Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Era una tarde de miércoles, y decidimos explorar los museos cercanos a la facultad en
compañía de unos amigos. Vale la pena mencionar que los miércoles la entrada a estos
edificios es gratuita. Al llegar, los amables recepcionistas nos pidieron que dejáramos nuestros
bolsos y mochilas, con el objetivo de mejorar la calidad de la experiencia y, por supuesto,
evitar cualquier malentendido en caso de robos.
Una vez listos para iniciar nuestro recorrido, ascendimos por las amplias escaleras a la
derecha de la recepción. A mitad de camino, nos encontramos con puertas a ambos lados, así
que decidimos ingresar por la más cercana a la izquierda. Al entrar, nos topamos con una de
las primeras salas de exposición en nuestro itinerario.
En esta primera sala, nos maravillamos con las obras de Malena Serna, las cuales se
destacaban por ser pinturas intervenidas. Es decir, a estas pinturas se les agregaron elementos
materiales por encima. Uno de sus cuadros mostraba una escena que incluía botellas de
bebidas alcohólicas, cuyas etiquetas no estaban pintadas, sino que eran extractos reales
colocados meticulosamente sobre el lienzo.
Para acceder al resto de las salas, utilizamos las escaleras internas del lugar. Así llegamos a la
muestra de Antonio Pedone, quien presentaba cuadros más tradicionales, pero con un
acabado extraordinario. Quedé fascinado por el detalle presente en cada una de sus obras y no
podía dejar de admirar la diversidad de técnicas que utilizaba. Mi parte favorita de esta sala
fue poder apreciar su libro de bocetos y, al lado, el resultado final de cada obra. Todo esto se
encontraba en el lado izquierdo de la sala.
Cruzando el pasillo, nos encontramos con una muestra de Karina El Azem, la cual incluía
videos proyectados en habitaciones especialmente preparadas. Era interesante cómo la autora
jugaba con los conceptos y nos invitaba a reflexionar a través de cada una de sus repeticiones.
Además, se exhibía un cuadro gigantesco que contenía su obra original junto a él, donde se
podía apreciar un paisaje pintado con bijouterie.
Luego, subimos nuevamente por las escaleras internas y nos encontramos con una especie de
recorrido que albergaba relatos de niños y algunos ornamentos. Sin embargo, dado que esta
área estaba temporalmente cerrada, pasaremos a la siguiente muestra. Carola Zech proponía
algo distinto a las demás exhibiciones, ya que no se basaba exclusivamente en pinturas. Ella
jugaba con la materialidad de las formas y cómo interactúan entre sí. El recorrido estaba lleno
de cuadros que presentaban diferentes planchas de materiales y colores que, al unirse,
formaban algo nuevo. Pero sin duda, la mejor parte de la muestra era una sala repleta de
formas tridimensionales que inundaban el espacio, colocadas en las paredes, el techo e incluso
suspendidas en el aire. Al caminar por la habitación, uno podía sentirse inmerso en la obra
misma, formando parte de ella.
Finalmente, en la última planta, nos encontramos con una notable colección de obras del
reconocido artista Guillermo Fernández. Su recorrido se veía delimitado por un pasillo el cual
conducía hacia dos habitaciones contiguas. En el pasillo intermedio, nos topamos con un texto
esclarecedor que desvelaba el propósito de la exposición. Cada una de estas habitaciones
albergaba una variedad de pinturas, cada una acompañada de su respectivo título. En la
primer habitación que logramos visibilizar, nos maravillamos con obras de arte encarnaban
fielmente imágenes del mundo real, capturando la esencia de la vida cotidiana de manera que
el espectador podía fácilmente identificarse o experimentar una conmovedora resonancia
emocional.
En medio del bullicio de la ciudad, los museos se convierten en lugares de silencio, donde se
establece una conexión íntima entre el individuo y la obra expuesta, y, por ende, con el autor.
Se abren las puertas a preguntas y admiración, creando un ambiente propicio para la
reflexión y el aprecio del arduo trabajo que hay detrás de cada pieza.
Además, los museos desempeñan un papel educativo crucial para los amantes y productores
del arte. Estimulan la creatividad y generan nuevas ideas, sirviendo como fuente de
inspiración y aprendizaje para aquellos que se dedican a crear obras artísticas.
En resumen, los museos cumplen una función esencial en la sociedad. No solo proporcionan
un espacio para el pensamiento y la reflexión, enriqueciendo las mentes de quienes los
visitan, sino que también invitan a los espectadores a conectar con sus emociones y,
posteriormente, con el entorno que los rodea. Asimismo, fomentan la interrelación entre las
personas, creando un vínculo cultural y social enriquecedor.
Argumento
¿Quiénes deben estar expuestos en las paredes de la institución? ¿Para qué sirve ese lugar?
Estas preguntas suscitan inquietudes relevantes que requieren una reflexión adecuada. A
continuación, ofreceré una breve explicación al respecto.
Siempre me interesa promover los productos manufacturados aquí mismo, ya que nuestra
ciudad tiene mucho que ofrecer. Desde mi perspectiva, los museos representan una
oportunidad única para los artistas cordobeses de transmitir un mensaje a nuestra amada
ciudad. Como mencioné anteriormente, los museos brindan un espacio que permite que las
grandes obras que albergan sean apreciadas por un amplio número de personas.
Para agregar, quisiera compartir una reflexión basada en un discurso de Martin Kohan:
"La Feria puede ser un caballo de Troya para que la literatura penetre en la ciudad,
aunque también puede que haga falta un caballo de Troya para penetrar en la propia
Feria, para recorrerla y estar en ella".
En este contexto, nuestra ciudad está llena de intervenciones artísticas, grafismos que podrían
considerarse arte. Sin embargo, carecen de un momento de reflexión profunda debido al
ruido constante de la ciudad. Esto impide esa conexión especial que un museo puede ofrecer.
Por lo tanto, es necesario un "caballo de Troya" cultural que nos permita adentrarnos y
explorar tanto la ciudad como los museos en busca de esa experiencia significativa.
Además, tener en cuenta que los museos contrastan con el bullicio y el ajetreo de la ciudad,
brindando un momento de reflexión profunda y conexión con las creaciones artísticas. Son
espacios en los que se puede encontrar esa experiencia significativa que a menudo se ve
limitada en otros entornos urbanos.
En definitiva, al considerar el lugar que ocupan los artistas en las paredes de las instituciones
culturales, se hace necesario fomentar la diversidad y la inclusión, sin imponer restricciones
arbitrarias. De esta manera, los museos pueden cumplir su propósito fundamental de ofrecer
un espacio donde el arte y la cultura puedan florecer y resonar en el corazón de la sociedad.
“Arqueología de la Obra de Arte” - Giorgio Agamben
Cuestionario:
Respuestas:
1. Agamben busca explorar el concepto del arte valiéndose de la arqueología como un medio
para adentrarse no solo en el presente, sino también en su pasado. De esta manera, establece
una interrelación entre estos dos ejes temporales y plantea las preguntas fundamentales: ¿qué
constituye una obra y qué es realmente el arte?
A través de hipótesis y reflexiones, el autor llega a una diferenciación entre el artista y el arte,
así como su relación con la obra como actividad.
2. El título «arqueología de la obra de arte» hace referencia a este análisis que Giorgio hace
sobre el concepto de obra de arte, que intentando entender su presente se ve obligado a
explorar su pasado.
Según el autor:
Es decir, utiliza la arqueología como un método de estudio para desglosar el concepto de obra
de arte a través de su historia, logrando contextualizarla y llegar a un comprendimiento de su
estado actual.
● La obra en crisis. Agamben argumenta que el artista tienden cada vez más a tomar el
lugar de aquello que estábamos acostumbrados a considerar como «obra».
● La «máquina artística». Giorgio plantea que no es posible desvincular la obra, el artista
y la operación sin romper con el concepto de esta actividad.
● “Construir felicidad”. El autor señala que el arte es el modo en que el artista, busca
constituir su forma-de-vida, donde está en cuestión nada menos que su felicidad.
Debido a esta complejidad, es que el autor se ve obligado a desglosar las palabras y formular
no sólo una, sino múltiples hipótesis para abordar estas temáticas. Se hace hincapié en
considerar el contexto histórico, social y cultural que rodea el origen de dichas palabras.
Cada una de las reflexiones que Giorgio Agamben plantea sobre el concepto de obra de arte,
tienen como eje central la idea de que la arqueología es la única vía de acceso al presente y se
centra en reflexionar sobre el concepto de obra de arte. Para comprender su postura, él
mismo hace una analogía del hombre como una persona que debe confrontar su pasado para
así lograr una nueva forma de vida. No considero que esta analogía sea errónea, sin embargo
también es válido pensar a la arqueología como un método de estudio que busca obtener un
entendimiento del presente analizando su pasado.
El artículo menciona que existen culturas, como las grandes civilizaciones europeas, que
practican este enfoque de estudio como parte de su estilo de vida. Se afirma que "El hombre
europeo puede acceder a su verdad sólo a través de una confrontación con el pasado, sólo
haciendo cuentas con su historia". Según Agamben, la crisis que atraviesa Europa no es solo
económica, sino una crisis en la relación con su pasado.
El autor sostiene que si el presente ya no siente una conexión viva con su pasado, las
instituciones académicas y los museos se vuelven problemáticos. Además, plantea que el arte
se ha convertido en una figura destacada del pasado, lo que plantea la pregunta sobre cuál es
el lugar del arte en el presente.
Si analizamos las muestras ofrecidas por los museos en la actualidad, podemos observar el
conflicto que Agamben plantea. Estas exposiciones suelen limitarse a dos posibilidades: por un
lado, presentan arte antiguo que se adhiere a los parámetros más clásicos de lo que se
considera arte; por otro lado, se inclinan hacia el arte conceptual, el cual se desvincula por
completo de las convenciones arcaicas de la definición del arte. Incluso es posible encontrar
en un mismo edificio obras que pertenecen a ambos estilos, como sucede en el Museo Emilio
Caraffa. En algunas muestras, se exhiben pinturas al óleo y esculturas que representan la
realidad, mientras que en salas posteriores se exploran las abstracciones de los elementos y su
concepto.
Con el fin de comprender el proceso que ha llevado la práctica artística a asumir aquellas
características que el arte contemporáneo ha extremado en formas inconscientemente
paródicas. El autor propone realizar una genealogía de este concepto. Este mismo escrito de su
ascendencia se dividirá en tres grandes etapas: Grecia, Alemania y Nueva York:
En la Grecia antigua, la obra de arte era considerada desde el punto de vista de la obra
producida y no tanto del artista. El acto de realizar una obra reside en la obra misma y no en
el artista que la producía. Esta perspectiva contrasta con la concepción moderna del arte,
donde se enfatiza más la figura del artista.
Este énfasis sobre el artista se puede ver en los museos actualmente, en los que se encuentra
en cada obra un rótulo el cual contenía el título de la misma y su autor. En mi visita al MEC
además pude ver como evidenciaban el arduo trabajo del artista colocando su nombre en las
paredes, acompañado de un breve texto dedicado a la significancia de la colección que se
expone, el porqué de su trabajo y el mensaje el cual se busca transmitir.
Bajo este punto de vista, el autor plantea que obra y operación creativa, son nociones
complementarias que forman, junto con el artista, aquello que propone llamar la «máquina
artística». Esta última define el trabajo en conjunto de los tres factores fundamentales a la
obra, el artista y la operación, situándose en una relación comprometida que al separarse la
máquina deja de funcionar, es decir no existe obra de arte.
Por otro lado, en Alemania, La acción del artista se emancipa de su fin productivo o
reproductivo tradicional y se vuelve una performance absoluta, una pura «liturgia» que
coincide con su celebración, es eficaz y no por las cualidades intelectuales o morales del artista
La liturgia implica tanto una dimensión soteriológica la cual parece estar en cuestión la
salvación espiritual del artista. Por otra parte plantea una dimensión performativa, en la que
la actividad creativa asume la forma de un verdadero ritual, desvinculado de todo significado
social y eficaz por el simple hecho de ser celebrado.
En cuanto a Nueva York, se plantea que el camino del arte se ve bloqueado por el arte mismo.
Aquello que bloqueaba el arte era justamente aquello que llamé la máquina artística, que con
la liturgia de las vanguardias había alcanzado su punto crítico.
Duchamp para hacer explotar o al menos desactivar la máquina obra-artista toma un objeto
cualquiera de uso y lo fuerza a presentarse como una obra de arte al colocarlo en un museo. El
ready-made no tiene ya lugar, ni en la obra ni en el artista, sino solamente en el museo, que
adquiere en este punto un rango y un valor decisivo.
Lo que nos lleva a la persistente noción de arte que Agamben la atribuye a un grupo selecto de
especuladores, la cual la denomina como “una congregación … de hábiles especuladores y de
tontos” que transformaron el ready-made en obra de arte. El autor plantea este cambio como
un intento de poner de nuevo en marcha a la máquina artística, pero que dio como resultado
un templo del absurdo, al cual los conocemos como museos de arte contemporáneo. Sin
embargo esclarece que no con ello quiere decir que que el arte contemporáneo carece de
sentido, y esto se respalda con la siguiente cita;
“No trato de decir que el arte contemporáneo no tenga interés. Al contrario, lo que trae a la luz
es tal vez el acontecimiento más interesante que se pueda imaginar: la aparición del conflicto
histórico, en todos los sentidos decisivo, entre arte y obra. Mi crítica, si de crítica se puede
hablar, se dirige a la perfecta irresponsabilidad con la que artistas y curadores eluden
bastante a menudo la confrontación con este acontecimiento y fingen que todo continúa como
antes.”
Para concluir Giorgio Agamben nos invita a desligarse por completo de toda noción de arte
que anteriormente trato de contextualizar, para así entender su última reflexión.
“El arte no es más que el modo en que el anónimo al que llamamos artista, busca constituir su
forma-de-vida, donde está en cuestión nada menos que su felicidad.”