Está en la página 1de 3

Algunas cuestiones sobre el orden de los primates

“La historia de las ciencias nos demuestra que las teorías son perecederas. Con cada nueva verdad
revelada, tenemos una mejor comprensión de la naturaleza y nuestras concepciones, y nuestros
puntos de vista, se modifican”.
Nikola Tesla

La sistemática como campo científico encargado de la organización de los seres vivos en


series jerárquicas de grupos, enfatizando en sus interrelaciones filogenéticas; ha permitido
cuestionar constantemente la historia y la evolución de la vida; además de tratar de elaborar
respuestas a cómo se originan ciertos grupos, cómo ha sido su diversificación y cómo se
distribuyen en el tiempo y el espacio. En esta labor de descubrimiento y reconstrucción de
patrones biológicos, que permitan generar hipótesis y proponer un orden en la naturaleza,
los científicos se han enfrentado continuamente a largas discusiones, controversias y
desacuerdos, que solo pueden ser indicativos de que las clasificaciones con las que se
cuenta en la actualidad no son definitivas y están sujetas a los nuevos descubrimientos y
hallazgos que se pueden presentar.

En este orden de ideas, se pretende analizar la clasificación de los primates actuales que
está basada en los trabajos de Hoffstetter (1982), la cual es admitida por la mayoría de los
primatólogos, con el objetivo de tratar de identificar algunos elementos que generan puntos
de discusión dentro de esta propuesta; además de abordar antecedentes y el recorrido de la
posición que ha tomado el hombre en la clasificación como primate.

Los primates son un orden que aparece por primera vez en la clasificación propuesta por
Linneo en 1758, incluyendo al hombre y a los monos, aunque también se agrupaba allí a
quirópteros (murciélagos) y dermópteros (ardillas voladoras). Posteriormente, algunos
científicos (Blumenbach, G. Cuvier) dejaron solo bajo esta denominación a los monos por su
cualidad de cuadrúmanos, lo cual generó controversia para un gran número de eruditos del
siglo XIX (Geoffroy Saint-Hilaire, C. Darwin y T. Huxley), que intentarán explicar desde esa
época las relaciones entre los hombres y los grandes monos africanos a partir de una
perspectiva evolucionista.

Cuando se aborda la clasificación más aceptada para los primates actuales (Hoffstetter) y
los diferentes grupos acogidos en esta, se encuentra un primer aspecto de debate, que
indica que puede darse variabilidad en la manera en cómo algunos autores emplean los
mismos grupos, asignándoles diferentes status, que hacen por ejemplo que los subórdenes
se transformen en semiórdenes y los hipoórdenes en subórdenes, entre otras
modificaciones que llevan a que las clasificaciones no lleguen a ser tan adaptables a los
primates fósiles, donde los caracteres tipo no se expresaban aún o donde los grupos a los
que estos pertenecen no dejaron descendencia.

Dentro de esta clasificación actual de los primates se definen básicamente dos subórdenes:
Los Strepsirhini y los Haplorhini, con diferencias básicas en el tipo de nariz y la forma en
que las fosas temporales se comunican con las órbitas; los primeros presentan nariz
hendida con forma de una trufa húmeda y no poseen más que una barra postorbitaria,
incluyendo lemúridos, lorisinos y galaginos. Mientras que los Haplorhini poseen una nariz no
hendida y no húmeda, junto a un tabique entre las órbitas y las fosas temporales.
A su vez, el suborden Haplorhini está dividido en dos Hipoórdenes: Tarsiiformes y
Simiiformes, que se diferencian por el tipo de tabique que presentan. Los társidos presentan
tabique óseo incompleto entre las órbitas y las fosas temporales, mientras que los
simiiformes poseen tabiques óseos completos, abarcando todos los monos del Viejo Mundo
y del Nuevo Mundo, pero también al hombre.

Los monos del Nuevo Mundo se clasifican dentro el Infraorden Platyrrhini, tienen una nariz
que presenta narinas separadas y orientadas hacia el exterior y sus bullas timpánicas
acaban en un anillo osificado, poseen una única superfamilia que son los Ateloidea y de allí
familias diferenciadas según la posesión de garras, de una cola prensil, o de 4 a 6 molares
en la mandíbula. En tanto, los monos del Viejo Mundo y el hombre están comprendidos por
el Infraorden Catarrhini, su nariz está aplanada lateralmente y las narinas se abren hacia
abajo. Nunca presentan cola prensil y todos son diurnos. Sus bullas timpánicas se abren
mediante un conducto auditivo externo osificado en forma de tubo.

Es cerca de este punto de la clasificación donde se encuentra un segundo elemento de


discusión relacionado con la ubicación del hombre y su cercanía con los chimpancés. Los
catarrinos comprenden dos Superfamilias, los Cercopithecoidea (Cercopithecinae y
Colobinae) y los Hominoidea, donde se ubica al hombre y los grandes simios, a través de
cuatro familias: Hylobatidae (gibones y siamang), Pongidae (orangutanes), Gorillidae
(chimpancés y gorilas) y Hominidae (hombre y todos sus ancestros que pertenecen al
género Homo y los australopitecos). Para muchos autores Gorillidae y Hominidae deberían
formar una sola familia e incluso según otros, un mismo género debido a la semejanza
existente en el patrimonio genético de ambos (99%), pero esto solo es el comienzo de un
dilema que lleva a tratar de establecer límites o a traer a juego otras cuestiones más
complejas, ya que si el chimpancé es el ser vivo más próximo al hombre y este a su vez
está muy próximo al gorila, ¿Cuál es el parentesco que hay entre el hombre y el gorila?
¿Hay un último ancestro en común con chimpancés y gorilas, o quizá con un tipo concreto
de chimpancés?

Todos los interrogantes anteriores llevan a cuestionar nuevamente el alcance que puede
tener la sistemática como se mencionó al inicio de este escrito, dando a entender que
simplemente hay cuestiones que no se pueden decidir con los resultados de las
investigaciones actuales que aún tienen sus limitaciones y que puede cambiar o producir
reordenamientos en el tiempo de este orden (primates), por razones como las que se
enumeran a continuación:

-Al indagar sobre el origen de los primates, se tiene que este orden solo se conoce desde el
eoceno, es decir, desde hace 55 millones de años en Norteamérica y Europa, porque estos
dos continentes estaban entonces parcialmente unidos, pero hay desconocimiento sobre la
manera en los que se formaron los caracteres claves del orden.

-No hay manera de otorgarles a los primeros primates eocenos un papel sobre la formación
de los grupos de primates actuales, porque probablemente se dieron extinciones
relacionadas al clima y existen muchas lagunas en la reconstrucción del pasado, que se
deben a las condiciones geológicas necesarias para la fosilización, que están más
favorecidas en unos continentes que en otros, sesgando las investigaciones.

-Hay hallazgos con múltiples interpretaciones. Por ejemplo: el Aegyptopithecus, es el


primate más grande de El Fayum y el mejor conocido, sus dientes presentan caracteres de
hominoideos, su bóveda craneal muestra caracteres próximos a los platirrinos, y su
esqueleto postcraneal muestra caracteres próximos a los platirrinos o únicamente conocidos
en los primates no simiiformes.

-Hay grupos poco estables, con representaciones buenas durante ciertos períodos, pero
con lagunas en otros, que plantean desafíos sobre el origen y el rastreo que se pueda
hacer.

- Cambios en la geografía y barreras naturales. Por ejemplo: Los platirrinos se conocen


únicamente en Sudamérica, se diferenciaron en este continente y probablemente tienen un
origen africano, pero existe una barrera natural entre África y Sudamérica que es el océano
Atlántico, que aunque antes era mucho menos ancho ha llevado a formular hipótesis como
las de las balsas flotantes de masas de árboles.

Todo lo anterior, permite finalmente pensar que el orden de los primates está sujeto a los
numerosos descubrimientos y trabajos de las últimas décadas, que pueden dar la vuelta
completamente a la clasificación establecida actualmente y sorprender en cuanto a la
interpretación que se ha tenido de la evolución y la historia del árbol de la vida.

Referencia

Rebato, E., Susanne, C., & Chiarelli, B. (2005). Evolución de los primates. En E. Rebato, C.
Susanne, & B. Chiarelli, Para comprender la antropología biológica. Evolución y
biología humana (págs. 221-230). España: Editorial verbo divino.

También podría gustarte