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Introducción

¿Qué es la culpa? ¿Cómo nos afecta? ¿Cómo podemos superarla? Estas son algunas de
las preguntas que se plantea el autor de este libro, una obra de poesía contemporánea
peruana que refleja la crisis existencial y religiosa de una generación marcada por la
violencia y el desencanto.

El título del libro, “Ego auxiliatus sum tui occidere te”, significa en latín “Yo te ayudé a
matarte”. Esta frase es una inversión de un versículo bíblico que aparece en el libro de
Isaías 41:14, donde Dios le dice a Israel que no tema, que él lo ha ayudado y redimido.
El autor usa esta frase para expresar su reproche y su desesperación por haber perdido a
su amada, y para cuestionar la voluntad divina que lo ha separado de ella.
Los poemas se dividen en dos partes: la primera parte contiene cuatro poemas que se
dirigen a diferentes interlocutores (un doctor, un amigo, el propio Dios) para contarles
sus sentimientos y sus recuerdos de Jenaly, una mujer que conoció en la iglesia y de la
que se enamoró en silencio. La segunda parte contiene tres poemas que se dirigen
directamente a Jenaly, en los que el autor le confiesa su amor, le reprocha su ausencia y
le dedica unas palabras llenas de ironía y dolor.

Los poemas están escritos en verso libre, sin rima ni medida fija. El autor usa un
lenguaje coloquial y directo, con algunos neologismos y extranjerismos. El autor
también juega con la tipografía y la disposición de los versos en la página, creando
efectos visuales y sonoros. Los poemas tienen una estructura variable, pero se pueden
distinguir algunos elementos comunes: una introducción que sitúa el contexto o el
motivo del poema, un desarrollo que expone los sentimientos y los recuerdos del autor,
y una conclusión que resume o amplifica el mensaje del poema.

Los poemas tienen un tono confesional y melancólico, donde el autor se muestra


vulnerable y sincero. El autor usa muchas referencias bíblicas y teológicas para
contrastar su fe con su desesperanza, y para cuestionar la voluntad divina que lo ha
separado de su amada. También usa imágenes relacionadas con la música, el fuego, el
agua y el tiempo para crear una atmósfera de nostalgia y dolor.

Los poemas reflejan una culpa destructiva, que lo aleja de Dios y de sí mismo. El autor
se siente culpable por la muerte de su amada, pero no busca el perdón ni la paz. Al
contrario, se rebela contra Dios y contra su voluntad, lo acusa de injusto y cruel, lo
desafía y lo insulta. El autor no acepta su realidad ni su responsabilidad, sino que se
refugia en el recuerdo y en el lamento. El autor no tiene esperanza ni fe, sino que se
sumerge en el dolor y en el vacío.

Los poemas revelan un estado depresivo del autor, que se siente culpable por la muerte
de su amada y por haber destruido la vida de otras mujeres. El autor muestra signos de
baja autoestima, aislamiento social, falta de motivación e ideación suicida. El autor
también muestra rasgos de personalidad narcisista y psicopática, como la falta de
empatía, el egocentrismo, la manipulación y la grandiosidad. El autor usa la escritura
como una forma de catarsis y de escape de su realidad.

Este libro es una obra original e impactante, que nos invita a reflexionar sobre el sentido
de la vida y del amor, sobre el papel de la fe y de la esperanza, sobre el poder del
lenguaje y de la poesía. Este libro es también una obra perturbadora e inquietante, que
nos confronta con nuestros propios sentimientos de culpa y con las consecuencias que
éstos pueden tener en nuestra salud mental y en nuestras relaciones. Este libro es, en
definitiva, una obra de arte y de vida.

M. D. Darwin José ALEX SANTA CRUZ


VENENATUM FAVIIDAE

Y ahora que intento olvidarte,


no he encontrado consuelo
entre tantas páginas psicológicas
ni en los versículos bíblicos
que aprendí de tus labios,
en tantas tardes mirando el infinito,
a la hora en punto,
entre Enfermería y Arquitectura.

Y esas promesas
(que no hemos cumplido)
de mantenernos siempre juntos
pase lo que pase.

Aunque no lo creas,
yo había creído
en cada una de las cosas
que nos decíamos sin palabras,
en cada uno de los sueños
que construíamos juntos;
y hoy,
después de tanto tiempo sin ti,
he comenzado a perder mi fe
en todo aquello que había creído
desde que era niño.

He llegado a comprender
que el sacrificio del Carpintero
ha sido en vano;
pues,
todos los días sufro más que el anterior.

Y comienzo a darme cuenta


de que nunca más volverán
esos momentos felices
en el que a tu lado aprendía esas cosas
que ahora quiero olvidar para siempre.
Siempre he creído que compartiría
una parte del cielo contigo
y ahora,
después de que tú te fuiste,
no tengo ganas de pensar
en una eternidad sin ti.
Supongo que ese es el castigo
a las blasfemias
que he mencionado en mi vida.

Dios no ha estado en línea,


en ninguna de sus redes sociales,
ese día en el que te vi partir
para nunca más volver a mi lado.

Siempre me decías
que tengo que aprender
a disfrutar de la vida,
a ver el lado positivo de las cosas.

Estoy seguro de que,


en ese aspecto,
fui un mal alumno,
el peor de todos,
pues,
hasta ahora,
tengo muchas asignaturas pendientes
esperando a que vuelvas conmigo.

El tiempo pasa
y nos va alejando
de las personas que queremos.

El tiempo pasa
y nos vamos olvidando
de las promesas
que hicimos de niños
y de los lugares en los cuales
hemos sido felices
por unos instantes.

Y es que:
después de ti,
mi vida solo ha sido
un ciclo sin final
de vanas repeticiones
en las que siempre buscaba ver tu rostro
para sentirme un poco más tranquilo
y tener motivos para seguir viviendo.

Ahora tengo que olvidarte


y comenzar a borrar
cada uno de los recuerdos
que he ido almacenando en mi cabeza
en estos últimos 20 años
en los que únicamente
me la he pasado pensando en ti.
BELLE INDIFFÉRENCE I

A J. M. A. A., Siempre en mis sueños.

No siempre es muy tarde


para escribir un poema a medianoche
o un poema antes de dormir;
un poema para jugar un poco al amor
o un poema que se desliza entre las piernas
que se han quedado solas
y que buscan un poco de claridad
antes de eso a lo que llamamos destino
se apague con un movimiento
que una reina que se ha vuelto loca
no ha podido realizar en el tablero de ajedrez
de esta vida que se ha quedado estancada
en un eterno 30 de marzo.

Mientras leo el manual de patologías psicológicas y psiquiátricas,


o algo parecido a ello,
Diccionario psicoanalítico para principiantes,
me voy dando cuenta
de que ha sido un infierno, para ti,
el hecho de compartir tu vida conmigo.

No ha habido aprendizaje
en todo esto que hemos vivido.
Será que la eterna angustia
de un alma desdichada

ha hecho que termine destruyendo


a las personas que he amado.
Aún recuerdo esa ocasión
en la que en un sueño
todas las que me acompañaron
me mostraron los infiernos
en los que se habían convertido sus vidas
luego de que yo pasé por ellas.
Y lo peor de todo esto,
es que no tengo ningún tipo de remordimiento
de todo ello que hemos vivido,
un lobo no se siente mal
por una gallina que acaba de matar para comer.

Estoy seguro de que desde donde estés ahora,


te estás arrepintiendo de todo lo que conmigo has vivido.
Yo, desde mi infierno,
aquí en el 18-10 de una avenida abandonada,
te he recordado un poco,
entre canciones de Sabina y de FT ISLAND;
e he recordado entre esas cosas
que al final no supiste comprender de mí.

En algún momento de nuestra vida,


el paraíso en el que vivíamos
se ha convertido en lo que fue al final,
una fosa escondida que Dante

no pudo siquiera describir.

Es que no has podido comprender muchas cosas,


es que yo no he querido que comprendas muchas cosas.

No queda más que la sombra de un recuerdo


que estoy seguro que llevarás por siempre.
No he sido, yo, muchas veces,
han sido las malditas ganas
de que comprendas lo que pasa por mi alma;
esas ganas mías de explicar todo lo que me pasa
y de complicar aún más las cosas.

Y es que:
por más que tú decías que yo era un psicópata,
me he dado cuenta de que hay un alma
que se siente culpable dentro de mí.

Solo escribo estas líneas para liberarme de las culpas que tengo,
pues, aunque no lo creas, hay ciertos remordimientos en mí
que tengo que ir curando.
12 DE ABRIL O LA CELEBRACIÓN DE UN CUMPLEAÑOS EN MEDIO DE UN VELORIO EN
EL CENTÉSIMO SEGUNDO DÍA DE UN AÑO NO BISIESTO

A J. M. A. A.
Y es que:
en esta noche
el corazón ha sido crucificado
como el Carpintero,
entre sentencias bíblicas
y una voz divina
que me recuerda que los pecados
que he cometido
no se van a perdonar
ni en un millón de Domingos de Ramos.

De nada me ha servido
que María entregue a su hijo
para que muera entre pecadores,
ni que lo vea derramar su sangre
por el capricho de un padre
que no le ha pasado pensión alimentaria,
ya que en esta vida
no encontraré el perdón
que ando buscando cada noche
entre libros de psicología
y antropología filosófica.

Es que:
la oración de fe
no siempre sana al enfermo
y es mentira todo lo que ha pasado
en esta Semana Santa.

Cristo no ha muerto por mí


ni por las palabras que me olvidé de decir
un 30 de marzo,
convirtiendo toda mi vida
en un infierno.

Y ahora desde mi infierno


recuerdo tu dulce resplandor
y las noches en las que nuestros cuerpos
se fundían en uno.

No estás aquí para contarte lo que me pasa


en los días que se pierden en el olvido.
No estás aquí
y comienzo a sentirme
cada vez más solo.

No estás aquí
y ese niño,
que nunca tuvo nombre,
se va despidiendo de mí
con lágrimas en los ojos.

Y es que todos estos recuerdos


se quedarán en el olvido,
ya que nunca pudimos decir
más que las palabras que hemos conocido
y que han servido únicamente para mentirnos.

Y por más que hoy te felicite por cumplir años,


tú y yo sabemos,
que es un año menos de vida
y que las oportunidades,
con los años,
se van acabando.

Nunca más seremos


lo que hoy en día somos
ni nunca más volveremos a tener
tanta luz en los ojos.

De nada vale que repita las oraciones


que aprendí en la Escuela Dominical
y que estaba repitiendo en estos días
con la esperanza de que ese dios sordo
me escuche;
pero, todos sabemos que esas oraciones
son tan inútiles
como las ganas que hoy tengo de escuchar tu voz.
HECHOS 20:38 O UNA MALA TRADUCCIÓN DEL TEXTO GRIEGO

Dedicado a: E. P. L. y K. B. M.
Y no sé qué decir:
nunca he sabido
combinar las palabras adecuadas
para estos momentos
en que son inútiles las palabras
y callamos cosas
que nunca más podremos decir
en el resto de nuestras vidas.

Ojalá pudiera decirlas,


ojalá pudiera decir algunas palabras
y pudieras entender
todo aquello
que estoy sintiendo
en este momento
en el que mi alma
se rompe en pedazos
y veo tu espalda alejándose
para nunca más estar cerca tuyo.

Porque tu adiós rompe mi alma


y mis días se acaban
con esas palabras que sugieren
que nunca más podremos compartir
una silla en la Casa de Oración.

Todos los proyectos


y los sueños
desfilan en momentos pares hacia el olvido.

Nunca se harán realidad


las cosas que hemos planificado
ni los castillos
que hemos construido sobre la arena.

Es entonces
cuando comienzo a entender
que te volví a encontrar
para volverte a perder.

Ya Platón hablaba de este círculo eterno,


de esta vana repetición.

Y solo sé
que voy a llorar una vez más
como siempre,
detrás de mis miedos,
escondiendo mis ojos en una Biblia
para tratar de entender
por qué Dios siempre juega a los dados.

Por un momento había pensado


que el destino ya se había cansado de separarnos,
que era hora de anclar
y comenzar de nuevo a tener proyectos
y sueños,
pero he entendido,
ahora más que nunca,
que tu camino y el mío
sólo se cruzan
en breves momentos en esta vida.

Quisiera no tener que buscarte


entre traducciones de Biblias
y comentaristas teológicos
y conformarme con repetir a Freud en clases.

Esperar como siempre


y coger una bandera con tu nombre
y decirte adiós nuevamente,
mientras se van todos mis sueños detrás tuyo.

Y de nada vale decir alguna cosa,


pues nada hará que te quedes un momento más,
mientras escucho y comprendo esa canción
que entre sus líneas
me dice que te veré en cielo
y yo voy comprendiendo
que mis esperanzas de llegar ahí son del todo nulas.

Han cambiado los aires,


los planes son otros,
y yo me he quedado en el pasado
pensando como siempre en ti
y teniendo en el corazón todas las cosas
que hemos vivido cuando éramos niños.

Y es que no he encontrado,
en esta ocasión,
consuelo en las Sagradas Escrituras.
Sospecho que Dios ha estado desconectado
de sus redes sociales en estos últimos días.

No lo sé,
solo puedo decir que me he sentido abandonado
y con unas ganas de blasfemar su nombre.

No me ha dado lo que he querido,


y siento que es mentira
su promesa de un paraíso terrenal.
Es que este adiós me rompe el alma
y quisiera que no me duela tanto,
como me está doliendo
en este momento.
EL DÍA EN QUE DIRGNI LLAMÓ Y MI NÚMERO Y SONÓ OCUPADO

A S. I. C. T.

Me siento triste, lo sabes. Estoy seguro de que lo sabes. No siempre se escoge la mejor
opción. No siempre los sueños dejan de convertirse en pesadillas.

Te extraño, espero que lo sepas. Un poco más, cada 20 de cada mes. Tu sonrisa, y ese
algo extraño de tu voz. Te extraño y lloro, un poco. Lo suficiente.

Espero que seas feliz. No siempre está encendida una vela en la Plaza de Mayo, no
siempre regresan los que se van.

Hubiera querido quedarme con tu sonrisa. Ahora es tarde. Alguna noche te he


extrañado, sobre todo esos días de sueros y ayunos.

Alguna noche me he sentido vacío. No estás. Es mi condena. No está nadie. El televisor


es la única causa de ruido ahora. No estás, y todavía duele eso. Siempre has estado,
llenando con una sonrisa mi vida vacía. Siempre has estado, entre las dos monedas que
giran ahora en el recuerdo.

Sabes: la soledad se ha venido a tomar un café conmigo. Un poco amargo, lo sé. Un


poco tarde.

No siempre se puede comer con la mano, y estar feliz solo porque estás conmigo.

No siempre encuentras un poco de agua caliente en las noches.

Debes estar durmiendo, y quizá me hayas bloqueado de tus redes sociales. Solo quería
decirte eso que ya dije. Regalarte flores, y hacer que sonrías. Gracias por las llamadas,
gracias por los consejos. Ojalá pueda salir de esta..
EL DÍA EN QUE JENALY OLVIDÓ UN VERSÍCULO BÍBLICO

A K. B. M.

De qué vale
que todo aquello
vuelva a mis recuerdos
en estas noches
de rituales y oraciones,
que,
como todos los jueves,
a la hora en punto,
se celebran en mis recuerdos,
únicamente
para mantener vivo
aquel aroma
que sus cabellos tenían
la última vez que la vi,
si el cristo
ha estado jugando
a los dados con mi destino,
mientras yo me he quedado cantando
aquel himno que aprendí de sus rojos labios
en una noche de invierno.

He pensado en ella,
Señor,
entre oraciones vespertinas
y una falsa representación
del eterno sacrificio
del cordero inmaculado.

Ha crecido
y ya no es esa niña
que cuidaba mis sueños
entre libros de teología,
algunos apuntes de cálculo inferencial
y muchos aportes a la ingeniería civil.

Ha crecido
y se ha alejado de mi destino,
mientras yo me he quedado
repitiendo las frases
de Tomás de Aquino
en aburridas clases de filosofía.
Ha crecido
mientras el Carpintero
se ha ido alejando de mi vida,
como se alejan las horas
en que fui feliz a su lado.
De qué vale
haber elegido el camino
que siempre quise,
si ese fue justamente
el que me separó de su destino.
Y es que mientras ella
ha seguido cantando
alabanzas a “Nuestro” Señor,
yo me he ido alejando del redil.

Porque de nada vale


rogarle a un Dios
que no ha escuchado mis oraciones
y lo único que le he estado pidiendo
es que ella no se olvide de mí.

Creo que en parte


yo también he tenido la culpa
para que eso pase,
pues una tarde cualquiera
dejé de pasar por su puerta.

Alguna vez escuché su voz diciendo


que los pensamientos del cristo
no son nuestros pensamientos
y que sus caminos
no son nuestros caminos.

Estoy seguro de que ella tiene al cristo


en sus oraciones y pensamientos
mientras yo lo he buscado
en mi interior y no lo he encontrado.

Algún pasaje bíblico nos dice


que todos lo que serán salvos
han sido predestinados
desde la fundación del mundo,
yo pienso que no estoy en esa lista.
Pero de qué vale que todo el mundo siga girando
si ella no está conmigo.
EL DÍA EN QUE JENALY MURIÓ

Katia ha muerto. Es algo que te quería contar, doctor: Hace casi 20 años que no hablo con ella.
La última vez fue cuando aún ella estaba en la escuela. Hace 20 años, doctor, que sigo
teniendo este sentimiento aquí adentro. Hace 20 años que vivo enamorado de ella, que espero
el milagro de que ella se acerque y me hable. Hace 20 años que espero que nuestras manos se
vuelvan a juntar como aquella vez, en la tarde, cuando ella tenía 8 y yo 10, en el patio de la
escuelita.

Katia ha muerto, no le he dicho ninguna palabra, ningún mensaje, nada. Se fue sin saber lo que
yo siento por ella. Hace 20 años que debí decirle muchas cosas. Hace 20 años que debí
devolverle aquel himnario que me prestó esa noche en la iglesia.

Doctor, hace algunos días tuve un sueño; yo estaba parado en la laguna Patarcocha viendo el
atardecer, ella vino caminando por las aguas, con sus zapatillas blancas en las manos y una
sonrisa aliviadora. Yo estaba ahí, a unos metros, sabía que estaba soñando, pero no quería que
el sueño acabe. En ese sueño, también, quise decirle muchas cosas, no pude.

Ahora, ella ha muerto, y me quedan las tardes para seguir pensando en qué decirle la próxima
vez que la vea.

Recuerdo que la vi muchas veces en estos años, al menos dos veces por año, en estos últimos
20 años. Más de 40 ocasiones perdidas. Tantas veces he ensayado delante del espejo en qué le
voy a decir cuando la vea, nada funcionaba cuando ella aparecía con su mamá, o cualquier otra
persona, delante de mí.

Ahora, doctor, me quedan sus recuerdos, algunas fotos que me descargué del Facebook y este
duelo que llevaré mientras tenga memoria.

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