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UNA CICATRIZ EN NAVIDAD

Todo comenzó un 25 de diciembre, el día que conocemos como navidad. Todo transcurría de
acuerdo con lo planeado, incluso podría decirse que era un gran día; hasta que ocurrió algo
que cambio ese día. Mi familia y yo, nos levantamos muy emocionados a desayunar y
también abrir los regalos. Para el almuerzo, mi hermana tuvo una gran idea que nos
convenció a todos de inmediato: ir a la playa y pasar el resto del día al aire libre, cada uno
propuso un lugar, pero todos coincidimos en que Ancón era lo ideal ya que nos quedaba
cerca. Preparamos nuestro almuerzo y alistamos lo que creímos que sería necesario en la
playa, y nos encaminamos hacia el destino elegido. Ya en la playa, como era de esperarse,
entramos al mar y también caminamos por el malecón viendo el atardecer. Regresamos a casa
a las 5pm, el camino de regreso debería haber durado 1 hora, pero fue más tiempo porque
había tráfico por ser un día festivo. Decidimos preparar una cena porque el regreso a casa nos
abrió el apetito. Mi mamá preparó sopa a la minuta. La espera no fue mucho, así que al poco
tiempo ya estábamos cenando, mientras conversábamos sobre la vida. Al terminar de cenar,
algunos decidimos bañarnos ya que veníamos de la de la playa y teníamos un poco de arena
en nuestros pies. Me bañe, me cambie y salí al patio de afuera para tomar el fresco. La calle
estaba vacía, no había gente. Eso se me hizo extraño ya que normalmente es un lugar
comercial y bastante transitado. Yo avancé sin precisar, pero al caminar, de pronto sentí que
algo me atravesó la piel fuertemente. Vi mi piel atracada en las encías de un can, no sabía
cómo liberarme, me sacudía insistentemente y el can rabioso seguía apretando mi pie
fuertemente. Después de un rato forcejeando, conseguí liberarme, pero en mi pie tenía un
moretón grande. Yo grite fuertemente, e intente entrar en casa con mi pie adolorido y
sangrante. En poco tiempo en el patio se formó un charco grande con sangre que venía de la
planta de mi pie que no dejaba de brotar. El perro me dejo abierta una herida como si fuera
una boca de 10 cm al centro de mi pie haciéndose una abertura dolorosa. Al escuchar mis
gritos, mi mamá, mi hermana y mi sobrina acudieron rápidamente. Primero ahuyentaron al
perro luego me trajeron una silla, mi cuñado salió diciendo que no podría llevarme al hospital
porque había tomado y no podía conducir, era 25 y no había ni un alma en la calle; pero de
pronto paso un carro, preguntamos si nos podía llevar al hospital más cercano, el señor
amablemente accedió a ayudarnos, pero dijo que no conocía, así que me vendaron
improvisadamente el pie y me subí al vehículo despidiéndome de mi hermana y mi sobrina
que estaban hechas un mar de lágrimas. Instruimos al chofer como pudimos hasta que
llegamos al policlínico más cercano, me dejaron entrar, al tiempo que me preguntaban si tenía
seguro o si estaba afiliada. Bueno, si estaba afiliada así que me inscribí, y procedieron a
atenderme. Me limpiaron la herida y me dijeron como era herida de un animal no podían
coserme, podían ponerme antirrábico para prevenir rabia y todo lo demás, pero me dijeron
que me quedaría una herida o cicatriz grande y tardaría bastante en cicatrizar. Me dieron
pastillas y mi inscripción. Me vendaron y me dieron una cita próxima para la próxima vacuna
antirrábica. Y así me pase todo el verano caminando a medias, sin volver a ir a playa por
miedo a infecciones en la cicatrización y curándome la herida todos los días con un dolor y
picazón fuerte que me enseñaban a ser más precavida al caminar la próxima vez. Me quedo
una larga cicatriz de diez centímetros que me latía que aun cuando caminaba largas distancias
aun me dolía. En ese tiempo empecé a hacer Trekking y no pude dar todo de mi en este nuevo
hobby porque mi herida reciente llevaba unos tres meses, pero poco a poco fui mejorando. En
la actualidad, ya han pasado unos cuatro años, y sé que es la cicatriz más grande que tengo y
a la vez es el recuerdo de un día arruinado. Recuerdo la sangre, la confusión, gente llorando y
que era navidad. Un día particular, creo que las heridas que llevamos en nuestro cuerpo son
parte de nuestras experiencias vividas y que de una u otra forma nos dejan un recuerdo.

SEMBLANZA
Ariadna Zavaleta Urbano es estudiante de artes escénicas en la especialidad de Diseño
Escenográfico en Ensad Perú. Con estudios en Diseño y Gestión en Moda en UPC Perú. Es
ilustradora y bordadora. Gano el concurso de Alfombras Florales en el año 2021 a nivel
Lima. Ah participado en obras como realizadora de utilería textil en obras como “La Navidad
de los Juguetes”. Escribe cuentos desde el 2022.

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