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Ensayo: Relacion de la persecucion que vuo en la yglesia de Iapon.

Pedro Morejón
Juan José Gutiérrez Castrillón
El Cristianismo como una fe extranjera representaba una amenaza para Japón, por ende,
visto desde los ojos del emperador japonés era indispensable la subyugación de jesuitas y
misioneros que lo amenazaban. Pedro Morejón que a manera de relato nos deja los detalles
y las circunstancias en las que los cristianos fueron perseguidos, también relata la manera
en la que estaba involucrado el Estado de Arima en dichas persecuciones así como su
relación con las autoridades japonesas para llevar a cabo las torturas y ejecuciones que
sometían a los creyentes.
Para empezar, desde la llegada de los jesuitas a mediados del siglo XVI hasta la crucifixión
de mártires y posterior persecución de cristianos es evidenciable la importancia de dicho
proceso en términos de historia, pues fue la colisión entre dos culturas y tradiciones
completamente distintas, una contienda entre dos religiones con siglos de existencia en las
que reposaba la base de ambas culturas. Teniendo en cuenta que los españoles al igual que
los jesuitas como órgano independiente a un estado ya habían llevado a cabo una
evangelización masiva en las indias occidentales, era el claro ejemplo de que dicha
evangelización podría ser una forma de dominación al igual que un sometimiento ante
costumbres y tradiciones que de alguna u otra forma amenaza con la desaparición de la
identidad, en este caso de Japón.
El desarrollo de Japón así como sus estructuras políticas, sociales y económicas eran
equiparables y suficientemente sólidas para detener el crecimiento exponencial del
cristianismo por lo que podría determinar, entre otras cosas, la predominación del
Shintoísmo y el Budismo, sin embargo parte de lo que hace interesante la narrativa de
Morejón así como la importancia de la misma es la preocupación que creció a raíz del
evangelio y la predicación, lo que fueron las persecuciones y emisiones de nuevos edictos
para la regulación, fue también una constante pugna entre convicciones e ideales. Por un
lado el temor de perder el estado y por el otro la tendencia al dominio y poderío bajo
circunstancias en las que era “justificable” dicha dominación por el bien y perduración de
Cristo. Continuando con el temor que tenían algunos gobernadores a perder el estado,
Morejón narra de ello en los capítulos del ya mencionado Estado de Arima, el cual fue un
clan que siempre rindió lealtad al gobierno japonés y que a pesar de que en dicho clan
también habían cristianos, el Estado de Arima fue influyente en las persecuciones. En estos
capítulos se menciona que Arimadono, temiendo que su estado se pervirtiera o que perdiera
su poder en él, decide tomar medidas enérgicas contra los cristianos debido a la resistencia
que le estaban mostrando. Ordena la confiscación de los bienes y rentas de cinco cristianos
nobles y adinerados, expulsándolos de sus hogares y prohibiendo a otros alojarlos o
alimentarlos bajo pena de castigos severos. Adicionalmente, se colocan guardias en los
caminos y puertos para evitar que abandonen la tierra, dejándolos expuestos al hambre y la
miseria.
Algunos de los cristianos, durante varios días, sufrían privaciones, alimentándose de
hierbas y frutos silvestres, también tenían que soportar las frías y copiosas lluvias de la
época. A pesar de esto, los cristianos de Arima y de otros lugares se ayudaban mutuamente
y construían refugios improvisados en las montañas. Arimadono, al darse cuenta de que
estas medidas no surtían el efecto deseado, decidió tomar medidas mucho más drásticas y
ordenó la muerte de algunos cristianos, especialmente de aquellos que mostraban mayor
voto y fervor religioso. Las condiciones en las que vivieron estos cristianos perseguidos
también son muy importantes para interpretar este proceso y comprender la valentía y la
resistencia que mostraron. Primero fueron exiliados y luego despojados de sus bienes,
sufrieron penurias y aun así, curiosamente y en contra del estado encontraron fortaleza en
su fe y en el apoyo mutuo de la comunidad.

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