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El Contrato de seguros en el marco del concurso

Dra. Andrea Signorino Barbat1

Introducción

En el presente artículo enfocaremos el tema del contrato de seguros en el marco del


concurso, especialmente en cuanto al efecto de éste en el mencionado contrato, así
como referiremos a las respuestas que el seguro puede dar a la responsabilidad de
Síndicos e Interventores implicada en su actuación en el concurso.

Sabido es que en nuestro país el contrato de seguros se encuentra regido por el Código
de Comercio de 1865; carecemos de una Ley especial de seguros en el sentido de las
modernas legislaciones a nivel mundial.

Es por esto que aspectos tales como la influencia o efecto del concurso en relación a los
contratos de seguros que, por ejemplo, estuvieran vigentes o se debieran renovar en el
transcurso del concurso, no están previstos por la legislación en seguros, debido por
cierto, a la etapa en que el Código fue sancionado.

Igual explicación, resulta aplicable a la no previsión de los seguros de responsabilidad


civil, y menos aún, específicamente de los seguros de responsabilidad civil profesional,
en la normativa sobre seguros contenida en el Código.

1
Doctora en Derecho y Ciencias Sociales, Traductora Pública, Universidad de la República Oriental
del Uruguay. Presidente de CILA- Comité Ibero-Latinoamericano de AIDA (“Association Internationale
du Droit des Assurances”.- Asociación Internacional de Derecho de Seguros)- Presidente de AIDA -
Sección Uruguaya; Presidente del Grupo de Nuevas Tecnologías y Seguros en CILA, Miembro de la
Comisión Honoraria Asesora del Poder Ejecutivo en materia de seguros; Asesora legal de la Asociación
uruguaya de empresas aseguradoras; Profesora en seguros en el Instituto Universitario BIOS,
Universidad Católica y Cámara de Comercio, Uruguay; Profesora en Postgrado en Derecho de seguros
en la UBA, Argentina y Escuela de la magistratura, Brasil. Corredactora de anteproyectos de ley en
materia de Seguros. Autora de múltiples artículos en seguros y de los libros: “Los Seguros de Vida.
Distintas coberturas para personas. Principales aspectos técnicos, jurídicos y comerciales” agosto 2008 y
“Los Seguros de Responsabilidad Civil, Caracteres Generales y Coberturas principales” agosto 2011,
editorial Fundación de Cultura Universitaria. Conferencista internacional. Contacto:
asignorino@netgate.com.uy; www.andreasignorino.com.uy

1
No obstante, la Ley sobre concursos N° 18.387 (de declaración judicial del concurso y
reorganización empresarial) refiere a los contratos, veremos con qué alcance, y
establece severas responsabilidades a Interventores y Síndicos.

Asimismo, existe en Uruguay un Proyecto de Ley de seguros, que estuvo a punto de ser
aprobado por la Cámara de Diputados en la legislatura que termina, y que muy
probablemente se convierta en Ley en el correr de la próxima legislatura. Este Proyecto
de Ley refiere al efecto del concurso judicial en el contrato de seguros y por cierto,
regula los seguros de responsabilidad civil en forma acorde a los tiempos que corren y a
la evolución de los seguros de responsabilidad civil a nivel regional e internacional.

El efecto del concurso en el contrato de seguros

La Ley N° 18.387 sobre declaración judicial del concurso y reorganización empresarial


de noviembre de 2008, no refiere expresamente al contrato de seguros.

En el artículo 68 refiere al efecto de la declaración del concurso en los contratos


existentes a la fecha de dicha declaración, únicamente en referencia a los contratos de
los que deriven obligaciones pendientes de ejecución por el deudor.

Dice el artículo 68:

Artículo 68. (Contratos pendientes de ejecución).- En caso de existir a la fecha de


declaración del concurso, contratos de los cuales deriven obligaciones del deudor
pendientes de ejecución, se procederá de la forma siguiente:

1) El Síndico o el deudor con la autorización del Interventor, tendrá la facultad de


rescindir unilateralmente el contrato, notificando este hecho a la contraparte,
dentro del plazo establecido para que los acreedores presenten la solicitud de
reconocimiento de sus créditos.

2) En cualquier momento, dentro de dicho plazo, la contraparte del deudor podrá


exigir, según los casos, al Síndico o al deudor y al Interventor, que manifiesten si
resolverán o no el contrato. En este caso, si no ejercieran la facultad de resolución

2
dentro de los cinco días siguientes a la recepción del requerimiento, ya no podrán
ejercitarla con posterioridad, salvo que el Juez apruebe un convenio que no
implique la continuación de la actividad profesional o empresarial del deudor o
disponga la liquidación de la masa activa.

3) El Juez fijará la indemnización de daños y perjuicios que cause la resolución,


crédito que tendrá la consideración de concursal.

4) En caso de no optarse por la resolución del contrato cuando el cumplimiento del


contrato por parte del deudor implique riesgo manifiesto y grave para la otra
parte, ésta podrá solicitar al Juez que rescinda el contrato o que se garantice
suficientemente el cumplimiento del mismo.

5) Serán nulas las estipulaciones contractuales que declaren resuelto el contrato o


atribuyan la facultad de resolución a cualquiera de las partes, en caso de
insolvencia o de declaración de concurso del deudor.

En primer lugar, cabe destacar que el artículo no se encarga de establecer, en apariencia


por lo que referiremos más adelante, qué sucede con los contratos vigentes a la fecha de
la declaración del concurso en los que no existan obligaciones pendientes de ejecución
por el deudor. Por ejemplo, qué sucede con los contratos de seguros en los que el
deudor ya ha satisfecho el 100% de la prima o premio a su cargo, pero que se
encuentran vigentes, y por lo tanto con obligaciones pendientes de cobertura y eventual
indemnización a cargo del asegurador, tal vez con vigencia de un año con renovación
automática pactada, como es la regla en los seguros generales.

Hecha esta precisión, el artículo establece la potestad de rescisión unilateral del contrato
por parte del Síndico o del deudor con autorización del Interventor, notificando a la
contraparte.

Este punto plantea la interrogante que parte de la doctrina se hace en cuanto al


desequilibrio que esta norma, o normas similares en derecho comparado, puede
establecer a favor del deudor o de sus intereses y en contra de su contraparte en el
contrato de seguros: el asegurador. Esto ya que no es tan claro que ante una situación de
concurso, el asegurador pueda a su vez rescindir unilateralmente el contrato de seguros.

3
Algunos autores opinan que la situación de concurso del asegurado agrava el riesgo
asumido por el asegurador y por lo tanto podría ameritar la rescisión unilateral, ya que
constituiría justa causa para solicitarla, la circunstancia de ser el asegurado declarado en
concurso.

Esta posición no puede ser sostenida en nuestro país, en la generalidad de los casos, ya
que el artículo 68 es claro en cuanto a que: numeral 5) “Serán nulas las estipulaciones
contractuales que declaren resuelto el contrato o atribuyan la facultad de resolución a
cualquiera de las partes, en caso de insolvencia o de declaración de concurso del
deudor “.

Claro que el artículo 68 tiene la limitante que señalamos en cuanto a que aplica a
contratos con obligaciones pendientes de ejecución por el deudor.

No obstante, entendemos que el numeral 5) es muy amplio en su redacción e incluso


parece no tener relación con el párrafo inicial del artículo que introduce los numerales.
Nótese que si bien dicho párrafo refiere a los contratos con obligaciones pendientes de
ejecución, el numeral 5) refiere en general a las estipulaciones contractuales, aplicable a
cualquiera de las partes, que le atribuyan la facultad de resolución o declaren resuelto el
contrato, en caso de insolvencia o declaración de concurso del deudor.

O sea, la norma no parece referir solo al caso de contratos con obligaciones pendientes
por parte del deudor, pues no parece tener sentido prever la nulidad de las cláusulas, de
rescisión en caso de insolvencia o declaración de concurso, para ambas partes en el
contrato, sólo para esos casos. Es decir, los casos en que el deudor deba, tenga
pendiente, obligaciones a su cargo, notoriamente en seguros, el pago de premios.

La prohibición debe aplicar, al menos en relación al contrato de seguros, tanto para los
casos en que el deudor deba o no deba premios pues esto no hace al fondo del asunto.
Entendemos que lo que la norma pretende es que no se rescinda el contrato, ante la
mera declaración del concurso, situación que resulta esencial en materia de seguros por
la protección, salvaguarda y hasta viabilidad, que estos otorgan al asegurado y a su
explotación comercial.

En materia de seguros reviste mayor importancia, la función económica y social que el


seguro cumple. Dejando de lado por un minuto los seguros obligatorios, por ejemplo de
accidentes de trabajo donde es evidente la conveniencia de mantenerlos en vigor a pesar

4
del concurso, los seguros voluntarios pueden revestir una importancia esencial en el
funcionamiento normal de la actividad del deudor. Pensemos en los seguros de incendio
o de hurto, o incluso de responsabilidad civil. Su no mantenimiento puede resultar en un
perjuicio grave para el deudor y para sus acreedores.

Por eso, el principio general debe ser, y lo es en vistas a lo explicitado sobre el artículo
68 de la Ley N° 18.387 y en la interpretación amplia que hemos dado, que el contrato
de seguro con el auto declaratorio del concurso no se extingue ni puede ser rescindido
por el asegurador.

Esto salvo la potestad que el numeral 2) y 4) dan a la contraparte, el asegurador en este


caso, de exigir al Síndico o al deudor y al Interventor, que manifiesten si resolverán o
no el contrato. En este caso, si no ejercieran la facultad de resolución dentro de los cinco
días siguientes a la recepción del requerimiento, ya no podrán ejercitarla con
posterioridad, salvo que el Juez apruebe un convenio que no implique la continuación
de la actividad profesional o empresarial del deudor o disponga la liquidación de la
masa activa.

Y el numeral 4) es muy importante pues prevé la hipótesis que, en caso de no optarse


por la resolución del contrato, cuando el cumplimiento del contrato por parte del deudor
implique riesgo manifiesto y grave para la otra parte, ésta podrá solicitar al Juez que
rescinda el contrato o que se garantice suficientemente el cumplimiento del mismo.

En materia de seguros, y razonando en contrario al tenor literal del numeral, esto puede
relacionarse con el caso que, en el cumplimiento del contrato, el deudor incumpla con
condiciones, obligaciones y cargas, esenciales.. Por ejemplo, que no cumpla con el
mantenimiento de la cosa, con las condiciones de asegurabilidad requeridas, con el no
agravamiento del riesgo, etc. En general el no cumplimiento de las obligaciones y
cargas por parte del asegurado supondrán que “el cumplimiento del contrato por parte
del deudor implique riesgo manifiesto y grave para la otra parte” (artículo 68 numeral
4, Ley N°18.387).

Es decir, una cosa es el incumplimiento del pago de premios (premio es el término


técnicamente correcto para referirse a la obligación a cargo del asegurado ya que refiere

5
a la prima, con más los recargos e impuestos correspondientes, o sea lo que en definitiva
debe pagar el asegurado) y otro el incumplimiento de las otras obligaciones y cargas.

Los premios impagos anteriores a la declaración de concurso, serán créditos


concursales, y los que deban pagarse luego de declarado el concurso integran el elenco
de los créditos contra la masa o pre deducibles, conforme al artículo 91 de la Ley N°
18.3872.

El asegurado sigue siendo el concursado, la masa no adquiere tal calidad. El concursado


conserva la titularidad de los bienes asegurados hasta el momento de la liquidación del
concurso, adquiriendo el Síndico la administración y poder de disposición sobre los
bienes y derechos del concursado 3.

El interés económico existente en la relación jurídico-económica de un empresario


concursado con los bienes de su propiedad o uso subyace bajo la titularidad del
asegurado en su caso concursado. El interés asegurable se mantiene incambiado. Sólo
habrá alteraciones en esa titularidad cuando se lleve a cabo la liquidación de la masa
activa, pero no por el mero hecho de la declaración del concurso. Al decir de Veiga
Copo4, ..” No existe en modo alguno subrogación ni técnica ni atécnica ni de la masa ni
de los administradores en la posición del tomador del seguro o del asegurado.”

Y tiene suma importancia mantener los contratos de seguros, aún cuando existan otras
obligaciones y se esté liquidando un patrimonio insuficiente para pagar todas las
deudas. La insuficiencia del patrimonio a liquidar para satisfacer las deudas del
concurso, debe sopesarse en relación a la importancia de mantener los seguros, en
riesgos tales como incendio de fábrica o de maquinaria, responsabilidad civil, y demás
riesgos que hacen a la actividad del deudor. La ocurrencia del riesgo, el siniestro, puede
significar la definitiva insolvencia del deudor.

2
Es la opinión de la Dra Alicia Ferrer, en ponencia presentada en las XIII Jornadas de derecho de
seguros de AIDA, abril de 2014
3
.Dra Alicia Ferrer en ponencia citada.

4
Veiga Copo, Abel. La incidencia del concurso del tomador en el contrato de seguro. Anuario de
Derecho Concursal , núm. 3/2004, Estudios Editorial Civitas, SA, Madrid, sept. 2004-dic. 2004

6
Cuando la Ley prevé que la empresa continúe en marcha hasta el momento de su
adjudicación (artículo 172 de la ley N° 18.387), tanto en lo que hace a los seguros
obligatorios, cuanto a aquellos que cubren riesgos vinculados a la actividad
desplegada, tiene mucho sentido mantener el contrato y pagar la contraprestación 5.

Dice el profesor español Abel Veiga Copo “La liquidación o solución liquidatoria del
concurso de acreedores se configura por consiguiente como una solución subsidiaria in
extremis, que tiene lugar bien cuando fracasa el convenio, ya por no alcanzarse, ya por
frustrarse en su ejecución, bien cuando el deudor concursado desde el primer momento
apuesta por o no le queda más remedio que solicitar la liquidación. De este modo la
declaración de concurso del tomador o del asegurado no altera o no tiene por qué
alterar la continuidad del contrato de seguro”.6

Para mantener estos contratos de seguros en debida forma es necesario que el asegurado
cumpla con las obligaciones y cargas que le corresponden cumplir en el marco del
contrato celebrado.

Por ejemplo, deberá mantener la custodia exigida de la fábrica o el predio, cumplir con
los requisitos de seguridad para prevenir el incendio, o el hurto (mantenimiento de
bomberitos, de alarmas, de personal de seguridad, etc.), evitar la ocupación por terceros
de locales y maquinaria del concursado-asegurado, situación que puede darse cuando
ocupa el personal con la pretensión de custodiar activos que son garantía de sus créditos
salariales.

De acuerdo al artículo 668 del Código de Comercio, el Síndico en caso de suspensión


de la legitimación, o del concursado y el Interventor en caso contrario, quedan
obligados a poner toda la diligencia posible para precaver o disminuir los daños, así
como a participarlos al asegurador en caso de ocurrencia en forma rápida. Asimismo,
deben evitarse los hechos del asegurado, los cuales por acción u omisión, habilitan la no
indemnización, de acuerdo al artículo 639 del Código de Comercio.

En el caso del incumplimiento de obligaciones y cargas, más allá del pago de premios,
entendemos que el asegurador puede solicitar la rescisión del contrato.

5
Cfrme, Dra Alicia Ferrer en ponencia ya citada.
6
Dr. Abel Veiga Copo en op., citado.

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Opinamos que esto es lo que busca establecer el numeral 4) del artículo 68 de la Ley
18.387 cuando refiere a que, en caso que “el cumplimiento del contrato por parte del
deudor implique riesgo manifiesto y grave para la otra parte ésta podrá solicitar al
Juez que rescinda el contrato o que se garantice suficientemente el cumplimiento del
mismo”. Si el deudor no cumple con sus obligaciones y cargas, pone en riesgo
manifiesto y grave a la otra parte, compromete las obligaciones a cargo de la
contraparte.

Y esto es muy distinto a establecer en el contrato la causal de rescisión en caso de


declaración de concurso del asegurado.

El proyecto de Ley de seguros, a que hemos hecho referencia, apunta a solucionar este
último aspecto.

En su artículo 63 (concurso judicial de las partes), establece que “El concurso del
asegurado no producirá la rescisión de los contratos de seguro”.

Y en el Capitulo III- Seguros para las personas, estipula que

“Artículo 104 (Efectos de la declaración judicial de concurso del tomador, asegurado o


beneficiario).La declaración judicial de concurso del tomador, asegurado o
beneficiario, no afecta al contrato de seguro.”

“En ningún caso los acreedores del contratante asegurado o de los beneficiarios
podrán ejercer sus derechos sobre las prestaciones que éstos reciban como beneficio
del seguro.”

O sea, independiza la suerte del contrato de seguros de la declaración de concurso y en


seguros para personas “blinda” el beneficio del seguro de las pretensiones de los
acreedores, tanto del asegurado (en caso de coberturas que exceden la mera cobertura de
fallecimiento) como del beneficiario, acorde a la independencia de la masa que
tradicionalmente la doctrina en derecho de seguros adjudica a los beneficios obtenidos
en virtud de seguros de vida.

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La responsabilidad de Síndicos e Interventores y el seguro

La Ley N° 18.387 pone estrictas responsabilidades en cabeza de Síndicos e


Interventores, responsabilidades que entendemos pueden ser cubiertas en virtud de un
seguro de Responsabilidad civil profesional, especialmente diseñado para dichas
funciones.

Veamos someramente, las principales características de los Seguros de Responsabilidad


civil profesional para entender la importancia de esta cobertura.

El Seguro de Responsabilidad civil profesional (también conocidos como seguros de


Errores y Omisiones cuando el asegurado no es profesional titulado), protege a los
profesionales en sus áreas de actuación contra reclamaciones derivadas de sus funciones
o servicios profesionales que brindan.

Esto seguros pues, ofrecen una cobertura de Responsabilidad civil profesional que cubre
la potencial exposición de los profesionales en el desarrollo de sus actividades.

Cubre al asegurado de todas las consecuencias económicas que pueda sufrir su


patrimonio presente y futuro por los perjuicios que puedan exigirles como consecuencia
de los errores, omisiones y negligencias cometidos en el ejercicio de su labor
profesional.

En forma general podemos decir que la cobertura puede ser para cualquier tipo de
profesión donde exista la prestación de un servicio o consultoría para terceras partes.

Por ejemplo se amparan las Profesiones o funciones de:

Abogados, arquitectos e ingenieros, contadores, consultores de todo tipo, empresas de


tecnología, comunicaciones y medios, inspectores, certificadores, supervisores,
empresas de bienes raíces, valuadores, tasadores, rematadores, agentes de viajes,
Síndicos, Interventores judiciales.

La responsabilidad civil, de forma genérica, nace de la obligación de reparar el daño


causado.

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En consecuencia, en función de la naturaleza del daño, se puede diferenciar entre la
Responsabilidad civil general y la Responsabilidad civil profesional.

La Responsabilidad civil general, cubre los daños materiales y o personales producidos


a terceros, ya sea por el ejercicio de una actividad profesional u otras causas, como ser
propietario de un bien o una instalación comercial.

A veces el daño que se produce es sólo económico, una acción equivocada o una
negligencia en el actuar pueden provocar un menoscabo patrimonial al perjudicado, lo
cual se encuadra en la denominada Responsabilidad civil profesional.

El ejemplo más sencillo, es un abogado que no presenta la demanda en tiempo y forma


y causa la pérdida de indemnización del demandante. El abogado ha producido por su
negligencia, un perjuicio, el cual, en principio y si dejamos por un minuto de lado el
posible daño moral, sólo es económico.

La Responsabilidad civil profesional, conlleva necesariamente que la persona tenga la


titulación académica adecuada para ejercitar la profesión cubierta, médicos, abogados,
arquitectos,ingenieros,etc.

Sin embargo, hay actividades profesionales que no requieren una titulación específica, o
requieren una profesión de base que no se identifica necesariamente con la función
desempeñada; por ejemplo: consultoría, sindicatura, servicios informáticos,
administración de una empresa, que también son susceptibles de producir un daño
patrimonial, y que vulgarmente se suele llamar también Responsabilidad civil
profesional, en sentido amplio, o Responsabilidad civil por errores y omisiones, al no
darse la condición imprescindible de poseer un título profesional.

En países como España, existe la obligación de contratar este tipo de coberturas.

Es así que la Ley Nº 2/2007, de 15 de marzo de 2007, sobre Sociedades Profesionales


establece la obligatoriedad de contratar un seguro de Responsabilidad civil profesional,
de aplicación específica para sociedades que agrupan a varios profesionales del sector.

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La Ley N° 38/2011 de 10 de octubre de 2011, exige a los administradores concursales o
“administración concursal”, un seguro de responsabilidad civil o garantía equivalente a
los riesgos cubiertos, por los daños en el ejercicio de su función.

Aunque la conciencia sobre la importancia de la Responsabilidad civil a nivel de cada


profesional está ampliamente arraigada en España, no lo estaba tanto a nivel de
empresas, de ahí que estás exigencia de un Seguro de Responsabilidad civil haya venido
a aclarar definitivamente la cuestión.

Lo mismo en materia concursal, la obligatoriedad del seguro veremos que es un


requisito para asumir la función de “administrador concursal”.

El objeto del seguro de Responsabilidad civil profesional, no difiere del objeto del
seguro de Responsabilidad civil general. Consiste en trasladar a la Compañía
aseguradora el costo de defensa y en su caso, la cantidad a la que se condene al
profesional por cualquier demanda de la que sea objeto, relacionada con un daño sufrido
por un tercero.

En estos seguros suelen existir franquicias o deducibles.

Si bien ambos conceptos no son sinónimos, en términos generales y con fines


didácticos, podemos decir que es la cantidad de dinero que en caso de siniestro siempre
estará a cargo del asegurado. El sentido de su existencia es doble:

-Evitar a la compañía la repetición de siniestros pequeños que no afectan realmente a la


economía del asegurado pero que si tienen un costo fijo de tramitación.

-Concientizar al asegurado sobre la necesidad de adoptar las mínimas medidas de


precaución para evitar los siniestros.

Respecto al funcionamiento de la póliza, las pólizas de Responsabilidad civil


profesional se contratan fundamentalmente sobre el volumen de honorarios estimado de
la empresa o el profesional, aunque en ocasiones puede haber otros criterios, como
número de empleados, estados contables, etc.

En estas pólizas se establece que terminada la anualidad, el asegurado deberá comunicar

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a la compañía el volumen realmente realizado con el fin, si procede, de regularizar el
premio.

En caso de no proceder a dicha regularización, sobre todo si no se hace en varios años,


el asegurado se podrá encontrar en infraseguro, de tal forma que en caso de siniestro, la
indemnización que sea debida por la compañía, se verá disminuida en la parte
proporcional.

En el caso de los seguros para Síndicos o Interventores concursales, los montos


asegurados deberían tener relación con la magnitud del concurso, pero al ser esto de
difícil evaluación suelen establecerse sumas aseguradas mínimas. Esto es por lo que
opta la Ley española a que hemos referido y que, igualmente, veremos determina
diferentes montos de acuerdo a las características del concurso.

Estas coberturas suelen otorgarse sobre base reclamos o “Claims Made”, con período
extendido de descubrimiento.

Es decir, que se cubren los siniestros que hayan ocurrido durante la vigencia de la póliza
y cuyo reclamo haya sido efectuado, ya sea durante dicha vigencia, o ya sea durante el
período de descubrimiento o ex post. Todo reclamo que se le formule al asegurador
dentro del citado período, generalmente dos años a partir del vencimiento de la póliza,
originado en un hecho ocurrido durante la vigencia del contrato de seguro, se hallará
cubierto por el mismo.

Este período extendido es usual y apunta a evitar que frente a un siniestro ocurrido el
asegurador rescinda el contrato de seguro o no lo renueve al vencimiento de la póliza,
dejando así al asegurado sin cobertura para el futuro o en descubierto.

Una cuestión esencial en este tipo de seguros es si su cobertura incluye o no las


situaciones de culpa grave del asegurado.

La doctrina en derecho de seguros se pregunta si la culpa grave puede ser asegurada


mediante una póliza de Responsabilidad civil profesional.

La primera cuestión es qué se entiende por culpa grave en materia de seguros, ante la
ausencia de una definición legal.

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Se suele decir que la culpa grave debe configurar una negligencia o imprudencia
anormal, para lo cual se deberá tomar en cuenta la conducta del “asegurado medio” de
la actividad que se trate; es una imprudencia o una impericia extrema, es no prever o no
comprender lo que todos prevén o comprenden, es omitir los cuidados más elementales,
es descuidar la diligencia mas pueril, es ignorar los conocimientos más comunes; es la
exteriorización de una conducta de inusitada intensidad de negligencia y
despreocupación, manifiestamente indiferente a la suerte de los bienes asegurados. 7

Llevado este enfoque doctrinario de la culpa grave al tema de las responsabilidades


profesionales, en muchos casos cuando un médico, un abogado o el director de una
sociedad, realizan actos que involucran su responsabilidad civil, o el Síndico afecta a la
masa de acreedores, incurren en culpa que en general es un supuesto de culpa grave.

Por ejemplo, el médico que por error opera el ojo sano del paciente y lo deja ciego, el
abogado que deja prescribir un caso encomendado por un cliente o las omisiones
culposas de sus obligaciones como Síndico en un concurso que ocasionan un perjuicio,
son casos de mala praxis profesional que, casi siempre, configuran casos de culpa grave.

Por tanto, cabe preguntarse si puede cubrirse la culpa grave del asegurado.

En nuestra opinión, no sólo se puede sino que se debe cubrir la culpa grave en el caso
de los seguros de Responsabilidad civil profesional pues se podría llegar a la conclusión
que si se terminara excluyendo de cobertura a los casos de culpa grave del asegurado o
beneficiario, el asegurador estaría vendiendo prácticamente “humo”, es decir, la póliza
estaría cubriendo nada o casi nada.

Nunca el dolo. La exclusión del dolo del asegurado, no admite pacto en contrario, ya
que no se puede cubrir la intención de provocar el siniestro, ni aún mediando acuerdo de
partes, porque ello atentaría contra la esencia misma del contrato de seguros el cual se
basa, entre otras cosas, en el carácter aleatorio del evento siniestral. No así la culpa
grave por lo que acabamos de referir.

En materia concursal, la Ley N° 18.387 establece obligaciones y responsabilidades de


importancia en cabeza de Síndicos e Interventores, que como hemos dicho, podrían ser
objeto de cobertura por un Seguro de Responsabilidad civil profesional, en sentido

7
Dr Domingo López Saavedra en “Ley de Seguros comentada”. Editorial la Ley, año 2011

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amplio, o por Errores y Omisiones, que abarcara obviamente y en forma expresa, la
cobertura de dichas eventuales responsabilidades.

Diversos artículos de la Ley N° 18.387 refieren a estas obligaciones y cargas, incluso de


conducta:

Artículo 32. (Ejercicio del cargo).- El Síndico o el Interventor deberá desempeñar su


cargo con la diligencia de un ordenado administrador y de un representante leal.

Artículo 35. (Responsabilidad). El Síndico, el Interventor y los auxiliares cuyo


nombramiento hubiera autorizado el Juez del concurso responderán frente al deudor y
frente a los acreedores de los daños y perjuicios causados a la masa del concurso por
los actos y omisiones contrarios a la ley o por los realizados sin la debida diligencia.

La acción se promoverá, en vía ordinaria, ante el Juez del concurso y prescribirá a los
dos años a partir del momento en que, por cualquier causa, el Síndico o el Interventor
hubiera cesado en su cargo.

Si la sentencia contuviera condena a indemnizar daños y perjuicios, el acreedor que


hubiera ejercitado la acción en interés de la masa, tendrá derecho a que, con cargo a
esa indemnización, se le reembolsen los gastos del proceso y se le satisfaga hasta el
50% (cincuenta por ciento) del crédito que no hubiera percibido en el concurso.

Artículo 41. (Sanción por rechazo de las cuentas).- Si las cuentas no fueran aprobadas,
el Síndico o el Interventor quedará inhabilitado para intervenir como Síndico o como
Interventor en cualquier otro concurso de acreedores durante el período que fije el Juez
del concurso, que no podrá ser inferior a cinco ni superior a veinte años.

Esta sanción será aplicada, sin perjuicio de las acciones de responsabilidad


patrimonial y criminal que su actuación pueda haber generado.

Para dar cobertura a los riesgos implicados en el desempeño de las funciones de


Síndicos e Interventores nos parece adecuado el ejemplo de la citada Ley española
38/2011, y el Real decreto que la reglamenta que establece las bases del seguro
obligatorio que deben contratar los administradores concursales, como requisito para
asumir la función. La ley española refiere a la figura del administrador concursal, pero
son extrapolables las estipulaciones como marco general de análisis del seguro en
cuestión.

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En realidad es el Real decreto 1333/2012, de 21 de setiembre de 2012 el que regula las
bases del seguro de responsabilidad civil y la garantía equivalente de los
administradores concursales en España.

La Ley N° 38/2011, de 10 de octubre de 2011, que reforma la Ley N° 22/2003, de 9 de


julio, ley concursal, introdujo en el sistema concursal español la exigencia de un seguro
de responsabilidad civil o de una garantía equivalente proporcional a la naturaleza y
alcance del riesgo cubierto para poder actuar como administrador concursal en cualquier
clase de concursos de acreedores, habilitando al Gobierno para el desarrollo
reglamentario de la correspondiente normal legal.

Las normas de este Real decreto se han de completar no sólo con la Ley N° 22/2003, de
9 de julio de 2003, sino también con la Ley N° 50/1980, de 8 de octubre de 1980, de
Contrato de Seguro.

Como alternativa al seguro, la Ley N° 22/2003, de 9 de julio, prevé una garantía


equivalente tanto material como temporalmente. El contenido material y temporal de
esta garantía se delimita por referencia al contenido del seguro.

Haciendo uso de esa habilitación, el Real decreto se ocupa de este nuevo seguro o
garantía, que, naturalmente, no impide que, al amparo de la autonomía privada o de
otras previsiones legales, los administradores concursales contraten otros seguros
específicos e independientes de esa responsabilidad civil, para cubrir más intensamente
los riesgos del ejercicio de esa actividad profesional, o introduzcan esa cobertura
mínima obligatoria como ampliación de las pólizas de Responsabilidad civil profesional
de abogados, economistas, contadores o auditores.

La vigencia del seguro o la garantía equivalente se configura como presupuesto para la


aceptación del cargo.

De esta forma, los administradores concursales no pueden aceptar su nombramiento sin


acreditar convenientemente que gozan de esa cobertura en los términos determinados
por este Real decreto.

Tienen el deber de mantener dicha cobertura durante la tramitación del proceso


concursal.

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Al igual que en otros muchos seguros obligatorios, la obligación legal se configura con
carácter general, como condición para poder aceptar el nombramiento.

No se trata, pues, de un seguro por concurso, sino de un seguro para ser administrador
concursal o, más exactamente, para poder aceptar el cargo y para poder desempeñarlo a
lo largo del procedimiento.

A fin que el asegurador pueda conocer el nacimiento del riesgo, se impone al Juzgado la
notificación del nombramiento y de la aceptación del administrador concursal.

Paralelamente, a fin que la cobertura esté vigente en todo momento, se imponen


singulares deberes de información tanto al administrador concursal como al asegurador
de la responsabilidad civil, que habrá de comunicar al Juzgado determinadas
modificaciones o vicisitudes de la relación contractual, como la falta de pago del
premio, debiendo mantenerse la cobertura durante el período de un mes desde que
realizó la comunicación.

La suma obligatoriamente asegurada se ha determinado atendiendo a la entidad de los


concursos de acreedores que se vienen produciendo en ese país, caracterizados por
masas activas y pasivas particularmente modestas.

Con todo, ese mínimo se eleva por el Real decreto, bien por el número de concursos en
los que se desempeñe la administración concursal, bien por las condiciones subjetivas
del deudor común, como es el caso de los denominados concursos de especial
trascendencia.

Veamos algunas de las disposiciones del Real decreto relativas al seguro analizado.

CAPÍTULO I

Disposiciones generales

Artículo 1. Deber de aseguramiento de la responsabilidad civil del administrador


concursal.

Al aceptar el nombramiento, todo administrador concursal deberá acreditar ante el


Secretario judicial del Juzgado que conozca del concurso la vigencia de un contrato de
seguro o una garantía equivalente por cuya virtud el asegurador o entidad de crédito se
obligue, dentro de los límites pactados, a cubrir el riesgo del nacimiento a cargo del

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propio administrador concursal asegurado de la obligación de indemnizar por los
daños y perjuicios causados en el ejercicio de su función.

Artículo 2. Ámbito subjetivo a la obligación de aseguramiento.

1. El deber de aseguramiento que regula el presente real decreto recae sobre el


administrador concursal, ya sea persona natural o jurídica.

2. Cuando la administración concursal sea una persona jurídica, la cobertura del


seguro o garantía equivalente incluirá la responsabilidad de los profesionales que
actúen por cuenta de ésta.

3. No existirá la obligación de aseguramiento cuando una Administración pública o


una entidad de derecho público vinculada o dependiente de la anterior sea nombrada
administrador concursal y designe para llevar a cabo tales cometidos a una persona
natural que tenga la condición de empleado público. En los demás casos, la obligación
de aseguramiento será exigible a la persona natural que hubiera designado.

Tampoco existirá obligación de aseguramiento cuando sea designado administrador


concursal el personal técnico de la Comisión Nacional del Mercado de Valores o del
Consorcio de Compensación de Seguros.

Artículo 3. Ámbito objetivo del seguro de responsabilidad civil y de la garantía


equivalente.

1. El seguro de responsabilidad civil del administrador concursal o garantía


equivalente comprenderá la cobertura del riesgo de nacimiento de la obligación de
indemnizar al deudor o a los acreedores por los daños y perjuicios causados a la masa
activa del concurso por los actos y omisiones realizados, en el ejercicio de sus
funciones, por el administrador concursal o por el auxiliar delegado de cuya actuación
sea responsable que sean contrarios a la ley o hayan sido realizados sin la debida
diligencia.

Asimismo, el seguro de responsabilidad civil del administrador concursal o garantía


equivalente comprenderá la cobertura de los daños y perjuicios por actos u omisiones
del administrador concursal que lesionen directamente los intereses del deudor, los
acreedores o terceros.

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2. Si por sentencia se declarase la responsabilidad del administrador concursal, el
seguro cubrirá, además de la indemnización a que se refiere el apartado anterior, los
gastos necesarios que hubiera soportado el acreedor que hubiera ejercitado la acción
en interés de la masa.

CAPÍTULO II

Seguro de responsabilidad civil de los administradores concursales

Sección 1.ª Acreditación y vigencia del seguro

Artículo 4. Comunicación al asegurador.

Aceptado el cargo por el administrador concursal, el Secretario del Juzgado notificará


al asegurador el nombramiento y la aceptación, con expresión de las fechas en que se
hubieran producido. Asimismo, el Secretario del Juzgado notificará al asegurador el
cese del administrador concursal.

Artículo 5. Duración del contrato.

Cualquiera que sea la duración pactada en la póliza, deberá preverse que el contrato
se prorrogará una o más veces por periodos de un año, salvo que cualquiera de las
partes se oponga a la prórroga.

En caso de oposición a la prórroga por cualquiera de las partes, el administrador


concursal habrá de comunicarlo al Juzgado, sin perjuicio de los deberes de
comunicación que se imponen al asegurador en el artículo 7. En todo caso, si el
contrato no se prorroga, el administrador concursal habrá de aportar otro contrato de
seguro o garantía equivalente antes de que finalice la cobertura de la póliza no
prorrogada.

Artículo 6. Acreditación de la cobertura.

1. Al aceptar el cargo, la vigencia del seguro se acreditará mediante exhibición y


testimonio de la póliza y del recibo de la prima correspondiente al período del seguro
en curso o, en su caso, del certificado de cobertura expedido por la entidad
aseguradora. En caso de que la aceptación del cargo conlleve el aumento de la
cobertura, el administrador concursal exhibirá el seguro de que dispone y efectuará su
adaptación a la nueva suma asegurada que le corresponde, de acuerdo con el artículo

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8, en el plazo máximo de 15 días, acreditándolo ante el Juzgado. Cuando la
terminación de otros concursos en los que intervenga permita una reducción de la suma
asegurada, el administrador concursal podrá efectuar la adaptación de su contrato de
seguro, acreditando su nueva cobertura, que siempre deberá cubrir su responsabilidad
en el concurso o concursos en que siga desempeñando su función.

2. Durante la tramitación del concurso de acreedores, el administrador concursal


deberá acreditar las sucesivas renovaciones del seguro. La renovación del seguro se
acreditará ante el Secretario del Juzgado mediante exhibición y testimonio del recibo
de la prima por el periodo o periodos sucesivos. 3. La infracción del deber de acreditar
la renovación del seguro será justa causa de separación del cargo.

Sección 2.ª Delimitación de la responsabilidad

Artículo 8. Suma asegurada.

1. La suma mínima asegurada por los hechos generadores de responsabilidad del


administrador concursal será de trescientos mil euros.

2. Por excepción a lo establecido en el apartado anterior:

a) La suma mínima asegurada será de ochocientos mil euros cuando, con la aceptación
del cargo, el asegurado tenga la condición de administrador concursal en, al menos,
tres concursos de acreedores de carácter ordinario.

b) La suma asegurada será de un millón quinientos mil euros cuando se trate de


concurso de especial trascendencia, de acuerdo con lo establecido en el artículo 27 bis
de la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal.

c) La suma asegurada será de tres millones de euros cuando concurra cualquiera de


las siguientes circunstancias:

1.º Cuando se trate del concurso de una entidad emisora de valores o instrumentos
derivados que se negocien en un mercado secundario oficial, de una entidad encargada
de regir la negociación, compensación o liquidación de esos valores o instrumentos, o
de una empresa de servicios de inversión.

2.º Cuando se trate del concurso de una entidad de crédito o de una entidad
aseguradora.

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3.Cuando el administrador concursal sea una persona jurídica, la cuantía de la suma
asegurada será de dos millones de euros.

Artículo 9. Delimitación temporal.

1. La cobertura del asegurador comprenderá las reclamaciones presentadas contra el


asegurado durante el ejercicio de su función o en los cuatro años siguientes a la fecha
en la que el administrador concursal cesó en el cargo por cualquier causa, siempre y
cuando dichas reclamaciones tuvieran su fundamento en los daños y perjuicios
causados a la masa activa durante el período en el que ostente la condición de
administrador concursal en el proceso de que se trate.

Las acciones de responsabilidad que puedan corresponder al deudor, a los acreedores


o a terceros por actos u omisiones de los administradores concursales que lesionen
directamente los intereses de aquéllos, tienen un plazo de prescripción de un año.

2. La reclamación del perjudicado podrá producirse en un proceso judicial, que se


sustanciará ante el Juez que conozca o haya conocido el concurso.

No obstante, la suma asegurada será de cuatro millones de euros cuando la persona


jurídica ejerza las funciones de administración concursal en alguno de los supuestos
que se indican en el ordinal 3.º del apartado 2 de este artículo.

Artículo 10. Coberturas adicionales.

El seguro de responsabilidad civil acreditado en el concurso de acreedores por el


administrador concursal podrá incluir otras coberturas que libremente se pacten entre
las partes, así como ampliar el ámbito y los límites de cobertura.

Artículo 11. Acción directa8.

1. El perjudicado o sus herederos tendrán acción directa contra el asegurador para


exigirle el cumplimiento de la obligación de indemnizar en los términos previstos por la
Ley 50/1980, de 8 de octubre, de Contrato de Seguro.

8
La acción directa no está admitida en el derecho uruguayo. El proyecto de Ley de seguros a que hemos
referido en este trabajo, la prohíbe, salvo leyes especiales como el seguro obligatorio automotor (SOA)
donde es de recibo. Pensamos que de existir un seguro obligatorio para Síndicos e Interventores sería
conveniente consagrar la acción directa. Para ahondar en este tema de la acción directa, nos remitimos a
nuestra obra “Los Seguros de Responsabilidad Civil. Caracteres esenciales y coberturas principales”
Editorial FCU, año 2011, págs. 104 y sgts.

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2. A los efectos de ejercicio de la acción directa, el asegurado estará obligado a
manifestar al tercero perjudicado o a sus herederos la existencia del contrato de
seguro.

Conclusiones

A modo de conclusión, cabe destacar que es evidente la conveniencia para el concurso


de mantener vigentes los contratos de seguros sobre riesgos trascedentes. La
desfavorable ecuación costo-beneficio a que se expone el concursado-asegurado y su
explotación económica, en caso contrario, puede sobrepasar en mucho las ventajas de
rescindir los contratos de seguros.

A la luz de nuestra normativa concursal, es claro que no puede pactarse la rescisión del
contrato de seguros por el mero hecho de la declaración de concurso del asegurado.

Sin embargo, esto no puede suponer la imposición de la no rescisión del contrato de


parte del asegurador si las condiciones contractuales pactadas, más allá del pago de los
premios convenidos, a cuyo tratamiento ya nos hemos referido, son incumplidas por el
asegurado (deber de mantenimiento de la cosa asegurada, de los requisitos de
asegurabilidad exigidos, no agravamiento del riesgo, etc.). Lo contrario supondría crear
un marcado desequilibrio injustificado en perjuicio del asegurador que no ha
contribuido al estado de concurso del asegurado.

En el marco del concurso, además, Síndicos e Interventores afrontan importantes


responsabilidades. Para ellos, el Seguro da respuestas como ser las coberturas de
Responsabilidad civil profesional en sentido amplio, que con adecuadas coberturas, lo
cual supone la inclusión de sus funciones y responsabilidades en forma expresa y la
culpa grave como riesgo cubierto, pueden resultar en un aliado indudable para la óptima
gestión del Sindico e Interventor.

Estos no deben estar focalizados en evitar los riesgos que acompañan a su función sino
en el buen desempeño de la misma.

Incluso podría pensarse en la obligatoriedad de un seguro de forma similar que lo


establece la legislación española.

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Para que sea realidad lo dicho, es indudable la necesidad que en el mercado local de
seguros se ofrezca una cobertura adecuada para los riesgos implicados en la función de
Síndicos e Interventores.

Aún es escaso el desarrollo de la cobertura de Responsabilidad civil profesional en


general y la oferta de seguros de este tipo en Uruguay, lo cual se agrava en el caso de
coberturas específicas como las necesarias para Síndicos e Interventores que
directamente no existen en nuestro país.

Esperemos pronto contar con ellas, y así honrar la tradicional función del seguro que ha
acompañado y respaldado, a lo largo de los siglos, las actividades del ser humano, y
sobretodo, aquellas de trascendente importancia, como sin dudas lo son, las de Síndicos
e Interventores en el marco del concurso.

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