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Los primeros años de la niñez de los 2 a los 6 años, se encuentran marcados por cambios radicales
en las habilidades fisicomotoras, cognitivas y lingüísticas, además de la transformación del lactante
gordinflón y vacilante en un niño de seis años más alto y esbelto, de la alteración de las
proporciones corporales que lleva que los preescolares abandonen la apariencia de los bebes.
Al mismo tiempo, los cartílagos se vuelven tejido óseo en muchas áreas del crecimiento del
cuerpo. Entre los dos y los seis años el cuerpo infantil pierde su apariencia anterior y cambia en
tamaño, forma y proporción. Al mismo tiempo, el rápido desarrollo cerebral lleva a la capacidad de
un aprendizaje más perfeccionado y complejo y a un refinamiento de las habilidades motoras
gruesas y finas que no era posible antes. Cada niño crece de acuerdo a su herencia genética,
nutrición y oportunidades de jugar y ejercitarse. Aunque hay diferencia de género entre las pautas
y tasas de crecimiento en la niñez temprana son insignificantes.
En comparación con el crecimiento del primer año y medio, los años de la niñez están macados
por un avance más lento y estable hasta el estirón de la adolescencia. Ya son la obligación de
dominar los súbitos cambios de estatura los niños aprovechan esta pauta estable para adquirir
nuevas habilidades (Cratty, 1986).
Durante los años de escuela, el centro de gravedad desciende a la región pélvica conforme
aumenta su estatura. Al madurar el sistema esquelético los niños se vuelven más fuertes, los
huesos crecen y se endurecen por osificación, que comienza después del nacimiento y se
transforma en tejido suave o cartílago hasta ser un tejido óseo que dará la maduración final hasta
la adolescencia aunque varía de acuerdo al sexo.
También hay un crecimiento cerebral y del sistema nervioso central mientras se forman las celular
gliales y continúa el proceso de mielinización. Con el desarrollo del cerebro viene un mayor control
de los movimientos corporales, aparece la laterización que gracias a ella habilidades y capacidades
específicas quedan localizadas en uno de los hemisferios cerebrales. Durante los años preescolares
se desarrollan habilidades motoras finas y gruesas.
El tiempo de los dos a los seis años está asociado con procesos importantes en socialización del
niño. Los niños necesitan aprender a controlar sus emociones deben balancear la autonomía e
independencia con el amor que reciben de sus padres. Una de las metas de la socialización es
enseñar a los niños a canalizar sus sentimientos agresivos ya sea imitando o identificándose con
los padres.
Así mismo se cree que los niños aprenden comportamientos unos de otros entre pares los niños
moldean y refuerzan conductas apropiadas, en ausencia de amigos los compañeros imaginarios
sirven para adquirir habilidades sociales.
Así la socialización está diseñada a enseñar a los niños conceptos y reglas de la sociedad en la que
viven, internalizan normas morales, esquemas de género e identidad de género. Las relaciones
fraternales influyen en el desarrollo psicosocial.
El juego da al niño la ocasión de practicar y adelantar en una atmósfera de expresión libre sus
capacidades fisicomotoras, cognoscitivas y lingüísticas, de manifestarse y explorar habilidades
sociales importantes, el juego ofrece oportunidades de adquirir empatía, reglas y
comportamientos que la sociedad considera como adecuados, así como la capacidad de distinguir
lo real de o simulado, permite manipular la realidad, los significados y la experiencia de los niños