Según Lisandro Peña podemos darle un concepto al contrato de seguro,
concibiéndolo como un acto mediante el cual se comprometen dos partes importantes entre las cuales está la compañía de seguros, a la cual se llama asegurador, éste debe estar debidamente autorizado. La otra parte es el tomador, es la persona que se compromete con la compañía de seguros para asegurar o cubrir riesgos determinados, generando principalmente dos obligaciones principales para las partes: para la compañía de seguros le corresponde pagar la indemnización por la ocurrencia del siniestro y al tomador del seguro le corresponde pagar el costo del seguro al cual le llamaremos prima.
Características generales del contrato de seguro
Basándonos en lo referente al código de comercio y a la doctrina, podemos concluir algunas características de las cuales goza el contrato de seguro. El artículo 1036 del código de comercio no define el contrato de seguro si no que por el contrario, hace una descripción de sus principales características al establecer la clasificación de este contrato los cuales verán a continuación. 1. El contrato de carácter consensual: nace a la vida jurídica con el consentimiento expresado por el asegurador y el tomador. Antes de la ley 389 de 1997, el contrato únicamente se perfeccionaba con la suscripción de la póliza que hacia el asegurador y por tal suscripción se entendió la aceptación expresa y escrita del asegurador al solicitante del seguro. Actualmente desde el punto de vista probatorio, la única manera de establecer la existencia de un contrato de seguro es mediante un escrito o confesión, como lo señala el articulo 1046, modificado por la ley 389de 1997. En conclusión, podemos decir que el contrato de seguro es consensual para su existencia, pero solemne para su prueba. 2. Es bilateral: las partes del contrato, asegurador y asegurado, se obligan recíprocamente por la celebración del contrato. El asegurador se obliga a pagar la indemnización ante la ocurrencia del siniestro. Y el tomador, entre otras obligaciones, se obliga a pagar la prima del seguro, declarar sinceramente el estado del riesgo y probar la ocurrencia y cuantía del siniestro. 3. Es oneroso: porque asegurador y tomador se gravan u obliga en beneficio de ambas partes. El asegurador se obliga a cumplir la obligación de pagar la indemnización al tomador o beneficiario, y este por su parte, debe pagar la prima o precio del seguro, condición indispensable para que el asegurador tenga los recursos para atender la situación presentada. 4. Es aleatorio: La obligación del asegurador depende de que ocurra un hecho futuro o que se produzca un riesgo. Y una vez ocurrido, el asegurador debe proceder a la indemnización, según los términos legales establecidos. Consideramos que el contrato de seguro es aleatorio, no obstante que la institución del seguro es adelantada por profesionales de comercio muy especializados, quienes para expedir sus pólizas y determinar las correspondientes primas, utilizan información de estadísticas y actuarial para definir probabilidades de ocurrencia de los riesgos asegurados, lo cual de alguna manera teóricamente les podría permitir conocer el monto que les correspondería asumir por concepto de indemnizaciones.
5. Es una ejecución sucesiva: las obligaciones que surgen se ejecutan o
difieren en el tiempo. Una situación que se podría presentar seria la siguiente: la obligación del asegurador de cubrir los riesgos y eventualmente pagar la indemnización está dada durante una vigencia establecida y el tomador, durante la misma vigencia, debe cumplir una serie de obligaciones, como por ejemplo mantener el estado del riesgo e informar al asegurador cualquier alteración que se presente.
Además de lo consagrado en el código de comercio, también contamos con unas
características señaladas por la doctrina, como lo son las siguientes: Es intuitos personae: debido a que se celebra en consideración a la persona, o sea que para el asegurador es muy importante conocer a su contraparte, el tomador o asegurado. Y por esas especiales condiciones, expide la póliza. Esta característica se modera en aquellos casos en que la actividad del asegurador se efectúa de manera masiva, ya que en dichos casos es muy difícil hacer una selección individual de las personas a quienes el asegurador les expedirá las pólizas. Inclusive, si dicha colocación muchas veces se efectúa mediante convenios de uso de red de oficinas, celebrados por el asegurador con establecimientos de crédito, lo cual se ha denominado bacaseguros.
Es de buena fe: la doctrina mayoritariamente expresa como en todo
contrato, en el contrato de seguro esta presente este principio cardinal del régimen general de los contratos, pero la diferencia radica en que en este contrato de seguro se sancionan concretamente manifestaciones contrarias a la buena fe, como podría ser que el tomador suministre al asegurador informaciones inexactas o sea reticente al momento de solicitar el seguro, como lo señala el artículo 1058 del código de comercio. De adhesión: por regla general no hay libertad en las partes para discutir y establecer términos y las condiciones del contrato de seguro. El tomador apenas es libre de contratar o de no hacerlo, y rara vez podría proponer o cambiar alguna condición contractual. Como la ley ha establecido, por motivos de interés público, precisas condiciones para el asegurador y de su actividad, el contrato de seguro indudablemente se ve excluido del escenario de la libre discusión. Además, dicha actividad está vigilada y sometida a la inspección de la Superintendencia Financiera, entidad ante la cual se debe depositar las condiciones generales del contrato de seguro, las de la póliza o anexo, según lo ordena el parágrafo del articulo 1047 del código de comercio.