Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Nota introductoria
Este tópico, tal como ha sido referido insistentemente en otras secciones del Blog, tiene como
contexto la integración de la globalización y la posmodernidad; prestándose atención a la
globalización, en el plano empírico fáctico y la posmodernidad, en el plano teórico-filosófico.
Tanto la globalización en su multidimensional impacto, como la posmodernidad que todo tiende a
explicarlo rescatando los niveles de complejidad y relatividad, significan una gran oportunidad
para flexibilizar los enfoques y la necesaria integración que de ellos resulte.
El tópico fue abordado tomando en consideración tres grandes secciones: ética y sociedad, ética e
individuo y valores y cultura organizacional. En cuanto a ética y sociedad se abordó de una manera
dual, es decir, tomando en cuenta la polaridad existente entre una sociedad que cada vez más
rescata la ética como discurso y convive crecientemente con prácticas contrarias: droga,
corrupción, violencia, terrorismo.
En tal sentido, así como se ha descrito con anterioridad y se ha hecho énfasis en la posmodernidad
como clima cultural de la época, rescatando el carácter complejo, incierto y relativo de todos los
aspectos asociados a la vida humana, la globalización ha impactado de manera simultánea todos
esos espacios, produciendo, ambos factores, una nueva épica, ética y estética, erigiendo la ética
como un imperativo de la época.
Etica y sociedad
Grandes retos están planteados en un contexto de acelerada globalización, como soluciones a los
problemas éticos, de derechos humanos y relativos a la ciudadanía. Tal como lo señala Membreño,
“podemos afinar nuestro planteamiento de la ciudadanía en mundo globalizado partiendo también
de los derechos humanos universales y de una Etica Planetaria, que no sólo rige entre los
individuos, sino también rige entre los Estados y las organizaciones internacionales, la cual debe
estar cimentada en dos líneas: la equidad y la solidaridad” (Membreño, 2003, 13)
De acuerdo a lo anteriormente citado, la globalización impone una nueva escala, incluso para la
ética, donde lo universal cobra fuerza para poder atacar impactos a gran escala y en múltiples
niveles, entre los individuos como “ciudadanos del mundo”, así como entre los Estados y
organizaciones internacionales.
Tal como lo señala Lipovetzky “después de una decena de años el efecto ético sigue ganando
fuerza, invade los medios de comunicación, alimenta la reflexión filosófica, jurídica y
deontológica, generando instituciones, aspiraciones y prácticas colectivas inéditas. Bioética,
caridad mediática, acciones humanitarias, salvaguarda del entorno, moralización de los negocios,
de la política y de los medios de comunicación…” (Lipovetzky, 2005, 9).
Las sociedades contemporáneas exhiben una clara contradicción. De una parte, la recuperación de
la ética como fundamento de todas las acciones humanas en todas y cada una de sus dimensiones.
Por el otro, la decadencia en las prácticas concretas de los hombres, grupos y organizaciones que
ilustran prácticas contrarias al imperativo ético: corrupción, drogas, violencia, terrorismo, etc.
Resulta interesante la naturaleza crítica que soporta la ética inteligente, por cuanto está asociada a
la voluntad, es decir, a lo volitivo y por tanto a la facultad de decidir y ordenar la propia conducta
de manera responsable y crítica, develando la relación medios - fines asociados a las prácticas en
sociedad.
Etica e individuo
Por otra parte, también es cierto que el individuo no escapa a los impactos del proceso de
globalización que, como se ha señalado con anterioridad, tiende hacia la homogeneización;
simultáneamente se dan procesos de heterogeneización, hacia adentro de las sociedades como
respuesta al creciente proceso de masificación, especialmente en las grandes ciudades.
Por otra parte, a los fines de abordar la discusión entre ética e individuo, es necesario, también
aludir a otras expresiones como el individualismo como práctica en que se exacerba el interés y
privilegio de lo individual sobre lo colectivo; el hedonismo como tendencia, la satisfacción
inmediata de necesidades y el narcisismo como el culto a la forma. Todo ello, funcionan como
expresiones que caracterizan la actual ética y estética del individuo en sociedad.
El hedonismo, en el marco de las sociedades actuales, se erige en el principio del placer (Deseo),
en abierta contradicción con la sociedad de la Modernidad, que trataba de someter al individuo a
reglas y parámetros racionales y de control en el marco del principio de realidad (Normas). Es así
como el binomio objetividad – subjetividad, está en la base de esta disputa y las esferas social,
económica, política y cultural han dejado de tener racionales límites para “con-fundirse” en las
prácticas cotidianas de las sociedades.
De conformidad con lo anterior, tal como sostiene Lipovetzky, se busca “el mínimo de coacciones
y el máximo de elecciones privadas posibles, con el mínimo de austeridad y el máximo deseo, con
la menor represión y la mayor comprensión posible”.
Un aspecto, necesario de ser revisado, es el llamado Narcisismo. La sociedad actual, ayudada por
la celeridad de los cambios y las transformaciones en tiempo real, ha tendido a erigir al mercado
y al consumo como criterio de verdad. Es por ello que el individuo ha migrado hacia el consumo
como referente, logrando despertar su interés y convocatoria. En el fondo, es la banalización, la
trivialización de aspectos que, en otros momentos, se refirieron a problemas esenciales: la esencia
ha devenido en fenómeno; el contenido ha devenido en forma.
En el marco del siglo XXI se plantea, entonces, una ética cimentada en las responsabilidades, es
decir, una práctica ética donde todos y cada uno de los actores y sectores sociales sean responsables
consigo mismo y con el entorno. Políticos, empresarios, docentes, profesionales de distintas áreas,
padres, etc.; en cada rol que toque jugar debe existir una práctica ética basada en las
responsabilidades.
Otro aspecto, de fundamental importancia para tratar el tópico de ética e individuo es lo relativo a
la ciudadanía y el proceso de transformación que ello involucra. En secciones anteriores se ha
tratado el tema del individualismo. Hacer frente a ello, de alguna manera, está asociado a la
práctica de construcción de ciudadanos y de ciudadanía. Por tanto, la articulación de contextos
donde coexistan democracias incluyentes e instituciones responsables deben derivar en formación
ciudadana, lo que limita el exacerbado desarrollo del individualismo.
• El significado del éxito japonés, lo que involucra todo un bagaje cultural representado en
el producto.
• Los cambios del entorno hacia nuevas formas asociativas transforman la naturaleza de la
organización y su cultura: más participativa, más responsable, y con más identidad grupal.
Existen múltiples conceptos y acepciones de cultura organizacional. A los efectos del presente
trabajo, dado su contexto en el marco de la globalización y la posmodernidad se utilizara un
concepto ampliamente compartido dada su equilibrio y grado de cobertura. Según Robbins la
Cultura Organizacional es una percepción que generalmente es común y que comparten los
miembros de una organización como sistema de significados entre ellos.
Los valores (por ejemplo: responsabilidad, justicia, solidaridad, trabajo en equipo, calidad, respeto,
transparencia) condicionan las actitudes y la conducta permitiéndole un sentido y un significado a
la realidad de la organización, posibilitando su cumplimiento, permitiendo también el desarrollo
de las relaciones entre los trabajadores y con el medio exterior. En definitiva, los valores, en el
marco de la cultura organizacional, son un elemento motivador que incrementa el sentido de
pertenencia hacia la organización.
La cultura es cada vez más importante por cuanto los drásticos cambios derivados de la
globalización y la posmodernidad, propenden a la conformación de organizaciones con fuertes
vínculos globales que incrementan las interacciones culturales conectando intereses globales y
locales que ponen en juego el cuerpo de creencias y valores que los acompañan como cultura.
Entre otros retos para las organizaciones, a propósito de la cultura, la globalización y los valores,
pueden referirse:
Para Adela Cortina, las organizaciones que efectivamente hacen un uso productivo y “etico” de la
nueva moralidad en el marco de las empresas, son aquellas que trabajan “por la calidad, armonizan
las capacidades del grupo desde el ejercicio del liderazgo, se forjan día a día un buen carácter y
tratan de crear un "clima ético", en el que el grupo percibe que en los distintos niveles las
decisiones se toman contando con valores éticos. Para colaborar en esa tarea existen instrumentos
bastante perfilados, como puedan ser los códigos éticos, los comités de seguimiento y las
auditorías, siempre que se entienda que el modo de obligar "ético" no es el modo de obligar
"jurídico", porque lo ético pasa siempre por ese difícil –pero insoslayable- tamiz de la convicción,
que no se resuelve con sanciones externas.”
http://www.etnor.org/html/pdf/adela/200200772.pdf
En definitiva, los valores constituyen soportes de la cultura organizacional, definen la
direccionalidad y el éxito en términos concretos y establecen normas para la organización. La
organización al estar dotada de valores compartidos, proporciona un sentido de dirección común
y son directrices para el compromiso estratégico.
La función gerencial, en tiempos de alta incertidumbre debe estar orientada por valores. A partir
de allí se habla de la dirección por valores. Tal como lo señala Clemente Valdéz Herrera, “la
dirección por valores se debe en gran medida al desarrollo de los conceptos relacionados con la
cultura organizacional y que en buena medida estos aspectos tuvieron gran repercusión con la
salida del libro “En busca de la Excelencia” de los autores Tom Peters y Robert Waterman. El
enfoque sobre la ética de los negocios, expresando la importancia que revisten los valores en la
misma, es otro de los aspectos que han servido de base para la aparición de la dirección por
valores.” (http://www.gestiopolis.com).
Por último, es importante rescatar, además, las apreciaciones críticas que sobre el discurso
gerencial preponderante se ha efectuado, donde la ética ha jugado un papel fundamental. Héctor
Villegas lo sintetiza de la siguiente manera: “Mediante la instrumentación de la ética, es decir
como el auxilio eficaz de lo económico, quienes construyen el discurso gerencial de “avanzada”
apuntan al rescate de los nuevos códigos, que de manera accesoria fungen como los descriptores
éticos por excelencia. (…) todo parece reducirse a sugerencias útiles, aparecen y se multiplican los
exégetas que han hecho de la construcción gerencial un discurso burdo y lleno de sentidos
comunes, alejando toda posibilidad de interpretar el fenómeno organizacional desde perspectivas
críticas…” (Villegas Vaquen, 1998, 63)
BIBLIOGRAFIA
Consultas en línea
• http://whatisthesociology.blogspot.com/2008/09/tribus-urbanas-maffesoli-parte-2.html
• http://www.gestiopolis.com/administracion-estrategia/direccion-valores.htm#mas-autor
• http://www.etnor.org/html/pdf/adela/200200772.pdf