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“Con COVID, hemos visto el patrón en el que algunas personas convalecen muy
fácilmente, mientras que otras se enferman y la enfermedad progresa rápidamente. El
objetivo de los antivirales orales es evitar que las personas se enfermen más para que
puedan rehabilitarse más rápido. La idea es como con cualquier otro medicamento:
contrae una infección, toma el medicamento, mejora, sigue adelante” dijo Dieffenbach.
El tratamiento consistiría de ocho pastillas al día durante cinco días. Con la gripe, las
personas toman un medicamento rápidamente después de infectarse. Es el mismo
principio con molnupiravir.
El objetivo es evitar que las personas ingresen al hospital y mueran. Merck informó en su
comunicado de prensa que el molnupiravir redujo el riesgo de hospitalización o muerte en
un 50%. La ventaja de las píldoras es que es mucho más fácil acceder a ellas y puede
tratar a más personas más rápido que con los anticuerpos monoclonales. Tener un
suministro suficiente de molnupiravir podría tener un gran impacto en las hospitalizaciones
y muertes.
El molnupiravir comenzó como una posible terapia para el virus de la encefalitis equina
venezolana en la empresa sin fines de lucro DRIVE (Drug Innovation Ventures at Emory)
de la Universidad de Emory en Atlanta. Pero en 2015, el director ejecutivo de DRIVE,
George Painter, se lo ofreció a un colaborador, el virólogo Mark Denison de la Universidad
de Vanderbilt en Nashville, Tennessee, para realizar pruebas contra los coronavirus. "Me
quedé bastante impresionado", recuerda Denison. Descubrió que funcionaba contra
múltiples coronavirus: MERS y el virus de la hepatitis ratón.
Painter también reclutó a su colaborador Plemper para probar el fármaco contra la
influenza y el virus respiratorio sincitial. Sin embargo, después de la pandemia, los planes
cambiaron. DRIVE otorgó la licencia del compuesto a Ridgeback Biotherapeutics en
Miami, Florida. Plemper también cambió a coronavirus y probó el compuesto en hurones.
Silenció la capacidad del virus para replicarse, dice, pero también suprimió la transmisión
del virus de hurones infectados a los no infectados. Los datos de Merck sugieren que eso
también podría ser cierto en humanos: el molnupiravir pareció acortar la duración de la
infectividad del SARS-CoV-2 en los participantes del ensayo con el virus.