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LA CONCIENCIA HUMANA

MIRADA ÍNTIMA VOZ LUZ

MIRADA
CORAZÓN
VOZ INTERIOR

ROSTRO DE ALGUIEN
Fernando Gutiérrez Godinez
Puntos a tratar:

1.- Aproximación desde el uso lingüístico


2.- Estructura de la conciencia
3.- ¿Cómo la adquirimos y dónde la tenemos?

4.- La conciencia como corazón


5.- Aspectos y criterios del cuidado
1.- Aproximación desde el uso lingüístico

Usamos mucho la palabra, en sentido positivo, cuando decimos:


- “Estar consciente”, para señalar que alguien está en vigilia, atento, o
- “Tiene mucha conciencia”, para indicar que es moralmente confiable.

También decimos, negativamente:


- “Ya no hay conciencia”, para señalar que hay
moralmente un extravío, o
- “Perdió la conciencia”, refiriendo que está
ausente, fuera de sí.
La conciencia nace del estado
de vigilia, y se desprende una
doble significación:

- a) Es un acto reflexivo, por el


cual nos percibirnos siendo.

- b) Es un conocimiento referido al
obrar, por él sabemos el bien que
hay que hacer (lo deseable, lo
bueno) y que debemos evitar el
mal.
Las lenguas clásicas y las modernas muestran
esas significaciones

GRIEGO: SINEIDENAI (verbo), del que deriva el sustantivo SINEIDESIS: pensar interior y
percepción del sentido moral de nuestros actos.
LATÍN: CONSCIENTIA (sustantivo): tiene aquello dos mismos significados que el griego.
Para el conocimiento de si tiene otras palabras: REDITIO Y REFLEXIO.

Francés: CONSCIENCE
Italiano: CONSCIENZA
Español: ———————
Y como la lengua madre tienen otros término para expresar el autoconocimiento…

Inglés: CONSCIOUSNESS, percepción de sí en el plano psicológico, y


CONSCIENCE, sentido moral de nuestros actos.
Alemán: BEWUSSTSEIN, el saber de sí o autoconocimiento psicológico; y
GEWISSEN, el saber sobre la bondad o malicia de nuestros actos.
Registra esos dos significados, describiéndolos así:

1) “Propiedad del espíritu humano de reconocerse en sus atributos y


modificaciones” (significado reflexivo o psicológico, teórico), y

2) “Conocimiento interior del bien que hay que hacer y del mal que hay que
evitar” (sentido del deber moral, significación práctica).

(Diccionario de la Lengua Española. Madrid 1984, 20ª Edición, p. 352)


2.- Estructura de la conciencia

La conciencia llamada psicológica es en La conciencia moral, siendo una voz


realidad sobre nuestro yo actuante y que guía nuestras acciones, obliga, y
existente, acerca de NUESTRO SER, en por tanto representa algo que ESTÁ
el horizonte de los seres que nos rodean. SOBRE nosotros.
Profundizando acerca de nuestro ser y sobre la obligación
que implica la conciencia moral, encontramos algo
sorprendente:

Veamos, primero, desde la conciencia (psicológica) del ser:

Nuestro ser es caduco, antes no era y algún día no será más en este mundo…

Tenemos ser, pero no somos el ser. Si fuéramos el ser, siempre existiríamos y


existirían ellas (las cosas)…
La noción de ser exige plenitud, y nosotros, que lo tenemos, buscamos ser
siempre.

Por tanto el ser pleno y absoluto debe existir, al que por esencia le corresponde
ser, que ÉL ES EL SER, y de alguna forma lo captamos desde nuestro interior al
captarnos a nosotros mismos y al percibir a las cosas que son o tienen ser.
Para dos de los pensadores cristianos más grandes, la luz
misma de la inteligencia, por la que podemos conocer el
mundo y auto-percibirnos, es participación de la luz
divina en nuestra alma.
Según San Agustín, Dios es nuestro “maestro interior”;
para Santo Tomás de Aquino, Él nos participa de forma
natural el “intelecto agente” por el que entendemos…

Con esta capacidad podemos percibir a Dios


como el Ser por esencia, el que Es.
La captación de Dios ocurre de
forma natural, percibiendo el propio ser…

*Por eso San Agustín pudo decir: “A nadie es permitido ver Dios como es, a
nadie es permitido ignorarlo” (Card. Muñóz Vega: El problema eterno del hombre en el
hombre de hoy, al clausurar el III Congreso Mundial de Filosofía Cristiana. Quito, Ecuador; 14 de julio de 1989,
consultado pro-manuscrito, pp. 21-22)

*El escritor checo Franz Kafka expresó: “Tenemos los ojos para ver, para
conocer a Dios tenemos nuestra existencia”.

*El Cardenal inglés John Henry Newman, escribió: “Me parece


imposible creer en mi propia existencia (y de eso estoy completamente
cierto) sin creer también en Aquél que vive en mi conciencia como
Un ser personal que todo lo ve y todo lo juzga” (Apología Pro Vita Sua o
Historia de mis ideas religiosas. Trad al castellano de Daniel Ruiz Bueno; BAC, Madrid 1977, p. 157).
Conclusión: la conciencia de nuestro yo, del ser que
somos, nos da una percepción de Dios, Ser
trascendente: el que es por esencia, nombre que se da
a sí mismo…

En la escena de Moisés y la Zarza: “Yo soy el que soy”,


“Les dirás: el que es, me envía a ustedes…” (Ex 3,14)
Jesús, en el Nuevo Testamento, dijo
de sí mismo ese nombre majestuoso:
“Yo soy…, desde el principio” (Jn
8,24-25).

Otros pasajes:
Jn 17,5: “antes de que el mundo fuese, Yo soy”
Jn. 8,58: “Antes de que Abraham existiera, Yo soy”
Jn 828: “Cuando hayáis levanto al Hijo del hombre, entonces sabréis
que Yo soy”

También en Lc 24, 36-37.39 y otros más sobre todo en San Juan.


Veamos ahora desde la conciencia moral:

La conciencia moral no es
estar sujetos a influencias
externas; es ante todo un acto
o proceso interno, aunque
pueden existir las influencias.

Tampoco es un análisis de
ventajas y desventajas…

Es esencialmente un acto o impulso


interno que nos mueve al bien y a
evitar el mal.
Ella representa una luz que nos muestra lo que debemos hacer y no hacer.
Es, a la vez, como la mirada del autor y juez de ese orden que nos liga
interiormente al actuar.

Nos refleja, pues, el rostro de Alguien


que nos es muy íntimo.
La c. moral se identifica también como
una voz en nuestro interior”…

una voz que está en nosotros, pero no es


la nuestra, que ordena o incita, premia o
castiga.

Sus mandatos y demás mociones se nos


imponen por la fuerza de su persuasión y
significado…

Una voz indica que hay una Persona,


que nos es muy íntima, diferente a
nosotros, y que al mandarnos está
sobre nosotros (J. H. Newman).
Con este análisis de la conciencia del ser y de la conciencia
moral, encontramos o distinguimos una tercera que se
refiere a Dios. Parece, pues, que hay “tres” conciencias:
1) La conciencia de nuestro ser (o c. psicológica);
2) La conciencia sobre nuestro obrar (o c. moral); y
3) La conciencia de Quien Es el Ser y que
íntimamente ordena nuestro actuar (c. de Dios o
religiosa).

Pero entonces, ¿Se trata de tres conciencias o es una sola?


Me inclino porque es una, pero tiene tres movimientos o expresiones,
tres dimensiones u objetos que percibe interiormente: nuestro ser, el
sentido de nuestro obrar y el Ser que es, Dios, en nuestra
intimidad (Cfr. Fernando Gutiérrez. La conciencia, eclipse o despertar. Ed. UPAEP, Puebla 1994,
pp. 53-64).
La conciencia en sus tres dimensiones se despliega en
nuestra actuación diaria; allí adquiere todo su
dramatismo existencial, pues por ella nos descubrimos
existentes que eligen y “se la juegan” al actuar, ante la
mirada amorosa de Dios.
3.- ¿ Cómo adquirimos y dónde está la
conciencia ?
Son dos preguntas:

¿Cómo la tenemos o adquirimos?


¿Dónde la tenemos?

La primera respuesta es: la tenemos por naturaleza, nacemos con ella,


si bien no se muestran desde el principio sus actos…
También hay que decir que, aún siendo natural en nosotros, se puede
formar, perfeccionarse, o bien corromperse y desviarse…
Le sucede como a otras capacidades o facultades innatas: se desarrollan
o se languidecen…
La conciencia se desarrolla o forma actuando el bien y con
el saber moral, así crece y se perfecciona; o se deforma y
disminuye por hacer el mal y con el error.
Es como una niña débil, la tenue luz de una lámpara,
una voz pequeña, y requiere fortalecerse.
Todo hombre
tiene conciencia
por el simple
hecho de
ser hombre, no
importa si es
creyente, pagano
o ateo.

Platón nos describió como Sócrates, su maestro, decía tener un `daimon


interno´, `que me es familiar´, `una voz que es profética y divina´: “y se
dejaba oír en el curso de mi existencia y se me oponía aún en las cosas de
menos importancia, siempre que iba a hacer yo algo que no debía…, a mis
acciones, a mis palabras” (Apología de Sócrates, Cap. XXXI, Ed. Espasa Calpe, México 1985, pp.
90-91).
San Pablo escribió: “Cuando los gentiles, sin ley,
cumplen naturalmente los preceptos de la ley, ellos
mismos, sin tenerla, son para sí mismos ley. Y con esto
muestran que los preceptos de la ley están escritos
en sus corazones, siendo testigo su conciencia” (Rom
2,14-15)

La conciencia,…
el “Moisés de los gentiles”
San Buenaventura (medieval) la describe así: “La
conciencia es como el heraldo, el mensajero de Dios; y lo
que ella dice no lo ordena desde sí misma, sino que lo
manda como de parte de Dios, como un heraldo que publica
un edicto del rey; y de esto se deriva el hecho de que la
conciencia tiene la virtud de ligar” (In II Sent. d. 29, a. 1, q. 1).

Es patente el sentido moral,


pero van implícitos el sentido
del ser y el religioso.

Y esto vale para todos los


humanos.
Y… ¿dónde la tenemos?

En el alma

En el corazón
En el intelecto
Por los juicios internos de orden práctico y el discernimiento
que implica está en la inteligencia: es un hábito natural
del intelecto humano.

Pero implica a toda la persona, y se refleja de forma sensible


en el corazón y en diversos sentimientos
La conciencia tiene dos momentos:

ANTECEDENTE: análisis, juicio práctico.


Su efecto es ligar e incitar, a hacer
determinada acción y evitar otras.

Aquí se escucha la voz de hacer el bien


y evitar el mal.

Es un momento intelectual. Aquí se


muestra como acto y hábito de la
inteligencia
CONSECUENTE: lo que sigue después
de haber actuado, es un momento donde
afloran las emociones y sentimientos del
corazón: puede ser en 2 sentidos:

- Si se eligió y se realizó el bien, premia y


estimula,se experimenta satisfacción interior.
- Si se eligió y actuó el mal: da
vergüenza, castiga y condena…
4.- La conciencia como corazón
- Como testigo y juez del valor de los actos realizados

Ya Cicerón y
Séneca así la veían:
“es testigo de nuestros actos,
el acusador que nos reprocha
las faltas”.
- El Antiguo Testamento expresa: “Tu
corazón sabe cuántas veces has maldecido
a los otros” (Ecle 7,22); “el pecado está
gravado en las tablas del corazón” (Jer
17,1). El Nuevo: “… y conocerán todas las
iglesias que Yo soy el que escudriño
entrañas y corazones; y retribuiré a cada
uno de vosotros según sus obras” (Ap 2,23)
- El que interioriza la Ley y la gracia divina:
“Tened mis preceptos escondidos en el fondo de
vuestros corazones…; gravadlos sobre las tablas de
vuestro corazón” (Prov 2,1-59). “Dios nos ha dado las
arras del Espíritu en nuestros corazones” (2Cor 1,22)
- La fuente y reflejo de la vida moral

- “El que mira a una mujer para desearla, ha


cometido adulterio con ella en su corazón” (Mt
5,25),

- “Donde está tu tesoro…” (Mt 6,21),

- “Los limpios de corazón verán a Dios” (Mt 5,8).


- Puede ser renovado, convertirse: “Ellos serán mi
pueblo y Yo seré su Dios, pues se convertirán a Mí de
todo corazón” (Jer 24,7),

- “Crea en mi, oh Dios, un corazón sencillo y renueva en


mi interior un espíritu recto” (Sal 50,12).
- El tipo de corazón o de conciencia, tipifica al hombre.
Esto lo hace San Pablo, uniendo la tradición judía y la
griega.
- Una mala conciencia es una contaminación del espíritu, la
disposición habitual al mal (Ti 1,15-16).
- La conciencia se endurece y no hace penitencia (Rom 2,5); se
deja seducir en los débiles y malvados (Rom 16,18).
- Perfil bueno “El fin de la predicación es el amor de un
corazón puro, de una conciencia recta” (1Tim 1,5).
- En la Carta a los Hebreos en este sentido: “lleguémonos
con un corazón sincero, en plenitud de fe, limpiados los
corazones de mala conciencia” (Heb 10,11),
- “Buena conciencia será la característica de aquél que se
conduce bien en todas las cosas” (Heb 13,18).
- La conciencia cristiana. Sin emplear el término como
tal, San Pablo, según ya vimos, expresa el desarrollo de
la conciencia por la luz del Espíritu Santo y por la gracia:
- “Digo la verdad en Cristo y no miento; mi conciencia me
da testimonio de ello en el Espíritu Santo” (Rom 9,1);
también:

- “Esta es nuestra gloria, el testimonio de nuestra


conciencia de que nos hemos conducido en este mundo,…
con la santidad y la sinceridad que vienen de Dios, no con
sabiduría carnal, sino con la gracia de Dios” (2Cor
1,12-13).
- La enseñanza constante: .
En los antiguos, en los Apóstoles, en los Padres de la Iglesia y
en los pensadores cristianos hasta el tiempo presente, es que la
conciencia, el corazón o la sineidesis (sindéresis medieval), es:

- 1) Luz y voz sobrehumana (de Dios) en el interior del hombre;

- 2) Expresión de la ley natural y del orden moral que debe


observarse al actuar;

- 3) Innata, aunque afectada por el pecado;

- 4) Implica y compromete al hombres en sus actos, buenos o


malos, y

- 5) Es ayudada e iluminada por la gracia.


5.- Aspectos y criterios del cuidado
1) ¿Se puede perder la conciencia? Estrictamente
no, porque es un HÁBITO INNATO; pero sí se puede
obscurecer, deformar y pervertir…
2) La formación es la primera obligación
para con nuestra conciencia
3) Tenemos la obligación de obedecer la voz de
nuestra conciencia
4) Es conveniente recurrir a un guía …
5) Acercarse a la gracia y al Espíritu Santo…
GRACIAS

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