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• Oprimidos pero no vencidos

• De Silvia Rivera Cusicanqui

• Presentación

• Oprimidos pero no vencidos resume las luchas campesinas, qhechwa y aymara desde
1900 hasta 1980. Supone la construcción intelectual de un horizonte histórico cuyo
contenido vence los limites de lo que ha ido siendo el Estado boliviano gracias a mirar
hacia atrás que también es un ir hacia adelante:

ÑAWPAX MANPUNI

• Memoria corta y memoria larga

• Memoria corta

• Referido a la insurrección popular de 1952 y posteriormente marcado por la reforma


agraria.

• SINDICALISMO CAMPESINO

• Referido a las luchas indígenas anticoloniales y que se simboliza en la figura de Tupak


Katari.

• Memoria larga

• DOS (O TRES REPÚBLICAS)

Se refieren al modelo colonial heredado por la República, y donde lo criollo y lo indio ocupan
social y culturalmente, estancos alternos.

• Una historia donde…

• “Se busca la integración del indio a la sociedad nacional, obviando su singularidad


cultural.

• Ventriloquismo de las elites

• Adopción verbal de las ideas como igualdad, libertad y soberanía (y ahora


multiculturalismo) pero con el exclusivo fin de marear a la perdiz.

• Se neutraliza y fragmenta demandas y aspiraciones que traducen al voto como un acto


de opinión pública, el cambio de jergas y conceptos.

• Status quo

El ajuste estructural contempla la capitalización, desarrollo humano sostenible, ayuda


humanitaria…

• Corriente del katarismo e indianismo

• La corriente sindical del katarismo-indianismo ha pasado por un largo periodo de


desarticulación y cooptación por los partidos q’aras, para retomar un ímpetu
contestatario en los últimos años a través de una red local descentralizada que se
representa en la CSUTB.
• Pero bajo el liderazgo caudillista y modernizante de Felipe Quispe, el mallku. Este
aspecto a la vez enraizado en la experiencia comunitaria andina y aspirante a los
emblemas de la modernidad occidental, puede ser ejemplificado en la paradójica
demanda de 100º tractores para el altiplano, que sin duda acelerarían la erosion de los
suelos y la liquidación a largo de las posibilidades productivas.
• La misma concepción de la modernidad rural abirgaba Jenaro Flores en los años 80,
cuando conducia la presencia de la CSUTCB en las marchas de la COB, montado en un
tractor, pero vestido con el atuendo y los símbolos de mando de las autoridades
étnicas aymaras.

• EL SILENCIO FUE ROTO

• En 1990 por una inédita movilización indígena de las tierras bajas. La Marcha por el
Territorio y la Dignidad trajo hasta la sede de gobierno a más de mil caminantes que
interpelaban al Estado y a la casta dominante desde un derecho territorial anterior a
su propia existencia.

• En el 2002 las organizaciones y grupos indígenas de tierras bajas se vieron también


polarizadas entre un sector que opto por su incorporación de Marcial Fabricano como
Viceministro de Asuntos Indígenas y otros sectores que se vincularon con las
corrientes de la oposición dentro o fuera del parlamento.

• Movimiento sin tierra

• La titulación de los territorios como TCO (tierras comunitarias de origen) fue


desmantelada por compañías madereras, petroleras y mineras.La invasión a territorios
indígenas se plasma hoy en una lógica de saqueo sobre recursos naturales.

• Surge el Movimiento sin Tierra.

• Entre ambos polos geográficos

El Chapare y los Yungas son escenario de un protagonista de la política campesino indígena


contemporánea: el movimiento cocalero.

Un movimiento basado en una densa red de sindicatos subcentrales y centrales territoriales


que culmina en el liderazgo de Evo Morales en la seis federaciones del trópico de Cochabamba
y de varios otros dirigentes de ADEPCOCA.

Sobre este terreno abonado en las elecciones del 2002 se da un vuelco al esquema de la
democracia restringida y de casta que se estaba construyendo activamente mediante la
cooptación de las demandas indígenas de los años 80. El MAS resulta ser la segunda fuerza
política del país y po su parte el MIP (MOVIMIENTO INDIO PACHAKUTI LIDERIZADO POR FELIPE
QUISPE) ALCANzo 6 diputaciones.

EL resultado del 2002 fue producto de un proceso de acumulación ideológica y movimilizacion


reivindicativa para resurgir con fuerza el 2003.

No deja de ser extraordinario el hecho de que estas redes, aparentemente fragmentadas y


sectoriales de opnion y demanda social sean capces de hallar la convergencia y una plataforma
común de vasto alcance nacional donde la casta política convierte al estado en una bolsa de
interese y pugnas particularistas con una indierecta represión a los movimientos sociales.
Las mayorías cholo indígenas ya se han posesionado del espacio publico para formular opinión
en cuestiones que atañen a todos los bolivianos recahzo frente a la sumision estatal a las
políticas coloniales del norte, la soberanía, la propiedad y el uso de recursos naturales.

Asimismo las demandas cocaleras ya no solo expresan las exigencias de los productores
también al mundo de los akullikadores, a los circuitos de larga distancia gremiales cocanis y
contrabandisras que reeditan las rutas indígena de épocas coloniales en un espacio de
mercados ampliados transfronterizos.

Ciertamente, la coca fue el cultivo estabilizador en este proceso de crisis

agroecológica y social desatado por las políticas desarrollistas de los años 60

y mafiosas de los 70-80: se trata de una planta semipermanente, que produce

regularmente aún en tierras agotadas y rinde hasta cuatro cosechas anuales. Y

hoy, además de ser medicina indígena y hábito de consumo popular recreativo

en las ciudades y pueblos de todo el país, tanto como del exterior11, la hoja es

insumo en disputa por las grandes corporaciones del mercado mundial: las

mafias de la cocaína y la Coca-Cola Company, únicas formas pretendidamente

“modernas” (e.d. industriales) de existencia del producto

• Ni en la guerra del agua…

Ni en la Guerra del Agua (febrero-abril


2000), ni en la revuelta contra el aumento de impuestos (febrero 2003), ni
mucho menos en la Guerra del Gas (septiembre-octubre 2003) ya sólo están
en juego demandas sindicales, ni pedidos de ingreso al sistema político o a la
arena pública, como era el caso de la movilización katarista de los años 80.
De facto, las mayorías cholo indígenas ya se han posesionado del espacio
público, para formular opinión en cuestiones que atañen a todas y todos los
bolivianos: la soberanía, la propiedad y el uso de los recursos naturales, el
rechazo ante la sumisión estatal a las políticas coloniales del Norte.

Los esquemas reformistas y neutralizadores del Estado que maquillan la dominación de casta
con una tenue capa etnocultural, a la par que desmantelan las estrucuturas productivas del
agro, allí donde mujeres y hombres aymaras, y quechuas y urus en la región andina y de una
variedad de pueblos y culturas de las tierras bajas, crean todavía el tejido vivo de la producción
alimentaria básica y del mundo comunitario ritual.

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