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5.2.

4 El gobierno de Illia
Las elecciones presidenciales de julio de 1963 en Argentina crearon las condiciones para una
democracia restringida. Los militares azules prohibieron a los peronistas, lo que llevó al
desmoronamiento del Frente y a que Perón ordenara a sus seguidores votar en blanco. Como
resultado, hubo una marcada dispersión de los votos, y la fórmula de la UCRP obtuvo solo el
25.1% de los votos, seguida por los candidatos de la UCRI con el 16.4% y la fórmula de la
UDELPA con el 7.5%. Los votos en blanco alcanzaron el 19.7%.

Con el apoyo de conservadores de varios partidos provinciales, demócratas cristianos y tres


electores de la UCRI, el Colegio Electoral consagró la candidatura presidencial de Arturo Illia del
radicalismo del "Pueblo".

Sin embargo, el gobierno radical que asumió el 12 de octubre de 1963 surgió debilitado.
Aunque tenía mayoría en el Senado, se encontraba en situación de inferioridad en la Cámara
de Diputados. Había triunfado gracias a la proscripción del peronismo, a pesar de su
compromiso previo de no avalar dicha proscripción, lo que abrió el camino para un
enfrentamiento con los peronistas. Las contradicciones entre las facciones internas del partido
debilitaron al gobierno y contribuyeron a una cierta parálisis operativa. Además, la relación
tensa entre el presidente Illia y el jefe de la UCRP, Ricardo Balbín, planteaba interrogantes
sobre la viabilidad futura del gobierno debido a la división entre los radicales del "Pueblo"
(colorados) y los militares azules.

La nueva administración enfatizó la necesidad de restablecer el estado de derecho y el libre


juego de los poderes constitucionales, comprometiéndose a legalizar a todas las fuerzas
políticas sin proscripciones. Sin embargo, esto entraba en contradicción con el propósito de
rehabilitar a los oficiales colorados destituidos durante la "dictadura democrática". Los
comandantes en jefe azules, cuya abstención permitió el triunfo de Illia, ejercieron una
vigilancia discreta pero firme sobre las nuevas autoridades.

Los problemas en el frente sindical también contribuyeron a socavar la frágil legitimidad del
gobierno. Los sindicalistas peronistas, aprovechando el descontento popular, iniciaron un
amplio "plan de lucha" en mayo de 1964, que incluía la ocupación de lugares de trabajo.
Contaron con el respaldo de los partidos del malogrado Frente Nacional y Popular. Aunque el
gobierno permitió la ofensiva sindical esperando que se agotara, la autoridad de Illia se vio
menoscabada. Su estrategia consistía en explotar las divisiones dentro del sindicalismo
mientras proyectaba una legislación para limitar el poder sindical. Por su parte, la estrategia
sindical encubría una ofensiva política contra el gobierno.

El anuncio del regreso de Perón a Argentina, surgido de medios peronistas, generó conmoción
en los sectores antiperonistas. En septiembre de 1964, se conoció la decisión de Perón de
regresar al país, lo que provocó incertidumbre y rechazo en las Fuerzas Armadas y los sectores
antiperonistas. Sin embargo, Perón fue retenido en Brasil y obligado a regresar a España.
Aunque se extremaron las medidas de seguridad en Argentina, no hubo una movilización
popular significativa ni reacciones relevantes por parte de los seguidores de Perón.

Entre los empresarios también había sectores adversos a la política gubernamental. Los
empresarios monopolistas, los banqueros y los productores rurales no apreciaban la
sensibilidad socializante y el moderado nacionalismo del gobierno. La ley que estableció el
salario mínimo, vital y móvil fue cuestionada por la UIA (Unión Industrial Argentina) y la SRA
(Sociedad Rural Argentina), quienes argumentaron que tendría efectos inflacionarios. Además,
la anulación de los contratos petroleros firmados por Frondizi confirmó las apreciaciones
negativas de los inversionistas y los industriales extranjeros.

La actitud del gobierno frente a las ofensivas de diferentes frentes no contribuyó a mejorar su
sustentación política. En lugar de buscar alianzas con otras agrupaciones políticas, el gobierno
prefería gobernar a su manera y asegurarse cierta independencia con respecto a las fuerzas
sociales en juego. Sin embargo, esto se hizo prácticamente imposible ante la presencia de
sectores sociales que amenazaban su estabilidad.

El tema del peronismo continuó siendo un problema político para el gobierno radical. El
presidente Illia pretendía derrotar electoralmente a los peronistas sin recurrir a la proscripción.
Intentó aprovechar las contradicciones dentro del peronismo y las dificultades de Perón para
mantener unida a su fuerza política, especialmente frente a las ambiciones del sindicalismo
vandorista liderado por Augusto Vandor, que era más independiente de la voluntad de Perón.
Sin embargo, las elecciones legislativas de marzo-abril de 1965 confirmaron la fortaleza
electoral del peronismo. Un año después, las elecciones en Mendoza ratificaron la
preeminencia peronista y el ascendiente de Perón sobre sus seguidores. Ante las próximas
elecciones de gobernadores en 1967, el gobierno se enfrentaba al mismo dilema que había
enfrentado Frondizi en el pasado: si no se aplicaba una proscripción, la victoria del peronismo
era segura.

5.10 El fin del gobierno radical


El golpe de Estado que derrocó al presidente Arturo Illia en Argentina en 1966 tuvo varios
factores importantes. Uno de ellos fue la actitud del empresariado industrial
transnacionalizado, que se opuso a las intervenciones estatales en la economía. La anulación
de contratos petroleros, el proyecto de ley de medicamentos y la regulación de la industria
automotriz fueron considerados como intromisiones estatales perjudiciales. Esto generó
presiones por parte del gobierno de Estados Unidos, que envió un delegado especial para
presionar al gobierno argentino. También hubo críticas de los grandes laboratorios
transnacionales y otros sectores empresariales.

Los servicios de inteligencia estadounidenses, como la CIA, tenían conocimiento de los planes
golpistas. Altos mandos militares, incluyendo a generales como Juan Carlos Onganía, Pascual
Pistarini, Alejandro Lanusse y Osiris Villegas, estaban involucrados en la preparación del golpe.
Aunque el secretario adjunto del Departamento de Estado, Lincoln Gordon, respaldaba en
general el golpe, tenía dudas sobre el futuro institucional del país.

En ese momento, se difundía la "Doctrina de la Seguridad Nacional" entre los militares


latinoamericanos, como una justificación para acciones golpistas en nombre de la lucha contra
el comunismo y la Revolución Cubana. Este contexto facilitó la actitud golpista de los militares
argentinos, que veían la necesidad de remover a los líderes gubernamentales que consideraran
perjudiciales para el bienestar de la nación.

El grupo de oficiales que lideró el golpe formó una coalición que incluía a sindicatos y
empresarios, y excluía a la clase política tradicional. Su objetivo principal era evitar la
participación del peronismo en las próximas elecciones y cooptaron a dirigentes sindicales
vandoristas. Se cuestionó la legitimidad del gobierno de Illia desde distintos sectores,
incluyendo al ejército, sindicatos y empresarios, quienes lo acusaron de falta de dinamismo en
la toma de decisiones y en la gestión administrativa. Además, se criticaba su incapacidad para
formar una alianza política que pudiera evitar una victoria peronista en las elecciones de 1967.

Mediante una campaña de acción psicológica liderada por medios influyentes, el gobierno de
Illia fue desacreditado y el 28 de junio de 1966 las Fuerzas Armadas derrocaron al presidente
sin encontrar resistencia en la sociedad.

6.1 El contexto internacional


En la última mitad de la década de 1960 y principios de la década de 1970, se comenzaron a
notar transformaciones en la economía capitalista que indicaban el inicio de una etapa de
crisis. El orden internacional de posguerra, basado en el Estado de Bienestar y en políticas
keynesianas, fue cuestionado debido al descenso de las tasas de crecimiento económico y
rentabilidad de las empresas, lo cual también afectó las condiciones de vida de la población,
incluso en los países industrializados.

Si bien el sector monetario y financiero tuvo un papel importante en la generación de


desequilibrios tanto a nivel interno de las potencias como en las relaciones económicas
internacionales, algunos autores señalan que a partir de finales de la década de 1960
comenzaron a surgir problemas en la esfera productiva, los cuales fueron las verdaderas causas
del quiebre de la "edad de oro" del capitalismo. Las tasas de crecimiento de los países
industrializados comenzaron a disminuir en los años 70, pero esta caída fue solo una señal de
una situación más grave relacionada con la desaceleración del aumento de la productividad.
Esto llevó a una disminución de las tasas de ganancia, lo que a su vez hizo que las empresas
redujeran gradualmente sus niveles de inversión. Aunque los salarios continuaron aumentando
durante un tiempo, eventualmente también se estancaron, lo que rompió el círculo virtuoso de
productividad, inversión y salarios que había caracterizado las dos décadas anteriores.

Se atribuyen diferentes causas a estas nuevas condiciones. Una interpretación sostiene que se
debió a aumentos salariales superiores al crecimiento de la productividad, especialmente en
los países europeos, lo que habría perjudicado a las empresas manufactureras al erosionar sus
márgenes de ganancia. Otra interpretación, en cambio, lo relaciona con el incremento de la
relación capital/producto, conocida como composición orgánica del capital, en el contexto de
los procesos tecnológicos existentes. El aumento de la producción requería volúmenes
crecientes de capital per cápita que no estaban siendo compensados por aumentos en la
productividad.

Durante el periodo analizado, la producción a nivel mundial experimentó una tendencia hacia
la globalización debido a la expansión de las actividades de las corporaciones internacionales,
que establecieron filiales en diferentes países. Los criterios para seleccionar la ubicación de
estas filiales se basaron en ventajas económicas, como salarios e insumos más baratos,
optimización de la tecnología y diferencias en las tasas de inflación y tipos de cambio. Además,
factores políticos, como las asimetrías de poder en el orden internacional, también influyeron
en esta elección.

La expansión de las empresas transnacionales añadió complejidad a la situación, ya que


buscaron el apoyo de sus respectivos países de origen para hacer frente a la crisis. Sin
embargo, esta expansión territorial debilitó el poder regulatorio de los Estados nacionales,
debilitando los mecanismos de regulación social y exacerbando la crisis.
En los países subdesarrollados, el crecimiento del comercio exterior fue un factor impulsor
durante este periodo, aunque su peso en el sistema económico internacional disminuyó. El
crecimiento industrial se basó principalmente en los mismos mercados de los países
avanzados, en los flujos comerciales y de capitales entre ellos, y en la integración internacional
de los procesos de producción. La distribución del comercio mundial reflejó este hecho, con
una mayor participación de las naciones industriales occidentales y una disminución de la
participación del Tercer Mundo.

El orden monetario internacional establecido en Bretton Woods también fue afectado por la
crisis. Este sistema se basaba en paridades fijas y la contención de los flujos especulativos de
capital a través de mecanismos compensatorios. Sin embargo, en la década de 1960 surgieron
problemas, como la debilidad del dólar estadounidense, importantes fluctuaciones en las
reservas de oro de Estados Unidos y el desequilibrio entre el valor del dólar en el mercado
interno y su valor en el comercio internacional debido a la inflación interna. Esto generó
desconfianza en los mercados internacionales y condujo a una fuerte corriente de inversiones y
radicaciones de empresas estadounidenses en el extranjero.

En este período, la producción se mundializó debido a la expansión de las actividades de las


corporaciones internacionales y la instalación de filiales en diferentes países. Los criterios que
guiaron este proceso incluyeron ventajas económicas, como salarios más bajos o insumos más
baratos, aprovechamiento de innovaciones tecnológicas y diferencias en las tasas de inflación y
los tipos de cambio. También hubo consideraciones políticas, como la existencia de asimetrías
de poder en el orden internacional.

La expansión de las empresas transnacionales añadió un elemento adicional a la complejidad


de la crisis, ya que debilitó el poder de regulación de los Estados nacionales y los
procedimientos de regulación social. Aunque el comercio exterior fue un factor impulsor en los
países subdesarrollados, su peso en el sistema económico internacional disminuyó y no se
tradujo en una disminución de las desigualdades entre regiones y países.

El orden monetario internacional basado en Bretton Woods, que establecía paridades fijas y
controlaba los flujos especulativos de capital, comenzó a debilitarse. El dólar estadounidense,
respaldado por reservas de oro, empezó a perder valor debido a la creciente inflación interna.
Esto generó desequilibrios en el sistema y provocó una corriente de inversiones y compras en
el extranjero, a través de la emisión de dólares. Además, los países europeos buscaron
desligarse del dólar y expandieron el mercado del eurodólar, creando un mercado financiero
competitivo y especulativo.

La devaluación de la libra esterlina y los ataques especulativos contra el dólar evidenciaron la


vulnerabilidad de las monedas de reserva ligadas al sistema de patrón oro-dólar. Francia
desautorizó el patrón oro-dólar y cambió sus reservas de dólares por oro, lo que debilitó aún
más al dólar y a la libra. Los bancos centrales europeos depositaron sus reservas de dólares en
el Banco de Pagos Internacionales y el mercado de eurodólares creció rápidamente.

El empeoramiento de la balanza comercial de Estados Unidos y los desequilibrios


internacionales aceleraron el proceso especulativo contra el dólar. En agosto de 1971, el
presidente Richard Nixon suspendió la convertibilidad del dólar en oro, gravó temporalmente
las importaciones y solicitó propuestas para establecer un nuevo sistema monetario
internacional. Esto causó estupor en la comunidad internacional, pero después de
negociaciones se alcanzó el "Acuerdo Monetario de Washington" en diciembre de 1971, que
eliminó el gravamen adicional sobre las importaciones y permitió una mayor flexibilidad en las
paridades monetarias, incluyendo una devaluación del dólar.

El acuerdo convirtió al dólar en la única moneda central de reserva en el mundo y, en la


práctica, la mayoría de los países ajustaban sus monedas en función del dólar. A pesar de su
debilidad anterior, el dólar siguió desempeñando un papel crucial en la expansión del mercado
internacional de capitales.

En octubre de 1973, la economía mundial experimentó una fuerte conmoción con el inicio de
la crisis de los precios del petróleo. Esto se originó cuando un grupo de países productores de
petróleo, agrupados en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), decidió
aumentar unilateralmente el precio del combustible. Esta crisis se relacionó con la crisis
monetaria internacional, ya que muchas naciones productoras de materias primas comenzaron
a acumular reservas en forma de bienes en lugar de divisas, lo que provocó un aumento en los
precios de materiales estratégicos y bienes no duraderos.

El encarecimiento del petróleo generó una importante recesión en la mayoría de los países,
especialmente en los más industrializados, y contribuyó al enriquecimiento rápido de las
naciones petroleras, principalmente en el mundo árabe. Aunque la crisis del petróleo no fue la
causa principal del aumento de la liquidez internacional, ya que esta había aumentado
significativamente en años anteriores, permitió a los países productores de petróleo transferir
capitales a los bancos estadounidenses y europeos, que a su vez los dirigieron hacia los países
en desarrollo.

Este aumento de fondos prestables hacia los países de la periferia condujo al considerable
incremento de la deuda externa latinoamericana y a la crisis financiera de los años 80. Sin
embargo, la crisis del petróleo también desempeñó un papel inesperadamente favorable para
el dólar y el mantenimiento del poder financiero de los Estados Unidos. La crisis produjo un
aumento en la demanda internacional de dólares, ya que esta era la moneda predominante
utilizada en los pagos. Además, los excedentes de los países árabes se mantuvieron
principalmente en dólares debido a la falta de alternativas para su colocación.

Por otra parte, en el ámbito político, estos años fueron testigos de una mayor diversidad de
intereses en el sistema internacional, en un contexto de distensión entre las dos
superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética. Los países del Tercer Mundo también
buscaban participar con mayor presencia e intensidad en los foros internacionales. Sin
embargo, la crisis económica generó un período de gran intranquilidad en las relaciones
internacionales. Estas crisis energéticas y financieras a nivel mundial anticipaban el cambio del
paradigma tecnológico e industrial del capitalismo.

En 1972, se formó un grupo empresarial conocido como la Comisión Trilateral, promovido por
David Rockefeller y compuesto por alrededor de 400 empresas líderes de Estados Unidos,
Europa y Japón. Esta comisión proyectó una evaluación de la economía internacional para los
próximos veinte años, postulando un renovado sistema de división internacional del trabajo en
el que los países se dividían en productores de materias primas, de manufacturas de poco valor
agregado y de manufacturas altamente sofisticadas. Según este esquema, países como
Argentina solo podían acceder al segundo nivel, quedando lejos de completar el proceso de
sustitución de importaciones y convertirse en economías industrializadas.

En el ámbito geopolítico, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética enfrentaron desafíos
significativos. Estados Unidos sufrió una erosión considerable de su poder político y militar
debido a su implicación en la Guerra de Vietnam, que fue muy impopular en gran parte de la
opinión pública estadounidense. Además, se demostró que la superpotencia no podía doblegar
la resistencia de la población de un país decidida a conservar su independencia nacional. Por su
parte, la Unión Soviética enfrentó cuestionamientos dentro del bloque comunista, lo que
condujo a un retroceso en sus objetivos internacionales y a su posterior fragmentación y
disolución del poder político mundial.

En Europa, surgieron movimientos de protesta y reforma, como la rebelión estudiantil de 1968


en Francia y la "primavera de Praga" en Checoslovaquia, que buscaban cambios en las
estructuras políticas y sociales. También se observaron movimientos contestatarios en América
Latina, impulsados por la Revolución Cubana y liderados por figuras como Salvador Allende en
Chile. Sin embargo, en muchos casos, estos movimientos enfrentaron represión y obstáculos
para lograr sus objetivos.

6.2 Los militares y la Revolución Argentina

El régimen surgido del golpe militar de junio de 1966 en Argentina se autodenominó


"Revolución Argentina". Los militares derrocaron a las autoridades ejecutivas, provinciales y
municipales, así como a los miembros de la Corte Suprema. Se disolvieron las legislaturas
nacionales y provinciales, se prohibió la actividad de los partidos políticos y se confiscaron sus
bienes. Los militares consideraron que debían abandonar la intervención tutelar y participar
directamente en los asuntos de gobierno para solucionar la crisis de autoridad y la indisciplina
social.

El documento más importante de la Junta de comandantes de las Fuerzas Armadas, que


promovió el golpe, fue el "Estatuto de la Revolución Argentina". Este estatuto eliminaba la
división de poderes establecida en la Constitución, concentrando los poderes ejecutivo y
legislativo en la persona designada como presidente de la Nación. El presidente tenía la
facultad de nombrar gobernadores provinciales, quienes ejercían los poderes ejecutivo y
legislativo a nivel local. Además, el estatuto establecía que los nuevos jueces designados para
la Corte Suprema debían priorizar sus disposiciones sobre las de la Constitución. Con este
documento, la Junta se atribuía poderes constituyentes sin establecer límites temporales al
ejercicio de la presidencia.

La Junta designó al General Juan Carlos Onganía como presidente, desvinculándose


formalmente del gobierno. Inicialmente, el nuevo gobierno tuvo un consenso mayoritario que
abarcaba a todas las clases sociales y a casi todas las corrientes políticas. Sin embargo, después
de un breve período en el que se proclamó el respeto a las libertades constitucionales, la
política se volvió abiertamente dictatorial.

La "Revolución Argentina" tenía como objetivo desarrollar un plan en tres etapas. La primera
etapa, el "tiempo económico", buscaba destrabar el desarrollo industrial y acabar con la
inflación y los ciclos depresivos. Luego vendría el "tiempo social", destinado a distribuir la
riqueza acumulada y superar los conflictos sociales. Finalmente, se llegaría al "tiempo político",
que permitiría la participación de la sociedad en un sistema institucional distinto al anterior. Sin
embargo, hasta que llegara ese momento, el gobierno no toleraría manifestaciones de
oposición y se mostró represivo.
Se promulgaron leyes represivas que regulaban la seguridad nacional, se restringió la libertad
de prensa, se censuraron manifestaciones culturales y se intervino en los medios de
comunicación. La represión se dirigió principalmente a prevenir reacciones de los sectores
afectados por los ajustes económicos requeridos.

La política económica autoritaria se enfocó inicialmente en los trabajadores del transporte y la


energía, interviniendo o suprimiendo los sindicatos y recortando conquistas laborales. Otros
sectores sociales también se vieron afectados por la modernización económica, generando
tensiones sociales y descontento.

Después de tres años, el gobierno de Onganía sufrió un deterioro máximo. Las calles se
convirtieron en escenario de movimientos populares de protesta, inspirados también por el
clima internacional, como el "mayo francés" y las movilizaciones contra la Guerra de Vietnam.
El punto de quiebre fue el "Cordobazo" en mayo de 1969, donde una marcha de protesta en la
ciudad de Córdoba resultó en el control de la ciudad por parte de los manifestantes y
enfrentamientos con las fuerzas policiales y militares.

Desde el inicio de su mandato, Onganía intentó apartar a las Fuerzas Armadas de la toma de
decisiones gubernamentales, pero la prohibición de actividades políticas politizó al ejército y
los líderes militares se convirtieron en interlocutores de grupos y políticos descontentos con el
rumbo del gobierno. Ante el pedido de prórroga de su mandato, Onganía enfrentó la
insubordinación de los comandantes de las tres fuerzas, lo que marcó el comienzo del fin de su
régimen.

La situación en Argentina durante el gobierno de Onganía se vio afectada por varios factores
que llevaron a los altos jefes militares a deponerlo. Entre estos factores se encontraba la
extranjerización de la economía argentina como resultado del programa económico
implementado por Onganía, el cual generó rechazo y provocó el Cordobazo en mayo de 1969.
Además, el gobierno no ofrecía perspectivas políticas claras y había intentado ignorar a los
partidos tradicionales. También se sumaron a la oposición sectores rurales desplazados por los
intereses industriales y corporaciones transnacionales. La aparición de la guerrilla,
representada por la organización Montoneros, tuvo un impacto significativo cuando
secuestraron y asesinaron al expresidente provisional Aramburu en mayo de 1970.

Los Montoneros eran el brazo armado del peronismo revolucionario y estaban liderados por
Mario Firmenich. Sus miembros provenían de diversas corrientes políticas, como el
nacionalismo de derecha, el catolicismo progresista y partidos políticos de izquierda. Aunque
su objetivo final era construir una sociedad socialista, se identificaban con el peronismo y
defendían sus principales banderas. Además de los Montoneros, surgieron otras
organizaciones guerrilleras como el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), de orientación
marxista.

Estas organizaciones llevaron a cabo acciones armadas, desde tomas de pueblos hasta
secuestros y asesinatos de figuras políticas, sindicales y empresariales. Estas acciones
contribuyeron a la desestabilización política, pero también generaron represión por parte del
Estado y de organizaciones paramilitares como la Triple A. Finalmente, el golpe de Estado de
1976 puso fin a las acciones guerrilleras.

Ante la creciente presión y descontento, las Fuerzas Armadas decidieron destituir a Onganía el
8 de junio de 1970. El general Roberto M. Levingston asumió la presidencia, pero tampoco
logró superar el escepticismo y la falta de respaldo popular. Las protestas y acciones
guerrilleras continuaron, y un nuevo levantamiento popular en la ciudad de Córdoba, conocido
como "el viborazo", llevó a la renuncia de Levingston en poco más de nueve meses.

En esta ocasión, la Junta de comandantes decidió mantener el poder y el general Alejandro A.


Lanusse asumió la presidencia. Lanusse buscó restablecer la actividad de los partidos políticos y
anunció la celebración de elecciones generales sin proscripciones. Sin embargo, su intento de
impulsar un Gran Acuerdo Nacional (GAN) para una transición pacífica se vio obstaculizado por
la agitación generalizada, la negativa de Perón a negociar oficialmente y las discrepancias
dentro de las Fuerzas Armadas.

En medio de este contexto, las manifestaciones de protesta se multiplicaron y las acciones


guerrilleras se intensificaron. Las Fuerzas Armadas y los sectores económicos temieron la
convergencia de las insurrecciones urbanas y la acción guerrillera, junto con el apoyo militante
de la Juventud Perón.

6.4.1 La doctrina de seguridad nacional


La dictadura de Onganía en Argentina implementó una política exterior alineada con los
Estados Unidos, basada en la "Doctrina de la Seguridad Nacional". Esta doctrina consideraba
que las fuerzas armadas debían proteger no solo el territorio, sino también las fronteras
ideológicas frente a amenazas comunistas y guerrilleras. A nivel internacional, la propuesta
argentina de institucionalizar un Comité Consultivo de Defensa en la OEA no tuvo el respaldo
unánime y fue rechazada.

En el ámbito económico, las relaciones con Estados Unidos tuvieron éxito, especialmente en
términos de inversiones y préstamos financieros. La gestión económica del ministro Krieger
Vasena fue elogiada por el FMI, se restableció la confianza de los inversores extranjeros y se
reimplantaron condiciones favorables para las compañías petroleras extranjeras.

Sin embargo, el alineamiento estratégico con Estados Unidos tuvo límites. La negativa
argentina a firmar tratados de no proliferación nuclear y de desnuclearización de América
Latina provocó la suspensión de la provisión de equipos militares por parte de Estados Unidos.
Ante esto, Argentina buscó reducir su dependencia de Estados Unidos acercándose a Europa.
Se firmaron contratos con empresas europeas para la construcción de una estación terrena de
comunicaciones y una central nuclear, además de adquirir armamentos de Francia.

Estas decisiones estaban motivadas por la intención de disminuir la dependencia de Estados


Unidos, el deterioro de la imagen de Estados Unidos debido a la guerra de Vietnam, y la
búsqueda de proveedores de armamentos más adecuados para enfrentar a las guerrillas.
Además, la distensión política de la administración Nixon y la muerte de Che Guevara
permitieron el surgimiento de ideas nacionalistas y autonomistas en Argentina.

6.5.2 El plan económico de Krieger Vasena


Se dispuso a implementar su programa económico sustentado sobre una base fuerte de poder,
la intención de evitar los movimientos bruscos y el corto plazo en la distribución del ingreso.
Desde la óptica del ministro los problemas económicos argentinos se debían a los elevados
índices de ineficiencia existente tanto del sector público como en el privado para acabar con los
problemas era necesario realizar una redistribución de recursos entre las actividades de cada
sector. Consciente de los efectos redistributivos de las medidas económicas que pretende
adoptar se propuso morigerarlos para el empresariado industrial y los terratenientes en
cambio las consecuencias sobre los ingresos de los trabajadores serían más fuertes. La
devaluación compensada intentado acabar con la dinámica especulativa reinante esta
evaluación tenía también por objeto la atracción de capital extranjero. La devaluación provoca
una profunda alteración de los precios relativos, produce importantes transferencias de
ingresos, estas medidas serán complementadas para evitar que diversos sectores se
beneficiarán de manera desproporcionada con el aumento del precio de las divisas por eso se
puso un impuesto a las exportaciones. La devaluación encarecía los productos importados y
colocaba en una mejor posición competitiva la industria, para evitar que se disminuyera la
eficiencia se redujeron los aranceles aduaneros. Los tenedores de divisas sufrieron un
impuesto extraordinario. La devaluación, las retenciones y las modificaciones de aranceles
todas en conjunto tenían un efecto similar al de la introducción de un doble tipo de cambio.
También se contempla en la institución de incentivos fiscales para promover la inversión en la
industria y alentar la expansión de las exportaciones no tradicionales como la desgravación
impositiva para la compra de maquinaria agrícola industrial. Por último se instrumentó
medidas fiscales y de racionalización del sector público como el aumento a las tarifas de los
servicios públicos el incremento de los impuestos sobre las ventas y las propiedades la
reducción o redistribución del empleo público que apunta a disminuir el déficit fiscal, también
se congelaron los salarios. en los meses siguientes adoptaría disposiciones complementarias
tendientes a garantizarla estabilización de la economía y el rápido ingreso en una fase de
crecimiento por eso la diferencia de otras gestiones no produjo una recesión lo que puede ser
atribuido en parte la particular política monetaria, la liquidez creció entre 1967 y 1969.la
política monetaria estuvo lejos de ser expansiva a la reducción de la emisión por la caída del
déficit fiscal se le sumó durante la ejecución del plan un fuerte incremento de las tasas de
interés de manera que los instrumentos utilizados por el gobierno en esta materia apuntan
más a restringir la circulación monetaria que afrontar su expansión también se estableció un
acuerdo voluntario de precios de este modo el gobierno arreglado con las principales empresas
industriales al congelamiento de precios por un lapso de seis meses ofreciéndoles como gesto
de buena voluntad una serie de incentivos para el acceso al crédito bancario y la exclusividad
del mercado del sector público. Se da por concluido el régimen de prórroga automática y
congelamiento de los arrendamientos rurales. Un objetivo manifiesto del gobierno lograr
incrementar las exportaciones de productos industriales para este modo aliviar la balanza de
pagos. El establecimiento un tipo de cambio fijo, la apertura al flujo de capitales externos, una
política monetaria donde el principal factor influyente en la cantidad de dinero en circulación
es el saldo de los movimientos de divisas al exterior y la disminución de aranceles para
estimular la eficiencia de las empresas locales no apunta una transformación estructural de la
economía Argentina. El salario pasó a ser tomado sólo como un costo que debía reducirse para
ganar en competitividad.

6.5.3 La aplicación del plan y sus resultados


En 1967 cuando se anunció un acuerdo stand by con el FMI por un monto total de 125 millones
de dólares para el combate a la inflación como marco para la llegada de capitales extranjeros
considerados imprescindibles para impulsar avances tecnológicos y un mayor crecimiento en la
producción pasen a confiar más en los mecanismos de mercado sin tratar de orientarlo hacia
prioridad alguna y ni siquiera condicionada. en este clima de confianza con el apoyo de las
principales entidades empresariales y rurales y la debilidad de la oposición política y social la
actividad económica comenzó a exhibir signos de recuperación y crecimiento el gobierno logra
exhibir un manejo más ordenado de las cuentas fiscales aun cuando el gasto público se
incrementó , las nuevas cargas impositivas aumentaron notoriamente la recaudación y los
ajustes en las tarifas públicas permitieron elevar los ingresos y reducir de manera drástica el
déficit fiscal. En cuanto al proceso inflacionario entendiendo que el principal problema se halla
en los costos de las empresas los primeros intentos fue que los precios no se movilicen a través
de un acuerdo con las firmas líderes, la inflación comenzaría a descender, aunque con lentitud.
Se produjo un rebote inflacionario esto se relacionaba con el incremento del precio de la carne.
Las expectativas inflacionarias desencadenadas por una nueva devaluación y la influencia del
aumento del precio de los insumos importados producen una mayor inflación a nivel mundial
dado que las tasas de inflación en los distintos países no eran uniformes pronunciado un
período de inestabilidad monetaria con profundas alteraciones de las paridades cambiarias que
incidía la rentabilidad de las exportaciones argentinas. La producción interna volvió a cobrar
dinamismo a partir de 1967 se registraron tasas de crecimiento del PBI que fueron
incrementándose en los años posteriores. El sector de la construcción impulsado por un plan
de obras públicas creció enormemente en cambio la producción primaria cuya evolución,
aunque con tendencia ascendente tuvo fuertes oscilaciones, también se produjo un
incremento de la participación de la industria y una fuerte contracción en el sector de la
agricultura ganadería y pesca. Una de las fuentes de dinamismo de la economía durante este
periodo fue la inversión pública cuya participación creció progresivamente la estructura del
gasto total, aunque mucho de este gasto fue para pagar la deuda. la reserva del banco central
comenzó a crecer a partir de abril de 1967 se originó un saldo positivo de la balanza comercial
y en el ingreso de capitales aportados por los préstamos externos los capitales privados para
inversiones directas y los préstamos de largo plazo fueron escasos. La política cambiaria
también dio resultados distintos a los esperados, aunque vinieron inversiones externas está
fueron de corto plazo o se prefirió antes que correr un riesgo empresario comprar paquetes
accionarios de empresas ya instaladas y altamente rentables beneficiándose con la prima de
inversión que genera la sobre devaluación. en este periodo se produjo la desnacionalización de
empresas por cuantos alrededor de 60 establecimientos de primera línea en el orden nacional
pasaron a manos de capitales extranjeras resultados de la política global aplicada al sector
externo fueron así a mediano plazo el incremento del endeudamiento externo, la deuda
externa creció en un 21% así mismo el balance del comercio exterior de mercancías se fue
reduciendo gradualmente mientras que el flujo de capitales volvió a exhibir un signo negativo
en 1969.En función del sostenimiento de la paridad peso-dólar y la libre disponibilidad de
divisas para su transferencia al exterior el gobierno había prometido que la argentina se
transformaría en una plaza atractiva para el capital pero solo fueron entradas de corto plazo.
Entre 1966 y 1969 mientras las exportaciones crecieron sólo 1,2 porciento las importaciones lo
hicieron en un 4,2% de este modo el saldo de intercambio se redujo notoriamente.

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