales. No logra un estado
corporativo, no logra ser totalmente autoritario, porque se lo disputan otras alas del
conservatismo.
La violencia se representa en las tácticas del terror, los enfrentamientos entre poblaciones
vecinas, actos de venganza colectiva, luchas por la tierra, desplazamiento forzado, la formación
de guerrillas liberales y comunistas y el surgimiento del bandidaje, todo en referencia a una
identidad partidista, la iglesia le da un tono de cruzada y las guerrillas se sienten abandonados
por el liberalismo. La preocupación de las elites se viene dando solo en 1953 por la división
profunda del partido conservador y la resistencia campesina liberal.
El 13 de junio de 1953 El general Rojas Pinilla da un golpe de Estado que genera una sensación
de alivio en las élites y otros sectores sociales. Forma un gobierno de civiles y genera una
relación cercana con iglesia católica y algunos gremios y recurre al apoyo de la Asamblea
Nacional Constituyente. Inicialmente consigue la reintegración de la mayoría de los guerrilleros
de los llanos orientales, pero no logra la concordia de los partidos. Una huelga general orientada
por la ANDI, los políticos y la iglesia, paralizan las actividades del país, generando la renuncia
de Rojas Pinilla.
El Frente Nacional tiene dos fases, la primera que va desde su conformación hasta 1974 y la
segunda desde esa fecha con la flexibilización para que otros partidos puedan participar. Entre
los opositores más importantes que aparecieron bajo el rotulo de partidos tradicionales estuvo el
Movimiento Revolucionario Liberal que surge en 1958 liderado por Alfonso López Michelsen,
quien convoca a gaitanistas, veteranos de guerrillas liberales, voceros agrarios y el partido
comunista. En 1962 López Michelsen obtiene un tercio de votos en elecciones presidenciales a
pesar que dentro del Frente Nacional su candidatura es inconstitucional. En 1966 el MRL se
adhiere al régimen y muchos de sus militantes asumen la lucha armada. La Alianza Nacional
Popular (ANAPO) formada por Rojas Pinilla, bajo el rotulo conservador, participa en lecciones y
con un tono populista convoca a sectores menos favorecidos, los grandes propietarios de tierras
y curas de pueblo. La ANAPO se disuelve y algunos militantes toman el camino de la lucha
armada fundando así la guerrilla del M-19.
Aunque existe una diversidad de partidos adscritos a los partidos tradicionales, sigue habiendo
una cohesión social a estos y sobre todo enfatizada a los líderes. Igualmente se realiza en el
tema político una “introversión” del frente nacional para su proyección en el tiempo, se potencian
las negociaciones sobre las redes construidas.
El Frente Nacional pregona su ejercicio político desde un Estado de derecho, pero en la práctica
el estado de sitio permanece vigente en todo el periodo, aunque en distintos matices. No logra
abolir todas las formas de violencia.
Las formas de hacer política se radicalizan apareciendo en la escena grupos guerrilleros como
las FARC, el ELN con Camilo Torres un sacerdote de la teología de la liberación y el Ejército
Popular de Liberación (EPL), esta radicalización política es considerada la única salida para
enfrentar al régimen, pero su lucha es desde la periferia, aunque en los años 1970 tienen una
influencia muy grande en los movimientos sociales. Al final estas guerrillas parecen condenadas
al fracaso, pues carecen de apoyo popular especialmente en los centros urbanos y en lo rural,
con quienes no hacen parte de las redes clientelistas, lo máximo que se logra es generar
escepticismo frente al régimen.
El punto de inflexión del desgaste del régimen es el gobierno de Alfonso López Michelsen (1974-
1978) por su falta de reformas para atenuar las desigualdades provocando huelgas nacionales.
Con Turbay Ayala y su “Estatuto de Seguridad” que confiere a las autoridades la posibilidad de
tomar medidas arbitrarias, la crisis de este régimen es aún más grande, crisis que se fortalecerá
con la aparición de hechos espectaculares realizados por el M19. En 1982 el régimen es
consciente que además del M19 existen otras guerrillas que se están reorganizando y con
capacidad para generar acciones importantes. Otros elementos del desgaste son la pérdida de
influencia de la iglesia católica frente al secularismo y el debilitamiento de los gremios. Sin
embargo, estos partidos logran aún obtener el 80% de los votos, aunque se reducen a
maquinarias de poder privatizado, especialmente en la región. Virgilio Barco en 1986 forma un
gobierno de liberales y pone fin a lo que quedaba del Frente Nacional, desmantelando el
centralismo y dejando la puerta abierta para la Asamblea Nacional Constituyente.
En la mitad de la década de 1980 el auge del narcotráfico detona una serie de sucesos violentos
que ponen en jaque al Estado. Este auge genera conmoción institucional por la proliferación de
la corrupción y conmoción cultural por la seducción por el dinero fácil, especialmente de jóvenes
de sectores populares. La criminalidad es tan fuerte que los atentados a civiles, instituciones,
edificaciones es constante. El narcotráfico vinculó a toda la sociedad; congreso, policía, a los
entes judiciales y hasta las guerrillas.
La séptima papeleta, un referendo informal aprobado por la Corte Suprema de Justicia permite
la convocatoria a la Asamblea cuyos miembros fueron elegidos el 9 de diciembre de 1990. El
M19 que acaba de desmovilizarse, forma su partido, obteniendo una votación importante. La
constituyente, con el aval del Presidente César Gaviria, elabora una nueva carta magna
aboliendo la constitución de 1886. La constitución de 1991 presenta una amplia gama de
derechos y mecanismos de participación, además presenta la Tutela como una herramienta para
defender los derechos fundamentales, también se fortalece el aparato judicial con la corte
constitucional y la creación de la fiscalía, prohíbe la reelección del presidente y promueve la
descentralización. Además, reconoce la diversidad étnica y regional del país. A pesar de estos
esfuerzos no logra establecer mecanismos para la construcción de una paz duradera y la
corrupción, la violencia y las dificultades que se generan por el sistema económico neoliberal
subsisten posteriormente.
El auge del narcotráfico genera una discontinuidad, pero las continuidades se reflejan en el
imaginario colectivo que la violencia siempre ha existido, también en la dinámica de colonización
de sectores baldíos y por último el Estado sigue siendo incapaz de hacer presencia y ejercer
autoridad en las periferias. Por otro lado, el factor violencia es diferente, pues a partir de 1993
las FARC demuestran su interés por una la vía militar, con asonadas hacia la fuerza pública que
no logra repeler, pues tienen bajos presupuestos y siempre a la defensiva. Los únicos
adversarios resultan ser los paramilitares, cuyo origen y financiación es el narcotráfico y otros
actores económicos y políticos. El tema religioso no hace presencia como en la época de la
Violencia, y esto define las practicas violentas de manera más terrorífica, una de ellas es el
secuestro por parte de las guerrillas, la fuente del odio de la población civil hacia este grupo y la
“aceptación tácita del paramilitarismo”. La complejidad del conflicto está relacionada con el papel
del narcotráfico que se vuelve más compleja una vez la guerrilla entra en el negocio y las
relaciones de los actores armados con la delincuencia común. En 1998 Andrés Pastrana gana
las elecciones y comienza un proceso de conversaciones con las FARC y tardíamente con el
ELN, los esfuerzos no logran la firma del acuerdo.
Desde 1982 los presidentes se hacen elegir con planes de paz, no es el caso de Álvaro Uribe
que aun siendo un candidato marginal logra un apoyo de su discurso en contra de las guerrillas.
Con su eslogan de seguridad democrática busca consolidar las fuerzas armadas y ponerles fin
a las guerrillas. Ya en la presidencia logra darles golpes importantes a las FARC, como la muerte
de Raúl Reyes en el Ecuador, que genera una crisis diplomática con ese país. Logra subir el
presupuesto de las fuerzas armadas y moderniza el ejército colombiano en pocos años, con el
apoyo de plan Colombia Estas acciones son bien recibidas por la gente y un cambio
constitucional le permite su reelección, donde reafirma su carisma y vinculo personal con el
pueblo. Igualmente, esta seguridad democrática permite un dialogo con el paramilitarismo al que
intenta darle estatus político, sin embargo, la Corte Constitucional logra que la ley de justicia y
paz genere cárcel, por crímenes de lesa humanidad, de cinco a ocho años, previo a confesiones
completas de los crímenes.
Al final de estos dos periodos de gobierno las FARC y el ELN están debilitados, pero no
acabados, los desmovilizados tienden a convertirse en bandas criminales emergentes y el
narcotráfico sigue vigente. La situación social no ha mejorado y la desigualdad ha aumentado, el
problema de la tierra se agrava con nuevos terratenientes y por tanto se avizora que el resultado
de estos procesos termina siendo económico.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Rubiano R. 2011. Guerra, Nación y derechos. A los 112 años de la Guerra de los mil días.
Opinión jurídica, Volumen 10 No. 20. Universidad de Medellín.
Pécaut, Daniel. Simbólica nacional, liberalismo y violencias. Publicado originalmente en
el libro Calderón María Teresa y Restrepo Isabela (Editoras), Colombia 1910-2010,
Bogotá, Taurus, Universidad Externado de Colombia, 2010