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Diócesis San Miguel de Ibarra

CÓDIGO DE COMPORTAMIENTO ÉTICO


PARA SACERDOTES, DIÁCONOS, RELIGIO-
SOS/AS, LAICOS/AS DE LA DIÓCESIS

PROTOCOLO PARA LA PREVENCIÓN DEL ABUSO Y


ACOSO SEXUAL A NIÑOS, ADOLECENTES Y PERSONAS
VULNERABLES

Ibarra, 2022

1
PRESENTACIÓN
Muy queridos hermanos:

Con profunda satisfacción presentamos a nuestra Diócesis, parroquias, se-


minario, centros de formación, comunidades religiosas, instituciones edu-
cativas, y comunidad en general este documento que lo hemos elaborado,
cumpliendo el deseo del Santo Padre Francisco, en comunión de espíritu
y acción con la Iglesia universal, para abordar y combatir toda manifesta-
ción de acoso y abuso sexual en todos los espacios donde tengamos como
destinatarios a niños, adolescentes, jóvenes y personas en condición de
vulnerabilidad.

Este documento que ponemos en sus manos ha sido fruto de un trabajo


esmerado y minucioso, donde se ha tomado en cuenta como insumos do-
cumentos del Magisterio del Papa Francisco, documentos de jurisdicciones
eclesiásticas, comunidades religiosas y movimientos eclesiales, además de
los documentos oficiales y legales vigentes en nuestro país; y aprobado por
el obispo y el Consejo de Vicarios.

Es nuestra intención que este instrumento sea una herramienta de ayuda


eficaz en la prevención y actuación oportuna que corresponda en los casos
de abuso y acoso que nos toque abordar. Es un documento técnico al que
debemos nutrirlo con nuestra actitud pastoral. No se trata de poner trabas a
nuestra tarea diaria, sino más bien de potenciarlo y nutrirlo, pero con la firme
convicción de que es tarea de todos nosotros erradicar de nuestro territorio
cualquier sombra de violencia.

Reafirmamos nuestra postura de “cero tolerancia a los casos de abuso


y acoso sexual, de poder y autoridad”, pero también creemos necesaria
una actitud pastoral de acompañamiento a las víctimas, sus familiares y
entorno. Es nuestro deber ofrecerles los servicios de ayuda profesionales
oportunos para poder curar las heridas que puedan ocasionar este gravísi-
mo pecado.

No está por demás una prudente actitud pastoral, también con quienes su-
fren las situaciones de acoso en la doble vertiente. Imploramos la ilumina-
ción del Espíritu Santo para que seamos fieles a nuestros principios y que
seamos oportunos e inflexibles en la aplicación de este protocolo y los linea-
mientos que en adelante surjan del Magisterio de la Iglesia.

+ René Coba
Obispo de Ibarra

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ÍNDICE

Aplicación de este código 4


Preámbulo 4

I. ANTECEDENTES ÉTICO-NORMATIVOS 5
El Artículo 66 numeral 3 5
El Artículo 35 6
Artículo 44 6

II. EJES TRANSVERSALES 8

III. NORMAS DE CONDUCTA EN LAS RELACIONES 9


INSTITUCIONALES Y EN EL COMPORTAMIENTO GENERAL
1. Aspectos Generales 9
2. Relaciones Personales 10
3. Comunicación electrónica 11

IV. NORMAS DE CONDUCTA EN EL ACOMPAÑAMIENTO 13


EDUCATIVO PASTORAL
1. Normas generales 13
2. Conducta con menores 15
3. Conducta sexual con menores 16
Consideramos conductas adecuadas 17
Consideramos conductas inadecuadas 18

V. REPORTE DE COMPORTAMIENTOS INADECUADO Y 20


SANCIONES ADMINISTRATIVAS
a) EN RELACIÓN A LOS ABUSOS CONTRA MENORES 20
b) EN RELACIÓN A LAS ACCIONES CONTRARIAS A LA 21
ÉTICA EN ÁMBITO LABORAL
c) EN RELACIÓN A LAS SANCIONES ADMINISTRATIVAS 21

ANEXO-FORMATO 22
ANEXO 23
I. LA CONDUCTA EN EL ACOMPAÑAMIENTO EDUCATIVO 23
PASTORAL
II. FUNADAMENTOS ÉTICOS-NORMATIVOS 24
LEGISLACIÓN ECLESIÁSTICA Y CIVIL VIGENTE 24

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Aplicación de este código
A efectos la aplicación del presente instrumento, se consideran como
sujetos comprendidos y obligados a su cumplimiento a:

• Sacerdotes, diáconos y religiosos/as de la Diócesis de Ibarra.

• Laicos que trabajan en las obras de la Diócesis de Ibarra bajo cual-


quier modalidad y que están en relación con la misión: profesores,
educadores, administrativos, personal de servicio, animadores juve-
niles, catequistas, voluntarios, seminaristas.

Preámbulo
Los sacerdotes, diáconos, religiosos/as, laicos/as seminaristas, vo-
luntarios/as de la Diócesis de Ibarra en las parroquias instituciones
educativas y organizaciones deben mantener valores y conducta
cristiana. Este código proporciona un conjunto de normas de conduc-
ta en ciertas situaciones y está diseñado para disuadir infracciones y
promover una conducta honesta y ética.

La conducta pública y privada de cada uno de los que conforman la


Diócesis de Ibarra, pueden ser una fuente de inspiración y motivación,
pero también pueden escandalizar y socavar la fe de las personas a
las que sirven. El personal de la Iglesia debe, en todo momento, ser
consciente de las responsabilidades que acompañan su trabajo. Por
tanto, es esencial que toda persona que se compromete a una posi-
ción de ministerio, empleo o liderazgo en la Diócesis de Ibarra, debe
estar consciente de la confianza que han depositado en él o ella. El
fiel cumplimiento de las responsabilidades que acompañan nuestro
trabajo requiere una constante y ferviente reflexión, ya que todos no-
sotros debemos ser sostenidos por la bondad y la gracia de Dios.

La responsabilidad por el cumplimiento de este instrumento recae en


cada individuo, requiere que cada uno de nosotros hagamos periódi-
camente una reflexión personal. Esperamos que el presente Código

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nos ayude en esta tarea. El personal de la Iglesia que haga caso
omiso a este Código será objeto de medidas correctivas. Esto puede
tomar varias formas, desde una amonestación verbal hasta el despi-
do, dependiendo de la naturaleza y circunstancias del delito.

Mientras que ninguna norma puede anticipar todos los problemas y


situaciones que puedan surgir, esta recopilación notifica directrices
claves que ayudará en la toma de decisiones éticas, de conformidad
con los requisitos legales aplicables. Se incita a todo el personal de la
Iglesia a discutir con su superior cualquier pregunta o preocupación
que tenga.

Antes de comenzar cualquier trabajo ministerial, el personal de la


Iglesia les leerá o deben haberles leído el documento, para su acep-
tación. Luego deberá firmar, la hoja de reconocimiento y cumplir con
este Código.

I. ANTECEDENTES ÉTICO-NORMATIVOS
Como miembros activos de la Iglesia, declaramos respetar el valor in-
violable de la vida, expresando como creencia que todo ser humano
es imagen de Dios, bueno y misericordioso; cada persona es hijo de
Dios y por lo mismo ha de tener en su corazón sentimientos fraternos
que se traducen exteriormente en la amabilidad, la cordialidad, la ca-
pacidad de aceptar al otro tal como es, sin condiciones.

Por otra parte, las personas tienen un derecho al resguardo de su


integridad física y moral.

El Artículo 66 numeral 3, literales a y b de la Constitución Política


del Estado señala;
“Se reconoce y garantizará a las personas, el derecho a la integridad
personal que incluye:

a) La integridad física, psíquica, moral y sexual.

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b) Una vida libre de violencia en el ámbito público y privado.

El Estado adoptará las medidas necesarias para prevenir, eliminar


y sancionar toda forma de violencia, en especial la ejercida contra
las mujeres, niñas, niños, adolescentes, personas adultas mayores,
personas con discapacidad y contra toda persona en situación de
desventaja o vulnerabilidad. Idénticas medidas se tomarán contra la
violencia, la esclavitud y la explotación sexual”.

El Artículo 35 de la Constitución Política del Estado dice: “La misma


atención prioritaria recibirán las personas en situación de riesgo, las
víctimas de violencia doméstica y sexual, maltrato infantil… El estado
prestará especial protección a las personas en condición de doble
vulnerabilidad”, por cuanto el respeto a las demás personas resulta el
elemento esencial de las relaciones personales y profesionales; más
aún en el trato referente a los niños, adolescentes y jóvenes quienes
gozan de protección y atención privilegiada según determina el Artí-
culo 44 de la Constitución Política del Estado:

Artículo 44 “El Estado, la sociedad y la familia promoverán de forma


prioritaria el desarrollo integral de las niñas, niños y adolescentes, y
asegurarán el ejercicio pleno de sus derechos; se atenderá al princi-
pio de su interés superior y sus derechos prevalecerán sobre los de
las demás personas.”

Adicionalmente a los criterios éticos de respeto que marcan nuestro


comportamiento, el Código de la Niñez y la Adolescencia en su Artí-
culo 1, al hablar sobre la finalidad dice: “Este Código dispone sobre
la protección integral que el Estado, la sociedad y la familia deben
garantizar a todos los niños, niñas y adolescentes que viven en el
Ecuador, lograr su desarrollo integral y el disfrute pleno de sus dere-
chos, en un marco de libertad, dignidad y equidad.”

Para este efecto, el presente código regula el goce y el ejercicio de


los derechos, deberes y responsabilidades de los niños, niñas y ado-
lescentes y los medios para hacerlos efectivos, garantizarlos y prote-

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gerlos, conforme al principio del interés superior de la niñez y adoles-
cencia y a la doctrina de protección integral.

Así, para prevenir cualquier distorsión y abuso que perjudique el sano


crecimiento de los niños, niñas y adolescentes, es necesario estable-
cer límites que salvaguarden la coherencia del acompañamiento y de
los procesos educativo-past rales, y tomar conciencia de que hemos
de responder por nuestras propias acciones ante quienes son res-
ponsables de la gestión de la obra, ante la Ley y principalmente ante
los padres de familia y los destinatarios a los que servimos.

Por otra parte, con el presente Código, la Institución se resguarda si


existen conductas sancionadas por el Código Penal ante situaciones
extremas por el atentado contra las libertades del trabajo, la moral
sexual, la libertad sexual y otras, cuyo cometimiento pretende ser
evitado con el señalamiento de pautas éticas de conducta. Estas son:

• Velar por la seguridad y el bienestar de todos


los que vienen a nosotros y crear ambientes educativos moralmente
sanos y seguros.

• Ofrece un conjunto de normas de comportamiento que den calidad


a las relaciones de trabajo, colaboración y voluntariado en la activ-
vidad diaria y permitan vivir en forma responsable el trato
con niños, niñas, adolescentes y jóvenes.

Estas pautas éticas están inspiradas en los antecedentes ético - nor-


mativos, y en los ejes transversales que a continuación detallamos.

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II. EJES TRANSVERSALES
Todos los sacerdotes, diáconos, religiosos/as, y laicos/as de la Dióce-
sis de Ibarra, se identifican y se encuentran comprometidos con los
siguientes ejes transversales que forman parte de su misión y que
están contenidos en el Directorio Pastoral de la Diócesis de Ibarra.

Santidad: Un encuentro con Dios que nos lleve al ejercicio con-


creto de la caridad y a la perseverancia en una oración auténtica
que sane nuestras heridas y que nos lleve a la conversión; que nos
fomente actitudes de rectitud en todo ámbito de la vida, trabajo, gru-
pos…; y sobre todo, pasión por la evangelización.

Pasión por los alejados: Luchando por instaurar el Reino de Dios


partiendo de los más alejados, según el modelo de Jesucristo (Lc.
15, 4-7) que apuesta por vivir la misericordia y la compasión por los
más alejados con el entusiasmo y la entrega. Y que nos exige una
actitud personal y comunitaria, de permanente conversión al Evange-
lio y a la misericordia del Señor para con los últimos y alejados.

Humildad: Siendo conscientes de que nuestra tarea es el servi-


cio humilde y desinteresado en la promoción evangélica integral.
Por eso, siguiendo el ejemplo del Señor, debemos asumir la misma
condición humilde del pueblo, sabiendo que somos portadores de
un mensaje de salvación en vasijas de barro (2Cor. 4, 7). Siendo una
Iglesia que, como Cristo, se abaja y no se cree dueña absoluta de la
verdad.

Generadores de comunión: Asumiendo como compromiso cola-


borar con el Espíritu de Dios, haciendo que todo proyecto o activi-
dad pastoral estén animados por el deseo y fomento de relaciones
de comunión. Generando comunión así con nuestra presencia y con
la palabra.

8
III. NORMAS DE CONDUCTA EN LAS
RELACIONES INSTITUCIONALES Y
EN EL COMPORTAMIENTO GENERAL
1. Aspectos Generales

En las acciones cotidianas los sacerdotes, diáconos, religiosos/as, y


laicos/as de la Diócesis de Ibarra deben asumir criterios, opciones,
actitudes y comportamientos acordes a la vocación elegida.

Por lo tanto según las normas de conducta del presente código:

- Desarrollamos nuestras relaciones profesionales y personales


según los principios y valores que inspiran el presente Código
de comportamiento ético para sacerdotes, diáconos, religiosos/
as, y laicos/as de la Diócesis de Ibarra y asumimos con esmero y
fidelidad las normas señaladas para contribuir en la realización de la
misión de la Iglesia.

- Nos animamos mutuamente para vivir con coherencia la voca-


ción a la cual Dios nos llama. Apreciamos y respetamos los diferen-
tes dones que cada uno trae a la Diócesis institución y/u obra.

- Respetamos todos los derechos humanos, sociales, culturales y


colectivos sin discriminación de ningún género.

- Manifestamos aprecio y bondad con todos. Con constancia y


paciencia vamos tejiendo cada día relaciones interpersonales ma-
duras. En las conversaciones y en los encuentros somos cordiales
y francos, mostramos respeto a los puntos de vista de los demás,
dando origen así a un ambiente donde todos nos sentimos seguros y
podemos expresar nuestras opiniones de manera constructiva.

- Mantenemos las relaciones personales y laborales en el más


alto nivel de cordialidad actuando con equidad y justicia con los com-
pañeros y subalternos.

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- Mantenemos una comunicación permanente y organizada en
relación a nuestras obligaciones y, basados en la honestidad y la
transparencia, posibilitamos que todos se involucren y participen en
la consecución de los objetivos estratégicos establecidos.

- Preservamos los bienes y recursos de la Diócesis de Ibarra,


dándoles un uso apropiado y eficiente. En las comunidades y obras
que la conforman, llevamos la administración de los bienes tal como
lo indica el derecho propio consignado en el Directorio de Pastoral,
respetando las leyes y normas administrativas y contables del país.

- Mantenemos una vestimenta sobria y discreta, acorde al cargo y


función desempeñados.

- Participamos puntualmente en los distintos encuentros que


programa la Diócesis, institución y/u obra, sean de integración, con-
vivencia o formación.

- No nos expresamos jamás en términos descorteses, agresivos o


negativos en relación a todos los miembros de la Diócesis, personal,
beneficiarios y personas vinculadas a la pastoral.

- Mantenemos un trato de respeto al personal subalterno, no ejer-


ciendo ningún tipo de presiones ilegales o acosos.

- Aseguramos que nuestros ambientes físicos de atención, como


oficinas, aulas, salones, etc. sean acogedores y visibles de manera
que permitan relaciones educativo-pastorales transparentes.

- Actuamos teniendo en cuenta el programa de pastoral dioce-


sano.

2. Relaciones Personales

Los sacerdotes, diáconos, religiosos/as, y laicos/as de la Diócesis de


Ibarra rechazamos inequívocamente todo tipo de acoso contra los

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miembros de la comunidad educativo pastoral o a terceros.

Por lo tanto:

- Establecemos un ambiente de trabajo profesional adecuado,


en condiciones de respeto y libre de cualquier tipo de acoso sexual.

- Consideramos como un acoso sexual a la persona que solicite


algún acto de naturaleza sexual, para sí o para un tercero, prevalién-
dose de su situasión de autoridad.

- Consideramos modalidades de acoso sexual las siguientes:


promesa de trato preferente o beneficio en el ámbito educativo-pas-
toral o laboral a cambio de favores sexuales; amenazas mediante
las cuales se exige una conducta que atenta y agravia la dignidad
de la persona; uso de términos escritos o verbales de naturaleza
sexual, insinuaciones y proposiciones sexuales; gestos obscenos o
exhibición a través de cualquier medio de imágenes de contenido
sexual, que resultan insinuantes o provocativas, hostiles, humillantes
u ofensivas; acercamientos corporales, roces, tocamientos u otras
conductas físicas de naturaleza sexual que resulten ofensivas y no
deseadas por la víctima; trato ofensivo u hostil por el rechazo de las
conductas señaladas.

3. Comunicación electrónica

Los sacerdotes, diáconos, religiosos/as, y laicos/as utilizamos recur-


sos tecnológicos y de información como apoyo para los esfuerzos
pastorales, educativos y administrativos de las obras de la Diócesis
de Ibarra.

- Bajo ninguna circunstancia violamos la enseñanza de la Iglesia


Católica en las publicaciones, correos de voz, correos electrónicos o
en el uso del internet que se originen en bienes de la propiedad de la
Diócesis de Ibarra o en bienes de propiedad personal usados dentro
de las obras de la Diócesis.

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- No utilizamos las herramientas de comunicación para beneficio
personal, actividades políticas partidistas, apuestas, o para hacer
solicitudes de actividades ajenas a los asuntos propios de la Dióce-
sis.

- Bajo ninguna circunstancia, utilizamos las comunicaciones elec-


trónicas para transmitir materiales difamatorios, discriminaros u obs-
cenos. Se prohíbe enviar y aceptar cualquier material que viole cual-
quier regla nacional o local.

- La Diócesis de Ibarra respeta la privacidad de su personal. Sin


embargo, dado que provee las herramientas de comunicación con
fines laborales, la reserva de las comunicaciones está limitada a la
orden de las autoridades correspondientes según lo determinado por
el art.66 numeral 21 de la Constitución Política de la República del
Ecuador.

- En la medida de lo posible, canalizamos los asuntos tratados con


ocasión del trabajo a través de los correos electrónicos instituciona-
les, los cuales deberán registrar el siguiente aviso legal como pie de
página:

“La información contenida en este mensaje electrónico tiene ca-


rácter CONFIDENCIAL, está dirigida únicamente al destinatario
de la misma y solo podrá ser usada por el mismo. Si el lector de
este mensaje no es el destinatario del mismo, se le notifica que
cualquier copia y distribución que se haga de este, se encuentra
totalmente prohibido. Si usted ha recibido esta comunicación
por error, por favor, notifique inmediatamente al remitente tele-
fónicamente o por este medio. Gracias.”

4. Confidencialidad

La información que se comunica al personal por motivos educati-


vos-pastorales en contexto laboral o no, se conserva en la más abso-
luta confidencialidad.

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Así:

- Las relaciones entre los sacerdotes, diáconos, religiosos/as, y


laicos/as están enmarcadas por el respeto, la confianza y la confi-
dencialidad.

- Salvaguardamos a la confidencialidad de cualquier tipo de in-


formación, archivos o registros que conozcamos en el desarrollo de
sus labores, y no disponemos de estos para su beneficio propio o el
de terceros. Por tanto, los sacerdotes, diáconos, religiosos/as, y lai-
cos/as, por el solo hecho de encontrarse vinculados a las obras de la
Diócesis de Ibarra, se comprometen a no revelar, difundir, comentar,
analizar, evaluar, copiar, eliminar, borrar, quemar la información que
maneja; o realizar un uso diferente previsto para su trabajo, ni utiliza
dicha información para el ejercicio de su propia actividad, ni la dupli-
cará o compartirá con terceras personas, salvo autorización previa y
escrita del responsable, representante legal o en su efecto el Señor
Obispo.

- El delegado o el responsable máximo de una obra de la Dió-


cesis facilita al personal el uso de espacios físicos adecuados para
el cumplimiento cabal de sus funciones que garanticen la necesaria
privacidad y transparencia en la relación educativa-pastoral con los
destinatarios.

IV. NORMAS DE CONDUCTA EN EL


ACOMPAÑAMIENTO EDUCATIVO - PASTORAL
1. Normas generales

Los sacerdotes, diáconos, religiosos/as, y laicos/as respetamos los


derechos de las personas y de los grupos que orientamos, y busca-
mos mejorar el bienestar de todos.

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Así:

- Priorizar la realización de la misión de la Diócesis de Ibarra


entre los niños, niñas, adolescentes y jóvenes. En toda circunstancia
respetamos su dignidad y los acompañamos para que logren su de-
sarrollo armónico y bienestar integral. Por eso vivimos un amor que
genera amistad y gratitud, que suscita confianza, comunicación pro-
funda y clima de familia, y que al mismo tiempo, requiere de nosotros
renuncia y sacrificio, castidad de vida y autocontrol en las actitudes y
comportamientos.

- Establecer con los destinatarios de la misión una relación de


ayuda y acompañamiento educativo-pastoral. Tratamos a los niños,
niñas y adolescentes con respeto, observamos una conducta trans-
parente.

- Realizar un diálogo educativo - pastoral y el trato individual con


niños, niñas y adolescentes en ambientes abiertos y dotados de bue-
na visibilidad y en horarios apropiados. Por lo tanto, cuando aconse-
jamos a alguien, nos aseguramos de que el lugar donde lo hacemos
tenga la puerta y/o una ventana que permitan la visión. Además, evi-
tamos los lugares aislados, habitaciones privadas y horarios inapro-
piados, poniendo un tiempo límite a las sesiones de consejería.

- Evitar, con toda prudencia, permitir o tomar parte de actividades


sociales no acordes con nuestra labor educativo-pastoral y que se
pretendan realizar en nuestras instalaciones.

- Guardar reserva sobre la información que recibimos en el ejer-


cicio de la labor educativa y evitamos divulgarla a otras personas. En
caso de ser necesario, con el consentimiento de los padres de familia
y/o, responsables legales de la persona interesada, la derivamos a
especialistas para su mejor tratamiento.

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2. Conducta con menores

Los sacerdotes, diáconos, religiosos/as, y laicos/as que trabajamos y


colaboramos con niños, niñas y adolescentes establecemos relacio-
nes de confianza marcadas por la coherencia personal y profesional.

Así:

- Mantener el compromiso fundamental de garantizar a los niños,


niñas, adolescentes y jóvenes el pleno respeto de su dignidad, vida,
integridad física y moral en la pretensión del servicio educativo-pas-
toral, en concordancia con lo determinado en el Código de la niñez y
adolescencia.

- Ser conscientes de nuestra propia vulnerabilidad y de la fragili-


dad de cualquier individuo menor de edad con quien trabajamos. En
las actividades con niños, niñas, adolescentes y jóvenes, buscamos
de preferencia intervenciones educativas en equipo, y evitamos cual-
quier relación exclusiva con un menor de edad.

- En los eventos que involucren a niños, niñas, adolescentes y


jóvenes (actividades deportivas, culturales, sociales, religiosas
y otras), aseguramos siempre un clima sano de total garantía con la
presencia de adultos.

- Cuidar que en ninguna circunstancia se distribuya a niños, niñas,


adolescentes y jóvenes, sustancias tóxicas, ni material inadecuado
u ofensivo.

- En ningún caso pernoctamos con niños, niñas, adolescentes y jó-


venes, o les ofrecemos hospedaje en instalaciones de la comunidad,
o residencias privadas, hoteles, campamentos, o cualquier otro lugar
donde no exista la presencia deotro adulto responsable y no haya el
permiso explícito de los padres o responsables legales. No compar-
timos nuestro dormitorio con menores y jóvenes, ni recibimos visitas
en las propias habitaciones. por ningún motivo dormimos en la misma
cama, bolsa de dormir o cuarto de hotel con menores de edad.

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- Seguir estrictamente nuestra misión de asistencia, creamos un
clima de familia, seleccionamos con mucho cuidado el personal y
mantenemos una constante actitud de cuidado personal y vigilancia.

- Evitar, de manera absoluta, enviar niños1, niñas, adolescentes


y jóvenes a las habitaciones privadas para realizar determinados
servicios o recoger material o para otras razones.

- Solicitar la autorización escrita de los padres o responsables


legales antes de llevar de paseo a los menores. En estos paseos
tomamos todas las precauciones para la seguridad y bienestar de los
niños, niñas, adolescentes y jóvenes; siempre aseguramos el acom-
pañamiento de algunas personas adultas responsables.

3. Conducta sexual con menores

Los sacerdotes, diáconos, religiosos/as, y laicos/as no abusamos de


la confianza que los padres de familia y la comunidad depositan en
nosotros para obtener alguna ventaja sexual y evitamos todo lo que
pueda generar la mínima sospecha de comportamiento inadecuado.

Para estos casos el Código de la niñez y adolescencia en su Art. 4


establece en su “Definición de niño, niña y adolescente. Niño o niña
es la persona que no ha cumplido doce años de edad. Adolescente
es la persona de ambos sexos entre doce y dieciocho años de edad.”

Por lo tanto, estamos:

- Obligados a saber en qué consiste la explotación sexual de otra


persona y estar familiarizados con la legislación sobre explotación,
acoso, abuso, bullying (acoso escolar) y violencia sexual. cualquier
conducta sexual inadecuada es contraria a las políticas de la Dióce-
sis de Ibarra.

- Adecuar nuestra conducta a las exigencias del voto de castidad y


la promesa del celibato sacerdotal en cualquier circunstancia y el per-

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sonal seglar a las exigencias de su estado de vida, de tal manera que
el comportamiento personal no induzca a ningún tipo de sospecha de
conducta sexual inadecuada.

- No poseer, ni vemos o tenemos a acceso a materiales de conte-


nido y orientación sexual moralmente inadecuados (revistas, videos,
CD´s, DVD´s, películas y programación para ´adultos´ en TV e in-
ternet y otros). Tampoco adquirimos, poseemos divulgamos material
pornográfico de menores.

- Evitar todo contacto físico con niños, niñas y adolescentes que


puedan malinterpretarse, escandalizar o despertar sospecha de
amistades no sanas o de acoso sexual. Igualmente evitamos todo
maltrato psicológico que afecte la autoestima y el autoconcepto posi-
tivo y saludable de los destinatarios.

- Distinguir en la relación adulto-menor (niños, niñas y adolescen-


tes), entre conductas adecuadas e inadecuadas de demostrar afecto
a través de expresiones verbales, de las actitudes y del contacto físi-
co, según el siguiente listado;

Consideramos conductas adecuadas

- Saludo con beso en la mejilla.


- Abrazar de forma prudente y breve.
- Dirigir saludos verbales.
- Estrechar la mano.
- Saludos juveniles con las manos.
- Elogiar verbalmente.
- Extender los brazos brevemente alrededor de los hombros entre
varones.
- Estrechar la mano durante la oración o cuando una persona
necesite apoyo.
- Tomar la mano de los niños pequeños mientras se camina con ellos.
- Sentarse al lado de niños pequeños.
- Inclinarse o arrodillarse para saludar o abrazar a niños pequeños.

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- Sostener o, si el caso lo justifica, alzar a niños menores de tres años
de edad.

Consideramos conductas inadecuadas

- Cualquier forma no deseada de afecto hacia otra persona.


- Saludos equívocos, miradas insinuantes y expresiones verbales
ambiguas, soeces, de doble sentido, o de mal gusto.
- Dar abrazos largos o inapropiados (abrazos frontales completos o
“abrazos de oso”.)
- Tocar el pecho, los glúteos o zonas genitales.
- Recostarse o dormir junto a menores.
- Efectuar masajes a un niño, niña o adolescente de parte de un
adulto educador y viceversa.
- Acariciar a menores en los muslos, rodillas o las piernas.
- Acariciar el rostro de niños, niñas y adolescentes.
- Coquetear, cortejar a niños, niñas y adolescentes y seducirlos/las.
- Hacer cosquillas, juegos de mano o juegos de luchas.
- Abrazar o tocar por la espalda (cuando la persona está de
espaldas a nosotros).
- Organizar juegos en los que haya acercamiento físico inadecuado
(por ejemplo, cargar una persona sobre su espalda)
- Permitir, organizar y/o participar en bailes o ritmos musicales que
implican contacto físico inadecuado o son de contenido sensual o
erótico.
- Dar besos en la boca.
- Demostrar cariño o afecto en áreas aisladas como dormitorios,
closets, zonas restringidas o habitaciones privadas
- Hacer gestos obscenos o exhibición de imágenes de contenido
sexual a través de cualquier medio.
- Hacer cumplidos o elogios relacionados con el desarrollo físico o
corporal de un menor.

- Evitamos los siguientes comportamientos, en cualquier contexto


cultural, que puedan conducir a serias acusaciones:

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- Realizar encuentros personales aislados y a escondidas.
- Demostrar favoritismo.
- Implicarse en contacto físico que puede ser malinterpretado.
- Utilizar ropa provocativa o reveladora.
- Encontrarse en casas o dormitorios con niños, niñas, adolescentes
y jóvenes sin la presencia de otros adultos.
- Estar desnudo o semidesnudo frente a niños, niñas, adolescentes
y jóvenes.
- Dormir en la misma cama con un niño, niña o adolescente o
compartir la habitación.
- Dar dinero o regalos especiales y /o secretos a un niño, niña,
adolescente o joven.
- Describir grafica o verbalmente actividades sexuales fuera del
contexto educativo o permitir que otros lo hagan.
- Mantener en secreto relaciones de amistad inadecuadas.
- Enviar mensajes a los celulares de menores en forma insistente
o mensajes equívocos de contenido erótico-sexual vía internet
(correos, WhatsApp, Facebook, Snapchat, chat, webcam…).
- Demostrar afecto cuando nadie está viendo.
- Mirar, fuera de un contexto educativo o de la cobertura de la
Diócesis de Ibarra mientras los niños, niñas, adolescentes y
jóvenes se cambian o se bañan.
- Comentar sobre el cuerpo de un niño, niña o adolescente.
- Tomar fotografías de menores vistiéndose o bañándose.
- Avergonzar o ridiculizar a un menor en público y en privado.
- Divulgar o usar información, confiada por los niños, niñas y
adolescentes, de manera inapropiada.

V. REPORTE DE COMPORTAMIENTOS
INADECUADO Y SANCIONES ADMINISTRATIVAS
Lossacerdotes, diáconos, religiosos/as, y laicos/as tenemos la res-
ponsabilidad de reportar comportamientos inadecuados.

a) EN RELACIÓN A LOS ABUSOS CONTRA MENORES

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Los sacerdotes, diáconos, religiosos/as, y laicos/as:

- Tomar con seriedad, agilidad y sin demora las acusaciones de


mala conducta sexual hacia los niños, niñas, adolescentes y jóve-
nes y las ponemos en conocimiento de las autoridades competentes
de la situación2. Como profesionales al servicio de toda la población,
todos notificamos con la mayor celeridad al delegado, representante
legal, a la máxima autoridad de la institución o a la autoridad más
inmediata toda queja, rumor o acusación de conducta inadecuada
hacia un niño, niña, adolescente o joven. A su vez, ellos notifican
lo antes posible al Señor Obispo o quien delegue, quien seguirá la
política implementada para casos de abusos sexuales. Bajo ninguna
circunstancia pedimos a otros mantener en silencio las acusaciones
o no reportar los hechos a las autoridades respectivas. Exime de la
obligación de informar o denunciar ante cualquier autoridad el secre-
to de confesión.

- El abuso sexual de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, no es


solo un delito canónico, sino también un delito perseguido por autori-
dades en el ámbito penal. Al recibir la denuncia de un caso de abuso
sexual de un de niño, niña y adolescente o joven, los sacerdotes,
diáconos, religiosos/as, y laicos/as seguimos las prescripciones del
Código de la Niñez y Adolescencia, Código Penal y Reglamentos en
lo referente a remitir los delitos a las legítimas autoridades a quienes
ofrecemos nuestra colaboración, respetando los derechos de todas
las partes.

- En caso de ocurrir algún suceso que vulnere al presente Código


de Ética o conducta delictiva en la cual un niño, niña, adolescente o
joven sea la víctima, al margen de los procedimientos legales, el de-
legado, representante legal o administrador de la obra, debe facilitar
las condiciones para la asistencia inmediata a la víctima.

Según el código de la niñez y adolescencia. Arts. 17, 19, 67, 68, 69


y 75.

20
b) EN RELACIÓN A LAS ACCIONES CONTRARIAS A LA ÉTICA
EN ÁMBITO LABORAL

- Seguimos los procedimientos establecidos para reportar los ca-


sos de acoso sexual y delitos que se verifiquen en el ámbito laboral.
La institución garantiza la reserva sobre la investigación y asegura
que no se tomarán represalias a consecuencias de presentar una
queja de este tipo.

- Notificamos inmediatamente a las autoridades competentes de


la Diócesis de Ibarra los indicios de acciones contrarias a la ética, ac-
tos ilegales o de misión de delitos por parte personal. Las autoridades
se encargan de dar trámite a la denuncia ante la instancia competen-
te, verificando previamente la veracidad y posible
autoría de los hechos.

c) EN RELACIÓN A LAS SANCIONES ADMINISTRATIVAS

- La Diócesis de Ibarra sigue los procedimientos legales disponi-


bles para el caso de abuso sexual de menores por parte de un sacer-
dote, diáconos, religiosos/as, y laicos/as, la Diócesis de Ibarra y sus
miembros nos atenemos a las normas establecidas por el Código de
Derecho Canónico y las normas de la Conferencia Episcopal.

- Las infracciones éticas por parte del personal con relación la-
boral se considerarán como incumplimiento al Reglamento Interno
de Trabajo, sancionadas conforme los Reglamentos internos aproba-
dos por el Ministerio de Trabajo.

21
ANEXO-FORMATO

COMPROMISO CON EL CÓDIGO DE COMPORTAMIENTO


ÉTICO PARA SACERDOTES, DIÁCONOS, RELIGIOSOS/AS Y
LAICOS/AS DE LA DIÓCESIS DE IBARRA

Yo,……………………….…………………………………………que colaboro
como……………………..……………….en………………………….…………
…….……….……….……….

He recibido, leído, y entendido el presente documento en el que:

ME COMPROMETO A CUMPLIR LAS NORMAS ESTABLECIDAS EN EL


CÓDIGO DE COMPORTAMIENTO ÉTICO APROBADO POR EL OBISPO
Y SU CONSEJO.

Nombre: …………………………………………………….
(nombres y apellidos completos)

CI. ………………………………………

FIRMA: …………………………….......

El original del Documento, deberá mantenerse en los archivos del personal


de la parroquia, Institución educativa, organización, o lugar de trabajo que
tenga la Diócesis de Ibarra, donde labore o preste su servicio.

La primera copia será enviada a la Curia diocesana

La segunda copia queda con la persona.

22
ANEXO

I. LA CONDUCTA EN EL ACOMPAÑAMIENTO EDUCATIVO PASTORAL

El acompañamiento educativo pastoral, se basa en los valores humanos y


cristianos; así, el respeto como la actitud que reconoce y aprecia el valor
y la dignidad de los demás, cuyo trato debe ser con todos y todas. Que se
extiende al entorno y a la propiedad de los demás. Comienza con la consi-
deración del otro como persona, esto es, alguien valioso en sí mismo y con
las garantías a todos sus derechos fundamentales. También nos debemos
respeto a nosotros mismos, en cuanto personas, en el marco de todo lo que
expresa la dignidad humana.

El respeto en el fondo es la “regla de oro” de la convivencia: es tratar a los


demás como deseas ser tratado, es lo que insiste Jesús en el Evangelio Mt.
7,12, Lc. 6,31: querer para los demás el bien que quieres para ti. Porque
el otro es como yo, una persona, y una persona no debe ser nunca tratada
como medio con vistas a otra cosa o persona. Utilizarla, manipularla o ser-
virse de ella como si fuese un objeto sería menospreciarla. Además, el amor
a las personas supone siempre respeto. No podemos amar verdaderamente
a nadie si no cumplimos este precepto.

Como sacerdotes somos educadores llamados a testimoniar la belleza de


la vida, el amor y la sexualidad humana; debemos, esforzarnos por seguir
educando en el amor a la vida, el respeto por el otro, en los valores del pu-
dor, la pureza y la gratuidad.

Por tanto, debemos comprometernos con los siguientes valores inspirados


en el Evangelio y en el magisterio de la Iglesia:

•La primacía de Dios: la centralidad de Dios en nuestra vida es testimoniada


en ser verdaderos discípulos de Jesús, Buen Pastor.
•La caridad pastoral: centro y síntesis de nuestro espíritu evangélico, que
nos impulsa a servir únicamente a Dios en la comunidad cristiana que se
nos ha confiado.
•El sentido de Iglesia: nos sentimos parte viva de ella. Lo manifestamos con
nuestra filial fidelidad al Papa y a su Magisterio.
•La centralidad y predilección por la persona de los niños y jóvenes,

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buscando el bien de ellos – particularmente de los más desfavorecidos.
•La amabilidad al estilo de Jesús misericordioso: mantener un estilo abierto
y cordial capaz de suscitar correspondencia de amistad. La madurez
afectiva y el equilibrio propios de nuestro trabajo pastoral.
•El trabajo y la templanza: nos entregamos al servicio de la comunidad
cristiana con actividad incansable y procuramos hacer bien todas las cosas
con sencillez y mesura. Cooperamos así con Cristo en la construcción del
Reino.
•Castidad: como consagrados que con inteligencia y voluntad buscamos
ordenar el deseo y la fuerza de la sexualidad, hacia un proyecto de amor y
entrega en el matrimonio, la virginidad y el celibato en la vida consagra-
da y/o sacerdotal. La persona casta célibe o laica, debe integrar los senti-
mientos, afectos y atracción sexual, y los manifiesta en comportamientos
de atención, respeto, cariño y cercanía hacia los demás. Reserva el ejerci-
cio de la genitalidad a la relación matrimonial como expresión de amor
entre un varón y una mujer. La persona casta, en consecuencia, alcanza
progresivamente una disposición estable a vivir la sexualidad al servicio
de la vida y del amor como don de sí, superando emociones, deseos y
comportamientos cerrados en el egoísmo o en el solo placer; aprende a
respetar la intimidad propia y de los demás, se vuelve capaz de expresar
ternura como un lenguaje del corazón que ama. Cultiva la lealtad y pruden-
cia en palabras y acciones. Cuida, además, la higiene mental y el dominio
de sí como caminos que la liberan de la esclavitud de las pulsiones instinti-
vas, y se entrena para lograr progresivamente aquel equilibrio psicológico y
espiritual que se obtiene en el servicio y en la entrega de sí mismo.

II. FUNADAMENTOS ÉTICOS-NORMATIVOS

LEGISLACIÓN ECLESIÁSTICA Y CIVIL VIGENTE

En este apartado ponemos la Legislación Jurídico – canónica en la Iglesia


Universal, y también la Legislación de la Constitución de la República del
Ecuador. Entre los documentos más importantes podemos citar los siguien-
tes:

• Código de Derecho Canónico. Promulgado por la Autoridad de Juan Pablo


II, Papa. Dado en Roma, el día 25 de enero de 1983.
• Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) enviada a los
obispos de toda la Iglesia Católica y otros ordinarios y superiores interesa-
dos, 18 de mayo de 2001.

24
• Carta circular, subsidio para la Conferencias Episcopales en la preparación
de líneas guía para tratar las causas de abuso sexual con menores por
parte del clero.
• “Normae de Gravioribus Delictis” reservados a la CDF, enmiendas
aportadas del 21 de mayo del 2010
• Vademécum sobre procedimientos para tratar casos de abuso de menores
• Carta Apostólica en forma de “Motu proprio” del Sumo Pontífice Francisco
“Vos estis lux mundi”, 09.05.2019
• Rescripto del Santo Padre Francisco con el cual se promulga la Instrucción
sobre la confidencialidad de las causas, 17.12.2019
• Rescripto del Santo Padre Francisco con el que se aportan algunas modi-
ficaciones a las “Normae de gravioribus delictis”, 17.12.2019
• Constitución de la República del Ecuador, Código de la Niñez y Adolescen-
cia; y, Código Orgánico Integral Penal.

El Artículo 66 numeral 3, literales a y b de la Constitución Política del Estado


señala; “Se reconoce y garantizará a las personas. El derecho a la integri-
dad personal que incluye: a) La integridad física, psíquica, moral y sexual.
b) Una vida libre de violencia en el ámbito público y privado. El Estado adop-
tará las medidas necesarias a prevenir, eliminar y sancionar toda forma
de violencia, en especial la ejercida contra las mujeres, niñas, niños, ado-
lescentes, personas adultas mayores, personas con discapacidad y contra
toda persona en situación de desventaja o vulnerabilidad; idénticas medidas
se tomarán contra la violencia, la esclavitud y la explotación sexual”.

Igualmente, en el artículo 35 anota: “(…) La misma atención prioritaria reci-


birán las personas en situación de riesgo, las víctimas de violencia domés-
tica y sexual, maltrato infantil... El estado prestará especial protección a las
personas en condición de doble vulnerabilidad”; por cuanto el respeto a las
demás personas resulta el elemento esencial de las relaciones personales
y profesionales. Incluso en el trato referente a los niños, adolescentes y jó-
venes quienes gozan de protección y atención privilegiada según determina
el artículo 44 de la carta magna señala: “El Estado, la sociedad y la familia
promoverán de forma prioritaria el desarrollo integral de las niñas, niños y
adolescentes, y asegurarán el ejercicio pleno de sus derechos; se atenderá
al principio de su interés superior y sus derechos prevalecerán sobre los de
las demás personas.” Adicionalmente a los criterios éticos de respeto que
marcan nuestro comportamiento, el Código de la Niñez y Adolescencia en
su artículo 1 expone: “Dispone sobre la protección integral que el Estado, la
sociedad y la familia deben garantizar a todos los niños, niñas y adolescen-

25
tes que viven en el Ecuador, lograr su desarrollo integral y el disfrute pleno
de sus derechos, en un marco de libertad, dignidad y equidad.”

Para este efecto, regula el goce y el ejercicio de los derechos, deberes y


responsabilidades de los niños, niñas y adolescentes y los medios para ha-
cerlos efectivos, garantizarlos y protegerlos, conforme al principio del interés
superior de la niñez y adolescencia y a la doctrina de protección integral.

Así, para prevenir cualquier distorsión y abuso que perjudique el sano cre-
cimiento de los niños, niñas y adolescentes, es necesario establecer lími-
tes que salvaguarden la coherencia del acompañamiento y de los procesos
educativo-pastorales, y tomar conciencia de que hemos de responder por
nuestras propias acciones ante quienes son responsables de la gestión de
la obra, ante la Ley y principalmente ante los padres de familia y los destina-
tarios a los que servimos.

Por otra parte, el Código Orgánico Integral Penal, ha tipificado delitos contra
integridad sexual y reproductiva como: Inseminación no consentida, Acoso
Sexual, Estupro, Distribución de material pornográfico a niños, niñas y ado-
lescentes, Corrupción de niñas, niños y adolescentes, Abuso Sexual, Viola-
ción. Descripciones típicas que prevén sanciones de privación de libertad
elevadas, y que constan como agravantes se den en cultos, centros edu-
cativos por lo que aumenta la pena máxima un tercio más de lo dispuesto.
Siendo importante resaltar que en los “delitos sexuales, el consentimiento
dado por la víctima menor de dieciocho años de edad es irrelevante.”

Es nuestro empeño velar por la seguridad y el bienestar de todos los que


vienen a nosotros y crear ambientes educativos moralmente sanos y segu-
ros.

Como miembros activos de la Iglesia, declaramos respetar el valor inviolable


de la vida, expresando como creencia que todo ser humano es imagen de
Dios, bueno y misericordioso; cada persona es hijo de Dios y por lo mismo
ha de tener en su corazón sentimientos fraternos que se traducen exterior-
mente en la amabilidad, la cordialidad y en la capacidad de aceptar al otro
tal como es, sin condiciones.

Para este efecto, regula el goce y el ejercicio de los derechos, deberes y


responsabilidades de los niños, niñas y adolescentes y los medios para ha-

26
cerlos efectivos, garantizarlos y protegerlos, conforme al principio del interés
superior de la niñez y adolescencia y a la doctrina de protección integral.

Así, para prevenir cualquier distorsión y abuso que perjudique el sano cre-
cimiento de los niños, niñas y adolescentes, es necesario establecer lími-
tes que salvaguarden la coherencia del acompañamiento y de los procesos
educativo-pastorales, y tomar conciencia de que hemos de responder por
nuestras propias acciones ante quienes son responsables de la gestión de
la obra, ante la Ley y principalmente ante los padres de familia y los destina-
tarios a los que servimos.

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“Hemos escuchado las voces de las víctimas, hemos rezado y
pedido perdón a Dios, a las personas ofendidas, hemos toma-
do conciencia de nuestra responsabilidad, de nuestro deber de
hacer justicia en la verdad, de rechazar radicalmente cualquier
forma de abuso de poder, de conciencia y sexual, por eso cero
tolerancia”
(Papa Francisco)

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