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Las preguntas tipo test podrán versar sobre los siguientes temas:
Por otro lado, la música favorece la aceptación de todo cuanto rodea a los
niños, dándoles seguridad al desplazarse y ubicarse en el tiempo y en el
espacio. También les facilita la integración grupal al compartir cantando y tocando
los instrumentos con los compañeros, lo que refuerza, a su vez, la noción de trabajo
cooperativo y otros indicadores de buena convivencia, como el respeto a la
diversidad y el amor a sus semejantes.
- Suele situarse entre los doce o trece años, alcanzando su fin en torno a los
veinte.
Se han puesto de manifiesto algunas ideas clave que generan algunas preguntas a las
que parece oportuno responder:
1. ¿Los alumnos saben algo de música o son, como sugiere Schafer, seres con la
cabeza vacía? Aunque no hay estudios que lo confirmen, todos conocemos algún
profesor o profesora de música que tras las primeras clases con un grupo se ha
quejado del nivel de sus estudiantes afirmando que no «saben» nada. En
ocasiones la culpa se atribuye a los docentes que le antecedieron en su labor
(muchas veces a los propios colegas de primaria). Si tenemos en cuenta que la
mayoría de los jóvenes muestra un gran interés por la música, dedica varias horas
al día a su escucha, está informado sobre la música con la que se identifica y, en
muchas ocasiones, interpreta e incluso compone y graba su propia música, la
posibilidad de encontrarse con un grupo de estudiantes que no «sepa» nada de
música parece bastante remota. Otra cosa es lo que, desde la perspectiva de
algunos docentes, signifique «saber» música o la motivación y el interés que
muestren los estudiantes ante lo que se les ofrece en el aula. (Giráldez, 2010).
Esta consideración de los estudiantes como seres con las cabezas vacías que
debemos llenar con nuestros conocimientos contradice el espíritu del currículo,
que nos habla de la necesidad de tener en cuenta las experiencias y
conocimientos previos del alumnado. Como sugiere Martí (2000):
Se trata de huir de aquella visión tan negativa que considera a los jóvenes
estudiantes como incultos musicalmente hablando, de negar a priori toda
musicalidad a lo que ellos escuchan habitualmente, de denigrar sus gustos
musicales o de infravalorar los medios de acceso extraacadémicos al
conocimiento musical que para ellos son pertinentes. En este sentido [...] el
profesor de música debería entender su actividad de manera dialógica y, por
tanto, estar bien dispuesto no solo a enseñar sino también a aprender de
sus alumnos. Es muy posible que en la enseñanza de las matemáticas o de
la historia universal las cosas sean muy diferentes, pero por lo que respecta
a la música no debemos olvidar que los adolescentes no tienen tan solo sus
gustos, sino también el correspondiente corpus de conocimientos musicales,
aunque poco tenga que ver con el saber de tipo académico (pp. 281-282).
Lomas (1991) también se pregunta si los estudiantes no saben nada y presenta algunas
reflexiones de interés:
2. ¿Cómo conjugar las preferencias musicales del alumnado con el repertorio que
selecciona el profesor? Un prejuicio muy extendido es el de que los estudiantes
escuchan «mala» música y, además, todos tienen los mismos gustos musicales.
Pero, ¿se les pregunta alguna vez cuáles son sus preferencias? De hacerlo,
descubriríamos que los gustos musicales de los estudiantes pueden ser muy
diversos y eclécticos. El problema surge cuando el menú musical que les ofrece
el docente es muy poco variado (por ejemplo, restringido exclusivamente a la
música clásica y a algún ejemplo del folklore local, con algún pequeño aderezo
de «modernidad» que no suele ir más allá de una canción de Joan Baez o de los
Beatles, música que, a pesar de su riqueza y de que aún hoy sigue sonando, tiene
ya más de medio siglo y suele ser percibida por el alumna como algo totalmente
ajeno a ellos y de la generación de sus abuelos). No se trata de restringir el
repertorio del aula a la música que ellos escuchan sino de ofrecer un repertorio
tan plural como el que forma parte de nuestro contexto cultural actual, ampliando
el que ellos conocen y frecuentan. En este sentido, como sugiere Zaragozà (2010)
un «objetivo educativo de primera magnitud es enseñar a los alumnos a ser
conscientes de la necesidad de abrir puertas y construir puentes mediante la
reflexión sobre el gusto musical propio, que debe fundamentarse en el
conocimiento crítico y las actitudes de respeto y curiosidad. Este tipo de
aprendizaje tiene una gran carga de transferencia que se vincula hacia la
formación de actitudes de respeto y empatía hacia los demás.»
3. ¿Qué relación hay entre disfrute y esfuerzo en las clases de música? Una de las
preocupaciones de los profesores de música (que no suelen tener los docentes
de otras áreas) es que sus clases resulten divertidas, como si el aprendizaje de
la música debiera producirse siempre en un ambiente lúdico. Quizá si
reemplazáramos la idea de divertido por la de interesante, podríamos pensar que
aquello que despierta interés, aunque suponga un esfuerzo, produce disfrute.
Cabe preguntarse, además, por los motivos que nos han llevado a elegir la
docencia como profesión. ¿Vocación, la posibilidad de tener un puesto de trabajo
seguro, otras razones? Aunque todas ellas son legítimas, parece obvio que para
ejercer la docencia con ciertas garantías de éxito a todo profesor se le presupone
vocación, aunque por sí sola esta no es suficiente.
El trato diario con los alumnos, las relaciones con los colegas y el entramado
de responsabilidades asociadas al cargo docente a priori no puede suponer
otra cosa que no sea un apasionante reto ante la preciada oportunidad de
incidir en los aprendizajes y en las conductas de todos nuestros alumnos,
todos. [Sin embargo], la vocación es condición necesaria, pero no
suficiente. El compromiso vocacional debe ser la vía para la capacitación
docente, para la competencia didáctica. El contexto en el que se desarrolla
la educación musical en la enseñanza secundaria, al igual que el resto de
asignaturas en el currículo, es de gestión compleja, no porque sea difícil
saber qué o cómo enseñar, sino porque las dinámicas de aprendizaje grupal
exigen un gran despliegue de estrategias que son imprescindibles para
construir previamente las condiciones para llevar a cabo el proceso de
enseñar y aprender. Existe una enorme diferencia entre saber y saber
cómo, y el saber hacer, saber proceder in situ. No disponer de los
conocimientos y las experiencias suficientes para gestionar las dinámicas
del aula con un margen de éxito razonable supone un problema insalvable
que invalida cualquier atributo de la docencia. Ni la vocación más
profundamente sentida es inmune a las frustraciones que ocasionan las
dinámicas de clase, disruptivas e incontrolables.
Se ha ido mencionando hasta este momento dos aspectos que configuran el perfil
de cada docente: la formación disciplinar y la vocación. Sin embargo, se debe
citar también una formación específica en pedagogía musical, que le permita
estar al tanto de las últimas corrientes e investigaciones en la materia y la propia
práctica docente, en la que a través de las programaciones propias y de
departamento, el trabajo con los alumnos, la búsqueda de recursos, la
preparación de actividades pertinentes, la reflexión más o menos consciente y su
sentido común permitirá definir su propio estilo de enseñanza. Claro está que un
profesor no nace, sino que se hace y, por tanto:
TIC:
a. Qué son y cómo se utilizan: Son las nuevas tecnologías. Éstas deben integrarse
en la educación en general y en la educación musical en particular ya que ambas
deben considerar los avances que se producen en la sociedad. Hay que saber para
qué, cuándo y cómo van a utilizarse en el aula. Según Crow (2007), el uso de las TIC
en las actividades musicales, tendría que integrarse con las actividades del aula para
propiciar y enriquecer las experiencias musicales. No deberían reemplazar a las
actividades acústicas o minar y limitar las respuestas creativas. Las tecnologías
deben considerarse como una herramienta más al servicio de los grandes ámbitos
del aprendizaje musical y las actividades planteadas deben ser lo más reales
posibles.
d. Las TIC en las programaciones: Hay que saber para qué, cuándo y cómo van a
utilizarse y también en qué casos no deberían ser usadas. Según Crow (2007), el
uso de las TIC en las actividades musicales, tendría que integrarse con las
actividades del aula para propiciar y enriquecer las experiencias musicales. No
deberían reemplazar a las actividades acústicas o minar y limitar las respuestas
creativas.
Las tecnologías deben considerarse como una herramienta más al servicio de los
grandes ámbitos del aprendizaje musical y las actividades planteadas deben
ser lo más reales posibles.
c. Contribución de las TIC: Según Bray, 2000, las TIC permiten que los estudiantes
obtengan mejores resultados, tengan acceso a experiencias de calidad y
enriquezcan su trabajo. Por otro lado, encontramos una contribución de la
música al desarrollo de las habilidades en el uso de las tecnologías.
En el aula pueden integrarse de diferentes formas: usando bases sonoras para cantar
o tocar en playback; componer, grabar y publicar piezas musicales en
diferentes plataformas; elaborar producciones audiovisuales; escuchar y crear
una lista de reproducción por ejemplo en spotify; investigando y creando o
modificando un artículo en wikipedia.
PROGRAMACIONES:
• M. General: conseguir los objetivos que nos hemos marcado y las competencias
básicas.
Tarea: puede ser considerada como una secuencia didáctica organizada de tal manera
que ayude al alumnado a la realización de una actividad compleja que
converja en la obtención de un producto final y en la que intervienen diversas
áreas de conocimiento y su experiencia vital. Orientadas a la resolución de
una situación-problema, es un contexto definido, combinando todos los
saberes disponibles para elaborar un producto relevante. Se deben resolver
utilizando habitualmente varios procesos mentales. Se sitúan en un contexto
o ámbito de la realidad e implican la movilización de múltiples recursos que se
ponen en práctica a lo largo del proceso de resolución de la tarea. Contribuyen
directamente a la adquisición de las competencias básicas.
Mapa mental: Es una disposición organizada pero arbitraria de ideas. Sirve para
representar ideas, notas, palabras en torno a un concepto principal y puede
ayudar al alumno a memorizar información sobre un tema, clasificar la
información gracias a la organización por temas, generar más ideas, impulsar
la creatividad, escalar problemas, etc. Podemos encontrar mapas mentales
circulares, arbóreos, de panal, de arcoíris, etc.