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Prodavinci

Elizabeth Burgos: “Los cubanos se han dedicado al control


de las Fuerzas Armadas”; por Hugo Prieto
Hugo Prieto · Sunday, July 30th, 2017

Fotografía de Andreína Mujica

Ha vivido en Cuba y su interés particular como escritora e intelectual es el papel que


ha jugado la expansión del proyecto político del castrismo en América Latina.
Elizabeth Burgos escribió un libro, Memorias de un soldado cubano, en cuyas páginas
relata la travesía del guerrillero cubano Dariel Alarcón (alias “Benigno”),
sobreviviente de la columna del Che en Bolivia. Alarcón se exilió en Francia, luego de
que la cúpula cubana, con la aprobación de Fidel Castro, le pidió que fuera a varias
ciudades en la isla para insuflar el heroísmo y los sacrificios de un pueblo sometido a
58 años de dictadura comunista. ¿Otro sacrificio? ¿Uno más? Y ahí se rompió el sueño.

Residenciada en París desde hace muchos años, Burgos ha concedido esta entrevista,
vía telefónica, a Prodavinci. “Ahí, donde han estado los cubanos, todo termina en

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tragedia”, dice con conocimiento de causa. Seguramente no tenemos idea de qué


fuerzas enfrentamos, porque hay “mucha ingenuidad, mucho desconocimiento, del
aparato que les cayó encima: el castrismo”.

Hay dos alternativas a raíz de la Asamblea Nacional Constituyente que se vota


este domingo en Venezuela. La primera. Una vez que se instale, allanaría el
camino para avanzar en la centralización y concentración del poder, tal como
ocurre en Cuba. La segunda. Podría ser una carta a favor del gobierno en una
hipotética negociación con la oposición política. ¿Usted qué cree?

A pesar de que Cuba es una isla en el Caribe que no produce nada, ha logrado
desarrollar una política de gran potencia, entre otras cosas, porque el castrismo ha
tenido la clarividencia, la habilidad, de ser una especie de Celestina de los imperios.
Sabe muy bien manejar el estatus que se ha dado como un intermediario de los
imperios. Esa experiencia le viene de la época de la Colonia, en que Cuba fue un
cuartel de España, un centro de abastecimiento de la flota española cuando venía de
Europa y cuando regresaba de ella cargada de oro y de plata. Ya en esa época, Cuba
tenía la posibilidad de no producir nada y vivir de lo que se llamaba las partidas, que
llegaban del virreinato de Nueva España, es decir, México. Luego vino la relación
especial con los Estados Unidos, país que intervino en la independencia de Cuba a
llamado de los propios cubanos, porque advirtieron que no lograban vencer a España.
Los mambises, los patriotas cubanos, llamaron a los estadounidenses para que
vinieran a terminar la guerra y lo hicieron. La independencia cubana fue una
negociación que se hizo en París entre Estados Unidos y España, sin la presencia de
los patriotas cubanos. Esa idea de la Cuba intervenida por los Estados Unidos se la
vendió Fidel a toda América Latina, como si eso fuese parte de la historia
latinoamericana, como si eso fuese un problema para los países de América del Sur,
donde Estados Unidos nunca ha puesto la bota militar. Entonces, hay ese discurso
antiimperialista, que es una cosa totalmente fabricada.

Sin embargo, esa fábrica sigue funcionado. Ese discurso tiene eco en todo el
continente. Al parecer, tiene un arraigo insospechado. ¿Cuál sería la
diferencia?

La relación entre Estados Unidos y América Latina es una cosa y la independencia de


los países latinoamericanos es otra. En cambio en Cuba están ligadas las dos cosas.
Ese es el trauma cubano. El trauma que ha hecho que los cubanos hayan aceptado el
castigo hasta nuestros días. En cuanto a las opciones que planteas para Venezuela, yo
nunca he visto que el castrismo haya negociado nunca nada. Lo que sí he visto es que
se plantea varias opciones para resolver un conflicto, fuera de esas opciones no
negocia nada.

De hecho, uno de los voceros del gobierno cubano, José Ramón Machado
Ventura, negó de plano que Cuba tenga la intención de participar en una
eventual mediación internacional. Por el contrario, pidió “absoluto respeto” a
la soberanía de Venezuela.

Claro, claro. Después de la elección de este domingo y desde el punto de vista


internacional, los cubanos van a poner a funcionar todas sus redes, que son muy

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poderosas. Cuba tiene 58 años construyendo redes de amigos, de propagandistas y de


incondicionales, que están en los puestos de poder de la opinión pública, en las
universidades, en los medios de comunicación, en las instituciones. La Constituyente
quedará como una expresión de la institucionalidad. Mientras tanto, los elementos de
violencia que hay en las manifestaciones, que pueden ser causados por infiltrados, no
lo dudo, le van a restar prestigio a la oposición.

¿Lo institucional será, sencilla y llanamente, lo que decida la ANC?

Claro. Recuerda lo que dijo (Pepe) Mujica, un hombre que luego se volvió respetuoso
de las instituciones y de la democracia cuando le reprocharon que no protestara por la
violación de los Derechos Humanos y por la vigencia de la pena de muerte en Cuba. Él
dijo la pena de muerte en Cuba es legal, no tengo por qué reprocharles eso. ¿Cuál es
la característica? He visto que en Venezuela muchos analistas mezclan y hablan de la
dictadura de Pinochet, de Videla y de los militares uruguayos. Pero la característica de
la dictadura cubana y del castrismo es que todo es legal. El régimen cubano tiene su
legitimidad en las leyes. Incluso, la perpetuidad del socialismo está escrita en la
Constitución cubana.

¿En la influencia, o más bien en el padrinazgo, que Cuba ejerce sobre


Venezuela, todas las decisiones importantes que se toman aquí, referidas a las
Fuerzas Armadas, el petróleo o los aparatos de seguridad, se consultan, se
discuten, con la cúpula cubana?

Lo que yo veo es que son una versión calcada de las instituciones cubanas. Por
ejemplo, ceder a los militares el rubro más importante de la economía venezolana, que
es la minería, es exactamente lo mismo que se ha hecho en Cuba. Es decir, lo poco de
economía que existe en Cuba, el turismo, eso está en manos de las Fuerzas Armadas.
Cuba es una dictadura militar y una sociedad militarizada.

Está el caso de lo que ocurrió con el historiador de La Habana, Eusebio Leal,


que dirigió un proyecto turístico en La Habana Vieja y una vez que resultó
exitoso pasó a control de las Fuerzas Armadas.

Sí, pero eso es una voluntad. En Cuba hay dos pilares que sostienen al régimen, que
son: El Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas. El partido comunista va a
comenzar a existir ahora con Raúl Castro. Anteriormente, era un simple elemento de
control social. Sin duda, el control de la ciudadanía es otra de las características del
castrismo. Todo está controlado. Todo cubano es agente del Ministerio del Interior en
potencia. Ningún cubano se va a negar a eso, porque si se niega se convierte en un no
persona. No puede acceder a la universidad o a un puesto de trabajo. Le hacen la
guerra y se convierten en marginales. ¿Tú crees que en Venezuela hay alguien
capacitado para ese nivel de maniobra y hacer un montaje, como el que han hecho
desde el punto de vista institucional, para ganar terreno en cada una de las crisis?
¿Con el nivel cultural que tienen quienes dirigen el Estado venezolano? No, es
imposible si no lo hacen con expertos. El castrismo ha creado una élite de expertos
excepcionales. Y esto me lo dijo un analista de la CIA, que estudió los discursos de
Fidel Castro en sus 30 años de servicio. Ese fue su trabajo. Además, era doctor en
Letras Hispánicas. Es decir, no era un simple agente sino un analista de alto nivel. El

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error nuestro fue haber creído que los servicios de inteligencia cubanos eran similares
a los del resto de América Latina y resulta que tienen el mismo nivel de excelencia del
Mossad israelí y de los británicos. Los cubanos tenían un equipo completo infiltrado en
la CIA.

Fotografía de Andreína Mujica

Tomando en cuenta que en Cuba todo es legal y que el chavismo también se


ha preocupado por darle un soporte de legalidad a sus actuaciones. ¿Usted
cree que los mecanismos de control social pueden validar en las urnas
electorales lo que quiere el señor Nicolás Maduro?

Eso lo van a hacer progresivamente. Yo creo que les ha sido muy difícil establecer un
control sobre la sociedad venezolana, porque es una sociedad muy anárquica, es gente
muy imprevisible, muy distinta a los cubanos; yo supongo que ellos han sufrido mucho
con esas características antropológicas del ser venezolano. Entonces, se han centrado
en el control de los espacios de poder, en lo que constituye el poder. Es decir, el
Ejército, las Fuerzas Armadas. Evitar que las Fuerzas Armadas se dividan y, en caso
de una insurrección, decidan, al menos una parte de ellas, ponerse del lado del pueblo
y digan No les disparamos al pueblo. Hay indicios de que eso no va a pasar,
precisamente porque se han dedicado al control de las Fuerzas Armadas. No hay una
sola palabra que pueda parecer una actitud sospechosa.

El cuento de que las Fuerzas Armadas son deliberantes es sencillamente eso,


un cuento.

Yo creo que hay que considerar eso: El mecanismo del control del poder. No nos
podemos quedar con la idea de que Cuba es simplemente una dictadura. Es una

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dictadura que se legitima, para ellos, en un proyecto político histórico: la implantación


de un régimen, tipo cubano, en toda América Latina. Y lo han ido logrando, porque
además de Venezuela tienen a Nicaragua, a Bolivia, a Ecuador y ahora están tratando
de tomar a Colombia. Las FARC, convertida en partido político y con todo el dinero de
la droga, en unas elecciones pueden comprar todo los votos que quieran. En el
fenómeno de Venezuela se ha juntado la cultura política cubana con la cultura
petrolera venezolana. Me refiero, en el caso de la cultura política cubana, al
castrismo, ya tardío y decadente, que no tiene nada que ver con los primeros años,
cuando el Che Guevara le dio ese sello, ese matiz, puritano y moral y se junta con el
modelo petrolero venezolano rentista que lo compra todo con mucha facilidad. Con
ese maná que les cayó encima hicieron una geopolítica del petróleo, compraron
adhesiones políticas y ahí tenemos al proyecto político histórico avanzando. Tú no ves
a los cubanos como nuevos ricos por el mundo, en los mejores restaurantes, ellos
están allí, en lo suyo.

El tema crucial es el poder. Para una sociedad como la venezolana, que mal
que bien había vivido en democracia y conocía los protocolos de la
democracia, particularmente el voto, que además había vivido la experiencia
del pacto de Punto Fijo, defenestrado por el chavismo, pero que ponía énfasis
en los acuerdos y en la alternabilidad, pues esta visión cubana del poder
absoluto es una novedad frente a la cual hay mucha incomprensión de cómo
funciona y qué consecuencias tiene sobre el manejo del país y de la sociedad.
¿Qué cosas vamos a ver ahora?

Una de las características del castrismo es la exclusión, la exclusión de todos los que
están en desacuerdo. Hicieron todo para que los cerebros cubanos se fueran al exilio.
A otros los doblegaron, los convirtieron en dóciles, después de una lucha tremenda. Lo
que dicen en Venezuela, que los cubanos no lucharon es totalmente falso. En Cuba
hubo hasta una guerrilla anticastrista (la guerrilla del Escambray, apenas conocida),
los campesinos se alzaron cuando vieron que la reforma agraria no los convertía en
propietarios de sus tierras, sino que eran miembros de un sistema totalmente
centralizado y estatizado. Fueron guerrillas tremendas. Se calcula que había 2.600
hombres en armas. Al último lo fusilaron en 1966, porque a todo el que tomaban vivo
lo fusilaban. Hubo levantamientos en la ciudad, luchas estudiantiles. Toda esa
oposición fue liquidada. Hubo fusilamientos masivos en las Fuerzas Armadas de Cuba.

Las Fuerzas Armadas van a jugar un papel fundamental en todo esto que se
está implementando en Venezuela. Las promociones de nuevos oficiales viajan
a Cuba, donde estudian el modelo político, el modelo económico. Además, los
militares venezolanos ya tienen su propia empresa, Camimpeg, cuyo objeto es
la explotación de petróleo, gas y los depósitos minerales del llamado Arco
Minero. Muy difícilmente la oposición pueda hacer una oferta que iguale o
supere la apuesta que está haciendo la cúpula del chavismo.

No, por supuesto que no. Más bien se ha perdido demasiado tiempo. Se ha dejado que
todos los estratos de poder estén bajo un control. El castrismo tuvo éxito cuando
advirtió que con las guerrillas no llegaban a nada, pero con la infiltración de los
ejércitos sí. Eso lo entendieron durante el gobierno de Salvador Allende, cuando la
alta oficialidad chilena, que posteriormente participó en el golpe, fue invitada a Cuba,

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ahí se dieron cuenta del peligro que significa la infiltración cubana.

Es muy paradójico, porque después de una larga estadía en Cuba, Fidel Castro
dijo: “Le vi la cara al fascismo”, y la oficialidad chilena, en La Habana, advirtió
los peligros de la infiltración castrista. Tenemos una cosa y la otra. Y la
pregunta que le hago es: ¿Usted cree que Pinochet rescató un país?

Pinochet impidió que se instaurara en Chile lo que está pasando hoy en Venezuela. Yo
te hablo en términos históricos, no estoy hablando ni en términos morales, ni si
Pinochet fue esto o aquello, no. Si tú lees los discursos que dio Fidel Castro en
Caracas, el 23 de enero de 1959 te darás cuenta de que allí estaba el proyecto político
histórico ya. Y, a partir de ese año, las dictaduras militares de América Latina no
fueron de la misma categoría, fueron causadas por la lucha armada y por la guerrilla y
no por la toma del poder como siempre lo habían hecho. Los militares
latinoamericanos piensan que ellos son los únicos que tienen la vocación de gobernar.
Esa es una patología latinoamericana, es cierto. Pero a partir de la guerrilla se
desarrolló como respuesta el terrorismo de Estado. Fue una respuesta a la lucha
armada. Hay que verlo así. Y no estoy justificando el terrorismo de Estado ni los
horrores que hicieron. Lo que estoy diciendo es que a partir de 1959, con esos tres
discursos, se vio de forma muy concreta cuál iba a ser la política de Fidel Castro hacia
América Latina. Lo que se ha vivido es un forcejeo entre democracia y totalitarismo en
toda la región. Eso por la voluntad del castrismo de imponerse, de imponer un tipo de
régimen según el modelo ideado por Fidel Casto. Es una mezcla, además, de fascismo
con comunismo, con cristianismo, es un engendro, una especie de pensamiento
mestizo. Ese forcejeo, que Betancourt lo vio muy claro, lo estamos viviendo, hace 58
años estamos en eso.

Fotografía de Andreína Mujica

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Teniendo esos antecedentes tan claros, teniendo además esa visión tan
clarividente de Betancourt frente a ese conflicto, ¿cómo es que bajamos la
guardia en Venezuela? ¿Camarón que se duerme se lo lleva la corriente?

La cultura petrolera. Mientras los otros países estaban inmersos en ese conflicto, a
Venezuela llegó un gran número de exiliados de todas partes, que viven además la
experiencia de la democracia venezolana. En esos años, yo viajaba mucho a varios
países de América Latina, aprovechaba esos viajes para visitar a mi familia y veía el
contraste de cómo se vivía con relación, por ejemplo, a Perú y Bolivia, que eran los
países que yo más visitaba. Esa especie de paraíso, donde se tomaba whisky a las 10
de la mañana. Recuerdo que en Bolivia tomaban el té en la mañana y guardaban la
bolsita para tomarlo en la tarde. Es la cultura petrolera, el síndrome del petróleo. Aquí
trajeron a un sociólogo (Alain Touraine) para que hablara precisamente de Venezuela
y él les dijo: Yo supongo que ustedes me han invitado porque soy especialista en
América Latina, pero quiero decirles que Venezuela es un país latinoamericano desde
el punto de vista geográfico, pero es un país petrolero y esa es otra dimensión.

A uno no le queda más remedio que reconocer que lo que nos está pasando
nos lo causamos nosotros mismos. ¿Nos lo merecemos, incluso?

Aquí llegó un venezolano y advertí el nivel de ingenuidad, de desconocimiento del


aparato que les ha caído encima, que es el castrismo. 58 años en el poder, en un país
mantenido por el mundo entero (México, Rusia, China, Francia, Japón, España,
Venezuela, entre otros países —además del Club de París—, le han condonado la
deuda a Cuba), han logrado legitimidad debido a su discurso antiestadounidense,
aunque Fidel Castro no ha puesto ni un cohete en Estados Unidos, ni loco. En su
intervención en América Latina, los muertos los ha puesto la región. Y eso les ha dado
una legitimidad fundamental.

El domingo (hoy) muere en Venezuela un principio elemental de la


democracia: un hombre, un voto. ¿Usted cree que vamos a un sistema
electoral distinto como existe en Cuba (elección de segundo grado)?

Tengo la impresión de que sí, por lo que veo desde lejos, si hubiese actualmente en la
oposición un Fidel Castro, un Lenin, te diría que no. Pero yo no lo veo. Alguien que
marque la ruta con un proyecto, una visión y que diga hoy hacemos una insurrección,
porque si esperamos hasta el domingo se acaba la democracia.

En su libro, Memorias de un soldado Cubano, hay una secuencia de hechos


que demuestran que el castrismo no se anda con miramientos ni
contemplaciones morales o éticas a la hora de imponer el control absoluto
sobre la sociedad. Esos rasgos ya los estamos viendo aquí. ¿Vamos a ver todo
ese inventario como alguna vez lo escribió, aunque estamos viviendo en otra
época y en una realidad más compleja?

A los venezolanos les decía: Ahí están metidos los cubanos y eso siempre termina en
tragedia. No, aquí nunca puede pasar lo de Cuba. Ya van más de dos millones de
exiliados venezolanos y los que van a venir ahora, después del domingo, cuando se vea
que no hay otra perspectiva que la continuidad del régimen y que cada día va a ser

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más, porque la radicalización se va a profundizar. Y lo que va a pasar en Colombia con


las FARC como partido político. Con el castrismo siempre hay que ver el contexto
global. A Venezuela no la pueden perder, siempre están hablando del petróleo. No. Es
lo que significa geopolíticamente Venezuela. Rusia está en una dinámica imperial.

China también.

Pero China no lo necesita, porque ellos tienen la bomba demográfica y metiéndola ya


lo tienen. Pero Putin sí. El está en la dinámica del imperio zarista. Ellos no celebraron
este año los 100 años de la Revolución de Octubre. Pero sí celebraron el milenario del
zarismo.

¿A usted la sorprendieron las prácticas despiadadas, la rudeza, el uso excesivo


de la fuerza, con que las fuerzas del orden, por llamarlas de algún modo, han
reprimido las protestas en Venezuela?

No, porque además lo están haciendo de una forma muy racional. Yo he hecho
entrenamiento militar y te aseguro que dispararle a la cabeza a alguien no es fácil. Y
ahí los tiros los dan en la cabeza o en el pecho. Es gente muy bien entrenada. No es la
represión masiva ni el uso de la fuerza bruta. Es una represión a cuenta gotas, muy
racional. Nunca Fidel Castro ha querido parecerse a las dictaduras latinoamericanas.
El ejército nunca ha participado en la represión en Cuba. En Cuba actúa la respuesta
rápida equivalente a lo que en Venezuela se conoce como los colectivos (fuerzas
paramilitares amparadas por el gobierno), que es el pueblo defendiendo su revolución.
A ellos los dirigen desde el Ministerio del Interior. En Venezuela hay una situación
distinta, actúa la Guardia Nacional, pero el ejército muy difícilmente y eso lo van a
evitar a toda costa. Esa deshumanización que hay en Venezuela, digamos, que matan
niños, es totalmente racional. Es una forma de decirle a la gente, miren los que les va
a pasar, es una forma de amedrentamiento.

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