Está en la página 1de 3

“Cuando en la cancha me gritan ‘puto’, me doy vuelta y me río”

Por Roberto Parrottino (Tiempo Argentino)

Nicolás Fernández se escapó unos días a Pellegrini, el pueblo bonaerense de


diez mil habitantes en el que nació hace 24 años, donde, cuenta, “los gays son
todos tapados, porque nadie dice nada”. A 114 kilómetros, en Santa Rosa, La
Pampa, realiza la pretemporada con el Club General Belgrano, que juega en la
Liga Cultural, cuyo premio es un lugar en el Regional Amateur, cuarta categoría
del fútbol argentino. Pero Fernández -arquero, de “estilo clásico”, admirador
de Marcos Díaz- se destapó: el año pasado dijo públicamente que es
homosexual. “Soy feliz. Gracias a quienes lo entienden. Y perdón a quién no. Un
género no determina nada y mucho menos habla de quién soy como persona.
Estoy enamorado y sí, de alguien de mí mismo sexo”, escribió en su Facebook
el 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGBT. Y vivió una revolución: de
algún modo, es el único futbolista argentino en decirlo.

-¿Cómo empezó tu carrera?


-Arranqué en Huracán de Pellegrini, de la Liga Trenquelauquense. En un
momento, cuando fue el inicio de todo esto, dejé, porque estaba en pareja con
un chico. Estuve dos años alejado del fútbol. Después retomé en Barrio Viejo,
otro club de la Liga Trenquelauquense. Y después pasé a Deportivo Rivera de
La Pampa, y de ahí a Atlético Santa Rosa, donde me lesioné y operé los
ligamentos cruzados. Y ahora estoy en Belgrano.

-¿Te probaste en Independiente?


-A los 16 años, sí. Sin agrandarme, el coordinador de las inferiores me dijo que
muy bien, que era probable que me ficharan. Pasó el tiempo, y nunca me enteré
más nada. Pregunté en mi casa si me habían llamado, y nada. Hace dos años,
escucho a mi papá hablar con un amigo y decirle que me habían llamado,
pero que no quisieron dejarme ir a la pensión de Independiente, que era un
lío.
-¿Esperaste el Día del Orgullo para hacer público que sos gay?
-En verdad, nunca supe qué día era. Había salido, estaba con mi pareja y tiré
ese estado en Facebook. Después se hizo una revolución, se hicieron eco
todos los medios de La Pampa. Muchos se sorprendieron en el fútbol. Otros ya
me conocen en Santa Rosa. No ando con un megáfono diciendo que soy ni nada.
Pero ahí me salió.

-¿Cómo fue contarlo en tu familia y en el vestuario?


-Con mi familia fue sencillo. A mis viejos no les di opción. Les dije que si no
les gustaba me iba de casa, que no había problema. Tenía 17 años. Pero lo
entendieron. Y en el vestuario, fue en Deportivo Rivera. Estaba jodiendo con el
capitán. Y me sorprendió, adelante de todo el plantel: “¿Y vos qué onda? ¿Te
gustan los chicos o las chicas?”. Se ve que había estado averiguando. Se
hizo un silencio. Y les dije que había estado en pareja tres años con un
chico, y que si alguno tenía un problema, me lo dijera. Y si no, que acá no
había pasado nada. Fue simple, y los muchachos aceptaron sin ningún
problema. Me sentí aliviado.

-¿Nunca te sentiste discriminado en el fútbol?


-No tomo mal que hagan un comentario, un chiste. De hecho, mis compañeros lo
hacen. Terminamos de entrenar, nos ponemos a estirar, y por ahí sale algún
chiste. Me río. No lo tomo a pecho. Tengo claro quién soy, qué hago y qué
dejo de hacer. Lo que diga el resto no me interesa.

-¿Por qué nunca un futbolista de Primera División dijo públicamente ser


gay?
-En el fútbol es un tema tabú. Se comentan muchas cosas. Hay gente gay que
por ahí con un chiste se siente mal. A mí, no me pasa. Me pueden decir
cualquier cosa, y me puedo enojar pero lo resuelvo sin ponerme mal. Cuando
atajaba en Huracán de Pellegrini vino a jugar Ferro de Trenque Lauquen. Y una
persona se puso atrás del arco, arriba de una camioneta, y me insultó todo el
partido. Ya sabía. Ahí me calenté. Le decía que cuando terminara el partido
lo iba a buscar. Cuando termina, salgo corriendo, la policía me frena. Mi viejo y la
hinchada fueron a buscarlo. Tuvo que intervenir la policía para que pudiera
irse. Siempre sentí apoyo. Ahora me gritan ‘puto’ en la cancha y yo me doy
vuelta y me río. El año pasado atajé con un conjunto de ropa rosa en Atlético
Santa Rosa. Me dijeron tantas cosas para hacerme calentar y sacar del partido,
que yo me agachaba, le hacía cualquier gesto, me reía. Les gané. No lograron
hacerme enojar.

-¿Al futbolista le obligan exhibir cierta masculinidad?


-Hay que actuar, manejarse y proceder con total normalidad, porque no pasa
nada, justamente. Cuando llegué a Atlético Santa Rosa, golpeé la puerta del
vestuario, pedí permiso, me presenté ante Franco Lescano, el capitán, y saludé a
todos. Caí bien y siempre me lo recalcaron. Y un día, hablando con él, le dije
que tenía pareja. “Ah, buenísimo”, me dijo. Ningún problema.

-¿El fútbol femenino tiene una relación más libre con la sexualidad?
-Es mucho más abierto. En ese sentido el fútbol femenino está un paso
adelante. El fútbol masculino va camino a ser más abierto. Un amigo, Jonathan
Fensel, juega en All Boys de Santa Rosa. Y tengo un enojo con un jugador que lo
cargaba a él conmigo. “Ay, tu novio, tu novio”. Eso sí me molesta. Son mis amigos
y no mezclo una cosa con la otra. Ya me voy a desquitar. La única forma de
hacerme enojar es cuando molestan a mis amigos conmigo. El resto, me río.
A veces otros jugadores me ven, me saludan y agachan la cabeza. No sé por
qué será.

También podría gustarte