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3)- Por el año 1923 las maestras tenían que firmar un contrato para poder trabajar como

docentes. En ese documento decía que no podían realizar su vida libremente, que
tendrían algunas limitaciones y prohibiciones, como, por ejemplo, no tenían permitido
vestirse como querían, ni elegir libremente el color de su vestimenta; tenían que seguir las
normas de un contrato casi esclavo.

Estas eran llamadas Señoritas, como lo proponía dicho contrato, no le permitían salir de la
cuidad, no podían fumar, beber cerveza, no tenían permitido casarse, no tenían derecho
de andar acompañadas de hombres excepto si era su hermano o su padre, no podían
vestir ropas brillantes, no les estaba permitido teñirse, o usar vestidos a no menos de 5cm
de los tobillos. En el caso que suceda, también se vería afectada su vida conyugal.
Algunas de estas restricciones permanecen en la actualidad, como no vestirse con ropa
brillante o usar vestidos cortos. La cultura que se oculta detrás de este es la unitaria, ya
que esta era la “cultura culta”, de nivel superior.

Estas señoritas contaban con límites a la hora de hacer chistes, por lo cual podrían
quedarse sin empleo si las escuchaban blasfemar o hacer bromas. Al ser el catolicismo la
cultura y la clase dominante, los lineamientos que debían cumplir las maestras eran
centrados dentro de los disciplinamientos y normativas cristianas.

En la actualidad los docentes se mueven dentro de otra cultura, podemos llamarla binaria,
donde existe un intercambio de significados entre colegas y con los estudiantes, con sus
códigos, categorías, lenguajes, sentimientos, interacciones constantes que hacen a la
convivencia en una sociedad contemporánea, donde singularidades no tendrían sentido
fuera del ámbito escolar.

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