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La musa de la escritora.

Por: Irina Q.V.G.

Todos hablan sobre las musas, aquellas diosas de las artes que con sus toques y
susurros han inspirado a los más grandes. Aquel artista que pierde su musa con
ella pierde una parte de su alma. Pues así como esta los impulsa, al abandonarlos
se acaban… Más la mía es diferente, aunque no a muchos les parezca. Me dedico
a escribir los anhelos que en mi corazón deja. Mi musa me acompaña, en mi gloria
y mi pesar, es con ella que encuentro las letras que en el papel me dedico a
plasmar.

- Hoy te ves como una hermosa alegría – Le halago al verla jugar entre los
girasoles imaginarios que pinta en mi habitación.

- La alegría es corta al igual que larga la pena, retrátame ahora antes de que
mi ilusión se desvanezca – Me anima bailando hacía la ventana.

Mi musa me inspira aunque no esté presente, mi diosa me ama y yo a ella con


creces, así como yo soy suya, ella a mi me pertenece, pues solo mis letras pueden
tratarla como realmente lo merece.

No todos nuestros días son como aquel que os he contado… A veces se marcha y
no la siento ni escucho en ningún lado… Haciendo que mi dolor por pensar que se
ha ido, me llene de delirios sobre lo que hemos vivido.
Por eso al darme cuenta que ya no la puedo ver, vuelvo a aquella su tumba dónde
la abracé por última vez, llorando sobre la lápida con el nombre de mi amor, al
regresar a nuestra casa la encuentro translúcida en su sillón.

Juntas nos lamentamos de ese futuro que nos perdimos, pues cuando más felices
éramos, un monstruo de sombras tiró el gatillo, huyó dejando tras de sí una trágica
pintura, mientras mi amada no se movía y yo gritaba con locura, que de colores
rojos se teñía mientras su alma se me escapaba. El recuerdo me atormenta
mientras sufro desconsolada, porque así como larga la pena la vida también es
longeva y por más que le pido a los cielos la muerte; por mí aún no regresa.

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