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SALIR

“Toma el sueño por realidad y la realidad por sueño, constantemente. No hay pasadizos lógicos. Entre el sueño y la
realidad solamente hay un ínfimo movimiento físico: el de cerrar o abrir los ojos. En el sueño despierto, ni siquiera existe
ese movimiento” Jan Svankmajer

“Si pusiéramos en suspenso al hombre en cuanto representación única y exclusiva de la vida, si la vida estuviera hecha de
la misma materia que el cuerpo, lo que se abre es un agujero por donde puede ingresar como un animal invertebrado -
hecho de carne, porque la carne no se fosiliza, no tiene mundo al que trascender ni mundo por el que ser trascendido-, al
salvaje reino de lo desconocido, donde vivir y morir queden abiertos a las imágenes por venir” Paz López

“Un humano y un animal se abrazan en el lugar preciso en que la comprensión se retira” Julieta Marchant

“El otro día me di cuenta que el animal a veces se asoma por los ojos. Aparece en el peso del párpado. Como cuando
tenemos alergia o picamos cebolla. Me refriego a ver si se pasa el malestar. Pero el animal también necesita exudar lo que
tiene dentro, y su opción es hacerlo por los ojos” Katherine Hoch

1. La mirada y la experiencia del cuerpo no están necesariamente escindidas. Partir, entonces, de


nuestras sensibilidades y armarnos desde allí un pensamiento, saberes o entendimientos que están
emparentados con una erótica, una sensualidad, una re-sensibilización de aquello que permanecía
entumecido. Hacernos carne las ensoñaciones políticas, raja el velo que divide lo imaginario de lo
animal: re-flexión erógena entonces, donde la sensibilización corporeo-anímica permite re-activar un
pensamiento de los sentidos, es decir, un presentimiento.

2. ¿Prioridad de lo táctil por sobre la mirada? Habría que ver. Y es que hay un mirar que activa aún más
las sensibilidades, una fascinación que se incrusta a los ojos y en-carnando las ensoñaciones políticas -
eso que no podemos dejar de mirar, puesto que precisamente atravesamos la noche despiertos porque
tenemos sueños- opera un pasaje al acto del deseo. Acción erótico directa que desentume la
singularización de la lingua-órgano ahí donde la descentramos de su función kapital: elaboración y
circulación de signos/mercancías.

3. La investigación, experimentación y usos de las formas de la potencia abren un tiempo por-venir,


que es siempre inmanente: un aquí y ahora que amplía su campo de acción más allá de los proyectos,
planes y representaciones programáticos. Y al mismo tiempo un más acá, hacia infraestructuras,
gramáticas y lógicas, ensamblajes y anudamientos que logran siempre ser imprevisibles y sorpresivas a
las funciones kapitalísticas.

4. Cierta objeción ofensiva que opera una habitabilidad pagana, terrenal con lo ominoso, es esa
sensación de lo extraño que nos hace decir “ya no más”. Pero no sólo por impotencia e inadecuación,
sino porque ya se está en función de otras coordenadas y en la elaboración de otro plan: un respirar-con
que es siempre una pausa que busca prolongar el deseo; un respirarnos boca a boca, más alla de los
llamados al “auto-cuidado” y al aislamiento. Como diría Deleuze, una objeción “viene siempre de
afuera, proviene de un punto irreductible al sistema de coordenadas en el que estamos”; es decir una
insuficiencia, un extrañamiento de sí y un presentimiento que imprime una tonalidad diferente al
conflicto contra la dominación, la explotación y la “extorsión de potencia” (Suely Rolnik) de todo
organismo vivo. Este estar-mal que en su conflictividad nos hace presentir que estamos fuera del
sistema de coordenadas, pero más acá de eso que se comienza a elaborar.

5. Y es que se trata de implicarse siempre: aceptar la posibilidad de armar, de hacer mundo, configurar
saberes y epistemes con lo ominoso: la rotura que viene emparejada al percibir un mundo -el mundo
del kapital- en todo su desastre y locura. Y allí observar los puntos donde nosotrxs nos organizamos
para habilitar otros modos de habitar fuera del sistema de coordenadas del anthropos moderno. Pero
también, al romper con aquello no necesariamente el movimiento o agitación siguiente sea componer-
con, porque puede ocurrirnos que nos alejemos para reencontrarnos en otros nudos, preguntas, paisajes.
Como las amistades de estrellas, que tanto gustaban a Nietzsche. Y en ese otro aislamiento ir
repoblando con nuestras manadas.

6. Lo ominoso, lo extraño, aquello que es al mismo tiempo lo más desconocido y lo más íntimo,
remiten siempre a algo salvaje, indómito y animal. Se convocan entre sí diferentes formas de habitar
los territorios, las lenguas, los cuerpos y ánimos que nos hacen chocar y salir del mundo del kapital. Y
es que ahí radica la mayor trampa del sistema de coordenadas del anthropos moderno: el hombre como
medida de toda existencia, de la Vida con mayúsculas. Presentimos, entonces, que la modificación
permanente de la vida a la que nos estamos abriendo, no se reduce al organismo-humano. Y es
parecido a una fiesta, a un carnaval. Incluso cuando debamos volver a mirar de frente al horror, ese
horror que parece nunca detenerse y acumularse hacia el infinito

7. Dinamitado el sistema de coordenadas moderno, el querer-vivir ya no es propiedad única del


anthropos moderno. Y es que quizás nunca lo haya sido, y esa sea la mayor trampa del kapital.

8. Frente a la fragmentación que sigue a la dinamitación de las coordenadas del mundo moderno, ahora
nos toca hacernos de y armarnos los dispositivos técnicos, las prácticas anímicas, la defensa de los
territorios y la autodeterminación, que nos permitan comprender y habitar otras temporalidades, otras
espacializaciones singulares, otros calendarios, otros pliegues. Y así prepararnos para el encuentro con
lo imprevisto que es siempre el querer-vivir, pero esta vez en composición con lo extraño, lo indómito
y lo salvaje.

9. Ninguna esperanza, ninguna utopía a realizar: querríamos siempre decir insuficiencia. Osea, una
promesa siempre insatisfecha ante la cual no cabría ninguna espera, sino más bien toda sospecha y una
experimentación de/con aquello que está siempre-por-venir.

10. A partir de la década del '60, se produce una desvalorización de la ética protestante, en tanto
“represión del deseo”, y su reemplazo por una ética del cuerpo; ética que tendría en cuenta todo un
proceso político y un campo abierto de disputa de la potencia que porta cada cuerpo. Este proceso de
corporeización, de (re)sensibilización del cuerpo, se convierte en un elemento central y
fundamental tanto para los procesos de subjetivación política, como para los procesos de
experimentación y (re)descubrimiento de una política colectiva. Para Bifo, “lo posible está
contenido en el colapso de la potencia de la abstracción y en el dramático retorno del cuerpo concreto
como portador de necesidades”.

11. Para Spinoza, la idea de “forma” en relación al alma, no es otra cosa que la existencia práctica de
un cuerpo en acto. El gran mérito de Spinoza, nos dice Catherine Malabou en Ontología del accidente,
no es solamente haber concebido al organismo biológico y sus emociones, sino también “haber
inscrito en el ser mismo el conatus: la tendencia de todo viviente a perseverar en su ser”.

12. No se puede ser sin-ser-afectado. Algo así como una “fisura fenoménica”, una brecha que abre
toda existencia en relación a cierto aquí-y-ahora que no deja de escapar. Una relación fisurada con el
mundo, un des-coincidir con la realidad que configura el kapital: una apertura radical hacia otra cosa.

13. Para Foucault, “la abertura hacia un lenguaje del que el sujeto queda excluido, la puesta al día de
una imcopatibilidad tal vez sin recurso entre la aparición del lenguaje en su ser y la conciencia de sí
en su identidad, constituyen hoy una experiencia que se anuncia en puntos bien diferentes de la
cultura. (...) Nos encontramos así ante una abertura que ha permanecido invisible para nosotros
durante largo tiempo: el ser del leguaje no aparece por sí mismo más que en la desaparición del
sujeto”. Desaparición que nombramos como “extrañamiento de sí”, ruptuta identitaria que abre a la
multiplicidad de experiencias y sensibilidades como efectos prácticos de la deriva del fin del sujeto
moderno: una nueva sensibilidad y una nueva experiencia de lo político: una nueva piel. Para Foucault,
esta “insuperable ausencia” no busca captar algún fundamento o justificación, sino más bien
componer la espacialidad en la cual se despliega la multiplicidad de sensibilidades, “el vacío que le
sirve de lugar, constituyendo lo que podría llamarse el pensamiento del afuera”.

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