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JOCABED

(JONATAN ALBAN)

La esposa de Amirán se llamaba Jocabed hija de Leví, y había nacido en Egipto. Los
hijos que ella tuvo de Amirán fueron Aarón y Moisés, y su hermana Miriam. (Números
26:59

La Escritura sólo la menciona por su nombre dos veces, pero por medio de sus hijos
tenemos una clara imagen del tipo de madre que era Jocabed. Moisés se convirtió en el
principal profeta del Antiguo Testamento, mientras que Aarón lo apoyaba como sumo
sacerdote, y Miriam llegó a ser profetisa. Qué piadosa influencia debió de haber sido
Jocabed en los primeros años de sus hijos. Cuando Faraón declaró que todos los bebés
hebreos debían ser ejecutados, Jocabed decidió salvar a Moisés. Ocultándolo tanto
tiempo como pudo, después puso al bebé en una cesta en el río Nilo y permitió que su
hermana se ocultase y lo vigilase. ¡Cuánta fe debió de necesitar Jocabed para dejar
flotar a su hijo en el río y esperar su salvación! ¡Qué temor debió de haber sentido
mientras su bebé seguía allí!

Pero el plan de Dios era mejor que lo que Jocabed había soñado: Él envió a una princesa
egipcia a encontrar al bebé; Miriam, que seguía cerca, pudo llevar a su madre a la
princesa, quien hizo que Jocabed fuese la nodriza del bebé. Por tanto, la fiel madre
hebrea crio a su propio hijo; y obviamente, le formó en la fe.

(MAJITO CHANG)

¿De dónde si no podría haber obtenido Moisés su conocimiento del Señor? Sin duda, no
de los sacerdotes paganos que llenaban la corte de Egipto. Jocabed también hizo un
buen trabajo. Moisés nunca olvidó sus lecciones de fe, y años más adelante defendió a
su pueblo esclavo. Cuando, como profeta de Dios recién llamado, Moisés se resistió al
llamado, el Señor hasta le proporcionó un portavoz en su hermano Aarón. Juntos, los
dos harían que su mamá estuviera orgullosa, proclamando la verdad de Dios a toda una
nación. Los libros de la Biblia escritos mediante Moisés comienzan la historia de la
Biblia y hablan de las afirmaciones de Dios sobre las vidas de los creyentes. A su
tiempo, también Miriam se uniría a sus hermanos en un lugar clave de alabanza y
liderazgo (ver Éxodo 15:21; Miqueas 6:4).

Cuando la sociedad moderna te diga que la maternidad no es importante, recuerda a


Jocabed y a su hijo. Los hijos que con ternura alimentas hoy podrían mañana guiar a
otros a Cristo mediante sus palabras y actos de fe. Cuando una mujer se sumerge en
Dios, su influencia se extiende alrededor de ella como las ondas en un lago; ¿y quién
mejor para ser tocados por esa fe que sus hijos?

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