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Amor EN

TIEMPOS DE PANDEMIA

Peter Morgan

1
“Las mentes se visten de verde, con los ojos bañados
en sangre miras las escrituras".

                                               Peter Morgan (15-02-


22).

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Dedicado a: J. Villalobos, la mujer de mis sueños. Aquel
ángel que algún día imagine. Que en momentos de
lucidez escribía sobre ella, antes de conocerla, antes de
tocar sus manos y besar esos labios rosados que me
enloquecen.

Mujer que estaba en mis pensamientos cada mañana,


cada atardecer subliminal sin saberlo. La extrañaba
como si supiera que algún día la encontraría. Le escribía
desde el alma hasta sin pensar que algún día llegaría
amarla con toda mi existencia.

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(I)

"...en esta noche fría y lluviosa, el viento sopla


enfurecido despeinando los cabellos largos en los
árboles indefensos. Tus ojos de un color singular se
cruzan en mis pensamientos, esa voz maravillosa que
solo tengo recuerdos y no quiero olvidar. Tu sonrisa
encantadora que me enloquece cada vez que la
observo, esa carita tan bonita que me hace sonrojar
cuando la miro. Caminatas interminables, recorriendo
la costa y las rocas entre las mañanas y tardes
divertidas. El tiempo vuela cuando andamos en la
ciudad de cemento, por sus alrededores encantadores,
pero distintos a los que acostumbrabas. El tiempo nos
separa por instantes, ansío el día que la vuelva a ver.
Abrazarla es lo que más necesito, besar esos labios
dulces y apasionados por momentos, nuestros ojos
achinados y divertidos. Entre botellas y nicotina, la luz
tenue con la música a nuestras espaldas nos
acompañaba en aquel balcón silencioso, relajada me
decías te sentías. Y yo la observaba como un idiota a
cada segundo. La noche se transformó de la nada y fue
un capítulo distinto pero agradable. Las caricias
afloraban de la nada y sonreía de nervios. Un Ángel
encantador que sorprendió al demonio de Alma
buena..."

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"...estaba recordando un poco los momentos, los
abrazos, las caricias y besos que nos unieron por
algunos días. Su piel suave como la seda, descubierta
por mis ásperas y oscuras manos, recorría lentamente
su cuerpo, su cuello, su espalda delicada. Besaba cada
momento, cada lugar que creí desconocido, pero mi
mente pensaba en visiones existentes, en situaciones
no tan extrañas. Creo conocerla desde antes, en vidas
pasadas tal vez, es inexplicable pero placentero y
agradable. Saber que existía en caminos paralelos, en
situaciones paralelas. Abrazarla hasta dormirnos,
abrazarla hasta despertar y mirar su bello rostro frente
a mí, frente al moreno perdido en su aroma, en sus
caricias blandas y furiosas por pasajes. Verla caminar
en la habitación, en las calles de aquella ciudad que
ahora es nuestra. Entre los húmedos pasajes, entre
seres extraños que no importaban, en el paisaje de
invierno, en el beso robado mientras la lluvia caía sobre
nosotros..."

No sé qué día la volveré a ver, solo creo que el


momento llegará. Sabré cuando sus manos toquen las
mías otra vez. Cuando la lluvia vuelva a caer sobre
nosotros, en aquella mañana despeinada o en aquel
atardecer fotografiado cada día. Estamos a mil
kilómetros y es como tenerla aquí a mi lado, sintiendo
su respiración sobre mí, frente a mí. Sintiendo sus
caricias, sus besos desenfrenados, suaves como la

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niebla. El día pasa por mi cabeza y su imagen no se
aleja. Tengo mil caricias guardadas, cien besos para
ella, solo abrazarla, sentirla cerca, sentir su perfume
natural que me encanta... nada más observarla me hará
sonreír, ¡o quizá no!. Espero sea pronto, no quiero
olvidarla, no quiero que se alejen mis pasos del camino
sembrado.

(II)

El silencio se ve por la ventana, se divisa una luz tenue


que me acompaña mientras la imagino conmigo, en
estas paredes cálidas como los atardeceres juntos, frías
como los atardeceres en distintos lugares. Se hace
eterna la espera de sus manos, de nuestras miradas
cercanas. De esa sonrisa que, aunque no la veo en días,
sigue en mi memoria. Su cabello rizado, sus pequeños
ojos de mañana, el beso de buenos días que me hizo
más adicto a ella. El desayuno que le encanta, sonrío al
pensar en querer hacerlo para ella. Estos días que
parecen siglos para llegar a ti. Saldría corriendo si
pudiera. Esta distancia obligada que aumenta mis locas
ganas de verla otra vez, que acelere mis latidos de solo
pensarla.

Cada paso aumenta la intriga en el camino


desconocido, en la lluvia que ya se acostumbra a
despedirme de nuestra ciudad. Cada mañana ver tu
sonrisa, sentir tus miradas sobre mí.

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Llegó el día que la volví a ver, fue como haberme
despedido el día anterior, los días eternos se
esfumaron en el segundo que nos miramos. Radiante y
sonriente como siempre cada vez que la observo. Esa
ciudad tranquila y silenciosa que albergo nuevamente
nuestros pasos y caricias en aquel nido que escapamos,
el que nos libera de todo lo que está a nuestro
alrededor y desconecta de la civilización. No sabía que
pasaría esta vez, pero necesitábamos tocarnos,
sentirnos cerca, solo el roce de nuestras manos era
suficiente, un abrazo fuerte y cariñoso que no
queríamos se terminará, un beso sin final que aún
tengo en mis labios.

Tuvimos caminatas tranquilas, paseos en microbuses,


todo era normal y entretenido, visitamos hasta un
pequeño río que solo tenía el nombre, pero su
compañía era lo que me importaba. Me llevo a un
antiguo lugar, creo que sabía que me encantaría y así
fue. Todo era de piedra y con detalles maravillosos.
Contaba una historia en sus muros enormes,
asombroso trabajo de antaño. Estuvimos por el parque
y nadie existía, nos sentamos en los bancos y nos
besamos como si el día se acabaría si no lo hiciéramos.
Pose mi cabeza sobre sus piernas y disfrutamos la
naturaleza mientras conversábamos. Acariciaba mi
espalda con sus blancas manos, mientras la abrazaba
en el atardecer.  Las aves cantaban, los árboles jugaban
con el viento y ese día fue nuestro.

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“Es tan espectacular y verdadera que me encanta. Es
tan espontánea y sincera que me enloquece. Sus manos
tocaban las mías cuando estaba a mi lado. Mis manos
tocaban su cara cuando la besaba tiernamente,
acariciaba su rostro solo para que mis dedos la
recordarán cuando no estuviera”.

(III)

La mujer del cielo, la mujer de ropa alba a mi lado


como lo imaginé algún día. La señora de las nubes que
me observaba cada noche estrellada, camina de mi
brazo por las calles de nuestra ciudad. Nunca imaginé
fuera posible, creo que cambiar el desierto por el
paisaje verdoso y lluvioso fue que la hizo regresar del
espacio.

   Abrazar la naturaleza junto a ella, jamás lo habría


pensado, pero con ella creo que todo es posible.
Siempre hay momentos nuevos, divertidos y
románticos en ocasiones.

   Aquel imán invisible creo es más fuerte que la


tormenta del paisaje, recuerdo que me dijo la otra
noche, "se me olvida que día es y todo lo que pasa

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fuera de nuestra atmósfera, el tiempo pasa diferente
cuando estamos juntos".

   Que mujer tan encantadora, ni en mis sueños más


rebuscados la habría encontrado, ni en los más
recónditos lugares de la ciudad de cemento, creo difícil
haberla divisado en aquella intensa e incesante
búsqueda.

   Me enloquece el instante cuando nos separamos, esa


sensación que queda dentro de mí al partir, al
momento del último beso, del ultimo abrazo, de
nuestra última mirada. Me perturba aquella escena,
pero que quiero volver a repetir cuantas veces sean
necesarias.

(IV)

Aquí estoy, con un beso para usted quemándome en


mis labios. Desbordando el deseo en mi boca, en mis
manos, en mi cuerpo, en mis pensamientos. No se
cómo sacarla de mi cabeza, se pasea a cada segundo su
nombre, su rostro, sus labios rosados que no puedo
dejar de besar cuando la tengo cerca, sus manos suaves
y blancas que me encanta cuando se entrelazan con las
mías, cuando se mezclan esos tonos tan distintos. Verla
caminar, sonreír, me dan escalofríos de solo pensarla.
Me hace olvidar todo, me encanta su voz tan sensual,
sus apasionados besos de miel. Que divertido es
cuando bailamos solos en la habitación, en la sala,

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sobre las nubes. Creo que nuestras miradas nos dicen
todo, no necesitamos tantas palabras para
entendernos. Es una locura quererla como fugitivo,
como un amante empedernido y demente, pero por
ella, la encantadora mujer del cielo. Solo mirarnos en la
oscuridad es nuestro lenguaje.

(V)

No sabe cuánto la extraño, cuanto deseo mirarla otra


vez, como quiero que me quiera cerca suyo. Es
inexplicable como necesito besarla a cada segundo,
apenas la dejo respirar cuando estamos juntos. Es
distinto como nos abrazamos, es maravilloso que todo
fluya sin tantas preguntas, sin tener las respuestas de
todo lo que sucede. En todo momento la deseo, en
todo momento me enternece y me gusta al punto de ir
subiendo de niveles en cada instante. Usted provoca
tantas sensaciones en mí que no tienen explicación,
solo ocurren y me encanta. El deseo se apodera de mi
al referirme a ella, al escribir, al pronunciar su nombre,
al besarla tiernamente al comienzo y terminar con
besos de fuego, al tocarla y acariciarla con sed de ella.

     No sé si es peligroso, solo sé que me encanta y me


gusta pasar tiempo con ella, disfrutar juntos,
escaparnos juntos. Verla sonreír, besarla a cada
momento. Saber de ella cada día, con un atardecer que
envío sin falta para que no se olvide de mí, del moreno
confundido, pero que no busca respuestas, solo vive y

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disfruta cada momento con ella, es maravillosa, no le
cambiaría nada hasta ahora.

      Recorrería los kilómetros que sean, solo para tocar


su mano y robarle un dulce beso, solo para abrazarla y
dormir acurrucados. O ver las estrellas en la fría noche
de nuestra ciudad.

    No quiero que se acaben tus labios en los míos,


aunque esto sea algo intenso, hay que vivirlo ahora, tal
vez luego no exista. Prefiero disfrutar cada minuto y
cada momento juntos. Mientras se pueda, mientras
afloren las sensaciones en ambos.

     Voy por usted otra vez, una y mil veces sin
contenerme del deseo de su desnudez, de su blanca
piel que quiero recorrer, de su espalda y quejidos que
me enloquecen.  En sus senos delicados, en sus
pezones rosados y erguidos por mi lengua, en su
entrepierna húmeda en mis labios. Estar dentro de ella
es un placer inexplicable, sentir su calor, tener su cara
excitada frente a mí, nuestros cuerpos húmedos,
sudados por la lucha de nuestros sentidos.

(VI)

Nos volvimos a perder en nuestro mundo, escapamos


de la ciudad y nos acogió una encantadora cabaña en el
campo, lejos de todo el ruido y ciudadanos
desconocidos que importan cada vez menos.

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Maravilloso el lugar junto a ella, miramos las estrellas
como se lo había prometido, hasta estrellas fugaces
caían sin avisos sobre el paisaje y nos abrazamos por
vernos una vez más. En la nada, en el viento fresco que
dejaba sentir su pureza natural. Buscamos
constelaciones y creo pudimos pedir un par de deseos
por las estrellas caídas. La noche avanzó y con cada
momento me encantaba aún más. Nos divertimos
como ya es costumbre en nuestra atmósfera, reímos y
jugamos como dos niños. Encantadora mujer del sur,
de manos suaves, me enloquece tu sonrisa, tu
voz cálida y sensual por momentos, esa energía positiva
que emanas al andar, al ver todo de una forma singular,
la conexión que tienes con la naturaleza me anima a
seguir, a buscarte las veces que sean necesarias. Estar
durante noches enteras juntos, pensamos sería terrible
o complicado. Al parecer entre nosotros todo camina
como el agua sobre las rocas, como el viento frío en
aquella caminata cerca del volcán. Los desayunos al
aire libre fue una estupenda idea la que tuvo.
Placentera y tranquila aquella vista para un despertar
diferente entre mis brazos, en mi hombro izquierdo
que me pidió fuera solo para ella.

(VII)

Abrí mis ojos y ahí estaba ella, aún estábamos


abrazados. Que locura, hasta nos preguntábamos si es
posible estar tantas horas así de cerca, así de
entrelazados nuestros cuerpos, traspasando el calor y

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formando una sola energía, que a decir verdad, es
inmensa y no quiero se acabe. Los sonidos de la
naturaleza se oían desde la madrugada, pero
preferíamos quedarnos en la cama con esta atracción
intensa y romántica. Con esos besos y ojitos de mañana
que me hacen perder la cabeza.

"La piel se eriza y no lo pudimos evitar".

    Partimos de nuestro hogar por el camino de tierra y


piedras redondas, los arbustos y cercos nos saludaban
junto al sol que estaba maravilloso, era un día soleado
que nos observaba desde lo alto en nuestroandar.
Decidimos conocer pueblos aledaños, perdernos en la
naturaleza, conocernos en otros paisajes verdosos.
Caminamos por la plaza, oímos el silencio de una iglesia
pueblerina. A decir verdad, sentí tranquilidad al
sentarme en la primera banca del lugar. Ella sintió una
paz interior inigualable. Hasta subí al mesón del cura y
solté unas palabrotas algo desquiciadas, no pude
evitarlo. Y ella me miró moviendo su cabeza de lado a
lado sonriendo por mi irreverente acto.

Caminamos por el pueblo y se sentía la pureza del aire,


la quietud del lugar. Visitamos una pequeña plaza, solo
estábamos nosotros. Yo, fotografiando cada cosa, ella,
recordando su infancia mientras se columpiaba y me
encantaba verla sonreír con su juego de niña. Le robé
un beso desde el otro columpio y el pueblo se
extrañaba por estos desconocidos tan conectados
entre sus paisajes.

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(VIII)

Las carreteras, los árboles, el río, los buses y el frio


helado nos acompañaba en esta caminata a las trancas.
Ella me quería mostrar la nieve mientras yo quería
sintiera mi corazón que latía a mil mientras la
observaba a mi lado. En el camino nos encontramos
con lugares asombrosos, se dejaba ver una piscina
natural que se formaba por un río que no recuerdo el
nombre. Bajamos desde la carretera y nos
fotografiamos para tener un recuerdo de aquella visita
singular, como todo lo nuestro.

"Se me viene a la mente su cara tan bella y no puedo


evitar sonreír de nervios al imaginarla, aquella hermosa
y encantadora mujer del sur".

Seguimos el andar, el viento cada vez era más frío, ya


que la nieve estaba más cerca de nosotros. Vimos
árboles de distintas formas, ella me dijo que los aromos
son como la maleza, donde hay un poco de humedad
crecen despavoridos y por cantidades incontables,
aunque a decir verdad su tono amarillo me agrado
bastante, no había visto una maleza tan agraciada que
adornara el paisaje pensé.

  

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   Un día me pregunto cuál era el árbol que yo quería
abrazar la próxima vez que nos viéramos. Jamás pensé
cual, ya que de nombres no manejo muy bien, solo me
gustan sus formas y ramificaciones. Son como las
dendritas en las neuronas, una locura.

   El andar era ameno, por pasajes tomaba mi mano y


eso me encantaba. Me volvía más loco de lo que ya
estoy por ella, es un Ángel encantador, enloqueciendo
al demonio de alma buena. Nos desviamos de la
caminata, miramos desde un barranco y se divisaba el
río desde lo alto, con sus piedras redondas y el agua
caminando ferozmente sobre ellas. Había un
aromo frente a nosotros, lo rodeamos con nuestras
manos, nos abrazamos junto a la naturaleza, que bella
sensación, que tranquilidad es la que emanas mujer de
mis sueños, que singular son las cosas que me haces
sentir y hacer, me haces retroceder en el tiempo.

En alguna ocasión ella me lo dijo y no estaba tan lejos.


Creo que rompió ese caparazón que cubría mi corazón
de piedra, pero fue ella quien lo provocó. Hizo que este
florezca y lata tan fuerte que su latido retumba hasta
en las montañas, hasta en los bosques camino al
Volcán. Nos besamos en ese lindo momento, fue tan
romántico que cerré mis ojos para besarla junto al
viento, sobre el río, entre las raíces de aquel aromo que
por minutos fue nuestro.

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(IX)

Como me gustaría estar en sus brazos en esta noche


fría, sentir los latidos de su corazón en mi oído, como
no querer besar esos labios dulces que aún recuerdo
como si los hubiese besado al despertar. Tómame la
mano y escapemos por las estrellas, entre la noche
oscura, sobre la niebla que adorna el cielo tembloroso
por la distancia entre nosotros. Entre los eucaliptos
ancianos a mi alrededor, las ciudades nos separan por
instantes, los sentidos nos conectan con cada paso y
grito a la luna tu nombre para que me escuches desde
tu ventana, desde tus aposentos. Tranquilo esperaré
por ti mujer del sur, encantadora y hermosa como la
recuerdo, caminaría por el fuego solo para tocar tu
mano, subiría montañas para tomar tu cara y robarte
un beso.

(X)

Sabía que este fin de semana no estaríamos juntos, ella


me dice que era el nuestro pero esta crisis mundial nos
separó una vez más. La sabiduría de nuestra conexión
nos sigue vinculando, el contrato imaginario ya no sé
dónde está, la verdad es que tengo tantas ganas de
besarla. La verdad es que tengo tantas ganas de ver su
hermoso rostro. La verdad es que tengo tantas ganas
de sentir sus labios con los míos. La verdad es que
tengo tantas ganas de estar con ella una vez más, sentir
su aroma singular que acelera mis sentidos, abrazarla
es lo que necesito para acurrucarla como cada noche

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juntos. Es una mujer maravillosa, siempre tiene un
mensaje alentador para mi mente desquiciada, no está
para tranquilizarme, pero de igual forma lo logra sin
estarlo. Disfruta del moreno soñador, de peter el
escritor, a Pedro el más enfermo de los tres, el que se
transforma frente a sus ojos, como la canción que es
para ella.

"Enfurecido de versos para ti".

Vive hasta en mis sueños, la veo y la siento entre las


tinieblas, entre el poblado paisaje de ancianos árboles
gigantes. Mujer del sur, no me llames intenso cuando
te pienso, cuando te siento sin siquiera observarte. Es
solo que me tienes pensando hasta en mis sueños,
quiero salir corriendo de este lugar. Quiero besarte y
romper tus labios de tanta pasión. Quiero acariciarte y
romper tu ropa de tanta desesperación. Quiero estar
dentro de ti y romper la atmósfera con un grito
desenfrenado entre las paredes.

(XI)

"Nuestro balcón hacia el mar nos espera, envejeciendo


con cada día sin encontrarnos, sin escuchar la voz
melodiosa de usted mujer del sur, sin escuchar las
tonteras del moreno perdido en sus lindos ojos de un
color singular, en su blanco y hermoso rostro que se
mantiene intacto en mi subconsciente, en mis caminos
mentales. Se dejan ver las olas rompiendo suavemente

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sobre las redondas rocas, la brisa cae a cada segundo
desde el abismo, pero no estas para disfrutarlo,
nuestras manos se tocan sin estarlo. Visitamos los
lugares en distintos tiempos, como nos pasa por
momentos. Pero ya nos miraremos y no abra palabra
que pronunciar. Solo dejaremos que fluyan los sentidos
y se erice nuestra piel solo por acariciarnos
suavemente".

(XII)

¿Dónde están tus manos? ¿Dónde encuentran tus


latidos, mis tímpanos cansados? Dime dónde te
encuentro mujer salvaje, como sigo tus pasos perdidos.
Las huellas no las diviso por tanta lluvia en el camino.
Te encontraré otra vez, buscaré pistas y paisajes
conocidos para llegar a ti y tomar tu mano, para
escuchar como cantas junto al atardecer dibujado. Para
verte libre como me encantas, para verte sonreír
mientras iluminas todo a tu alrededor.

"No sabe cuánto la pienso, no sabe cuánto extraño su


dulce aroma, no sabe cuántas ganas tengo de
abrazarla y como ella dice, acomodarle los huesos de
tanta pasión. No sabe cuánto la quiero junto a mí,
aunque sea por última vez. No sabe cuánto la quiero.
No lo sabe."

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Perdido en ella, afloran mis sentidos más extraños y
ocultos, que fluyen y no puedo detener, solo escribe el
subconsciente que se expresa sin preguntarme. Se
excita sin avisarme y se retuerce por la distancia
cuando vuelve a la realidad. Quiero conquistarte hasta
en mis sueños linda mujer, erizar tu piel con mis
creaciones literarias, con mis textos espontáneos sobre
ti, sobre nosotros, sobre la alfombra junto a la estufa
aquella noche maravillosa.

(XIII)

Creo que no importa la ciudad que visitemos, en


cualquier lugar se detiene todo al rededor cuando nos
miramos. Los matices se vuelven más intensos,
nuestros cuerpos, nuestra conexión singular cada vez
tiene más sentido. Mujer de mis sueños, cada mañana
fue un deleite tenerte a mi lado, cada tarde fue un
placer mirarte a los ojos y sonreír con nuestra
complicidad de una aventura inesperada, impensada y
sin respuestas.

Tomar tu mano junto al nublado paisaje, besar tus


lindos labios en la arena, por la playa, en aquel mirador
al horizonte junto a la orilla. Me encantas con cada
encuentro aún más, con cada paso juntos, con cada
locura que pasa por tu cabeza, me haces sentir vivo,
tranquilizas mi acelerada vida, relajas mis días tensos y
ajetreados. 

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"Es tan tierna que me desespera cuando la tengo cerca,
me dan ganas de abrazarla y jamás soltarla, es tan
sincera su forma de ser que creo conocerla en mundos
paralelos,  es tan cercana que cuando no está, siento
como si arrancaran parte de mí en su ausencia".

(XIV)

Explotan los témpanos de hielo, se derriten las esencias


guardadas en la distancia, mis manos tocan las suyas y
vuelvo al principio. Creo que necesito verla, tocarla,
necesito rozar su piel con mis dedos, con mi lengua
sedienta de su aroma singular, de sus labios dulces
como algún día imaginé y le propuse probarlos. Deseo
que sus ojos se fundan con los míos, en un beso
intenso, en un beso suave y enamorado del compás, de
su lengua, de su rosada boca, de su sonrisa que me
vuelve loco.

"Quiero desgarrar su ropa con furia, explorar su cuerpo


con mis manos, besar sus senos, su entrepierna
húmeda de pasión, tomarla entre mis brazos hasta
quedarnos sin aliento, hasta que nuestras miradas se

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pierdan en la excitación de una lucha sexual incesante.
Perdernos en el aroma de nuestro sexo, de nuestros
quejidos furiosos por el otro, perdernos en el éxtasis de
una eyaculación ancestral"

(XV)

La tenía frente a mí, nos observamos placenteramente


después de esa lucha de cuerpos. Sudados por el
deseo, explotando por los rincones de la ciudad. Me
dieron ganas de decirle que la quería, pero no pude
pronunciarlo. Creí que era el momento perfecto pero
no pude decirlo con palabras. Lo expresé con hechos y
dulzura. Es un Ángel que me enamora con cada
momento, con cada palabra que escucho con su
sensual voz que me eriza la piel.  Es suave como las
amapolas, es dulce como el manjar, es hermosa y
distinta como cada atardecer que observo en su
ausencia. Libero energías para aguantar la espera de
volverla a ver. Me encanta esa muchacha, aquella
mujer del sur que deseo este conmigo cada noche al
cerrar mis ojos.

Que soñador me vuelvo por instantes, pero qué más


da. Imaginarla cada noche me alegra los sueños, se
aparece en esas nubladas imágenes dispersas. Junto las
ideas y la necesito cerca. Escapemos juntos una vez
más linda mujer, bésame como solo tú sabes, déjame
escuchar los latidos de tu corazón para saber que estás

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viviendo, déjame escuchar tus latidos que se aceleran
cuando estamos juntos. Tómame la mano y caminemos
por ahí, por el campo, por las colinas o por una simple
calle desconocida.

Me enloquece solo con pensarla, solo con escuchar sus


pasos cerca de mí. Creo que desempolvo mi corazón
como alguna vez leí por ahí. Rompió la coraza verde
que envolvía mi esencia, mis latidos rojos como la
sangre, mis sentidos ocultos y olvidados por la
monotonía y esa maldita ciudad que me atrapó por
años. Solté un grito desesperado bajo el mar, salí del
fondo marítimo donde estaba atrapado, en las
profundidades turbias, frías como un corazón pálido,
como la noche sin tus manos, sin tus besos en mi
cuello, sin tu cuerpo junto al mío.

(XVI)

Maravillosa Mujer en mi mente. Aunque de todas


maneras prefiero su presencia. Pero a la distancia la
toco con mis letras, la seduzco con mis versos, la visito
con mis pensamientos, en sus sueños húmedos.

Claro, quedan las sensaciones pidiéndome a gritos que


las escriba.  No puedo negarme a esa maravillosa virtud
de mantener vivos los momentos, las situaciones, los
paisajes y lugares desconocidos que visitamos. Dejamos
nuestros pasos en la Tierra Santa, en la naturaleza, en
la belleza de una perspectiva diferente.

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Nos contagiamos del aire puro en el lugar, de la tierra,
de la chusca en nuestros zapatos, de los olores a
hierbas, al aire aún más puro en el ascenso, arbustos y
paisajes vírgenes. Encantados, nos tomábamos de la
mano y sonreímos cómplices por cada momento entre
nuestros ojos, entre nuestras manos, en estos cuerpos
que se atraen con cada atardecer pintado. (Aquella
mujer, la muchacha del sur me acompaña desde
entonces). Llegamos a la cima del lugar, sin antes
estúpidamente accidentarme, afortunadamente tengo
piernas fuertes o hubiese quedado sin llegar a la
cumbre de aquel cerro de particular nombre. El
pináculo era la meta, tenía una vista maravillosa, una
tranquilidad ensordecedora, a y besarla en aquella
cúspide fue grandioso. Hemos dejado besos y destellos
en cada lugar visitado, hemos contagiado energía y
cariño en nuestros alrededores. Como ella dice, que
importa si nadie nos conoce. Solo vivamos y
expresemos los sentidos sin que nadie lo cuestione.
Total, a quien le importa esto. Solo a nosotros. Es
encantadora, pero estos paisajes resaltaban sus
facciones, su sonrisa que me acelera la respiración, su
belleza, una musa inspiradora que anhelo a cada
minuto entre mis brazos, en mi hombro que cada
noche espera por ella.

(XVII)

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Como eliminar esta sensación que tengo dentro,
distante siento esta conexión que fue tan extrema y
acelerada por capítulos.  Desde esta ventana te veo
cerca del atardecer, lejana como las montañas que
recorrimos. Nos llenamos los pies de nuevos caminos,
la visión de otros paisajes juntos, que no veo nos hayan
acercado, al contrario. Veo que tu camino no es el
mismo que el mío. Creo que esta historia tiene final,
aunque quería no lo tuviera jamás. Qué más da. Se
acaban las ciruelas, se acaban las paltas, se acaban los
cultivos y acaso crees que no se acabará este amor
fugaz. Lo disfrutamos hasta donde podíamos como
siempre me dijiste. Lo hice todo para hacerla feliz. Pero
no quiero una aventura para mí, quiero sensaciones en
conjunto, necesito tus palabras siempre en mi oído. No
por momentos, no por capítulos de escape. Creo que
tomé demasiado enserio esto, como se dice. El que se
enamora pierde, veo que perdí esta vez. Tenía la
sensación que esto era importante, pero creo que
estaba equivocado. Este instinto no falla jamás.  Tengo
ganas de estar contigo, verte cada día. Egoísta me
siento por momentos,  al quererla solo para mí.

(XVIII)

Esa tarde venia desgarrada, aburrida. Pero de un


momento a otro, entraron las ganas de caminar, de
hacer un poco de deporte. Había que disfrutar el sol
que estaba brillando impactante, el cielo lo notaba

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despejado y corría una leve brisa, justa para andar. El
asfalto absorbía el calor sofocante, pero corría a toda
velocidad para opacar los rayos amarillos.

Es una maravilla poder correr, estirar las piernas,


desplazarse sin ayuda y disfrutar de la soledad que me
acompaña. Leí hace unos días que: "Si no soportas
estar solo, entonces como podrías ser entretenido para
estar con otra persona", algo de razón tiene aquella
frase, deja para pensar.

Por mi parte seguí con mi trote decidido a completar lo


propuesto. Me detuve en un lugar donde se
escuchaban silbatos y algo de garabatos. Me desvíe,
para saber de dónde venían esos ruidos conocidos, baje
por unas rocas apiladas al borde de lo que parecía
haber sido un río antiguamente. Pero había una cancha
de fútbol ante mis ojos, los que brillaron como bebé
con juguete nuevo, así lo sentí (reímos con mi soledad).
Observé un rato el encuentro, hice un par de consultas,
tal vez algún equipo necesitaba algún buen jugador
como yo, pero era para personas de más edad. Seguí
con el trote de tarde. Pasaban algunas personas cerca,
pero en general eran pocos ciudadanos en el sector.
Observaba los paisajes, las flores me miraban de vuelta
y hacían que me detuviera al ver tanta belleza natural.

"Cada flor que admiro me recuerda a aquella


muchacha, con sus ojos de un color singular, su aroma
intenso que derrite mis manos, su caminar tranquilo y
erótico en paisajes, la voz sensual que me relata cada

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cosa al oído soltando el demonio escondido, devorando
un Ángel encantador y apasionado entre las paredes de
fuego. La hoguera inmensa dentro de la habitación. "

El paisaje con cada paso parecía más alejado de la


ciudad, eso lo hacía especial, se podía escuchar el
viento silbando, los árboles aplaudiendo con sus ramas
despeinadas y el día me agradaba cada vez más.
Desconectando mis sentidos de todo lo demás,
sintiendo la tranquilidad y paz interior que estaba
buscando.

(XIX)

Mujer de mis sueños, mujer que observaba en mis


visiones atolondradas de antaño. Eran vagas imágenes
hace unos cuantos años, jamás pensé existiese. Una
mujer singular, a la que buscaba hasta por los lugares
más extraños, en la desesperación máxima de sentir
otra piel.

Era un momento donde no sabía la libertad que


significaba la soledad, donde no tenía un sentido mi
existencia. Solo creí que el amor me podía salvar de esa
sensación, ¿Que locura no?

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Estaba siendo algo exagerado, pero, aquella muchacha,
la misma de ojos de un color singular, estaba cerca de
mí y todo era una aventura, nos tocábamos y era
transportarse a otra sensación, a distintos paisajes
horizontales. Cada lugar que visitamos se transforma
en algo mágico y especial. Mirar su carita de felicidad
me encanta, adoro sus besos, anhelo estar en sus
brazos y olvidarme de todo lo que pasa alrededor. Es
tan especial que a veces pienso si esto será un buen
sueño nada más o estará pasando en realidad. (La
verdad es que entonces no quiero despertar jamás). Me
gusta tanto que incluso he sentido en varias ocasiones
decirle cuanto la quiero, pero prefiero demostrárselo,
ya que cualquiera puede pronunciar esas palabras sin
sentirlo de verdad. Pero este moreno enloquece cada
vez que escucha su dulce voz, es tan tranquilizador su
tono que me adormece en todas las ocasiones. Voy por
ti linda mujer, tengo ganas de tus besos, ansío tus
caricias, el olor de tu cuerpo, sentir los latidos de tu
corazón que me hablan cada vez que mi oído está en tu
pecho. Tomar tu mano y saber que existes. Me vuelve a
la tierra desde la órbita, hasta tus manos temblorosas
en las mías.

¿Acaso no hay sensación más exquisita que


simplemente estar enamorado? Aunque no es solo
decirlo con palabras, es vivir los momentos, por más
extraños y peculiares que sean. Quiero decir que si hay
conexión entre dos extraños y las miradas se cruzan,
donde son cómplices del deseo, de la adversidad y
silencio entre las paredes. Donde una mujer que no

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estaba dentro de mis parámetros establecidos por mí
mismo. Me revuelve el gallinero de tal forma que el
gallo ya no canta cuando quiere, lo hace solo cuando
ella está cerca.

(XX)

La ventana se refleja sobre el muro en la habitación,


parece dibujada por el detalle de aquella sombra tan
artística. La noche esta alborotada y un poco fría,
suenan los motores desde lejos, los neumáticos
rompiendo el asfalto en desesperadas carreras contra
el tiempo, el toque de queda está por venir.

Simplemente se absorben las palabras, creo que fue


suficiente todo esto. Hay que despertar, volver a la
realidad y dejar de soñar tanto. Creo que esta aventura
es solo eso, entonces no debería ser un problema
alejarme. Solo me interesa penetrarla, besar su cuerpo
desnudo, volver a penetrarla, ponerla en todas las
posiciones, sobre la cama, contra la pared, en el sillón
de la sala, en el muro de la sala, sobre la alfombra, solo
quiero fornicarla por todos sus agujeros y que explote
de placer, gritar de tantas veces que la penetro, pasar
mi lengua por el sudor en sus senos, morder sus
pezones inquietos y rosados, pasar mi lengua en sus
erectos pezones bellísimos. Jugar con ese trasero
blanco y redondo, rojo por mis golpes de placer, ¡ya se
conocen con mis piernas! Follarte, acabar en tu cuerpo
es el placer absoluto, llenar tu cara con mi semen,
llenar tu cuerpo con mi semen. Follarte una y otra vez,
hasta que tu cara no pueda estar más roja. Hasta que

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no puedas más de placer, hasta que me digas que me
detenga y seguir fallándote para que explotes y no
olvides quien te follo sin compasión.

Los cuerpos caen desde el cielo, la lucha de cuerpos y


folladas interminables. Abrazo tu cuerpo, lo acaricio
suavemente, beso cada centímetro delicadamente, me
encanta tu pelo claro, tu piel suave y alba, contrasta
con mi oscura piel vagabunda. Tus curvas las recorro
con mis dedos, las dibujó en braille, eres tan perfecta
en mis atardeceres, tenerte en mi cama es un agrado
interminable, acariciarte sobre el sillón, en el balcón,
en las duchas de mañana.

Creo que cualquier persona desearía esto que pasa


entre nosotros, esta conexión cotidiana e instantánea,
esta locura de piel que nos atrae, esta explosión sexual
que corona las anteriores, en el éxtasis de una
eyaculación ancestral, como bien dije alguna vez.

Qué más da, somos personas solitarias de igual forma.


Pero me encanta su compañía, aunque no sé dónde va
esto, no sé dónde nos dirigimos o si alguno de los dos
lo sospecha.

(XXI)

Eran los últimos abrazos, los últimos besos dulces, tal


cual recordaba la primera vez. Siento el pecho apretado
de pensar en su ausencia, de solo imaginar que ya no
despertara junto a mí, ¿quizá dónde? Qué más da,
siempre me dejó claro que esto era pasajero. Fui yo el

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imbécil que me embarqué de una manera distinta, fui
yo el hijo de perra que se atrevió a sacar mi corazón
que estaba guardado en la coraza azul bajo el mar. Que
principiante fui al creer en el amor otra vez. Lo he
intentado muchas veces pero nunca termina bien y yo
el muy pendejo, caí otra vez en las sensaciones, en los
placeres de los cuerpos, en la suavidad de una
conversación entre dos, en la atracción hacia una mujer
encantadora.

         Ya me había vuelto una piedra, pero ella,


deslumbrante y relajada como de costumbre, derritió el
muro que había construido por años para protegerme
de este infame sentimiento. Las horas están contadas,
los momentos están por vencer. Supongo todos
tenemos fecha de término, hasta esta linda y
apasionada historia al parecer no es la excepción.
Seguimos postergando el final, con cada palabra, con
cada beso. Pero está cerca y no quiero aceptarlo.  El
año del perro está terminando, las calamidades vienen
y van en esta última semana. Todo va contra mí, el
abismo pide a gritos mi sangre por las paredes, mis
huesos rotos entre los escombros, mi boca amarga sin
obtener algún beso tuyo. Se desvanece el horizonte, las
veces que quería besar tu cuello y pegarte junto a mí.
En los atardeceres, en el balcón frente al mar. Se vuelve
todo tan extraño, necesito eliminar esta conocida
sensación. No me agradan los finales, odio las
despedidas, vomito en los funerales, el olor a gladiolos
me produce alergias. Pero sigo pensando que en la
inmensidad del universo, halla algo que no separe

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nuestros caminos, algo que se apiade de mi para no
verte partir. Creo que la quiero, como alguna vez lo
escribí al despertar. Es maravillosa, nos conocemos con
cada encuentro. Cada vez era más cercano todo y
sentía la energía de su piel cuando la tenía cerca.

Ayer me dijo que se marchaba, que quería perseguir


sus sueños. Qué más puedo hacer, si no que dejarla ir,
quien soy yo para arruinar sus planes. Solo soy un perro
viejo y callejero como dijo chinasky. Un perro callejero
que se dejó acariciar por una linda muchacha. Creo que
siempre estará en mi cabeza enloquecida, mujer que
acaricie como al viento, que toque con el deseo de mil
rufianes, mujer que trate tan delicadamente que hasta
yo me sorprendía por momentos. Comencé a comer
merquen solo porque a ella le encantaba, trotaba los
fines de semana solo porque quería conocerla un poco
más. Viajamos por lugares desconocidos y tomaba su
mano cuando estaba distraída. Creo que viví más
momentos con ella, que en cualquier otra etapa de mi
perra vida.

   El destino tiene un raro sentido del humor, el humo


verde recorre mi cerebro y calma mi camino hacia el
final. El cigarro me conversa como siempre y nos
reímos sin razón. Simplemente fue así, me volví un
idiota o tal vez disfruté el momento como siempre lo
quise. Viví al máximo cada segundo juntos, caminé
cada calle, cada cerro y el amor terminó siendo una

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mierda. Hediondo y fétido como los paisajes que
observan mis pupilas en este instante.

Sin pensarlo demasiado, cogí mi coche, la bestia le


llame desde que lo compre.  Me llevo a muchos
lugares, esta vez terminaremos juntos este sufrimiento
le dije. Esta agonía interna que no sé cómo sacarla para
que no moleste entre mis órganos. Pise el acelerador
hasta el fondo, pase todas las marchas que tenía y me
largue de la ciudad.

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