Está en la página 1de 3

Yo no soy el que escapó con el cuchillo chorreando sangre.

Mi puñal está limpio como pudo


apreciar, y además estoy aquí sin que nadie haya tenido que traerme, ya que nunca me fui. El
que huyó fue el "occiso", que por la forma como corría, de muerto tenía bien poco. Y como él
está vivo, queda claro que yo no lo maté. Ahora bien puesto que usted me está interrogando y
yo, muerto como estoy, puedo responderle, tendrá que reconocer que él "occiso" no sólo me
mató a mí sino lo mató a usted.

La última noche

Son muchas las leyendas que existen sobre la Escuela Normal, pero a partir de 1989, una
historia en particular invade estos pasillos.
En diciembre de aquel año un grupo de cuatro alumnos de 6°, que ya estaban a punto de
recibirse, planearon pasar una noche en la escuela. (1 hasta biblioteca)
Ellos querían quedarse a dormir en el que había sido su salón durante todo ese año y
comprobar si lo que siempre habían escuchado sobre su escuela era cierto: que los vecinos
escuchaban gritos y llantos los fines de semana, cuando la escuela permanecía cerrada;
que los lunes por la mañana los porteros encontraban las mesas y las sillas desordenadas y
tiradas; y que faltaban cada vez más picaportes de las puertas de los salones. (2 salón 22)
Por ejemplo, existen leyendas sobre un estudiante que buscó su campera en el gimnasio y
escuchó una risa macabra que resurgió de la oscuridad, o sobre otra voz que rondaba por
los pasillos de los cuartos prohibidos, advirtiendo su presencia a los estudiantes que
planeaban entrar.(3 gym)
El salón de estos alumnos había sido clausurado hacía ya un mes, para convertirse en un
espacio repleto de armarios con advertencias de peligro, cuyas puertas se abrían solas y
mostraban en sus interiores diferentes testimonios de estudiantes anteriores. (Pausa 4
salón laboratorio Lau poseída lee el poema del pizarrón )
La tarea de entrar fuera de clases sin que nadie los viera y permanecer allí, solos, durante
toda la noche, era sumamente difícil. Pero ese grupo de amigos lo logró. Habían pasado
mucho tiempo repitiéndose que si llegaban todos juntos al egreso tendrían un "reto" de
despedida y finalmente lo lograron.
El jueves 7 de diciembre de 1989 a las 22:30 hs. ya no quedaba una sola alma en la
escuela. Solo las de ellos (AGREGAR LUGAR/DESCRIPCIÓN). (Carretilla pausa 5)
Después que pasó todo, Rodrigo, Juan y Octavio coincidieron en sus declaraciones.
Contaron con lujos y detalles qué habían hecho aquella noche. A qué hora llegaron a la
escuela, cómo entraron sin que los vieran, qué comieron, de qué hablaron para pasar el
tiempo y cómo durmieron, hasta que se despertaron y Matías no estaba por ninguna parte.
Matías era al que menos le cerraba la idea del reto, pero al mismo tiempo, era el que más
obsesionado estaba con las leyendas sobre la escuela. Su preocupación era por su mamá,
porque era hijo único y su papá ya no vivía con ellos. No quería alarmar a la madre y mucho
menos meterse en problemas justo antes del egreso.
Pero eran cuatro y los cuatro tenían que estar ahí, a costa de cualquier mentira. La suya fue
que se quedaría a dormir en lo de Rodrigo. (pausa 6 puerta Shima )

(Se cuenta desde la puerta, patio hasta el salón de actos) Nadie sabe qué pasó con Matías
la madrugada del 8 de diciembre de 1989. Sus amigos, incluso hoy en día, siguen contando
que ya estaba por amanecer cuando se quedaron dormidos. Aseguran que los cuatro se
quedaron dormidos, porque Matías también estaba ahí y ninguno lo escuchó ni lo vio salir.
No saben exactamente a qué hora se despertaron, pero sí que eran las doce del mediodía
cuando llegaron los tres juntos a la casa de Rodrigo, que era el que vivía más cerca, y la
madre llamó a la policía.
Recuerdan que saltaron la puerta que está sobre Avenida España (PUERTITA VERDE QUE
ESTÁ ENTRE EL PATIO DEL GIMNASIO Y LA ESCUELA, DA A LA CALLE) y llegaron
corriendo a la casa, que quedaba en Rawson y Avellaneda.
Aquella mañana del 8 de diciembre, el calor quemaba en las calles vacías de Luján, porque
era feriado por el Día de la Inmaculada Concepción de María.

Hoy Matías tendría 51 años y seguramente se reuniría a comer asado con sus amigos, que
lo hacen todos los viernes por la noche.
A lo largo de todos estos años se escucharon diferentes versiones de lo que pudo haberle
pasado. La principal hipótesis es que fue asesinado, pero jamás encontraron su cuerpo;
también aseguran que se ahorcó por las intensas voces que se escuchan en toda la escuela
a partir de su desaparición; incluso dicen que su alma ronda contando su verdadera historia.
El deseo de encontrarlo con vida, su madre lo mantuvo hasta el día de su muerte.
Lo único cierto es su desaparición y esa especie de carta escrita por él que años después
encontraron en un lugar de la escuela al que solo se podía acceder por unas escaleras
estrechas, donde ningún estudiante podía ingresar. Era una habitación con libros tirados y
esa carta estaba al lado de una máquina de escribir, con una advertencia, señalando una
silla.
(Adentro del salón de actos) Año tras año, muchos estudiantes aseguran haberlo visto en
las instalaciones de la escuela, en (AGREGAR).
Los vecinos, ya acostumbrados a los ruidos durante los fines de semana, cuentan que se
escuchan gritos desgarradores de un joven que repite "yo no lo maté", "nunca me fui".
Estas mismas frases aparecen escritas en algunas mesas, en las puertas de los baños, e
incluso en los pisos de los patios.
Está claro que Matías se convirtió en un mito urbano y también que existen inscripciones de
todo tipo, por todas partes, pero la letra de sus frases es idéntica a la del escrito encontrado.
(Habla Shima y acá cuestionamos si subimos. Las infiltradas dicen de subir y lo hacemos )

También podría gustarte