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MONICIÓN DE ENTRADA
El Evangelio no es para el cielo, sino para el mundo, y aquí debe ser proclamado con las
palabras y el testimonio. La encarnación nos obliga a transformar, iluminar y tratar de
regenerar nuestra realidad. La Palabra de Dios se hizo ser humano y vino a vivir con
nosotros. Escuchémosla con todas las exigencias que ella comporta de frente al mundo en
que vivimos. Empecemos esta celebración cantando con alegría.
El mensaje del profeta Isaías describe la realeza de Dios que viene a nosotros, encarnada
hoy en el Niño Jesús. Los pastores la contemplan y proclaman un evangelio de paz, de
felicidad y de salvación: porque NUESTRO DIOS REINA. Dichosos los que proclaman la paz
y la felicidad, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Escuchemos
MONICIÓN AL SALMO
El Salmo 97 es un canto a las maravillas de Dios, y hoy de modo especial cantamos y
agradecemos la maravilla más grande de todas: Dios está en medio de nosotros como un niño,
mostrando su cercanía y su proyecto de salvación. Nos unimos al salmista respondiendo:
“Nos ha amanecido un día sagrado; vengan, naciones, adoren al Señor, porque hoy una
gran luz ha bajado a la tierra.”
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
“Los confines de la tierra han contemplado la salvación que nos viene de Dios.”
Para los hermanos que van a comulgar los invito a hacer las filas de costumbre teniendo
en cuenta el distanciamiento y que la Comunión se consume en el mismo momento en
que la reciben en su mano. Recuerden que se recibe en la mano izquierda y la derecha se
pone abajo como haciendo un pequeño altar. Luego la llevamos con la derecha a la boca
teniendo cuidado que no nos quede ninguna partícula sin consumir ya que Jesús está
completo en ella.
COMUNIÓN ESPIRITUAL
Para quienes no han podido comulgar sacramentalmente y con plena confianza en que
Jesús se hará presente en su interior, los invito a hacer la siguiente comunión espiritual.