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EQUITACION IN
tifican en su gnoseologia ingenua. Natura Pa (potarte las cosquillas
leza y cultura laten con idéntico pulso en con cutdao lo m anosea;
sus categorías mentales. Por eso el caballo horas enteras em plea,
indio tiene un tipo peculiar y un tempera y , por fin, sólo lo deja,
mento acorde al de su amo. Por eso el in cuando agacha las orejas
dio gira sobre la bisagra vital del caballo y ya el p otro ni cocea.
como la puerta sobre la chamela.
Alfredo Raymundo, al describir el caba Jamás le sacude un golp e
llo de los indios pampas en un articulo pu porque lo trata al bagual
blicado en 1879, dice, certificando los ca con pacencia sin igual;
racteres de aquél: “Cuando en una tropilla al dom arlo no le pega,
vean un animal membrudo, agachado, tris hasta qu e al fin se le entrega
tón, charcón. cabezón, con la cruz alta, el ya d ócil el animal.
pescuezo estirado, el encuentro ancho, el pe
cho desarrollado y el aire particularmente L os indios de la Patagonia, sin embargo,
zonzo y adormecido, digan con confianza: no tan consustanciados con el caballo como
este es un caballo indio. Y si son un poco los de la Pampa, pues lo había recibido más
baqueanos en los asuntos fronterizos y que tarde, utilizaban métodos más duros para la
tengan amistad con el dueño de la tropillai, doma A. Guinard en su libro T res años d e
agreguen en el acto, para que no se adelante esclavitud en tre lo Patagones, da cuenta así
nadie: este es mi caballo de marcha. Si del desbravamiento de los potros: “Para do
consiguen montarlo encontrarán un animal marlos, los indios se apoderan de ellos de
medio lerdo, de buen andar, torpe al freno una manera muy brutal: una vez captura
indios patagones levantando un cam pam ento en las orillas d el R ío N egro de] lado del lazo, bien enseñado de la boca dos con el lazo, los derriban en tierra para
(S egún A lcid es JD’Orbigny) . del lado de montar, nada a propósito por atarles juntas las patas a fin de poder pa
cierto para jinetear y que poco honor lec sarles sin dificultad por la boca una correa,
haría para pasear en una ciudad; pero que que atan fuertemente, bajo el labio inferior,
Etnología de la dom a —- se convirtió en- un fin.- indios y caballos se en un paseíto de- 200 leguas no mermará mi después de haberles tironeado las encías y
fundieron en un nudo centáurico, en una un instante y que al principio como al fin. los labios a fin de hacerles más obedientes
I A equitación es un arte y una técnica. comunión biológica y espiritual de insospe no se presentará ni más ni menos zonzo, ni a la presión de ese bocado muy flexible. Les
“ * Pero se la debe separar, porque así lo chada trascendencia. más ni menos pesado, ni más ni menos aga ponen en seguida una silla y los hacen le
ha querido el hombre civilizado, de la vida Muchos aspectos tiene esta síntesis que chado, resignado y valiente que en el mo vantar, conteniéndolos entre dos, uno de las
ecuestre. En un nómada de a caballo equi convirtió ciertas zonas de América en un mento que se montó” . narices y una oreja, y otro por detrás me
tación y existencia van unidas. Son la forma crisol de formas desmesuradas en el vivir Este animal sufrido, paciente e inacaba diante un nudo corredizo que le sujeta las
y el contenido de una actividad integral. y el morir. Uno de los más interesantes, ble no ha sido domado con métodos seme dos patas; entonces el domador, armado de
Los hombres de las ciudades, en cambio, empero, es el de la relación primaria entre jantes a los usados por el hombre blanco. una larga correa de cuero crudo — trop os —
practicamos la equitación como deporte, mi el indio y su cabalgadura. El acto de la El indio no quiere bestias espectaculares especie de lonja muy dura y pesada que
nimizando notoriamente su valor operativo, doma es, en efecto, una profesión de fe, un para pavonearse sino aliados útiles para in termina en un trozo de madera, destinaijfl
dejando asimétrica su funcionalidad etnoló pacto entre fuerzas cósmicas, una definición vadir y pelear, para atravesar las pampas a golpear tan pronto los flancos como la
gica. Y con ello degradamos también al ca existencial. El gaucho, que nace fuera del inmensas, para soportar privaciones y galo cabeza del caballo, se lanza listamente sobrtí
ballo que de músculo sustantivo se con círculo de los caballos, doma afirmando su par entre vizcacheras mancadoras. No doma el animal. A una señal dada, los ayudantes
vierte en ostentación adjetiva, que de pro.a poderío sobre la bestia; es el hijo de Occi empleando el rigor de la espuela, el mar con perfecta coordinación de mov.mien os,
gonista del drama culUural de la épica dente, todo lo rebarbarizado que se quiera tirio del rebenque y la sorpresa del apretón 'dan libertad al corcel, que frecuentemente
ecuestre se resigna a ser el pedestal de la pero hijo al fin, que levanta sobre los ci de piernas súbito. Esto rompe el alma de la parte como una flecha, no sin haber hecho
hípica dominguera. mientos de la naturaleza la arquitectura del bestia dejándole en el fondo un relámpago buen número de corcovos y de haberse lar,
En el indio montado, como en el gaucho, hombre. Para él el contorno es un marco y de espanto que irrumpe en los momentos zado a uno y otro lado. Algunos resiste»
el árabe y el mongol, la destreza del caba el animal un servidor. Sobre el mundo fí más inesperados, provocando el "desboca los prodigiosos esfuerzos que hacen sus
llista iba pareja con ls habitualidad del sico instaura el mundo siquico; la naturaleza miento” . El indio amansa de modo plena- netes por doblarles la cabeza a derecha ó
caLaíganíe: equitación y género de vida eran y sus reinos concéntricos están sojuzgados rio, sin dejar resquicios librados al terror izquierda, y ruedan por tierra con ellos; pe
una misma cosa; jinete y hombre se con por la cultura, que es ia flor dei espíritu biológico, instalando en todos los repliegues ro, en general, por fogosa que sea su re
dicionaban reciprocamente. El ser de a ca humano y el perfume de la tradición social. del instinto animal su presencia persuasiva. sistencia al .comienzo, a Jos dos o tres días
ballo y el andar a caballo constituían las El indio, hombre- en “estado de naturaleza” Domar para el indio es coexistir con la ca quedan suficientemente dóciles como para
razones equivalentes de una proporción co ya que no hombre natural (la distinción en balgadura, así como vivir fue convivir con ser montados en pelo. Aproximadamente a
tidiana. tre Naturvolker y Kulturvolker es sofística) el potro. José Hernández, en su M artin los dos años y medio los doman de esta
El indio de los llanos y las pampas de tiene otra actitud ante el animal. No se cría Fierro, ha descrito muy bien el proceso de suerte los indios, y los someten a una prue
América al descuhrir el caballo comprendió lejos del caballo sino entre los caballos. La- la domesticación: ba a fin de apreciar su velocidad; les hacen
intuitivamente que su destino cambiaría. bestia es un deudo, un alter ego, un halo franquear, en un solo impulso, un espado
Pensó de inmediato en la revancha guerre violento de su personalidad. No doma por En e l caballo d e un pampa determinado; los que no alcanzan la meta
ra sobre el español, en la obtención dg. car lo tanto quebrando sino incorporando. Y no hay peligro d e rodar, con facilidad son juzgados impropios y con
ne fresca, en el rápido e impune desplaza para ello “aíndia” al caballo mientras él, pa ju e pucha! y pa disparar denados, sin misericordia, a ser comidos” .
miento de las tribus, pero jamás pudo pre ralelamente, se hipifica. Hombre, bestia y es pingo q u e n o s e cansa; Pero esta técnica brutal, como ya se dijo,
ver que su cultura entera sufriría un vuelco contorno son una misma cosa para su con con prolifidÁ lo amansa era la excepción. El indio domaba despacio,
total. El caballo apareció como un medio y cepción del mundo. Sujeto y objeto se iden sin d ejarlo corcobiar entradoramente. Domaba sin sangre, sin
;gún Floriem P aucke). D estile d e indios m ocobies en la reducción d e San Javier. (Según Florian P aucke)-