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La sangre de Eve

Capítulo 1-Protegida
Contuvo el aliento, esperando ansiosa las siguientes palabras que pronunciara la persona, quien para ella es
la única figura familiar desde el inicio de su vida. Beatriz, una de las hermanas del orfanato, sostiene con
firmeza la carta en sus manos leyendo detenidamente cada escritura.
Eve busca en su expresión el reflejo de alguna emoción, alegría o decepción serían lo que surgieran
dependiendo de los resultados, aun así, su mayor es experta en ocultar las pistas.
Cierra los ojos ante la incertidumbre, solo le toca esperar.
-Te iras de la casa. –Oye un débil susurrar.
Abre sus ojos de inmediato temiendo que lo escuchado sea una equivocación.
- ¿Beatriz? –La llama buscando una afirmación.
- ¡Lo hiciste! –Exclama con una sonrisa dibujada.
La emoción la gobierna, se refugia en los brazos ajenos como si fuera una vez más una pequeña desesperada
por el consuelo. Siente besos repartiéndose por su cabello y caricias cálidas capaces de calmar su corazón
agitado.
-Eve, es hora de que te liberes de esta jaula.
El cambio comenzaría desde ese ahora y ella está dispuesta a recibirlo, sin importar el precio que deba que
pagar, haría que Beatriz se sintiera orgullosa.
Entre lágrimas, su mente viaja al recuerdo que dio punto de inicio a su fututo trayecto. En ese momento, ella
se escondía detrás de las grandes telas del escenario, en un estado inquieto, observando a un hombre de tez
blanca que contrarrestaba con su cabello azabache. Sentado en la primera fila con sus piernas entrecruzadas
y su mirada aburrida, sin prestar la suficiente atención a las actuaciones de los niños que se desarrollaban
frente a él.
Su nombre es Shinichiro Sano, descendiente de una de las familias más antiguas que mantenían el orfanato.
La familia Sano era especial y distinguían de una peculiaridad, cada plazo de tiempo adoptaba a unos de
huérfanos. Aunque, era un conocimiento previo que si querías ser escogido debías acomodarte a las
preferencias de esa familia. En esta oportunidad, las monjas compartieron el rumor de que el próximo
heredero tenía un gusto por la música clásica, por ello, este evento.
- ¡Eve Ketsueki, es la siguiente! –Anunciaron en voz alta a la par que la fémina sujetaba con firmeza su
violín y se obligaba a si misma a llegar hasta el centro del teatro.
De sus manos se deslizaban gotas de sudor, y sutiles temblores se impartieron por todo su ser. Suspiro
profundamente, debía impedir que el miedo ser convirtiera en su enemigo. Para eso tenía que enfocarse en
cumplir un reto alcanzable.
“Señor Sano, escucha mi ruego y elíjeme”
Dejo descansar su mandíbula en la parte baja del violín, abrazo con sus dedos el arco para acomodarlos
instintivamente, analizo el cuerpo del instrumento, y una vez más, cayo por su elegancia. Empezó a
moverse, la melodía latente la hizo sumergirse en esta, era natural en ella tal como el destino de un ruiseñor
es cantar, el suyo es tocar para cautivar.
La melodía no ceso, siguió embelesando en cada rico del salón. El final se acercaba, con lentitud acabo la
última nota y levanto su rostro con respiración agitada para observar al público. Fue recibida por un silbido
acompañado de aplausos, al buscar el causante, su mirada se sincronizo con el personaje que anteriormente
rondaba en su mente, Shinichiro.
Días después de ese acontecimiento, el orfanato recibió una carta de la familia Sano, declarando que ella
sería su protegida.
Regresando a su presente, se había tenido que separar del tacto cariñoso de Beatriz, para equipar sus
pertenencias. Shinichiro aclaró en su mensaje que vendría esa misma tarde para recogerla. Guardo ultimo lo
más esencial para evitar que fuera aplastada, las fotos junto a su mayor, se detuvo para darles una mirada
antes de guárdalas. Con todas sus pertenencias listas, cargo la maleta de mano para dirigirse al piso de abajo.
Se dispuso a bajar las escaleras, sin embargo, fue sujetada bruscamente por el brazo.
-Pequeña Eve, –Se trataba de la monja longeva del orfanato, debido a sus años de edad las demás decían que
la veracidad de sus palabras no era de todo acertadas. Por lo cual no deberían de ser escuchadas con
seriedad. –ten. –Su puño derecho que se mantuvo cerrado fue abierto para dejar al aire un collar de plata con
un dije de corazón.
-Gracias Hermana Bianca. –Dejo de lado la maleta para tomar entre manos el regalo. Le pediría
posteriormente a Beatriz que le ayudaba a ponérselo. –Debo irme. –Con un abrazo transmitió su despedida,
fue correspondida por el fuerte apretón de la mayor.
-Eve, no entregues tu voluntad a ellos. Adentro de tu corazón hallaras tu escape. –Musito entre dientes,
aumentando su presión.
La fuerza era intensa, un agarre que no daba indicio de querer soltar.
-Hermana, me duele. –No intento alejarla por el temor que un movimiento brusco la dañara. Pero, su queja
no fue tomada en cuenta.
Las uñas de la anciana habían empezado incrustarse en su piel, aferrándose a la joven y provocando el
surgimiento de hematomas que pronto serian heridas derramando el vivo color carmesí. Soltó un quejido por
el penetrante dolor, enfocada en soportar la sensación no fue capaz de escuchas las pisadas que ser
acercaban.
-Suéltala. -Una voz masculina desconocida provino detrás de ambas. Su tono fue notoriamente amenazante,
no pasó desapercibido para ninguna.
Eve sintió que el agarre perdía presión, las manos antes fuertemente sujetadas se hallaban temblando.
Aprovechando aquella reacción, forcejeo un poco para liberarse. Dio unos pasos atrás para alejarse, bajo su
mirada en sus antebrazos y masajeo con delicadeza, puede fue una suerte que no haya conseguido ser una
herida.
-T-tu ser maldito, ¡Largo de este hogar, no lo contamines con la desgracia que cargas! –La mayor escapo
entre gritos combinados de resentimiento y miedo.
Eve observo como se perdía de su vista, era lamentable como una persona podía disociar la realidad a tal
nivel. Negó con la cabeza para impedir sumergirse en ese pensamiento y presto su interés en el nuevo
personaje a un lado de ella. Lo observo detenidamente hasta reconocerlo como su benefactor, Shinichiro
Sano.
-Gracias Señor Sano. –Intento tomar su maleta, sin embargo, nuevamente fue detenida esta vez por su
acompañante.
El pelinegro la tomo del antebrazo derecho para enfocar su vista en el hematoma, sus dedos recorrieron en
esta y ligeramente hundió su dedo. Para la fémina, el toque resulto ser frio, y lo repentino que era hizo que
un escalofrió viajara por su cuerpo.
-Oh, no está sangrando. –Murmuro lo suficiente bajo para que nadie más que el oyera. Después de unos
segundos, decidió soltar el agarre. –Disculpa, puede que hayas oído de mi pero no me he presentado
correctamente. –Con una sonrisa de lado pronuncio su nombre. –Soy Shinichiro Sano. Será placentero
conocerte a fondo. –Estira su mano esperando que sea estrechado.
-Mi nombre es Eve, –Aunque dudo en aceptar el apretón de manos por la actitud anterior, se obligó hacerlo.
– y el apellido, ¿Supongo que lo cambiare?
-Correcto. Y ahora, ¿Qué es esto que escondes? –Para el momento que retiro su mano sostuvo un collar
sencillo ante sus ojos.
Ella había olvidado que aún lo traía consigo. –Es un obsequio de la mujer de antes.
La revelación origino una mueca en el rostro del hombre saliendo al flote su desagrado.
- ¿Puedo acomodártelo? –Pregunto, con una sonrisa ladina y cierto brillo en sus ojos, haciendo referencia al
collar que juguetea balanceándolo de un lugar a otro.
Eve una vez más se obliga aceptar asintiendo suavemente con la cabeza.
“Quería que Beatriz lo hiciera”
Shinichiro se aproximó hasta quedar lo suficiente cerca, la fémina no iba negar que se encontraba ansiosa de
que el hombre acabara rápidamente. En cuestión de segundos, volvió a sentir un tacto helado, como un
cosquilleo que involuntariamente la hizo alejar un poco su cuello.
Un minuto pasa, después dos, luego ya habían transcurrido cinco. Y el azabache no se apartó, Eve pudo
sentir como estaba ocupado oliéndola. Su respiración era agitada, daba la impresión de estar resistiendo ante
una tentación prohibida.
-Eve, hueles dulce, demasiado para mi gusto. –En seguida de su declaración, se apartó para estar a cara con
ella.
La menor no tenía en claro que contestar o si al menos el esperaba una, así que se mantuvo en silencio,
siendo mirada fijamente por Sano.
-No te asuste, –El paso su mano sobre la cabeza ajena desordenando el penado pulcro. – no te voy a comer.
–Se agacho para tomar el equipaje de la contraria. –Vámonos, tenemos que ir a tu nuevo hogar.
Capítulo 2- Ellos
Para Eve su despedida con Beatriz era algo temporal, efímero mas no eterno. En el tiempo en que se
quedaría con la familia Sano se concentraría en sus estudios a la vez que perfeccionaría su manejo del violín,
lo que sea necesario para enorgullecer a su mayor y volver al orfanato con los suficientes recursos para
apoyarlos.
-Eve, ¿Qué te parece el lugar? -Shinichiro le pregunto observándola por el espejo retrovisor.
Al partir, tuvo que viajar junto al azabache a otra región por avión. Luego, terminarían su recorrido con un
auto de él. Ambos se encontraban cerca de su destino en medio de la noche, mientras, Eva aprovechaba para
observar el panorama que se desarrollaba a través de la ventana.
-Es elegante y-Respondió con su atención afuera. –hace frio.
Sus palabras causaron la gracia de su acompañante que rio ligeramente.
El nuevo ambiente era peculiar, aun cuando pronto seria altas horas de la madrugada se podía apreciar a
personas caminando en las calles, sin excepción, todas guardaban una belleza especial casi etérea. Posturas
rectas con expresiones serenas daban la impresión de ser ajenos al mundo que los rodeaba, eran como…
-Llegamos.
“Si, son como el”
El carro paro fuera de una reja dorada con puntas filadas al final, adentro se hallaba una mansión en medio
de un jardín expandido hasta los alrededores.
-Baja y dices que Shinichiro Sano te ha enviado. –Demando sin mirarla.
- ¿Usted no vendrá conmigo?
-Ellos te acogerán.
-Ellos…-Susurro entre dientes.
La fémina fijo su vista en sus zapatos, indecisa de cuál sería su siguiente movimiento. No es que sea ingenua
por haber crecido en un orfanato en que apenas tenía contacto con los niños y las hermanas, tuvo libros a su
alcance que la hizo diferenciar a los villanos de los héroes, y aunque en la realidad era diferente, aun podía
reconocer a las personas que le resultaban perversas y su acompañante encajaba en ese perfil. Desde el
inicio, presento comportamientos la hicieron sentir incomoda, sin embargo, se convenció de que se
acostumbraría a su presencia.
“No importa, siempre y cuando él pueda ofrecerme todo”
Resulto ser un trato justo para ella, al fin su mente y corazón se pusieron de acuerdo. Y todo se derrumbó al
escuchar las recientes palabras.
“¿Hay más de él?
-Si no te sientes cómoda puedes volver al inicio.
- ¡No! –Con rapidez se bajó del auto con su maleta en manos. Y camino en dirección a las rejas que fueron
abiertas automáticamente, en cada paso no volteo la cabeza para ver si la había dejado atrás, siguió adelante
hasta llegar frente a las grandes puertas ébano.
A lo lejos oyó el motor del autor encendiéndose, por el rabillo le dio un corto vistazo. Shinichiro con una
sonrisa amarga se forzaba a mover su mano. - ¡Si ninguno logra cautivarte, regresare por ti! –Declaro para
después perderse.
Atribuyendo que el comentario era una broma le restó importancia, aunque no desecho el posible mensaje
oculto. Por ahora, solo se dispuso a tocar la puerta que fue abierta ante el primer golpe.
- ¡Hola, lamento interrumpir a estas horas de la noche! –Espero en la entrada por unos minutos, sin llegar
nadie, se sentó de rodillas en el suelo helado, siendo demasiado oscuro como para adentrarse y encontrar un
sillón cálido. Los segundos transcurrían sin alguien hacer acto de presencia.
Entonces, un ruido llamo su atención. Del equipaje saco su pequeño celular para alumbrar el camino, a la
vez, que el sonido se hacía más claro. Se adentró a la penumbra escalofriante del lugar, en el pasillo que
cruzaba encontró cuadros colocados perfectamente con fotos de jóvenes varones, el hecho que no hubiera
alguna mujer en estas la hizo sentir inquieta.
- Aquí tampoco hay nada.
Se detuvo al oír aquello, venia de una habitación, al entrar enfoco la luz en cada rincón.
-Te encontré. -Una voz baja con tono lascivo provino desde su detrás.
Su celular cayo por la impresión. Unas manos se aferraron a su cuello, tan frías como las de Shinichiro, y en
un instante, perdió el control de su ser. Su consciente le ordenaba huir, y su cuerpo no pareció captarlo.
-Estoy hambriento de ti. –Su aliento impacto contra su piel.
- ¡Mikey, está aquí tu comida! -Un tercer personaje hizo su aparición, prendiendo las luces de lo que parecía
ser la cocina. - ¿Qué crees que haces con esa mujer? -Se apoyó en la pared, negando con su cabeza como
señal de desaprobación.
- ¡Kenchin, -Dejo a su anterior actuar para ir hacia el rubio, quien tenía en manos un postre en forma de pan
y que arrebato para abrirlo con desespero y darle una mordida, enseguida emitió un sonido de satisfacción. -
estaba muriendo y no encontré nada para saciarme! –Dramatizo con un puchero.
A la par, Eve volvió sentir el control y se apresuró en buscar un arma para defenderse de ambos individuos.
Encima de una mesa hayo cubiertos de plata, en que agarro un cuchillo preparada para defender, aun cuando
sus manos temblaban.
- ¿Eres de las que eligen pelear antes de conversar? –La persona a quien reconoció como “Kenchin”, se
dirigió a paso lento a su lado.
- ¡Soy de las que darían pelea antes de designarse a morir! -Grito en un intento de darse valentía, mientras
alzaba el objeto afilado hacia él.
Con una mejor vista de los hombres enfrente de ella, los analizarlo para intentar dar con sus puntos débiles.
El primero que se presentó de imprevisto, era un rubio de estatura mediana y delgado, y evidentemente,
contaba con una fuerza que la hizo doblegarse a su merced. El segundo, también un rubio, pero alto y con
musculatura resaltante. No era necesario ver de más para conocer su aura amenazante.
“Me mataran”
-Kenchin, es una acosadora. Nos mira de manera tan lujuriosa. -Cubrió parte de su cuerpo con sus manos.
Aquel comentario causo que su ceño se frunciera. Y que el nombrado girara hacia su amigo.
-Mikey, ¿Él te dijo algo de una visita?
Con una mano reposo su cabeza, repasado recuerdos que dieran con una respuesta. –Oh, cierto. El me
contacto hace unos días, menciono algo como eso. -Señalo a la fémina.
El mayor suspiro con pesadez- ¿Por qué no lo dijiste?
-Ocurrió en medio de mi siesta, y si somos sinceros, no soy el mejor recordando.
-Llamemos a los demás y nos explicaras. Y tú, -Se refirió a la mujer. - acompáñanos, puedes traer eso en
manos.
En silencio, ella los siguió, recorriendo un pasillo con candelabros que dieron nitidez a las paredes carmesí.
Al final del camino, pararon en frente de una sala con sillones de color oliva y bordes dorados. En una
esquina, había una escalera con curva que daba entrada al piso de arriba.
- ¿Quién los va llamar? -Mikey miro a su amigo.
El cual, chasqueo la lengua. –Soy responsable de todo en esta casa, ¿Verdad?
Dio media vuelta para encarar a la fémina, se acercó para sujetar ambas manos, que mantenían fuertemente
agarrado un cuchillo que lo apuntaba, y en un movimiento lo giro para que la dirección cambiara hacia ella y
apuntara hacia su garganta, dibujando una línea recta.
Capítulo 3- Veracidad
La primera gota escarlata se deslizo desde su cuello, siendo lo suficiente para que el lugar se impregnara de
su olor. Los únicos capaces de saborearlo eran aquellos considerados malditos.
-Mi error, no pensé que oliera tan agradable. -El rubio dejo caer con rapidez el cuchillo antes de que se
doblegara a su deseo de hacer que más sangre se derramara.
Una línea ya hacia marcada en su piel, no profunda pero dolorosa. En poco tiempo, la sangre cesaría.
-Kenchin eso es una buena estrategia para llamarlos a conversar o-Mikey se detuvo para observar hacia el
piso de arriba, en donde entre las sombras, se hallaban un par de miradas observando fijamente a la fémina
como depredadores preparándose para atacar a su presa. - para invitarlos a cenar.
“Se han referido y me han tratado como un ganado desde que llegue”
-Son caníbales. -Dedujo con su experiencia. Sus palabras se emitieron como un murmullo bajo, aunque los
presentes lo escucharon claramente ocasionando una secuencia de risas.
- Oigan, ¿De dónde sacaron a la nueva? -Un fuerte grito provino desde alguien apoyado en el barandal del
segundo piso.
- ¡Baji, para mala suerte tuya y fortuna mía, ella me pertenece! -Mikey en unos cuantos pasos, abrazo a Eve
desde atrás, envolviéndola con sus brazos sujetados con una firmeza que la asfixiaban.
- ¡¿Cuándo dejaras de ser un enano egoísta?!-El pelinegro se levantó sobresaltado de su posición, para que,
en un segundo, se lanzara hacia abajo sin mostrar daño alguno.
Como respuesta el rubio saco su lengua de manera infantil, en consecuencia, se ocasiono una pelea en que
Baji tiraba de uno de los brazos de Eve para quitarla de Mikey.
“Definitivamente, son caníbales desesperados por partirme en pedazos”
-Deténganse, parecen animales deseosos por aparearse. - Un tercer individuo hizo aparición, un chico de
cabello y ojos lila. Bajaba las escaleras con sus manos guardadas en los bolsillos, acompañado de un chico
con características del color índigo. –Guarden silencio y escuchen, así no se trata a una dama. –Defendió una
vez estuvo frente al par. Estiro su mano derecha para sacar a la fémina de un tirón y tomarla de los hombros.
-Hakkai, trae un sillón para que se siente.
Se refería al joven que bajo junto a él, sin embargo, el nombrado dirigió su atención a cualquier parte en que
no se encontrara su visión con la fémina.
El pelimorado suspiro derrotado por su actitud. -Entre ustedes, tu serias quien la comiera, no ella a ti.
Aquel comentario no paso por alto para Eve, quien comenzó retorcerse en su agarre.
-Lo siento, eso sonó descortés, pero soy sincero. –Sus disculpas eran como una burla divertida solo para él. –
De acuerdo, y ahora, vamos a acomodarnos para aclarar cuál es el objetivo de tu presencia. -En un
movimiento, la cargo en brazos hasta llegar a un sillón, en que se sentó primero, y luego, a la fémina sobre
sus piernas.
-Mitsuya, te jactas de tener modales, para después, actuar con descaro. –El rubio, quien la había apuntado
con el objetivo afilado, se quejó con sus brazos cruzados.
-Es para evitar que se escape. -Contesto con una sonrisa socarrona.
-No, lo voy hacer. –Protesto Eve apretando sus puños con fuerza, para juntar coraje que la impulsara a
seguir hablando. -Quiero comprender que es lo pasa en esta casa y –Dudo antes de seguir, la presión en sus
manos aumento. Si seguía así, pronto, sus uñas se incrustarían en su piel y su sangre brotaría. -si es posible
largarme.
-Entonces, toma lugar aquí. -Mitsuya palmeo a un lado suyo.
Después de que obedecería la petición, inmediatamente, los demás personajes se posicionaron lo suficiente
cerca de ella. Algunos se apoyaron encima del sillón, mirándola desde arriba. Otros, se sentaron en este
mismo. Mientras, que los más sensatos buscaron su comodidad, como lo hizo a quien conoció como
“Kenchin”. Y lo más peculiares, se pararon lejos de ella, como Hakkai. Secretamente, Eve le agradeció.
-Creo que todos estamos presentes, podemos proceder. –Continuo Kenchin, sentado en unos sillones frente a
ella. Observo a Mikey esperando su contexto de los hechos hasta el momento.
-El me contacto, -Ante la declaración, unos cuantos se tensaron en su sitio, hacía tiempo que él no se
comunicaba con ellos. – y lo olvide. -Se encogió de hombros restándole importancia.
- ¿Te refieres a Shinichiro? –Eve se esperanzo por un momento. Si conocían al mayor, era probable que la
dejaran libre por orden de este. -Shinichiro Sano me envió, soy su protegida. Me adopto del orfanato en que
dona dona diariamente. -Elevo la voz para que los presentes la escucharan.
- ¿Sano? -El rubio pregunto con ironía. –Has cometido un error por confiar en él. Ni el, ni nadie de este
salón tiene ese apellido. -Explico con una sonrisa dibujada en su rostro, siendo apoyada en una de sus
manos.
- La familia Sano ha estado apoyando el orfanato en que he crecido. -Contrarresto e impulsivamente se
levantó de su lugar para encararlo.
-Ya te lo dije, no existe el apellido Sano. Nosotros somos Manji, o conocidos popularmente-Con uno de sus
dedos señalo a su alrededor. - como la Toman.
-Todo ha sido un engaño desde el inicio. —Cayo arrodillada. Sostuvo su cabeza por el dolor emergente ante
las preguntas que tenía y no presentaban respuesta aparente. — Soñé con un futuro que nunca me iba dar. —
La ilusión de regresar a su hogar fue una estafa en que se embriago hasta el momento, ahora roto, se
desesperó para encontrar una salida.
-Pobre, lo peor no ha sido revelado. — Sus ojos se entrecerraron, torció sus cejas para plasmar una
expresión lastimera fingida. —Él ha dicho que será su elección —Se refirió a la mujer. —quién será su
comprometido y el próximo heredero del apellido Manji.
-Así que la novia es una humana. —Baji ladeo su cabeza, observándola. —Parece ser igual a los otros que
adoptó él. Su olor y apariencia grita que es una más del ganado.
-Como sea, no tenemos permitido matarla, de lo contrario esa persona acabará con nosotros.
La fémina levantó la mirada, indispuesta a seguir escuchando. — Se refieren a mí como si fuera otra especie
¡Son seres humanes, ¿No?!
Ninguno de los presentes respondió, guardando unánimemente silencio.
- ¡¿Son caníbales?!
Mikey escondió su sonrisa en su palma. Los demás no se molestaron en ocultar su gracia.
-Querida, somos vampiros. —Una mano se posó en su pecho, apuntando su imagen. —Succionadores de
sangre, saciamos nuestra sed y hambre por medio de otros seres vivos. Tu y yo no somos iguales, yo soy el
cazador y tú la presa. —Sentencio el rubio aún con su burla latente.
-Malditos, —Musito entre dientes. Para ella, los jóvenes a su alrededor eran como pequeños que jugaban
con su nuevo regalo. Se tensó en su sitio, no por el miedo, era por la irritación de ser tratada como una
broma. —¡No caeré antes sus mentiras! —Con la mirada en el suelo busco el objetivo que estaba en su
mente, y por el que tuvo que caer en frente del rubio, el cuchillo usado anteriormente para herirá. Alzó su
vista para encontrar el personaje más cerca de ella y desprevenido, al lograrlo, comenzó su plan apresurado.
Eve rápidamente estiro su brazo para tomar el cuchillo entre manos, y se levantó para dar unos cuantos
pasos hasta llegar al chico que no la había dirigido la mínima atención, Hakkai. Siendo más baja que él,
apunto el objeto debajo de su garganta.
- ¡Si dicen ser vampiros, un corte como este no los matará!
-Retiro lo dicho Hakkai, entre ustedes dos, ella sería quien te comería. —El pelimorado bufo por ser testigo
de cómo su amigo actuaba de rehén.
El joven se haya en un estado sumiso como si estuviera resignado a lo que le pasará.
"Gracias", Eve le agradeció internamente por su actitud colaborativa. -Y lo lamentó. —Susurro para él, al
terminar de decirlo, ambos cruzaron mirada.
La menor midió su fuerza, la necesaria para trazar una línea en la piel de Hakkai. Sus ojos reflejaban las
gotas de sangre recién nacidas. Al culminar, huyo del lugar como la criminal que se sentía. Por el rabillo,
mira hacia atrás, pensando que los demás la dejarían de lado para enfocarse en socorrer a su compañero
lesionado. De inmediato aparta su vista, demasiada perturbada. Ninguno se había movido de su sitio,
excepto Mikey, quién no hacía lo que ella pensaba. Estaba parado con su mirada oscurecida, esbozando una
sonrisa forzada que se asemejaba a una mueca tratando de apagar una risa.
"Beatriz"
Por el momento, haría lo que mejor sabía hacer. Prestar atención a un objetivo a la vez, y ese sería volver a
estar en los brazos de su hermana. Corrió hacia el camino que reconoció como la salida, sin embargo, en
cada paso, perdía más la orientación. En cada esquina, se topaba con los retratos de esas personas que
mantenían expresiones frías que adornaban sus rostros, y sin ninguna puerta o ventana.
Las paredes comenzaban ahogarla, la adrenalina aumentaba la sensación. Por unos segundos, se agacho
acogiendo sus rodillas para aliviar su ansiedad, aunque tan pronto lo hizo, escucho unos pasos ligeros
acercándose acompañado del sonido de una campana en movimiento.
Se levantó dispuesta a seguir escapando, al hacerlo se hayo con un pequeño felino negro que traiga consigo
un collar de campana, el causante del ruido.
Con su mano intento espantar el animal. —Ve con tus dueños. —El gato llego hasta sus piernas, sobándose
en estas, a la vez, que inicio sus maullidos. —¿También quieres atraparme? —Con su pierna lo aparto, y
siguió su camino hacia adelante, aun así, el minino la siguió con sus patas corriendo a para igual su ritmo. —
El ruido los traerá a mí.
Un maullido fue su respuesta.
Antes de doblar una esquina, paro y volteó para alejar una vez por todas al gato extremadamente ruidoso y
fiel a sus amos. —¡Largo de a-
Una mano en su boca impidió que acabará de formular sus palabras. De nuevo, un tacto frío la tocaba.
-No deberías tratar de ese modo a Peke J. Baji y Chifuyu estarán enojado si se enteran como trataste a su
hijo. Y yo como su tío, debería castigarte. —Esa voz le resulto familiar. El tono en que hablaba, uno en que
percibías la clara ausencia de seriedad. —Considera esto —Consiguió reconocerlo, se trataba de Mikey. —
para compensarlo.
La lengua del rubio recorrió por su cuello, trato lascivo que provocó en Eve un estremecimiento. Él saboreo
para su adentro, deleitándose, sin esperar, poso sus labios en la piel ajena e incrustó sus colmillos con dureza
para captar el anhelado liquido carmesí. Succiona con fuerza, desesperado por más. Al par, que, Eve se
retuerce, el dolor la domina, y el hecho de doblegarse ante él la hiere.
Vampiros, seres malditos, rechazados por la iglesia, creado por el que traicionó al creador. Eso es lo que las
monjas le inculcaron desde que fue consciente.
No se decide que es lo peor, el dolor punzante, sin comparación con ninguno que haya sentido en su corta
existencia, o el irritante sonido que hace ese ser al alimentarse con su sangre. Al final, no tiene tiempo para
tomar una elección. Se siente cansada, evidencia de como parte de lo esencial para su existencia está siendo
rebatado.
Sabe que no resistirá demasiado, y se comprueba al cerrar sus ojos, aun cuando no quiere.

Capítulo 4—
La penumbra la rodea, su única fuente de iluminación es la luna llena que refleja la luz del sol. Depende de
algo para así hacerlo, como ella lo está haciendo con alguien para guiarla en medio del bosque desolado. La
persona sujeta su brazo con fuerza que se aferra a su protección.
La reconoce como una mujer desesperada, pero aún así su belleza elegante y etérea no pasa por
desapercibido.
Aparta la mirada de frente al sentir en su detrás, una tercera presencia con la atención fija en ella.
Entre los árboles, en una de sus ramas encuentra la silueta de un animal pequeño con ojos semejante al lirio
rojo.
Levanta su mano libre para saludar al pequeño, al mismo tiempo que le corresponde señalando sus
colmillos.
Y en un instante, su nuevo amigo es un charco de sangre obra hecha por su acompañante.
- ¡Usan a otros para darle fin a este conflicto! —La mujer aumenta la presión en su agarre. —¡No importa a
quien tenga que acabar, tienes que vivir! —En su grito halla el anhelo por cuidarla. La mayor se detiene, y
estira ambos brazos, intentando ocultarla de lo que sea que tenga en su frente. —¡Escapa!
Ella quiere consolar su corazón, calmar la tempestad que hace que su cuerpo tiemble.
- ¡Escapa!
Estira su mano para tocarla, con la intención de unirse en un abrazo. Y de nuevo, todo es oscuridad. No hay
luz que señale su camino.
Abre sus ojos con pesadez, tratando de acostumbrarse al brillo repentino del cuarto.
"Escapa" Recuerda las palabras de la mujer.
-Eso pretendo. —Levanta su mano hacia arriba, imaginando que por fin puede alcanzar a la mujer de sus
sueños. Aquellos que son peculiares, al presentarse después de que experimente un dolor intenso, como un
tipo de lección que le invita a seguir adelante con palabras motivadores. Aunque si es sincera, cuando era
una niña, esos sueños estaban lejos de ser tranquilizadoras.
Suspira cansada, apunto de retirar su mano, sin embargo, es sostenida por otra que la vuelve en un apretón.
-Te atrape. —Mikey asoma su rostro con una sonrisa dibujada de par a par.
Eve rápidamente quita su mano, y se arrincona en un lado cama, que es el lugar en que descansaba.
Observo detenidamente su entorno, está en un cuarto con paredes tapiz de flores bordados de dorado. Sin
embargo, no es el detalle que llama su atención en realidad, es quien está apoyado en esta. Un pelinegro con
los brazos cruzados.
- ¡Mikey bájate de esa cama!
-Baji, no me grites. Solo estoy siendo cariñoso con mi futura esposa. —Un puchero se forma en un lado de
su cachete, luciendo infantil.
-Eso lo tiene que decidir ella. —El pelinegro se acerca a la orilla de la cama, para sacar al rubio indispuesto
a irse. — No creas que te he perdonado por tomarla primero.
-

Ideas:
-Senju quiere matarla.

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