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1. Introducción
Una de estas técnicas de protección de los derechos del hombre, específicamente del
derecho a la libertad personal, es el instituto del hábeas corpus, configurado
históricamente como un sistema particularmente idóneo para resguardar la libertad
personal frente a la eventual arbitrariedad de los agentes del orden público.
Puede ser conceptuado como el remedio que surge inicialmente para evitar las
detenciones arbitrarias, es decir, aquellos casos en que la persona está detenida fuera
de los presupuestos y de la forma que prescriben la Constitución y la Ley. Este hábeas
corpus llamado también clásico o principal, persigue – frente a una detención
arbitraria o ilegal – reponer las cosas al estado anterior a la violación, lo que se obtiene
con la libertad de la persona.
Si el juez penal no cumple con el deber de motivar las resoluciones que resuelven una
medida que limita la libertad individual, infringen per se este derecho fundamental,
pues estando en juego la libertad del imputado, la ausencia de motivación suficiente y
razonable de la decisión donde se dicta una medida cautelar como la detención judicial
preventiva o como la medida detención domiciliaria, no supondrá un problema propio
del debido proceso, sino una cuestión que afecta al derecho a la libertad individual.
Desde esa óptica, el Tribunal Constitucional ha sostenido que “para verificar si tales
derechos son amenazados se debe comprobar: a) la inminencia de que se produzca el
acto vulnerador, es decir, que se configure un atentado a la libertad personal que esté
por suceder prontamente o en vía de ejecución, no entendiéndose por tal a los simples
actos preparatorios; y b) que la amenaza a la libertad sea cierta, es decir, que exista un
conocimiento seguro y claro de la amenaza a la libertad, dejando de lado conjeturas o
presunciones”.[6]
Respecto del referido inciso 13, debe precisarse que la noción de domicilio -que utiliza
el artículo 2, inciso 9 de la Constitución- no corresponde completamente con aquella
que se encuentra establecida en el artículo 33 del Código Civil, que establece que el
domicilio “se constituye por la residencia habitual de la persona en un lugar”, toda vez
que la noción constitucional de domicilio tiene un ámbito más amplio, pues más allá de
ser el espacio físico donde la persona reside habitualmente, es uno de los lugares
donde la persona ejerce con más intensidad su derecho a la intimidad personal y
familiar (artículo 2, inciso 7), así como su derecho a la tranquilidad y al goce de un
ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de su vida (art. 2, inciso 22), entre
otros. Es por ello, que la existencia de procedimientos de vigilancia policial en el
domicilio de una persona o el seguimiento policial que no cuenten con autorización
judicial o que no se produzcan ante un flagrante delito, convierten tales medidas en
arbitrarias e injustificadas, y como tal, habilitan a la persona perjudicada o cualquier
otra en su favor, a interponer la acción de hábeas corpus para garantizar la vigencia
efectiva de los derechos fundamentales que se consideren afectados.
Si bien el artículo 166 de la Constitución establece que “La Policía Nacional tiene por
finalidad fundamental garantizar, mantener y restablecer el orden interno (…)”, y entre
otras, la de prevenir, investigar y combatir la delincuencia, debe precisarse que éstas
facultades no pueden ser ejercidas desconociendo que la Constitución también ha
reconocido a los ciudadanos una serie de derechos fundamentales –básicamente en el
artículo 2–, los mismos que se encuentran asociados tanto a la libertad individual, a la
intimidad y a la integridad corporal, entre otros.
La Policía Nacional, de acuerdo a lo precisado por el Tribunal Constitucional en la
sentencia recaída en el Expediente 0005-2001-AI/TC, “(…) desarrolla una función
meramente ejecutiva y, por ende, subordinada funcionalmente, en lo que a la
investigación del delito se refiere, al Ministerio Público (…)”. De este modo, el
legislador ha incorporado el derecho a retirar la vigilancia del domicilio y a suspender
el seguimiento policial, cuando resulten arbitrarios e injustificados; dentro del grupo
de derechos protegidos por la acción de hábeas corpus, toda vez que impiden a la
persona desarrollar los ámbitos inherentes a su libertad más íntima, así como el
disfrute de un ambiente adecuado para su desarrollo personal.
La resolución que declara fundada la demanda de hábeas corpus dispondrá que cese el
agravio producido, disponiendo las medidas necesarias para evitar que el acto vuelva a
repetirse (art. 34.4 del C. P. Const.).
Prescrito en el artículo 25, inciso 14 del Código Procesal Constitucional, establece “El
derecho a la excarcelación de un procesado o condenado, cuya libertad haya sido
declarada por el juez”. Este tipo de hábeas corpus busca proteger el estado de libertad
de los procesados o condenados, eventualmente afectado por la decisión de las
autoridades judiciales y penitenciarias, que indebidamente extienden la detención o
privación de la libertad. Acontece por ejemplo, si el procesado continuase detenido
pese haberse vencido el plazo legal de detención (prescrito en el artículo 137 del
Código Procesal penal) o si el reo ya hubiese cumplido su condena y continuase en
prisión, por el incumplimiento de la autoridad penitenciaria de las resolución que le
otorga libertad, situaciones en que corresponde plantear un hábeas corpus traslativo,
para que sea llevado inmediatamente a la instancia judicial pertinente, o sea liberado.
b) Todos los criterios para valorar la razonabilidad de la duración del plazo (…) son
aplicables cuando se pretenda prolongarlo en los casos de la generalidad de los delitos
merituados en procedimiento ordinario (hasta 18 meses) y de los delitos merituados en
el procedimiento especial (hasta 36 meses).
c) Sin embargo, una interpretación pro homine y favor libertatis del segundo párrafo
del artículo 137° del CPP, comporta que la “especial dificultad” o “especial
prolongación de la investigación” que permite justificar la prolongación del plazo de
detención en el caso de los delitos de tráfico ilícito de drogas, terrorismo, espionaje y
otros seguidos contra más de diez imputados, en agravio de igual número de personas,
o del Estado (más de 36 meses), sólo podría fundamentarse en retrasos atribuibles
objetiva e inequívocamente al propio justiciable, sin que, para tales efectos, sea posible
recurrir a una supuesta “complejidad del asunto”.
La resolución que declara fundada la demanda de este hábeas corpus dispondrá que la
persona privada de su libertad sea puesta inmediatamente a disposición del juez
competente, si la agresión se tradujo por haber trascurrido el plazo legalmente
establecido para su detención (art. 34.3 del C.P.Const).
Procede en los casos en que pese a haber cesado la agresión o haberse convertido en
irreparable la violación de la libertad personal, es necesario la intervención de la
autoridad jurisdiccional a fin de que tales situaciones no se repitan en el futuro contra
la persona del accionante. En estos casos el juez atendiendo al agravio producido
declarará fundada la demanda disponiendo que el infractor no vuelva a incurrir en el
agravio a la libertad personal, en caso contrario, será pasible de determinadas medidas
coercitivas como es el caso de la imposición de multas, e incluso disponer la
destitución del transgresor, como también remitir los actuados al Fiscal para los fines
pertinentes. Este tipo de hábeas corpus tiene su justificación en una concepción propia
de un Estado Constitucional de Derecho en la que los derechos fundamentales no sólo
tienen una vertiente subjetiva, sino también una dimensión objetiva, toda vez que
representan los valores materiales de todo el sistema jurídico nacional y, en esa
condición, informan no sólo a la legislación, administración y jurisdicción, sino también
al conjunto de ciudadanos.
Por ello, pese a que en el presente tipo de hábeas corpus se ha producido el cese de la
amenaza o agresión a un derecho individual, o ésta se ha convertido en irreparable, el
juez constitucional se encuentra obligado a pronunciarse respecto de la
responsabilidad del agresor, pues a la sociedad también le interesa la identificación del
acto arbitrario, así como la respectiva sanción del referido agresor, de manera que se
evite posteriores actos similares.
Este modelo de hábeas corpus acontece, por ejemplo, cuando ha cesado una
detención policial, calificada de arbitraria, al haber sido liberada la persona afectada
por propia decisión del funcionario o agente policial, situación que podría determinar
la intervención del Juez constitucional a fin de disponer las medidas pertinentes con el
objeto que en el futuro el agresor no repita su conducta infractora al derecho a la
libertad personal.
El artículo 25, inciso 17 del Código Procesal Constitucional proclama este hábeas
corpus, al reconocer “El derecho del detenido o recluso a no ser objeto de un
tratamiento carente de razonabilidad y proporcionalidad, respecto de la forma y
condiciones en que cumple el mandato de detención o la pena”.
El trámite a seguir por el Juez, cuando se trate de una desaparición forzada, está
previsto en el artículo 32 del Código Procesal Constitucional, que establece lo
siguiente: a) Si la autoridad, funcionario, o persona demandada no proporcionan
elementos de juicio satisfactorios sobre su paradero o destino, el juez podrá adoptar
todas las medidas necesarias que conduzcan a su hallazgo, pudiendo incluso
comisionar a jueces del distrito judicial donde se presuma que la persona pueda estar
detenida para que las practiquen. b) Asimismo, el Juez dará aviso de la demanda de
hábeas corpus al Ministerio Público para que realice las investigaciones
correspondientes. c) Si la agresión se imputa a un miembro de la Policía Nacional o de
las Fuerzas Armadas, el juez solicitará, además, a la autoridad superior del presunto
agresor de la zona en la cual la desaparición ha ocurrido, que informe dentro del plazo
de veinticuatro horas si es cierta o no la vulneración de la libertad y proporcione el
nombre de la autoridad que la hubiere ordenado o ejecutado.
No olvidemos, por ejemplo, que el DNI es suficiente para ingresar a Bolivia. Por último,
creemos que la extensión de la jurisdicción constitucional de la libertad a los casos de
desaparición forzada de personas, tiene un significado positivo, porque supone
incrementar o añadir una vía procesal más a las ya existentes para la protección de los
derechos vulnerados por esta práctica criminal (como son el derecho internacional en
la Convención Interamericana contra la Desaparición Forzada, y en lo penal, al ser
tipificado como delito de lesa humanidad en el artículo 320 del Código punitivo).
El respeto de la integridad personal implica que nadie puede ser lesionado o agredido
físicamente, ni ser víctima de daños mentales, o morales que le impidan conservar su
estabilidad psicológica o emocional. El derecho a la integridad garantiza la
inviolabilidad de la persona contra ataques dirigidos a lesionar tanto su cuerpo como
su espíritu, así como cualquier clase de intervención sobre esos bienes que se realice
sin autorización del su titular.
Este derecho se condice con el artículo 6 de la Ley n° 27178 (Ley de Servicio Militar), de
fecha 29 de setiembre de 1999, y el artículo 67 del reglamento de dicha ley, Decreto
Supremo n° 004-DE-SG, del 17 de marzo de 2000, que en líneas generales establecen la
prohibición del reclutamiento forzoso como procedimiento de captación de personal
para ser incorporado al servicio en el activo. Además, el artículo 69 del citado
reglamento establece que el Servicio en el Activo es voluntario para todos los varones
y mujeres seleccionado.
El diseño procesal del hábeas corpus que el Código Procesal Constitucional introduce
en su normativa, nos permite destacar y comentar lo siguiente:
2.4.3.1. Legitimación
Para el caso del proceso del hábeas corpus la ley n° 2823726 (art. 26), de forma
expresa permite la actio popularis, es decir, concede legitimación a cualquier particular
para que sea éste el que pueda iniciar este proceso; lo que se hace debido a la especial
naturaleza del derecho cuya tutela se pretende en el proceso de hábeas corpus: la
libertad individual; pues de exigir legitimidad para obrar ordinaria en dichos procesos,
se estaría restringiendo la posibilidad de obtener una tutela jurisdiccional efectiva a
dicho derecho constitucional. Un aporte importante en este aspecto, es la legitimación
procesal que el Código reconoce y concede a la Defensoría del Pueblo.
2.4.3.2. Antiformalismo
Se establece un procedimiento exento de formalidades y costos, por lo tanto no se
requiere poder, firma de letrado, papel sellado, y ningún tipo de pago, brindándose al
accionante toda clase de facilidades eliminando los formalismos que suelen exigir las
leyes para otros tipos de procesos. La acción puede ser ejercida por escrito o
verbalmente, en forma directa o por correo, a través de los medios electrónicos de
comunicación u otro idóneo (fax, correo electrónico). Cuando se trata de demanda
verbal, se levanta acta ante el Juez o secretario, sin otra exigencia que la de suministrar
una sucinta relación de los hechos.
Todo lo dicho hasta el momento tiene como consecuencia el hecho de que se acentúe
el requisito del favor processum; vale decir, aquel principio procesal conforme al cual
el Juez, en caso de duda entre continuar o no con el proceso hasta su decisión final
sobre el fondo del asunto, debe preferir darle trámite o continuar con él. Ello en
consideración a la especial relevancia que tienen los conflictos que se plantean dentro
del proceso constitucional, pues son conflictos en los que están en juego los valores
supremos del Estado constitucional. En suma, en el modelo de hábeas corpus diseñado
en el Código Procesal Constitucional se reflejan todos los principios y condiciones que
la dogmática imprime a este proceso constitucional como la celeridad, brevedad,
sencillez, gratuidad (art. III TP), informalismo (art. III, TP; art.27°), interés público,
preferencia o prelación (art. 13), impulso de oficio (art. III, TP).