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Una enfermedad inmunitaria es todo aquel trastorno que, por causas tanto intrínsecas (un error genético hereditario o
no) como extrínsecas (una infección por el virus del VIH, por ejemplo), provoca una alteración en la fisiología del
sistema inmune, pudiendo afectar a las células que lo componen o a los órganos y tejidos que lo constituyen.
El sistema inmunitario es nuestra defensa natural frente a las enfermedades infecciosas. Y cuando su funcionamiento se
ve afectado, las consecuencias, aunque no siempre, pueden ser devastadoras. Esto dependerá del modo en el que se
vea alterado.
En este sentido, una enfermedad inmunitaria puede desarrollarse porque las distintas células inmunes (linfocitos B,
linfocitos T, macrófagos, neutrófilos…) no son capaces, generalmente por trastornos genéticos aunque también por
infecciones, de reconocer y/o atacar a los patógenos. Esto da lugar a lo que se conoce como una inmunodeficiencia,
la cual hace a la persona susceptible de sufrir muchas enfermedades.
Del mismo modo, una enfermedad inmune también puede desarrollarse sin que haya una inmunodeficiencia, pero
cuando las células inmunes, por trastornos de origen genético, creen que determinados tejidos u órganos de nuestro
cuerpo son una amenaza, así que los atacan. En este caso, estamos ante una enfermedad autoinmune.
Por último, hay veces que ni hay una inmunodeficiencia ni un fenómeno de autoinmunidad, sino que el sistema
inmunitario, por defectos en su fisiología, responde de manera desmesurada ante sustancias externas que no
representan una amenaza real. En este caso, se puede sufrir alergia.
El SIDA es una enfermedad mortal (el progreso puede detenerse gracias a los antirretrovirales, haciendo incluso
que la persona jamás desarrolle la enfermedad) que, debido a la inmunodeficiencia que causa, el paciente sufre
fiebre recurrente, adelgazamiento extremo, enfermedades constantes, diarrea crónica, debilidad constante, etc,
hasta que llega la muerte a causa de una infección que, en personas sanas, no supondría ningún (o muy poco)
problema.
9. HIPOGAMMAGLOBULINEMIA: La
hipogammaglobulinemia es un trastorno
hereditario similar al anterior, aunque en este
caso es más leve (sigue siendo grave), pues
sí que se producen inmunoglobulinas, aunque
no en las cantidades necesarias. Por lo tanto,
tienen problemas para desarrollar inmunidad
frente a los patógenos.
Dependiendo de cuánto esté afectada la capacidad de unión y qué células y proteínas involucre, la
inmunodeficiencia será más o menos grave. Lo que sí se sabe es que, ya desde la lactancia, las infecciones en
tejidos blandos del cuerpo son muy comunes. De nuevo, el trasplante de células madre es el único tratamiento
efectivo.