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INTRODUCCIÓN
Cuando uno lee este penú ltimo capítulo de los Hechos pareciera estar
oliendo el aire salado del mar, escuchando el canto de las aves ribereñ as,
así como el sonido del viento y del mar, mientras el barco se desliza
suavemente. Pero la historia que Lucas va a narrar tiene que ver con una
tormenta repentina y a Pablo como protagonista.
Así que la historia ha cambiado. Ya Pablo no está al frente de ningú n
concilio ni de gobernantes. Ahora es un prisionero que está en un barco y
va rumbo a Roma, la ú ltima parada de su vida terrenal. Sin embargo, las
pruebas no han terminado.
Lo que vamos a estudiar hoy nos recuerda que en la vida hay días
hermosos, llenos de luz y una brisa calmada, pero también hay días llenos
de nubarrones donde una tormenta repentina pudiera cambiar la
tranquilidad de la vida y luego crear un estado de zozobra con el que se
roba la paz. Nos recuerda que no hay miel sin abejas, ni rosas sin
espinas. Sólo picará la abeja a quien torpe la maneja. Salmo 32.8,9
“No se hizo la miel para la boca del asno”, nos da a entender que las
cosas delicadas o primorosas sólo lo son para quien tiene
discernimiento y gusto para conocerlas.
Le pregunto ¿có mo reaccionaría usted al saber que el barco en el que
navega se le ha notificado que va rumbo a la boca de una tormenta?
¿Có mo reaccionó Pablo? Como siempre lo hizo.
Las veces que estuvo preso, terminó siendo el líder de la cá rcel. Cuando
estuvo frente a los reyes como prisionero, terminó siendo el juez. Ahora
véalo en el barco como un prisionero, pero pronto siendo el capitá n de la
nave. Así que mientras los presos estaban paralizados de pá nico, algunos
dispuestos salir y huir por la tormenta, él les invita a calmarse, a comer y
tener buen á nimo.
Pablo estaba seguro en el barco porque sabía que su Señ or estaba con él.
Hay muchas formas de enfrentar las tormentas. La tecnología moderna
nos ayuda para no tomar riesgos innecesarios para enfrentar una
tormenta si hemos sido avisados.
Pero hay otras tormentas que no avisan y si no estamos preparados
cuando vienen nos pueden afectar enormemente. ¿Quién estaba
preparado para la tormenta del Coronavirus? Vino de repente y hoy
asistimos a lo que algunos llaman una “tormenta perfecta”. ¿Qué debemos
saber cuá ndo hay una tormenta repentina?
Las tormentas de la vida son para limpiar el corazón ...de vez en
cuando es bueno dejar que los vendavales se lleven lo que nos hace
mal.
DIOS quita, pero cuando devuelve, MULTIPLICA... Buenas cosas vienen
para los que creen, para aquellos que son pacientes, pero las Mejores
vienen para los que no se rinden.
I. ALGUNAS TORMENTAS YA HAN SIDO ADVERTIDAS
a. En el invierno no debe viajarse (verss. 9-10)
Casi nadie viajaba en el invierno. La advertencia de Pablo fue muy clara.
Como hombre y profeta de Dios algo ya le decía que aquel viaje estaría
acompañ ado de fuertes tempestades. Su radar espiritual ya había
identificado un eminente peligro en la distancia.
En la intervenció n de Pablo percibimos la diferencia entre meterse en una
tormenta por las acciones deliberadas, donde solo actú a la sabiduría
humana, que aquellas que nos vienen repentinamente. La confianza en la
experiencia humana no siempre funciona para mantener el barco a
flote en medio de la tormenta.
Puede que usted sea un gran conocedor de los “mares de la vida”, pero
debe recordar que Dios es el dueñ o de las tempestades. En este pasaje se
puede ver có mo en ocasiones los hombres le dan má s crédito a la
supuesta “sabiduría” del mundo que a los hombres que tienen una
relació n con Dios (vers. 11). Así que no resulta extrañ o que seamos
arrastrados hacia el “ojo del huracá n” por las decisiones de otros. Hay que
oír primero la voz de Dios para entonces seguir el consejo de los hombres.
¿A quién oye primero cuando está en una tormenta?
b. La brisa suave no siempre es una señal segura (vers. 13)
Hay hombres que son má s dados a seguir las señ ales de los tiempos que
usar la sabiduría y las advertencias de los má s sabios; pero, sobre todo,
las advertencias de la palabra misma. Los protagonistas de esta larga
travesía dieron por sentado que la brisa suave que ya sentían y que
divisaban en el horizonte era suficiente para seguir un viaje que a todas
luces se veía muy peligroso. Mis hermanos, las tempestades tienen
muchos orígenes y siempre vienen cuando los hombres está n má s
confiados. Cuando se desató el diluvio todos estaban en sus propios
negocios y no creyeron las advertencias del predicador Noé. Cuando se
levantó la tempestad en el barco donde iba Joná s se debió a que él no oyó
a Dios. Pero también es cierto que algunas veces una tempestad se levanta
cuando el mar está sereno. Este fue el caso de los discípulos al cruzar el
mar. Allí el Señ or demostró su poder.
Hay tempestades que vendrá n en el momento má s inoportuno, cuando
menos la esperamos. Esto es lo que está sucediendo ahora. El mundo
parecía vivir en una gran bonanza, como si nada pudiera pasar, pero
ahora una gran tormenta ha tocado la embarcació n de nuestras vidas y
nuestro barco está colapsando.