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Paula León Mora

Teoría de las Relaciones Internacionales


Seminario

Somalia: críticas y lecciones de una intervención internacional que nunca concluyó

Siempre se ha dicho que los aportes revisionistas de los sucesos mundiales son injustos y
vienen cargados de razonamientos imposibles de anticipar para la época de los hechos. En
terrenos como el que aquí nos ocupa, la intervención internacional en el conflicto y crisis
humanitaria de Somalia en los años noventa, sin embargo, podemos encontrar fuertes
críticas por parte de teóricos de las Relaciones Internacionales y campos afines que
mostraron inmediatamente su posición al respecto y otras que se fueron construyendo con
el tiempo, como se evidenciará a continuación.

Las intervenciones humanitarias en Somalia iniciaron en 1992 y aún no han terminado. En


ese mismo año Jeffrey Clark (1992) ya decía que las operaciones realizadas por la
Organización de las Naciones Unidas en ese territorio eran unas de las más trágicas
pérdidas de oportunidad y un error garrafal que no tuvo en cuenta lo que realmente estaba
pasando en ese país.

De igual manera, Clark señaló que se tenía que revisar y presentar una reforma para la
asistencia humanitaria. Tal empresa, comentó, solo podía ser realizada por Estados Unidos,
dado su liderazgo en el campo, en la que se revisara entre otras cosas el doble rasero que
tenía la ONU para actuar con diligencia en determinados casos y en otros no (comparando
Irak y Somalia).

Jonathan Stevenson (1993), también criticó inmediatamente la operación pues consideraba


que en términos de seguridad únicamente habían mejorado las zonas estrictamente
militarizadas, pero que en las demás la violencia e inseguridad era aún peor que antes. Por
otro lado, en términos de hambruna, comentó el autor, la población estaba desarrollando
dependencia y a la vez resentimientos por esta solución a corto plazo.

Las críticas en este punto de la historia se refirieron a las formas o elementos que se
deberían tener en cuenta para realizar una adecuada intervención bajo la sombrilla de la
ONU y el liderazgo norteamericano, pero no a su legitimidad o pertinencia. Este primer
acercamiento teórico a la intervención fue formal al formular críticas endógenas al proceso.

Como es natural, las opiniones académicas no concluyeron ahí, pues, además de tener en
cuenta que las tropas estadounidenses se retiraron el 31 de marzo de 1994, y que el final
del mandato de la ONUSOM II solo llegó a su fin en marzo de 1995, hay que considerar que
el territorio sigue siendo blanco de violencia, hambruna e intervenciones regionales como la
Misión de Transición en Somalia (ATMIS por sus siglas en inglés) que sostiene la Unión
Africana.

Adekeye Adebajo (2003) señaló que el liderazgo de Estados Unidos en esta intervención,
en el marco de las Naciones Unidas, se debió principalmente al interés de mostrarse
igualitario frente a las intervenciones realizadas en países ricos en petróleo como Kuwait,
además de querer hacer gala de su victoria en la guerra fría en un territorio en el que se
desdibujaba el fantasma comunista pero empezaba a aparecer en su radar por hacer parte
de los países musulmanes.

Más recientemente Stephanie Carvin (2022) en un análisis general sobre las intervenciones
de los estadounidenses evidenció el enfoque militar de resolución de conflictos y sus
erróneas conclusiones sobre las lecciones que debería aprender con las operaciones hasta
ahora llevadas a cabo. Así, señaló que en vez de acercarse a un enfoque menos
guerrerista, Estados Unidos apuesta cada vez más por el desarrollo de mejoras militares
tecnológicas como estrategía de seguridad internacional.

Estas últimas críticas, están llenas de reproches sobre la legitimidad de Estados Unidos y la
ONU para actuar en intervenciones internacionales en las que ocultó sus verdaderos
intereses y sobre la idea misma de lo humanitario de sus operaciones, denunciando lo
inhumano y poco resolutivo que resultan las incursiones armadas para los conflictos
pasados y presentes. Estas, pueden ser catalogadas como críticas exógenas o sustantivas.

En cualquier caso, tanto señalamientos endógenos como exógenos pretenden un cambio


más o menos profundo en la manera en la que la ONU y sus principales aliados llevan a
cabo sus tareas de mantenimiento, reforzamiento de paz y construcción de Estados.

Stevenson (1993) recordó las reflexiones de Mohamed Sahnoun representante especial de


las Naciones Unidas en Somalia en 1992, en las que manifestó que la Organización debería
centrarse en desarrollar diálogos políticos en los que generara una ruta diplomática para
que los conflictos se solucionaran entre los actores directamente implicados.

La misma ONU (1995) en un documento en el que presentaba un resumen de sus


intervenciones presentaba las lecciones aprendidas en la situación somalí, de las que se
podrían destacar:
1. Entender la naturaleza de la sociedad y la causa(s) del conflicto como una condición
sine qua non para encontrar una solución. Aplicar un balance apropiado entre
relativismo cultural y universalismo.
2. Más que un enfoque geográfico, las competencias y un historial nacional de
derechos humanos deben ser requisitos para que determinadas tropas participen en
las misiones de paz de la ONU.
3. Se requiere que las organizaciones regionales se fortalezcan para realizar tareas de
diplomacia preventiva e intervención temprana cuando estallan los conflictos.

De todo lo anterior podemos concluir que, si bien siempre se criticó la intervención


internacional en Somalia, se pudo ver con el tiempo que las primeras críticas se realizaron
por la manera en la que esta se desarrolló (críticas formales), mientras que en adelante se
fueron escuchando más voces de quienes cuestionaban la legitimidad de quienes la
realizaron o la naturaleza de la intervención (críticas sustantivas).

Sin embargo, estos señalamientos siempre tuvieron el propósito de buscar un mejor


enfoque para brindar apoyo internacional por lo que se ha sugerido una mayor participación
regional y local y un entendimiento profundo de las condiciones sociales que rodean la
situación.
En un conflicto como el Somalí, en el que a los problemas internos y a las guerras por
fronteras externas, se le deben sumar los inconvenientes generados con más de 30 años de
intervenciones internacionales, en cualquier caso, será muy difícil que las lecciones
aprendidas y un buen enfoque del apoyo internacional que merece su crisis humanitaria de
frutos inmediatos.

Referencias

Clark, Jeffrey. (1992). “Debacle in Somalia”. En Foreign Affairs, Vol. 72, No. 1, America and
the World 1992/93 (1992/1993), pp. 109-123.

Stevenson, Jonathan. (1993). “Hope Restored in Somalia?” En Foreign Policy, No. 91, pp.
138-154.

Adebajo, Adekeye. (2003). “In Search of Warlords: Hegemonic Peacekeeping in Liberia and
Somalia”. En International Peacekeeping, Vol.10, No.4, pp.62-81.

Carvin, Stephanie . (2022). “How not to war”. En International Affairs 98: 5, 1695–1716.

ONU. (1995). “Managing arms in peace processes: Somalia”.

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