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Tema:
El papel de observador en el aprendizaje grupal.
Módulo VIII:
Didáctica del Aprendizaje Grupal.
Docente:
Máster Lucia Beatriz Lazo
Integrantes:
Licda. Alicia Izamar Majano Cabrera.
Lic. Julio René Benítez Villatoro.
El presente trabajo consiste en una investigación realizada sobre el rol del observador de
grupos, el cual es un ejercicio desarrollado en el Modulo VIII Didáctica del Aprendizaje
Grupal, impartido por la Máster Lucia Lazo; en la maestría en profesionalización de la
docencia superior de la facultad multidisciplinaria oriental de la Universidad de El
Salvador.
Para comprender el papel del docente observador es necesario determinar que el proceso
enseñanza-aprendizaje ha sido motivo de múltiples estudios, se ha visualizado desde la
perspectiva de diferentes corrientes psicológicas, pedagógicas y sociológicas. Si
consideramos al ser humano como un ser social, productor y producto de relaciones
sociales, inmerso en una problemática histórica determinada, nuestra concepción del
aprendizaje y la docencia se apoyará en estos principios, y nos ubicará en el terreno de la
psicología social y en el campo del aprendizaje grupal.
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1.0 El rol del observador de grupos.
1.1 Generalidades:
La tarea del observador en el trabajo con grupos, consiste en el registro de datos que
permitan el planteamiento de hipótesis acerca del desarrollo del proceso de interacción de
un grupo, en relación con sus objetivos, con las modalidades de abordaje de la tarea, con
los obstáculos que se presentan en ella, con la resolución o no de esas dificultades, etc.
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con los cuales el observador va pensando en ciertas hipótesis. Al mismo tiempo, en ella
también se registran todas las vivencias, sentimientos, sensaciones, que el observador va
experimentando a partir de la interacción grupal. Es por eso que sugerimos dividir la hoja
del registro en dos partes verticales para anotar las intervenciones de los integrantes,
sobre la izquierda, y todo lo que le pasa y siente el observador, sobre la derecha.
Las vivencias del grupo reactualizan sus propias experiencias, lo que se transforma en
obstáculo para la observación propiamente dicha. Debe entrenarse en ver, oír y registrar,
y esto parece sencillo pero lleva su tiempo. Por eso es habitual que las crónicas, en este
inicio, sean ilegibles, inconexas, espacios en blanco (lagunas), o alteraciones, que van
desde malos entendidos hasta frases no dichas.
2) El nivel descriptivo:
A medida que el observador se va instalando en su lugar, va disminuyendo su ansiedad y
puede aprender a mirar el grupo, las conductas que se suceden, y entonces, registrar lo
obvio, lo observable. En esta etapa hay como un deseo de interpretar lo que pasa y no
describir lo que se ve; esto está ligado a otros temas: lo objetivo y lo subjetivo, y la
posibilidad de descentramiento. Es necesario aprender a diferenciar lo que es mío de lo
que es de los demás, realizar un relato descriptivo de lo sucedido. (La objetividad absoluta
es imposible).
3) El nivel interpretativo:
A partir de lo observado se pueden formular hipótesis, es decir, darle un significado al
acontecer grupal. Ello implica el aprendizaje de la lectura de lo latente. Es posible acceder
a este nivel si el observador ha logrado aprender a describir el proceso; ha aprendido a
diferenciar lo que le pasa al grupo y lo que le pasa a él; si tiene un conocimiento más
profundo del proceso grupal y si se apoya en la lectura de bibliografía al respecto. Al
principio, dichas hipótesis quedan a cargo del coordinador, quien muchas veces, las
llevará al grupo a través de intervenciones, que podrán ser operativas o no. La
continuidad del proceso lo dirá.
4) El nivel estratégico:
En las reuniones de equipo, cuando se comparte la lectura y análisis de las crónicas, se
podrán ajustar estrategias en relación al grupo. Por ejemplo, privilegiar determinada línea
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de intervención, pensar algunas técnicas facilitadoras, promover la participación de los
más silenciosos, etc. Todo proceso grupal presenta diferentes momentos, en cada uno de
los cuales es preciso prestar más atención a determinados indicios.
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Comunicación: ¿se produce en el grupo una interacción verbal intensa, escasa, regular?;
hay comunicación gestual; se escuchan, ¿son receptivos? ¿Qué tipo de códigos se
juegan en la interacción; algún integrante o subgrupo se queda marginado? ¿Cuáles son
las direcciones de la comunicación; hacia el coordinador, hacia un integrante
determinado, a subgrupos, etc.? ¿Qué obstáculos se produjeron y qué situaciones
favorecieron la comunicación?
Tele–Clima Grupal: ¿es predominantemente afectivo, cálido, hostil? ¿El clima del grupo
es de valorización de los miembros, de rechazo? ¿Los integrantes buscan contacto, lo
eluden? ¿Se dan situaciones de liderazgo, de qué tipo? ¿Ante qué situaciones el clima
varía? Las hipótesis generales sobre el desarrollo grupal se pueden visualizar en relación
con la tarea en términos de articulación de la pertinencia (lo prescripto, la elaboración de
ansiedades y formas de interacción) y en cada momento de la misma.
Estas ideas pretenden acompañar al lector en el aprendizaje de este rol. Las mismas
surgieron del intercambio de experiencias en equipos, durante muchos años de trabajo
con grupos y también de los aportes de colegas y maestros de la psicología social. Por lo
tanto podemos decir que ya pertenecen al colectivo social.
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2.0 Lo manifiesto y lo latente.
2.1Generalidades:
El nivel de lo manifiesto está constituido por todo aquello que puede ser percibido directa
e indirectamente por los sentidos. Por ejemplo, quién habla, en qué momento, con qué
tono, a quién se dirige, qué dice, con qué claridad, a qué nivel de profundidad; quién lo
escucha, quién lo entiende, quién le responde, quién lo retroalimenta, etc.; también, cómo
se comporta cada individuo, cómo actúa, qué actitudes corporales toma, cómo se
relaciona con los demás; así mismo, cómo se comporta el grupo como tal, cuáles son los
roles desempeñados, qué tipo de interacciones se dan entre los miembros, y entre éstos y
el coordinador, etc.
Es este nivel de lo manifiesto el que se puede observar y mediar con ciertos esquemas de
observación, ver.: el de las Categorías de Bales, o el Sociograma.
Pero existe otro nivel de realidad, siempre presente en los grupos, y que no es
directamente observable: el nivel de lo latente. Este nivel se encuentra constituido por el
conjunto de aquellos elementos o factores que, estando de alguna forma presentes en la
situación y en el campo, no se manifiestan o expresan directamente en un momento dado.
Son latentes, en la medida en que no salen a la superficie, en la medida en que no se
manifiestan directamente; pero en el momento en que brotan a la superficie dejan de ser
latentes, para pasar a ser contenidos manifiestos. En la medida en que están presentes,
aunque sea bajo la forma de latencia, están condicionados y orientando las conductas
manifiestas. Estos contenidos latentes pueden ser conscientes, pre conscientes o
inconscientes.
Un ejemplo ayudará a distinguir con más claridad los dos niveles. Cuando un participante
del grupo interviene para hacer un comentario, podemos entender su participación a los
dos niveles: al nivel de lo manifiesto, tiene un significado concreto, según las ideas que
haya expresado en su verbalización: hace una aportación nueva, aclara un punto que
estaba oscuro, hace una síntesis de lo dicho anteriormente, plantea una pregunta o
responde a una preguntas hecha previamente, hace una proposición o sugerencia, etc.
pero al mismo tiempo, esa participación tiene un significado latente.
Este significado latente se puede detectar respondiendo a preguntas tales como las
siguientes: por qué interviene en este momento, con qué intención lo hace, a qué
motivaciones responde, a qué necesidades, qué angustia interna lo impulsa a intervenir,
qué quiere probar con su intervención, ante quién lo quiere probar, qué es lo que en el
fondo pretende lograr, etc. como un paso ulterior en esta misma línea de detectar el
significado latente, se pueden plantear preguntas como éstas: qué estructura de
personalidad está manifestando a través de sus intervenciones, cuáles son sus pautas
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preferenciales de conducta, qué aspectos de su esquema referencial o de su ideología
nos deja ver a través de sus ideas, etc.
Este mismo tipo de análisis se puede aplicar tanto a los individuos como al grupo en
cuanto tal. Hay momentos en que el grupo entero (o sub grupos dentro de éste)
manifiesta una conducta común, sea ésta una actividad o una actitud. En esos casos nos
podemos preguntar tanto por su significado manifiesto (qué hacen, qué dice, qué
proponen, cómo actúan, etc.), como por su significado latente (por qué hacen, dicen o
proponen eso, por qué en este momento; a qué necesidad responde, qué conducta está
en juego, qué pretenden lograr, etc.).
Hay que entender la interpretación como una hipótesis de trabajo. En cuanto hipótesis, la
Interpretación es una afirmación tentativa, provisional, incompleta, en proceso pero, que le
sirve al que la elabora como un instrumento de trabajo para la comprensión y el manejo
de los fenómenos que está observado. Como toda hipótesis, la interpretación debe ser
puesta a prueba, debe ser comprobada, corroborada, antes de poder pasar al status de
tesis.
Esta corroboración se irá logrando a lo largo del proceso grupal, mediante el método que
Podríamos llamar de aproximaciones progresivas. Para esto, el profesor puede optar,
según las circunstancias, por tres posibles situaciones:
a) Dejar que el grupo siga su curso, y estar atento a ulteriores manifestaciones que
confirmen o contradigan su primera interpretación.
c) Dar la interpretación del fenómeno para que el grupo trabaje sobre ella.
Ahora bien, por más tentativa que sea una interpretación, no se puede plantear en el aire,
es decir, sin fundamentos. La interpretación debe estar basada en hechos observados, es
por algo que el profesor observa, por lo que se plantea determinada interpretación. Así
mismo, la confirmación de la interpretación debe estar fundamentada también en hechos
observados. De aquí la importancia que tiene la observación para el proceso mismo de
interpretación. A manera de recomendación, como grupo queremos dar unos consejos
bien importantes que nos ayudara para tener una mejor observación a nuestros grupos de
clases, y más aún si son grupos grandes de más de 50 estudiantes.
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3.0 Técnica educativa para observar a un grupo.
3.1 Cinco maneras de disponer el espacio del aula
Existen muchas maneras de organizar el espacio del aula, tantas como la creatividad del
docente y las necesidades de los alumnos exijan. Destacamos cinco para Primaria y
Secundaria:
1. En filas horizontales. Esta alternativa es útil si el profesor quiere mantener la atención
de los alumnos durante una explicación o en una ronda de preguntas y respuestas, por
ejemplo. Estimula la concentración de los alumnos y deja margen a cierta interactividad
entre compañeros, pero no es adecuada si lo que se quiere es fomentar el aprendizaje
colaborativo.
2. En forma de círculo o de U. Esta disposición permite que todos los alumnos estén
situados en primera fila y puedan ver bien tanto al docente como al resto de sus
compañeros. Es muy recomendable para realizar puestas en común y debates en el aula,
a la vez que permite que los estudiantes trabajen de manera independiente en sus
pupitres.
3. En grupos de cuatro o por parejas. Esta disposición es la más adecuada para
trabajar por proyectos o de manera colaborativa, ya que facilita que los alumnos se
comuniquen, intercambien ideas y compartan materiales. Además, fomenta la interacción
social entre estudiantes. También puede servir para trabajar las inteligencias múltiples,
encargando a cada grupo funciones distintas, por ejemplo. En esta página puedes
consultar distintas maneras de organizar los grupos en clase.
4. En bloque. Este tipo de disposición, en la que los alumnos se sitúan muy juntos, es
conveniente cuando el profesor desea que estén atentos a una proyección, una
demostración o un experimento. Se recomienda con carácter temporal ya que, si no,
puede dar lugar a problemas de disciplina.
En forma de pasillo. Esta distribución sitúa a los alumnos en dos hileras de pupitres
enfrentadas, y un corredor entre ellas. El docente puede dirigir sus explicaciones a lo
largo del pasillo, pero también invitar a la participación, y moderar debates o plantear
juegos entre los dos equipos formados por las filas.
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Conclusiones:
1. El aprender a observar como docentes no es una tarea fácil; por el contrario, presenta
algunas dificultades. El docente debe de desaprender lo aprendido en el sentido que
estamos acostumbrados a las clases magistrales y al sistema tradicionalista donde el
docente atomiza el conocimiento además el hecho de no participar de la interacción
verbal, no lo margina del despliegue de los procesos transferenciales y contra
transferenciales que se producen en el ámbito grupal y tampoco lo libera de vivenciar
las identificaciones con los integrantes. Al mismo tiempo, esta función requiere un
nivel de objetividad muy difícil de lograr al principio.
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Bibliografía.
1. Anón. 2008. «Dinámicas Grupales, Dinámicas de Grupo, Juegos Grupales: El rol del
Observador de Grupos». Dinámicas Grupales, Dinámicas de Grupo, Juegos Grupales.
Recuperado 17 de noviembre de 2020.https://dinamicasgrupales.blogspot.com
/2008/06/el-rol-del-observador-de-grupos.html).
2. Carlos Zarzar Charur. 1988. «Grupos de aprendizaje. México: Nueva Imagen »La
dinámica de los grupos de aprendizaje desde un enfoque operativo. Recuperado 17
de noviembre de 2020. http://online.aliat.edu.mx/adistancia/dinamica/lecturas/Texto1_
S1_ Lo%20manifiesto%20y%20lo%20latente.pdf.
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