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TP 1. Primera parte. Concepciones clásicas del Estado.

1) Oszlak concibe al estado como una relación social, como la instancia política que
articula un sistema de dominación social. El estado como una instancia de articulación de
relaciones sociales. Las condiciones que presuponen su existencia son los determinantes o
componentes materiales, un conjunto interdependiente de instituciones que forman el
aparato en que se concentra el poder, y los recursos de la dominación política.
“La existencia del estado presupone la presencia de condiciones materiales que posibiliten
la expansión e integración del espacio económico (mercado) y la movilización de agentes
sociales en el sentido de instituir relaciones de producción e intercambio crecientemente
complejas mediante el control y empleo de recursos de dominación. Esto significa que la
formación de una economía capitalista y de un estado nacional son aspectos de un proceso
único”, afirma Oszlak.

2) Tanto en la idea de estado como de nación aparecen elementos materiales e ideales. Los
materiales se relacionan a la actividad económica dentro de un territorio. En las
experiencias europeas “clásicas” esto supuso la formación de un mercado y de una clase
burguesa nacionales. Los ideales se relacionan con los valores, símbolos y sentimientos de
pertenencia a una comunidad con sus propias costumbres, etnias, lenguaje y demás
componentes que hacen a una identidad colectiva.

3) Según Nettl las diferentes capacidades que caracterizan al Estado son las materiales que
permiten controlar, extraer y asignar recursos respecto de una población y territorio. Y las
colectivas que se establecen entre ciudadanos o habitantes de una nación.
4) Según Schmitter los atributos del Estado son los siguientes:
1- Externalizar su poder: reconocimiento como unidad soberana dentro de un sistema de
relaciones interestatales cuya integridad está garantizada por otras similares.
2- Institucionalizar su autoridad: imposición de una estructura de relaciones de poder capaz
de ejercer un monopolio sobre los medios organizados de coerción.
3- Diferenciar su control: conformación de un conjunto funcionalmente diferenciado de
instituciones públicas con relativa autonomía respecto de la sociedad civil con capacidad
para obtener recursos de su medio, con cierta profesionalización de sus funcionarios y
cierto control centralizado sobre sus actividades.
4- Internalizar una identidad colectiva: capacidad de difundir símbolos que fortalezcan
sentimientos de pertenencia y solidaridad social (elementos ideales de la nacionalidad) y
garanticen el control ideológico de la dominación política.

5) Schmitter menciona tres modelos que permiten conceptualizar la relación entre las
dimensiones económica y política del proceso de formación estatal: el mercantilismo, el
liberalismo y el intervencionismo.
El mercantilismo es un sistema económico y político europeo que se extendió desde el siglo
XVI a mediamos del siglo XVIII donde el poder económico y político se sustentaba en la
acumulación de metales preciosos como el oro, de la mano de la invasión de nuevos
territorios a los que llamaron colonias en los que hallaban estos metales. Se caracterizaba
por la fuerte intervención del Estado a través de un aparato burocrático colonial
predominante en las economías coloniales.
El liberalismo es un sistema económico, social y político que prosperó a fines del siglo
XVIII y que promulga la libertad del individuo y del mercado respecto del Estado. En este
sentido rechaza la intervención estatal en la economía por entender que altera el “natural”
equilibrio entre la oferta y la demanda produciendo situaciones de ineficiencia respecto a
los recursos y las necesidades.
El intervencionismo es una doctrina que promueve la intervención del Estado en la
economía en los sistemas capitalistas de libre mercado. Lo hace a través de regulaciones
monetarias, fiscales y cambiarias.

6) Oszlak habla de “aparato institucional del estado” para aludir a un “conjunto


heterogéneo e interdependiente de organizaciones "públicas" que, en atención a los fines
generales que las agrupa y a la frontera que las "separa" de la sociedad civil, conforman una
unidad susceptible de análisis particularizado”. El autor explica que las instituciones que
componen el aparato estatal difieren entre sí en cuanto a su autonomía, funciones, tamaño,
clientela, jurisdicción y recursos.

Oszlak sostiene que en su “objetivación institucional” el aparato estatal “se manifiesta


como un actor social diferenciado y complejo” puesto que presenta “múltiples unidades e
instancias de decisión y acción” que configuran una “presencia estatal difundida, y a veces
contradictora, en el conjunto de relaciones sociales”. Y hace referencia a otro atributo de
estatidad, la institucionalización de la autoridad estatal, la “invocación a la autoridad del
estado” que menciona como el elemento homogeneizador frente a la heterogénea presencia
del estado y que busca servir al interés general de la sociedad.

7) Durante su etapa formativa el estado nacional enfrentó “diversidad y simultaneidad” de


manifestaciones de “desorden” que Oszlak describe en su texto: la existencia de “mercados
muy localizados, población generalmente escasa, rutas intransitables, anarquía monetaria
inexistencia de un mercado financiero y vastos territorios bajo control indígena o de
caudillos locales”; “enfrentamiento armado, que en las distintas experiencias nacionales se
expresaron en levantamientos de caudillos locales, rebeliones campesina, incursiones
indígenas, intentos secesionistas y otras formas de contestación a la pretensión de
concentrar y centralizar el poder de acuerdo con un determinado esquema de dominación”.

El autor también señala que “la tradición conspiraba contra la centralización en el estado de
ciertos instrumentos de control social: registro de las personas, aparato educacional,
prácticas comerciales uniformes, etc. A la vez, las unidades subnacionales (estados,
provincias, departamentos) continuaban manteniendo fuerzas regulares propias, emitiendo
su propia moneda, estableciendo aduanas internas o administrando justicia sobre la base de
normas constitucionales y legales dispares”.

El autor señala que para que un estado fuera capaz de imponer el orden estable y promover
el progreso entendido como favorecer el proceso de acumulación, era necesario “regularizar
el funcionamiento de la sociedad, hacer previsibles las transacciones, regular los
comportamientos”. En este sentido, Oszlak afirma que el “orden” implicaba la imposición
de un patrón de convivencia diferente que fuera “congruente con el desarrollo de una nueva
trama de relaciones de producción y de dominación social”.
8) Según explica Oszlak las instituciones estatales vigentes no permitían cumplir con las
premisas de “orden y progreso” que garantizarían la expansión y reproducción de las
relaciones de producción capitalista. En este sentido, menciona que “ante los sectores
dominantes de la época, el estado nacional aparecía como la única instancia capaz de
movilizar los recursos y crear las condiciones que permitieran superar el desorden y el
atraso. Y señala que para ello era preciso “consolidar el "pacto de dominación" de la
incipiente burguesía y reforzar el precario aparato institucional del estado nacional”.

9) La existencia del Estado implica la preexistencia de componentes materiales que


permitan la consolidación de un mercado y la articulación de sujetos sociales con el
objetivo de establecer relaciones de producción bajo un sistema de dominación. Y es por
esto que el surgimiento, formación y consolidación de una economía capitalista y de un
estado nacional forman parte de un mismo proceso más allá de cuándo y dónde ocurran.

10) “Este sistema de dominación -el estado nacional- fue a la vez determinante y
consecuencia del proceso de expansión del capitalismo iniciado con la internacionalización
de las economías de la región”.

Esta afirmación es verdadera ya que existe un proceso de retroalimentación, un “pacto” de


mutua necesidad, entre la conformación de un estado nacional y la expansión del
capitalismo explicado en el párrafo del punto 9.

TP 1. Segunda parte. Concepciones clásicas del Estado

Para Platón la polis deriva de la incapacidad del individuo para bastarse a sí mismo. Así, las
personas se asocian con quienes pueden satisfacer sus múltiples necesidades dando origen a
una multiplicidad de personas, y por tanto de funciones, que se reúnen para su ayuda
mutua. Esto da origen a la división del trabajo: cada individuo producirá un solo tipo de
bienes. Las necesidades a las que se hace referencias son las básicas o elementales: la
alimentación, la vivienda y la vestimenta. Para Platón la polis se constituye a partir de la
aristocracia que implica el gobierno de los mejores, los sabios, y que será el único sistema
que puede garantizar vida plena a la polis.
Para él hay dos tipos de gobiernos, los puros, entre los que se incluye a la monarquía y a
la democracia (el gobierno del pueblo). Y los impuros, entre los que se encuentran la
timocracia, la oligarquía y la tiranía. La timocracia es una forma de gobierno integrado por
quienes poseen cierto capital o propiedades, constituido por la casta militar y en el que se
impone el uso de la violencia por parte de quienes detentan el poder. La oligarquía que es el
gobierno de unos pocos que persiguen sus propios intereses sectoriales y en el que no están
representados los pobres. La tiranía está dada por el acceso al poder por parte de un
individuo en razón de sus lazos consanguíneos o por carácter hereditario.
Para Platón el vínculo entre los sujetos que habitan la polis es de cooperación en pos de la
justicia (virtud por la cual, al igual que la amistad, se logra la unión de los integrantes de la
polis) y puesto que cada uno de ellos tiene una función determinada con el objetivo de
satisfacer sus múltiples necesidades elementales (que tienen que ver con el uso y goce de
los bienes, no con la posesión). Así, la guerra se origina en la pasión de poseer que hace
necesario defender las riquezas y la población. Para Platón el alcance del bien es el alcance
del conocimiento con un nivel superior, ligado a la sabiduría a un mundo ideal.

Para Aristóteles la polis es la comunidad suprema, abarca a todas las otras y debe perseguir
el bien supremo siendo la amistad el vínculo que une a los sujetos que la habitan.
Comprende la comunidad de familias y de aldeas y sustenta una vida perfecta y
autosuficiente (no precisa de otras para satisfacer sus necesidades) y permite a sus
integrantes alcanzar su potencial. La politeia es la organización del Estado, el sistema
político que comprende la organización y distribución de los poderes, el establecimiento del
poder soberano y la finalidad que debe cumplir la polis como comunidad.
Hace una distinción entre politeías rectas y sus desviaciones. Cuando se procura el bien
común la politeia es recta y es desviada cuando el poder se utiliza para el beneficio de
quien o quienes lo detentan. Las politeias rectas son la monarquía, la aristocracia y la
politeia o república, y las desviaciones son la tiranía, la oligarquía y la democracia. Para
Aristóteles la politeia ideal es la aristocracia. Consideradas en sí mismas, la monarquía y
la aristocracia son para él las mejores formas de gobierno pero las polis no se rigen por
ellas sino por formas de gobierno que varían entre la oligarquía y la democracia.
Para Aristóteles la mejor forma de gobierno se dará en los sectores medios basados en la
justicia y la igualdad. Una facultad de los ciudadanos es la de administrar justicia, discernir
lo bueno de lo malo y lo justo de lo injusto. Según la forma de polis de que se trate la virtud
puede ser o no la bondad. “La virtud de un ciudadano digno parece consistir en ser capaz
tanto de mandar como de obedecer bien”, afirma. No todo miembro de la polis es
ciudadano. Muchos habitantes de la polis como los metecos y los esclavos quedan
excluidos de la categoría de ciudadanos. Mientras que los niños y los ancianos son
considerados ciudadanos imperfectos o no plenos. En tanto, los magistrados deben procurar
un lazo de amistad con la politeia y mayor competencia en tareas de magistratura y justicia.
Aristóteles afirma que la participación en la polis como ciudadano es algo “por naturaleza”,
algo esencial al ser humano.

Para Aristóteles no debe adaptarse la politeia a las leyes sino estas a aquella (postura
contraria a la sostenida por Platón). Las leyes deben ajustarse a la realidad de la polis. “La
politeía es, en términos generales, una mezcla -mícsis- de oligarquía y democracia: las que
se inclinan a la democracia suelen llamarse politeías, y las que tienden más bien a la
oligarquía, aristocracias”.
Aristóteles consigna una relación jerárquica entre los individuos. En la escala superior se
ubican los varones y le asigna mayor racionalidad respecto de las mujeres y los esclavos,
que se encuentran por debajo de ellas, y por ubicarse en una escala inferior ambas
categorías deben someterse al amo. Por último los animales, los vegetales y los minerales.
A su vez, el ser humano está integrado por cuerpo y alma, y esta tiene una parte irracional y
otra racional. En la parte irracional residen las virtudes éticas y en la racional las virtudes
intelectuales. El hombre es por naturaleza un animal político, un animal de la polis y si se
halla por fuera de esta es un mal hombre, un hombre disminuido o un dios. El hombre es el
único que tiene logos (razón-palabra).
Aristóteles establece que las virtudes, que se constituyen a partir de las necesidades que
satisfacen, ordenan la participación en las asambleas. Las primeras necesidades se
relacionan con los instintos (regidas por el principio de irracionalidad) y dan lugar a la
virtud de la templanza que permite el control de los mismos. Las segundas tienen que ver
con la pasión y el principio que las rige es la ira y la virtud asociada es el coraje. Y Las
terceras se vinculan con la racionalidad y la ética y se apoyan en el principio de la razón y
tienen como virtud la prudencia, para saber discernir entre lo bueno y lo malo en pos de la
mayoría. Esta última es la que le compete a los gobernantes.

TP 1. Unidad 2. Marx, Hegel, Gramsci. ¿Cómo conciben al estado y la sociedad civil?


Para Marx el Estado es un instrumento de dominación, un producto del carácter
irreconciliable de las contradicciones de clase. Mientras que la sociedad civil es el conjunto
de la estructura económica y social en un período determinado. En este sentido, en la
concepción marxista la sociedad civil está conformada por clases sociales diferenciales y
asimétricas en las cuales existe el fenómeno de la explotación, así, la base económica tiene
una base determinante en la superestructura. Para Marx el Estado y la sociedad civil son
dos elementos diferentes, antagónicos y dicotómicos.

Para Hegel el Estado instituye para el individuo su fin último, encuentra en este la verdad
de su existencia, de su deber y satisfacción, dejando atrás el nivel de sus pensamientos y
deseos privados y personales, su “espíritu subjetivo”. El Estado posibilita que el individuo
sea capaz de universalizar sus deseos, convertirlos en leyes y vivir de acuerdo con ellas. En
la concepción hegeliana la estabilidad del Estado se logra si los súbditos comparten valores
éticos comunes. En tanto, la sociedad civil es el conjunto de intereses particulares,
individuales, que media entre lo público y lo privado y que se diferencia del Estado donde
el individuo encuentra la culminación de su “espíritu subjetivo”. Las categorías sociedad
civil, Estado y familia constituyen para Hegel la eticidad capaz de establecer las bases de
una verdadera sociedad, de una comunidad de personas que compartan y se guíen por una
eticidad común. Hegel es el primer autor que señala la importancia de la sociedad civil.
Para él, el Estado constituye una esfera ética e independiente de la sociedad civil.

Para Gramsci el Estado ejerce los aparatos coercitivos de dominación, reprimiendo y


controlando desde las instituciones la economía y la política y otorgando legitimidad a
través de la cultura, abarcando el conjunto de actividades superestructurales. Para él, el
concepto de Estado incluye elementos referidos a la sociedad civil y está integrado por esta
y por la sociedad política. En la concepción gramsciana, el Estado es un aparato represivo y
a la vez generador de consenso y fuente de hegemonía, establece un equilibrio entre la
sociedad política y la sociedad civil. En tanto, la sociedad civil es un complejo institucional
donde se organiza el enfrentamiento ideológico y político de las clases sociales. Para
Gramsci la sociedad civil pertenece al momento de la constitución de la superesctructura.
Así, los medios de comunicación, los centros educativos, los sindicatos, los organismos
eclesiales, etc., no son “aparatos ideológicos de Estado” sino instituciones ideológicas y
políticas de la sociedad civil cuyo funcionamiento no depende de los mandatos
gubernamentales por ser espacios donde se debate la lucha de clases. Las funciones de la
sociedad civil son el consenso, la persuasión, la dirección de la hegemonía; y las de la
sociedad política la fuerza, la coerción, la dominación y la dictadura. Es específico, la
hegemonía (dirección) es facultad de la sociedad civil mientras que la coerción
(dominación) le pertenece al Estado. Para Gramsci las entidades Estado y sociedad civil no
pueden concebirse como separadas, con un funcionamiento exterior de una respecto a la
otra.

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