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Árbol de la vida - Etz Jayim Rabí Yitzjak Luria, El ARÍ

Un gran cabalista del siglo XVI

Mirad, que antes que las emanaciones fueran emanadas Y las criaturas fueran creadas,

Había una Luz Superior simple que llenaba toda la realidad.

Y no había ningún lugar vacante, tal como aire libre y espacio, Sino que todo estaba
lleno de aquella Luz simple del Ein Sof (Infinidad).

Y no tenía ni principio ni fin, Sino que todo era una sola Luz simple, balanceada,
uniforme e igualitariamente, Y se llamaba “la Luz del Ein Sof (Luz Infinita)”.

Y cuando a raíz de Su voluntad simple, surgió el deseo de crear los mundos, Y emanar
las emanaciones, Traer a la luz la perfección de Sus actos, Sus nombres y Sus
denominaciones, Que fue la causa de la creación de los mundos, Se restringió, entonces,
el Infinito, a Sí Mismo, en Su punto medio, Precisamente en el centro, Y restringió
aquella Luz, Y se apartó hacia los costados alrededor de ese punto medio.

Y ahí permaneció entonces, un espacio libre, un vacío, Desde el punto medio mismo.

Y esta restricción fue uniforme, Alrededor de ese punto vacío, De manera que aquel
espacio Fuera distribuido uniformemente a su alrededor.

Allá, después de la restricción, Habiendo permanecido el espacio, libre y vacío


Precisamente en el centro de la Luz infinita, Ya hubo lugar, Donde los emanados y los
creados y los formados y lo hechos Pudieran residir.

Luego, pendió, de la Luz Infinita, una sola línea Suya, De arriba abajo, Descolgándose
hacia dentro de ese espacio.

Y a través de esa línea, Él emanó, creó, formó e hizo Todos los mundos, enteramente.

Antes que estos cuatro mundos existieran Era un solo Infinito y Su Único Nombre, en
una unidad maravillosa y oculta, Que no existe ni siquiera en los ángeles más cercanos a
Él Los cuales no tienen alcance en el Ein Sof (Infinidad), Porque no hay ninguna mente
creada que pueda alcanzarlo, Ya que Él no tiene lugar, ni límite, ni nombre.

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