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EDUCACIÓN FÍSICA

Entre machos y no tan machos:


El caso de la educación física escolar argentina*
Breve genealogía de la educación física escolar argentina
o acerca de cómo construir masculinidad y femineidad

§ PABLO ARIEL SCHARAGRODSKY n Palabras clave


Profesor de Educación Física y Licenciado en Ciencias de la Educación.
Universidad Nacional de La Plata. Educación física, Cuerpo, Género,
Integrante del programa “Sujetos y políticas en educación”. Masculinidades, Poder, Desigualdad
Universidad Nacional de Quilmes (Argentina)

Resumen Introducción
Abstract
El artículo que a continuación se presen- La educación física escolar en Argentina
The article that next is presented, ta, aborda un análisis de la Educación Fí- ha existido aún antes de la Ley 1420
approaches an analysis of the School sica Escolar Argentina en perspectiva de sanciona da en 1884. Distintos Planes y
Physical Education Argentina in gender género, profundizando en los siguientes Programas escolares dan testimonio de
perspective, deepening in the following interrogantes: ¿cómo los discursos y las tal acontecimiento siendo la gimnasia, la
queries: How the speeches and do the prácticas de la educación física configu- actividad predominante en el transcurso
practices of the physical education configure ran una determinada masculinidad y no del siglo XIX. Sin embargo, es a partir de
a certain masculinity and not another? and otra? y ¿cuáles son los saberes y las prác- dicha ley, a fines del siglo XIX, que la edu-
which are the knowledge and the practices ticas que, desde la educación física, legiti- cación física argentina se institucionaliza
that, from the physi cal education, do they man los modos de masculinidad? Para y se convierte, formalmente, en obligato-
legitimate the ways of masculinity? For it, in ello, en primer término, se efectúa una ria tanto para varones como para mujeres
first term, a brief reference is made to the breve referencia a la historia de la discipli- en el ciclo primario.
history of the discipline identifying the na identificando las prácticas que han Dicho acontecimiento marcó unas de las
practices that have configured masculine
configurado diferencialmente cuerpos tendencias fundantes más importantes de
and feminine bodies differentially. In a
masculinos y femeninos. En un segundo la disciplina en cuestión: la fuerte contri-
second moment, the current classes of
momento, se analizan las clases de edu- bución en el proceso de construcción de
physical education are analyzed (modality
cación física actuales (modalidad sólo de cuerpos masculinos y de cuerpos femeni-
only of males) starting from ethnographic
varones) a partir de registros etnográficos nos. Ambos colectivos (varones y muje-
registrations and interviews to the
educational ones and the students. The
y entrevistas a los docentes y a los estu- res) tuvieron un tratamiento diferencial:
analyses evidence the exis tence of diverse diantes. Los análisis evidencian la exis- distintas modalidades, distintas activida-
masculinities that you/they enter in scene tencia de diversas masculinidades que des y ejercitaciones, distintas gradacio-
during the sport physical practices. Certain entran en escena durante las prácticas nes, distintos métodos y distintos fines.
codes of the language, certain terms, certain físico-deportivas. Ciertos códigos del len- Las cualidades a educar, también fueron
micropractices, certain somatic culture and guaje, ciertos términos, ciertas microprác- diferentes.
certain representations go contributing to the ticas, cierta cultura sómatica y ciertas re- Este proceso de masculinización y femini-
construction of hegemonic masculinities and presentaciones van contribuyendo en la zación escolar, estuvo garantizado desde fi-
subordinate masculinities. In this school construcción de masculinidades hegemó- nales del siglo XIX hasta finales del siglo XX
sport scenario, the sexism, the homophobe nicas y masculinidades subordinadas. En por diferentes prácticas. Entre ellas se des-
and the nested difference find a place este escenario deportivo escolar el sexis- tacaron los Ejercicios Militares (mezclados
anything despicable. Male and not so male mo, la homofobia y la diferencia jerarqui- con la Gimnasia), las Prácticas Scauticas,
dispute “the match” of the inequality. zada encuentran un lugar nada desdeña- los diversos sistemas Gímnicos, las Activi-
However, none wins.
ble. Machos y no tan machos disputan “el dades Lúdicas y, por último, a partir de la
partido” de la desigualdad. Sin embargo, década del 40, los Deportes. Todas estas
Key words ninguno gana. prácticas corporales aseguraron, muy espe-
Physical education, Body, Gender,
Masculinities, Power, Unequality * El presente artículo formó parte del proyecto de investigación denominado Cuerpo, Género y Poder en la escuela. El
caso de la Educación Física en Argentina, auspiciado y financiado por la Fundación Carlos Chagas (Sao Paulo, Brasil) y
John D. and Catherine MacArthur Foundation (Washington, Estados Unidos). Director: Dr. Mariano Narodowski.

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cialmente, la carrera para hacer verdaderos Tanto los ejercicios milita res como el Las prácticas deportivas reproducían el
hombres. La virilidad se alcanzaba luego de scautismo contri buyeron muy especial- mismo esquema que los juegos. Ciertas
un arduo proceso cuyo punto de partida era mente, al arma do de lo masculino en el actividades deportivas estaban dirigidas
el niño y cuyo punto de llegada era el hom- período comprendido entre 1880- exclusivamente para los varones y ciertas
bre. (Scharagrodsky, 2001a) 1930. Entre las jus tifica ciones de dicho actividades exclusivamente para las ni-
Los ejerci cios militares, presentes desde ar ma do se ins ta la ron los sa be res hi gié- ñas. Por ejemplo, “newcon y pelota al ces-
1884 has ta 1910, tu vie ron como úni cos ni cos. to para las niñas” y “softbol, handball y
des ti na ta rios a los va ro nes. Esta re gu la- A partir de 1930 los planes y programas, fútbol para los varones”.
ri dad presen te en todos los Pla nes y Pro- elabora dos tanto por el Consejo Nacional Tam bién cier tas prác ti cas tan en car na-
gra mas Esco la res, im plicó una fuer te de Educación como por la Dirección Ge- das en la educa ción física, eran es timu-
presencia de atributos y propie dades a neral de Escuelas de la Provincia de Bue- ladas diferencialmente en varones o en
educar ligadas a lo marcial y, en conse- nos Aires no establecen, para la educa- mujeres: las exhibiciones para mujeres
cuencia, a la forma ción del carácter ción física, actividades o tareas exclu- per seguían fi nes dis tintos a los de los va-
mas cu li no. Los ejer cicios mi li ta res es ta- sivas para varones o exclusivas para rones: estética, suavidad y belleza en los
ban cons tituidos por distintas ejercita- mujeres. Esto no implicó el fin de una de movimientos de las mujeres y fuerza,
cio nes, entre las que se des ta ca ban los las claves constitutivas de la educación potencia y resistencia en los movimien-
movimientos uniformes de flanco, me- física escolar argentina. Muy por el con- tos de los va rones.
dia vuel ta, mar chas, con tra mar chas, trario, se produjo un despla zamiento de En los programas escolares de la década
ali nea cio nes, forma ción en ba ta lla o uni- la “marca generizada” hacia los textos o de 1980 hay ciertas críticas a esta esen-
dades tácti cas y evoluciones. manuales escolares de educación física y cialización corporal. Sin embargo, habrá
A partir de 1910 los ejercicios militares hacia las argumentaciones de sus prácti- que esperar hasta 1993 para que una
desaparecieron explícitamente de los pla- cas representadas por diversas ejercita- nueva Ley Federal de Educación, por lo
nes y programas. No obstante, en la disci- ciones físicas, y especialmente, por jue- menos en el discurso escrito, deje atrás el
plina en cuestión, nuevas prácticas corpo- gos y deportes. sexismo y cierta estereotipación.
rales aseguraron la carrera para hacer ver- Estas prác ti cas par tici pa ron en el ar ma- En síntesis, la historia de la educación físi-
daderos hombres. Entre la década del 10 do de cuer pos mas culinos y femeninos ca escolar argentina contribuyó, a través
y del 20, se instaló con mucha fuerza el en el período comprendido entre 1930 y de ciertas prácticas y ciertos supuestos, a
scauting. fines de 1970. Las prácticas lúdicas im- construir la noción de “diferencia como si-
La educación física escolar bajo el scou- plicaron una fuerte contribución en la nónimo de desigualdad”. (Perona, 1995)
ting, no sólo tuvo implicancias en la dis- construcción de cierta mas culinidad y Teniendo en cuenta este panorama históri-
tinción de actividades y tareas de acuerdo fe mini dad. En ge neral, en tre la ba tería co, en el que esta disciplina escolar ha te-
al género produciendo estereotipos mas- de actividades lúdicas prescriptas sólo nido un papel no menor en el armado jerár-
culinos y femeninos, sino que contribuyó, para los varones figuraban “carrera y quicamente diferencial1 de lo masculino y
muy especialmente, en la configuración saltos”, “carrera de carretillas”, “carrera de lo femenino, el presente artículo indaga,
de determinadas masculinidades. Su ori- de ji netes” y la “cincha da”. Por el con- en la actualidad, en los mecanismos a par-
gen marcial y patriótico acompañado de trario, los juegos para mujeres eran más tir de los cuales, las prácticas y los discur-
ciertos valores morales como la lealtad, el pa si vos, sua ves y no per seguían fuer tes sos de la educación física, han contribuido
honor, la obediencia, la valentía y la lim- con tac tos cor pora les. Es de cir, las ac ti- a construir cierta masculinidad en las insti-
pieza moral formaban parte de sus prácti- vidades asociadas a la fuerza, la resis- tuciones escolares. Entre los interrogantes
cas cotidianas. La cultura scautica estaba tencia y a la potencia no eran deseables planteados se pueden mencionar los si-
constituida por distintas ejercitaciones y ni per mi ti das para las mu je res. Cla ra- guientes: ¿cómo los discursos2 y las prácti-
actividades, entre las que se destacaban men te los juegos de los va rones in ci ta- cas de la educación física configuran una
marchas y evoluciones para ambos sexos ban a una ma yor actividad, lucha y con- determinada masculinidad y no otra? ¿cuá-
y agrupaciones estudiantiles para juegos y tacto corporal. Tam bién la denomina- les son los saberes y las prácticas que, des-
scouting sólo para varones. La carrera ción de los juegos contribuyó a tal fin: de la educación física, legitiman los modos
para hacerse hombre quedó nuevamente “dale leña (para varones)” y “la ardilla de masculinidad? ¿cuál es el significado de
salvarguardada. en los árboles (para las mujeres)”. la feminidad en los discursos y prácticas de

1 La diferencia así entendida ha sido utilizada como punto de apoyo de desigualdades. Del hecho diferencial no se sigue lógicamente la necesidad de un trato desigual de los suje-
tos. Sustentar la desigualdad sobe la diferencia hace que ésta deje ser un término recíproco para pasar a ser unívoco. (M. Cavana, Diferencia, pp. 85-118, en C. Amorós
(comp.), Diez Palabras Claves sobre Mujer, Navarra, EVD, 1995.
2 Entendemos por discursos lo que puede ser dicho y pensado, pero incluyendo también a quién puede hablar, cuándo y con qué autoridad. Los discursos llevan consigo un signifi-
cado y ciertas relaciones sociales; construyen tanto la subjetividad como las relaciones de poder. Los discursos son convenciones que determinan en gran medida qué es lo que
puede decirse, qué especies de hablantes pueden decirlo y para qué tipo de auditorios imaginarios. S. Ball, (comp.), Foucault y la Educación, Morata, Madrid, 1993, pp. 6-7.
Ver también los distintos significados del término discurso, en D. Maingueneau, Introducción a los métodos de análisis del discurso, Hachette, Buenos Aires, 1989, pp. 15-17.

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los docentes y alumnos en educación físi- da). La frecuencia de las clases registra- Por otra parte, las entrevistas en profundi-
ca? das ha sido de dos veces por semana para dad fueron realizadas a los 4 profesores
Para dar cuenta de ello, el siguiente ar- cada institución escolar. Cada clase tuvo encargados de dictar clase en los años se-
tículo examina y analiza, desde una pers- una duración de una hora reloj. leccionados. Asimismo, se han realizado
pectiva generizada, a la educación física Para la construcción de la descripción se otras 6 entrevistas, sumando 10 en total,
escolar en una de sus tres modalidades: seleccionaron un conjunto de “casos”,4 con docentes de educación física de las
clases sólo con varones.3 utilizando los siguientes criterios: todas escuelas seleccionadas. Estos últimos no
las escuelas han sido estatales y de régi- fueron observados.
men público, todos los docentes entrevis- Las entrevistas partieron de la premisa de
Consideraciones tados y observa dos han sido varones, to- “dejar hablar” al entrevistado a través de
metodológicas y supuestos das las clases registradas y observadas preguntas descriptivas, estructurales y de
teóricos han pertenecido al 9º año del Tercer Ci- contraste (Woods, 1995), apuntando a
La metodología utilizada para el análisis clo de la Educación General Básica sus concepciones sobre su práctica coti-
de clases de educación física sólo con va- (E.G.B.) del Sistema Educativo Argenti- diana. Estas entrevistas abiertas tuvieron
rones, ha respondido a un enfoque teórico no, correspondiente a niños de entre 14 y sin embargo, algunas preocupaciones
metodológico que se ha nutrido funda- 15 años. centrales como indagar: cuáles son los
mentalmente de ciertas categorías y con- Las observa ciones han sido realizadas hábitos, gestos y comportamientos de los
ceptos de la etnografía. En ese sentido, la sin categorías previas. Sin embargo, se niños durante las clases de educación físi-
perspectiva de análisis ha conservado los fijaron ciertas variables sobre las que de- ca, cómo es el rendimiento de los niños,
rasgos comunes a todas las distintas defi- bía realizarse la observación. Variables cómo son las prácticas corporales en los
niciones de la etnografía: un esfuerzo por que pertenecían básicamente a dos ám- niños, cómo son los tipos de movimientos
documentar lo no documentado de la rea- bitos: los comportamientos verbales y los en los niños, cuáles son las tareas o activi-
lidad social (Hammersley y Atkinson, no verbales (Subirats y Brullet, 1992). dades que les gusta realizar a los niños
1994), intentando realizar una descrip- En relación con el primero, se registraron durante las clases de educación física,
ción densa, que, en el sentido de Geertz las interacciones entre el docente y los etc.
(1987), permita comprender el complejo alumnos, el tipo de lengua je utiliza do por Tanto las entrevistas como los registros
entramado de significaciones en que ad- el docente, las formas de aceptar o repri- etnográficos, han sido técnicas de investi-
quieren sentido las relaciones, identida- mir ciertas acciones o movimientos del gación utilizadas con el fin de dar cuenta
des y prácticas sociales de los varones en docente hacia los alumnos, el lenguaje de ciertas preguntas centrales. Las mis-
tanto sujetos generizados durante las cla- de los alumnos, los lexemas y frases más mas pueden sintetizarse en el siguiente
ses de educación física en instituciones utiliza das por los estudiantes y por los interrogante: ¿cómo los discursos y las
escolares. docentes, etc. prácticas de la educación física configu-
La recolección de datos mediante la rea- En relación con los comportamientos no ran ciertas masculinidades? Esta última
liza ción de traba jos de cam po (entrevis- verbales, se prestó atención a la forma de pregunta presenta dos supuestos.
tas y ob ser va ción de cla ses de edu ca- utilizar el espacio por par te de los alum-
ción física escolar) fue realizado en nos, las prácticas corporales más acepta- 1. El primero es parafraseando a Simone
4 (cuatro) establecimientos escolares das, los usos corporales de los estudian- de Beauvoir que no se nace varón sino que
ar gen tinos, a ra zón de un cur so de edu- tes, sus comportamientos y gestos, las se llega a serlo.5 Dicho en otros términos,
ca ción fí si ca por es cuela. formas de contacto físico más frecuentes, apenas identificado por sus genitales
El período de registro y observación de las los tipos de movimientos, las partes del como varón al recién nacido, la sociedad
clases de educación física ha sido de cua- cuerpo más utilizadas por los alumnos, el trata de hacer de él lo que ésta entiende
tro meses y medio (entre 8 y 10 clases en uso del tiempo durante las prácticas físi- por varón. Se trata de fomentarle unos
cada 9º año de cada escuela selecciona- cas y/o deportivas, etc. comportamientos, de reprimirle otros y de

3 Las otras dos modalidades, en el Tercer Ciclo de EGB, en la educación física son: clases sólo con mujeres y según la normativa “excepcionalmente” clases mixtas. Ver en Circular
Técnica Conjunta n.º 1. del año 1997. “Objeto: pautas para el dictado de Educación Física en Establecimientos de E.G.B”. Dirección de Educación Física de la Provincia de
Buenos Aires. La Plata, Argentina.
4 La presente investigación, se trató de un estudio de casos. De esta manera, es posible inferir que los resultados obtenidos reflejaron ciertas tendencias, ciertas regularidades,
pero no es posible afirmar que se produzcan en todas las clases de educación física, ni con las mismas intensidades que revela el presente estudio. A pesar de que se considera
imposible comprobar, en todos los casos, los comportamientos homofóbicos y las masculinidades denigradas en el contexto de la disciplina analizada, ello no invalidaría los re-
sultados que pretenden, fundamentalmente, abrir pistas en el estudio de las diversas masculinidades y sus dinámicas y de unas formas de discriminación no puestas de relieve
hasta ahora en nuestra sociedad, y así poder comprender, aunque sea muy parcialmente, las relaciones que se establecen cuando hay varones realizando prácticas deportivas
en la institución escolar.
5 No se nace mujer, se llega a serlo ha sido una de las frases célebres de Simone de Beauvoir. S. De Beauvoir, El segundo sexo, ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1999. Para ana-
lizar las distintas posiciones acerca del enunciado “no se nace mujer, se llega a serlo” ver: J. Butler, “Variaciones sobre sexo y género: Beauvoir, Wittig y Foucault”, en M. Lamas
(comp.), El Género: la construcción cultural de la diferencia sexual, Porrúa, México, 1996. Otra posición diferente criticando a Butler se puede ver en S. Heinamaa, “¿Qué es
ser mujer? Butler y Beauvoir sobre los fundamentos de la diferencia sexual”, en revista Mora (4), Buenos Aires, 1998.

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transmitirle ciertas convicciones sobre lo 2. El se gun do su pues to del in te rro gan te comportamientos de individuos que, sin
que significa ser varón. Como afirma Ba- plan tea do en el pre sen te ar tícu lo acep - tener acceso directo al poder y la autori-
dinter (1993), “xy” es la fórmula cromo- ta la exis ten cia de di ver sas mas cu li ni- dad, aceptan los beneficios que se deri-
sómica del hombre. Pero si “xy” constitu- da des. Si guien do a Con nell (1996) van, para los hombres, de la preeminen-
ye la condición primera del ser humano exis ten cua tro ti pos iden ti fi ca bles de cia social concedida al género masculino,
masculino, no basta para caracterizarlo.6 mas cu li ni dad: la he ge mó ni ca, la sub - aprovechándose del dominio sobre las
Vale decir, el varón no es menos un pro- or di na da, la com pla cien te y la mar gi- mujeres obtenido por los detentores de la
ducto social de lo que lo es la mujer. Por nal. La mas cu li ni dad he gemó ni ca es masculinidad hegemónica.
lo tanto, la masculinidad no es algo eter- aque lla que se pre sen ta como do mi nan - Como afirma Connell (1996), la mascu-
no, una esencia sin tiempo que reside en te y que re cla ma el má xi mo ejer ci cio del linidad hegemónica y las masculinida-
lo profundo del corazón –o, mejor dicho, po der y de la au to ri dad, es, de he cho, el des mar ginadas, no denominan tipos de
de los testículos– de todo hombre. La es te reo ti po que ha pre do mi na do en la carácter fijos, sino configuraciones de
masculinidad no es estática ni atemporal; cons truc ción del pa triar ca do. Para prác ti ca ge nera das en si tua cio nes par ti-
es histórica, no es la manifestación de una Kaufman (1997), la adqui si ción de la cu la res, en una es truc tu ra cam bian te de
esencia interior; es construida socialmen- mas cu li ni dad he ge mó ni ca tie ne un pre - re la ciones. Son siem pre, po si ciones dis-
te, es creada en la cultura. Así es que la cio, ya que “es un proce so a través del pu ta bles. Cual quier teoría de la mas cu li-
masculinidad significa cosas diferentes en cual los hom bres lle gan a su pri mir toda nidad que ten ga va lor, debe dar cuen ta
diferentes épocas para diferentes perso- una gama de emo ciones, ne ce sida des y de este proceso. Las prácticas corpora-
nas.7 (Gilmore, 1994) po si bi li da des, ta les como el pla cer de les es co la res no que dan exen tas de di-
Este supuesto de que la masculinidad cui dar a otros, la recep ti vi dad, la em pa - cho marco conceptual. Y menos la edu-
está construida socialmente y que cambia tía y la com pa sión, ex pe ri men ta das cación física, tan proclive, histórica-
con el curso de la historia, no debe ser en- como in con sis ten tes con el po der mas - mente, a contribuir en la configuración
tendida como una pérdida, como algo que cu li no”. Las eli mina mos por que lle gan de cier tas mas cu li ni da des he gemó ni cas
se le quita a los hombres. a es tar aso cia das con la fe minei dad que y subordinadas.
En lugar de intentar definir la masculini- he mos re cha za do en nues tra bús que da
dad como un objeto (como un carácter de de masculi nidad.
tipo natural, una conducta promedio, una Junto a ella coexisten otros tipos de mas- Masculinidades en acción
norma), es necesario centrarse en los pro- culinidad, que en algunos casos reflejan Frente a ello el interrogante sigue siendo
cesos y relaciones por medio de los cuales formas de opresión, como por ejemplo la ¿qué sucede, en la actualidad, en las cla-
los hombres y mujeres llevan vidas imbui- masculinidad subordinada que se sitúa en ses de educación física sólo con varones?
das en el género. Ninguna masculinidad el extremo opuesto a la hegemónica, A partir de las observaciones de las clases
surge, excepto en un sistema de relacio- puesto que está más cercana a comporta- y el análisis de las entrevistas a los profe-
nes de género. La masculinidad “si se mientos atribuidos a las mujeres y que es sores en educación física, se han identifi-
puede definir brevemente, es al mismo considerada como no legítima por aqué- cado las siguientes regularidades, con
tiempo la posición en las relaciones de gé- lla, como ocurre claramente en el caso de marcado tono sexista y rasgos homofóbi-
nero, las prácticas por las cuales los hom- las identidades gay;8 o la masculinidad cos,9 en las clases sólo de varones de edu-
bres y mujeres se comprometen con esa marginal, que se produce entre individuos cación física escolar:
posición de género, y los efectos de estas de grupos sociales o clases que se en-
prácticas en la experiencia corporal, en la cuentran en una clara posición de margi- n Código de género en el lenguaje.
personalidad y en la cultura”. (Connell, nación social. Por último, la masculinidad n Diversas masculinidad/es.
1997) complaciente es la que se observa en los n Representaciones de los docentes.

6 El devenir masculino pone en juego factores psicológicos, sociales y culturales que no tienen nada que ver con la genética, pero que no por ello dejan de tener un papel igualmen-
te determinante, y tal vez más. E. BADINTER, XY La identidad masculina, ed. Alianza, Madrid, 1993.
7 Como afirma Badinter, ¿qué tiene en común el guerrero de la Edad Media y el padre de familia de los 60?. Sólo subsiste el poder que el hombre ejerce sobre la mujer. Por otra
parte, no es necesario recorrer el mundo entero para constatar la multiplicidad de los modelos masculinos. La masculinidad es distinta según sea la época, pero también según
la clase social, la raza y la edad de los hombres. En el siglo XVIII, un hombre digno de ese epíteto podía llorar en público y desmayarse; a finales del siglo XIX, ya no puede hacer-
lo, so pena de dejar en ello su dignidad masculina. Desde una posición antropológica afirma algo similar Gilmore. En G. Gilmore, Hacerse hombre. Concepciones culturales de
la masculinidad, ed. Paidós, Barcelona, 1994.
8 La masculinidad gay es la masculinidad subordinada más evidente, pero no es la única. Algunos hombres y muchachos heterosexuales también son expulsados del círculo de le-
gitimidad. Tal proceso está marcado por un rico vocabulario denigrante: cagón, maricón, y especialmente puto y con falta de aguante. Términos muy utilizados durante las prác-
ticas físico-deportivas. Aquí resulta obvia la confusión simbólica con la femineidad.
9 Según Michel Kimmel la homofobia es un principio organizador de nuestra definición cultural de la virilidad. La homofobia es el miedo a que otros hombres nos desenmascaren,
nos castren, nos revelen a nosotros mismos y al mundo entero que no alcanzamos los standards, que no somos verdaderos hombres. El verdadero temor no es el miedo a las mu-
jeres, sino el de ser avergonzados o humillados delante de otros hombres, o de ser dominados por hombres más fuertes. M. KIMMEL, “Homofobia, temor, vergüenza y silencio en
la identidad masculina”, en Masculinidad/es. Poder y Crisis. Valdés, T. y J. Olavarría (eds.) Ediciones de la Mujer. Nº 24. Isis Internacional y FLACSO, Santiago, 1997, pp. 56 y
ss.

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Código de género en el lenguaje: Se pelean dos alumnos del mismo equipo: de lo femenino como refuerzo de lo negati-
“definiendo la masculinidad “si estás cansado11 y no querés poner fuer- vo o de lo indeseable y, la segunda, vincu-
como lo no femenino” te para qué viniste” lada a la utilización, como refuerzo positi-
“Vamos a jugar, vamos machos!, vamos a
Durante las clases de educación física vo y deseable, de los valores considerados
ganar”
observadas y registradas, la práctica más como masculinos, casi siempre asociados
Ante una falta durante un partido de fútbol
común ha sido el deporte: el voley y, en dichos de este tipo se repiten continua-
a la sexualidad masculina.
especial, el fútbol. En primer lugar, el mente: Estas dos re gu la ri da des, aun que no
lengua je y los términos utiliza dos por los “No seas maricón, si no te toqué” con tan ta re cu rren cia, tam bién han
docentes y los alumnos durante las cla- “Che, traben fuerte...” apa re ci do en las cla ses mix tas de edu -
ses, incitaban casi recurrentemente a ca ción fí si ca (Scha ra grodsky, 2001b).
dos cuestiones. Por un lado, a la conside- También, aunque con menos frecuencia, Esto úl ti mo, nos per mi te in fe rir que las
ración de lo femenino como lo equivoca- el profesor se maneja con dicha termino- mu je res, con in de pen den cia de es tar o
do y por el otro, a la afirmación de cierta logía, contribuyendo a configurar ciertos no pre sen tes en las cla ses, es ta ble cen
masculinidad. Dicha masculinidad está comportamientos, valores y actitudes que sim bó li ca men te du ran te las prác ti cas
asociada con ciertos atributos ligados se corresponderían con el de un verdadero fí si cas y /o de por ti vas es co la res, cier -
“imaginariamente” con lo verdaderamen- hombre. Durante una prueba de resisten- tos lí mi tes en las pa la bras y las ac cio -
te masculino como la garra, el huevo, el cia, el profesor se dirige a los más rezaga- nes de lo mas cu li no. Vale de cir, que
poner, el bancársela o el aguante. En dos y les dice: es tas di fe ren cias que im pli can in ter de -
ambos casos la mas culinidad deportiva pen den cia (no se pue de men cio nar lo
se configura desde el lenguaje como lo no “Vamos chicos, ¿qué pasa? ¿no tienen mas cu li no sin lo fe me ni no y vi ce ver sa)
femenino. aguante?” con fi gu ran el bi no mio mas cu li no/fe me -
Luego de una entrada en calor, el profesor
Por ejemplo: ni no con fun cio nes cla ra men te di fe ren -
dice:
cia das. Casi siem pre lo mas cu li no
“Golpe de manos bajas” (es una técnica en
“¿Qué te pasa?, ¿es tás con la meno pau - como do mi nan te y con va lor po si ti vo, y
voley). Luego de unos momentos afirma:
sia?” (de un pro fe sor ha cia un alum no
“Qué les pasa chicos, eso lo hace cualquier lo fe me ni no como sub or di na do y con
varón que no que ría ha cer la en tra da en
chica de jardín de infantes” va lor ne ga ti vo.
ca lor)
“El de pelo largo no tiene aguante, no pone
“Vamos chicas, muévanse, no hay que es-
garra para nada”
perar que la pelota venga, hay que ir a bus- Diversas masculinidad/es:
carla” (frase dirigida a los varones en evi-
El término aguante es un término muy “yo me la banco... ¿y vos?”
dente tono de burla porque las chicas no se
mueven) utilizado en la Argentina, en especial en En segundo lugar, se identificó muy clara-
“Chicas un minuto...” (frase dirigida a los la trama deportiva.12 Como afirma mente a partir de la evidencia empírica,
varones) Elbaum (1998) en el aguante –según la las diversas masculinidades que se po-
“Chicas terminó la clase” (frase dirigida a
percepción masculina– nunca hay capi- nían en juego durante las prácticas físicas
los varones)
tulación porque se apuesta, como míni- y/o deportivas.
“No se la des a mandarina10 porque parece
una mujer, se queja de todo” (frase de un mo, a una “victoria moral”. El aguante Las mas cu li ni da des he gemó ni cas es tán
alumno dirigido a otro alumno) implica siempre, un impulso corporal a re presen ta das en las prác ti cas de por ti-
resistir, a sentir (y exhibir) un difuso sen- vas fun da men tal men te, por aquellos
Al mismo tiempo que lo femenino se ridi- timiento orgulloso. El aguante se mantie- va ro nes que son siem pre ele gi dos en tre
culiza y se denigra, lo supuestamente ne con independencia del “resulta do” fi- los pri me ros de cada equi po, que “van
masculino se reivindica y se exalta. Du- nal, porque sólo in tenta ates tiguar lo que al fren te”, que son “téc ni ca men te ha bi -
rante las prácticas deportivas, sobre todo ningún desenlace es capaz de acreditar: li do sos” o sim ple men te que son “los
en el fútbol, es muy común escuchar, en- el valor. Las mujeres, los niños y los ho- más ma chos”. Esta mas cu li ni dad he ge-
tre los alumnos: mosexuales no tienen lugar en él. El mó ni ca, va lo ra como es pe cífi ca men te
Por ejemplo: aguante es una forma de guapeza y se mas cu li no la gua pe za, la agre sivi dad,
advierte más en desventaja: desafía a lo la brus que dad, la forta leza fí sica, la va-
“Poné huevo...” que se supone ganador. len tía, la fuer za fí sica, la ha bi li dad, el
“Poné garra...” Claramente a través del lenguaje se han éxi to y me nos pre cia todo lo que ima gi -
“Vamos che, hay que aguantar la pelota, podido identificar dos cuestiones: la pri- na ria men te está li ga do con lo feme -
no arrugemos ahora” mera, referida a la sistemática utilización nino.

10 Apodo de un alumno.
11 También, en casi todas las clases, se burlan con la manuela (masturbación masculina). Si alguien no puede hacer un ejercicio, o le sale mal o parece estar cansado, los compa-
ñeros le mencionan que se hizo la manuela.
12 Inclusive hay un programa deportivo, en la televisión, con ese título: el aguante.

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educación física

Como afirman los docentes entrevistados, Pero en el escena rio deportivo, también ejercicios mientras los más hábiles o más
entre los varones se destacan y valoran tienen un lugar las masculinidades sub- machos repiten y repiten. En varios pasa-
ciertos atributos y no otros: ordina das. Son aquellas que no tie nen jes de las clases ciertos alumnos se auto-
Por ejemplo: las cua li da des men ciona das an terior- marginaban:
men te o que no lle gan a cier tos standa-
“Para jugar (al fútbol o al handball) eligen res mas cu li nos. Son los su je tos frá gi les De un alumno al profesor:
primero a los mejores, en el deporte eligen como el gor dito que va al arco de fútbol, “Profe, ¿puedo descansar?”
al mejor, pero tiene en cuenta que no sea “Pero si recién empezamos la actividad”
el ma ri quita que no tra ba fuer te una pe-
morfón (egoísta), pero siempre el que es De otro alumno al profesor:
bueno en un deporte lo eligen primero. A
lota o el tor pe al que no le sale un mo vi- “Hoy me duele la panza”
“Bej...” (el machito de la clase) lo eligen miento técnico.
porque va al frente, pone duro” Los dichos de los docentes refrendan la Estos ejemplos, en general, provenían de
“Entre ellos se destacan, sobre todo, la ha- existencia de estas masculinidades deni- los alumnos que eran -consciente o in-
bilidad, la fuerza. Igual hay chicos que no gradas: conscientemente- marginados. Aquellos
tienen esas cualidades y se imponen al
Por ejemplo: que no podían adaptarse a la norma, a los
grupo por la mentalidad, por ahí no son tan
movimientos deseados, al rendimiento
hábiles o no tienen tanta fuerza, pero son
“Al torpe lo rechazan, porque el varón de exigido, a la destreza técnica necesaria
astutos, son vivos, son manejadores, son
esta edad quiere ganar y el torpe le hace
socialmente hábiles. No solo el más fuerte para enfrentar situaciones durante el jue-
perder, no lo quieren, no lo eligen, queda
produce hegemonía, sino el que utiliza la go o durante la práctica deportiva. El im-
siempre tipo florero, pero no por una razón
cabeza y es hábil durante el juego” pacto que genera esta situación es que to-
de discriminación, sino por las consecuen-
cias que trae la torpeza. El torpe hace mal das estas estrategias no sólo van convir-
A pesar que los machitos dirimen la ma- las acciones, lleva a perder a su equipo y tiendo a los torpes, a los mariquitas o a los
yoría de los conflictos a través de la agre- entonces lo rechazan por eso” inhábiles en objetores o marginados de
sión verbal o inclusive la violencia física, “El de pelo largo (un alumno) sufre el parti- las prácticas; sino que además éstos,
los docentes entrevistados establecen es- do, tiene miedo de mandarse una macana
aprenden que no valen para esto y acaban
(un error), no tiene la personalidad para
trategias que limitan su accionar. Como asumiendo la naturalidad de sus “supues-
bancarse y decir: me equivoqué. Cuando
afirma un docente: tenés un pibe de estas características es tas” incapacidades físicas.14
un boludo...” Ciertos usos, gestos y comportamientos
“Para los Torneos13 les aclaré, hablamos. corporales reafirman los patrones de las
Igual hay pibes que no llevé. Hay pibes que Estas masculinidades sometidas, están masculinidades hegemónicas y subordi-
no los llevaría porque sé que pueden hacer condenadas a la subordinación de aque- nadas. Tocarse ciertas partes del cuerpo
problemas. Yo sé que tengo 3 o 4 pibes que
llos actores (alumnos, docentes, trama (en particular los genitales), simular gol-
si hubiesen ido, hubiesen dicho o hecho
institucional, etc.) que imponen ciertos pearse (muchos alumnos varones hacen
algo a los otros, si hubiesen ganado o perdi-
do. Hay gente que por más que vos lo tratés modelos a alcanzar. No obstante, muchos como si se golpearan entre ellos), insultar-
de evitar, se calientan si les hacen goles o sujetos frágiles resisten dicho orden. Las se a través de ciertos términos (puto, ca-
se ponen en gozadores. Yo no quiero discri- formas de resistencia son variadas: no gón, no te la bancás, etc.), significar de
minar, pero después se arma “despelote” y participando de las prácticas deportivas, cierta manera las victorias o las derrotas
el que paga los platos rotos soy yo” bien sea alegando seudo-lesiones y dolo- deportivas (“ganamos porque tuvimos
res ficticios o forzando la situación, sen- más garra” o “ganamos porque tuvimos
Tanto el machito como el habili doso re- tándose a un costado de la cancha de fút- más aguante”; “no tienen aguante”, “no
pre sentan las mas cu li ni da des he gemó- bol o de voley, hablando con el profesor la se la bancaron”, “la próxima tomen sopa”
nicas. A pesar de tener algunas dife- mayor parte de la clase, moviéndose muy o “le rompimos el culo”),15 van paulatina-
rencias, en ge neral, am bos com par ten poco o no haciendo nada cuando el profe- mente fabricando las diversas masculini-
cier tas cua li da des men ciona das an te- sor no los mira, presentándose recurrente- dades.
rior men te y recha zan lo que se acer que a mente con ropa no adecuada para la acti- Sin embargo, en esta lucha por la apropia-
lo femenino. vidad física (vaqueros) o simulando los ción de ciertas posiciones, roles y recur-

13 Los Torneos Juveniles Bonaerenses reúnen “deportiva y artísticamente” a varones y mujeres de la Provincia de Buenos Aires. Es el torneo institucionalizado en el que más ni-
ños y niñas compiten en el país. Esta dirigido no sólo a escuelas sino también a otras instituciones como clubes y centros de fomento.
En el año 2000 participaron casi 1.400.000 niños y niñas de entre 12 a 18 años. Fuente: Torneos Juveniles Bonaerenses, Buenos Aires, Argentina.
14 Como afirman Evans y Davies, “lo más importante que pueden haber aprendido muchos niños en la Educación Física actual es que no tienen habilidad, ni nivel, ni valor, y que
lo más juicioso que pueden hacer para proteger sus frágiles identidades físicas es evitar deliberadamente estas actividades tan dañinas”. J. Evans y B. Davies, Sociology,
Schooling and Physical Education, en Evans, Falmer Press, Philadelphia, 1986, pp. 11-37.
15 Esta frase, muy repetida en los contextos deportivos, presume que la penetración anal es una degradación insoportable, no para quien penetra, sino para el que es penetrado.
La amenaza “¡te voy a romper el culo!” alude a vencer al otro en un pugilato, donde el que lesiona más es el más macho, y el otro, por eso considerado débil, es menos macho y
necesariamente más femenino. Para un mayor análisis ver E. Archetti, “Masculinidades múltiples. El mundo del tango y del fútbol en la Argentina”, en D. Balderston y D. Guy,
eds. Sexo y Sexualidades en América Latina, Paidós, Buenos Aires, 1998.

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sos, los sujetos frágiles al no alcanzar temente) no sólo por el dictado de las cla- las chicas no se juntan para ir a jugar al vo-
ciertas normas masculinas, tienen menos ses y su particular dinámica, sino por las ley o para jugar al handball, se juntan más
para ir a bailar, para prestarse ropa”
posibilidades de participar durante el jue- representaciones de los docentes entrevis-
go, de tocar la pelota, de moverse o de de- tados. Sus premisas y supuestos sobre la
cidir un punto, ya sea por resolución pro- masculinidad esencializan las habilida- En este sentido, los docentes entrevista-
pia, por decisión de sus compañeros más des, el rendimiento deportivo, los tipos de dos con independencia de que las mujeres
hábiles o más machos o por decisión u movimientos y los gustos de los varones no estén presentes en las clases de educa-
omisión del profesor. Claramente durante consolidando ciertos estereotipos mascu- ción física de varones, establecen simbóli-
las clases de educación física, las mascu- linos que deben alcanzarse. En casi todos camente ciertos límites entre los usos cor-
linidades subordinadas ocupan espacios los casos, la norma de la masculinidad es porales masculinos y femeninos.
más reducidos, marginales o periféricos y siempre un “algo más” que la mujer no En ningún caso, los docentes durante las
no tienen tanto contacto corporal como el tiene. Veamos dos ejemplos: clases de educación física, han intentado
resto de sus compañeros. Las masculini- En relación a los tipos de movimientos de modificar dicha situación de dominación y
dades denigradas pareciera que terminan los varones durante las prácticas físicas subordinación de unos varones hacia
la clase casi como la empezaron: sin y/o deportivas, los docentes afirman: otros varones. En este caso, se podría lle-
transpirar, sin sudoración y con sus ropas gar a afirmar que la actividad deportiva
prolijamente adaptadas a sus cuerpos. “Los varones, son más activos, más diná- desplegada por los docentes y practicada
micos, se motivan fácilmen te, con pocos
Todo lo contrario, sucede con las masculi- por los estudiantes, ha contribuido a esta-
elementos ellos pue den jugar, armar un
nidades hegemónicas y complacientes. blecer pautas jerarquizadas, sexistas y
partido, organizarse solos, jugando al fút-
Estas últimas, pareciera que terminan la bol o al handball. Después de ha berles con rasgos homofóbicos.
clase agitados, despeinados, con la vesti- enseñado reglas, es como que se pueden En síntesis, tanto el código de género en
menta desalineada, con sudoración y con quedar jugando tranquilos. A las mujeres el lenguaje, como la institucionaliza ción
los cachetes de la cara colorados. Son las les cuesta más. A las mu jeres hay que de cierta cultura somá tica contribu ye,
masculinidades hegemónicas, y no las motivarlas constan temente, son más en el espa cio escolar deporti vo, a confi-
que dadas, no les gusta, todo las can sa”
subordinadas, las que, en general, al ini- gu rar di ver sas mas cu li ni da des. Tal pro-
“Los movimientos son buenos, salvo en uno
cio de las clases buscan el material, lo o dos (alumnos varones).16 En cambio, las
ceso de configuración produce y repro-
agarran, lo manipulan, aun antes de que mujeres tienen movimientos más deli- duce determinadas tendencias inequita-
el profesor pase lista. También, son las cados” tivas y de si gua les des de el pun to de vis-
masculinidades hegemónicas las que tie- ta del gé nero. Asimis mo, todo ello está
nen el control del juego o de la actividad Las respuestas de los docentes, con res- avalado, en gran parte, por las represen-
deportiva, tanto en relación a sus tiempos pecto a las tareas o las actividades que les taciones de los docentes entrevis tados.
como a la táctica de la actividad. gusta hacer a los varones en las clases, no El legado histórico junto con los contun-
Como afirma Vázquez (1990), diversos hace más que reforzar tal situación: dentes supuestos contem poráneos de
estudios ponen de manifiesto que hay una sentido común dan como resul tado un
tendencia inconsciente en el profesor/a a “Jugar al fútbol, yo pienso que es por una escena rio mas culino diverso en el que
preocuparse más por los alumnos que cuestión cultural que al 80 % de los varones no está exento la asimetría y la inequi-
considera buenos que por los que consi- argentinos nos gusta el fútbol. No te digo el dad. Sin duda, con este panorama, en la
100% porque tengo algunos amigos que no
dera flojos, de tal manera que es frecuente educa ción fí sica es co lar, ha bría que pre-
les gusta y no por eso son extraños o de otro
en la práctica docente la llamada “profe- guntarse quié nes tie nen más aguante
planeta. La mayoría lo juega también afuera
cía que se autocumple” (el alumnado eti- (por la escuela) y la mayoría jugó en algún ¿las mas cu li ni da des he gemó ni cas y
quetado como bueno, acabará rindiendo club alguna vez. El otro día me decían ‘pro- compla cientes? o ¿las masculinidades
como tal por las expectativas y el trato que fe, después de acá nos vamos a jugar a la subordinadas y denigra das?
le dispensa el docente). La mayoría de las pelota.’ Juegan todo el día. A las mujeres no
masculinidades subordinadas dan testi- les gusta casi nada. Hay algunas que les
gusta el voley o el handball, pero por lo ge- Bibliografía
monio de tal profecía.
neral son fiacas” Archetti, E. (1998). Masculinidades múltiples. El
“Hemos hecho, fútbol y handball. Este gru- mundo del tango y del fútbol en la Argentina. En
po es muy deportivo y además utiliza el de- D. Balderston y D. Guy (eds.), Sexo y Sexualida-
Representaciones
porte para medir fuerzas, para mostrarse des en América Latina. Buenos Aires: Paidós.
de los docentes: Baden-Powell, R. (1908). Scouting for boys.
cómo son y ellos practican con muchas ga-
“los varones son algo más” nas, pero con mayor predicamento el fútbol. Londres: C. Arthur Pearson Ltd.
Todas estas prácticas entre los alumnos, Te das cuenta que juegan con más intensi- Badinter, E. (1993). XY La identidad masculi-
están avaladas (consciente o inconscien- dad al fútbol que a otro deporte. En cambio na. Madrid: Alianza.

16 Esos dos alumnos a los que hace referencia el docente son sujetos frágiles. Todos los profesores los mencionan. Son las masculinidades subordinadas.

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