Está en la página 1de 9

Ética, cultura y cambio organizacional

Nota introductoria

La presente sección, está dirigida a apoyar el Tema 6 de la asignatura, destacando la creciente


importancia del tema de la ética y la cultura en el estudio microsociológico de las organizaciones,
mediante la discusión y construcción de perspectivas integrales, que faciliten la comprensión de
las complejidades de los fenómenos organizacionales.

Este tópico, tal como ha sido referido insistentemente en otras secciones del Blog, tiene como
contexto la integración de la globalización y la posmodernidad; prestándose atención a la
globalización, en el plano empírico fáctico y la posmodernidad, en el plano teórico-filosófico.
Tanto la globalización en su multidimensional impacto, como la posmodernidad que todo tiende a
explicarlo rescatando los niveles de complejidad y relatividad, significan una gran oportunidad
para flexibilizar los enfoques y la necesaria integración que de ellos resulte.

El tópico fue abordado tomando en consideración tres grandes secciones: ética y sociedad, ética e
individuo y valores y cultura organizacional. En cuanto a ética y sociedad se abordó de una manera
dual, es decir, tomando en cuenta la polaridad existente entre una sociedad que cada vez más
rescata la ética como discurso y convive crecientemente con prácticas contrarias: droga,
corrupción, violencia, terrorismo.

En cuanto a ética e individuo se puso el acento en la necesidad de una ética cimentada en la


responsabilidad, haciendo frente al creciente individualismo con prácticas que revelen
responsabilidad y construcción de ciudadanía. De igual manera, en materia de valores y cultura
organizacional se evidencia la necesidad de avanzar hacia una nueva moralidad en la práctica
empresarial, todo ello, cimentado en valores como guías en el quehacer organizacional e
institucional.

En tal sentido, así como se ha descrito con anterioridad y se ha hecho énfasis en la posmodernidad
como clima cultural de la época, rescatando el carácter complejo, incierto y relativo de todos los
aspectos asociados a la vida humana, la globalización ha impactado de manera simultánea todos
esos espacios, produciendo, ambos factores, una nueva épica, ética y estética, erigiendo la ética
como un imperativo de la época.

Etica y sociedad

Grandes retos están planteados en un contexto de acelerada globalización, como soluciones a los
problemas éticos, de derechos humanos y relativos a la ciudadanía. Tal como lo señala Membreño,
“podemos afinar nuestro planteamiento de la ciudadanía en mundo globalizado partiendo también
de los derechos humanos universales y de una Etica Planetaria, que no sólo rige entre los
individuos, sino también rige entre los Estados y las organizaciones internacionales, la cual debe
estar cimentada en dos líneas: la equidad y la solidaridad” (Membreño, 2003, 13)

De acuerdo a lo anteriormente citado, la globalización impone una nueva escala, incluso para la
ética, donde lo universal cobra fuerza para poder atacar impactos a gran escala y en múltiples
niveles, entre los individuos como “ciudadanos del mundo”, así como entre los Estados y
organizaciones internacionales.

Tal como lo señala Lipovetzky “después de una decena de años el efecto ético sigue ganando
fuerza, invade los medios de comunicación, alimenta la reflexión filosófica, jurídica y
deontológica, generando instituciones, aspiraciones y prácticas colectivas inéditas. Bioética,
caridad mediática, acciones humanitarias, salvaguarda del entorno, moralización de los negocios,
de la política y de los medios de comunicación…” (Lipovetzky, 2005, 9).

Las sociedades contemporáneas exhiben una clara contradicción. De una parte, la recuperación de
la ética como fundamento de todas las acciones humanas en todas y cada una de sus dimensiones.
Por el otro, la decadencia en las prácticas concretas de los hombres, grupos y organizaciones que
ilustran prácticas contrarias al imperativo ético: corrupción, drogas, violencia, terrorismo, etc.

Dicha dualidad se refiere, según Lipovetsky, a la coexistencia de sociedades posmoralistas, es


decir, aquellas sociedades que se limitan la retórica del deber y exacerban la dimensión individual,
transformándolos en derechos individuales de autonomía, deseo y felicidad, generalmente
inmediata (hedonismo). Dado lo anterior, en la sociedad actual, donde reinan las democracias
duales, de doble moral, es necesario lo que se ha dado en llamar una ética inteligente, es decir,
“menos preocupadas por las intenciones puras que por los resultados benéficos para el hombre…
No hay más solución realista a largo plazo que la formación de los hombres, el desarrollo y la
difusión del saber, la ampliación de las responsabilidades individuales, el partido de la inteligencia
científica y técnica, política y empresarial” (Lipovetzky, 2005, 17- 19)

Resulta interesante la naturaleza crítica que soporta la ética inteligente, por cuanto está asociada a
la voluntad, es decir, a lo volitivo y por tanto a la facultad de decidir y ordenar la propia conducta
de manera responsable y crítica, develando la relación medios - fines asociados a las prácticas en
sociedad.

Etica e individuo

En la sección anterior se exponía que la ética constituye un imperativo de la época; además, se


planteaba que las sociedades actuales conforman conglomerados duales en el sentido que imbuídos
en la retórica ética, éstas coexisten con prácticas antiéticas, configurando lo que pudiese
denominarse sociedades posmoralistas.

Por otra parte, también es cierto que el individuo no escapa a los impactos del proceso de
globalización que, como se ha señalado con anterioridad, tiende hacia la homogeneización;
simultáneamente se dan procesos de heterogeneización, hacia adentro de las sociedades como
respuesta al creciente proceso de masificación, especialmente en las grandes ciudades.

En ese proceso de heterogeneización tiene especial referencia la conformación de grupos y


“tribus”, como respuesta a la masificación. De allí que las sociedades actuales se debaten entre la
masificación (homogeneización) y la insurgencia de microgrupos en todas y cada una de las áreas
y segmentos de la sociedad (heterogeneización).
Michel Maffesoli designa el anterior proceso como neotribalismo. Para el referido autor, “El
tribalismo es un movimiento de amplio alcance que impregna todos los ámbitos de la vida social:
política, religión, filosofía, moda, creencias, mitos, economía, guías de conducta…pero a la vez
existe una reciprocidad porque a su vez se ve influenciado por todos éstos. Maffesoli denomina a
la transformación de las relaciones sociales que se da en la sociedad de la postmodernidad como
neotribalismo”. http://whatisthesociology.blogspot.com

Ante los problemas asociados a la vulnerabilidad identitaria en las sociedades actuales, la


conformación de grupos, expresiones, comunidades y círculos alternativos que los doten de
identidad, conforma una respuesta. Ello opera como mecanismo de defensa ante el impacto
creciente de lo global sobre lo local.

Por otra parte, a los fines de abordar la discusión entre ética e individuo, es necesario, también
aludir a otras expresiones como el individualismo como práctica en que se exacerba el interés y
privilegio de lo individual sobre lo colectivo; el hedonismo como tendencia, la satisfacción
inmediata de necesidades y el narcisismo como el culto a la forma. Todo ello, funcionan como
expresiones que caracterizan la actual ética y estética del individuo en sociedad.

El hedonismo, en el marco de las sociedades actuales, se erige en el principio del placer (Deseo),
en abierta contradicción con la sociedad de la Modernidad, que trataba de someter al individuo a
reglas y parámetros racionales y de control en el marco del principio de realidad (Normas). Es así
como el binomio objetividad – subjetividad, está en la base de esta disputa y las esferas social,
económica, política y cultural han dejado de tener racionales límites para “con-fundirse” en las
prácticas cotidianas de las sociedades.

De conformidad con lo anterior, tal como sostiene Lipovetzky, se busca “el mínimo de coacciones
y el máximo de elecciones privadas posibles, con el mínimo de austeridad y el máximo deseo, con
la menor represión y la mayor comprensión posible”.
Un aspecto, necesario de ser revisado, es el llamado Narcisismo. La sociedad actual, ayudada por
la celeridad de los cambios y las transformaciones en tiempo real, ha tendido a erigir al mercado
y al consumo como criterio de verdad. Es por ello que el individuo ha migrado hacia el consumo
como referente, logrando despertar su interés y convocatoria. En el fondo, es la banalización, la
trivialización de aspectos que, en otros momentos, se refirieron a problemas esenciales: la esencia
ha devenido en fenómeno; el contenido ha devenido en forma.

En el marco del siglo XXI se plantea, entonces, una ética cimentada en las responsabilidades, es
decir, una práctica ética donde todos y cada uno de los actores y sectores sociales sean responsables
consigo mismo y con el entorno. Políticos, empresarios, docentes, profesionales de distintas áreas,
padres, etc.; en cada rol que toque jugar debe existir una práctica ética basada en las
responsabilidades.

Otro aspecto, de fundamental importancia para tratar el tópico de ética e individuo es lo relativo a
la ciudadanía y el proceso de transformación que ello involucra. En secciones anteriores se ha
tratado el tema del individualismo. Hacer frente a ello, de alguna manera, está asociado a la
práctica de construcción de ciudadanos y de ciudadanía. Por tanto, la articulación de contextos
donde coexistan democracias incluyentes e instituciones responsables deben derivar en formación
ciudadana, lo que limita el exacerbado desarrollo del individualismo.

Valores y cultura organizacional

La globalización de las actividades y procesos organizacionales es una nueva realidad que


incrementa las oportunidades de interacciones culturales de individuos con diversos orígenes
étnicos e ideas. La comunicación intercultural que ayude a una mejor comprensión de los sistemas
de valores y creencias de otros pueblos y de otras organizaciones, es parte de esta nueva realidad
que empieza a surgir. http://www.eumed.net

Esta perspectiva, en el marco de los grandes cambios centra su atención en el origen e


interpretación de la dimensión simbólica de la organización. Actualmente, se hace imprescindible
estudiar y entender la cultura organizacional por cuanto es una variable fundamental para las
organizaciones al igual que para las sociedades. Dados los cambios sociales y organizacionales se
ha dado justo lugar a la cultura como dimensión intangible en las organizaciones.
Entre otras, existen dos claves en el interés por la cultura organizacional:

• El significado del éxito japonés, lo que involucra todo un bagaje cultural representado en
el producto.

• La creciente incertidumbre del entorno y la intensificación de la competencia ejerce presión


para la cohesión interna e incrementar los niveles de compromiso.

• Los cambios del entorno hacia nuevas formas asociativas transforman la naturaleza de la
organización y su cultura: más participativa, más responsable, y con más identidad grupal.

Existen múltiples conceptos y acepciones de cultura organizacional. A los efectos del presente
trabajo, dado su contexto en el marco de la globalización y la posmodernidad se utilizara un
concepto ampliamente compartido dada su equilibrio y grado de cobertura. Según Robbins la
Cultura Organizacional es una percepción que generalmente es común y que comparten los
miembros de una organización como sistema de significados entre ellos.

Dichos sistemas de significados, a su vez, están condicionados por las creencias y el


comportamiento de las personas a través de los juicios que se formen con relación a lo correcto o
a lo incorrecto, es decir, constituyen un marco de referencia valorativa.

Los valores (por ejemplo: responsabilidad, justicia, solidaridad, trabajo en equipo, calidad, respeto,
transparencia) condicionan las actitudes y la conducta permitiéndole un sentido y un significado a
la realidad de la organización, posibilitando su cumplimiento, permitiendo también el desarrollo
de las relaciones entre los trabajadores y con el medio exterior. En definitiva, los valores, en el
marco de la cultura organizacional, son un elemento motivador que incrementa el sentido de
pertenencia hacia la organización.
La cultura es cada vez más importante por cuanto los drásticos cambios derivados de la
globalización y la posmodernidad, propenden a la conformación de organizaciones con fuertes
vínculos globales que incrementan las interacciones culturales conectando intereses globales y
locales que ponen en juego el cuerpo de creencias y valores que los acompañan como cultura.

Entre otros retos para las organizaciones, a propósito de la cultura, la globalización y los valores,
pueden referirse:

• La fuerte diversificación cultural y étnica de las organizaciones, demanda cohesión interna.


• La creciente complejidad de los mercados de consumidores, cada vez con mayor
heterogeneidad cultural.
• Todos los actores asociados a la organización: socios, empleados, proveedores y clientes
están expuestos a una alta diversidad cultural.
• Nuevas sinergias, tendentes a ambientes abiertos con el fin de dar respuestas inmediatas
(con alta carga de sentido y ética) a problemas generalmente derivados de la incertidumbre.
• La cultura de las organizaciones modificarán las tradicionales estructuras "jerárquicas" por
estructuras más participativas y se requiere que los actores estén más cohesionados en torno
a la cultura y a los valores organizacionales.

Para Adela Cortina, las organizaciones que efectivamente hacen un uso productivo y “etico” de la
nueva moralidad en el marco de las empresas, son aquellas que trabajan “por la calidad, armonizan
las capacidades del grupo desde el ejercicio del liderazgo, se forjan día a día un buen carácter y
tratan de crear un "clima ético", en el que el grupo percibe que en los distintos niveles las
decisiones se toman contando con valores éticos. Para colaborar en esa tarea existen instrumentos
bastante perfilados, como puedan ser los códigos éticos, los comités de seguimiento y las
auditorías, siempre que se entienda que el modo de obligar "ético" no es el modo de obligar
"jurídico", porque lo ético pasa siempre por ese difícil –pero insoslayable- tamiz de la convicción,
que no se resuelve con sanciones externas.”
http://www.etnor.org/html/pdf/adela/200200772.pdf
En definitiva, los valores constituyen soportes de la cultura organizacional, definen la
direccionalidad y el éxito en términos concretos y establecen normas para la organización. La
organización al estar dotada de valores compartidos, proporciona un sentido de dirección común
y son directrices para el compromiso estratégico.

La función gerencial, en tiempos de alta incertidumbre debe estar orientada por valores. A partir
de allí se habla de la dirección por valores. Tal como lo señala Clemente Valdéz Herrera, “la
dirección por valores se debe en gran medida al desarrollo de los conceptos relacionados con la
cultura organizacional y que en buena medida estos aspectos tuvieron gran repercusión con la
salida del libro “En busca de la Excelencia” de los autores Tom Peters y Robert Waterman. El
enfoque sobre la ética de los negocios, expresando la importancia que revisten los valores en la
misma, es otro de los aspectos que han servido de base para la aparición de la dirección por
valores.” (http://www.gestiopolis.com).

Por último, es importante rescatar, además, las apreciaciones críticas que sobre el discurso
gerencial preponderante se ha efectuado, donde la ética ha jugado un papel fundamental. Héctor
Villegas lo sintetiza de la siguiente manera: “Mediante la instrumentación de la ética, es decir
como el auxilio eficaz de lo económico, quienes construyen el discurso gerencial de “avanzada”
apuntan al rescate de los nuevos códigos, que de manera accesoria fungen como los descriptores
éticos por excelencia. (…) todo parece reducirse a sugerencias útiles, aparecen y se multiplican los
exégetas que han hecho de la construcción gerencial un discurso burdo y lleno de sentidos
comunes, alejando toda posibilidad de interpretar el fenómeno organizacional desde perspectivas
críticas…” (Villegas Vaquen, 1998, 63)

BIBLIOGRAFIA

• Carosio Alba. Etica y valores en las organizaciones contemporáneas: evolución y


propuestas. Cuadernos de post grado CEAP, No. 23

• Gozález Cruz. La ética en las organizaciones y el desarrollo local. Revista Provincia


• Lipovetzky, Gilles. El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos tiempos
democráticos. Editorial Anagrama, Barcelona. 2005

• Membreño C, Sergio. Desarrollo humano, ética y ciudadanía en un mundo globalizado.


PNUD. Cuadernos de Desarrollo HUmnano, No. 14. 2003.

• North, Douglas. Instituciones, cambio institucional y desempeño económico. Fondo de


Cultura Económica. 1993.

• Villegas Vaquen, Héctor. El paradigma emergente en la gerencia moderna y sus


implicaciones epistemológicas en la reconstrucción de un nuevo discurso gerencial.
Caracas, FACES, UCV. 1998

Consultas en línea

• http://whatisthesociology.blogspot.com/2008/09/tribus-urbanas-maffesoli-parte-2.html
• http://www.gestiopolis.com/administracion-estrategia/direccion-valores.htm#mas-autor
• http://www.etnor.org/html/pdf/adela/200200772.pdf

También podría gustarte