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Instrucciones para el día Jueves 11:

Estén presentes TODOS los alumnos en su horario correspondiente a la hora correcta el jueves 11 de julio. Se
puede exponer con miembros de otro horario. Sin embargo, primero vayan a clase en el horario que les toca
para ver el tema de la entrega de notas los primeros veinte minutos de la clase. El profesor también hará
algunos comentarios finales importantes. Si se les cruza avísenme antes de que comience la clase para que
pueda retirarse y volver después a exponer. Voy a ir un poco más temprano si quieren hablar conmigo. Estén
A TIEMPO. No lleguen tarde. En esta clase avísenme si hay algún tema importante a considerar para
ustedes (recuperación de nota, trabajo extra que les di permiso para entregar, etc.). Aun si no fuesen a dar el
final, vayan para confirmar que han desistido de ello y les pueda entregar sus notas.

Elija uno de los textos en este documento para trabajar para el final. Desarrolle un boceto de una obra de arte tomando
como base a lo visto en el texto. Se expondrá lo desarrollado. Es un boceto por grupo. Pueden utilizar una obra de arte que
han desarrollado para otro curso. Los de un grupo que solo sean de "conservación" pueden hablar sobre como aplicarlo a
su vida y trabajo futuro, pero con mucho detalle.

-La exposición es no más de diez minutos.


-Tienen que explicar en base a lo visto en clase cómo podrían aplicar lo que está en el texto al boceto que han hecho u
obra de arte.
-Todos los alumnos deben hablar.
-Los criterios de evaluación son los siguientes:
1) Claridad en la presentación de ideas (5 puntos)
2) Originalidad (5 puntos)
3) Empleo de conceptos vistos en el curso (5 puntos)
4) Consistencia interna (que no se contradigan en lo que dicen) (5 puntos)

-Se intentará que expongan todos. Si falta algún grupo este expondrá el sábado 13. El orden de los grupos se decidirá en
clase así que vayan TODOS PREPARADOS PARA EXPONER.

TEXTOS:

Apolo:
... Zeus le envió a Delfos <y> a las corrientes de la fuente Castalia, para que desde allí profetizase a los griegos la justicia
y la equidad. Pero él (Apolo) montó en su carroza y mandó a los cisnes que se dirigieran a (el país de) los hiperbóreos.
Pero los habitantes de Delfos, al darse cuenta, compusieron un pean con música, organizaron danzas de jovenes en torno
al trípode e invocaron al dios para que regresase de (el país de) los hiperbóreos. Él, por su parte, despues de un año
entero de pronunciar oráculos a los habitantes de aquella tierra, cuando creyó oportuno que también los de Delfos tocasen
sus trípodes, dio orden a los cisnes de regresar de (el país de) los hiperbóreos. Era verano -hacia mediados de la estación-
cuando Alceo hizo regresar a Apolo desde (el país de) los hiperbóreos ... (Alceo, fr. 142)

Tales:
Pues dice que, cuando, por su pobreza, le reprochaban que la filosofía era inútil, tras haber observado por el estudio
de los astros que iba a haber una gran producción de olivas, se procuró un pequeño capital, cuando aún era invierno, y
que depositó fianzas por todas ¡as presas de aceite de Mileto y Quíos, alquilándolas a bajo precio porque nadie licitó
contra él. Cuando llegó el momento oportuno, al ser muchos los que a la vez y de repente las pedían, las iba alquilando al
precio que quería y reunió mucho dinero, demostrando así que es fácil a los filósofos enriquecerse, si quieren, pero que
no son las riquezas lo que les interesan. (Fragmento 73)

La alegoría de la caverna:
Nota del profesor: Es "la alegoría de la caverna". ¡No es "la alegoría de las cavernas"! Le bajo puntaje en el final al
que se equivoque :P.
—Después de eso —proseguí— compara nuestra naturaleza respecto de su educación (paideía) y de su falta de
educación (apaideía) con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de
caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello
encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en
derredor la cabeza. Más arriba y mas lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los
prisioneros hay un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los
titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.
—Me lo imagino.
—Imagínate ahora quer del otro lado del tabique, pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y figuras de
hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros
callan.
—Extraña comparación haces y extraños son esos prisioneros.
—Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros,
otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?
—Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.
—¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del tabique?
—Indudablemente.
—Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a los objetos que pasan y
que ellos ven?
—Necesariamente.
—Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los que pasan del otro lado
del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos?
—¡Por Zeus que sí!
—¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales
transportados?
—Es de toda necesidad.
—Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, qué pasaría si
naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y
marchar mirando a la luz y, al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas
cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas que respondería si se le dijese d que lo que había visto antes eran
fruslerías y que ahora, en cambio, está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y
si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado de tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre
lo que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas
que las que se le muestran ahora?
—Mucho más verdaderas.
—Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia
aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son realmente más claras que las que se le muestran?
—Así es.
—Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta la
luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que
le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos?
—Por cierto, al menos inmediatamente.
—Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar miraría con mayor
facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los
hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando
la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.
—Sin duda.
—Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son
extraños, sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en su propio ámbito.
—Necesariamente.
—Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años y que
gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.
—Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.
—Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces compañeros de
cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?
—Por cierto.
—Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que con
mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de
cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba
a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y que envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos? ¿O
más bien no le pasaría como al Aquiles de Homero, y «prefiriría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre» o
soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida?
—Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella vida.
—Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no tendría ofuscados los ojos
por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?
—Sin duda.
—Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con aquellos que han
conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente hasta que sus ojos se reacomodaran a ese estado y se
acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido
hasto lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar hacia arriba? Y si
intentase desatarlos y conducirlos hacía la luz, ¿no lo matarían, sí pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?
(Platón, República 514a-517a)

El carro alado:
... Cómo es el alma, requeriría toda una larga y divina explicación; pero decir a qué se parece, es ya asunto humano y, por
supuesto, más breve. Podríamos entonces decir que se parece a una fuerza que, como si hubieran nacido juntos, lleva a
una yunta alada y a su auriga. Pues bien, los caballos y los aurigas de los dioses son todos ellos buenos, y buena su
casta, la de los otros es mezclada. Por lo que a nosotros se refiere, hay, en primer lugar, un conductor que guía una
carroza de caballos y, después, estos caballos de los cuales uno es bueno y hermoso, y está hecho de esos mismos
elementos, y el otro de todo lo contrario, como también su origen. Necesariamente, pues, nos resultará difícil y duro
su manejo.
(Platón, Fedro 256a-b)

Polis del alma:


*Nota del profesor: En el texto se habla sobre el alma humana y no sobre política. Los que hablan son Sócrates y
Glaucón.
—En lo concerniente a los honores, mirará en el mismo sentido; participará y gustará voluntariamente de aquellos
que considere que pueden mejorarlo, pero en cuanto a aquellos que disuelvan el estado habitual de su alma, los rehuirá
en público y en privado.
—Por consiguiente —dijo Glaucón—, y al menos si presta atención a eso, no estará dispuesto a actuar en política.
—Eso sí, ¡por el perro! —exclamó Sócrates—. Ciertamente en su propio Estado actuará, aun cuando no en su patria,
salvo que se presente algún azar divino.
—Comprendo: hablas del Estado cuya fundación acabamos de describir, y que se halla sólo en las palabras, ya que
no creo que exista en ningún lugar de la tierra.
—Pero tal vez resida en el cielo un paradigma para quien quiera verlo y, trás verlo, fundar un Estado en
su interior. En nada hace diferencia si dicho Estado existe o va a existir en algún lado, pues él actuará sólo en esa política,
y en ninguna otra.
—Es probable.
(Adaptado de Platón, República 592a)

Justo medio:
Llamo término medio de una cosa al que dista lo mismo de ambos extremos, y éste es uno y el mismo para todos; y en
relación con nosotros, al que ni excede ni se queda corto, y éste no es ni uno ni el mismo para todos. Por ejemplo, si diez
es mucho y dos es poco, se toma el seis como término medio en cuanto a la cosa, pues excede y es excedido en una
cantidad igual, y en esto consiste el medio según la proporción aritmética. Pero el medio relativo a nosotros, no ha de
tomarse de la misma manera, pues si para uno es mucho comer diez minas de alimentos, y poco comer dos, el
entrenador no prescribirá seis minas, pues probablemente esa cantidad será mucho o poco para el que ha de tomarla: para
Milón, poco; para el que se inicia en los ejercicios corporales, mucho. Así pues, todo conocedor evita el exceso y el
defecto, y busca el término medio y lo prefiere; pero no el término medio de la cosa, sino el relativo a nosotros.
(Aristóteles, Ética a Nicómaco 1106a-b)

La muerte del individuo en el mundo griego según Hegel:


Esta universalidad a la que llega el individuo singular en cuanto tal es el ser puro, la muerte; es el pasivo-haber-llegado-a-
ser, inmediato y natural, no la actividad de una conciencia. Por eso, el deber del miembro de la familia es añadir este
lado, a fin de que también su ser último, este ser universal, no pertenezca únicamente a la naturaleza y se quede en
algo irracional, sino que sea algo hecho, producto de una actividad y esté afirmado en él el derecho de la conciencia.
O bien, el sentido de la acción consiste más bien en que, dado que la quietud y universalidad de la esencia conciente de sí
no pertenecen en verdad a la naturaleza quedaría eliminada la apariencia de tal actividad, apariencia que la naturaleza se
había arrogado, y se produciría la verdad. Lo que la naturaleza hacía en esa esencia autoconciente es el lado desde el que
se presenta su llegar a ser universal como movimiento de un ente. Ciertamente, ese lado cae dentro de la cosa pública ética
y tiene a ésta como objetivo. La muerte es la consumación y el trabajo supremo que el individuo como tal asume por
la cosa pública.
(Hegel, Fenomenología del Espíritu 533)

Marxismo de la escuela de Frankfurt:


En cambio, la Teoría Crítica insiste, de una manera que muy probablemente sea única, en una mediación de teoría e
historia en el concepto de una razón socialmente activa: el pasado histórico debe entenderse en sentido práctico como
un proceso de formación cuya deformación patológica por parte del capitalismo sólo puede superarse si los
implicados inician un proceso de ilustración (conocimiento mayor por parte de la razón social). (...) La Teoría
Crítica, en cambio, está desde el principio tan en deuda con la tradición de la izquierda hegeliana que para ella es parte
esencial de su tarea iniciar una praxis crítica que pueda contribuir a superar la patología social; incluso en los casos en que
en los autores predomina el escepticismo con respecto a la posibilidad de una ilustración práctica, el dramatismo de la
cuestión sólo se deriva de que se presupone la necesidad de una relación interna entre la teoría y la práctica. (...) Así,
desaparece para la Teoría Crítica la posibilidad de generar la relación entre teoría y praxis apelando simplemente a un
destinatario predeterminado (el proletariado); en lugar de eso, todas las especulaciones que se formulan en sus filas
desembocan en la idea de exigir el pasaje a la praxis precisamente de aquella razón solamente distorsionada pero no
eliminada por la patología social (causada por el capitalismo). El proletariado, cuya situación social se había
considerado antes como garante de una capacidad de reaccionar ante el contenido crítico de la teoría, debe ser
sustituido ahora por una racionalidad soterrada, para la cual todos los sujetos poseen en principio igual predisposición
motivacional. (Adaptado de Una patología de la razón social de Honneth p29, 46-47)

Taoismo: La utilidad de la nada


*Nota del profesor: Obviamente no se está hablando de la "nada" en el sentido que le damos nosotros. La "nada"
aquí es el principio: el Tao. El "no ser" del que se habla aquí no tiene que ser confundido con el de Parménides o
Platón.
Treinta rayos convergen hacia el centro de una rueda, pero el vacío en el medio hace marchar
el carro.
Con arcilla se moldea un recipiente,
pero se lo utiliza por su vacío.
Se hacen puertas y ventanas en la casa
y es el vacío el que permite habitarla.
Por eso, del ser provienen las cosas
y del no-ser su utilidad.
(Tao Te Ching XI)

Taoismo: Contemplación
Sin salir de la puerta
puedes conocer los caminos del mundo.
Sin mirar por la ventana
puedes conocer los caminos del cielo.
Cuanto más lejos te vas, menos aprendes.
Por eso, el hombre sabio,
llega sin necesidad de caminar.
Sabe sin necesidad de mirar.
No actúa pero realiza.
(Tao Te Ching XLVII)

Zhuang Zi: Actitud contemplativa


Ding el cocinero descuartizó un buey para Wen Hui. Primero golpeó la carne con las manos, enderezó la
espalda, y pisando fuerte contra el suelo hincó una rodilla sobre el buey, y entonces su cuchillo hendía ¡zum!, cortaba
¡zas!, partía ¡crac!, danzando al ritmo de la canción "sang-lin", danzando al ritmo de la canción "jing-shou". "¡Qué
maestría! ¡Has llegado a la cima de tu arte!", exclamó Wen Hui.
El cocinero Ding, dejando el cuchillo, replicó: "Más allá de toda habilidad, sólo existe el Tao para tu humilde
servidor. Al comienzo de mi trabajo sólo veía el buey. Tres años más tarde ya casi no lo veía. Ahora, trabajo con mi
espíritu y no con mis ojos. Allá donde el conocimiento y los sentidos se detienen, el espíritu es el que actúa. Sigo la
estructura corporal de la res, penetro en las articulaciones, no toco ni una arteria ni un tendón y menos aún los grandes
huesos. Un buen cocinero cambia de cuchillo una vez al año, porque corta con él. Un mal cocinero cambia de cuchillo una
vez al mes, porque desgarra con él. Con este cuchillo, desde hace diecinueve años, he descuartizado mil bueyes y su
hoja está como recién afilada. Entre las junturas: un intersticio, el espacio suficiente para que la finísima hoja penetre y
se deslice. Por eso, tras diecinueve años de uso, mi cuchillo tiene una hoja perfecta. Pero si me encuentro con un nudo
complicado, con una juntura difícil, me pongo en guardia y tomo mis precauciones. Muevo la hoja del cuchillo
lentamente hasta que...¡zas!, de un solo corte la juntura se separa; el animal se descuartiza, se desploma como un montón
de tierra. Entonces, de pie con mi cuchillo, me yergo, miro a mi alrededor satisfecho de mí mismo; limpio la hoja y lo
guardo".
"¡Excelente! -exclamó Wen Hui-. Escuchando tus palabras, he aprendido a nutrir el Principio vital".
(Zhuang Zi, II, ii)

Hinduidmo: El Sí Mismo (Ātman)


Este Ātman en mi corazón es más pequeño que un grano de arroz, que un grano de cebada, que una semilla de mostaza,
que un grano de mijo o que el germen de un grano de mijo. Este Ātman en mi corazón es más grande que la tierra, más
grande que la atmósfera, más grande que el cielo, más grande que estos mundos.
(Chāndogya 3.14.3)
Hinduidmo: La diferencia entre lo bueno y lo placentero
Lo bueno y lo placentero son muy distintos. Ambos, de diferentes fines, atan al hombre. De estos dos, le va bien al que
escoge lo bueno, mientras que el que escoge lo placentero falla en su objetivo. Tanto lo bueno como lo placentero buscan
al hombre. El sabio, discriminando entre ambos, escoge lo bueno sobre lo placentero. El hombre vulgar, buscando el
bienestar material, prefiere lo placentero.
–Kaṭha 1.2.1-2

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