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¿Dónde estamos?

"Mientras se haga degollar a nuestro vecino, estaremos todos muertos. Dostoievski dijo «Si hay
un crimen sobre la Tierra, tú formas parte de los culpables». En efecto: si sobre la Tierra una
persona tiene hambre, todos somos responsables." Jodorovski

Es difícil, más bien bastante desacertado, hacer una predicción sobre el futuro en la Historia.
Por el contrario, la Historia pretende reconstruir el pasado lo más fielmente posible. Labor que
es posible y loable, pero nunca definitiva. Lo que sí podemos hacer, para intuir por dónde
vamos y hacia donde nos dirigimos, es analizar dónde nos encontramos y cómo hemos llegado
a ello. La visión que tengamos del presente nos aportará ideas, intuiciones,…del futuro, pero
muy universales o generales. En realidad, son generalizaciones que ignoran muchos factores
que pueden ser determinantes y dibujar otro futuro. Pero, en realidad, no es lo importante el
futuro, sino un análisis del presente para intentar corregir lo que ande mal y reestablecer al
máximo la justicia. Si hacemos un presente más justo, entonces el futuro también lo será. Y, si
vemos los errores del presente; todo aquello que causa dolor y sufrimiento, pues también
sabremos que si no actuamos y lo corregimos el futuro irá a peor. En mi opinión éste es el caso.
Y, el origen es la ignorancia y la indiferencia. Pero esto hay que matizarlo.
Estoy con los grandes clásicos, maestros de la humanidad, Sócrates, Buda, Lao Tzse y demás…,
que esperan que su mensaje sea encarnado en la Historia), en el asunto de que el mal procede
de la ignorancia, aliada al deseo y a la adversidad o violencia. La sociedad, el sistema que
solemos llamar y que somos todos. Nuestros antecesores lo construyeron y nosotros lo
mantenemos con nuestras ideas y acciones; lo que ocurre es que la psique humana tiene un
mecanismo de defensa que consiste en lo que cotidianamente llamamos: tirar balones fuera.
Así decimos que el problema procede del sistema y eso alivia nuestra consciencia, pero no nos
paramos a pensar que ese sistema existe porque existimos nosotros, que nosotros creamos el
sistema y lo mantenemos, luego, el sistema y sus mecanismos de poder, autoregulación y
demás para sobrevivir, actúa sobre nosotros. Además de aliviar la carga de nuestra consciencia,
proyectamos, el mal, que nos concierne a todos, porque es algo que pertenece a la sombra
(idea de Jung) del inconsciente colectivo. Esa sombra, ese lado oscuro es lo reprimido, lo que
no queremos ver de nosotros y de la humanidad como unidad histórica. Y, entonces,
proyectamos inconscientemente, desde la ignorancia, el mal en los otros. Y dividimos la
Historia, la sociedad, a las personas,… en buenos y malos.
Pues bien, el primer paso que tenemos que dar para sanar la sociedad es irnos sanando a
nosotros mismos a partir de nuestro autoconocimiento, de lo que podemos llamar la
integración de nuestra sombra, de nuestro lado oscuro. Reconocerla y asumirla. Eso no la
elimina, pero sí la hace consciente. Y al hacerse consciente ya no culpabilizamos al otro, ya no
lo juzgamos desde la ignorancia y podemos ver con más claridad, más lucidez. Y podemos ver
no solo ya nuestra sombra, sino la de la humanidad. En la sombra se encuentra lo reprimido, lo
monstruoso, el mal, pero también allí yace toda la potencialidad humana. Este primer paso de
autoconocimiento, de lo individual y lo colectivo, nos saca de la ignorancia y de la
culpabilización del otro y la división de la sociedad en buenos y malos. El bien y el mal está
dentro de todos. Tenemos la potencialidad de desarrollar el máximo bien, pero también dar
expresión material al mal, como la Historia nos atestigua. Esta transformación, el primer paso,
como lo hemos llamado y que nunca termina, nos lleva a una ampliación de consciencia y nos
saca de la consciencia mítico-egoíca en la que nos encontramos a una consciencia racional,
libre pluralista y, en última instancia mundicéntrica.
Ya no somos el ombligo del mundo, ni nuestras ideas y acciones; sino que nos reconocemos en
el otro. Hemos dado el paso, que ya dieron, y algunos más que no vienen al caso, a lo
transpersonal sin eliminar nuestra individualidad e identidad, pero sin levantar un muro de
desconfianza ante el otro. Si lo preferimos, podemos decir que hemos conquistado el nosotros
o la fraternidad, aquel bello ideal de la Ilustración nunca realizado.
Claro, el autoanálisis de los que nos rodea nos lleva (esto lo tendría que desarrollar en otro
artículo) a que la sociedad en la que vivimos ha cosificado o convertido en objeto todos los
seres que nos rodean, incluidos nosotros. Pero, además de cosificarlos, objetualizarlos los ha
convertido en mera mercancía. La Tierra misma, y todos sus contenidos, son mercancía. Ya no
hay valores. El valor es valor mercantil. Y, si no hay valores, no hay ética; y, sin ética, no hay
política. Y sin política todo se reduce al poder. Concretamente al poder del capital, sostenido
por una serie de personas, grupos, fundaciones, sociedades a las que nosotros mismos les
hemos dado el poder. Entre otros, el poder de hacernos sus esclavos. Cuando todo es
mercancía ya no hay personas, porque éstas son también mercancías que funcionan por el
mecanismo del deseo, que es el que alimenta el consumo. Nuestro valor es el de lo que
consumimos y, según esto, seremos más o menos rentables. Claro, sin personas no hay
dignidad ni libertad y, lo que llamamos democracia es una farsa. Asumir esta sombra que
ocultamos a través del consumo y el entretenimiento, es la forma de cambiar nosotros y la
sociedad y recuperar los valores éticos, la libertad, la dignidad y la política. Y éste sería el inicio
de todo nuestro despliegue del potencial humano que yace en la Sombra.

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