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Henry Kissinger: el mal

que dura 100 años


Oleg Yasinsky

Publicado:30 may 2023 18:56 GMT

Dicen que no hay mal que dure 100 años. No es cierto. La semana pasada, el ex
secretario de Estado de EE.UU. Henry Kissinger celebró sus 100 años. Un
destacado criminal político, terrorista de Estado y cómplice de decenas de golpes
militares en América Latina, África y Asia, un personaje histórico, simbólico,
representativo y casi enciclopédico. 

Desde la segunda mitad del siglo pasado, hay muy pocos eventos internacionales
trágicos y dolorosos en los que no haya estado implicado el Gobierno de Estados
Unidos de América. Y en todos aquellos hechos en los que EE.UU. participó, de
manera directa o indirecta, hubo muy pocos en los que nuestro cumpleañero no
estuviera implicado.

Uno de sus principios éticos fue revelado por WikiLeaks en 2011, con una frase
pronunciada en una reunión entre funcionarios norteamericanos y turcos en 1975:
"Lo ilegal lo hacemos inmediatamente, lo inconstitucional toma algo más
de tiempo".

Henry Kissinger estuvo dirigiendo la política internacional de EE.UU. desde sus


cargos de asesor de Seguridad Nacional y luego como secretario de Estado, entre
los años 1969 y 1977, que fue el periodo más agudo de la Guerra Fría, cuando se
definían la correlación de fuerzas en el mapa geopolítico del Tercer Mundo. Por un
lado, el Departamento de Estado en su permanente búsqueda de hegemonía y
control total y, por el otro, los pueblos, con sus errores y sus aciertos luchando por
su libertad. África, Latinoamérica y Asia en llamas y EE.UU., el aliado fiel de todos
los regímenes más siniestros y sus grupos oligárquicos, empeñados a toda costa
en defender la totalidad de su poder.

Etiquetados y con los ojos vendados, jóvenes prisioneros norvietnamitas capturados en Camboya

esperan a ser transportados al otro lado de la frontera.Hulton-Deutsch Collection / Corbis /

Gettyimages.ru

Los tiempos de Kissinger fueron los de la más cruda etapa en la guerra


de Vietnam, iniciada, como de costumbre, por una provocación planeada por la
prensa y las Fuerzas Armadas de EE.UU. y que costó, según diferentes fuentes de
información, entre tres y cinco millones de vidas humanas. De civiles, en su gran
mayoría. Fue la peor guerra después de la Segunda Guerra Mundial, que como una
epidemia se expandió entre los vecinos de Laos y Camboya, donde la población
campesina fue igualmente rociada con napalm, químicos como el agente naranja o
simplemente masacrada por las tropas norteamericanas. 
Otro crimen simbólico y mundialmente conocido fue la derrota, en
septiembre de 1973, del Gobierno legítimo y democrático del socialista
Salvador Allende en Chile y la instauración de la dictadura militar de Augusto
Pinochet, con miles de asesinados y desaparecidos y cientos de miles de presos,
torturados y exiliados. Fue Henry Kissinger quien encabezó la guerra sucia contra
Allende desde el momento de su elección, definiendo esta política con su famosa
frase: "No veo por qué necesitamos esperar y ver cómo un país se vuelve
comunista debido a la irresponsabilidad de su propia población".
Los archivos de la CIA desclasificados en las últimas décadas superan los peores
rumores y sospechas: EE.UU. invirtió millones de dólares e hizo todo para
desestabilizar el Gobierno de Allende, con una guerra mediática, económica y
cultural y luego le dio todo el apoyo a la dictadura de Pinochet.

Un grupo de guardaespaldas de Allende son mantenidos prisioneros por Carabineros frente a

La Moneda. Posteriormente, todos fueron asesinados.Horacio Villalobos / Corbis /

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Los golpes militares en países vecinos como Argentina, Uruguay y Bolivia fueron
parte de la misma guerra de los Gobiernos norteamericanos contra cualquier
intento de los pueblos latinoamericanos de buscar su independencia. Toda vía que
fuera reformista y revolucionaria de inmediato era declarada como "un peligro
comunista" buscando la "mano de Moscú" o la "mano de La Habana", reprimiendo
con todo y dando clases maestras de horror a cualquier intento de lucha
organizada.

Mientras que las dictaduras chilena o argentina desde helicópteros y aviones


militares tiraban al mar a opositores políticos, en la región se ponía en marcha la
mayor obra maestra de la CIA y sus alumnos de los servicios secretos
latinoamericanos: el Plan Cóndor. Un acuerdo consensuado entre las tiranías de
Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil para cazar, asesinar y
desaparecer a los revolucionarios, disidentes y opositores políticos de todo el
continente, más allá de las fronteras y las leyes nacionales. Henry Kissinger fue el
verdadero autor intelectual, mucho más que los generales latinoamericanos, que
solo siguieron las orientaciones de su Gobierno, acostumbrado a justificarlo todo
con su eterno cuento de la "lucha por la libertad y la democracia".
Una mujer intenta desesperadamente evitar que la Policía detenga a un joven en una

concentración antigubernamental en Buenos Aires durante los últimos días de la guerra sucia

argentina.Horacio Villalobos / Corbis / Gettyimages.ru

Sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos bajo el alero del señor Kissinger
y sus secuaces en los cinco continentes, seguramente se puedan escribir libros que
serían ganadores garantizados en cualquier concurso de literatura de terror.
Estarían incluidos los capítulos de la masacre que militares pakistaníes perpetraron
contra la población de Bangladés en 1971, donde murieron miles de personas por
razones étnicas, un genocidio que nunca fue investigado. La invasión, masacre y
ocupación de Timor Oriental por Indonesia, en 1975. El apoyo militar, económico y
político de los grupos armados de ultraderecha contra los Gobiernos
independentistas de Mozambique y Angola, el apoyo al régimen del apartheid de
Sudáfrica y a las dictaduras de Grecia, Portugal, España, Irán y Arabia Saudita. La
política genocida del Gobierno israelí contra los palestinos y, volviendo a
Latinoamérica, la ayuda militar irrestricta a los regímenes bananeros de
Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Colombia, gobernados
directamente desde las Embajadas norteamericanas y siempre en guerra contra
sus propios pueblos…
Un centro comercial en Camboya destruido por un bombardeo en 1970.William Lovelace /

Evening Standard / Gettyimages.ru

Como últimas pinceladas para el retrato del cumpleañero, podemos agregar que
en 1973, por la negociación del fin de la guerra en Vietnam, se le otorgó el Premio
Nobel de la Paz. El premio fue compartido con el representante de Vietnam del
Norte, el dirigente militar Le Duc Tho. El vietnamita rechazó el premio por
dignidad, asegurando que "ese acuerdo no puso fin a la guerra". Kissinger no fue a
Noruega por su premio, temiendo la tremenda intensidad de las protestas
populares que le esperaban.

Cuando alguien dice que se sorprende por la 'excesiva politización' de los Premios
Nobel o por la 'repentina aparición' del fascismo en Europa y el mundo, le aseguro
que en eso no hay nada ni de novedoso ni de sorprendente. Para comprobarlo,
basta solo con investigar un poco la biografía centenaria de nuestro cumpleañero.

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