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III.

MARCO TEÓRICO REFERENCIAL

3.1. Antecedentes de la Investigación


El feminicidio es un neologismo que proviene del vocablo inglés femicide, que se refiere al
asesinato de mujeres por razones de género, fue Diana Russell quien utilizó el término
femicide por primera vez en 1976 ante el Tribunal Internacional sobre Crímenes contra la
Mujer en Bruselas, definiendo así las formas de violencia contra la mujer. Russell, junto con
Jane Caputi, redefinen este concepto en el año 1990 como “el asesinato de mujeres por
hombres motivado por el odio, desprecio, placer o sentido de posesión hacia las mujeres.
(Caputi, 1992)

Para Latinoamérica, fue Marcela Lagarde quien comenzó a utilizar el término de feminicidio en
lugar de femicidio, debido a que este último seria análogo a la palabra homicidio y solo
significaría asesinato de mujeres; Mientras que el feminicidio se da cuando las condiciones
históricas generan prácticas sociales agresivas y hostiles que atentan contra la integridad, el
desarrollo, la salud, las libertades y la vida de las mujeres. Para Lagarde el feminicidio es un
crimen de Estado que incluye un componente de impunidad y que ocurre en tiempo, espacio,
maltrato, vejaciones y daños continuos contra mujeres y niñas, que conduce a la muerte de
algunas de las víctimas. (Lagarde, 2005)

Antecedente nacional
El derecho penal peruano frente a las mujeres se caracterizó, en su primera etapa, por
establecer tipos penales que reproducían diversos estereotipos de género. Como ejemplos de
esta situación podemos enumerar las siguientes regulaciones:
• El uxoricidio: Este delito se encontraba regulado en el Código Penal de 1863 y permitía
atenuar la pena del cónyuge varón que encontrara infraganti a su cónyuge mujer adúltera. La
norma no permitía su aplicación inversa, es decir, no era posible atenuar la pena de la cónyuge
mujer que, encontrando in fraganti a su cónyuge varón infiel, le causara la muerte.
La referida regulación del delito de uxoricidio se basaba en el estereotipo de que las mujeres
son posesión de sus parejas. Este estereotipo expresa lo que se ha conocido como contrato
sexual, es decir, por el reconocimiento de un derecho de posesión de los varones sobre los
cuerpos de sus esposas, Lo antes dicho explica el motivo por el cual la atenuante solo era
aplicable a los varones. Bajo esta regulación, la mujer infiel violaba el derecho a la posesión de
su cónyuge y se hacía en parte responsable de su propia muerte, situación que no sucedía con
los varones infieles, puesto que sus cónyuges no tenían tal derecho sobre sus esposos.
• La exigencia de honestidad a las mujeres para sancionar la violación sexual practicada en su
contra en los códigos penales de 1863 y 1924. Los tipos penales de violación sexual contenidos
en los códigos citados exigían, para la sanción del delito de violación sexual practicado contra
mujeres, que estas tuvieran una conducta irreprochable o que se tratara de mujeres honestas.
Esta clara imposición de un estándar de comportamiento para ser considerada víctima
también era utilizada como elemento para establecer la gravedad de la pena. Así, por ejemplo,
mientras el rapto de una mujer casada, doncella o viuda honesta, ejecutado con violencia, se
castigaba con cárcel en quinto grado, cuando el acto recaía en otra clase de mujer, la pena
de cárcel se sancionaba en tercer grado. Por el contrario, la conducta honesta o deshonesta de
los hombres nunca ha sido un elemento incorporado en nuestra legislación penal para valorar
su acceso a la justicia ni para agravar o atenuar la pena del sujeto activo en los delitos
sexuales. Como resulta evidente, esta situación respondía a los estereotipos que asocian la
virtud y valía de las mujeres con las formas en las que hacen ejercicio de su libertad sexual.

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