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DIRECTORIO PARA LA CATEQUESIS

1. LA CATEQUESIS EN SITUACIÓN DE PLURALISMO Y COMPLEJIDAD


El contexto urbano
326. En el contexto urbano, la realidad de la ciudad, y de modo especial la
de las grandes concentraciones metropolitanas es fenómeno multiforme y
global que cada vez es más determinante para la humanidad, ya que, al
tocar de varios modos lo concreto de la vida cotidiana, influye sobre la
comprensión que tiene la persona de sí misma, de las relaciones que vive, y
del sentido mismo de la vida. En las ciudades modernas, frente a las culturas
rurales del pasado o a la situación urbana precedente, los modelos
culturales son generados por otras instituciones, ya no por la comunidad
cristiana, y con ≪otros lenguajes, símbolos, mensajes y paradigmas que
ofrecen nuevas orientaciones de vida, frecuentemente en contraste con el
Evangelio de Jesús≫5. Esto no significa que en la vida de la ciudad este
ausente un sentido religioso, aunque propuesto en diversas formas, que es
necesario, por tanto, descubrir y apreciar. La Iglesia está llamada a seguir
con humildad y audacia los pasos de la presencia de Dios y a ≪reconocer
la ciudad desde una mirada contemplativa, esto es, una mirada de fe que
descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas≫6,
siendo, ante las ambivalencias y contradicciones de la vida social, ≪la
presencia profética que sepa levantar la voz en relación a cuestiones de
valores y principios del Reino de Dios>>

327. A la luz de una presencia pastoral que sepa iluminar con la Palabra del
Señor el corazón de la ciudad, ≪allí donde se gestan los nuevos relatos y
paradigmas≫8, la propuesta catequística será un anuncio kerygmático
transparente, humanizante y lleno de esperanza frente a la división, la
deshumanización y la violencia que emergen justo en los grandes contextos
urbanos. ≪La proclamación del Evangelio será una base para restaurar la
dignidad de la vida humana en esos contextos, porque Jesús quiere
derramar en las ciudades vida en abundancia (Cf. Jn 10,10) ≫9.

328. Si el vivir urbano puede ser para muchos una ocasión única de apertura
hacia nuevas perspectivas, gracias al compartir fraterno y a la realización
de la propia vida, no pocas veces se convierte, paradójicamente, en el
lugar de la mayor soledad, desilusión y desconfianza, ya que termina siendo
un espacio donde conviven diversas categorías sociales, pero ignorándose
y despreciándose. Esa es la ocasión para proponer de manera creativa una
catequesis inspirada en el catecumenado, capaz de ofrecer contextos
comunitarios de fe donde, venciendo el anonimato, sea reconocido el valor
de cada persona, y se ofrezca a todos el bálsamo pascual de la fe para
curar sus heridas. En el contexto del proceso de la catequesis, se pueden
≪imaginar espacios de oración y de comunión con características
novedosas, más atractivas y significativas para los habitantes urbanos≫10,
con la creación, por ejemplo, de signos y relatos que reconstruyan aquel
sentido de pertenencia a una comunidad que puede faltar fácilmente en
la ciudad. Una catequesis urbana de inspiración catecumenal puede
transformar la parroquia en comunidad de comunidades que,
experimentando una real cercanía fraterna, manifieste la maternidad de la
Iglesia y ofrezca un testimonio concreto de misericordia y ternura, que
genere una orientación y un sentido para la vida misma en la ciudad.

El contexto rural
329. Siendo pues importante el proceso de urbanización actual, no se
pueden olvidar los numerosos contextos rurales en el que viven diferentes
pueblos y en los que la Iglesia está presente, compartiendo alegrías y
sufrimientos. En nuestro tiempo, esa cercanía puede usarse para ayudar a
las comunidades del mundo rural a orientarse ante los cambios que corren
el riesgo de tergiversar las identidades y los valores. La tierra es el espacio en
el que es posible tener la experiencia de Dios, el lugar en el que El se
manifiesta (Cf. Sal 19,1-7). En ella —que no es un fruto de la casualidad, sino
un don de su amor (Cf. Gn 1- 2)—, el Creador muestra su cercanía,
providencia y atención para con todos los seres vivientes, en particular para
con la familia humana. Jesús mismo ha tomado algunas de sus parábolas y
las enseñanzas más bellas, del ciclo de las estaciones y de la vida del
campo. Partiendo de lo creado para llegar al Creador, la comunidad
cristiana siempre ha encontrado vías de anuncio y catequesis, que es sabio
retomar siempre de nuevo modo.

330. El cultivo de la tierra, el cuidado de las plantas y de los animales, la


sucesión del día y de la noche, el paso de las semanas, de los meses y de
las estaciones son reclamos por respetar los ritmos de lo creado, por vivir la
cotidianidad de un modo sano y natural, encontrando así tiempo para sí
mismo y para Dios. Este es el mensaje de la fe que la catequesis ayuda a
descubrir, señalando su cumplimiento en el ciclo del Ano litúrgico y en los
elementos naturales que usa la liturgia. Por otra parte, la cultura campesina
guarda de manera más visible valores que no se aprecian en la sociedad
de consumo, —como la sencillez, la sobriedad en el estilo de vida, la
acogida y la solidaridad en las relaciones sociales, el sentido del trabajo y
de la fiesta, el cuidado por la creación— todo ello constituye ya un camino
abierto para el anuncio del Evangelio. La catequesis sabrá valorar este
patrimonio, poniendo en evidencia su sentido cristiano. Todo lo dicho es una
riqueza para toda la Iglesia, invitada a difundirlo, gracias a sus recursos
formativos, en una reflexión sobre la cultura de lo creado y los estilos de vida.

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