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Eduardo Gallego
UPM/ETSII
RESUMEN:
Por último, se muestran los criterios de clasificación de los residuos radiactivos empleados
internacionalmente y en España con fines prácticos y administrativos.
1-2
INDICE
1. INTRODUCCION............................................................................................................... 4
1-3
GENERACIÓN, TIPOS Y CLASIFICACIÓN DE LOS RESIDUOS
RADIACTIVOS
Eduardo Gallego
UPM/ETSII
1. INTRODUCCION.
Para ello, se comienza con un breve apartado descriptivo de los procesos que
intervienen en la desintegración radiactiva bajo sus diferentes formas, explicando la ley
fundamental y los parámetros que sirven para caracterizar matemáticamente la evolución
temporal de las sustancias radiactivas.
1-4
2. LA ESTABILIDAD NUCLEAR Y LA DESINTEGRACION RADIACTIVA.
Figura 1.- Tabla de nucleidos con indicación de los tipos de emisión radiactiva que presentan.
1-5
(radiación electromagnética o neutrones), y a distinta especie si las partículas emitidas están
cargadas (radiación tipo , o protones). En los procesos de desintegración radiactiva existe
siempre una cierta reducción en la masa en reposo del sistema, que será transferida en forma de
energía cinética a la partícula emitida y al núcleo residual.
P(dt) = λ · dt . [1]
dN = - λ · N(t) · dt . [2]
Esta ecuación diferencial, integrada con la condición inicial N=N(0) para t=0, toma una
solución
N(t) = N(0) · e-λt , [3]
ln 2
T= . [4]
El período de semidesintegración es una característica propia de cada radionucleido, y
varía entre fracciones de segundo y millones de años. Conociendo el período se pueden hacer
1-6
cálculos rápidos sobre el decrecimiento de una sustancia radiactiva, ya que al cabo de K veces
el período, el número medio de átomos se habrá reducido por 2K.
1
τ= , [5]
y representa la esperanza media de vida de cada uno de los átomos radiactivos. Es una
magnitud poco utilizada en general.
con lo que se obtiene una recta de pendiente -λ, también incluida en la Figura 2.
Al número medio de átomos que se desintegran por unidad de tiempo en una muestra
dada se le denomina actividad de la muestra. De la expresión [2] se deduce su valor
1-7
dN
A(t) = - = N(t) . [7]
dt
1 desintegra ción
1Bq = = 1 s-1 .
segundo
Dado que 1 Bq corresponde a una actividad muy pequeña, es habitual emplear sus
múltiplos. También se utiliza frecuentemente la unidad especial denominada Curio (Ci) y sus
múltiplos y submúltiplos:
desintegra ciones
1Ci = 3,7 1010 = 3,7 1010 Bq
segundo
M
I(Bq) = N = 6,023 1023 [8]
A
Hay que hacer notar que para radionucleidos que puedan desintegrarse por varias vías o
procesos diferentes, la actividad suele estar referida al conjunto de dichos procesos.
dN i (t)
= i-1 N i-1 (t) - i N i (t) , [9]
dt
que habría que resolver con las condiciones iniciales correspondientes a la cantidad de átomos
de cada radionucleido para t=0. En el caso de dos radionucleidos padre e hijo, con cantidades
1-8
iniciales N1(0) y N2(0) respectivamente, la solución del sistema sería
N 1 (t) = N 1 (0) . e 1
- t
[10]
1 N 1(0) [ - 1t - - 2t ] .
N 2 (t) = N 2 (0) e 2 +
- t
e e
2 - 1
1-9
Ningún lugar del planeta escapa a esta ducha invisible, que afecta de distinta manera a
unas partes del globo y a otras. En los polos se recibe un flujo mayor que en la zona ecuatorial,
al ser desviada la radiación por el campo magnético terrestre; con la altitud -factor de mayor
importancia que el anterior- aumenta la exposición, al disminuir la protección proporcionada
por el aire. La dosis anual media varía aproximadamente 3 μSv1 por grado de latitud a nivel del
mar, y unos 10 μSv por cada 35 m de altura en las capas inferiores de la atmósfera.
Especialmente significativo es el caso de los vuelos en avión a gran altitud. Así, a una altitud de
10 km, techo habitual de los reactores comerciales, la dosis recibida es unas 70-170 veces
superior a la del nivel del mar, y en el caso de los aviones supersónicos, que alcanzan una
altitud de unos 20 km, se recibe una dosis 400 veces la del nivel del mar.
Como resultado de las interacciones de la radiación cósmica con los núcleos de los
átomos de los elementos de la atmósfera, se generan diversos radionucleidos que se encontrarán
tanto en la atmósfera como en la superficie terrestre. Una lista de tales radionucleidos, con su
período de semidesintegración y el tipo de emisión radiactiva que producen se incluye en la
Tabla 1. De ellos, el 3H y el 14
C son los más importantes, por incorporarse a los tejidos
biológicos sustituyendo a los isótopos estables. Además, el contenido en 3H se ha intentado
utilizar para medir la edad de los vinos y el del 14C para datar productos fósiles y arqueológicos
diversos.
3
H (tritio) 12,3 a ß- 33
P 25,4 d ß-
7 35
Be 53,3 d γ S 87,4 d ß-
10
Be 1,6 106 a ß- 36
Cl 3,01 105a ß+, ß-
14
C 5730 a ß- 39
Ar 269 a ß-
22
Na 2,6 a ß+, γ 81
Kr 2,1 105 a X, γ
32
P 14,3 d ß-
239
Incluso nucleidos tan peculiares como el Pu se encuentran en la naturaleza, al
1
El Sievert, abreviadamente Sv, es la unidad empleada para medir la dosis de radiación, tanto dosis
equivalente, como dosis efectiva. Sus definiciones más precisas se incluyen en la lección siguiente.
Equivalente a un Julio de energía impartida por cada kilogramo de masa, resulta ser una unidad muy
grande en general. Como referencia, la dosis promedio recibida por la población española es de 3,5 mSv
1-10
238
formarse por efecto de la radiación cósmica sobre el U natural, estimándose un contenido
medio de entre 1 y 6 x 10-5 microgramos por tonelada de corteza terrestre.
1-11
3.2. Radionucleidos artificiales.
en donde los núcleos X (núcleos blancos) son sometidos a un bombardeo con partículas a
(partículas incidentes). Como resultado se producen núcleos Y, en general distintos de X, y se
emiten partículas b. Los núcleos Y pueden ser radiactivos.
1-12
Figura 3.- Las tres series radiactivas naturales, del Torio, el Uranio y el Actinio (energías de
desintegraciones α y ß dadas en MeV) (Ref.3).
1-13
Como ejemplo, cabe indicar la reacción que supuso el descubrimiento de la radiactividad
artificial por los esposos Jolliot- Curie en 1934:
+ 27
13Al 30
P + n .
15 [12]
Para describir cuantitativamente las interacciones de las partículas con los núcleos
atómicos se utiliza el concepto de sección eficaz. La sección eficaz microscópica representa
la superficie efectiva por núcleo individual para la reacción considerada. Se mide en cm2, o en
una unidad especial denominada barnio (1 barnio = 10-24 cm2). Cuando sobre el material de
interés, que contiene N átomos -o núcleos- del tipo X por cm3, incida un flujo de partículas a
φa(partículas/cm2.s), la tasa de reacciones producidas por unidad de volumen se podrá expresar
como el producto
2
núcleos cm partículas
N( 3
). ( ). a ( 2
) . [13]
cm núcleo cm .s
Si se multiplica N por σ tendríamos la sección eficaz total por cm3 de material, que
recibe el nombre de sección eficaz macroscópica del material, para el proceso en cuestión. Se
representa por el símbolo Σ y tiene dimensiones de longitud recíproca (cm-1).
Los elementos naturales son utilizados en las centrales nucleares para la extracción de
la energía liberada al producirse la fisión de algunos de ellos. Se producen además reacciones
de captura radiante de neutrones que originan la transmutación de estos elementos en otros,
llamados transuránicos por tener números atómicos más allá del correspondiente al uranio. Este
tipo de reacciones son a veces buscadas, como en el caso de los reactores reproductores. La
dificultad reside en que la transmutación no es monodireccional, sino que se producen también:
elementos transuránicos, no fisionables; ciertos isótopos del uranio; así como neptunio,
plutonio, americio, curio, berkelio y californio de vida muy larga, que es necesario considerar
como residuos radiactivos, lo que crea problemas de almacenamiento y custodia.
1-14
239 241
aparecen isótopos con buenas características para su fisión, caso del Pu o Pu, así como el
237
Np, cabeza de la serie radiactiva ya agotada en la naturaleza.
1-15
Figura 5.- Cadenas radiactivas del 243Am, 237Np y 224Cm.
Para completar el espectro de productos radiactivos que aparecen a lo largo del ciclo
del combustible nuclear, hemos dejado para el final aquellos que revisten una mayor
importancia en cuanto a la radiactividad total generada durante el funcionamiento de un reactor
nuclear: los productos de fisión. Como es sabido, éstos se producen al escindirse los átomos de
U o de Pu en dos nuevos átomos más ligeros, liberándose una importante cantidad de energía,
así como 2 o 3 neutrones. Los núcleos formados son inestables sin excepción y, en
consecuencia, radiactivos, dando origen a las correspondientes cadenas de desintegración.
La fisión del 235U se produce en más de 40 formas diferentes, originando así más de 80
distintos productos de fisión primarios. Su distribución porcentual, en función de su número
másico, se representa en la Figura 6, en la que aparecen también las relativas a la fisión del 233U
239
y del Pu. Como se observa, todas ellas están muy próximas, y presentan una acusada
tendencia a la asimetría en las masas de los productos que aparecen en una misma fisión, siendo
1-16
por tanto más probable obtener nucleidos de masas bien diferenciadas que de masas similares.
Estos productos contienen en general un número excesivo de neutrones, de modo que buscan la
estabilidad por emisión de sucesivas partículas -, originándose así más de 200 radionucleidos
diferentes entre los productos de fisión primarios y sus descendientes.
Figura 6.- Rendimientos porcentuales obtenidos en la fisión del 233U, 235U y 239Pu (ref. 5).
La composición del combustible nuclear dentro del reactor sufre un cambio continuo, a
lo largo del tiempo, a causa de las reacciones nucleares que allí se producen: fisiones, captura
neutrónica y desintegraciones de los productos de fisión y de los de activación. Mediante todos
estos mecanismos se presentan cientos de productos radiactivos, cuyo inventario ha de ser
considerado en todos los aspectos de gestión del combustible. En particular, respecto de la
gestión de residuos radiactivos, cabe indicar los siguientes, como más significativos:
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La evolución temporal del contenido del combustible gastado a largo plazo.
Si bien el tratamiento detallado de las interacciones entre las radiaciones y los medios
materiales es un tema de extremada complejidad, puede afirmarse que la ley básica de
interacción será la Ley de Coulomb entre cargas eléctricas, la cual da lugar a dos fenómenos
elementales: la excitación atómica (o molecular) y la ionización. En el primero, representado
en la Figura 7, los electrones corticales son impulsados a un nivel superior, volviendo
posteriormente al estado inicial tras emitir fotones luminosos. En el segundo, los electrones son
expulsados del átomo o molécula, según se ilustra en la Figura 8.
1-18
Figura 7.- Proceso de excitación atómica (ref. 1). Figura 8.- Proceso de ionización (ref. 1).
En el caso de los fotones, su energía puede ser absorbida por el medio mediante tres
procesos fundamentales: el efecto fotoeléctrico, el efecto Compton y la producción de pares
electrón-positrón. Todos ellos originan la aparición de partículas cargadas, con lo cual se
desarrollarían posteriormente las interacciones comentadas anteriormente.
Efecto fotoeléctrico.
El efecto fotoeléctrico supone la absorción de toda la energía del fotón (h) por el
átomo. Esa energía es transferida a un electrón cortical, que es expulsado del átomo, tal y como
se muestra en la Figura 10. La energía cinética con la que el electrón es expulsado valdrá
Ec = h - Ee [15]
donde Ee representa la energía de enlace del electrón en su capa atómica inicial. El proceso es
más probable para electrones de capas profundas, por lo que después de la vacante producida,
la reordenación electrónica del átomo irá acompañada de la emisión de rayos X característicos.
Al aumentar la energía de los fotones el proceso se hace menos probable, siendo mayor dicha
probabilidad para absorbentes con número atómico alto.
1-19
Figura 10.- Ilustración del efecto fotoeléctrico (ref. 1).
Efecto Compton.
El efecto Compton puede interpretarse como una colisión elástica del fotón incidente
con un electrón. Parte de la energía del fotón será transferida al electrón como energía cinética,
saliendo disparado el fotón en distinta dirección a la inicial, con menor energía y frecuencia
(mayor longitud de onda). El esquema del proceso se muestra en la Figura 11. Si la energía
inicial del fotón es grande comparada con la energía de enlace del electrón, puede ésta última
despreciarse y considerar que la energía cinética transferida al electrón valdrá
Ec = h - h' [16]
El efecto es más probable para energías intermedias de los fotones (entre 0,5 y 10 MeV
aproximadamente), disminuyendo el rango de energías al aumentar el número atómico del
absorbente.
1-20
12. Consiste en la materialización de la energía de un fotón en un par de partículas (electrón-
positrón). El proceso solamente puede producirse dentro del campo eléctrico de un núcleo
atómico. La energía del fotón se transforma en energía de masa en reposo de las partículas
creadas (0,511 MeV + 0,511 MeV) y en energía cinética de las mismas, es decir
con lo cual el proceso necesita al menos de una energía en el fotón de 1,022 MeV. Su
probabilidad aumenta rápidamente con la energía y es el proceso predominante para altas
energías y absorbentes de número atómico elevado.
Los neutrones son partículas sin carga eléctrica y, por tanto, no podrán experimentar la
interacción culombiana con los electrones atómicos. Solamente pueden interaccionar con los
núcleos de los átomos. Puesto que los núcleos ocupan una fracción ínfima del volumen total de
la materia, los neutrones podrán desplazarse distancias relativamente grandes antes de
interaccionar, resultando muy penetrante la radiación neutrónica.
1-21
b) Colisiones de dispersión inelástica. Parte de la energía del neutrón es cedida al núcleo
como energía de excitación y parte como energía cinética. Al desexcitarse, el núcleo
emitirá fotones γ. Es un proceso importante para neutrones rápidos (E > 10 keV) y
medios ricos en átomos de número másico intermedio.
e) Fisión nuclear. Son aquellas en las que se produce la escisión de un núcleo pesado en
dos o más fragmentos, acompañada de la liberación de unos 200 MeV de energía,
emitiéndose 2 o 3 neutrones y algunas radiaciones.
Cuando una partícula cargada atraviesa un medio material, va perdiendo su energía por
los procesos ya comentados. Un concepto útil para evaluar esta transferencia de energía al
medio es la llamada pérdida de energía específica o poder de frenado, que se define como la
pérdida de energía experimentada por la partícula por unidad de longitud recorrida en su
trayectoria (dE/dx) por la acción conjunta de la ionización, la excitación y la radiación de
frenado.
1-22
caso de ser ingeridos o inhalados, ya que el daño celular resultante será muy intenso.
Figura 13.- Número de pares iónicos por mm en función del camino que falta por recorrer (alcance
residual) para partículas α en aire (ref. 7).
En el caso de las partículas tiene una gran relevancia el poder de frenado por
radiación, especialmente para las que sean más energéticas. Además, como son emitidas con un
espectro continuo de energía, su alcance, para las emitidas por una misma fuente, será variable.
Dicho alcance, expresado en unidades másicas (g/cm2) es prácticamente independiente del tipo
de material atravesado, y suele tomarse como referencia el alcance en aluminio (como se ve,
por ejemplo, en la Figura 14).
1-23
Tanto en el caso de las partículas como en el de los fotones, resulta útil emplear el
concepto de atenuación, el cual se refiere a la disminución del número de partículas o de
fotones a medida que un haz paralelo de radiación penetra en la materia. En general se rige por
una ley de tipo exponencial
en la que N(x) será el número de partículas que restan en el haz después de atravesar la
distancia x, cuando su número inicial era N(0). El coeficiente μ se denomina coeficiente lineal
de atenuación y representa la probabilidad de que una partícula o fotón sea absorbida al
recorrer una unidad de longitud. Es frecuente expresar la atenuación en unidades másicas,
introduciendo la densidad ρ del material,
x = ( ) , [19]
donde μ/ρ es el coeficiente másico de atenuación (cm2/g) y τ = ρ·x el espesor másico (g/cm2) o
densidad superficial del material.
Para caracterizar a los materiales de blindaje, en este caso, se suele emplear para su
espesor de semireducción, X o espesor de material necesario para reducir la intensidad del haz
de partículas a la mitad. Puede estimarse como
ln 2
X = , [20]
ln 2
en unidades de longitud, o bien X = , [21]
( / )
en unidades de espesor másico (g/cm2).
1-24
neutrones térmicos), con lo cual la mayor parte de los neutrones serían finalmente absorbidos.
Dichos materiales suelen completarse con otros de elevado espesor másico, a fin de atenuar los
fotones emitidos en las diversas reacciones que provocan los neutrones.
Grupo 2. Toxicidad alta. 45 radionucleidos (60Co, 90Sr, 125I, 126I, 131I, 238U, ...).
Grupo 3. Toxicidad moderada. 132 radionucleidos (32P, 59Fe, 99Mb, 190Ir, 198Au...).
Grupo 4. Toxicidad baja. 32 radionucleidos de energías débiles o periodos muy largos (3H,
51
Cr, 99Tc, 129I, 134Cs, 238U (nat),...).
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7. CLASIFICACIÓN DE LOS RESIDUOS RADIACTIVOS.
Hay una amplia variedad de residuos por lo que se pueden hacer muchas
clasificaciones, y de hecho las hay, definiéndose categorías de carácter práctico más o menos
extendido que, incluso, se basan en características no relacionadas con su contenido radiactivo,
por ejemplo, según su estado físico (gaseosos, líquidos y sólidos, que a su vez podrían
clasificarse en residuos compactables, incinerables, metálicos, etc.). Atendiendo a sus
propiedades radiactivas se pueden clasificar según el tipo de radiación que emitan (alfa, beta,
gamma, neutrones), el periodo de semidesintegración (vida corta o vida larga), su actividad
específica (actividad alta, media, y baja), etc.
1-26
el lugar donde se han situado (200-300 años como máximo). Sus principales
componentes radiactivos tienen períodos máximos de semidesintegración de unos 30
años. Este límite coincide con los valores del Cs-137 y Sr-90 que, a medio plazo, son
los isótopos que controlan el decaimiento de los residuos de los reactores si excluimos
los combustibles irradiados.
Residuos de vida larga. Su decaimiento requiere periodos tan largos de tiempo que no
permiten garantizar el mantenimiento del control institucional. Contienen cantidades
significativas de isótopos con períodos de semidesintegración notablemente superiores
a 30 años (cientos, miles y hasta millones de años). Como esta es una característica de
los principales emisores alfa, suelen también denominarse residuos alfa y, por
exclusión los restantes suelen llamarse residuos beta-gamma.
Por su actividad específica los residuos líquidos, sólidos o gaseosos se dividen en:
Residuos de baja actividad. Son residuos que normalmente no requieren blindaje para
su manipulación y transporte si bien, como los de las restantes clases, deben
manipularse en sistemas de confinamiento que eviten su dispersión.
Residuos de media actividad. Son residuos que tienen una actividad y potencia
calorífica menor que los residuos de alta, requiriendo blindaje para su manipulación y
transporte. Se suelen definir, por exclusión, como residuos que no son ni de baja ni de
alta actividad.
Residuos de alta actividad. Esta categoría comprende los siguientes materiales:
o Líquidos acuosos generados en el primer ciclo de extracción de la etapa de
reelaboración y los resultantes de la solidificación de estos líquidos. Contienen
una alta concentración de productos de fisión y cantidades significativas de
elementos transuránidos.
o Los combustibles irradiados cuando se consideran residuos.
o Cualquier residuo con una actividad específica comparable a los materiales
anteriormente indicados. Los residuos de alta, debido a su elevado contenido
radiactivo, generan calor que hace que aumente su propia temperatura si no se
mantienen adecuadamente refrigerados. Deben manipularse a distancia y con
blindajes.
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entre los residuos baja y media actividad, suele distinguirse entre vida corta y vida larga, tal y
como puede verse más adelante.
Para tratar de uniformar criterios respecto a límites entre las diferentes categorías, el
Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) propuso en 1970 (ref. 13) una
clasificación con el fin de crear un medio de comunicación preciso entre científicos, tecnólogos
e industriales. Esta clasificación que no llegó a imponerse en la práctica (ver tabla 2) contempla
límites numéricos de actividad específica para los líquidos (5 categorías) y gases (3 categorías).
Para los sólidos establece tres categorías basadas en su tasa de dosis en contacto y una cuarta,
para residuos alfa, en términos de actividad específica.
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Tabla 3. Propuesta del OIEA con vistas al almacenamiento de los residuos (ref. 12)
Posteriormente, con respecto a los límites entre las diferentes categorías, el OIEA
agregó una nueva categoría: la de los residuos que tienen una peligrosidad despreciable y que
de acuerdo con lo propugnado en documentos sobre exención de materiales radiactivos se
denominan "residuos exentos" (ref. 8). Los límites propuestos, que consideran tanto la
concentración de la actividad como la vida de los isótopos y la generación de calor, son los
siguientes, que se reflejan en la figura 15:
30 años como valor de vida media para diferenciar los residuos de vida corta y vida
larga.
Un contenido que se fija entre 400 y 4.000 Bq/g de emisores alfa de vida larga para que
el residuo deba ser considerado de vida larga.
Una potencia calorífica superior a 2 kW/m3 para tener que ser considerado residuo de
alta (también se debe exceder el límite en emisores alfa de vida larga).
Según se puede observar en la figura 15, en sentido vertical se tienen en cuenta los
niveles de radiactividad que van desde insignificantes hasta concentraciones muy elevadas.
Según aumenta el nivel, viene a aumentar la necesidad de aislar los residuos de la biosfera y de
considerar las necesidades de blindaje y refrigeración del calor de desintegración. En sentido
1-29
horizontal, los periodos de decaimiento van desde muy cortos (segundos) hasta muy largos
(millones de años) y de forma similar, los residuos irán desde aquellos que contienen
cantidades pequeñas de radionucleidos de vida larga a los que contienen cantidades
importantes.
Figura 15. Clasificación de residuos radiactivos según la IAEA Safety Standard Series N 111-G-1.1
(1994, ref. 8).
En el esquema de 1994 aún existían ciertas limitaciones, puesto que no cubre todos los
tipos de residuos radiactivos y tampoco establece una conexión directa con las opciones de
gestión final. Por ello, en 2010 se ha propuesto un nuevo esquema que identifica seis clases de
residuos radiactivos (IAEA Safety Guide No. GSG-1, 2010, ref. 14), como se representa en la
figura 16 y se explica seguidamente.
1-30
Figura 16. Clasificación de residuos radiactivos según la IAEA Safety Guide No. GSG-1
(2010, ref. 14).
Tabla 4. Opciones de gestión de los residuos radiactivos y relación con su categoría según la
Guía IAEA Safety Guide No. GSG-1 (2010, ref. 14)
Opción Residuos
Exención o desclasificación RE
Almacenamiento y decaimiento RVMC
Eliminación en instalaciones tipo vertedero en superficie RBBA
Eliminación en instalaciones tecnológicas en superficie o a profundidades de entre unas RBA
decenas de metros
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Horizontalmente, los periodos de semi-desintegración de los radionucleidos contenidos en el
residuo pueden ser desde cortos (segundos) hasta tremendamente largos (millones de años).
Desde el punto de vista de la seguridad de la gestión, un radionucleido con periodo inferior a 30
años se considera de vida corta.
1-32
residuos requieren barreras de aislamiento robusto y contención por periodos de hasta
algunos centenares de años, siendo posible eliminarlos en instalaciones tecnológicas
cerca de la superficie. En esta categoría entran un rango muy amplio de radionucleidos,
incluyendo los de vida corta a niveles de concentración elevados, pero con niveles
relativamente bajos de concentración para radionucleidos de vida larga.
Residuos de Media Actividad (RMA). Residuos que, debido a su contenido, en
particular de radionucleidos de vida larga, requieren un mayor nivel de contención y
aislamiento que el que se puede conseguir en instalaciones de eliminación en
superficie. No obstante, los residuos de esta categoría no necesitan provisiones, o solo
una capacidad limitada para disipar el calor durante su almacenamiento y eliminación.
Los RMA pueden contener radionucleidos de vida larga, en particular emisores alfa,
que no decaerán a niveles aceptables de concentración para su almacenamiento en
superficie en los periodos de tiempo en que se puede confiar que se mantengan los
controles institucionales. Por consiguiente los residuos de esta categoría requerirán su
eliminación a profundidades mayores, del orden de unas decenas a varios centenares de
metros. La eliminación a esas profundidades permite ofrecer un largo periodo de
aislamiento del medio ambiente accesible si las barreras naturales y las de ingeniería se
eligen adecuadamente.
Residuos de Alta Actividad (RAA). Residuos con concentraciones tan elevadas de
radionucleidos tanto de vida corta como larga que, comparadas con los RMA, se hace
necesario asegurar un mayor grado de aislamiento de la biosfera, para garantizar la
seguridad a largo plazo. Además, los RAA generan cantidades significativas de calor de
desintegración y, normalmente, continuarán generando calor durante varios siglos. La
capacidad de contención y aislamiento puede obtenerse de la integridad y estabilidad de
las formaciones geológicas profundas, complementadas con barreras de ingeniería. La
capacidad de disipación de calor es un factor importante para el diseño de este tipo de
instalaciones. Los RAA incluyen al combustible usado de los reactores nucleares, así
como los residuos acondicionados resultantes del reproceso del combustible. Los
niveles típicos de concentración de actividad pueden rondar los 104-106TBq/m3.
Los criterios precisos para que un determinado residuo sea asignado a una categoría
particular dependerán de la situación específica en el Estado con respecto a la naturaleza del
residuo y las opciones de eliminación disponibles o en construcción.
1-33
1999 (ref. 9), se publicó la siguiente clasificación con el fin de corregir la falta de uniformidad
existente en los distintos países:
Residuos radiactivos de transición. Los que decaen suficientemente tras un periodo
temporal de almacenamiento (se considera 5 años) y entonces pueden ser declarados
exentos. Principalmente son residuos de origen medico.
Residuos de actividad baja e intermedia (LILW). No presentan problemas de
generación de calor para su almacenamiento definitivo y se dividen en:
Residuos de vida corta (LILW-SL). Con nucleidos de periodo de semidesintegración
igual o menor de los del Cs-137 y Sr-90 (alrededor de 30 años) y menos de 4.000 Bq/g
en emisores alfa de vida larga en cada bulto considerado individualmente (400 Bq/g
como media en todos los residuos).
Residuos de vida larga (LILW-LL). Con emisores de vida larga y emisores alfa que
sobrepasan los límites indicados.
Residuos de alta actividad. Presentan problemas de generación de calor para su
almacenamiento temporal y definitivo. Están formados principalmente por los
combustibles nucleares gastados y residuos de su tratamiento.
1-34
Para el almacenamiento de El Cabril, se han considerado dos clases generales de bultos
con residuos (ref. 15).
Nivel 1. Son todos los que por tener una actividad inferior a los límites establecidos al
respecto. Se consideran aceptables para su almacenamiento si superan los valores
fijados de resistencia mecánica (30 Kg/cm2 de resistencia a la compresión) y
estabilidad bajo agua.
Nivel 2. Son los que tienen una actividad comprendida entre dos límites establecidos.
Se consideran aceptables para su almacenamiento si superan una serie de
especificaciones fijadas, como garantía de su capacidad de confinamiento de los
nucleidos contenidos (resistencia a la flexión y compresión, tasa de lixiviación, etc.).
Recientemente (ref. 16) para almacenamiento en “El Cabril” se ha propuesto una nueva
categoría: la de residuos de muy baja actividad, cuyas actividades máximas dependen del
isótopo y son del orden de cientos de Bq/g. Su menor peligrosidad potencial permite que sean
menos exigentes los requisitos de calidad tanto de los bultos como del propio sistema de
almacenamiento.
8. RESUMEN Y CONCLUSIONES.
De lo tratado a lo largo del presente tema cabe establecer un resumen en los siguientes
puntos, a modo de conclusiones:
1-35
transuránicos. Algunos de ellos con la particularidad de poseer una vida media muy
grande y acumularse en cantidades elevadas, lo cual causa el problema de la gestión de
los residuos de alta actividad.
7. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.
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Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts.
3. Klement A.W. (Editor), Brodsky A. (Editor jefe) (1982), CRC Handbook of Environmental
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5. Goded, F., Serradell, V., Martinez-Val, J.M y Oltrá, F. (1975, tomo I) (1981, tomo II), Teoría
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